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LEEMOS Lc.

9,11-17

El texto de la multiplicación de los panes es uno de los pocos relatos que encontramos en
los cuatro evangelios (ver Mc. 6, 34-44; Mt. 14, 13-21; Jn. 6, 1-13). Desde los primeros tiempos la
Iglesia consideró al relato de este milagro como uno de los signos principales de la predicación de
Jesús.
La multitud sigue a Jesús y éste los recibe para predicarles el Reino de Dios. Jesús ofrece
el mensaje del Reino a través de la palabra y las obras, les hablaba mientras también atendía a los
necesitados y los curaba. La predicación del Reino debe ser integral y reducirse a un discurso. En
Jesús palabra y práctica van unidas en forma indisoluble, como lo podemos apreciar en toda su
predicación.
Cuando atardecía los apóstoles se acercan para recomendarle que despida a la gente, de
manera que puedan llegar hasta un lugar poblado para alojarse y alimentarse. La preocupación de
los apóstoles es legítima, Jesús los sorprenderá con su respuesta, que es una invitación al
compromiso.
"Denles ustedes de comer", les propone Jesús. La respuesta nace del sentido común y
expone con "lógica humana" las razones que hacen imposible cumplir el mandato de Jesús. Sólo
tienen cinco panes y dos pescados, una pequeña ración que podría alcanzar para compartirla en
un pequeño grupo pero nunca para tanta gente. La solución aparente estaría en comprar alimentos
para todos, pero ellos saben que no está a su alcance. Se necesitaría muchos recursos para
comprar tanta comida.
La referencia a cinco mil hombres, que en el evangelio de Mateo se completa con la
expresión "sin contar las mujeres y los niños" nos habla de un gran gentío (Mt. 14, 21).
Jesús manda a sus discípulos a organizar a la gente. Formar grupos de cincuenta
personas sentadas.
A continuación y delante de todos Jesús muestra los panes y los pescados que le dieron
los discípulos y bendice los mismos. Luego los parte y los discípulos son los encargados de
repartirlo entre la gente.
El versículo siguiente, final del relato, nos narra que "todos comieron cuanto quisieron y se
recogieron doce canastos de sobras".
Si bien la tradición ha denominado a este pasaje "la multiplicación de los panes" no existe
en ninguno de los relatos evangélicos señalados algún indicio que permita afirmar que Jesús
realizó una multiplicación de los mismo, como un prodigio extra-ordinario.

¿En qué consiste el milagro entonces?

Recorriendo con fidelidad el texto podemos reconocer los siguientes elementos clave:
- el pueblo que acompaña a Jesús sufre hambre (el testimonio de los discípulos es
revelador)

- los discípulos sólo tiene cinco panes y dos pescados

- Jesús organiza a la gente y los reúne en grupos reducidos

- Toma los panes y pescados aportados por los discípulos y los bendice y reparte (este
signo sería característico de Jesús, lo podemos reconocer luego en la Ultima Cena, y
también en el relato de los discípulos de Emaús)

- Los discípulos reparten entre la gente los pedazos provenientes de sus panes y pescados

- Todos comieron y sobró una buena cantidad


Ante la necesidad del pueblo Jesús desafía a sus discípulos a que atiendan su situación.
Los discípulos no alcanzan a descubrir cómo ellos, con lo poco que tienen pueden alimentar a
tanta gente.
Jesús organiza a la gente y da el ejemplo. Bendice lo poco que tenían los discípulos, lo parte y los
instruye para que ellos a su vez, lo repartieran a los presentes.
¡El milagro del compartir! Cuántas veces hemos participado de comidas comunitarias en
las cuales cada persona o familia lleva algo de alimentos para compartir con los demás, y al
ponerlo en común se termina comiendo muy bien, alcanza para todos y a menudo, sobra.
Jesús enseña a sus discípulos que es posible dar soluciones a las necesidades de la
gente, si comprometemos nuestro propio aporte y trabajo para lograrlo.
Cinco panes y dos pescados pueden resultar insuficientes para alimentar a mucha gente,
pero alcanzan para enseñar el milagro del compartir. Si todos damos de lo que tenemos, por poco
que parezca, habrá para todos y en abundancia.
El texto de Juan nos presenta a un muchacho (un joven) aportando los panes y pescados,
y también se nos dice que los panes eran de cebada (la harina de los pobres, más económica que
la de trigo).
A través de su ejemplo Jesús nos enseña a compartir solidariamente para que nadie pase
necesidad.
En la fiesta del Cuerpo y Sangre de Jesús celebramos que el Señor nos dejo su mismo
cuerpo como alimento, el Pan de la Vida, para que podamos vivir como El.
Si nos alimentamos con el cuerpo de Jesús debemos vivir como Jesús: acogiendo a los
más pobres, atendiendo sus necesidades, preocupándonos de sus sufrimientos y carencias,
comprometiéndonos en cambiar la situación de los que menos tienen, aportando nuestros bienes,
conocimientos, tiempo y trabajo para que haya más justicia, organizando al pueblo para compartir,
dando el ejemplo y el testimonio práctico… así habrá para todos y se realizará la voluntad del
Padre, que creó los bienes de la tierra para toda la humanidad.
Te ofrecemos nuestros panes y pescados.
Son poca cosa Señor,
pero en tus manos
y con tu Espíritu
pueden ser el comienzo de algo nuevo.
Ayúdanos a creer que es posible.
Enséñanos a unirnos,
a organizarnos,
a brindar lo que tenemos.
¡El milagro es el compartir!
Y es tarea nuestra
hacer que se repita todos los días.
Para que haya más justicia,
para que nazca la solidaridad,
para que alumbre el Reino.
Lo primero que llama la atención en este Evangelio tan lindo
(de las páginas más hermosas), es que los discípulos han logrado
vencer la tentación del miedo, se han animado a salir hasta la orilla del
lago. Se animaron a volver a lo cotidiano. Para los discípulos lo
cotidiano era el lago, la pesca. Se animan a salir al pueblo.
Abren puertas.. .
Pero siguen entristecidos, curiosamente hay una sensación de
desazón. Pedro dice: "Vamos a pescar", como quien dice "hagamos
algo..." Los discípulos, quizás por compañerismo, o por el liderazgo de
Pedro le dicen: "Nosotros también vamos con vos". Y dice el
Evangelio, que aquella noche no sacaron ni una mojarrita. Nada...
Para el que pasa la noche pescando y no ha saca ni una mísera
mojarrita, al final de la noche tiene una sensación de verdadera
frustración. Este es, quizá, el primer símbolo hermoso y a la vez duro.
Los discípulos en desolación: toda la noche intentando algo que no les
salió. Toda la noche haciendo lo que además les era propio, que era la
pesca, en lo que podrían haberse sentido grandes, seguros. Aquello, de
alguna manera, era su especialidad... Y ni siquiera en esto tuvieron
suerte...
Esta oración es todo el simbolismo de todas aquellas cosas que
quizás nosotros hemos intentado en el tiempo y no nos salieron.
Podríamos imaginamos arriba de la barca, al final de la noche, cuando
ya comienza a amanecer y volvemos con la sensación de nada,
profunda sensación de nada, ¿qué habría sentido nuestro corazón...?
¿qué habría nacido en nuestro corazón en aquel momento... ? Para
algunos quizás, una sensación de pesimismo muy fuerte. Esa sensación
de que no valió la pena. Cuantas veces, en las cosas de nuestra vida
que son probadas en el tiempo, y que a veces quizá uno tiene la
sensación de que no se sacó nada, cuántas veces nos vienen al corazón
o a la boca frases tan duras como decir o preguntarnos: "Habrá valido
la pena ... ?", "¿Valió la pena tanto esfuerzo...?", "¿Valió la pena tanto
amor...?", "¿Valió la pena tanto consejo ... ?", "¿Valió la pena tanta
paciencia ... ?", "¿No habremos desperdiciado mucho en lo que se
hizo...?".
A quién de nosotros en algún momento no le viene al corazón
esta sensación de no saber bien si no nos equivocamos al subirnos a la
barca y meternos al lago... Si no nos equivocamos en el modo de
planear nuestros estudios. Si no nos equivocamos en el modo de
encarar nuestra situación laboral... En el modo de relacionarnos con los
demás... ¿Quién de nosotros...? Sería malo incluso que nunca nos
preguntáramos esto. No es que vamos a andar de derrotismo en
derrotismo, lo que sería también muy feo. Pero guay del hombre o de
la mujer que en algún momento de la vida no pasa por esta prueba de la desazón y de la
nada (Con tal que no sea tan profunda que se hunda en el lago) Puede ser muy fecundo,
aunque momentáneamente sea doloroso... Y ésta es la sensación de los discípulos en este
momento.
Quizá otros (imagínense, cada uno puede sentirse más identificado con uno o con
otro), en vez de hundirse hubieran empezado a hablar... "Yo les dije..." El famoso "Yo les
dije". "¿Vieron ... ? Yo te dije... ¿Viste, Pedro ... ?" Busca el chivo expiatorio, Pedro, el
cabezón, todo entristecido: "Yo te dije, Pedro..., que no era el momento oportuno... Yo te
dije que esas redes no sirven... Yo te dije que esa barca era una piltrafa.. 5 3 "Yo te dije..."
Es decir, el recurso del chivo expiatorio. Siempre hay que buscar el culpable. El culpable
en la familia, ... en la sociedad, ...en la iglesia. Y curiosamente siempre esta formulita
"¿Vieron ... ? Yo sabía, yo les dije, no me quisieron escuchar... Ahí tienen." "Ahí tienen..."
Y viene al corazón esta frase cobarde... Cobarde, porque si hubiera sido así ¿para qué se
embarcó...? Una vez que usted se embarca, joróbese... y goce con los demás si le va bien y
sufra con los demás si le va mal... Pero el reproche cuando la cosa ya sucedió, es muy
cobarde. Hay que aprender a llorar juntos el fracaso, y juntos también a buscar la salida,
fecundamente. Y no constituyéndonos en el que en realidad tenía la clave, pero no le
dieron la oportunidad de ponerla en práctica... De esos "valientes" o genios cobardes,
desgraciadamente estamos plagados. Infecundamente
plagados...
Después tenemos de los otros. En nuestra familia, en
nuestro trabajo, en nuestros apostolados y en nuestra Iglesia.
Los que se animan a subirse a la barca en humildad. A sufrir
y a gozar unidos. A lamentarse de los fracasos y a gozar
juntos de los éxitos.
Y esa es la primer imagen bellísima de este
Evangelio. Los discípulos, a pesar de estar mal, están juntos.
¿Cuál habría sido nuestra actitud ... ? ¿El derrotismo..., el
pesimismo ... ? ¿El no valió la pena ... ? ¿La crítica barata
... ? ¿Cuál es nuestra salida frente a las veces que al volver,
de la pesca no hemos sacado nada en el tiempo?.
Por otro lado, mientras se da todo esto en el corazón
de los discípulos, una imagen bellísima que llama la
atención: "Jesús estaba allí.,. " No dice: "Jesús llegó", "De
golpe vieron que bajaba de la montaña". El ya estaba allí...
Es muy probable que aunque los discípulos no lo vieran, el
Señor ya hubiera estado allí durante la noche. Ya estaba allí. Lo reconocen simplemente
cuando amanece, pero el Señor los estuvo esperando también en la noche. Como dando a
entender que el Señor también está presente en los momentos de infecundidad. El también
camina a la orilla del lago del corazón en los tiempos en que parece que se nos va todo al
tacho. El Señor no llega tarde,
está.
Lo que pasa es que a veces estamos tan enceguecidos, tan ennochecidos, tan sumidos en
nuestras tinieblas o en nuestros conflictos, que no tenemos la luz suficiente para darnos
cuenta que en realidad El nunca dejó de estar. Somos nosotros los que apostarnos a la
noche o los que no quisimos reconocerlo. Él siempre estuvo. Y aquí hay una imagen
bellísima del Señor: paciente..., caminando por la orilla..., mirando de lejos, quizás
recordando a cada uno de sus discípulos...
Esta imagen hermosa, nos tiene que ayudar también a nosotros. En lo momentos de
prueba nosotros también podemos decir: "Jesús estaba allí..., solo que yo no lo vi, solo que
mi ceguera no me permitió reconocerlo, que el creer que yo tenía la solución no me
permitió darme cuenta que El me esperaba en la orilla para darme la clave que yo
necesitaba... Jesús estaba allí."
Y este Jesús, que le tiene tanta paciencia a los discípulos, les dice unas palabras
hermosísimas que nos pueden ayudar también a nosotros: "¿ Tienen algo para comer... ?
Parece casi una burla. Vienen sin nada y él les pregunta si tienen algo de comer... Pero esta
preguntita, está hecha con un cariño inmenso, antecedida por una palabra muy hermosa:
"Muchachos ". En la traducción original, este "muchachos", se puede traducir muy
bien por "hijitos", que es una palabra llena de ternura, que mueve, que empieza a abrir
brechas en la dureza del corazón de los discípulos. Y la pregunta: "¿Tienen algo de comer?
", ¿algo para dar de comer?. Él, que es el pan vivo, que es la palabra hecha carne. Él, que es
nuestro alimento, les pide a los discípulos, en el momento en donde tienen la convicción de
que no tienen nada entre las manos, algo de comer...
Y acá tenemos otra delicadeza hermosísima del Señor, ¿Cuántas veces, en los
momentos de más infecundidad, aparente, es cuando hemos dado de comer más a los
demás...? Cuántas veces el Señor permite que toquemos fondo, para que empecemos a
darnos cuenta que hay formas de fecundidad, de dar de comer, de alimentar y de nutrir el
corazón de los demás, que quizás por la noche en la que vivíamos, o en nuestra
superficialidad, ni nos habíamos dado cuenta... que yo en mi nada, puedo dar de comer a
mucha gente.
Dar de comer significa alimentar el amor, la esperanza, la confianza, también la
panza... y todas las formas de alimentar a los demás. La ternura, el silencio, la sonrisa, la
capacidad de escuchar, el tiempo... Dar de comer todo esto que está en nuestro corazón, y a
veces necesitamos tocar fondo y quedarnos con las redes vacías para empezar a intentar
descubrir en el corazón sin nada, que quizás tenemos más de lo que suponemos, o quizá si
el Señor nos lo pide nosotros vamos a poder sacar más de lo que suponemos. Y ésto es lo
que el Señor les dice: "¿ Tienen algo de comer... ? "
Hoy podríamos dejarnos preguntar: "¿Tengo algo de comer...?" Es decir: ¿soy capaz
de alimentar el corazón de los que Dios puso a mi lado ... ? ¿Que doy de comer a mis
amigos ...?. ¿Realmente alimento en casa... ? ... fortalezco en casa. ¿Conforto, animo,
corrijo, sostengo, curo, consuelo a las almas que Dios puso entre mis manos...?" Cada uno
desde su puesto... Qué lindo, cuando el Señor nos pregunte, quizás poder decirle: "Señor, lo
que tengo es lo que vos me has dado... porque yo ya he experimentado sobradas veces, que
si dependiera de mí viviría siempre a red vacía." Que lo que he podido dar de comer es lo
que vos me has dado a mí... Por eso, San Agustín, tiene aquella frase tan hermosa: "Dame
lo que me vas a pedir y después pedime lo que quieras".
Que Dios nos ayude en este día a ofrecerle al Señor las redes vacías, Porque sólo
cuando un corazón se anima a ofrecerle al Señor las redes vacías, comienza este milagro
hermoso: "Echen las redes... " Como que el Señor nos dice: "Vale la pena intentarlo una
vez más..., no está todo perdido. Esa última que parece inútil, quizá tiene justamente la
sobreabundancia del éxito... Vale la pena seguir esperando. Vale la pena creer que todavía
puede cambiar la persona que quizás en veinte años no cambió. Vale la pena seguir
conversando con el amigo descarriado o desagradecido. Vale la pena intentar una palabra
de perdón. Vale la pena seguir rezando... Valió la pena toda la noche..."
Que nos ayude el Señor a pedir esta gracia. Porque cada uno de nosotros tendrá que
preguntarse en este tiempo y quizás en esta semana, cuál es la red que quizá el Señor nos
está pidiendo que echemos una vez más y que nosotros nos resistimos a echar. Quizás por
el miedo a defraudarnos de nuevo, quizás porque pensamos que ya ni vale la pena, quizás
porque las hemos entregado o las hemos tirado en el mar tramposamente. ¿Cuál es la red
que todavía podríamos echar ... ? ¿Cuál es el gesto que el Señor todavía podría decirnos:
"Animate, todavía vale la pena otra vez".
Que repasemos con sinceridad en nuestra vida y en esta barca nuestra que es el
corazón, cuál es la red que el Señor espera de nosotros, para poder sacarla a la orilla, para
poder curiosamente ponerla en sus manos y que el nos cocine un desayuno rico, para poder
darlo a los demás.
Esta pesca, para Pedro, por ejemplo, significa la reconciliación con el Señor. Lo
llama aparte, le cura la triple herida de su triple negación y le predice la cruz... Tres veces le
pregunta: "Pedro, ¿me amas... ? " Pero la tercera vez es muy distinta a la primera. Porque a
la tercera le pregunta por el amor de amigo, de intimidad. Y a la respuesta de Pedro, el
Señor le dice: "Pedro, apacienta mis ovejas. Sígueme y sabete que cuando seas grande
otros te llevarán a donde tú no quieres... "
Que el Señor nos haga fieles a nuestra echada de redes. Porque sólo si echamos las
redes, aún sintiendo la nada y el vacío nuestro, sólo así podremos experimentar la
sobreabundancia de Dios, nos podremos hacer cargo de la misión que el Señor nos de, sólo
así podremos dejarnos preguntar en lo más profundo del corazón este "¿Me amas?" que el
Señor tiene reservado para cada uno de nosotros... Aún con miedo, aún sintiendo que el
corazón ni siquiera encuentra las palabras, que le podamos también nosotros decir: "Señor,
a pesar de todo, a pesar de que ni siquiera tiré las redes, ni me metí al lago, ni te
reconocí, a pesar de todo, tu sabes que yo te amo.."1
 Ponerme en la presencia de Dios...

Petición:
 Que descubra qué sentido tiene mi debilidad en tu plan.

Composición de lugar:
 Imaginémonos en el camino que va desde Jerusalén a Emaús...

1. Leo atentamente el texto "Era necesario que eso ocurriera" y subrayo aquello que
me toca o ilumina más para mi vida

"Era necesario que eso ocurriera" (Lc 24:13 -3 5)

Pongámonos a caminar junto a estos dos amigos de Jesús, dos hombres que
habían soñado, que habían pensado hacer algo grande con sus vidas, pero algo
había sucedido con su ideal: había muerto. Surgió una dificultad irremediable que
había vuelto imposible seguir adelante: de la muerte no se vuelve. Metámonos en
sus corazones: recordando a Jesús sentían cariño, ilusión, deseos grandes.
Recordando su muerte estaban tristes. Por ello se asombran cuando Jesús
parecía no saber qué había sucedido, esa dificultad es de sentido común. Ellos lo
habían como cordero llevado al matadero y se habían escandalizado (Is 52,13-
52,12).

Jesús se les acerca y se les hace encontradizo, y les hace hablar de sus tristezas,
les hace hablar de sus dificultades, aquellas que se han uniformado en
imposibilidad de sentido común para seguir su ideal, para seguir soñando. ¿Por
qué hace esto? Una respuesta posible es que esto los ayudaría a sacar afuera
sus tristezas y compartirlas. Ciertamente es interesante ver la lógica de su
respuesta:

Podríamos también nosotros ponemos frente a nuestras dificultades para


preguntamos sobre la misión de Cristo para mí, y ver cómo se han transformado
en imposibilidades. "Nosotros esperábamos que sería él el que iba a librar a
Israel; pero, con todas estas cosas En un lenguaje más moderno diríamos: "si
no hubiera muerto hubiéramos Esta lógica la usamos en nuestras reflexiones de
manera bastante usual. Fíjense cuántas veces se dice: "si no fuera tan chico", "si
no fuera mujer ", "si tuviera más tiempo", "si no tuviera que estudiar", "si no fuera
tan débil". Cada uno de nosotros tiene sus "si' condicional. Queremos, en el
fondo, ser nosotros los dominadores de la situación: si soy fuerte podré; si tengo
tiempo podría, si soy varón entonces, si... si...Lo cierto es que no lo somos, y
utilizamos estos sí como justificativo para no plantearnos ni la posibilidad de una
misión de encontrar un lugar para mi en la misión de Jesús.
Como los discípulos, en imposibilidad, en algo tan de sentido común, tan obvias,
que hasta nos convencemos, sin creer a los signos que ya el Señor me ha dado,
igual que aquellos. Por eso muchas veces estamos tristes.
Jesús comienza su enseñanza reprimiéndolos por su dureza de corazón y su
lentitud para entender. Nos echa en cara, con cariño, que nuestro corazón está
duro Y anquilosado porque tenemos miedo, y para no sufrir lo endurecemos.
¿Qué tenían que entender? Que era necesario que aquellas cosas sucedieran.
Estaba previsto en el plan de Dios para que quedara más claro quién era Dios. La
Cruz y la Pasión eran lo que tenía que pasar. Esta es la lógica de Dios y no la
nuestra.
Cómo nos sentiríamos si hoy viniera a cada uno de nosotros y nos comenzara a
decir: "lento y duro de corazón, es necesario que vos... Para que ... ". Entender
que en la lógica de Dios, nuestros límites, nuestras debilidades tienen un lugar
Preciso en orden a la misión. Y esto es ilógico, no es de sentido común. No
elegiríamos como compañeros de trabajo alguien débil, alguien limitado, ¡porque
queremos triunfar! ¡El mundo es de los ganadores! No nos dejamos elegir para la
misión, porque en nuestra lógica no entra que el Señor quiera llamarme.
En el relato de la Encarnación, es elegida una joven de un pequeño pueblito de
provincia,
casi ni nombrado en las escrituras. Nuevamente la lógica del abajamiento nos
toca, nos invita a dejarnos tocar por la invitación de Jesús a la misión, con
nuestras debilidades. A nosotros nos toca decir "¿Cómo Puedo hacerlo, yo ... ?,,,
pero con la misma disposición de la virgen a salir inmediatamente caminando.
En la Encarnación se Pone más en evidencia la libertad que el Señor quiere
regalarnos
María pudo por sentido común haber dicho que no porque era soltera porque
sería apedreada porque no era reina, porque era provinciana, etc. Sin embargo
dice solo: aquí estoy.
Jesús nos invita a seguirlo tomando nuestra cruz negándonos a nosotros mismos
y caminar detrás de él. No es nuestra misión, es la suya, por tanto las condición
las pone él y no nosotros. La negación a la que nos invita es la de nuestra lógica,
nuestro escudamos en el sentido común, Para no seguir su invitación.
Es él quien nos devuelve la esperanza de que esto es posible en su Encarnación
cuando haciéndose pequeño, poco, nada, nos dice que abandona la lógica
eficientista de los perfectos, para asumir la lógica del abajamiento, de ir hasta lo
más pequeño. La lógica del crecimiento de las personas, del "hacer lo que se
pueda" (no de más, no de menos). Aceptar que cada persona, por más chica que
sea, por más enferma que sea, tiene su valor, tiene su lugar en su corazón. Santo
Tomás decía en una poesía que Él no se horrorizó del útero de una madre, por
tanto mucho menos de nuestro corazón. Desde allí tengo que comenzar a
mirarme.
La invitación de Señor sigue su misma lógica, hacia los más pobres, hacia los más
desposeídos, hacia los más hambrientos de pan y del Señor. Y esto dentro del
marco de la comunidad, y de la Iglesia que es la comunidad grande.

Un punto importante es que cada vez que aceptamos esa lógica, que es lógica del
desafío, vamos creciendo como personas. Dejamos nuestras pequeñas
seguridades y nos ponemos a caminar "a ver qué encontramos". Si queremos
crecer debemos animarnos a bajar de la barca como Pedro, a ir mar adentro a
pescar después de una noche infructuosa.

2. Respondo a estas preguntas:

 ¿Cuáles son mi sí condicionales que le pongo al Señor? ¿Cuáles mis miedos?


 ¿Cuáles son las cosas necesarias de mi vida para que Jesús pueda ser
glorificado?
 ¿Cuáles debilidades, limites quiero presentarle al Señor para que él los renueve
aceptándolos para la misión?

Para Terminar:
Pongo en manos de Dios todo lo que me surge de¡ corazón, con total sinceridad,
sin temor de lo que encuentre o sienta.
Me levanté temprano una mañana, y me lancé a
aprovechar el día. Tenía tantas cosas que hacer,
que no tuve tiempo para rezar.
Se me amontonaron los problemas y todo se me
volvía cada vez más difícil. «¿Por qué no me ayuda
Dios?» -me preguntaba. Y él me respondió: «No me
lo has pedido». Quería sentir la alegría y la belleza,
pero el día continuó triste y sombrío.
Me preguntaba por qué Dios no me las había dado.
Y él me dijo: «Es que no me las has pedido».
Intenté abrirme paso hasta la presencia de Dios, y
probé todas mis llaves en la cerradura. Y Dios me
dijo suave y amorosamente: «Hijo mío, no has
llamado a la puerta». Pero esta mañana me levanté
temprano y me tomé una pausa antes de enfrentar
el día. Tenía tantas cosas que hacer, que tuve que
tomarme tiempo para orar.
La oración no es un proyecto ni una competición. Es tener una experiencia personal de
Dios, es dejara que un amigo entre en nuestra casa. Sabemos que esto no es fácil. Hay
muchas cosas atractivas que distraen nuestro corazón, que apartan nuestra atención de Dios
y que lo colocan en un plano inferior, como algo que no es necesario.
Sería conveniente reflexionar sobre la «teoría del corazón dividido». Muchos de nosotros
tendemos a crear espacios en nuestro «corazón» lugares para cada cosa o amor. Somos lo
suficientemente generosos para concederle a Dios algunos de nuestros mayores espacios
(tiempo para orar, devociones, Eucaristía, obras de misericordia y caridad, solidaridad,
etc.). Esto nos produce cierta satisfacción de haber cumplido nuestros «deberes
religiosos». Y así, nos sentimos justificados para dedicar el «resto de nuestro corazón» a
éste o a aquél otro de nuestros «amores»: una amistad, un amor, un hijo, una esposa, un
hobby...
Pero, para estas alturas, ya hemos visto que el verdadero reto está en darle a Dios todo
nuestro corazón, y amar a todas las personas y a todas las cosas en y a través de Dios.
¿Ofreces a Dios un lugar permanente en tu «casa», o se la alquilas?,¿ Haces guardia junto
a la puerta. Estas alerta a todo lo que intenta entrar: personas, afectos, actitudes, insultos,
riquezas, pobrezas, deseos... ?¿ En si que es lo que siempre dejas afuera?.
Pide la gracia de estar alerta a todo en la vida; y de no implicarte con personas o cosas más
que en la medida en que te permitan vivir de acuerdo con la voluntad y el plan de Dios.

Esta es la oración que te dirijo, Señor:


Sacude, sacude las pobres raíces de mi corazón.
Dame fuerza para llevar con valentía mis alegrías y mis tristezas.
Dame fuerza para que mis amores fructifiquen en servicio.
Dame fuerza para no abandonar al pobre y
para no doblar mi rodilla ante ningún poder insolente.
Dame fuerza para elevar mi mente por encima de
las trivialidades de cada día.
Y dame fuerza para rendir mi fuerza a tu voluntad, con amor.

R. Tagore
En un crudo día de invierno, un anciano tembloroso fue llevado ante los
tribunales. Se le acusaba de haber robado un pan. Al ser interrogado, el
hombre explico al juez que lo había hecho porque su familia estaba con
mucha hambre.
- La ley exige que sea usted castigado -declaró el juez- Tengo que
ponerle una multa de 200 pesos.
Al mismo tiempo, metió la mano en su bolsillo y dijo:
-Aquí tiene usted el dinero para pagar su multa. Y ad -prosiguió el juez-,
pongo una multa de 100 pesos a cada uno de los presentes en esta sala,
por vivir en una ciudad donde un hombre necesita robar pan para poder
sobrevivir.
Pasaron una bandeja por el público, y el pobre hombre, totalmente
asombrado, abandonó la sala con 500 pesos en su bolsillo.

No amemos de palabra y con la boca, sino con


obras y de verdad.

Sugerencias
Repasa las inspiraciones que has tenido durante los últimos días, acerca
de la responsabilidad que cada uno de nosotros tenemos en la
propagación del bien en el mundo.
Lee y medita Lucas 5, 1 7-20. Es la escena del paralítico a quien sus
amigos ayudaron, ingeniosamente, a presentarle ante Jesús para que lo
curara.
Existen diferentes clases de «parálisis», diferentes maneras por las que
vos, yo y los demás quedamos inmovilizados. Piensa en las estructuras
injustas que hoy dejan «paralizadas» a millones de personas. ¿Piensa en
aquellas circunstancias en las cuales podes ayudar en algo desde donde
estas, trabajo, facultad, familia, amigos?,¿Cuáles son las parálisis que
hoy dejan tu corazón inmóvil y de la cual necesitas de Dios para que las
cure??
Pide la gracia de que tu amor se traduzca en un auténtico servicio.

Mientras haya gente que


tiene hambre
y tiene sed,
Mientras haya ignorancia y
enfermedad,
mientras la guerra haga
estragos
mientras haya injusticias
en alguna de las tierras de
Dios,
yo soy el guardián de mi
hermano
y no tengo derecho a
El gobierno de El Salvador había estado abusando de su pueblo
durante muchos años. La rebelión trajo un baño de sangre. Los que
se atrevían a hablar en favor de los pobres eran torturados,
amenazados
y, en muchos casos, asesinados. Tenemos ahí el caso del arzobispo
Romero.

Ante estas increíbles injusticias, el arzobispo habló en favor de la


justicia y acusó al gobierno de opresor del pueblo. «Soy optimista... Lo
que me sostiene en la lucha es mi amor a Dios, mi deseo de ser fiel al
Evangelio y mi amor hacia el pueblo de El Salvador, especialmente
hacia los pobres». Con su liderazgo, su celo y su amor, le recordaba al
pueblo de El Salvador su verdadera herencia de hijos de Dios. Y
promocionó la solidaridad mutua entre los pobres.

El día 25 de Marzo de 1980, el arzobispo Romero fue asesinado


mientras celebraba la Eucaristía. El día de su entierro apareció una
gran pancarta sobre el presbiterio de la catedral, que decía: "
Monseñor Romero, tú no has muerto; tú vives en el pueblo
salvadoreño".

Dichosos cuando los odien los hombres y los


destierren y los Insulten y denigren su
nombre a causa del Hijo del Hombre.

Sugerencias para la oración


Las fuerzas del mal no toleran las conquistas del Reino de Dios. Luchar
contra ellas los puede llevar a la muerte.
Trae a tu memoria la contribución de los "mártires de hoy" a la causa de
Cristo.
¿ Hasta qué punto te sientes capaz de dar, ante tu entorno, tus amigos,
familia, trabajo, un completo testimonio de los valores de Cristo?

Lee y medita Juan 8, 41-44.

Pide la gracia de comprender el verdadero sentido de tu entrega a los


valores del Reino y valor para luchar denodadamente bajo la bandera de
Cristo.

Era la gran masa de los pobres


y de los trabajadores los que
eran católicos en este país, y
fue este hecho el que me
atrajo a la iglesia

Dorothy Day
Mark Tierney, O.S.B., en sus Homilías ocasionales, pone una lista de las
que él llama «Bienaventuranzas modernas»:

Dichosos los que confían en sí mismos, porque saben que no


necesitan de los demás.
Dichosos los agresivos, porque disfrutarán pisoteando a la gente.
Dichosos los que no se privan de nada, porque nunca sabrán qué
es un sacrificio.
Dichosos los que ponen el dinero ante todo, porque el dinero será
su consuelo.
Dichosos los que no se compadecen, porque sus corazones serán
invulnerables.
Dichosos los consumidores de sexo, porque nunca sabrán qué es
la ternura.
Dichosos los violentos, porque Satanás los tendrá por hijos.
Dichosos los que se salen con la suya, porque de ellos es el reino
de este mundo.

¡Compara estas bienaventuranzas con las de Jesús!

El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán.


Mateo 24, 35

Sugerencias para la oración

Lee y medita las Bienaventuranzas de Jesús (Mateo 5, 3-12).


Recuerda escenas de la vida de Jesús que reflejen estas enseñanzas.
Vuelve a leer las arriba citadas «Bienaventuranzas modernas»,de
una manera más realista. Sustituye el «Dichosos» por «Desgraciados»
los que..., etc.
Los «premios» de estas bienaventuranzas nos darán una buena idea
del vacío y frustración que acompañan a los que las practican.
Realiza una lista de tus Bienaventuranzas personales. Comienza con
"Dichoso yo...."
Pide entender mejor las enseñanzas de Jesús, y valor para seguir sus
huellas.

Así como las ondas de radio son


captadas
allí donde un receptor las sintonice,
así también nuestros pensamientos
de todos los días se irradian al
mundo
para influir para bien o par mal, en
los demás.
Anónimo
Las coordenadas de tiempo y espacio son, al mismo
tiempo, límite de nuestra condición de seres vivos y
capacidad de sorpresa frente a un Dios incansablemente
nuevo. Pero si la mirada se nos empaña, sólo somos
capaces de leer, en los acontecimientos de hoy, lo mismo
que leímos ayer. Internamente no arrancamos la hoja del almanaque, porque
pensamos que la que está debajo va a ser idéntica a la anterior, que cada persona
nos va a responder exactamente como lo ha venido haciendo hasta hoy, y cada
nueva situación sólo es nueva en su apariencia.
Cuando la vida se nos desengancha de un pasado leído como una historia
relacional y "conducida", y perdemos la tensión de un futuro habitado y cargado de
promesa, el presente se nos vuelve como una planta artificial sin raíces, sin savia
y sin impulso de crecimiento. Vamos y venimos, trabajamos con diligencia,
hacemos y decimos cosas interesantes, pero hay una sombra de inconsistencia y
de "no autenticidad" en nuestras palabras y en nuestros gestos. Como si fuéramos
más parecidos a la hierba que crece en los techos, que aquel árbol bien plantado
junto a corrientes de agua.

Durante este momento de oración, queremos aprender a leer el PASADO


COMO SABIDURÍA, como paso fecundo de Dios en la construcción de nuestro yo
de hoy, y no como un cúmulo de ocasiones perdidas, como un rosario de
nostalgias irrecuperables, o como un cuarto oscuro del que preferimos tener la
puerta bien cerrada.
Desde que la Iglesia pone en nuestros labios en la noche pascual la
exclamación desmesurada y asombrosa: ¡Oh feliz culpa!, todo empieza a ser
posible, todo en nosotros puede renacer y recobrar inocencia.
Porque esa declaración desconcertante de felicidad, que podríamos traducir
como "dichosos los que se reconocen pecadores perdonados", recoge la
experiencia que Israel repitió una y otra vez y que continúa hoy en nosotros: el
ofrecimiento portentoso de Dios de edificar una criatura nueva con los materiales
que derribó del pasado.
En esa historia de amor y desamor que es la Biblia, Dios está siempre
corriendo el riesgo: el de hacernos volver a un punto cero de la relación con él
para reconstruir ruinas (Am. 9,11), sanar infidelidades (Os. 14,2), rehacer vasijas
estropeadas (Jer. 18), congregar dispersiones (Is. 43,5), revitalizar huesos resecos
(Ez. 37), consolar aflicciones (Is. 40,1), recrear en nosotros un corazón nuevo (Jer.
33, 39).
Desde ahí es más fácil vivir el PRESENTE COMO OPORTUNIDAD.
Cuando nuestra conciencia se libera del ayer como de un fardo pesado de
amargura o de nostalgia y de pinzamiento de la ansiedad por el mañana, se hace
posible esa atención relajada que acoge el hoy. Y es precisamente esa actitud de
sencilla disponibilidad la que caracteriza en la Biblia a los grandes creyentes:
mientras Adán se escondía temeroso y los de Babel trepaban las torres para
ganarse un nombre prestigioso (Gen. 11,4), Abraham contestaba :"Aquí estoy...",
dejándose fluir confiadamente ante un Dios de caminos inéditos.
Es una invitación a estar aquí y ahora en cada relación, en cada trabajo y
acontecimiento, con una totalidad de presencia que nos libera, sin reservarnos
para tiempos mejores, para esa vida ideal o ese momento soñado. Y guardar
cuidadosamente para entonces un pan del que el presente no parece ser
merecedor. Sin darnos cuenta de que se nos pudrirá mohoso en la despensa por
que su destino era ser compartido entero, como el maná, con los que van cada día
haciendo camino con nosotros.
Y sólo así podremos vivir con esa mezcla de intensidad, naturalidad y
frescura que es el verdadero talante de los hijos.
Sólo así podemos ver EL FUTURO COMO SERENA CONFIANZA. Frente
a la tentación de desentendernos de la construcción del futuro, bajo mil pretextos
de pequeñeces e incapacidades, la Palabra nos guía en la dirección de una
vigilancia que mantiene una intensa espera y una atención despierta y nos empuja
a buscar mediaciones a comprometer energías a proyectar y a poner en marcha
acciones creativas.
Y frente a nuestra ansiedad preocupada y dispersa ante lo desconocido nos
llama a la serena audacia de confiar en que, en último término nuestra vida y la de
todos los que amamos, descansa en el hueco de las manos de Alguien mayor.
Alguien que nunca nos ahorra el penoso batallar en medio de dificultades y
trabajos, pero que siempre responde con un " Yo estaré contigo" a todas
nuestras temerosas resistencias (cf. Ex. 3,12; Jos. 1,9 ; Jer. 1,8; Mt. 28,20).

♦ Reflexiona sobre el paso de Dios por la historia, mira cómo Dios es capaz de
"Hacer nuevas todas las cosas", incluida la mirada para contemplar su obra
en nosotros, no sólo en el pasado sino también en nuestro presente.
♦ Escribe, aquellas cosas "viejas", las que ya "te quedan chicas", las que ya
"fueron", las que no hacen a mi ser de Cristiano maduro, las que fueron
"superadas" por la novedad de Dios (ruinas, infidelidades, cacharros rotos,
huesos resecos). También puedes escribir las cosas del presente que te
hacen sentir confianza frente a la obra de Dios.

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