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El Príncipe

Massano, Marco
Passero, Santiago
1. Resumen

El objeto del presente trabajo fue analizar las pasiones y la razón como
elementos constitutivos del poder, en el libro El Príncipe escrito por Nicolás
Maquiavelo.
Se sabe que las pasiones conforman un ingrediente muy importante en lograr el
poder así como también en mantenerlo y perderlo. Existen algunas pasiones, que
reprimidas en cierto grado, por la razón, pueden llegar a ser de gran utilidad para un
príncipe en el arte de gobernar, mientras que otras, liberadas absolutamente, pueden
llevar a cualquier príncipe a la destrucción, dependiendo solo de la fortuna el poder
mantenerse en el poder cometiendo atrocidades causadas por la falta de control sobre las
pasiones.
Maquiavielo en muchas ocasiones señala como virtuosos a príncipes que utilizan
la crueldad, como por ejemplo, para mantener al pueblo sujeto a una creencia. Son
muchos quienes acusan a Maquiavelo de inmoral, por cosas como estas. No obstante
para hacer una critica a Maquiavelo se debe conocer la “óptica maquiaveliana” con
profundidad, ya que por ejemplo la virtud para él tiene una significación de eficacia y
no hace un juicio de valores al analizar las acciones de los príncipes. Es decir que es
injusto tildar a Maquiavelo como inmoral, ya que en definitiva el sostiene que las
acciones de los príncipes no deben ser juzgadas bajo parámetros éticos. Toda su teoría
acerca del éxito del príncipe se basa en la utilización de las pasiones de manera
pragmática.

2. Introducción

2.1 Presentación del Tema

En el presente trabajo, nos disponemos analizar la dicotomía Razón-Pasiones en


una de las obras más controversiales de la Política: El Príncipe de Maquiavelo.
Centraremos el análisis estudiando las Pasiones y como estas deben ser usadas para
asegurar la permanecía de un príncipe en el poder; siendo la razón la encargada de
poner freno a las mismas. Siempre teniendo en cuenta la relación de este tema con la
política, intentaremos explicar el pensamiento de Maquiavelo, un tema que sin duda a
dado mucho de que hablar a lo largo de la historia. La razón por la cual es la dicotomía
Razón-Pasión la que está en discusión, es justamente por que fue uno de los motores
que llevo a Maquiavelo a redactar su obra El Príncipe. Analizaremos también el
concepto de interés, que surge de la mezcla correcta de la pasión con la razón, siendo
justamente Maquiavelo quien dió inicio a este concepto.
Muchas son las preguntas que suscitan de un tema tan complejo y amplio como
lo es este, y en el cual, en última instancia, es la mismísima concepción del hombre lo
que está en juego. ¿Cumplen las pasiones un rol principal o secundario en la política?
¿Se subordinan a la razón, o por el contrario, subordinan la razón a su despotismo? ¿O
es que acaso se complementan y van de la mano? ¿Hay alguna distinción entre pasiones
en sí mismas positivas y negativas, o adquieren ese carácter según las circunstancias?
¿Cuáles son las pasiones políticas por antonomasia? ¿Cuáles son las pasiones
constitutivas del fenómeno político, y cuáles aquellas que lo llevan a su destrucción?.
Estas son solo algunas de las preguntas que servirán de hilo conductor de nuestro
trabajo.

2.2. Biografía y Referencia Histórica

Nicolás Maquiavelo (1469, 1527) fue escritor y estadista. Perteneció a una


familia noble empobrecida y vivió en Florencia en tiempos de Lorenzo y Pedro de
Médicis.
Luego de la caída de Savonarola, Maquiavelo fue nombrado secretario de la
segunda cancillería encargada de los Asuntos Exteriores y de la Guerra de la ciudad.
Su actividad diplomática fue de gran importancia en la formación de su
pensamiento político, centrado principalmente en el funcionamiento del Estado y en la
psicología de sus gobernantes. Su principal objetivo político fue preservar la soberanía
de Florencia, siempre amenazada por las grandes potencias europeas, y para conseguirlo
Maquiavelo creó la milicia nacional en 1505.
En el año 1912 Maquiavelo es destituido de su puesto tras el regreso de los
Médici al poder.
Posteriormente Maquiavelo se mudo a una casa de su propiedad en las afueras
de Florencia, donde emprendió la redacción de sus obras, entre ellas, El Príncipe que
terminó en 1513 y dedicó a Lorenzo de Médicis. Su experiencia diplomática al servicio
de Florencia fue lo que motivo a Maquiavelo a producir importantes textos políticos e
históricos.

3. Desarrollo

3.1. La obra

Maquiavelo es un realista político, mira la realidad y la manera en que los


hombres efectivamente actúan, y por lo tanto en su obra El Príncipe examina que es un
principado, que tipos de principados hay, que debe hacer un príncipe si quiere conseguir
y conservar el poder y como este se pierde. No se pronuncia acerca de una “naturaleza
humana” esencial e inmutable, sino que, a través del análisis de la historia Italiana logra
identificar las claves para ser un príncipe exitoso, en definitiva intenta descifrar el arte
de gobernar.

3.2. Las Pasiones

Las pasiones, como elementos constitutivos del hombre y del accionar humano,
han sido objeto de reflexión a lo largo de toda la historia de la filosofía, de la literatura y
del pensamiento en general. En lo que se refiere al ámbito político y al ético, el tema de
las afecciones ha sido central.
En el medioevo, por ejemplo, las pasiones se relegaron al orden más bajo en
dignidad, por ser precisamente aquello que nos asemejaba al comportamiento instintivo
de las bestias.

2
Las pasiones tienen también un papel fundamental en el pensamiento
Hobessiano, ya que están a la base del estado de naturaleza y de la constitución de lo
político. Un planteo todavía más radical se puede ver en Hume, para quien, “la razón es
y sólo puede ser esclava de las pasiones”.
En un principio, la ética misma era considerada parte de la política, de la ciencia
suprema que envolvía y dictaminaba los fines de las demás ciencias. La relación entre la
inteligencia y las pasiones era más bien política y no despótica.

3.2.1 Italia y Maquiavelo

Hacia el siglo XV Italia había sido siempre dirigida por los intereses
económicos. Tanto en la edad media como en el renacimiento Italia se había
enriquecido enormemente. Surgió así una clase nacida del comercio y las finanzas quien
no solo deseaba riquezas y comodidades, sino también el control de los gobiernos de los
pequeños Estados.
Los lujos y el dinero dieron lugar a que se desatasen las pasiones de los
florentinos y su moral se fuera por la borda. La vida de los florentinos se transformó en
puro gozo e inmoralidad en todos los aspectos, tal es así que el padre dominico
Jerónimo Savonarola pide a los florentinos que se arrepintiesen de sus pecados y
“exhorta al pueblo a luchar no contra los enemigos terrenales, sino contra los enemigos
del alma: la usura, el lujo, lujuria...” 1.
Probablemente fue debido a toda esa trastienda, la razón por la cual Maquiavelo
decide abordar el tema de las pasiones como algo importante tanto para lograr, como
para perder el poder. De ser usadas sin mesura alguna pueden traer consigo efectos
altamente perniciosos, y de nos ser liberadas en lo mas mínimo, también. Maquiavelo
sostiene que la política se enfrenta a las pasiones por un lado, pero por el otro, también
se apoya en ellas y en el control racional sobre las mismas.

3.2.2 El Príncipe

Se dice que el pueblo es el “apasionado” ya que raras veces frena sus pasiones,
estas están siempre latentes y son derrochadas en cada manifestación. Es por esto que
no es para nada curiosa la reacción de un pueblo, quien al querer mejorar, toma armas
en contra de su gobernantes; resultando curiosa la respuesta del gobernante, quien
ofende a su pueblo inmediatamente con el fin de mantenerlo subordinado. Aunque
resulte natural y común, la reacción del gobernante es demasiado impulsiva. Decimos
impulsiva con connotación un tanto negativa, ya que al hacer esto inmediatamente pasa
a tener al pueblo en su contra, y un príncipe sin el apoyo del pueblo, jamás podrá
mantenerse en el poder.
No cabe la menor duda que la ambición por la conquista es un sentimiento muy
natural y frecuente. Pero hay que estar bien entrenado para conquistar un territorio, por
que este sentimiento suele ser muy traicionero, es por eso que para conseguir el objetivo
se debe buscar la manera de dominar a este.
Podemos ver que Maquiavelo generalmente da a las pasiones una connotación
negativa, al referirse a ellas como “apetitos” o “vicios”. No obstante es consciente que
son un ingrediente esencial para llegar y mantenerse en el poder. Según Maquiavelo un

1
Maquiavelo, El Príncipe, Editorial Alba, Madrid, 2000, página 13.

3
príncipe no debe preocuparse de “incurrir en la infamia de los vicios sin los cuales
difícilmente podría salvar el Estado” 2
Maquiavelo plantea una utilización de las pasiones de una manera más bien
pragmática y operativa. En definitiva reconoce su importancia en el arte de gobernar,
pero también plantea que estas deben saber ser utilizadas en el momento y lugar
determinado, y que la clave del éxito en el poder se basa en el juego entre al razón y la
pasión o si se quiere conceptualizar de otra forma entre la demagogia y la represión.
Maquiavelo “... es en gran medida naturalista, (por lo menos en cuanto que partió
de la idea de que el hombre es siempre, en el fondo, lo mismo, es impulsado por los
mismo motivos y se halla sujeto a las misma pasiones)...Maquiavelo supone que hay
una naturaleza humana y que ésta es invariable a través de la historia. Junto a este
supuesto acerca del hombre, predomina en Maquiavelo un talante pesimista, en cuanto
estima que los hombres están naturalmente corrompidos y dispuestos a satisfacer sus
pasiones, por lo que es menester tenerlos sujetos a fin de hacer posible la sociedad”3.
Muchos son los que aseguran que Maquiavelo sostiene que existe una naturaleza
humana inmutable. Es verdad que en su libro El Príncipe se pueden encontrar
evidencias de esto “... por que el amor es un vinculo de gratitud que los hombres,
perversos por naturaleza, rompen cada vez que pueden beneficiarse...”4. No obstante
queremos evidenciar que Maquiavelo contextualmente hace referencia a un pesimismo
histórico y por lo tanto hay que despejar la reflexión política de todo análisis
antropológico o metafísico.
El hecho de que Maquiavelo, acepte por ejemplo, como uno de los métodos más
eficaces para controlar el poder en un estado, que se rige con leyes distintas, sea
destruirlo, puede ser visto como inmoral. A pesar de que su libro no describa lo que un
príncipe debería hacer, sino lo que hicieron muchos de ellos para mantenerse o no en el
poder, muchos piensan que es inmoral que Maquiavelo señale como virtuosos a todos
estos príncipes, que por crímenes, se mantuvieron en el poder por un periodo
prolongando. Pero para poder pronunciarse sobre este tema, hay que tener en cuenta que
Maquiavelo en realidad entiende a lo bueno y malo no con un sentido moral, sino mas
bien, con un sentido de utilidad pragmática y eficacia, en definitiva reconoce la
habilidad de ciertos príncipes para llegar y mantenerse en el poder, y afirma a su vez,
que siempre que el fin sea bueno, incurrir en ciertos vicios, va a ayudar al Estado,
siendo esto a favor del príncipe y del pueblo. Para Maquiavelo, lo ético no es lo que esta
en juego, para él la política no debe ser analizada bajo parámetros éticos.
La circunstancia de que Maquiavelo sostenga, que la política esta escindida de la
ética, no significa que avale todo tipo de atrocidades. Un ejemplo de lo expuesto es la
referencia de Maquiavelo con relación a Agátocles de Sicilia, quien llevó a lo largo de
toda su vida una conducta reprochable y que solo a través de maldades desmedidas
pudo llegar al poder de Siracusa, llegando a punto tal, de reunir a todos los senadores y
ciudadanos más ricos de Siracusa en el Senado, con la excusa de que debatirían sobre
asuntos de la republica, y al llegar estos allí ordeno al ejercito que dispare, matando a
todos. Maquiavelo reconoce la astucia de Agátocles, para lograr lo que se había
propuesto, sin embargo resalta que “su falta de humanidad, sus crueldades y maldades
sin número, no consienten que se le coloque entre los hombres ilustres” 5. Un hombre
como este, que comete tantas atrocidades, quizás logre llegar al poder, pero jamás

Idem, página 90.


3
Ferrater Mora, José, Diccionario de Filosofía, Editorial Ariel, Barcelona, 1999,
página 2239.
4
Maquiavelo, El Príncipe, Editorial Alba, Madrid, 2000, página 94.
5
Idem, página 66.

4
logrará la gloria y el poder que logre, solo será momentáneo, ya que actuando así tarde
o temprano caerá.
Así como Agátocles perdió el poder luego de un tiempo, debido a la reiterada e
innecesaria incurrencia en los vicios, Jerónimo Savonarola lo perdió por todo lo
contrario. Savonarola fundó “una democracia teocrática y puritana” 6 en donde Dios era
el poder, y las buenas costumbres y la religión, las leyes. Savonarola odiaba los vicios y
fue precisamente por esto, que perdió el poder. Al dejar de creer la gente en él, encontró
que carecía de métodos para mantenerlos fieles a su creencia y por lo tanto perdió lo
que tanto había buscado: “el poder”. La fuerza para mantener al pueblo fiel a su
creencia es licita en la política según Maquiavelo, y Savonarola no utilizo la misma en
su arte de gobernar, razón por la cual, fracasó intentándolo.

3.3 La Razón como elemento compensador de las Pasiones: El Interés

Como ya hemos mencionado anteriormente, el éxito en el arte de gobernar,


radica en saber dar balance a las pasiones mediante la razón. Surge de este balance lo
que se conoce como interés, y de acuerdo con Hirschman, fue precisamente Maquiavelo
el precursor de esta idea. El interés, “no consiste simplemente en preocuparse de los
desórdenes presentes, sino también de los futuros” 7. Así, aquellos hombres que se
guíen por sus intereses, obtendrán ventajas, mientras los que se encomienden a sus
pasiones ciegas, tendrán como consecuencia una situación desastrosa.
Como explicamos ya, aquellos príncipes que estén cometiendo ofensas
constantemente no duraran mucho en el poder. En cambio aquellos que realicen todos
los crímenes necesarios al principio y todos juntos, podrán probablemente mantenerse
en el poder sin problema, ya que con el tiempo y algunos beneficios, el pueblo casi
siempre olvida las ofensas cometidas en un principio. Maquiavelo, a deferencia de
otros, reconoce que la venganza existe, al igual que el afán de poder, intrigas,
violencia..., que en definitiva es algo que está en cada uno de los hombres y por lo tanto
ninguno de nosotros podemos despojarnos de todo eso, es por ello, que está en cada
uno, buscar la mejor forma de reprimir o no estos sentimientos cuando sea necesario,
siendo la razón el instrumento idóneo.
“Nadie deja de comprender cuán digno de alabanza es el príncipe que cumple con
su palabra dada, que obra con rectitud y no con doblez; pero la experiencia nos
demuestra, que por lo que sucede en nuestro tiempos, que son precisamente los
príncipes que han hecho menos caso de la fe jurada, envuelto a los demás con su astucia
y reído de los que han confiado en su lealtad, los únicos que han realizado grandes
empresas”8. Esto puede sonar un poco absurdo, ¿Por qué un príncipe dejaría de cumplir
con su palabra dada, si esto en definitiva es digno de alabanza?. Sucede, que un
príncipe debe saber incumplir sus promesas, cuando estas vayan en contra de sus
intereses. En definitiva, no debe titubear, ya que los hombres se comportan de manera
perversa, si evita hacer un daño que le era conveniente, probablemente esto traerá
consecuencias desastrosas y será él víctima del daño de otro, “... para evitar la guerra
nunca se debe dejar que un desorden siga su curso, por que no se la evita, sino se la
posterga en perjuicio propio”9.
No obstante el dejar de cumplir con la palabra puede provocar el descontento del
pueblo. Es por esto que un príncipe debe ser lo suficientemente astuto para saber

6
Idem, página 12.
7
Idem, página 46.
8
Idem, página 96.
9
Idem, página 49.

5
aparentar. “Esta bien mostrarse piadoso, fiel, humano, recto y religioso” 10 pero hay que
irse al otro extremo si la situación lo requiere. Recordemos que estas actitudes no solo
se justifican (políticamente), sino que son los instrumentos a los cuales debe acudir el
príncipe, si es que su fin es la perdurabilidad en el poder y el beneficio del estado.
Sin lugar a dudas Maquiavelo se fundó en la naturaleza dual del ser humano
(hombre/animal) e impuso al príncipe actuar en una u otra, conforme parámetros de
conveniencia. No obstante dentro de la animal, generó un distingo entre la astucia y la
propia fuerza. Es así que encuentra en la enseñanza histórica la fundamentación de su
propia afirmación. Impone al príncipe la conducta del León y del Zorro, indicándole
cuando debe sujetarse a una u otra conducta. El ejercicio de la fuerza animal y la astucia
propia de zorro se imponen en el ejercicio del poder. Son la pasión y el interés los
móviles de la perdurabilidad del Principado.

3.3.1. De las formas de acceder al poder

Maquiavelo, no solo desarrolla la subsistencia en el Principado y los


métodos en los que se sustenta, sino también las diversas formas de adquirirlos.
Particular relevancia reviste el “principado civil”, el que se acuña desde la
conformación propia de la sociedad y se distingue ya sea el mismo de origen popular o
noble. Por diversos factores, pero fundamentalmente por reñidos intereses, los
integrantes de la sociedad acceden al poder y ejercen el mandato en el principado. Es
así, como se diferencia el gobierno ejercido por un representante popular o por uno con
linaje de nobleza. Se entremezclan las razones, los intereses, y de allí surge un nuevo
concepto: La legitimidad. En efecto, la necesidad de perdurar en los privilegios propios
de la nobleza, encamina a sus integrantes a una lucha para la adquisición del principado.
La misma se funda y sustenta en la posibilidad de emerger entre el grupo de pares y
proclamar príncipe a uno en representante del grupo de interés y así perpetuar sus
propios fines. El príncipe, debe recurrir a la fuerza y a distintos instrumentos a los fines
de someter al pueblo y resguardar a su clase. No obstante la propia lucha interior entre
aquellos entre los que ha sido designado, conlleva el germen de la propia destrucción.
En efecto, la falta de sumisión de los nobles frente al príncipe lo vacía de poder y es
objeto de permanente disputa por su ejercicio.
Maquiavelo encuentra mayor legitimidad en el poder cuando el mismo
surge del pueblo, ya que las disposiciones del príncipe son de mayor acatamiento, toda
vez que aquellos que hicieron posible investir a un determinado principe de poder,
entienden que nadie mas que él podrá resguardar los intereses propios del grupo.
De esta manera y bajo las distintas modalidades del Principado Civil, se
produce el equilibrio entre las distintas fuerzas que pretenden ejercer el poder. En
efecto, el sometimiento del pueblo por parte de los nobles y a la inversa la limitación de
los privilegios de estos, son los eternos problemas que se suscitan y las diversas formas
de adquirir los principados.

4. Conclusión

Es importante aclarar aquello de que “el fin justifica los medios”. Esta frase no
puede descontextualizarse, toda vez que dicho procedimiento conduce inevitablemente a

10
Idem, página 97.

6
conclusiones erróneas y a malas interpretaciones del pensamiento maquiaveliano. En
efecto, y tal como lo mencionáramos anteriormente, lo que Maquiavelo pretende a lo
largo de su obra es simplemente mostrar como han hecho los príncipes de la historia
Italiana para mantenerse en el poder o para perderlo. En su libro, él solo dice que es lo
que un príncipe debe hacer para llegar y mantenerse en el poder, pero bajo ningún punto
de vista legitima lo que el príncipe hace, sino por el contrario es un problema de causa-
efecto o sea es descriptivo de la realidad histórica y no valorativo de la misma. No se
generan juicios de valor, sino de conveniencia. Es por eso que Maquiavelo sostiene que
la política no es inmoral, sino es mas bien amoral, es decir política y moral, son dos
cosas distintas que no se compatibilizan en el análisis global, sino por el contrario deben
ser analizadas cada una en su propio espectro. En definitiva, él nunca se pronunció
moralmente acerca de las acciones de los príncipes, es por eso, que seria injusto decir
que Maquiavelo alguna vez sostuvo que el “fin justifica los medios”, en términos
distintos de los explicitados.
Debido a que Maquiavelo sostiene que la política es amoral, las pasiones
cumplen un rol muy importante como elementos constitutivos de la misma. Como no
hay un planteo ético, ya que este queda escindido de la política, no habría nada de malo
en el hecho de utilizar las pasiones para llegar y mantenernos en el poder. Lo que
Maquiavelo trata a lo largo de su obra, es demostrar como la liberación absoluta de estas
(pasiones), puede traer consecuencias drásticas para un príncipe en su permanencia en el
poder en muchas ocasiones. El eje central de la problemática desarrollada a partir de las
pasiones, puede sintetizarse en la forma de controlarlas y utilizarlas con fines
específicos, sin permitir sus desbordes a punto tal que se conviertan en germen de
propia destrucción. Es así como el “interés” se erige en la medida de su “utilización”.
Es la pasión pensante la que conduce al racional empleo.
Maquiavelo reconoce también que liberar las pasiones (en cierta medida) en el
actuar puede ser muy positivo, y que en definitiva por más que no las liberemos
intencionalmente, los hombres, jamás podremos despojarnos de ellas y que de una
manera más o menos controlada siempre están presentes en nuestro actuar. Es en esta
forma de moderarlas en donde radica el triunfo de un príncipe.
Quizás Maquiavelo sea uno de esos autores que mayor conflictividad
genera en su interpretación. Las aseveraciones del mismo y la falta de “pudor” para
observar la realidad lo establece como uno de esos escritores con los cuales uno puede
coincidir o no, pero de ninguna manera puede sospechar de parcialidad o falta de
autenticidad.
El pragmatismo histórico de Maquiavelo lo ha situado en diversas
ocasiones como objeto de críticas y mal intencionadas interpretaciones, que las más de
las veces solo denotan un profundo desconocimiento del mismo. Es Maquiavelo un
autor al cual se le pueden hacer decir muchas cosas que él mismo no dijo. Es solo la
óptica Maquiaveliana el único sitio apto para construir una reflexión sobre su
pensamiento.

Bibliografía

Maquiavelo, El Príncipe, Editorial Alba, Madrid, 2000


Ferrater Mora, José, Diccionario de Filosofía, Editorial Ariel, Barcelona, 1999

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