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EN LA VIDA CORRIENTE.
Bogotá.
QUINTO MES
Día 1°: La resurrección del Señor (Mt. 27, 62ss – 28, 9).
Ejercicio de la memoria. Recordar la historia: Los judíos hicieron que Pilato pusiera una
guardia de soldados armados ante el sepulcro y que sellara la piedra que lo cerraba. Pero el
domingo, en la mañana, se sintió un gran terremoto y un ángel, parecido a un relámpago,
bajó del cielo, hizo rodar la piedra que sellaba el sepulcro y se sentó sobre ella.
Los guardias quedaron aterrados y como muertos; pero el ángel se dirigió a las mujeres, que
habían ido al sepulcro y les dijo: no tengan miedo; Jesús ha resucitado; vayan a anunciarlo
a sus discípulos y díganles que él los precederá en Galilea, que allí lo verán.
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Día 2°: Aparición a la Virgen María
N. B.: esta aparición no consta en la Sda. Escritura. San Ignacio nos dice que la Escritura
omitió esa aparición, porque supone que nosotros tenemos entendimiento. Seguimos, pues,
el parecer de S. Ignacio y entramos a hacer esta meditación.
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Día 3°: Aparición a las santas mujeres (Mt. 28, 1-11).
Las mujeres volvían a Jerusalén con temor, pero llenas de gozo, cuando el mismo Jesús les
sale al encuentro y les da el saludo de paz. Ellas se llenan de gozo y le abrazan los pies.
Jesús les repite la indicación del ángel: que dieran el anuncio a los discípulos y que les
dijeran que en Galilea lo verían.
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Día 4°: Aparición a María Magdalena (Jn. 20, 11-19).
Ejercicio de la memoria. Recordar la historia: María Magdalena había ido, con las otras
mujeres, el domingo en la mañana, al sepulcro. Cuando las otras se devolvieron a
Jerusalén, ella se quedó sola, llorando al pie del sepulcro. Se asomó, y vio dos ángeles,
sentados donde había estado el cuerpo de Jesús. Ellos le preguntaron porqué lloraba; y ella
respondió: porque se han llevado a mi Señor y no sé dónde la han puesto.
María Magdalena se volvió y vio a Jesús, que estaba detrás de ella, pero no lo reconoció.
Creyó que era el hortelano y le dijo: señor, si tú te lo has llevado, dime dónde lo has puesto,
y yo me lo llevaré. Jesús le dijo: ¡María! Entonces ella lo reconoció y le dijo en arameo
Rabonni, que significa, Maestro. Jesús el dijo, suéltame, que todavía no he subido a mi
Padre. Pero ve y dile a mis hermanos que subo a mi Padre y a vuestro Padre, a mi Dios y a
vuestro Dios.
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Día 5°: Aparición a Simón Pedro (Lc. 24, 34).
Coloquio con el apóstol Pedro, conversando con él lo que mi afecto me indicare. Terminar
la oración rezando un Padre Nuestro de manera pausada.
Coloquio. El coloquio se puede hacer con los discípulos de Emaús. Terminar con un Padre
Nuestro.
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Día 2°: Primera aparición a los discípulos (Lc. 24, 36-44 y Jn. 20, 19-24).
El grupo apostólico estaba en plena agitación, con estas noticias, cuando Jesús se apareció
en medio de ellos y les dijo: la paz sea con vosotros. Como mi Padre me envió, así yo os
envío a vosotros. Sopló sobre ellos y les dijo: recibid el Espíritu Santo; a quienes perdonéis
los pecados, les quedan perdonados; y a quienes se los retengáis, les quedan retenidos.
Como los apóstoles no acababan de entender, por el estupor, Jesús les mostró las manos y
el costado. Luego les dijo: ¿tenéis algo de comer? Ellos le ofrecieron un trozo de pez
asado. Jesús lo comió delante de ellos.
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Día 3°: Segunda aparición a los discípulos. Ya con Tomás (Jn. 20, 24-30).
A la semana siguiente volvió el Señor, y ya Tomás estaba con el grupo. Jesús primero les
dirigió su saludo pascual: ¡que la paz esté con vosotros! Luego se dirigió a Tomás y le dijo:
mira las heridas de mis manos; y trae tu mano y métela en mi costado. Tomás respondió:
¡Señor mío y Dios mío! Y Jesús le dijo: porque me has visto, has creído, Tomás.
Bienaventurados los que crean sin haber visto.
Coloquio con el apóstol Sto. Tomás sobre los temas que me inspirare mi afecto.
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Día 4°: Aparición en el Lago de Galilea (Jn. 21, 1-15).
(Primera parte)
Por la mañana, Jesús los esperaba en la playa, pero ellos no lo reconocieron. Jesús les
pregunta si tienen algo de comer. Ellos responden con un no!, seco. Jesús les dice que
echen las redes a la derecha. Las echaron, y no las podían sacar por la multitud de peces
que habían cogido. Los compañeros, de la otra barca, tuvieron que venir a ayudarlos.
El discípulo amado de Jesús dijo a Pedro: ¡es el Señor! Pedro se vistió la túnica y se echó
al agua. Entre tanto, llegaron las dos barcas con l53 peces grandes. Jesús había preparado
brasas y un pez; pero pidió que trajeran de los peces que habían cogido y preparó desayuno
para todos.
Coloquio con el apóstol Pedro sobre lo que nuestro afecto nos indicare. Terminar con un
Padre Nuestro rezado de manera pausada.
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Día 5°: Aparición en el Lago de Galilea (Jn. 21, 15-25).
(Segunda parte)
Después dijo a Pedro: cuando eras joven, tú mismo te ceñías e ibas donde querías, pero
cuando seas viejo, otro te ceñirá y te llevará donde no quieras. Juan había seguido a Jesús y
a Pedro. Pedro, pues, preguntó a Jesús: y este qué? Jesús le respondió: si yo quiero que se
quede así hasta que yo vuelva, a ti qué! Tú, sígueme. (Leer el texto en el Evangelio).
Coloquio con el apóstol Pedro, o con el mismo Jesús, y terminar con un Padre Nuestro.
Después, salió con ellos de Jerusalén hacia el Monte de los Olivos. Al llegar allí, les dio su
bendición y, delante de ellos, fue ascendiendo al cielo. Una nube lo tapó de su vista.
Entonces, dos ángeles se dirigieron a los apóstoles y le dijeron: varones de Galilea, ¿porqué
estáis mirando al cielo? Ese Jesús, que subió al cielo, volverá como lo habéis visto subir.
(Leer los textos de la Biblia y repetirlos con todo cuidado).
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Día 2°: Pentecostés (Hech. 2, 1-12).
Coloquio con el Espíritu Santo, que está en nuestro interior. Acabar con un Padre Nuestro.
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Día 3°: La Santa Iglesia. Presencia de Cristo entre nosotros.
Coloquio con Jesús, presente en los fieles de mi a parroquia. Terminar con un Padre
Nuestro.
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Día 4°: La Santa Iglesia. Dispensadora de los dones de Cristo.
Coloquio con el Señor Jesús, presente en la Iglesia. Terminar con un Padre Nuestro.
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Día 5°: La Santa Iglesia, dispensadora de la luz de Cristo.
Dios es nuestro Padre. Antes de N. S. Jesucristo, Dios era un Dios distante, un Dios terrible
que hizo temblar el monte Sinaí y hablaba con la voz del trueno. Era el Dios terrible y
justiciero. Después de N. S. Jesucristo el Dios del cielo pasó a ser nuestro Padre, con el
cual debemos mantener relaciones filiales de amor y de comunicación.
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CUARTA SEMANA
Del quinto mes.
Ejercicio de la memoria. Recordar las dos observaciones, que trae S. Ignacio, sobre el
amor: primera, que el amor consiste más en obras que en palabras. Segunda, que el amor
consiste en comunicación de dones, es decir, en dar el amado al amante de lo que tiene y
puede, y viceversa, el amante al amado.
La creación del universo. Hace varios miles de millones de años, el Señor Dios creó, de la
nada, la esfera de energía pura que, al estallar, formó este inmenso y maravilloso universo,
en que vivimos, con sus millones de galaxias, cada una de ellas, con miles de millones de
estrellas. Todo eso para mí, para que yo pudiera existir.
La formación de la tierra. Hace unos cinco mil millones de años, el Señor Dios formó esta
tierra con fragmentos de estrellas ya fenecidas. Dotó a la tierra de todos los elementos, le
dio el justo tamaño y la colocó a la justa distancia del sol.
La formación de la vida. Hace más de mil millones de años, el señor Dios formó los
primeros seres vivientes. Después, por medio de la evolución, formó los distintos
protozoarios, las plantas, con sus flores y sus frutos, más la enorme cantidad de animales de
toda especie.
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ORACIÓN DE S. IGNACIO.
Ejercicio de la memoria. Recordar las dos observaciones que trae san Ignacio sobre el
amor: primera, que el amor consiste más en obras que en palabras. Segunda, que el amor
consiste en comunicación de dones, es decir, en dar el amante al amado de lo que tiene y
puede y viceversa, el amado al amante.
La revelación. Desde hace unos 4000 años empezó Dios a revelarse, en los tiempos de
Abraham. Envió primero a los patriarcas; después a los jueces; después a los profetas,
sabios y santos, que instruyeron al pueblo durante unos 2.000 años.
La encarnación. Llegada la plenitud de los tiempos, envió Dios a su Hijo único, para que se
hiciera hombre y naciera de una mujer para redimirnos, instruirnos y darnos ejemplo de
vida. El gran don de Dios a la humanidad, fue N. S. Jesucristo, que vivió entre nosotros,
habitó en nuestras casas, usó ropas humanas, habló una de nuestras lenguas, y perteneció a
una de nuestras culturas.
El Espíritu Santo. El Señor Jesús nos envió, desde el cielo, al Espíritu Santo, para que
habite en nuestros corazones, nos conduzca por el sendero de la vida; nos lleve a la vida
eterna; y para que, conduzca y guíe la Iglesia a lo largo de la historia.
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Día 3°: Contemplación para alcanzar amor. (III)
Meditación. Considerar cómo Dios habita en todas las cosas, de la siguiente manera:
La luz. El Señor Dios habita en la luz que llega a mis ojos desde el sol o desde las estrellas
a la distancia de muchos millones de kilómetros. Esa luz inunda la tierra, produce la
variedad de los colores, recrea mis ojos y alegra mi vida.
El aire. El Señor Dios habita en el aire que me rodea por todas partes, que penetra en mis
pulmones, que aporta el oxígeno que va a todas mis células, que sostiene mi vida y que
hace habitable la tierra.
La tierra. Dios, nuestro Señor, habita en la tierra que yo piso, que sostiene mi cuerpo y mi
casa, que da vida a las plantas y a los animales, de los cuales proceden mis vestidos y mis
alimentos.
El agua. Nuestro Señor habita en el agua que llena los océanos, que viaja por las nubes,
que cae a la tierra en forma de lluvia, que llena los depósitos subterráneos de la tierra, que
brota en la fuentes, que canta en las quebradas, y que sostiene la vida.
Las plantas. Hay muchos miles de variedades de plantas. Todas ellas indispensables o, por
lo menos, útiles para el hombres. El Señor Dios habita en todas ellas.
Mi cuerpo. El señor Dios habita en mi cuerpo, en todas sus células, en mi sangre, mis
músculos, mis huesos, mi cerebro, mi corazón y en todos mis admirables sentidos.
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Día 4°: Contemplación para alcanzar amor. (IV)
Meditación. Considerar cómo Dios actúa en todas las cosas. Al fin y al cabo la actividad
del universo no es más que una participación de la actividad de Dios. Hacer las siguientes
consideraciones:
En las estrellas. En el interior de cada una de las estrellas se suscita una energía
equivalente a muchos millones de bombas atómicas. Valiéndose de esa energía, el Señor
Dios va sintetizando todos los elementos del universo, desde los gases, como el oxígeno,
hasta los metales como el hierro, el cobre o el zinc. Como resultado de esa fusión, cada una
de las estrellas lanza al espacio cantidades inimaginables de luz, de calor y de toda clase de
radiaciones. El Señor Dios es el que hace todo eso.
En la tierra. En la tierra la actividad de Dios es enorme: con su oxígeno permite que todos
los vivientes respiremos; con su luz y su calor da alimento a las plantas; con las sustancias
del suelo las nutre. Él multiplica las células de todos los organismos.
En mi cuerpo. El Señor Dios lleva su oxígeno a todas las células de mi organismo, por
medio de mi respiración; y, por medio de mi asimilación, nutre mi cuerpo con sus
sustancias vitales.
En mis sentidos. Por medio de mis ojos, el Señor Dios lleva a mi cerebro las imágenes de
todas las cosas; por medio de mi oído me permite percibir todas las armonías del universo;
por mis otros sentidos puedo percibir aspectos diversos de la realidad; por mi palabra me
comunico con los demás y se echan las bases de la sociedad.
En mi inteligencia. El Señor Dios suscita en mi mente todas mis ideas y las combina para
formar todas las ciencias. No puedo tener idea alguna sin la colaboración de Dios.
En el amor. El Señor Dios hace brotar la llama del amor en el pecho de los novios; él une a
los esposos y da su amor a los padres y a los hijos.
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Día 5°: Contemplación para alcanzar amor (V).
Ejercicio de la memoria. Consiste en recordar cómo todas las perfecciones que existen en
el universo descienden de Dios, como de su fuente.
El amor. El amor de los novios, el amor de los esposos, el amor de las madres, el amor de
los hijos, el amor con que cuidamos todas las cosas, todo ese río de amor desciende de
Dios.
Los conocimientos. Los hombres han ido acumulando conocimientos desde el origen de la
humanidad. Hoy, el acervo de los conocimientos es enorme. Nos admira hasta dónde ha
llegado el hombre con sus conocimientos. Los avances en todas las ciencias son
admirables. Pero todo ese conocimiento no es más que una participación del conocimiento
de Dios.
La belleza. Todos los hombres nos hemos extasiado ante la belleza de una noche
estrellada; de un amanecer; de un crepúsculo; de un paisaje; de una flor; de un árbol; de una
mariposa; de un niño; de todos los seres. Verdaderamente que Dios ha derramado su
belleza sobre todos los seres en cantidades abrumadoras.
Si he logrado terminar estos Ejercicios, debo darle muchas gracias a Dios por haberme
concedido tantos ratos de comunicación con Él, tantas luces, tantos afectos y tan buenos
propósitos. Vale la pena dedicar algunas meditaciones a darle gracias a Dios por todo el
bien recibido durante los Ejercicios.
Un nuevo, o un renovado proyecto de vida tuvo que haber quedado como fruto del segundo
mes de los ejercicios.
Sin embargo, el fruto principal tuvo que haber consistido en conseguir una familiaridad con
Dios; es decir, en haber logrado una comunicación sencilla y frecuente con el Señor.
A.M.D.G.