Sei sulla pagina 1di 4

C.E.I.A.

1-4
Centro de Espiritualidad
Ignaciana de Argentina

Estados afectivos

Los estados de ánimo son parte de nuestra emocionalidad, pero a estos no los podemos
relacionar con acontecimientos determinados, como ocurre en el caso de las emociones y
sentimientos.

El estado de ánimo:
• vive en el trasfondo desde el cual actuamos
• está asociado a un espacio de posibilidades y acciones posibles
• condiciona nuestras acciones

Los seres humanos siempre estamos en algún estado de ánimo que no elegimos ni
controlamos, simplemente nos encontramos en él. Por lo tanto, no podemos decir que
estamos en un estado de ánimo, sino también que el estado de ánimo nos tiene a nosotros.
Nos convertimos en nuestro estado de ánimo.

Cuando las emociones o sentimientos no desembocan en la acción, sino en pensamientos


negativos generan emociones estancadas y estas, a su vez, pensamientos estancados, que, a
su vez, potencian las emociones estancadas; este ciclo desemboca en un estado de ánimo
negativo. Los estados de ánimo negativos más frecuente son:

a) Tristeza: depresión, melancolía, resignación, pesimismo.


b) Miedo: ansiedad, angustia, fobia.
c) Enfado: resentimiento, rencor, envidia.
d) Culpa: vergüenza, remordimiento, timidez, venganza.
e) Deseo: obsesión, codicia.
f) Aburrimiento: desinterés, apatía.

Nosotros podemos hacer algo con nuestro estado de ánimo y lo hacemos cuando
cambiamos nuestra mirada y así abrimos a nuevas posibilidades de acción que
normalmente permanecen escondidas.

El pensamiento es aquella actividad y creación de la mente que es traído a la existencia por


medio del intelecto.

Pensar:
Son imágenes que tienen todos los seres humanos desde su concepción, proceso
psicológico racional, subjetivo e interno de conocer, comprender, juzgar y razonar los
objetivos y hechos. El pensar produce el pensamiento.

Pensamiento:
Fenómeno psicológico racional, objetivo y externo derivado del pensar para la solución de
problemas.

Lenguaje:
Es la función de expresión del pensamiento en forma oral y escrita para la comunicación y
el entendimiento de los seres humanos; nos plantea dos definiciones de pensamiento, una
de las cuales se relaciona directamente con la resolución de problemas.
C.E.I.A. 2-4
Centro de Espiritualidad
Ignaciana de Argentina

Diferencia que existe entre los sentimientos y los pensamientos serían:

Sentimientos Pensamientos

Son subjetivos, personales y originales Son racionales

No son la realidad, sino el “eco” de la realidad Intentan explicar la realidad; no se confunden


en mí, mi manera de percibirla o mi reacción con ella.
frente a ella.

Son la principal fuente de información sobre La veracidad de un pensamiento la encuentro


mí y sobre las resonancias que la realidad en función de su proximidad o no a la realidad.
despierta en mí.

Frente a ello es necesaria una actitud de Son también educables; tenemos la posibilidad
escucha perceptiva y abierta. No discutible: p.e. de sistematizarlos según una disciplina, p.e.:
podré no estar de acuerdo con tu ira, pero no lógica, matemática etc.
podré discutir el hecho de que tú la sientas.

Es necesario manifestarlos, aceptarlos en el Puedo mantenerlos y alimentarlos o no.


campo racional y evitar reprimirlos.

No son universales, es decir, no los


experimentamos todos de la misma manera e
intensidad frente a los mismos estímulos.

No son verdaderos ni falsos, sino que los


acepto o no como válidos para mí en referencia
a mis opciones vitales básicas.

Son educables en buena medida, aunque no


todos.

Canalizarlos no es ignorarlos, no es
reprimirlos.

Con algunos sentimientos debo “convivir”


aunque no me agraden; de ahí la necesidad de
aceptarlos como míos.

El enojo es un remanente de energía destinado a aumentar los recursos para resolver el


problema que nos produce enojo. El enojo es causado por situaciones frustrantes, por
amenazas y por aquellos obstáculos que impiden la ejecución de un deseo. El enojo no es
un fin en sí mismo, sino que es un medio para resolver un problema. En caso de
convertirse en fin se termina hiriendo al otro. Tanto el enojo, como la ira y el miedo son
emociones de distintas intensidades. Un enojo no debería llevar a la agresión del otro sino
a la utilización de esa energía para resolver el problema causante.
C.E.I.A. 3-4
Centro de Espiritualidad
Ignaciana de Argentina

La culpa nos hace vernos como inmerecedores, crueles y llenos de remordimiento, de


reproche y de odio con nosotros mismos.

La culpa es el resultado de reprimir tanto tiempo un enojo, que se vuelve contra nosotros.
Las personas que se sienten culpables castigan a otros simplemente con su sola presencia.
Ellas carecen de alegría. No se consideran dignas de aceptar lo que le ofrecen otros y por
ello no se sienten colmados ni capaces de dar a su vez.

Cuando la persona dice “me siento culpable por lo que hice” está nombrando su realidad
psicológica, pero sólo una parte, puesto que la otra parte que le falta para completar su
realidad psicológica es la voz interior culpadora, que es lo que hace que uno se sienta
culpable. Como vemos, dentro de cada uno existe un culpador y un culpado.

Cada persona está regida por un conjunto de pautas que regulan su funcionamiento; sea
cual sea el contenido del código de normas morales que cada uno tiene, se establece un
sistema que garantiza su cumplimiento. El culpador es el guardián del código, y cada vez
que transgredimos alguna pauta del código se activa una señal que el código ha sido
transgredido.

El propósito esencial del culpador no es torturar al culpado sino lograr que actúe de
acuerdo con las pautas del código interior que lo rige. Las formas con que el culpador
informa al culpado resultan a veces funcionales para la persona y otras veces
disfuncionales. Las formas disfuncionales son aquellas que descalifican a la persona y la
castigan con pensamientos negativos que acrecientan su sufrimiento. El culpador
descalifica y castiga al culpado por ignorancia emocional en el modo de expresar los
desacuerdos.

En síntesis podemos decir que los componentes básicos de una culpa disfuncional son:
a) la cristalización del código que no se deja modificar por las nuevas circunstancias;
b) la descalificación del culpado;
c) el castigo al culpado cada vez que transgredió.

El miedo es un sentimiento que perturba y angustia el ánimo de la persona debido a un


riesgo o un mal que la amenaza. Es una emoción primaria y fundamental que está presente
desde que el hombre nace. El miedo trae consigo ciertos cambios físicos en la respiración,
en el funcionamiento del corazón, etc. El temor es menos reflexivo que el miedo. El objeto
del miedo es concreto y determinado, cosa que no pasa con la angustia.

El hombre responde cuando se enfrenta con una amenaza que pone en peligro su vida
reaccionando con miedo o con ansiedad. Primero la persona empieza a sentir angustia
cuando percibe que la amenaza no es definida, mientras que se experimenta miedo cuando
se percibe un peligro bien concreto.

La ansiedad y el miedo causan otros síntomas psíquicos o mentales como el hecho de


sentirnos indefensos, nos confunden, nos tornan aprehensivos o se nos presentan
pensamientos negativos.

La angustia: se la define como un sentimiento de aflicción o congoja, cuando se debate el


deseo por conseguir y la aversión. Es una manifestación de la imposibilidad de ponernos
en relación con el mundo
C.E.I.A. 4-4
Centro de Espiritualidad
Ignaciana de Argentina

La envidia es una reacción de dolor y de enojo que intenta destruir lo que el otro tiene
cuando percibimos que ese otro ha alcanzado algo que deseamos y que uno no lo ha
logrado.

Actualmente, se piensa que este estado afectivo tiene por objeto eliminar un contraste
percibido por el que envidia y es causante de dolor o sufrimiento.

Las condiciones que generan envidia son:


a) cuando se experimentan ciertas necesidades o deseos y se percibe a alguien que ha
realizado alguno de esos deseos;
b) cuando se cree que no se dispone ni se va a disponer de los recursos necesarios para
lograr realizarlos;
c) cuando no se cuenta con una cuota suficiente de deseos satisfechos y disfrutados como
para equilibrar el dolor que producen los deseos no realizados.

La diferencia que existe entre la admiración y la situación de envidia es la siguiente: uno


admira cuando el contraste percibido no es doloroso, porque el modelo que se ofrece
funciona como un estímulo para que la persona se acerque a lo que no se tiene o se desea,
es decir que la admiración es estimulante.

Uno envidia cuando el contraste que produce lo que no se tiene y se desea es doloroso,
puesto que esto acerca a la persona a su carencia y a lo que no es o le falta; en fin, la envidia
no propone ningún camino para poder transformar o canalizar esa carencia en otra
situación no dolorosa.

Potrebbero piacerti anche