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EJERCICIOS ESPIRITUALES

EN LA VIDA CORRIENTE.

Autor: S. Ignacio de Loyola

Expositor: Hernando Silva, S. J.

Bogotá.
QUINTO MES

Este quinto mes estará dedicado a la consideración de la vida gloriosa de N. S. Jesucristo.


Durante este mes conviene cambiar la tonalidad anímica. En el cuarto mes fue de tristeza,
aquí será de alegría espiritual. Por tanto, se debe fomentar lo que produce alegría, como
mayor iluminación en las habitaciones.

Durante la primera y segunda semana, de este mes, se utilizará bastante un género de


meditación al cual voy a dar el nombre de “seguimiento”, pues no consistirá en la
contemplación de una escena estática, sino que consistirá en la contemplación de algo
dinámico, de algo que está en movimiento, y que supone una sucesión de escenas.
PRIMERA SEMANA
Del quinto mes.

Día 1°: La resurrección del Señor (Mt. 27, 62ss – 28, 9).

Preparación para la oración.

a) Presencia de Dios y oración preparatoria, como de costumbre.


b) Composición de lugar: imaginar la resurrección del Señor.
c) Petición: que Dios me conceda grande alegría por la gloria del Señor Jesús.

Ejercicio de la memoria. Recordar la historia: Los judíos hicieron que Pilato pusiera una
guardia de soldados armados ante el sepulcro y que sellara la piedra que lo cerraba. Pero el
domingo, en la mañana, se sintió un gran terremoto y un ángel, parecido a un relámpago,
bajó del cielo, hizo rodar la piedra que sellaba el sepulcro y se sentó sobre ella.

Los guardias quedaron aterrados y como muertos; pero el ángel se dirigió a las mujeres, que
habían ido al sepulcro y les dijo: no tengan miedo; Jesús ha resucitado; vayan a anunciarlo
a sus discípulos y díganles que él los precederá en Galilea, que allí lo verán.

Meditación. La meditación se hace como una contemplación de las distintas escenas:


• El cuerpo de Jesús recobra la vida.
• Recibe una vida inmortal, como la de los espíritus.
• Sus llagas resplandecen.
• Una infinita felicidad inunda su ser.
• La misma gloria de Dios lo rodea.
• Los dolores y las humillaciones son cosa del pasado.
• Ante él está la felicidad eterna.
• La divinidad, que estuvo oculta durante su vida mortal, ahora resplandece y llena su
ser.
• Los ángeles rodean la escena y prorrumpen en cánticos de alabanza.
• Y todos los justos que lo precedieron, de todas las razas y lenguas, acompañan el
acontecimiento.
• Para ellos, la resurrección de Jesús, es el principio de su liberación.
• Allí están los patriarcas, los profetas y todos los justos anteriores a él. Quizá,
millones.
• La misma naturaleza y el universo entero se regocijaría, pues empezaba a verse libre
del pecado.

Coloquio con N. S. Jesucristo resucitado. Acabar con un Padre Nuestro.

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Día 2°: Aparición a la Virgen María

N. B.: esta aparición no consta en la Sda. Escritura. San Ignacio nos dice que la Escritura
omitió esa aparición, porque supone que nosotros tenemos entendimiento. Seguimos, pues,
el parecer de S. Ignacio y entramos a hacer esta meditación.

Preparación para la oración.

a) Presencia de Dios y oración preparatoria, como de costumbre.


b) Composición de lugar: imaginar el momento en que Jesús se aparece a su Ssma.
Madre.
c) Petición: que Dios me conceda grande alegría y gozo por la resurrección de Jesús.

Ejercicio de la memoria. Consiste en acompañar a la Virgen María en las distintas escenas


que se sucedieron desde la tarde del viernes hasta el domingo en la mañana:
• Después de sepultar a su Hijo, la Ssma. Virgen volvió a la ciudad,
acompañada del discípulo Juan y entró en la casa.
• Probablemente no quiso probar bocado esa tarde, ni en la noche.
• Entró en su habitación y cerró la puerta. Se quedó sola con sus
pensamientos, sus sentimientos, sus recuerdos y su inmensa tristeza.
• Es lo que el pueblo cristiano llama: la soledad de la Virgen María.
• Ella no se cansaría de repetir, una y otra vez, las distintas escenas de la
víspera: cuando se encontró con su hijo en la calle de la amargura; cuando
llegaron al Calvario; cuando lo desnudaron; cuando lo clavaron en la cruz;
sus últimas palabras, cuando expiró.

Meditación. Contemplar los sucesos del domingo en la mañana:


• La Virgen estaría llena de tristeza y sin poder comer ni dormir.
• Cuando, el domingo en la mañana, su cuarto se llena de luz y aparece, ante ella, su
querido Hijo resucitado.
• Desaparecen la tristeza y la angustia.
• Una paz total y una felicidad tranquila invaden su alma.
• Su Hijo está vivo y glorioso!
• Lleno de felicidad y de gloria.
• El alma de María se tranquiliza totalmente y se prepara para volver la fe a los
apóstoles.

Coloquio con la Virgen María.

Terminar con un Padre Nuestro.

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Día 3°: Aparición a las santas mujeres (Mt. 28, 1-11).

Preparación para la oración.

a) Presencia de Dios y oración preparatoria.


b) Composición de Lugar: imaginar cuando Jesús se aparece a las santas mujeres.
c) Petición: que Dios me conceda intensa alegría y gozo por la resurrección de Jesús.

Ejercicio de la memoria. Recordar la historia: Había un grupo de mujeres que


acompañaban a Jesús en sus correrías, lo servían y le ayudaban con sus bienes. Entre ellas
estaban: María Magdalena, Juana, María la mujer de Santiago, y Salomé. Estas mujeres no
habían quedado contentas con la manera como se había ungido el cuerpo de Jesús, a toda
carrera, el viernes en la tarde, cuando ya anochecía. Durante el sábado se consiguieron
aromas y perfumes para embalsamar bien el cuerpo de Jesús. El domingo en la mañana,
cuando ya se acercaban al sepulcro, un ángel bajó del cielo, retiró la piedra que cerraba el
sepulcro y se sentó encima. El ángel se dirigió a las mujeres y les dijo que no temieran, que
Jesús había resucitado; que dijeran a sus discípulos que él los precedería en Galilea.

Las mujeres volvían a Jerusalén con temor, pero llenas de gozo, cuando el mismo Jesús les
sale al encuentro y les da el saludo de paz. Ellas se llenan de gozo y le abrazan los pies.
Jesús les repite la indicación del ángel: que dieran el anuncio a los discípulos y que les
dijeran que en Galilea lo verían.

Meditación. La meditación consistirá en acompañar y seguir a las santas mujeres durante


todas estas escenas, pero deteniéndome donde hallare devoción. Escenas:
• El viernes, en la tarde, las mujeres no quedan contentas con la manera como se
ungió el cuerpo de Jesús. Durante el sábado consiguieron aromas y esencias, con el
propósito de ungir bien el cadáver.
• El domingo, al amanecer, van al sepulcro.
• Un ángel abre el sepulcro. Su rostro parece un relámpago y sus vestidos blancos
como la nieve. Los guardias caen aterrados.
• El ángel dice a las mujeres que no teman; que Jesús ha resucitado.
• Que avisen a sus discípulos.
• Las mujeres vuelven a Jerusalén.
• El mismo Jesús les sale al encuentro.
• Les da el saludo de paz.
• Ellas lo adoran. Le abrazan los pies.
• Jesús las envía donde sus discípulos.
• Las mujeres se llenan de paz y alegría.

Coloquio con las santas mujeres. Terminar con un Padre Nuestro.

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Día 4°: Aparición a María Magdalena (Jn. 20, 11-19).

Preparación para la oración.

a) Presencia de Dios y oración preparatoria, como de costumbre.


b) Composición de lugar: imaginar la aparición de Jesús resucitado a María
Magdalena.
c) Petición: Que Dios me conceda grande alegría y gozo por la resurrección de Jesús.

Ejercicio de la memoria. Recordar la historia: María Magdalena había ido, con las otras
mujeres, el domingo en la mañana, al sepulcro. Cuando las otras se devolvieron a
Jerusalén, ella se quedó sola, llorando al pie del sepulcro. Se asomó, y vio dos ángeles,
sentados donde había estado el cuerpo de Jesús. Ellos le preguntaron porqué lloraba; y ella
respondió: porque se han llevado a mi Señor y no sé dónde la han puesto.

María Magdalena se volvió y vio a Jesús, que estaba detrás de ella, pero no lo reconoció.
Creyó que era el hortelano y le dijo: señor, si tú te lo has llevado, dime dónde lo has puesto,
y yo me lo llevaré. Jesús le dijo: ¡María! Entonces ella lo reconoció y le dijo en arameo
Rabonni, que significa, Maestro. Jesús el dijo, suéltame, que todavía no he subido a mi
Padre. Pero ve y dile a mis hermanos que subo a mi Padre y a vuestro Padre, a mi Dios y a
vuestro Dios.

Meditación. La meditación es una oración de “seguimiento”, acompañando a María


Magdalena en las escenas de este relato y deteniéndome donde hallare devoción. Escenas:
• María Magdalena llega el domingo, muy de mañana, al sepulcro, con perfumes y
áloes, para embalsamar el cuerpote Jesús.
• Encuentra el sepulcro abierto y vacío.
• Se queda llorando fuera.
• Ve dos ángeles, sentados, donde había estado el cuerpo de Jesús.
• Los ángeles le preguntan porqué llora.
• Ella responde: “porque se han llevado a mi Señor y no sé dónde lo han puesto”.
• María da media vuelta y ve a Jesús, pero no lo reconoce.
• Jesús le pregunta: “mujer, ¿por qué lloras? ¿A quién buscas?”
• María piensa que es el hortelano y le pregunta por el cuerpo de Jesús.
• Jesús el dice: “¡María!”
• Entonces ella reconoce a Jesús y le dice: “Rabboni”, que significa Maestro.
• Jesús le dice: “suéltame, porque todavía no he subido a mi Padre”.
• “Ve y dile a mis hermanos que subo a mi Padre y a su Padre, a mi Dios y a su
Dios”.
• En María Magdalena pasa el dolor y la angustia y se llena de paz y alegría.

Coloquio con María Magdalena y acabar la oración con un Padre Nuestro.

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Día 5°: Aparición a Simón Pedro (Lc. 24, 34).

Preparación para la oración.

a) Presencia de Dios y oración preparatoria, como de costumbre.


b) Composición de lugar: imaginar el momento en el que el Señor Jesús se aparece a
Simón Pedro.
c) Petición: que Dios me conceda alegría y gozo de tanta gloria y gozo del Señor Jesús
resucitado.

N. B.: De la aparición de N. S. Jesucristo a Simón Pedro tenemos, únicamente, el versículo


de S. Lucas (Lc. 24, 34), en el que se nos dice, solamente, que Jesús se apareció a Simón,
pero no se nos da ningún detalle de esa aparición. En la meditación, pues, nos valdremos
de otros detalles que nos son conocidos por el testimonio de los Stos. Evangelios.

Meditación. La meditación se hará a manera de un seguimiento de la vida de Simón Pedro


desde la tarde del jueves santo hasta la mañana de la resurrección, pero deteniéndome en la
escena en la que hallare devoción. Escenas:
• En la última cena el Señor predice a Simón pedro que lo negará tres veces.
• En el Huerto de los Olivos Simón Pedro se duerme, no logra hacer oración.
• Por ello el Señor lo reprende a él y a sus compañeros.
• Cuando pusieron preso a Jesús, Pedro lo sigue de lejos.
• Pedro logra entrar al patio del palacio de los sumos sacerdotes.
• Allí lo reconoce una criada, y Pedro niega a Jesús por primera vez.
• Pedro se acerca al fuego. Allí otro lo reconoce y Pedro vuelve a negar a Jesús.
• Después de un tiempo, otro afirma que Pedro es de los discípulos de Jesús. Pedro
niega a Jesús por tercera vez. Se oye el canto del gallo.
• Entonces Pedro se acuerda de la predicción de Jesús. Se sale del palacio y llora
amargamente.
• De acuerdo a la tradición, Pedro lloró sus negaciones durante toda su vida.
• En la mañana de la resurrección, Pedro se conmueve ante la noticia de la mujeres,
que vieron resucitado a Jesús.
• Después oye el relato de la Magdalena. Ella, también, ha visto a Jesús resucitado.
• Va al sepulcro, con Juan, y lo encuentra vacío. Pedro se llena de ansiedad.
• Ese mismo Día, el Señor se aparece a Pedro.
• El alma de Pedro se llena de consuelo, de alegría y de paz.

Coloquio con el apóstol Pedro, conversando con él lo que mi afecto me indicare. Terminar
la oración rezando un Padre Nuestro de manera pausada.

N.B.: El sábado y el domingo se hace repetición de alguna de las meditaciones de esta


semana.
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SEGUNDA SEMANA
Del quinto mes.

Día 1°: Los discípulos de Emaús (Lc. 24, 13-36).

Preparación para la oración.

a) Presencia de Dios y oración preparatoria, como de costumbre.


b) Composición de lugar: imaginar a Jesús caminando con los discípulos de Emaús.
c) Petición: que Dios me conceda alegría y gozo por la resurrección de su Hijo.

Ejercicio de la memoria. Recordar la historia: ese mismo domingo, de la resurrección, dos


discípulos de Jesús volvían a su pueblo, llamado Emaús. Por la mañana, habían oído el
testimonio de las mujeres, que decían que Jesús había resucitado. También habían oído el
testimonio de Juan y Pedro que fueron al sepulcro y lo encontraron vacío. Pero, a pesar de
esto, esos dos discípulos habían perdido la esperanza y la fe y volvían a su tierra llenos de
tristeza y abatimiento. Hablaban de lo que tenían en el corazón: de los terribles
acontecimientos de la pasión del Señor. El mismo Jesús se hizo encontradizo con ellos y
les preguntó de qué hablaban y porqué estaban tristes. Uno de los dos, llamado Cleofás,
explicó a Jesús su situación: habían esperado en Jesús, pero ahora todo estaba acabado.
Jesús los reprendió por su falta de fe y les explicó las escrituras para que entendieran que el
Mesías tenía que padecer para entrar en su reino. Llegaron a Emaús y Jesús hizo ademán
de pasar adelante; pero ellos lo retuvieron. Sentados a la mesa, al partir el pan, lo
reconocieron.

Meditación. La meditación consiste en acompañar a los discípulos de Emaús durante todo


este episodio. Las escenas principales son las siguientes:
• Esos discípulos habían creído que Jesús era el Mesías. Pero ellos esperaban al
Mesías como un rey triunfante.
• Con la crucifixión de Jesús se habían acabado sus esperanzas.
• Habían oído el testimonio de las mujeres de que Jesús había resucitado.
• Oyeron el testimonio de Juan y Pedro diciendo que el sepulcro estaba vacío.
• Pero no creyeron y volvían a su tierra tristes y desilusionados.
• Por el camino hablaban de Jesús.
• Jesús se hace el encontradizo. Los reprende por su falta de fe.
• Les explica las escrituras: el Mesías tenía que padecer, para entrar en su reino.
• Hace ademán de pasar adelante, pero ellos lo detienen.
• Al partir el pan lo reconocen y su corazón se llena de paz y de inmensa alegría.

Coloquio. El coloquio se puede hacer con los discípulos de Emaús. Terminar con un Padre
Nuestro.

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Día 2°: Primera aparición a los discípulos (Lc. 24, 36-44 y Jn. 20, 19-24).

Preparación para la oración.

a) Presencia de Dios y oración preparatoria, como de costumbre.


b) Composición de lugar: imaginar esta primera aparición a los discípulos, reunidos en
el cenáculo y sin la presencia de Tomás.
c) Petición: que Dios me conceda grande alegría y gozo por tanta gloria y gozo del
Señor resucitado.

Ejercicio de la memoria. Consiste en recordar la historia: Los discípulos de Emaús se


volvieron a Jerusalén y encontraron al grupo de los apóstoles en gran expectativa, porque
Jesús se había aparecido a Pedro. Ellos, por su parte, contaron cómo Jesús se les apareció
en el camino.

El grupo apostólico estaba en plena agitación, con estas noticias, cuando Jesús se apareció
en medio de ellos y les dijo: la paz sea con vosotros. Como mi Padre me envió, así yo os
envío a vosotros. Sopló sobre ellos y les dijo: recibid el Espíritu Santo; a quienes perdonéis
los pecados, les quedan perdonados; y a quienes se los retengáis, les quedan retenidos.

Como los apóstoles no acababan de entender, por el estupor, Jesús les mostró las manos y
el costado. Luego les dijo: ¿tenéis algo de comer? Ellos le ofrecieron un trozo de pez
asado. Jesús lo comió delante de ellos.

Meditación. La meditación se hace como un seguimiento a los discípulos en las distintas


escenas de este relato:
• Las mujeres cuentan que Jesús se les ha aparecido. Los apóstoles no creen.
• María Magdalena dice que habló con Jesús resucitado. Los apóstoles no creen.
• Pedro y Juan van al sepulcro y lo encuentran vacío. Empieza la expectativa.
• Jesús se aparece a Pedro. La palabra de un hombre ya era de fiar.
• Los discípulos de Emaús cuentan que Jesús se le ha aparecido. Gran expectativa.
• Jesús se aparece a los apóstoles.
• Les da su saludo de pascua: la paz sea con vosotros!
• Sopla sobre ellos y dice: “recibid al Espíritu Santo”.
• Les concede el poder de perdonar los pecados.
• Los apóstoles no acaban de creer por el estupor en que estaban.
• Les muestra las manos y el costado.
• Come delante de ellos.

Coloquio, con los apóstoles.

Terminar rezando de manera pausada un Padre Nuestro.

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Día 3°: Segunda aparición a los discípulos. Ya con Tomás (Jn. 20, 24-30).

Preparación para la oración.

a) Presencia de Dios y oración preparatoria, como de costumbre.


b) Composición de lugar: Imaginar el momento en que Jesús resucitado se dirige a
Tomás y le pide que introduzca su dedo en las heridas de sus manos.
c) Petición: que Dios me conceda grande alegría y gozo por la gloria del resucitado.

Ejercicio de la memoria. Recordar la historia: cuando se apareció el Señor, a sus


discípulos, por primera vez, Tomás no estaba con ellos. Cuando Tomás volvió, los otros
discípulos le dijeron que habían visto al Señor; pero Tomás respondió: si no meto mi dedo
en las heridas de sus manos, y si no meto mi mano en la herida de su costado, no creeré.

A la semana siguiente volvió el Señor, y ya Tomás estaba con el grupo. Jesús primero les
dirigió su saludo pascual: ¡que la paz esté con vosotros! Luego se dirigió a Tomás y le dijo:
mira las heridas de mis manos; y trae tu mano y métela en mi costado. Tomás respondió:
¡Señor mío y Dios mío! Y Jesús le dijo: porque me has visto, has creído, Tomás.
Bienaventurados los que crean sin haber visto.

Meditación. La meditación consiste en acompañar al apóstol Sto. Tomás en todas las


escenas de este relato y demorándome donde hallare devoción.
• Tomás no estaba presente en la primera aparición.
• Cuando vuelve, los compañeros le dicen que han visto al Señor.
• Tomás responde: “si no meto mis dedos en las heridas de sus manos y si no meto mi
mano en la herida del costado, no creeré”.
• A la semana siguiente se vuelve a aparecer el Señor.
• Todos quedan llenos de paz y de alegría.
• Tomás está presente.
• Jesús, primero les dirige su saludo pascual: ¡que la paz esté con vosotros!
• Luego se dirige a Tomás y le dice: “mira les heridas de mis manos. Y trae tu mano
y métela en mi costado”.
• No seas incrédulo, sino creyente.
• Tomás dice: “Señor mío y Dios mío!”
• Jesús responde: “porque me has visto has creído. Bienaventurados los que crean sin
haber visto”.

Coloquio con el apóstol Sto. Tomás sobre los temas que me inspirare mi afecto.

Terminar la oración rezando un Padre Nuestro de manera pausada.

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Día 4°: Aparición en el Lago de Galilea (Jn. 21, 1-15).
(Primera parte)

Preparación para la oración.

a) Presencia de Dios y oración preparatoria, como de costumbre.


b) Composición de lugar: imaginar la escena.
c) Petición: que Dios me conceda grande alegría y gozo por la gloria de Jesús
resucitado.

Ejercicio de la memoria. Recordar la historia: Los discípulos habían regresado a Galilea.


Ya sabían que Jesús había resucitado y que se les aparecería allí, en Galilea. Estaba un
grupo de ellos con Simón Pedro. De pronto Pedro resuelve ir a pescar y los otros lo
acompañan. Pero aquella noche no cogieron nada.

Por la mañana, Jesús los esperaba en la playa, pero ellos no lo reconocieron. Jesús les
pregunta si tienen algo de comer. Ellos responden con un no!, seco. Jesús les dice que
echen las redes a la derecha. Las echaron, y no las podían sacar por la multitud de peces
que habían cogido. Los compañeros, de la otra barca, tuvieron que venir a ayudarlos.

El discípulo amado de Jesús dijo a Pedro: ¡es el Señor! Pedro se vistió la túnica y se echó
al agua. Entre tanto, llegaron las dos barcas con l53 peces grandes. Jesús había preparado
brasas y un pez; pero pidió que trajeran de los peces que habían cogido y preparó desayuno
para todos.

Meditación. La meditación se hace como un seguimiento a Simón Pedro en las distintas


escenas de aquella jornada:
• Está un grupo de apóstoles junto al Lago de Galilea. Están sin programa.
• Pedro resuelve ir a pescar. Lo acompañan todos.
• Esa noche no cogieron nada.
• Desde la orilla alguien pregunta si tienen algo que comer.
• Ellos responden no!
• El desconocido pide que echen la red a la derecha.
• La echan y se llena de peces grandes.
• Juan dice a Pedro que es el Señor.
• Pedro se pone su túnica y se echa al agua.
• Llegan a la orilla las dos barcas llenas de peces
• Jesús había preparado brasas y un pez.
• Pide que traigan de las peces recién cogidos y prepara desayuno para todos.

Coloquio con el apóstol Pedro sobre lo que nuestro afecto nos indicare. Terminar con un
Padre Nuestro rezado de manera pausada.

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Día 5°: Aparición en el Lago de Galilea (Jn. 21, 15-25).
(Segunda parte)

Preparación para la oración.

a) Presencia de Dios y oración preparatoria, como de costumbre.


b) Composición de lugar: imaginar a Jesús, junto al lago, conversando con sus
apóstoles.
c) Petición: que Dios me conceda grande alegría y gozo por la gloria de Jesús
resucitado.

Ejercicio de la memoria. Recordar la historia: junto al lago de Galilea, Jesús preparó


desayuno para sus discípulos. Después de que comieron, se apartó del grupo y preguntó a
Pedro: ¿me amas más que estos? Pedro respondió con modestia: sí, Señor, tú sabes que te
amo. Jesús le dijo: apacienta mis corderos. Por segunda vez le preguntó: ¿Simón, me
amas? Pedro volvió a responder: sí, Señor, tú sabes que te amo. Jesús le respondió:
apacienta mis ovejas. Por tercera vez volvió a preguntar Jesús: Simón, hijo de Juan, ¿me
amas? Pedro se entristeció de que Jesús le preguntara por tercera ves, y respondió: Señor,
tú lo sabes todo, tú sabes que te quiero. Jesús le dijo: apacienta mis ovejas.

Después dijo a Pedro: cuando eras joven, tú mismo te ceñías e ibas donde querías, pero
cuando seas viejo, otro te ceñirá y te llevará donde no quieras. Juan había seguido a Jesús y
a Pedro. Pedro, pues, preguntó a Jesús: y este qué? Jesús le respondió: si yo quiero que se
quede así hasta que yo vuelva, a ti qué! Tú, sígueme. (Leer el texto en el Evangelio).

Meditación. La meditación se hace acompañando a Simón Pedro en las distintas escenas de


este relato, y demorándome donde hallare devoción.
• Jesús y sus apóstoles comen juntos, a la orilla del lago.
• Jesús pregunta a Pedro: “¿me amas?
• Pedo responde afirmativamente.
• Jesús le dice: “apacienta mis corderos”.
• Por segunda vez pregunta a Pedro: “¿me amas?”
• Nueva respuesta afirmativa de Pedro.
• Jesús le dice: “apacienta mis ovejas”.
• Por tercera vez pregunta Jesús a Pedro: “¿me amas?”
• Pedro se entristece. Pero responde afirmativamente.
• Jesús le confiere el sumo pontificado y le dice: “apacienta mis ovejas”.
• Después, predice a Pedro su martirio.

Coloquio con el apóstol Pedro, o con el mismo Jesús, y terminar con un Padre Nuestro.

N.B.: El sábado y el domingo, hacer repetición de alguna de las meditaciones.


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TERCERA SEMANA
Del quinto mes.

Día 1°: La ascensión de N. S. Jesucristo (Lc. 24, 44ss y Hech. 1, 6-12)

Preparación para la oración.

a) Presencia de Dios y oración preparatoria, como de costumbre.


b) Composición de lugar: imaginar el momento en que Jesús va ascendiendo al cielo.
c) Petición: que Dios me conceda alegría y gozo por la gloria del Señor Jesús.

Ejercicio de la memoria. Recordar la historia: de Galilea, los discípulos volvieron a


Jerusalén. Allí se les apareció Jesús: les explicó las Escrituras, sobre su pasión; les dio sus
últimas instrucciones y los envió a predicar por todo el mundo.

Después, salió con ellos de Jerusalén hacia el Monte de los Olivos. Al llegar allí, les dio su
bendición y, delante de ellos, fue ascendiendo al cielo. Una nube lo tapó de su vista.
Entonces, dos ángeles se dirigieron a los apóstoles y le dijeron: varones de Galilea, ¿porqué
estáis mirando al cielo? Ese Jesús, que subió al cielo, volverá como lo habéis visto subir.
(Leer los textos de la Biblia y repetirlos con todo cuidado).

Meditación. La meditación consiste en acompañar a los apóstoles a lo largo de todo este


episodio, pero deteniéndome donde hallare devoción. Escenas principales:
• Jesús se aparece a sus discípulos, en Jerusalén y les explica las Escrituras.
• El Cristo tenía que padecer para entrar en su reino.
• Da a sus apóstoles sus últimas instrucciones.
• Les dice que se queden en Jerusalén esperando al Espíritu Santo.
• Los envía a predicar por todo el mundo.
• Después, sale, con sus discípulos de la ciudad de Jerusalén y se dirige al Monte de
los Olivos.
• Al llegar, bendice a sus apóstoles.
• Delante de ellos, Jesús va ascendiendo al cielo hasta que una nube lo oculta de su
vista.
• Dos ángeles dicen a los apóstoles que ese mismo Jesús, que subió al cielo, volverá,
como lo han visto subir.

Coloquio con los apóstoles, cuando veían a Jesús subir al cielo.

Terminar con un Padre Nuestro.

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Día 2°: Pentecostés (Hech. 2, 1-12).

Preparación para la oración.

a) Presencia de Dios y oración preparatoria, como de costumbre.


b) Composición de lugar: imaginar el momento en el que el Espíritu Santo desciende
sobre los apóstoles en forma de lenguas de fuego.
c) Petición: que Dios me conceda, conocimiento, amor y agradecimiento al Espíritu
Santo.

Ejercicio de la memoria. Recordar la historia: Para la fiesta de Pentecostés, se reunieron


los apóstoles. De pronto se oyó un ruido, muy fuerte, que venía del cielo, como un viento
impetuoso. Entonces aparecieron lenguas, como de fuego, que se posaron sobre sus
cabezas. Todos quedaron llenos del Espíritu Santo y empezaron a hablar en distintas
leguas. La gente se admiraba al escucharlos hablar en distintas lenguas. Cada uno los oía
hablar en su propio idioma. Entonces los apóstoles, que estaban encerrados por miedo a los
judíos, se llenaron de fortaleza: abrieron las puertas y empezaron a predicar a Jesús, aunque
ello les costara la vida.

Meditación. La meditación se hace acompañando a los apóstoles a lo largo de este relato,


pero deteniéndome donde hallare devoción.
• Jesús, en su ascensión, había recomendado a los apóstoles que no se apartaran de
Jerusalén. Que esperaran al Espíritu Santo.
• El día de Pentecostés, los apóstoles se hallaban reunidos, haciendo oración.
• De pronto se oyó un ruido, como de un viento muy fuerte, que conmovió la casa.
• Aparecieron como lenguas de fuego sobre la cabeza de cada uno de ellos.
• Se llenaron del Espíritu Santo.
• Empezaron a hablar distintas lenguas.
• Los apóstoles, que eran ignorantes, se llenaron de sabiduría.
• Los que estaban llenos de miedo, se llenaron de fortaleza.
• Abrieron las puertas
• Salieron a predicar a Jesús con gran valor.
• Este mismo Espíritu Santo lo recibimos nosotros en el bautismo.
• Es el que nos enseña a Jesús.
• Habla en nuestro corazón.
• Nos reprende si obramos el mal.
• Nos anima, si estamos decaídos.
• En la Iglesia ilumina al papa y a los obispos.

Coloquio con el Espíritu Santo, que está en nuestro interior. Acabar con un Padre Nuestro.

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Día 3°: La Santa Iglesia. Presencia de Cristo entre nosotros.

Preparación para la oración.

a) Presencia de Dios y oración preparatoria, como de costumbre.


b) Composición de lugar: recordar la iglesia de mi barrio, o de mi pueblo, un día
domingo, durante la santa Misa.
c) Petición: que Dios me conceda aprecio de las otras personas.

Ejercicio de la memoria. Recordar la historia: N. S. Jesucristo convivió con sus apóstoles;


los instruyó; les dio los poderes necesario para gobernar la Iglesia; los mandó a predicar por
todo el mundo; y les prometió que él estaría con ellos hasta el fin de los siglos. Los
apóstoles, después de que recibieron al Espíritu Santo, salieron a predicar por toda la tierra.
Fueron fundando Iglesias en las distintas ciudades. Les trasmitieron el mensaje de Jesús y
organizaron las comunidades. La Iglesia se extendió por todo el mundo, como presencia de
Jesús. La Iglesia se ha ido purificando a lo largo de los siglos. En la Edad Antigua, sufrió
las persecuciones romanas, que duraron siglos. En la Edad Media, sufrió la ignorancia y el
salvajismo de los pueblos bárbaros; pero también disfrutó de los ejemplos y la predicación
de santos admirables. En la Edad Moderna, se extiende por América, Asia y África. En los
tiempos actuales, las Iglesia es purificada por distintas tendencias que la quieren marginar
de la cultura. Así llega la Iglesia hasta nosotros, como presencia de Jesús.

Meditación. La meditación se hace siguiendo la historia de la Iglesia, como presencia de


Jesús entre nosotros. Principales acontecimientos:
• Jesús llama a sus apóstoles; convive con ellos, los instruye. (Es la primera Iglesia).
• Les da los poderes necesario para que gobiernen la Iglesia.
• Los apóstoles salen a predicar por toda la tierra.
• Fundan Iglesias por las distintas ciudades.
• Los sucesores de los apóstoles continúan su trabajo de gobernar y de extender la
obra de Cristo por todo el mundo.
• En la Edad Antigua, la Iglesia sufre las terribles persecuciones romanas, que
duraron siglos. Muchos, tal vez miles, sufrieron el martirio.
• En la Edad Media, la Iglesia padece la ignorancia y el salvajismo de los pueblos
bárbaros; pero los transforma en cristianos.
• En esa misma Edad, Dios concede a la Iglesia santos admirables.
• En la Edad Moderna, la Iglesia se extiende por América, Asia y África. Esas tierras
también son regadas por la sangre de numerosos mártires.
• En los tiempos actuales, hay tendencias preocupantes, como la indiferencia, el
ateísmo y el secularismo.
• Meditar en mi Iglesia actual. En mi parroquia. Los fieles son hijos de Dios y Cristo
habita en ellos.

Coloquio con Jesús, presente en los fieles de mi a parroquia. Terminar con un Padre
Nuestro.
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Día 4°: La Santa Iglesia. Dispensadora de los dones de Cristo.

Preparación para la oración.

a) Presencia de Dios y oración preparatoria, como de costumbre.


b) Composición de lugar: imaginar a la iglesia de mi parroquia, durante una misa, en
día domingo.
c) Petición: que Dios me conceda amor a la Sta. Iglesia.

Ejercicio de la memoria. Recordar la historia: N. S. Jesucristo nos trajo dones


extraordinarios: el perdón de los pecados; el ser hijos adoptivos de Dios; la herencia del
reino de los cielos; el Espíritu Santo, etc.

Meditación. La meditación consiste en ir recordando los dones de Cristo que hemos


recibido por medio de la Iglesia. Recordemos algunos:
• El bautismo. Siendo todavía muy niños, antes del uso de razón, nuestro padres nos
trajeron a la iglesia. Allí recibimos el bautismo y con él:
• La adopción de hijos de Dios;
• La herencia del reino de los cielos;
• Y la gracia santificante, que es una participación de la naturaleza divina.
El sacramento de la confesión:
• Como perdón de mis pecados;
• Como restablecimiento de la gracia santificante;
• Como principio de alegría y paz espiritual
La Eucaristía:
• Como memorial de la muerte de Cristo, en la Sta. Misa;
• Como alimento de mi alma,
• Como presencia permanente de Jesús, en medio de nosotros.
El matrimonio:
• Como fuente de las alegrías más bellas;
• Y como principio de superación humana y de santificación cristiana.
Los santos Evangelios.
• Con la luz de Cristo.
• Con el consuelo del alma.
El sacerdocio cristiano, que ha llegado hasta nuestros días.
La vida consagrada, dedicada a la salvación y santificación de los hombres.

Coloquio con el Señor Jesús, presente en la Iglesia. Terminar con un Padre Nuestro.

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Día 5°: La Santa Iglesia, dispensadora de la luz de Cristo.

Preparación para la oración.

a) Presencia de Dios y oración preparatoria, como de costumbre.


b) Composición de lugar: imaginarme a mí mismo, en un lugar elevado, contemplando
el mundo.
c) Petición: que yo mire todas las cosas a la luz de Cristo.

Ejercicio de la memoria. N. S. Jesucristo trajo al mundo verdades que iluminan la vida


toda y el universo. La Santa Iglesia es la depositaria de esas verdades y nos las trasmite en
su predicación y en su enseñanza.

Ejercicio del entendimiento. Consiste en ir recordando y meditando las grandes verdades


que nos trajo N. S. Jesucristo:

El sentido de nuestra existencia y de toda nuestra vida. Antes de N. S. Jesucristo el sentido


de nuestra vida era ella misma. Es decir, la vida era para vivirla y para disfrutarla, sin una
finalidad ulterior. Después de la resurrección de N. S. Jesucristo, la vida adquiere un
nuevo sentido: la finalidad de la presente vida es conseguir la vida eterna. Este mundo y
esta vida no son nuestra finalidad sino que son, solamente, el camino para la vida eterna.

La redención. N. S. Jesucristo, con su muerte, redimió al mundo. Nuestros pecados


pueden ser perdonados en el sacramento de la confesión. Fundamentalmente, el mundo ya
está redimido y ya volvió a la amistad con Dios.

La dignidad humana. Antes de N. S. Jesucristo la dignidad humana procedía de que tenía


un alma espiritual. Con N. S. Jesucristo se añadió a la dignidad humana algo
inmensamente superior: que ahora el hombre es hijo de Dios, familia de Dios y heredero
del reino de los cielos.

La fraternidad humana. Antes de N. S. Jesucristo no había porqué los hombres se amaran


los unos a los otros. Máxime cuando eran de culturas distintas, de pueblos distintos, de
razas distintas y de facciones distintas. Después de N. S. Jesucristo todos los hombres
pasamos a ser hijos de Dios, es decir, hermanos y, por tanto, nos debemos amar los unos a
los otros.

Dios es nuestro Padre. Antes de N. S. Jesucristo, Dios era un Dios distante, un Dios terrible
que hizo temblar el monte Sinaí y hablaba con la voz del trueno. Era el Dios terrible y
justiciero. Después de N. S. Jesucristo el Dios del cielo pasó a ser nuestro Padre, con el
cual debemos mantener relaciones filiales de amor y de comunicación.

Coloquio con N. S. Jesucristo y acabar con un Padre Nuestro.


N.B.: Sábado y domingo, repetir algunas de las meditaciones de la semana.

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CUARTA SEMANA
Del quinto mes.

Día 1°: Contemplación para alcanzar amor. (I)

Preparación para la oración.

a) Presencia de Dios y oración preparatoria, como de costumbre.


b) Composición de lugar: sentirme a mí mismo delante de Dios, Padre Hijo y Espíritu
Santo, y de todos los ángeles y santos, que ruegan por mí.
c) Petición, que yo corresponda, con mi amor, a tanto bien recibido del Señor.

Ejercicio de la memoria. Recordar las dos observaciones, que trae S. Ignacio, sobre el
amor: primera, que el amor consiste más en obras que en palabras. Segunda, que el amor
consiste en comunicación de dones, es decir, en dar el amado al amante de lo que tiene y
puede, y viceversa, el amante al amado.

Meditación. La meditación consistirá en recordar lo que he recibido de Dios pues, si he


recibido mucho, es porque Dios me ama mucho. En esta primera parte de la
“Contemplación para alcanzar amor”, se recuerdan los dones naturales:

La creación del universo. Hace varios miles de millones de años, el Señor Dios creó, de la
nada, la esfera de energía pura que, al estallar, formó este inmenso y maravilloso universo,
en que vivimos, con sus millones de galaxias, cada una de ellas, con miles de millones de
estrellas. Todo eso para mí, para que yo pudiera existir.

La formación de la tierra. Hace unos cinco mil millones de años, el Señor Dios formó esta
tierra con fragmentos de estrellas ya fenecidas. Dotó a la tierra de todos los elementos, le
dio el justo tamaño y la colocó a la justa distancia del sol.

La formación de la vida. Hace más de mil millones de años, el señor Dios formó los
primeros seres vivientes. Después, por medio de la evolución, formó los distintos
protozoarios, las plantas, con sus flores y sus frutos, más la enorme cantidad de animales de
toda especie.

El hombre. Como culminación de su evolución, el Señor Dios formó al hombre, con un


cuerpo de una perfección tal, que la ciencia no ha acabado de investigar; con unos sentidos
admirables; y con un alma dotada de inteligencia y voluntad.

La sociedad y la cultura. Al hombre no lo formó solo. Lo formó en comunidades. De esta


manera dio comienzo a la cultura con sus ciencias, sus artes y sus técnicas.

Coloquio: rezar, pausadamente, la oración de S. Ignacio que figura en la página siguiente.

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ORACIÓN DE S. IGNACIO.

“Tomad, Señor, y recibid


toda mi libertad
mi memoria,
mi entendimiento,
y toda mi voluntad,
todo mi haber y mi poseer;
Vos me lo disteis,
A Vos, Señor, lo torno;
Todo es vuestro;
Disponed de todo a vuestra voluntad
Dadme vuestro amor y gracia
Que esto me basta.
Día 2°: Contemplación para alcanzar amor. (II)

Preparación para la oración.

a) Presencia de Dios y oración preparatoria, como de costumbre.


b) Composición de lugar: sentirme a mí mismo delante de la Santísima Trinidad y de
todos lo ángeles y santos, que están rogando por mí.
c) Petición: que yo corresponda, con mi amor, a tanto bien recibido de Dios.

Ejercicio de la memoria. Recordar las dos observaciones que trae san Ignacio sobre el
amor: primera, que el amor consiste más en obras que en palabras. Segunda, que el amor
consiste en comunicación de dones, es decir, en dar el amante al amado de lo que tiene y
puede y viceversa, el amado al amante.

Meditación. La meditación consiste en ir recordando lo que he recibido de Dios. En la


meditación pasada recordamos los dones naturales; ahora pasaremos a considerar los dones
sobrenaturales que hemos recibido de Dios:

La revelación. Desde hace unos 4000 años empezó Dios a revelarse, en los tiempos de
Abraham. Envió primero a los patriarcas; después a los jueces; después a los profetas,
sabios y santos, que instruyeron al pueblo durante unos 2.000 años.

La encarnación. Llegada la plenitud de los tiempos, envió Dios a su Hijo único, para que se
hiciera hombre y naciera de una mujer para redimirnos, instruirnos y darnos ejemplo de
vida. El gran don de Dios a la humanidad, fue N. S. Jesucristo, que vivió entre nosotros,
habitó en nuestras casas, usó ropas humanas, habló una de nuestras lenguas, y perteneció a
una de nuestras culturas.

La redención. N. S. Jesucristo, con su vida, pero principalmente con los dolores de su


pasión y de su muerte, nos redimió del pecado y nos abrió las puerta del cielo.

La Santa Eucaristía. N. S. Jesucristo ha perpetuado su sacrificio en la Sta. Misa; se ha


quedado en nuestros sagrarios; ha querido ser compañero de nuestras vidas y alimento de
nuestras almas.

El Espíritu Santo. El Señor Jesús nos envió, desde el cielo, al Espíritu Santo, para que
habite en nuestros corazones, nos conduzca por el sendero de la vida; nos lleve a la vida
eterna; y para que, conduzca y guíe la Iglesia a lo largo de la historia.

Coloquio: rezar la oración de S. Ignacio, de la página anterior.

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Día 3°: Contemplación para alcanzar amor. (III)

Preparación para la oración.

a) Presencia de Dios y oración preparatoria, como de costumbre.


b) Composición de lugar: sentirme delante de la Ssa. Trinidad y delante de todos los
ángeles y santos que oran por mí.
c) Petición: que yo corresponda, con mi amor, a tanto bien recibido de Dios.

Meditación. Considerar cómo Dios habita en todas las cosas, de la siguiente manera:

La luz. El Señor Dios habita en la luz que llega a mis ojos desde el sol o desde las estrellas
a la distancia de muchos millones de kilómetros. Esa luz inunda la tierra, produce la
variedad de los colores, recrea mis ojos y alegra mi vida.

El aire. El Señor Dios habita en el aire que me rodea por todas partes, que penetra en mis
pulmones, que aporta el oxígeno que va a todas mis células, que sostiene mi vida y que
hace habitable la tierra.

La tierra. Dios, nuestro Señor, habita en la tierra que yo piso, que sostiene mi cuerpo y mi
casa, que da vida a las plantas y a los animales, de los cuales proceden mis vestidos y mis
alimentos.

El agua. Nuestro Señor habita en el agua que llena los océanos, que viaja por las nubes,
que cae a la tierra en forma de lluvia, que llena los depósitos subterráneos de la tierra, que
brota en la fuentes, que canta en las quebradas, y que sostiene la vida.

Las plantas. Hay muchos miles de variedades de plantas. Todas ellas indispensables o, por
lo menos, útiles para el hombres. El Señor Dios habita en todas ellas.

Los animales. Hay miles de especies y variedades de animales. Todas admirables.


Nosotros, los hombres, vivimos de ellos. El Señor habita en todos ellos. En los
protozoarios, los insectos, las aves, los ganados y hasta en mis mascotas.

Mi cuerpo. El señor Dios habita en mi cuerpo, en todas sus células, en mi sangre, mis
músculos, mis huesos, mi cerebro, mi corazón y en todos mis admirables sentidos.

Coloquio: rezar la oración de S. Ignacio, de la página 112.

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Día 4°: Contemplación para alcanzar amor. (IV)

Preparación para la oración.

a) Presencia de Dios y oración preparatoria, como de costumbre.


b) Composición de lugar: sentirme a mí mismo en la presencia Dios, Padre, Hijo y
Espíritu Santo, y de todos los ángeles y santos, que ruegan por mí.
c) Petición: que yo corresponda con mi amor, al inmenso amor que Dios me tiene.

Meditación. Considerar cómo Dios actúa en todas las cosas. Al fin y al cabo la actividad
del universo no es más que una participación de la actividad de Dios. Hacer las siguientes
consideraciones:

En las estrellas. En el interior de cada una de las estrellas se suscita una energía
equivalente a muchos millones de bombas atómicas. Valiéndose de esa energía, el Señor
Dios va sintetizando todos los elementos del universo, desde los gases, como el oxígeno,
hasta los metales como el hierro, el cobre o el zinc. Como resultado de esa fusión, cada una
de las estrellas lanza al espacio cantidades inimaginables de luz, de calor y de toda clase de
radiaciones. El Señor Dios es el que hace todo eso.

En la tierra. En la tierra la actividad de Dios es enorme: con su oxígeno permite que todos
los vivientes respiremos; con su luz y su calor da alimento a las plantas; con las sustancias
del suelo las nutre. Él multiplica las células de todos los organismos.

En mi cuerpo. El Señor Dios lleva su oxígeno a todas las células de mi organismo, por
medio de mi respiración; y, por medio de mi asimilación, nutre mi cuerpo con sus
sustancias vitales.

En mis sentidos. Por medio de mis ojos, el Señor Dios lleva a mi cerebro las imágenes de
todas las cosas; por medio de mi oído me permite percibir todas las armonías del universo;
por mis otros sentidos puedo percibir aspectos diversos de la realidad; por mi palabra me
comunico con los demás y se echan las bases de la sociedad.

En mi inteligencia. El Señor Dios suscita en mi mente todas mis ideas y las combina para
formar todas las ciencias. No puedo tener idea alguna sin la colaboración de Dios.

En el amor. El Señor Dios hace brotar la llama del amor en el pecho de los novios; él une a
los esposos y da su amor a los padres y a los hijos.

Coloquio: rezar la oración de S. Ignacio, de la página 112.

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Día 5°: Contemplación para alcanzar amor (V).

Preparación para la oración.

a) Presencia de Dios y oración preparatoria, como de costumbre.


b) Composición de lugar: sentirme en presencia de toda la corte celestial: Padre, Hijo y
Espíritu Santo, más todos sus ángeles y santos que ruegan por mí.
c) Petición: que yo corresponda, con mi amor, al inmenso amor de Dios.

Ejercicio de la memoria. Consiste en recordar cómo todas las perfecciones que existen en
el universo descienden de Dios, como de su fuente.

Meditación. La meditación consistirá en ir viendo algunas de las perfecciones que existen


en el universo, e ir recordando que ellas descienden de Dios.

El amor. El amor de los novios, el amor de los esposos, el amor de las madres, el amor de
los hijos, el amor con que cuidamos todas las cosas, todo ese río de amor desciende de
Dios.

Los conocimientos. Los hombres han ido acumulando conocimientos desde el origen de la
humanidad. Hoy, el acervo de los conocimientos es enorme. Nos admira hasta dónde ha
llegado el hombre con sus conocimientos. Los avances en todas las ciencias son
admirables. Pero todo ese conocimiento no es más que una participación del conocimiento
de Dios.

La bondad. Es verdad que en la humanidad ha existido mucha maldad y que se han


cometido crímenes abominables. Pero esas son excepciones. El conjunto de la humanidad
camina por los senderos de la bondad: bondad en la familia; bondad en el trabajo; bondad
entre los amigos; bondad en la sociedad. Toda esa bondad procede de Dios.

La belleza. Todos los hombres nos hemos extasiado ante la belleza de una noche
estrellada; de un amanecer; de un crepúsculo; de un paisaje; de una flor; de un árbol; de una
mariposa; de un niño; de todos los seres. Verdaderamente que Dios ha derramado su
belleza sobre todos los seres en cantidades abrumadoras.

Coloquio. Terminar la meditación recitando la oración de S. Ignacio:


“Tomad, Señor y recibid
toda mi libertad, mi memoria, mi entendimiento
y toda mi voluntad,
todo mi haber y mi poseer.
Vos me los disteis, a Vos, Señor, lo torno.
Todo es vuestro,
Disponed de todo a lustra voluntad.
Dadme solamente vuestro amor y gracia,
Que esto me basta.” Amén.
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CONCLUSIÓN.

Si he logrado terminar estos Ejercicios, debo darle muchas gracias a Dios por haberme
concedido tantos ratos de comunicación con Él, tantas luces, tantos afectos y tan buenos
propósitos. Vale la pena dedicar algunas meditaciones a darle gracias a Dios por todo el
bien recibido durante los Ejercicios.

Un nuevo, o un renovado proyecto de vida tuvo que haber quedado como fruto del segundo
mes de los ejercicios.

Sin embargo, el fruto principal tuvo que haber consistido en conseguir una familiaridad con
Dios; es decir, en haber logrado una comunicación sencilla y frecuente con el Señor.

A.M.D.G.

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