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Serie iiaeleoe Este libro es gratuito, de dominio publico. Se edit6 hace mas de 100 anos y carece de derechos de autor. kee RK Esta imagen de la portada esta en dominio publico, por deseo expreso del autor, Johannes Plenio, que permite su uso para fines personales y comerciales, ademas de la creacion de obras adaptadas a partir de la imagen original. Origen: https://pixabay.com/es/de-distancia-colina -campos-arbol-3408119/ kk Si usted, lector, propaga este libro, podra hacer mucho bien a las almas, colaborando en su salvacion y santificacion, premiandoselo Dios abundantemente. ke RK Este libro debe visualizarse al 100% de zoom Puede descargar mas libros como éste aqui: https:/(www.mediafire.com/folder/rax8as9udjso8 (Nota del autor de este archivo PDF) Ruego a usted, amable lector, que pida mucho a Dios por mi. Yo también lo haré por usted. Muchas gracias. Este libro también puede imprimirse = = = coy - i es es es os = o- c= - = = os cad aay - e- es - = = = as CRISTIANO INTERIOR, 6 LA CONFORMIDAD QUE DEBEN TENER LOS CRISTIANOS CON JESUCRISTO. DIVIDESE EX OCHO LIBROS Este libro de El! Cristiane Interior, fue publicado en Francia sin autor cierto: su doctrina la sacé un solitario de los escritos de un gran siervo de Dios de nuestros tiempos. TRADUCINO AL CASTELLANG FOR DCM FRAMCICGO DE CCBILLAS DONTAGUE, T BEVISADA POR ef Re. MD. José Castells, ero. BARCELONA: OFICINA DE DON JOSE PIFERRER, plaza del Angel. 1865. INDICE DE LAS MATERIAS QUE CONTIENE ESTA OBRA. et ited LIBRO PRIMERO. ‘Del amor de las humillaciones, quaes e] fundagento sdlido de toda la periescion cristina. Gapitalo I. Qué sc hade emporadte la perfeccion cristiana com espi— ritude hamildad. . . oe Capitulo i. Fandamento de la werdadera bumildad criatians,. . Capitulo HII. Que el centro, y el repose de las criaturas es tu oada. Capitulo TV. Que los grandes santos llegaron 4 la perfeccion por un grande amor al menosprecio y al abatimiento.. . - Capitulo V. Que tanto tenemos del verdadero aptciea a ‘Tesncristo cuanto fos inclinamos al abatimiento. . . Capitalo VI. Que la vista de nuestra nada inspira el ‘imenosprecio. de nosotros mismos,yel amor de Dios... - . « ; Capitalo Vil. Cuanto Dios es glorificado por nuestra aniquilacion. ‘ Capitulo VIL. Cuanto es rica nuestra alan, cuando Boede tener el amor del menospretio. soe Capitulo IX, Que adelantamientos tacamos de las aniquilaciones. . Capitulo X. Camino para alcanzar la perfecta aniqnilacion.. . . . bet ae XI. Que es menester mr Saree mucho 4 Dios para ser ania Capitulo XI. Que es necesario renuaciar d los sentidos J “ala ragon jumsna para amar las humillaciones.. . . Copitolo XIII. Que el aniquilamiento se spreads mejor ‘por la prto- tica, que por la especulacion. . . . 7 Letania te los abatimentos deJesis.. . Capitulo XIV. Que desposiudose una slma con 1 Jesneristo, » aa desposa tambien com su cruz, y sus oprobios. te Capitulo KV. Que la experiencia de la bondad de Dios nos ® aigoila poderosamente.. . . Capitulo XVI. Que el agrade do nuestro abatimiento despues de nace tras faltas, repara la injoria de Dios y restaura ouestra ruina. . . Capitulo XVIL. Consideracion sobre la vileza del cuerpo corraptible. Capitulo XVIU. Consideracion sobre la inclinacion nataral, que tene= mogalmal, . . . 2 4 see . . LIBRO SEGUNDO. De Is vida sobrenatural, que cs In vida de loa verdaderos cristianos. Capitulo I. Idea de la vida sobrenatural. . . oe Capitulo II. De la alta estimacion que debe ‘bacer de la vida cristiana. Capitulo III. Que es necesario convertirse enteramente 4 Dios, como di- cesan Pablo... . « Capitalo TV. Dela alianza que debemos. hacer con la sagrada, locura wo 21 22 23 25 28 INDICE. delacruz. - Capitulo ¥. Como ‘habemos de conformar uuestro interior con el de jesucristo. “os soe Capitulo VI. La sublimided de tn vida cristiana. ch Zoe = Capitulo VIi. Diversos grados de la vida sobrehusians. oa ae Capitulo VIII. Practica de la videsobrebumana, . . - ‘ Capitulo IX. De la libertad que nos dila vida sobrehumana. . | Capitale X. Nuestra mayor Ficha en la tierra, es proferar la vida cri tiana.. . Capitulo XI. Que la verdad se balla solamente enel esplrita de dl cris- aa lo demds es vanidad. . . italo XH. En el cristianismo podemos tener muchas vides, que to- son lavidade Jesucristo. . oe ae Capitulo XTIL Algunas maximas de la vida sobrehumana. - - Capitalo XIV. Cuan contenta se balla an alma en la vida sobrehumana. Capitulo XV. Queninguoo sabré vivir la vida sobrehumana, Por el espirita humawo, .. 6 6 6 6 ee ee ee ; LIBRO TERCERO. De la presencia de Dios y del dejamiento en sm providencia. + Capitulo I, Nuestro primer pemantents Dar, la mafiana debe ser, que ios estd presente. . . . Capitalo IL Ala vita de Dios preseote, seatiaos poco la ausencia de las criaturas . . Capitulo IIT. Puede 7 debe conservaree la presencia de Dios en las oce= siones de extroversion. . . Capitulo IV. La pesos de Dios se ve claremente en un interior bien purgado. .. Sepia ¥. Gomo In union ae ‘la presencia ‘de Dios dehe reg nas travidae 2. Capitulo VI. Como a) presencia de Dios pone « una ana en un “eatado de sufrimieato y de goro. . . . . Capitulo Vil. Que la divina presencia nos hace amar Ia oracion 6 la accion seen le le agradad Dios, » 2 we talo Vill. La presencia de Dios hace menospres ido ‘lo ‘demds. Capitalo IX, Donde hallaremos mejor la cia de Dios, «2. Capitulo X. Quedebemos dejarnos ex con! dela divina providencia. Capitalo XI. Estar indiferente & todo, excepto al beneplicito de Dies. Capitulo XH. Estar con grande respeto delante de Dios presente... Capitulo XL. Dejarse condacir del espirita de Dies. . . Capitulo XIV. El perfecto dejamiento en Dios nos hace hallar el cie- lo en latierra. . , Capitulo XV. Cuando contenia & una alma la hormorara del érden Dio. .. . Capitulo XVI. Préetica de la presencia de Dis, por “los siete dias de femawa. 2... ee ee ag oe ge LIBRO CUARTO. De la soledad y de la prictien de dos excelentes retiros de diex dina. Capitalo 1. Las bermosuras de Ja soledad cri . Capitulo Il. La necesidad de la soledad. . 2 2 2 5 ee ee 57 59 64 63 65 67 a 73 T4 7 a4 83 INDICE. Capitulo 1IL. Dificultades delasoledad. . - - ee es ee Capitulo IV. De las ocupaciones de la soledad. . . - Capitulo V.Como se han de poner el alma, y los seatidos ea soledad, Capitulo VI. Soledad de diez dias sobre el mistario inefable de la San- tisima Trinidad. . . Capitulo VII. Otra soledad de die dias sobre la etona adore de de esucristo. Primer dia.—Del misterio de la "Encarnacion. ee Segundo dia.—lesia infante. . . rn Tercera dia.—Jesis pobre y desprecisdo. : : Cuarto dia.—Jesiis principio de la gracia y dela prvea, Quinto dia.—Jestis celadorde las almas. . . - Sexto dia.—Jesiia contemplando, y gozando. . .« Septimo dia.—Jesis nuestro e; joer nuestra mien Octavo dia.—Jeatis nuestra lus. Noveno dia.—éesis sufriendo y muriendo, . . Decimo dia.—Tesis resucitado y glorioso, =. . - LIBERO QUINTO. Dela Comonion y de sus efectos. Capitolo L De la preparacion 4laComunion,. . . Capitulo LU, Para comulgar dignamentees necesario ponerse en unes- tado conforme al de Fons en el Santisimo Sacramento. . . - Con rele Ill. Para recibir dignamente la Santa Comunion, conviene acer las mismas accionesque Jesucristo practicaddndonosla. . . Capitulo IV. Ocupacionesipteriores en el tiempo de la comanion. . Capitulo V. Otras ocupacioues interiores pre accion de gracias des- wesdelacomunion. . Capitulo VI. Otras muapatse de accion de (gracias aespoas ae ‘la ‘oma Bion, Capitulo VII. ‘Que 4 primer efecto de la Comusion es, producir en nosotros el amor de las cruces y de las humillaciones, . . ~ - Capitulo VIII. Continoacion de la misua materia, © . 1 + + + Capitulo TX. El segundo efecto dela comunion es transformarnos. Capitulo X. El tercero efecto de la Comunion, es la union perfecta, ¥ consumada, ee ve et ee ee ee ee Capitulo XI. El cuarto efecto de la comuniones un grande amor. . Capitulo XII. El quiuto efecto de la Cownnion, es, dar fuerza y per- severancia en el servicio deDios. . . 1 6 1 ee wes LIBRO SEXTO. De las cruces exteriores ¢ imteriores, Capitalo J. Deben estimarse mucho las craces. . . - - . - - Capitulo Il. Que se deben amar mucho laseruces. . « . Capitulo 11. Prosigue la materia de lo que couviene amar ar las cruces. ‘apitele IV. Las craces suceden 4 los tiranos, por hacer nuestra vi- un martirio continuo. . . Gapisulo Y. De las cruces esterioresen la pérdida de los hicnes. Capitalo VI. Disposiciones durante una enfermedad, fonda el cuerpo estd en cruz, y elalmaen gozo. . . . « - as 98 124 124 129 131 137 140 145 147 151 152 154 157 158 160 161 163 164 166 168 170 173 175 176 178 180 181 INDICE. Capitalo VIL. Otras disposiciones de una enteated on queel cuer= poy el alma cstinen croz, . ‘ Capitulo VIII. De las craces jnteriores del sles ea la cbscuridad. Capitulo LX. Del peso de las cruces interiors. . . + + % Capitulo X. El gran frato que podemos sacar de las cruces interiores. Capitulo XL. Que debemos sutrir nuestras propias imperfeociones. - . LIBRO SEPTIMO. De Ja oracion ordinaria y de la eomtemplacion. Capitulo 1. Que estimacion se debe hacer de la oracion. « . . Capitulo I]. De las diferentes snertesde oracion mental. . - . Capitulo II]. Que es necesario estar ieeliaenatis 4 la oracion que Dios quisiere tengamos. . . « soe Capitulo IV. que sobre todo es peters aplicarse 4 ae irasien: ae Capitulo Y. De las ocupaciones qua embarazan el tener oracion. . Capitulo VL. De los mmetioa que facilitan el ejercicio de oracion. . . Capitulo VII, Que 4 ninguno cdnviene a el mismo ponerse en otra oracion que la ordinaria. . . . * Capitulo VIH. Coma se pasa de la orscion ordinaria dla 1 contemplacion. Capitulo [X, Dela oracion de fé. . . “ Capitulo X. De las sagradas tinicblas de la oracion. Capitulo XI. De laslucesen la oracion. . . . « Capitalo XII. De laoracion pasiva. . . = 6 Capitulo XIII. De la pura par y y perfecta oracion, Capitulo ZIV. Dela ambre, y hartara de Dios. . Capitulo XV. De la oracion infusa, . . « Gepitulo XVI. Dela aracion de quietod. . . Capitulo XVIL De Ja intima union de amor del alma con Dios eD a Ia oracion. . Capitulo XVII, Del silencio interior, donde. Dios habla, y sedifande. Capitulo XIX. De la contemplacion muy acendrada. . . Capitulo XX. De diferentes regalos que hace Dios al alma en la ora clon. ee ee ee LIBRO OCTAYO. Machas mdximas importantes para el gobierno de la vida capiritual. Capitulo 1. Tener sobre todas las cosas un extremado horror al pecado. Capitulo I Ajustarse al paso de la gracia, para no caminar mas aprisa, oi mas acio de loque ella quiere... 6 6 2. 4 ee Capitulo II. Dejarse enteramente d Dios, . 2 1 4 we ee Capitulo LV. Noatender mas que d safrir. , . Capitulo V. Renunciarse 4 si mismo en todo, y pear con ans propias inclinaciones. . so. . eee ee Capitulo V1. ‘Advertencia para ‘portarse bien ea la superioridad. oo Capitulo VII. Tener una intencion muy pura y desinteresada. . . Coritele VUIL. Conferescia de la oracion mental, decléranse algunas: di- oltades sobre ella. . Méximas excelentes oe la Filosofia ( Cristiana, y dicttmenes sotables de espirita,. . , . 183 185 187 189 190 236 238 239 240 241 243 244 245 249 EL CRISTIANO INTERIOR LA CONFORMIDAD QUE DEBEN TENER LOS CRISTIANOS CON JESDCRISTO, + it beet LIBRO PRIMERO. Del amor de las humillaciones, que es el fundamento slide de toda la perfeccion cristiana, CAPITULO I. Que se ha de emprender Jn perfeccion cristiana con espiritu de bumildad. Caminemos 4 la perfeccion, no porque es un estado eminente y su- blime, sino porque Bios nos llama a él. Jamas debemos emprender la Ja practica de la virtud, por un motivo de grandeza, ni por llegar 4 ser mas gandes santos; sino por hacer lo que Dios quiere de nosotros, y contentarle asi. Nuestra dicha consiste en una continua dependencia de su voluntad, y perfectamente rendidos 4 él. Yo debo estar contento en mi estado, cualquiera que sea, si es el que Dios me pide; y es un grande abuso to- mar para nosotros mismos los sentimientos que tuvieron los grandes santos, Dios destina 4 unos 4 grandes acciones, y 4 otros Jas mas pe- quefas. En todo conviene dejarle obrar sobre nosotros, y estar satisfe- chos con recibir las impresiones que nos da, sin hacer reflexion, si son grandes, 6 pequefias. Bastante es que sean de Dios. Este es el camino por donde Dios quiere que camineis; camino sublime, tranquilo, leno de paz, y en el cual no se busca otra cosa mas que contentar 4 Dios. Recibid simplemente lo que os diere, por pequefio que sea, serd siem~- pre mas de lo que mereceis. Estar aniquilado en Dios, es no tener al- in querer, que para querer lo que Dios quiere, y en la manera que ios lo quiere; de otra suerte es buscarse 4 si mismo, y al propio be- neplacito, i no puramente 4 Dios. Buscad la perfeccion con este espiritu deshasido de el propio interés. 2 EL CRISTIANO INTERION. El camino de los sufrimientos, de la pobreza, del menospredin, escogi- do por el Padre Eterno, para la reparacion de su gloria, y de las pre- eminencias que el viejo Adan perdié pecando entre una infinidad de medios, que Dios tenia para esto descabrié su intento 4 su hijo, que le dijo Saerificium, et oblationem, noluisti corpus autem es mihi. Desde entonces abraad la cruz, y la amd, y se abrazd en deseos de padecer; mirandola como cosa grande y excelente; pues fud escogida por su pa- dre, prefiriendo su gloria, y su voluntad, 4 las inclinaciones de su hu- manidad, que tenia repugnancia natural A la cruz. Gon todo esto corrié 4 ella con alegria, porque vid era tal el beneplicito de Dios su Padre. Cuanto mas pues participamos de su espiritu, tanto mas amamos, y estimamos la cruz, y asi agradamos mas 4 su Padre; porque padecer, es, sacrificarte sin ceslar nuestros placeres, y nuestros intereses, unién- donos al intento que Jestis tuvo en padecer, de reparar la gloria de su Padre. ;Oh alma, si te penetran estas verdades, debes de hoy mas po- ner tu gloria en el desprecio; pues tu gloria es, procurar la gloria de Dios, y no puedes procurarla mas utilmente, que imitando 4 su Hijo unico! O buen Jesis, dad 4 mi corazon vuestro divino Espiritu, que me ha- ga vivir de vuestra vida, que vuestras bajezas me parezcan grandes, vuestros abatimientos honrados, vuestras pobrezas ricas, y vuestras cruces suaves. Mi corazon desfallece por la posesion de vyuestro espiri- tu, deséale con todas sus fuerzas, y todo lo que no es él, le es un tor- mento intolerable ; Oh cuanto amo abrazar vuestras cruces, y me pa- rece que yo me las dispusiera con exceso, si me fuera permitido! Con todo esto, nada es lo que hago, y en la ocasion apenas puedo sufrir la menor cosa, ;0 Salvador mio, que enojosa me es esta vida! Permitid- me, que entre desde ahora en la practica de aquella vida escondida, crucificada, menospreciada , que tuvisteis sobre la tierra; y que pueda decir con verdad: Absit mihi gloriari, nisi in Cruce Domini nostri. Grandezas, delicias, riquezas, yo os declaro por mis enemigos mor- tales; pues solamente sois propias para hacerme salir de los caminos por donde Jestis me llama en su seguimiento: yo os aborrezco como 4 Jas ruinas de rni perfeccion. O Sefior, concededme parte en vuestra vi- da humilde, pobre y menospreciada, 6 moriré. Cuando yo esté en el cielo, yo consiento estar en gloria; porque asi estais vos alla: mas pues que en la tierra no quisisteis estar sino en el abatimiento, yo quiero estar con vos. Bien veo que no camino A grandes pasos 4 la perfec- cion; mas es cierlo, que deseo de todo punto ser humillado en lo in- terior, y en lo exterior cuanto la voluntad de Dios lo ordenare. Si me es permitido, yo busearé humillaciones en lo de afuera. Yo no veo LIBRO PRIMERO. 3 vianda mejor para el alma cristiana, que aquesta. Puede ser que la mia la reuse; mas no por eso el uso sera menos itil, ni exquisito. | 0 Je- sia mio, que se dijo de vos! Saturabitur opprobriis; hartadme de opro- bios, y embriagadme de abatimientos. Dad vuestras dulzuras 4 aquellos que saben usarlas bien. Dadme & mi 4 beber hiel, y vinagre, porque con gustarlo me baré yuestro imitador. ¢Porque os hicisteis cireuncidar? ;6 Jesus mio! porque os purifi- casteis? | Q Maria Santisima! yuestros corazones no tenian macula, y no obstante og sugetasteis 4 los abatimientos de pecadores? Porque tos menosprecios cran el objeto de vuestras mas tiernas aficiones, jamds ha habido dos corazones mas llenos de amor de Dios, ni jamas los ha habido mas ardientes por las humilaciones; conviene, pues, mucho, que lo uno se mensure por el otro; y que amemos los abatimientos, ai queremos dar testimunio de que amamos 4 Dios, que los ama. {Que injustas son nuestras quejas contra los que nos aniquilan; y cuan sin razon son ouestras inquictudes, sobre que nos menosprecian! Debiamos inquietarnos de Jo poco que somos menospreciados, y lo ha- Tiamos asi si tuviéramos el corazon enteramente cristiano. Es empero verdad, que la gracia da estas inclinaciones, y la naturaleza las contra- rias: y mi desyentura es, que aun escribiendo esto faltaré & mi doc~ trina, si se me ofrece la ocasion, porque para todo valgo nada; y creo que todo lo que he dicho, 6 hecho debajo de la apariencia de bien, no es mas que una hipocresia, testigos sean mis recaidas continuas, que me hacen ver, cuanto soy pobre y vil, y cuando merezco los menos— precios. CALITULO IL. Fundamento de Ia verdodera bumildad cristiana. Cuando considero, que Dios es todo, y que en si mismo posee las perfecciones jnfinitas, que nos hizo, y que nos prepara tambien infini- tus bienes, y conozco, que merece toda honra, toda gloria, toda ala- pase y todo respeto: ;Q como todas estas cosas le son justamente de- idas, Cuando yo considero, que soy un puro nada, que tengo en mi mis- mo un fondo inexhausto de imperfecciones, y de miserias que ya he co- metido, y que puedo cometer todavia machos pecadus, sino me ampa- ra la gracia. Reconozco, que merezco todo menosprecio, toda suerte de oprobios, y denuestos. Todas las enfermedades del cuerpo, y del espiritu, tinieblas, suplicios temporales y eternos. Ser maltratado bur~ lado perseguido de todas las criaturas, las cuales tienen derecho 4 eje- 4 EL GRISTIANO INTERIOR. cutarlo. Yo debo mirarme como una sentina, que es decir: Yo soy en la verdad, el lugar donde deben venir 4 parar todas las cosas susodichas. Jamas Dios puede ser bastantemente honrado, amado, exaltado, glo- Tificado, ni yo jamfs bastantemnente bumillado, aborrecido, menospre- ciado y perseguido. No solamente debo tener esta humildad de espi- ritu, sino tambien la de la voluntad, amando y buscando las miserias, y los menosprecios en esta continua disposicicn de juzgarme digno de todo menosprecio, hasta en el mismo exterior, si pareciere apropésito, para la gloria de Dios, y el bien de el prdjimo: Porque si tengo algu- nos honores, si tengo algun puesto, si no me pongo debajo de los pies de todo el mundo, y aun de mis mismos criados; es porque el érden de la repiblica no lo requiere, ni es expediente para el bien de los otros, que de ellos pueden abusar; mas de mi parte debo tener este pensamiento, y esta inclinacion, y creer, que aqueste es el lugar que se me debe. jAy Sefior! no puedo ser agradable 4 yuestros ojos, si no soy humil- de de corazon; yo no lo puedo ser, sino por yuestra gracia; porque si todo bien (aun el de naturaleza) viene de vos, todo el bien de la gracia viene tambien de yuestra pura misericordia; y entre las gra~ cias que tenemos de vos, la principal es la de la verdadera humildad, que tan contraria es 4 la naturaleza, la cual 4 nadie tiene tanto hor- ror, como 4 la humillacion. Pues si de vos solo vienen todos los bienes, Sefior, en vos solo es- té toda mi gloria. Ninguna complacencia debo tener, sino en vos; con- tentindome de que os glorificais, derramando de yuestra abundancia sobre mi pobreza. Cuando veo personas afligidas, pobres, acabadas, estropeadas, con- trahechas, conozco que todas estas penas me son debidas, Sefior. Si me lag enviaseis adoraré, y amaré yuestra justicia; por todo lo que dispensareis, para mi, adoro y alabo vuestra misericordia, Jamis me quejaré, porque jamais nadie me puede agraviar. Yo no debo mirar las intenciones de los hombres, ordinariamente no las tienen, sino de dafiar, de vengarse, y de contentarse a si mismos; mas Dios tiene otros designios de sustentarme, de perfeccionarme, y de humillarme. Los judios quitaron la vida 4 Jesucristo, por venganza, y por envidia, y Dios Padre tuvo intento de salvar los hombres. Jamis me alabaré, ja— mas buscaré honra, porque estoy resuelto 4 no seguir de aqui adelan- te las inclinaciones de la naturaleza orgullosa: antes al ejemplo de Je- sucristu, que padecié por mi, y en mi lugar, desearé la pobreza, el menosprecio, el dolor, y uniéndolos A los suyos, le suplicaré tenga pie~ dad de mi, y use de su misericordia. LIBRO PRIMERO. 5 Si nos aplicamos 4 esludiar en nosotros mismos, Dios nos hard Ja Bracia de que nos cunozcamos, porque sin una luz de la gracia, no sa- bremos ver gola en el profundo abismo de nuestras miserias. Hay en nosotros un fondo muy malo, que continuamente no produce, sino de- fectos. O que no basta, que no tengamos asimiepto al pecado; en es- te fondo conservamos siempre el principio; y cierlas imperfecciones fundamentales , y bien arraigadas adentro; como hay en los jardines ciertas malas yerbas, i echan tan profundas raices, que no direis si- no que liegan hasta el centro de la tierra, y jamas ge pueden arrancar enteramente, yolviendo siempre 4 brotar y A dar pesadumbre. CAPITULO Il. Que el centro, y el reposo de las criaturas ex m nada. Nuestro Sefior me d4 una vista tan clara de mi nada, y de mi in- dignidad que quedo convencido, que este es mi lugar, de donde yo no puedo, ni debo salir. Cuando le agradaré & Dios de no darme algun buen pensamiento en mi oracion, 6 en mi reliro, no tendré razon en quejarme: Si me concediere alguno, seré por su pura misericordia. 0 como me es agradable esta visla de mi mada, y de mi impotencia, y cuanto reposo me da; porque ella es mi verdadero centro. Si os agrada Dios mio, dejarme en mi lugar, yo lo quiero mucho, porque él solo es el que me pertenece. A mi me basta, que vos esteis en vuestro lugar, quiero decir en vues- tro ser, en vuestra omnipotencia, vuestra grandeza, vuestra gloria: Soli Deo honor, et gloria. O como estais bien en vuesiro lugar, y yo estoy bien en el mio: estaos pues, ahi mi Dios, absolutamente, que si os dig- nais de prevenirme alguna de yuestras gracias; serd sin que yo salga de mi lugar; porque siempre quedaré en medio de vuestra misericordia dentro de mi nada, de mi imposibilidad, y de mi indignidad; pues yo sé bien que & Dios le agrada persevere en mi puesto; sé tambien, que no puedo salir de él sin desagradarle. Firme debo estar en mi nada por el conocimiento, y por el reconocimiento voluntario, de que nada pue- do, y merezco nada, porque esta es la verdad. Querer salir de aqui, es querer ser lo que no soy, es querer vivir en la mentira, y en la vani- dad: Ut quit diligitis vanitatem, et queritis mendatium. La verdad, pues al punto nos ha de hacer volver aqui, y quedar en reposo, por agra— dar 4 Dios, que es verdad. Dios, por volver al hombre 4 su puesto, y al camimo de la verdad, dejé el suyo, quiero decir, la grandeza de la gloria, viniendo 4 la ani- quilacion , a la floqueza, y al menosprecio, por mostrarle el camino que 6 EL CRISTIANO INTERIOR. debe seguir; fuera del cuat, no hay otra cusa, que mentira y pecado. Jesiis, pues, vivid como debe vivir el hombre, por los caminos de ami— quilacion, y menosprecios continuos. ; 0 Jesus menospreciado, perse— guido, erucificado, vos os pusisteis en mi lugar! Pues que mucho seri para mi pecador, ser puesto en el mas afrentoso suplicio, este solo me pertenece, y 4 vos vivir en la gloria. 4 Que es la criatura despues de la caida de Adan? Es un puro nada, es la flaqueza, y la fragilidad misma, 4Que es la criatura despues del peeado? Es un abismo de soberbia y de ceguedad; de aversion 4 Dios, de conversion 4 sus semejantes. ¢Que es la criatura? Es un monton de toda corrupcion, de toda pobreza y de toda ineapacidad. Lo que debe hacer, es, humillarse, aniquilarse, y hundirse en la nada, y vivir en un temor perpétuo de su fragilidad. Jamas hallaremos 4 Dios, si no nos perdemos 4 nosotros mismos, en los abatimientos y menosprecios. Cuando de nuestros retiros no saquemos otro provecho, que el estar persuadidos, que el verdadero camino, para ir 4 Dios, es seguir 4 Je- sucristo en sus pobrezas, abalimientos y menosprecios, haremos todo lo que se puede hacer en un recogimiento. Cuando yeo que Dios, no me concede, las grandes ecasiones de su- frir el menosprecio, los dolores y la pobreza, debo tenerme por muy pequefio en mis ojos; pues es una sefial de que soy pequefiisimo en Jos de Dios, que nada ven grande, sino lo que tiene grande conformi- dad con Jesucristo crucificado. Los designios que tiene sobre mi, no son muy grandes, pues me da tan pequena parte en los profundos aba- timientos de su Hijo, que son la porcion que le destind sobre la tierra, aunque le dié en el Cielo toda la posesion de sus infinitas grandezas. CAPITULO IV. Que los grandes santos Iegeron 4 1a perfeecion por un grande smor al menosprecio y al abatimiento. Los menosprecios, y los abatimientos son las mas preciosas delicias de los amigos de Dios, aunque en lo exterior sean ricos, su corazon es- 14 muy dentro de la estimacion, y del amor de Ja pobreza: si se hallan en los honores, no es mas que en la apariencia; no teniendo su cora— zon afecto, sino al menozprecio. No gusta Ja naturaleza de este género de yida, porque se opone 4 las inclinaciones naturales. La razon huma~ na que no procura mas que agradar 4 Dios humanamente, gusta tam- bien poco de él: mas la gracia eleva una alma mas alla que la natura- leza, y la razon, promoviéndola & acciones mas que humanas: el mis— mo Jesucristo habiendo resuelto de abrazar Ja cruz, la acepté por la LIBRO PRIMERO. 7 inclinacion sobrenatural. Su combate con Ja parte inferior en el huer- to lo manifiesta bastantemente. Los que nos parecen mas admirables entre los Santos, son aquellos que excedieron enel amor de é) menosprecio desi mismos. Quien no admirard la generosidad de santa Paula, sefiora romana, que apretada del amor de la pobreza, y de las humillaciones de Jesucristo, dejé 4 Ro- ma, y todos sus parientes, haciéndose pobre actualmente aquella que podia hacer maravillas por el prdjimo en aquella gran ciudad? Y con to- dos sus bienes quiso mas el establo de Belen, que sus palacios magnifi- cos. Elegi abieetus esse in domo lei. San Alejo podia vivir en servicio de Dios en su matrimonio: inflamédle la vista de una vida escondida y me- nospreciada, y le hizo dejarlo todo, padre, madre, muger, amigos, bie- nes, y honores, en cuya posesion habia vivido como buen cristiano. Mas siendo llamado 4 la vida eminente de la abjeccion, por un grande milagro de la gracia: esti en medio de sus padres, sin permitird su co— razon, que les tenga afecto natural, comv podia tan legitimamente te- nerles. Muere de hambre en una casa donde todo le pertenecia. El era el juguete de los criados, de quien era sefior. Su corazon perseverd fir- me y fiel en no desear, sino el menosprecio; y por asaltos que le da- ha la razon humana, jamds se rindié. O cuanto este camino es levanta- do sobre las bajezas de nuestra naturaleza, que sulo concibe aficiones 4 Ja vanidad. Muchos huyen los abatimientos, y las tolerancias: pensando glorificar 4 Dios por un modo mas noble, por medio de las acciones resplandecien- tes, y tambien utiles al prdjimo: mas ellos siguen su inclinacion, antes que lade Jesucristo, 4 quien conviene servir 4 su modo, y no al nues- tro; pues yemos que nada amé tanto como los sufrimientos y los menos- precios. Gran maravilla es considerar la elevacion del alma de san Armogaste, conde y gran sefior, condenado por un rey 4 guardar las vacas toda su vida, en odio de Ja religion cristiana, y 4 morir de miseria y de pobreza en aquel empleo ! Que milagro considerar en el interior de este gran Santo, el abatimiento, y la pobreza, como en su reino; y toda su yida llena de acciones sobre- humanas, porque nada tenia mas en su corazon, que el verse en un pro- fundo olvido, y en el menosprecio de todas las criaturas, y la pobreza que padecid en esta baja ocupacion, era sus caras delicias. Mientras los otros sefiores de su tierra, y de su edad ge ejercitaban en cojer palmas, y coronas dla vista de los emperadores, Armogaste vivia con sus vacas, como el mas yil de todos los hombres. éDénde esta (6 Armogaste} la generosidad de un caballero? ; Diinde 8 EL CRISTIANO INTERIOR. esta el valor de un noble? Porque no dejais esa profesion, 6410 menos, gporqué no os empleais en las grandes acciones de él cristianismo? Quiero decir, porque no huis, y os vais 4 otras tierras 4 predicar el Evan- elio; y 4 hacer maravillas, asistiendo 4 los miserables , y 4 los pobres? ‘ero quedando vos mismo miserable, no pudisteis hacer cosa mas exce- lente en hecho de virtud tambien cristiana. Dejadine, dice este gran Santo, con mis vacas, esto me basta para es- tar aniquilado todo, y por consiguiente todo contento, que la bajeza de mi estado me agrada; pues estoy en un profundo menosprecio, y olvida de todas Jas criaturas. Bienaventurados los que predican el Evangelio. Bienaventurados los misericordiosos; yo hago grande estimacion de ellos, como vosotros; mas bienaventuradas tambien las personas de todo punto aniquiladas. Pobreza, menosprecio, aniquilaciones, miserias, jamis os hablaré de otra suerte; aunque os hable cien afios: con estas cosas nuestra alma se yacia de si misma, y de las criaturas, y se hace capaz de Dios. 0 plu- guiesse 4 su divina Magestad, que estos principios se nos entrafiasen muy sensiblemente. CAPITULO V. Que tanto tenemos del verdadero espiritu de Jesucristo cuanto nos inclinamos al abatimiento, Si hay alguna pureza de amor en la tierra, esté en el corazon que ama su abatimiento; pues no desea sino el puro interés de Dios, su pura glo- ria, ysu contento, olvidindose 4 si mismo. Ver, que Dios levante 4 los otros dlos altos grados de la gracia, y de la gloria; y que no soy mas que un dtomo en su comparacion, y quedar contento en esta pequefiez. Este es el abatimiento mas dificil de amar; pues ené] se dejan los pro- pios intereses, aun espirituales; contentindose con la medida de los bie- nes que Dios nos quiere hacer, y de la gloria que quiere sacar de noso- tros que de ordinario es bien pequefia. Verdad es, que esta suerte de aba- timiento, no pudo estar en Jesuoristo; porque es Dios 4 quien pertenecen Ja plenitud de todas Jas grandezas; pero 4 nosotros nos es totalmente propia, porque somos criaturas 4 quien pertenece la soberana pobreza, y la mas profunda bajeza: por poco que Dios nos dé, es siempre mas de lo que merecemos; pues por nosotros mismos merecemos nada. Solemos decir: muy pocos son los que quieren seguir 4 Jesucristu en la practica del abatimiento; pero bueno es, que esto se haga de pensa~ miento, 6 de discurso, y cuando, se ofrece una ocasion de sufrir una humillacion, buscamos los mas hermosos pretextos de él mundo por exi- mirnos de ella los mismos que hacen profesion de la vida devota, casi no quieren que les falte cosa alguna, ni que persona les haga agravio, LIBRO PRIMERO. 9 quieren ser dueiios de los negocios ; y jamas obrar con dependencia y servidurabre. Huyen todos lo que huela 4 bajeza; porque se imaginan mas propies 4 procurar la gloria, cuando tienen reputacion delante del prdjimo; y esta es una pura ilusion del amor propio, y una vanidad de la naturaleza que en toda quiere su excelencia, y no su destruccion. Empero, digamos, y pensemos lo que quisiéremos. Que no tendremos mas de verdadero espiritu de Jesucristo, que cuanto tuviéremos de ver- dadera aniquilacion de nosotros mismos. Las humillaciones, que él tom6 por nosoteos, quieren ser veneradas por el sacrificio de nuestra soberbia; ¥que como en el sacrificio, la vietima sacrificada, queda aniquilada y destruida: De suerte que es necesario hacer un sacrificio contimuado de nuestro juicio por una sumision al juicio de otro: de nuestra voluntad, por seguir la de los otros, de nuestra reputacion, por el amor del menos- precio, de nuestros bienes, por la pobreza; de nuestra salud, y de los place- res del cuerpo, por las enfermedades y austeridades. En fin, de todas nues- teas inclinaciones propias; amando tanto los estorbos de nuestras preten - siones, como los buenos sucesos, porque !a humillacion que nos viene de sucedernos mal, mas que todo cuanto podemos pretender. La leccion que nos ensefia el amor del menosprecio es bella; pero el entenderla cuesta trabajo: nadie la aprende sin dificultad ; y si no se pone muchv cuidado, bien presto se olvida. Las virtudes que contiene en la accion, son muy faciles de ejercitar, dbranse fuera de nosotros con facilidad de nuestra parte, y satisfacion de los otros; mas las que con— sisten puramente en el suftimiento, son muy dificiles; como la confusion, la paciencia, y el renunciarse 4 si mismo. } Jesis abatido, y humilde, dame la ciencia de los santos, y el gusto del menosprecio del mundo; y que yo aprenda bien la leccion incomprehensible al espiritu humano, y la verdadera humildad. Algunas veces nuestro Sefior nos hace emprender ciertos buenos in- tentos; y no quiere la ejecucion; sino solamente la practica de muchas virludes, que se encseatran en la prosecucion, y en el mal logro de ellos. La naturaloza no teopieza en el buen suceso, sino en el contrario 4 los negocios, que miran 4 la gloria de Dios. Mas su Divina magestad, por una traza admirable de su sabiduria, saca ordinariamente mas gloria de los opuestos, que de los sucesos favorables; porque las disposiciones de humillacion, de resignaeion y de dulzura, que en estos lances vé en un alma, le agradan mas que el bien que ella pretendia. San Luis Rey de Francia, queria restituir la gloria de Jesucristo en la Palestina: todo sucedié al contrario de sus buenos intentos; mas los de- signios que Dios tenia para su gloria, lelograron muy bien porque este gran rey fué humillado, y hecho abatido 4 los ojos del mundo; eayd en 10 EL CRISTIANO INTERIOR. poder de sus enemigos despues de aniquilado, y deshecho todo su ejérci- to, 6 por la peste, 6 por el cuchillo de los enemigos de Dios. 0 como todas estas grandes humillaciooes en medio de las cuales el alma inven- cible de este Santo Rey permanecié mas constante, que en un triunfo: rindieron un maravilloso vasallage 4 los abatimientds de él Hijo de Dios, en el mismo lugar que él los padecié. Puede ser, que esta gloria fuese mas grande delante de sus ojos, que si las armas de S. Luis le hubie- sen sacrificado todus los infieles de la Palestina. Nuestras impotencias, y nuestras imperfecciones son unos malos tr- boles, porque no tienen fsesa para Hevar las cosas 4 madurez, y muy de ordinario pierden sus efectos. Mas no obslante producen buenos fru- tos, aun cuando peor suceden, y estos son ¢l menosprecio, la pobreza y la confusion. Cuando no podeimos hacer el bien, es un gran bien, re- conocer nuestra insuficiencia, y que para nada somos buenos. Cuando no podemos tener oracion, por embarazos 6 incomodidades, debemos es- rar, que una buena hora de sufrimiento, y de abatimiento bien reci- ido, vale bien por una buena hora de oracion, en Ja cual teniéndola 4 nuestro gusto, puede ser nos llenemos de satisfaccion: cuando pensamos que no sabemos vacar 4 Dios, porque no estamos con reposo, y mu- chas cosas nos importunan, acordémonos, que no el reposo de la natu- raleza, sino el de i gracia es necesario 4 un alma, para vacar 4 Dios, y el reposo de la gracia se halla mejor en la cruz, en las penas, en el verdadero amor del menosprecio, que en alguna otra parte. CAPITULO VI. Que Ia vista de nuestra nada inspira el menosprecto de nosotros mismos, y el amor de Dios. La principal razon por que nos corregimos poco 6 nada, es porque no dependemos bastantemente de la gracia: tenemos poco recurso 4 Dios, y estribamos mucho en las crialuras, quiero decir en los medios de que nos servimos para procurar nuestra correccion, como lectura de buenos libros, conferencias, sermones y meditaciones, etc. Todas estas cosas son buenas cuando se hacen con una grande dependencia de la gracia, y un grande recurso 4 Dios, que es solo el que nos sacara de nuestras mise- ras, por ser coronado de gloria en nosotros: Jn laudem gloria gratia uae. Dios es una plenitud infinita, 4 quien cosa alguna falta. Omne bonum. Y de quien todo bien procede. La eriatura es un vacio totalmente puro, y una privacion de todo bien. Como no se puede concebir mayor pleni- tud que la de Dios asi no se puede imaginar pobreza mas extrema, que la de la oriatura. Ser Dios y todo bien, es una misma cosa. Ser criatura, LIBRO PRIMERO- "1 ser nada la misma cosa es. El uno toda abundancia, la otra toda po~ bien. Cada uno se supone esta verdad, sin hacer reflecsion en ella; y por esta causa jamas entramos en una verdadera desconfianza de nosotros Mmismos; y asi vivimos privados de tanlas virtudes, cuantos son los apo- ‘yos que tenemos sobre nosotros. {0 Dios mio! mi pobreza me agrada, porque ella me dé 4 comer vuestras riquezas. Si nada me faltase, olvi- daré lo que soy; yo estoy pues, muy contento, de que vos seais todo, y de ser yo nada, por tenerlo todo vos. Solo Jas tres personas Divinas se pueden dar la una 4 la otra infini- ta, y proporcionalmente 4 lo que ellas son. Yo, pues nada puedo dar 4 Dios, y nada hacer por él: todo lo que yo puedo mejor, es, reconocer mi impotencia ; y tampoco puedo hacer esta aceplacion sin su gracia; y él es el que Ja hace en mi. Cuando yo diese mi vida por Dios, seria menos que si una hormiga diese la suya, por la soberana monarquia del mundo, por razon de la distancia infinita, que hay entre Dios y mi. Todos euantos dngeles y san- tos tiene, y todos cuantus siervos de Dios habra, jamds le son inutiles. La profelidad de nuestra aniquilacion no se puede exprimir. Dios solo la conoce, y nosotros no vemos cosa alguna de ella, sino es por su racia. Para entender, bien esto, conviene saber, que Dios en tanto es glo- rifleado por nuestras buenas acciones, en cuanto el mismo se agrada de ellas; y por este agrado las hace buenas; por que entonces glorifica su bondad y su misericordia, contentindose de tan poco, y dandonos re- compensa por ello: asi las gracias y los favores que nos hace en esta vi- da, y la gloria que nos da&en la otra; son efectos de su pura bondad. Este encomiendo de nuestra aniquilacion, es Util al alma, mas la martiriza, cuando ama 4 Dios: porque améndole, quisiera hacer alguna cosa por el objeto amado; y por la vista de su aniquilacion, conoce, que nada puede hacer, asi queda suspendida entre el querer y la impoten- cia; y viendo, que en efecto nada puede, entra en semejantes deseos 4 los ds san Agustin. Si yo fuera Dios, y vos fueseis criatura, yo quisiera hacerme criatura, por haceros Dios: mas advirtiendo, que esto no es mas que imaginacion de cosa imposible, se dobla su martirio de amor, y esta pobre alma muere de amor y de sentimiento, de no poder cosa alguna para el amado. Solo le queda un consuelo, y es, que cuando ella nada puede, su amado lo puede todo, y complaciéndose en lo que él es, y que de nada necesita, se adormece en el seno de la divinidad, y en ella anega todos sus moyimientos. 12 EL CRISTIANO INTERIOR. CAPITULO VII. Cuanto Dios es glorificado por nuestra aniquilacion. Solo la fé pura nos ensefia 4 amar nuestra aniquilacion, y la des truccion de nosotros mismos: la sabidurfa natural y mundana, no pue- de acertar con ella: Por esta causa no debemos escuchar, ni razonur con nuestros sentimientos en esta prictica, sino entrar en ella cicga- mente, y 4 cuerpo perdido. El pecado de soberbia arruiné la gloria y el reino de Dios en noso- tros: jamds se restaurdra, sino es por nuestra ruina. Y cuanto mas una criatura esté consumida en su aniquilacion, tanto mas Dios es coronado de gloria en ella. {Que miserable gente somos! afligimonos, por vernos en una impotencia de ser buenos para cosa alguna, incapaces para todo empleo; sin talento, sin ciencia, que todo sucede mal en nuestras ma- nos: 6 si supiéramos solamente agradarnos de todas estas miserins, que nos ponen en el dichoso estado de aniquilacion! diéramos tanta gloria 4 Dios, como por todas fas grandes acciones; porque en todas eslas pri- vaciones el alma no halla arrimo ni consuelo en si, nien alguna criatu- ra, sino en Dios solamente. Jamas Job dié tanta gloria 4 Dios, como cuando estaba sumergido en las aniquilaciones en su muladar. En el cielo se glorifica Dios por la exhaltacion de sus criaturas, en la tierra por su aniquilacion. ¢No vemos como la sabiduria del Padre Eterno preseribié 4 su Hijo la manera de honrarle en la tierra. El nos la comunicé por palabras y por ejemplo, no ensefiando, ni practicando, sino aniquilamientos, que otro camino bus- camos, para glorificar 4 Dios, si somos cristianos, sino el que nos mues- tra nuestro Divino maestro? No hay cosa en que mas puramente glorifique la criatura d Dios, que en el consentimiento, que di 4 la destruccion, que quiere hacer de ella misma; pues es cierto, que donde hay menos de criutura, hay mas de Dios, en esto no hay otra operacicn, que de la parte de Dios, y una pa- sividad de la parte de la eriatura, tener aniquilacion de las Iuces, de las dulzuras y de los sentimientosen la oracion; vale mas que la oracion mas luminosa y mas dulce: Tener la aniquilacion de amigos en un desampa- ro 6 pérdida, vale mas que su amistad y todos sus servicios. Suftir el retiro de todas las criaturas, vale mas que el gozo de todas las criatu- fas, porque én todas las privaciones busea el alma 4 Dios mas puramente: en ellas eg donde menos hay de nosotros mismos, no teniendo la satisfac~ cion de obrar, sino zolamente el recibir la destruccion de lo que mas amamos: por solo que le agrada 4 Dios usarlo asi, por su pura gloria. LIBRO PRIMERO. 13 ;Lastimosa es la seguedad en que he vivido! ;Q como el sentido hu- mano halla gran pena al concebir la doctrina del Hijo de Dios! Verdad es, que ella es destruyente y aniquilante; lo cua! el hombre naturalmen- te teme. Al paso que Dios quiere mas 4un alma, 4 ese le aniquila mas absolutamente; y esta regla es sin excepcion pues es cierto que dice el Evangelio: Quien 4 si mismo no renuncia, y 4 todas las cosas no puede ser discipulo de Jesucristo. O Jestis mio, aniquilado, yo bien veo ahora el camino por donde habeis caminado, y por donde me quereis guiar en vuestro seguimiento: yo le quiero y le acepto, entrando en él de toda mi voluntad. Sea, en buen hora, pues, mi cuerpo afligido de enfermedad, mis bie- nes y mi honor perdidos y aniquilados, sea yo reputado, lo que en efec- to soy hombre de poco espiritu; quede tambien, por quitarme las luces en la oracion, como um caballo, privado de entendimiento: Sicut equus, et mulus quibus non est intellectus. Con tal amantisimo Jesus, que yo pue- da consentir y agradarme de todos estos aniquilamientos, eso me sobra. Pidaos cada uno lo que le agradre, que yo os pido mi perfecta aniqui- lacion, y que mi partido sea honrar vuestras divinas humillaciones. Somos nosotros muy poco 4 propésito para obrar nuestra propia des~ truccion, porque contra nosotros mismos somos may flacos: y nos per- donamos mucho nuestros propios defectos; pero Dios toma la mano; y se sirve de nosotros mismos para humillarnos, lo que nos toca és, en- grandecer y consentir 4 su operacion. CAPITULO VIII. Cuanto es rica nuestra alma, cuando puede tener el amor del menosprecio. Este pensamiento me ha dado Dios, que el amor del menosprecio y el deseo de la humillacion puede ser que fuese aquel tesoro escondido, de quien hablé en el Evangelio: Thesauro abscondito in agro. 4 Valentia grande es, amar su abatimiento y un tesoro, que encierra gran cantidad de riquezas inapreciables; pero de ninguna manera se ven, porque de propésite se encubren, por conservarlas con mas seguridad; y solo el que posee este tesoro, sabe bien lo que en él hay. 2 Este es un tesoro escondido, é incégnito & todo el mundo; porque quien dard crédito 4 que en las humillaciones, y en los sufrimientos hay algo precioso? ,Los sentidos, la prudencia humana, 6a razon de 1a carne iran 4 buscar en ellas con que enriquecerse 6 satisfacer sus deseos? Ja— mas alguno entendiéra que alli habia un tesoro escondido, si el mismo Jesueristo que le puso, no se lo ensefia 4un alma, por un favor muy par- ticular de eus misericordias. 14 EL CRISTIANO INTERIOR. 3 Este tesoro no se da, se compra y el que quisiere tenerle, debe dar por él cuanto posee; esto es, que nos debemos deshacer de todo nuestro patrimonio, de toda la funesta herencia , que nuestro primer padre nos dejé; la aficion 4 las honras, 4 los placeres, 4 las riquezas, de este asi- miento 4 nosotros mismos; y 4 nuestros intereses, de este amor de nues~ tra exceleneia, y todo lo restante de los malos muebles que poseemos por nacimiento en pecado; sino consentimos, y nos dejamos despojar de todo hasta la ultima pieza, no sabremos comprar el tesoro. 4 ;O cuan bienaventurado y rico es el que le posee! Porque es,un fondo inagenable, que nadie Je puede quitar mientras se goza pacifica— mente, En él se halla 4 Dios y una profunda paz, que sobrepuja todos los sentimientos. Cuando un hombre ha adquirido alguna linda tierra, suelen decir; 6 que bien le v4, yano tiene que temer; veis aqui un fun- damento seguro para la sustancia de la vida; eualquiera enemigo que yenga, no se Ilevara la tierra, puede tomar los muebles y la plata; mas la tierra es Hja, y no se la puede llevar. 5 Lo mismo sucede en este precioso tesoro, cuando el alma ha en- trado en su posesion; y mientras le guardare, no tiene mas que temer, Ja sustancia de su vida espiritual esti muy segura, ni el mundo, ni el demonio, ni todos los enemigos de su salvacién, por furiosa guerra que Je exciten, no se llevaran, porque de ninguna manera es 4 propésito para ellos ; pero si algunos muebles, como las consolaciones sensibles , y el grande asimiento 4 las austeridades , el deseo de hacer bellas acciones por la gloria de Dios, como de ir 4 los indios de Canada, 4 Inglaterra & convertir las almas 4 millares: en fin, todas las bellas ideas de espiritua- lidad. El demonio, la naturaleza, el mundo aman estas suertes de mue- bles, y una alma, que no tiene mas que esto, nada tiene que no la pue- dan quitar: mas cuando posee solamente el tesoro del amor de su aba~ timiento: esta rica para siempre. ;0 cuando 4 Dios le agrada dar 4 co nocer su valor 4 un alma! Pregaudio illius, vadit, ef vendil universa que: habet, et emit agrum illum, G Tenemos nosotros duplicado derecho para aprender la posesion de este divino tesoro. El primero, es el nada Laan el segundo, el nada criminal. Estos dos nadas nos ponen en una obiigacion continua de in- clinarnos 4 nuestra aniquilacion: y esta inclinacion agrada mucho 4 Dios, quo se complace de que una criatura tome lo que le pertenece, y dé & au magestad la gloria que se le debe. El Hijo de Dios comenzéd como un gigante 4 correr por el camino de la aniquilacion , por la Encarna- cion ; por que fué un maravilloso camino , hacerse un Dios hombre; y Temato su curso por la muerte de la cruz. Admirable y estrafia estre— midad es, morir Dios en un palo entre dos ladrones; y toda su vida hu- LIBRO PRIMERO. 15 mana fué aniquilada entre estos dos términos. La nuestra se pasa en va- ee | eeamonee cristianos , y nos inclinamos 4 elevacion , que ce- uedad | . 7 0 Jesus, pobre y abatido, cuando me llevareis poderosamente tras de vos? ; 0 como vuestros caminos son tan bellos, tan puros y de tan buen olor, para los que estan ilustrados de vuestras luces! O seiior Je- sis, vos fundais yuestro imperio en la perfecta aniquilacion, y en ella reinais en paz: como el demonio establece el suyo en la elevacion, y ella tiraniza las almas soberbias. CAPITULO IX. ‘Que odelantamientos sacamos de las aniquilaciones. Los dolores y las miseriaa aniquilan el cuerpo ; las pobrezas, las ri- quezas; los menosprecios, la reputacion y el honor; Ja muerte, la vida; Ja sequedad , las consolaciones espirituales , todas estas aniquilaciones purifican la virtud, y sacrifican todo el hombre 4 Dios. Cada uno tiene su camino para procurar su gloria: los unos, por las acciones, los otros por las tolerancias, y algunos por las privaciones y aniquilaciones. Los que la procuran por estos ultimos medios son los mas sibios de la tierra; y aunque no conocidos de los hombres , bien sabidos de Dios solo. La suprema indifarencia debe ser guia del alma; pero si tuviese libertad de escoger, debiera tomar el camino de la aniquilacion. Job fué mas Util 4 la gloria de Dios sobre su muladar, que dentro de su pala— cio. Dichoso aquel, que por glorificar 4 Dies, sigue un camino que dél solo es conoeido: y que los hombres, cuando le quieren explicar, lo atri- buyen, 6 4 la complexion 6 al mal gobierno. Gran miseria es, no querer entender, que la sabiduria humana es Jo- cura delante de Dios, por que ella nos hace salir continuamente del di- choso estado de aniquilacion, debajo de los mas hermosos pretextos del mundo, como de la salvacion de Jas almas, del socorro del préjimo, ete. Empero , el secreto grande consiste en dejarse conducir de Dios solo, porque en el mismo no servirse de nosotros, se sirve. Dios se glorifica en elcielo, por la exaltacion de sus criaturas ; y en la tierra por su ani- quilacion. Ninguna persona se queje, pues, de que en nada sirve & la gloria de Dios, lo que importa es, hacer un pequefio monton de nues— tras miserias y ponerse encima, como Isaac sobre la lea, y despues sa- sears se por un voluntario aniquilamiento en el fuego de él amor de ios. Cuando un alma se halla desamparada en la oracion, que las seque- dades y desconsuelos aniquilan en ella las luces, y los grandes senti- 16 EL CRISTIANO INTERIOR. mientos de Dios y dela virtud; convendrd que diga: ,Dios mio nada ha- go aqui, mas yo me agrado de todo mi corazon de lo que vos haceis en mi? Vos Sefior, tomais placer en aniquilarme; yoen ello me agrado co= mo vos os agradais , yo tuviera las luces y las consolaciunes, por muy amables, vos las quereis aniquilar. Bendilo seais para siempre, yo os Jas dejo. Si ee viéremos en pobreza, en malos sucesos, en las enfermedades, digamos: Dios mio, para nada tengo posibilidad , mas yo consiento con alegria, todo lo que haceis en mi. Ofreced el sacrificio de mi mismo 4 la grandeza de vuestra magestad; y aunque sea 4 mi pesar, sobre el al- tar de mis miserias } de mis impotencias. Fl pequefio Isaac pudiera de- cir cuando se vié sobre la lefia: Yo esperaba que en mis afos yenideros podria hacer algunos sefialados servicios 4 Dios y que segun sus pro- mesas, serviria yo para sacar 4 luz la linea de los antecesores de su Hi- jo, mas yo le sacrifico todo esto, y no reparo sino en el sacrificio que quiere se le haga de mi por manos de mi padre. San Luis pudiera de- cir: Yo esperaba restaurar la gloria de Jesucristo en la Palestina. Mas en la destruccion de su ejércilo, se pudo consolar, diciendo: Dios mio: pues vos no lo quereis; antes por el contrario me aniquilais por la peste, y 4 mai gente por el cuchillo de vuestros enemigos, yo me agrado de lo que haceis en mi. Yo veo las generosas empresas eles siervos de Dias y sus grandes empleos; mas yo me consuelo, cuando pienso, que el mio es la aniquilacion, que me conduce 4 un estado, donde no veo mas que 4 Dios solo, y donde por poseerle entra en una desnudez de toda criatura, si- guiendo el ejemplo de Jesucristo. Christus non sibi placuit. No nos inquietemos tanto por nuestras imperfecciones, ellas son unos malos hijos, conviene no amarlos, pero es necesario sufrirlos; pues sir- ven para amiquilarnos en nuestros propios ojos, y para conformarnos al grande, é infinito aniquilamiento de Jesucristo sobre la cruz. Estuvo el hombre en el estado de la inocencia, esté ahora en él del pecado; dos caminos opuestos para conducirle, en el primero debia ser exhaltado, di- choso y gozar de todas las criaturas: necesario es, pues, que en el se- gundo sea abatido en la miseria y en la desnudez de las criaturas, quien quisiere otra senda , procirela entre el estado de donde cayé; y entre aquel adonde ha de llegar despues de esta vida. CAPITULO X. Camino para alcanzar Ia perfecta aniquilacion. 1 Tres despojamientos necesarios he reparado en este punto. El pri- mero, de todas las cosas exteriores, como riquezas, honras, placeres; este LIBRO PRIMERS. 17 es el primer paso que un alma debe dar, para llegarse 4 Dios; nuonteas tuviere la menor aficion 4 estas cosas, jamds se adelantar’ para hallar- le, porque esti como alada 4 la cadena de lo que ama, ni james tendra una perfecta posesion de Dios , porque esta ocupado su corazon de las ¢riaturas, que no dejan algun lugar. Solo la necesidad y la caridad nos deben preeisamente obligard guar- dar la real posesion de ellas, y vivir en tal disposicion de espirita, que cuando estas cosas nos sean quiladas, no noa admiremos; porque lama~ re parte del tiempo nos sirven mas de embarazo, que de sncdio para llar 4 Dios, y sino ponemos mucho cuidado: la naturaleza se cubre eon la cavidad del préjimo, que es ane buena ilusion, porque de ondinario las menos ricos, suelen ser los mas caritativos. Buen consejo es, dejar sus bienes y sus honores, cuando buenamenta se poede hacer, mas cuando wn alma se vé despojada de todo esto por las Srdenes secretas de la providencia, es su obligacion agradarse deelto, y consentirlo; y esto es en alguna manera mejor, que si los dejiremos nosotros mismes, principalmente, cuando creemos nos viene por nua tros defectas y flaqueza, porque entonces de todas maneras caen en el abatimiento y menosprecio, que es el verdadero centro adonde debemos aspirar, eae no hubiera otra cosa agradable en ja pobreza, sino que olla nos hace morira la libertad, y 4 la independencia, que los hombres aman tanto, es gran dicha el tenerla. Cuando una persona esfA sin puesto y honra, en el mundo le miran como initil, y con facilidad es olvidado, y dejado de sus mejores amigos, tanto que mejor. 2 Este es el segundo despojamiento, y la pérdida segunda, que con- viene hacer, O que grande socorro es para llevar el alma 4 Dios, ser menospreciado de sus amigas ; y que nos sean mas sujeto de afliccion, que de aficion. Tenemos para con ellos una poderosa inclinacion, y ee- tamos tan asidos 4 ellos, que sin una gracia muy particular, casi jamas morimos al deseo de tener algun amigo ; y por esto siempre conserva— mos algun asimiento. Dichosas las ocasiones que nos hacen perder los amigos , sin pecar, perdiéndolos, perdemos un grande apoyo del amor propio. 5. Juan Bautista, aunque muy nif, salid de la casa de sus padres, por irse al desierto 4 vacar 4 Dios. Gran Santo, Santos son los que dejais: Bren lo 96 yo, respondiera él, mas son mis padres, que me tienen grande afi- cion. {0 que Aspero es este d la maturaleza! Porque como el asimiento & les amigos, principalmente; cuando son virtuosos, parece la mas espiri- tual, y la mas razonable de todas las aficiones, aniquilarla es un gran ga- crificio, que se hace 4 Dios; y su magestad le pide 4 las almas, que ha 18 EL CRISTIANO INTERION. deatinado ¢ una grande perfeccion : mas todavia es necesario pasen & otro. Rorque hay un tercero despojamienta, que es perderse 4 si mismo; que es decir: estar sontento de ser estimado por persona sin sabiduria, sin poder amar la dependencia y la sujecion, como un imperio, no tener Tazon, sino para reaunciar la razon, y paner en su lugar las puras luces de la fé. O como ella nos hace ver claramente, que debemes olegrarnos de no tener algun talento de la naturaleza de ser buenos para nada: por- que esta vista cuando penetra un corazon, aniquila poderosamente la in- eKpacion natural , que tenemos 4 nuestra propia excelencia. Consentir agradablemente el ser abatidus, es un grende ejercicio en evacuacion de Ja propia excelencia, y 4la medida de esta evacuacion es la de la perfoe- cien. O Divs mio, evan difieultoso es, no buscarse 4 si mismo, no preten— der su elevacion, tenemos 4 esto una proposicion tan intima, como la mé- dula de nuestros huesos y casi en todo lo que podemos hacer sea para nosotros 4 para el préjimo, buscamos siempre un poco nuestra excelan= cia. Los grandes Santos aniquifaron aus talentos en sus propios ojys, evande estaban obligados 4 procurar luciesen an tos ojos de los otras, y fuera de la necesidad de servirse de ellos por el bien de él préjimo, no buscaban sino sa humillacion, hundiéndose en se vada, por arruinar en elta su excelencia. CAVITULO XI. Que es menester dejarse mucho 4 Dios para ser aniquilado. Si nosotros nos ponemos en las manos de Jesta , Dios y hombre, él nes trataraé, como su Padre le traté, 6 que el amor divino, ne tiene me- nos de crueldad, que {a divina justicia. Dichosa el alma, que se deja de- vorar del amor, que es un insaciable saorificador ; el cual jamas estara contento, hasta que haya reducido la criatura 4 un aniquilamiento total. El es un gol Ileno de fuego y de luz, que levanta poco & poeo los vapo- res de la tierra, que son las criaturas, para consumirlas en si y por si. Yo tengo una obra entre las manos que me ocupa mucho, y esta 68 aniquilarme continuamente en el espiritu, y en Ja afeccion de todas las criaturas, tales cuales son; si salgo bien con ella, yo me tendré por di— choso. Todo cuante he hecho hasta ahora, no es mas que una prepara cion, por vivir enteramente la vida de un Dios aniquilado. Yo le veo ma~ cer en un estado abatido 4 los ojos de los hombres, y que por él corre 4 grandes pasos como uu gigante. Comencemos desde hoy 4 seguir sus huellas, por los aniquilamientos, pobrezas y menosprecios, y no dejemos LIBRO PRIMERO. 19 parte alguna de su curso. Yo tengo hecha protestacion selerane , que no habra momento en mi vida, que 8 sea su vida misma; en la cual yo pueda decir verdaderamente. Yo ne vivo mas en este momento, Jesus todo aniquilado es el que vive en mi. No nos admiremos del prooeder de Jesucristo, que no habla sino de muerte, de aniquilacion, de cruz y de abnegacion, porque el fondo de nues- ira alma imperfecto por el pecado original, esta tan estrafiamente cor- rompido, que lodas sus operaciones son infectas; Jesucristo vino por su gracia 4 arruinar esta impureza, y como nuestra naturaleza esha ama— sada toda en ella; es necesario, que la eriatura corresponda fuertemente 4 la eficacia de la gracia ; de otva suerte , se estard siempre en su im— perleccien ; y esta gracia no se escamina , sino & consumir , artumnar y aniquilar. Habiende recibido hoy 4 Jesis en la Santa Comunion, ha estado mi alma toda aniquilada, mrentras su magestad estuvo en mi; y yo dejé 4 este divino Salvador hacer en mi, y por mi todo lo que le agradé, asi para con su Padre, como para conmigo mismo; y para con las personas re le supliqué. Mezclar las operaciones de la impura crialura con las le Jesiis, me parece, es lo que no debo hacer. O que Jesis hard mejor por si solo, todo lo que yo debo hacer. Loque yo deboes, estar aniquila- do en su presencia, Si es necesario atnar, Jestis amara por mi, y en mi. Si es necesario regar, él rogara; si es necesario glorificar 4 su Padre él le glorifieard. gY yo eonsentiré dulcemente 4 todo lo que él quisiere ba- eer? O Jestis, sedlo todo, y yo sea nada. Obradlo todo en mi: y yo que- daré aniquilado, por dejaros obrar sin resistencia. Muchas buenas almas honran les abatimientos de Jesucristo ; mas poco los quieren practicar. Hay poquisimes imitadores de su pobreza y de sus humillaciones ; que si todo el mundo las huye como eosas infames ; gque media habra de sufrirlas? ,0 Jesis, no es esto hacer poco caso de yuestros ejemplos, y eondenar de tocura al que es sabiduria intinita? Mas la grande locura es, juzgarlo asi, mientras se participa de vaestra pobreza y de vuestvas hu- millaciones, mas se aleanza de vuestra sabiduria. Vamos alma mia, si- guiendo 4 Jesis ple vivamos pobres con él, muramos pobres eon él, y de esta suerte le aseguremos nuestro amor ¥ nuestra fidelidad. CAPITULO XII. Que es necesario renmeiar 4 los sentidos y ala razon bumana para amar las kumillaciones, El embarazo que nuestros sentidos ponen 4 nuestra perfeccion, es bien grueso y facil de conoger. Mas loz estorbos de la razon humana son delicados, y pocos los entienden, dificultoso ea el vencerlus; y pocos 20 EL CRISTIANO INTERIOR. se pueden persuadir 4 que son malos; porque esta razon es ingeniosa en persuadirnos, por mil prelexlos muy especiosos; y que nadie osara casi condenarlos; porque parecen razonables; mas el ejemplo de Jesucristo es sobre toda razon, y sobre toda la prudencia humana. Que razon habria, paraque les emperadores triunfasen en Roma, que los Herodes estuviesen en sus placeres y honores, que los judios goza- sen de abundancia en todos los contentos de la vida, cuando el Hijo de Dios nacié en un establo, huyé de noche 4 Egipto, vivid una vida pobre en la tienda de un jornalero, gy la acabé sobre la cruz; anegado en do- lores y oprabios? Empero, este mode de proceder es del Padre Eterno, que con él eonfunde todas nuestras razones; y nos enseiia 4 imitar bien 4 sa Hijo: necesario es, pues, renunciar absolutamente 4 todas las razo- nes humanas. Mientras escucharemos mag 4 las persuasiones de la prudencia hu- mana, que 4 las laces de la f6,n0 haremos grandes progresos en la vir- tad. Si nace alguao en bajeza, y en pobreza, la razon querrd, que se le- yante y enriquesca, si se le ofrece ocasion: Si otro nacié ea honras y en riquezas , la razon no querré que se haga pobre y abatido. Que medio habré para oreer 4 la imitacion de Dios ; si queremos seguir las maxi- mas de tos hombres? Ocupémones en el mundo en vivir segun nuestras condiciones, y no reparemos, que la primera de fodas es, vivir la vida de Jesucristo, y que todas Jas otras obligaciones deben ceder 4 esta. Jesucristo ejecutando los designios eternos de Dios su Padre en una vida penosa y desprecia- da le glorifica infinjtamente. Antes no habia sido Dios amado, mi glori- ficado infinitamente fuera de si mismo; sino dentro de si mismo sola- mente; de suerte, que los aniquilamientos de un Dios, son causa de una gloria infinita, que Dios posee; y antes no tenia. Un alma cristiana eje- oulando asi las voluntades elernas de Dios, que la quiere llevar en se— guimiento de su Hijo, en una vida menospreciada y aniquileda, glorifica 4 Dios soberanamente. Porque resuelto esté en la eternidad , que los miembros vivan la vida de su cabeza: Quos predestinavit, conformes fie- vi. Todas las razones humanas deben ceder a esta razon eterna de Dios. iO Jess , quo estraiios son los fundamentos de la perfeccion , 4 que lamais yuestros amigos! Pues son muertes, renunciamientos, pobrezas, desamparos y oruz; y odo lo que es conforme 4 la naturaleza , parece ser contrario 4 la gracia: Porque no reducis de un golpe todo el hom- bre 4 su nada, por un efecto de vuestra omnipotencia formando, Sehor, en ese mismo nada otro todo nuevo ? ¢Porque quereis , que él se ani- quile & si mismo, y que contribuya 4 su destruccion? ;O que admirables son las invenciones de yuestra sabidurla! Vuestro designio es, haceros LIBRO PRIMERO. 21 amar de yuestra criatura. Ella jamas.os ama mas noblemente, que cuan- do sa aborrece, y se destruye maa poderosamente. La razon humana inspira el amor, } la conservacion de nosotros mismos. La razon divina la destruccion y In pérdida. Abraham saerificando @ su hijo, hacia una lecura 4 juicio de la razun humana, pareciendo inhumano y enemigo de si mismo y de toda la familia. Mas él hizo una accion de admirable sa- biduria , 4 juicio de la razon divina, mostrando , que amaba 4 su Dios mag qué 4 si mismo y 4 toda su familia. Caminemos, alma mia 4 la ruer- te de todo lo que no es Dios, y 4 la aniquilacion de nosotros mismos: yo veo hermosuras, que no puedo explicar, en los honores de las mor- tificaciones y de los sufrimientos, pues ellos son las fuentes de la pureza del alma. CAPITULO XIH. Que al aniquilamiento s aprende mejot por la pedctics, que por la especulacion. Mes que basta aqui, reconozeo ahora, que el abatimiento es el cami~ no por donde debemos andar, si seguramente queremos aubir & la per- feecion 4 que aspiramos. Toda otra via esti sujela 4 engafios, mas ani- quilarse , eal fuera de toda ilusion. | que pocas personas consideran el modo de proceder de Jesucristo ! Cuan muchos menos penetran, y comprenden sus santas disposiciones; jmas cuan poquisimos quieren en- trar en una perfecta imitacion de lo que conocen! Obremos, que bastante sabemos ; pues no ignoramos, que Jesiis se aniquilé en las entrafies de la Purisima Virgen; que estuvo alli aniqui- Jado nueve meses, que salié de ellas el dia de su Nacimiento; por au= mentar sus divines aniquilamientos en el establo de Belem, para con— tinuarlos , durante su vida, y consumarlos en su muerte sobre la cruz, gran teatro de toda aniquilacion. Todo esto sabemos, pues que fulta, sino imitarlo, la gracia nos guiari, si somos fleles en corresponderla. Por esto permite Dias , que las criaturas nos quiten su aficion , que nos sucedan pequefias desgracias, que seamos un poco menospreciados, que vee alguna cosa, que nuestras imperfecciones sean conoci- das de los otros; y que nos censuren, de que nos queremos meter 4 perfectos. Todo lo que nos aniquila es bueno, do cualquiera parte que venga; y nada hay mejor en la tierra: Ser flel en estas ocasiones vale mas que todas {as especulaciones del mundo. Si oa quejais de las con— tradiciones que se os ofrecen: si noos escondeis 4 los ojes de los otros. Simo cedeis 4 todo el mundo ; si no amais la pobreza y el menospracio, y baceis todavia algon caso de las cosas del siglo; no estais aniquilado, ni Dios obra en yos lea maravillas de su amor. 22 EL CRISTIANO INTERIOR. Oyendo cantar estas palabras de un Psalmo: Jn toto corde meo ea gti sivi te. Que quiere decir. Yo os he buseado con toda Ja latitud de mice- razon. Me parecié que nuestro Sefior me habia respondido interiormen- te: tu tienes deseo de buscarme en todas las cosas, en ninguna parte da la tierra me hallarés, sino en aquellas donde estuve en el tiempo de mi vida mortal en la soledad y en el silencio, en la pobreza y en el sufri= miento: en las persecuciones y ea los «nenosprecios , en la croz y en ef aniquilamiento. Los Santes me hallan ea el cielo, en tos exptendores de la gloria y en los gozos inefables; pero esto es despues, que me han ha~ jo en la tierra en los oprobios y en jos dolores. Yo quedé muy con- veacido de esta verdad, yo di gracias 4 nuestro Sciior , por habérmela mostrado tan manifiestamente ; y supliqué 4 su infinita bondad, me le imprimiese dentro de mi corazon; que ella me guiase 4 la préctioa. @Hasta cuando he de temer tan buenas ideas sobre la excelencia de Jas humillaciones y de los menosprecios, y tan pocas buenas pricticas? Divino Jesis arrancadme este corazon rebelde, si rehusa el conformarse cen el yuestro en vuestros profurdos aniquilamientos: 6 si conoveis que no abraza todos vuestros sentimientos. Tomad el cuchillo, abridvae el pecho, y sacad este miserable corazon; ye quiero mas no tenerle y mo- nip antes; que tener ua corazon, que tenga otras aficiones y otras mani mas que las vuestras. 0 mi amable Jesus, yo no o3 pido en esto wna cecal: antes serd un favor muy sefialado. El Padre Eterno, que tiene sus delicias en veros pendiente de la cruz, tendra sin duda complacen- cia en este especticulo, aunque sangriento. {Mas hay Jestis, que de amor tengo 4 vuestra cruz y 4 vuestras hu— millaciones! La vista de su belleza, que enamoré al Padre Eterno me transporta de suerte, que me hard yelver loco; yo perderé el sentido hu- mano, ye diré locuras y las haré, sino deteneis yuestres divinos movi- mientos. 0 Jesiis, no permitais eclipsar lus rayos celestiales, que me des- cubren tan grandes hermosuras en los menosprecios. Yo tengo una devacion muy particular de deom una Letania de Jesus en todos sus abatimientos; y en las ocasiones donde yo siento mas re- pugnancia en la prictica til cajudaiec, hallo grande dnimo en re- zindola. LETANIA LOS ABRATEMIENTOS DE JESES. J Jests pobro y abatido, i Jestis no conogido y menospreciade, Jesits aborrecide, calumniado y perseguido, Jestis dejado de los hombres y tentado por el demonio, ‘Tered pie- dad de mi LIBRO PRIMERO. 23 Feats entregaio y vendido por vil precio, esis blasfemado, acusado y condenado, injustamente, Jestis vestido de un habito de oprebio y afrenta, dests abofeteado y burlade, Jeaus arrastrado con la soga al cuello, desis tenido per loco y endemoniado, desis azotado hasta derramar sangre, Jesiis pospueste 4 barrabas, Jesis despojado de todas Jas vestiduvas con infamia, Jets corunado de espinas y saludado per irrision, Jess cargado con la cruz de nuestros pecados y de maldiciones de él pueblo, desis triste hasta la muerte, desis consumido de injurias, de doloras y humillaciones, Jesus afrentado, escupido, ultrajado y escarnecido, Jesis pendiente de un madero infame en compaitia de saiteadores, Jesas aniquilado y sin honra para con los hombres, © buen Jesus, que sufriste por mi amor una infinidad de oprobios y de humillaciones, que yo no puedo comprender, imprimid poderosamen- te la estimacion y el amor en mi eorazon, y haced que desee la practiea de ellas. “nu 9p pepaid pauay, CAPITULO XIY. Que desposindose una alma con Jesucristo, se desposa tambieh con au eruz, 7 sus oprobion. La sabiduria infinita de Dios, se desposé cen Jas bajezas de nuestra naturaleza humana, en la Encarnacion: esta misma naturaleza humane se desposé con la cruz, con los sufrimientos y abatinientos en la muers te, ¥ cuando una alma se desposa con Jesucristo, contrae waa unien eterna con tedo esto. ;O venturosa alianza! Jesus es su esposu, 1a logu- ta de la cruz, los torrnentos y los megosprecios, son como las arras de su matrimonio; ;6 que preciosas riquezas! Si ella ama 4 su espesa, amar debe tiernamente todos los dones que te dé al desposarse, pues vienen de su parte, y hage de ellos tanta estimacion. Alma mia, esposa eres de Jesucristo, veate ahi atada y empefiada poderesamente con él. Verdad ea, que el yugo de este estado es pesado 4 la naturaleza; porque de hoy mas es necesario sufrir las injurias, las afrentas, las penas del cuerpo y del espiritu; es necesario buscar loz aniquilamientos, amar las contradicciones, y ser el juguete de los kom- bres; ser tenidé por un inconstante entre los devotos; por poco espiri- ta entre la gente del mundo; no espantarse de maloa sueesus; y beber 24 EL CRISTtANO INTERIOR. 4 grandes tragos la humillacion, ya seais causa de ella 6 na; ver le~ vantarse 4 los otros, y amar vuestra efiex. Este empeiio os pone pavor; pues buen animo, que en Dios ID pois todo. Jesucristo fué predestinado de toda la eternidad 4 los sufrimientos y abatimientos, por decreto de Dios su Padre, para satisfaccion de nues- tras culpas, y es cierto, que todos los amigos de Dios eslin predesti~ nados 4 que sean conformes 4 Jesneristo; por lo cual lo sen tenbien 4 la cruz, y al menosprecio para satisfacer 4 un lies ofendide, y repa- var su glovia. Cualquiera, pues, que se retira de la cruz y de la hami- Hacion, deja el camino de su predestinacion; y por el contrario, cuanto mas una alma participa de los abatimientos de la vida de Jeeucristo, tanto mas es predestinada, siendo mas conforme al ejemplar de los pre- destinados. La dicha grande de los eristianos es la cruz y la humillecion; mas la desventura grande de los cristianos, es la prosperidad y la dicha tem= poral. Dios mio, abrassd, matad, mortificad, deshonrad, abrid, erucif- cadme; de otra suerte no tendré parte en vuestra amistad, ni tendré gracia delante de ves. Hacedme sdbio, deshasidme de una ves, paraque eamine por yuestros pasos; que mi corazon no estime mas que la cruz y los menospreeios; y que siempre eslé inquieto; hasta que yuele 4 re~ posar en ellos como en su centro. Yo no hubiera creido jams, si por la experiencia no lo hubiera vis— to que una alma puede ser conducida por la gracia 4 un estado tal; que reeiba estremados gozos de verse anegada en toda suerte de abatimien- tos, y que sean sus consuelos, tan puros y suaves, que despues de ha- ber gustado su excelencia, le parezea desabrido , caanto hay dulce so- bra ia tierra. Admirase mucho del horror que antes tuvo al menospre= e#o; pues ahora Je parece un Paraiso terrestre; y despues del de la glo- iia; no quiere otro sino este; porque sabe, que Jesucristo en la tierra, goz6 del uno y del otro; del Paraiso de la Gloria del cielo y del Pa— raiso de sus oprobios en Ja tierra. Ella sabe que en el Paraiso de la gloria seré glorificada en Dios; mas en el Parajso que recenoce en las cruces y¥ en los menosprecios, Dios es glorifieado en ella; y esto le da una estimacion, y un amor extraordinario 4 los sufrimientos. Ella tiene por infierno salir de este Paraiso, y le parece que no se puede bastantemente Horar la ceguedad de los hombres, que busean las honras, y las grandezas que clla aborrece de todo punto. Claramen- te vé, que la cratura en los honeres, busca su gloria, y en los memos- precios no busea mas que Ja gloria de Dios, y no teniendo en su eora- zon, otra cosa mas que los intereses de au Dios, no tiene aficion, sino 4 los menosprecios. LIBRO PRIMERO. 25 El alma que rehusa los abatimientos y las penas, despues de estas luces, es horriblemente infiel, y merece estar en este mundo sin cruz sin abatimiento, que es el mas espantoso castigo que puede venir 80- re la tierra. CAPITULO XY. ‘Que la experiencia de Ia bondad de Dios nos aniquila poderosamente. No os imagineis tener el espiritu de la cruz, y de la verdadera hu~ mildad, porque tengais pensamientos y senlimientos de ella; en las oca- siones efectivas es donde eslo se puede reconocer. 0 que es cosa rara el estar crucificado. Es menester, que le cueste mucho 4 la naturaleza: no es esto porque los frutos de la cruz no sean dulces, y tanto, que 4 decir la verdad, no hay otra dulzura sdlida en el mundo; de suerte que las almas que uoa vez la han gustado, estin por decirlo asi, siempre su- bidas sobre la cruz, como sobre un drbo! de vida. Buscad donde quisiereis la dulzura, jamés la hallareis, sino en el se- no de la cruz; toda otra dulzura es superficial y teansitoria, esta es s6- lida , permanente y eficaz. En las pruebas de la pura cruz, es donde se conoce lo que es una alma, y no en los pensamientos solos, y sen= timientos de tolerancias, almas hay que son como santa Cérdulla, 4 quien lo delicado de la naturaleza hace esconder, huyendo de la cruz y del martirio; mas la fuerza de Jesucristo las hace despues descubrir~ se, y perder la vida, Lamentable cosa es la fragilidad humana, } maravilloso el poder de la gracia en el hombre; todo se debe temer de la una, y todo esperar de otra. La humildad, y confianza son las dos virtudes mas necesarias al hombre, que es una fragil cafa; que no tiene otra fuerza, que la gracia de Jesucristo, eo el cual los pobres pequefios hombres son co— ronados, y él es coronado en ellos, porque no pueden ellos vencer al mundo y 4 la naturaleza, sino por aquel que les pone coronas eternas é infinitas sobre la cabeza. Las coronas que los santos tienen sobre las suyas, no les pertenecen, como si ellos las hubiesen ganado por sus propias fuerzas; sino 4 Jesucristo, que es la corona de los Bienaventu- rados: Jesus corona sanctorum omnium. O Jesus mio, yo agradezco yuestras dulzuras y vuestras consolacio— nes; yo agradezco la moderacion que teneis en darme penas. Vos Se— fior, sabeis bien que las grandes ocasiones de sufrimiento y humillacion acabarian con mi flaqueza; yo agradezco todos los movimientos sensi- bles, que me dais, porque aunque estos sean evidentes sejiales de mi flaqueza, son empero efectos de vuestra amable providencia, que cono- cortedad de mis fuerzas, glorificad, pues, en el abismo de mis mi- serias, las riquezas de vuestras misericordias. 26 EL CRISTIANO INTERIOR. Cuando una alma se acuerda de sus imperfecciones, y de su inclina- cion al mal; Dios se acuerda de ella, le hace mercedes, y le dé sus so- corros: cuando ella olvida sus miserias y su corrupcion, [ios se olvida tambien, y aparta sus ojos de ella porque no quiere ver la mentira; or esta razon cl ejercicio mas or io de la eriatura en la tierra, de- e ser un dulce y sincero consentimiento de sus imperfecciones. Este es un allar sobre el cual sacrificamos la buena opinion que tenemos de nosotros mismos, y el deseo de nuestra propia excelencia, rindiendo vasallage 4 la soberana perfeceion, y 4 la excelencia de Dios, Este altar debe estar siempre preparado. Las correceiones y las reprelensiones, que nos hacen, no estan siem- pre llenas de pasion, ni de exageracion, aunque sean nuestros grandes enemigos los que las hagan; antes por el contrario siempre son meno- res; que nuestra corrupcion, que es tan profunda, que todas las criaturas no la pueden alcanzar 4 ver, sino Dios solo. O que gran ceguedad es com- placerse. CAPITULO XVI. Que el agrado de nuestro abatimiento despues de nucstras faltas, repara Ia injuria de Dios y restaura muestra ruina. Bien sabeis mi eslremada promlitud; esta falta me ha manifestado bien mi estremada miseria, y la poca fuerza que tiene mi alma en las ocasio- nes; yo veo la profundidad de mi flaqueza, y conozco cuan poco mortifi- cado estoy, y cuan vivas permanecen mis pasiones; Dios me hace esta misericordia despues de mi caida, de que vea mi nada, mi impotencia, y la inclinacion, que tengo al mal; mas claramente, que hasta aqui; ya soy miserable, y nolo conocia; yo soy la pura flaqueza, y lo apercibia menos. Al presente conozco mi vileza; aunque no puedo comprender, cuan gran- de es, y cuan profunda. Todo mi consuelo es, que esta falta me sucede en presencia de mis amigos; que por ella conaceran lo que soy, Gran desplacer tengo de haber desagradado 4 Dios, siendo infiel 4 sus gracias, mas mi alegria esta en mi humillacion, que yo acepto. La dicha grande esta en ser cnvilecido en el espiritu de los otros; y esta es un azucar dulce para la boca de los que quieren reparar la injuria hecha 4 Dios estar convencido fuertemen- te, que soy un puro nada, y sumamente flaco, es el aprovechamicnto, que debo sacar de mis imperfecciones, | O que vil es el descubrimiento de ti miseria; pues él me descubre todas estas verdades! 41 La primera es, que yo no soy mas que un nada, una flaqueza, cor- Tupcion, y mas de lo que yo sé comprender, y por el amor que debo 4 Ja verdad; me estoy en mi nada; y por un consentimiento voluntario, yo amo y adoro la divina disposicion, que me quiere alli; yo me reconozco, yaceplo miserable, y estuy muy contento de que todo el mundo lo sepa, y me trate segun esta verdad.

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