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8 MARZO 2.008
XXIV PREGÓN DE LA SEMANA SANTA
DE ROCIANA DEL CONDADO
Reverendo Párroco.
Ilustrísimas Autoridades.
Distinguidas Juntas de Gobierno de las Hermandades de
Penitencia.
Representantes de las distintas Hermandades que hoy nos
acompañáis.
Amigas, amigos, hermanos todos en el amor de Jesucristo y de
su Divina Madre,
Quisiera antes de comenzar mi humilde pregón,
agradecer a las Hermandades de la Semana Santa Rocianera,
mi designación como pregonero de esta noche, lo cual ha
hecho posible el que hoy, me haya sentido con orgullo, más
cofrade que nunca, al tener la oportunidad de hacer de
testigo literario de la entrada triunfal de Jesús en Jerusalén, de
tener la oportunidad de con mis versos, presenciar impasible
el prendimiento y cautiverio del hijo de Dios hecho hombre, de
recorrer la calles de Rociana, cargado con el peso de la Cruz
con la ayuda de mi poesía, o de poder consolar a esa Madre
destrozada por el dolor de ver sufrir al que llevó en sus
entrañas.
Ya se acerca a Jerusalén,
ciudad santa y bendita,
el que llaman Jesús de Nazaret
a lomos de una borriquita.
Por eso....,
La noche va avanzando,
y al filo de la madrugada,
se escucha un duro golpe
anunciando una descansada,
( tres golpes...)
Tres golpes rompen el silencio.
Tres llamadas de atención.
El capataz nombra: Secretario,
con una fuerte y seca voz.
¿Qué quiere?, contesta éste
que espera la instrucción
de todos por igual... ¡Valientes!
y todos a un mismo son,
oyen, ¡Al cielo con Ella!
¡A éste! (golpe)
y hasta el cielo se subió,
a la Virgen de los Dolores
Madre de nuestro Redentor.
Y tras la levantá....
desde dentro gritan: Adelante,
y después un fuerte...¡Ya!,
que es la orden que indica
el momento de marchar;
unas veces a paso nana,
otras veces de picar.
Hasta que llegan a una esquina,
donde hay que maniobrar,
y de nuevo se escucha fuerte
la voz del Capataz,
que indica a los costaleros:
Izquierda adelante, derecha atrás.
Y vamos que se nos va el Nazareno
tuyos son chiquillo,
vamos hacia delante...¡Ya!
y el paso sigue su marcha
con una gracia sin igual,
que los costaleros de Rociana,
están hartos de ensayar,
y tan solo piden a cambio,
que le acompañemos en su caminar
para que de su ejemplo aprendamos
a querernos de verdad.