La medicina ha progresado con ritmo creciente en el último siglo.
Los descubrimientos científicos,
en especial en el campo de la biología, de la física y de la química, y las transformaciones sociológicas y económicas concomitantes, lógicamente repercutieron en su alcance social y económico. La medicina ha debido modificarse también, y hoy día es diferente de la de hace un par de centurias, como asimismo es distinta la medicina que actualmente se practica en países de alto nivel de vida y en países agrícolas o de precario desarrollo económico. En la mayoría de los países ha cambiado la organización médica o, por lo menos, ha habido una tendencia a romper los moldes que existían o predominaban a comienzos del siglo actual. Muy conocida es a este respecto En la Grecia clásica los enfermos acudían al templo de Epidauro para hacerse curar por Asclepios, el dios de la medicina. Aquella amalgama de santuario, hospital, sanatorio y bazar debía presentar, durante todo el año, un aspecto bastante curioso. Una muchedumbre de ciegos, epilépticos y lisiados, la tomaba por asalto, dando mucho quehacer, para disciplinarla, a los zácoros, a los portallaves, a los piróforos, que mitad sacerdotes, mitad enfermeros, representaban a Asclepios y vigilaban los milagros (Figura 1). La clínica sólo proporcionaba, para no dejarlos al aire libre, los muros del dormitorio, que estaba en la planta superior y se llamaba abaton. Los pacientes tras pasar ahí una noche, eran conducidos a la fuente para tomar un baño. Tal precaución no debía ser superflua, puesto que solamente después de haberse quitado de encima, lo mejor posible, el hedor y la suciedad, eran admitidos en el templo para la oración y la ofrenda. Asclepios era un doctor honesto y sólo exigía los honorarios en caso de curación. Para saldar un fémur roto se contentaba con un pollo, pero podía trabajar gratis si el paciente era pobre. No sabemos con precisión en qué consistían las curas. Ciertamente las aguas tenían gran importancia en ellas, pues la región abundaba en fuentes termales. Otro ingrediente muy usado NOTA HISTÓRICA Rev otorrinolaringol cir cab-cuello. 2002; 62: 207-210 La medicina griega Figura 1. 208 REVISTA DE OTORRINOLARINGOLOGÍA Y CIRUGÍA DE CABEZA Y CUELLO eran las hierbas. Pero, sobre todo, se contaba con la sugestión que se creaba con exorcismos y espectaculares ceremonias. Tal vez se recurría también al hipnotismo y, en ciertos casos, a la anestesia, si bien no se sabe cómo la lograban. Porque de las inscripciones se deduce que Asclepios, más que un clínico, era un cirujano. Estas no hablan, en efecto, más que de vientres abiertos a cuchilladas, de tumores extraídos, de clavículas soldadas, de piernas torcidas enderezadas haciendo transitar un carro por encima. El caso más célebre de todos fue el de una mujer que, queriendo librarse de una tenia, y estando Asclepios ocupado en aquel momento, se había dirigido a su hijo quien, teniendo al igual que el padre la pasión de la cirugía, le separó la cabeza del cuello y con la mano fue a buscarle la lombriz en el estómago. La encontró y la sacó. Pero, luego, no pudo volver a poner la cabeza sobre el tronco de la desdichada, así que tuvo que entregarla en dos trozos al padre, quien, tras haberle dado un capón al incauto muchacho, se marchó. Esto aparece escrito en una lápida. Fue este dios socorredor o, por decirlo mejor, fueron sus sacerdotes los que monopolizaron la medicina griega hasta el siglo V a. C. Sólo en tiempos de Pericles asomó la medicina laica, que se apoyaba, o pretendía apoyarse, en bases racionales, al margen de la religión y de los milagros. Pero también esta novedad llegó a Atenas desde fuera, específicamente del Asia Menor y de Sicilia, donde se habían formado las primeras escuelas seglares. El verdadero fundador fue Hipócrates (Figura 2), si bien parece ser que antes de él, en Crotona, vivió. Alcmeón, formado en la escuela de Pitágoras, y al que se atribuye el descubrimiento de la trompa de Eustaquio y del nervio óptico. Pero de éste no sabemos prácticamente nada, mientras que Hipócrates es una figura histórica. Era originario de Cos, donde todos los años acudían miles de enfermos para zambullirse en las aguas termales. Estos constituían un excelente material de estudio para el joven Hipócrates, que era hijo de un “curandero” y discípulo de otro, Heródico de Selimbria. Empezó por elaborar una casuística que le allanó el camino para formular, sobre la base de la experiencia, la diagnosis. Sus libros fueron posteriormente reunidos en un Corpus Hippocraticum, en los cuales Hipócrates tal vez sea autor sólo de una mínima parte, siendo el resto añadido por sus discípulos y sucesores. En él se encuentra confusamente de todo: anatomía, fisiología, consejos, investigaciones y un amplio número de ideas erróneas. No obstante, ha constituido el texto fundamental de la medicina durante más de mil quinientos años. Los médicos hipocrático la reforma hecha en Inglaterra después de la última gran guerra. Nos ha parecido de interés glosar la evolución de la organización de los servicios médicos de Chile y, en especial, del vigente Servicio Nacional de Salud. La Constitución de Chile, que rige desde 1925, prescribe como deber preferente del Estado velar por el bienestar higiénico y proteger la salud de sus habitantes, poniendo así el derecho a la salud, por delante y por encima de cualquier otro. Pero a pesar de la modernidad de estos ideales en aquel entonces, la medicina chilena seguía siendo puramente individualista, o sea, que cada cual buscaba la atención médica para sí y los suyos, según sus posibilidades económicas. De hecho, la gran mayoría de los pacientes pertenecía a algunos sectores sociales carentes de medios económicos para sufragar el alto costo que su atención médica requería. En general, los más necesitados debían recurrir a la Beneficencia Pública, institu- * Manuscrito recibido en diciembre de 1955. ción creada y sostenida durante largos años por personas e instituciones inspiradas en un alto sentido humanitario, pero incapaz de prestar atención médica satisfactoria, por sus limitaciones intrínsecas y el número creciente de los que llamaban a su puerta. Las progresivas modificaciones de la economía chilena y, en especial, el impulso vigoroso que experimentó la industria fabril, provocaron hondas repercusiones sociales, que influyeron en forma decisiva en la vida y en la consideración de la salud de los trabajadores. La medicina chilena no podía quedar al margen de esta efervescencia y hubo de contribuir a la transformación, en primer lugar, transformándose a sí misma. Fué así como los antiguos moldes de la práctica privada y la competencia entre los médicos, comenzaron a resentirse. Pronto comprendieron los médicos que un alto porcentaje de sus conciudadanos, justamente los más expuestos a los riesgos de la enfermedad y de la invalidez, iban quedando sin protección médica por sus escasos ingresos y su precaria estabilidad económica. Era, pues, de imperiosa necesidad otorgarles a bajo costo la atención médica y seguridad social, sin reparar en cualquier sacrificio. Por otra parte, el médico, en cuanto profesional privado, se veía también impulsado a buscar una solución a este problema, ya que las condiciones creadas por el desarrollo industrial y el volumen creciente del trabajo asalariado, la despoblación de los sectores rurales y la aglomeración de individuos en las grandes ciudades, iban reduciendo cada vez más su órbita de acción y enfrentándolo con los grandes intereses colectivos. Se afrontó entonces la crisis médicosocial y se promulgaron leyes sociales que luego llegarían a transformar la organización 45 46 BOLETIN DE LA OFICINA SANITARIA PANAMERICANA médica imperante. Así se aprobó en 1924 la ley 4054, de seguro obrero obligatorio, y surgieron después las diversas leyes de previsión social en favor de los funcionarios públicos, de los empleados particulares, de los miembros de las fuerzas armadas, de los periodistas y otros grupos de carácter gremial. La aplicación gradual y progresiva de estas leyes que provefan de atención médica y seguro de invalidez a varios sectores sociales, trajo por consecuencia una restricción, cada vez más apreciable, del ejercicio libre de la profesión médica, disminuyendo sensiblemente los ingresos de la mayor parte de los médicos. De esta manera abo