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Practiquemos este último «examen de la oración» que abarca todo el tiempo de los
Ejercicios, como algo que forma parte integral de ellos, su momento conclusivo. Lo más
conveniente sería dedicar la oración diaria durante la próxima semana a un encuentro
coloquial con el Señor, que sería más fructuoso si se compartiera con quien ha sido el
acompañante de la experiencia. Momento de acción de gracias porque Dios se ha
comunicado tan generosamente con nosotros para «abrazarnos en su amor y alabanza», y
proyección hacia el próximo futuro para preguntarnos «lo que debo hacer y padecer por
Jesucristo».
2. ¿Hemos sido fieles y constantes para dar un tiempo diario a la oración y a los
exámenes, siguiendo el ritmo y el método («modo y orden») indicado por San Ignacio a lo
largo del proceso de los Ejercicios?
11. ¿Tomamos notas o hicimos diario espiritual durante los Ejercicios, para recoger
la experiencia de Dios y las constantes de su acción? ¿Fue esto provechoso y convendría
conservar tal práctica en adelante?
12. ¿Qué ayuda nos prestaron las Guías para los Ejercicios a lo largo del proceso de
oración? ¿Para una mayor comprensión de los Ejercicios, para la tarea del discernimiento,
como lectura espiritual? ¿Cómo podríamos seguir utilizándolas, de manera concreta, para
la oración diaria, para la lectura espiritual y como instrumento apostólico para ayudar a
otros?
13. ¿Ha sido este tiempo una escuela para integrar la oración a la vida, para vivir
mejor la espiritualidad de la unión con Dios en la acción? ¿Hemos aprendido a escrutar los
signos de los tiempos y a descubrir a Dios presente y actuante en nuestra vida diaria y en la
de los demás?
14. ¿Hemos logrado mantener una actitud tranquila, contemplativa, en medio del
trajín y de las preocupaciones diarias?
15. ¿Hemos descubierto el valor del tiempo para poder madurar, profundizar y
personalizar la experiencia de Dios y consiguientemente para descubrir las “constantes” de
la consolación del Espíritu Santo?
19. ¿En qué medida nos han ayudado los Ejercicios a asumir la misión de la
Compañía hoy, tal como la definen las últimas Congregaciones Generales? ¿Hemos
concretado más generosamente la opción preferencial por los pobres con miras a su
liberación, y la forma de vivir nuestra responsabilidad con la promoción de la justicia?
20. ¿Hemos aprendido nuevas maneras de orar y descubierto los modos de oración
más apropiados? ¿La contemplación ignaciana de ver, oír, mirar, reflectir, nos ha servido
para conocer más internamente a Jesús, amarlo más y seguirlo más de cerca?
21. ¿Hemos utilizado la repetición y le hemos reconocido valor para nuestra vida
espiritual? ¿Hemos practicado la aplicación de sentidos y la “lectio divina” con buen
provecho? ¿Nuestra oración, es más racional o más afectiva? ¿Preferimos la meditación, la
contemplación, la lectura divina, la aplicación de sentidos?
22. ¿Qué lugar han tenido La Eucaristía y la Liturgia de las Horas en el proceso de
los Ejercicios? ¿Cómo nos puede ayudar la celebración eucarística para confirmar todo lo
que hemos experimentado y optado durante los Ejercicios?