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Cerca del grado cero: consideracio- nes sobre la problematica en la antropologia mexicana actual Esteban Krotz Bl lector principiante se engata creyendo que los hhechos son mucho menos complicados de lo que realmente son, y puede ficitmenteconcluir que nada ‘hay en el objeto de estudio de laantropologia social que no pueda ser fiiimente comprendido por un nif de diez ato. Edmund Leach, Cultura y comunicacién L. temdtica de esta mesa se diferencia, entre otras cosas, de la de las demas de este simposio por el hecho de que ni los ponentes ni los comentaristas pueden apoyarse en una literatura mexicana signi- ficativa sobre el punto a tratar. En vista del objeti- Yo principal del simposio, el de “efectuar una eva- Juacién del desarrollo teérico de la antropologfa en México en relacién con las tendencias y necesidades de la investigaci6n” (segin la convocatoria del 10. de octubre de 1986), no me parecié pertinente re- curr a literatura extranjera sobre el tema. La fun- cin de esta ponencia es, por consiguiente, la de in- vitar a la reflexién critica sobre la antropologia que nosotros conocemos y que nosotros hacemos, para empezar con més insistenciae intensidad el examen de cémo la hacemos, es decir, el problema del mé- todo y de la metodologia. Y digo “empezar”, por- que me parece que estamos cerca del grado cero en cuanto a esta cuestién, Mi contribucién a esta discusién tiene tres partes. Primero expondré unos asuntos de orden terminologico y de perspectiva que, por discutibles "Texto de la ponencia presentads en la mese “Epistemologta yy antropologia” del simposio sobre Teoria e investigacién en la an. tropologia social mexicana, Este evento fue organizado conjunta- mente por la Division de Estudios Superiores de la Escuela Nacional de Antropologfa ¢ Historia, el Centro de Investigaciones y Estudios ‘Superiores en Antropologfa Social y el Departamento de Antropo- Jogfa de la Universidad Auténoma Metropolitaneztapalapa y tuvo Iugar del 11 al 14 de mayo de 1987 en El Colegio de México. que sean, me son necesarios para presentar después una breve panordmica de la situacién y de sus causas ids significativas. El ejemplo del “trabajo de cam- po” me servird para explicitar los puntos centrales de mi argumento. Terminaré con un breve listado, a modo de resumen, de puntos eriticos de la situa- cién para la discusién futura de la temética.’ 1, A modo de premisas: epistemologta, teoria de la ciencia, metodologéa Desde un punto de vista evolutivo global, la ciencia es una forma especffica de conocimiento humano, que surge a partir de una serie de antecedentes muy diversos, que se consolida definitivamente en una época determinada (el siglo XIX) y una civilizacién particular (la europea-occidental o capitalista-indus- trial); desde alli y desde entonces se ha difundido hacia las demés partes del globo, se ha convertido en una fuerza productiva de suma importancia y ha llegado a ser considerada expresién de conocimiento “verdadero” por antonomasia. Sin embargo, desde un punto de vista sistemético, ciencia essimplemen- te una forma de conocimiento hist6rica entre otras formas de conocimiento humano; el arte, el sueito, Ja mistica y la practica técnica cotidiana producen igualmente conocimientos que en muchos casos 1 A alta de tratamientos amplios en la literatura atzopolé- tise mexicana y después de un frcasdo intento de obtener ayuda de parte de un grupo de colegas mediante un cuestonaro sobre la temftica, lo que expongo se bas fundamentalmente en impresiones btenida en investigaciones en las que he participado como invest- tor o asesory 2 partir de la lectura de trabajos antropoldgicos en general. Me parece pertinent sefalar que mi experiencia de invest- gacidn se ha referido principalmente al &mbito rural de México y casi siempre ha estado vinculada a programas de docencia; psibe- mente estas particulardades tian de modo especial mis apreciacio- 8 son valorados tan “verdaderos” como los que se de- nominan “cientificos”.? En atencién a esta situacién me parece conve- niente reservar el término epistemologra a la teoria general de las caracter{sticas del conocimiento hu- ‘mano, que se ocupa de las miltiples formas pasadas y presentes de éste, de sus fuentes, modos de vali- dacién, limitaciones, etcétera, y emplear el término teoria de la ciencia (0 metaciencia) para la descrip cidn y el andlisis de las caracterfsticas especificas de esta forma particular del conocimiento humano llamado “ciencia”. Ambos campos pueden ser abor- dados en serio solamente por esfuerzos multidisci- plinarios y no constituyen, como parecia a fines del siglo pasado y a comienzos del actual, el terri- torio exclusivo de filésofos especializados en logica, que se constituyeron posteriormente en “filésofos de la ciencia” —una versién reduccionista precisa- mente criticada a partir de los aportes de otras sub- disciplinas tales como la historia de las ciencias, la microsociologia de las comunidades cientificas, etc. Con base en estas discusiones quiero destacar tres aspectos esenciales para cualquier andlisis de la antropologia como ciencia: a) “Ciencia” no es algo asf como un conjunto de ideas més 0 menos seguras, una serie de enun- ciados tomados como seguros, “Ciencia” es un de- terminado proceso de produccién cultural, cuyas unidades fenoménicas més pequefias se llaman “in- vestigacion”. Ciencia e investigaciones cientificas 2 Desde esta perspestivacarece de sentido hablar dela exis tenoia de una “ciencia medieval” o de una “ciencia china” —formu- Jaciones que solamente quieren sear que estos tiposde produccion de conocimientos muestran alguna semejanca signfiativa con la ciencia en el sentido inicado. 2 He elaborado este esquema de manera més amplia en mi cenyo “Historia historigraffn de ls cfencias antropolgicas: una problemdtica tevice” (Krotz 1987), Cerca del grado cero, son, por consiguiente, conjugaciones de factores constitutivos muy diversos, tales como resultados disponibles de investigaciones anteriores y simulté- nneas, recursos econdmicos al alcance de los cienti- ficos, criterios vigentes para la produccién de enunciados considerados coherentes, expectativas diversas acerca de la posible utilizacién de los resul- tados estimados de una investigacién o una discipli- na, cbdigos de procedimientos experimentales aceptados como vilidos, estructuras de personali- dad de los investigadores, dindmicas de las institu- ciones a que pertenecen, coyunturas sociohistéricas e intereses politicos més comprensivas, etoétera Esta perspectiva no permite suponer una separacion real entre “ciencia” y sus “contextos externos” todos estos momentos son factores constitutivos; por decitlo de otro modo, como en cualquier pro- ceso de produecién, también en éste las “condicio- nes de produccién” forman parte integral del pro- ceso y, por ende, también del producto. * b) Bste proceso de produecién cultural llama- do “ciencia” es levado a cabo por un sujeto colec- tivo: los cientfficos. Sus unidades més pequefias son las lamadas “comunidades cientificas!, es de- ci, grupos de cientificos que operan sobre una base paradigmética comiin (0, en casos de situacio- nes preparadigméticas, semejantes a las que atra- viesa actualmente la antropologia, facciones de cientificos que operan sobre proposiciones prepara- digméticas).* Estas colectividades ~grupos o faccio- * No pretendo negar que sea posible clasificar determinados ‘acercamientos al fenémeno ciencia en términos de “externalistas” e “internalistas” (para un resumen véase Llobera 1980:26 ss), pero consideto que un planteamiento que cafes los componentes del proceso de produccidn clentico en estos términos es aportico. 5 Véanse para esta terminologia los trabajos de Kuhn (1971. 1982) ast como mi intento de relacionarlos con la situacién actual de la antropologia (Krotz 1983a), nes— son los productores de las investigaciones,* por lo que carece de sentido reducir el estudio de cualquier aspecto de una disciplina cientifica o de Ja ciencia en su conjunto a la consideracién de una relacién aislada entre un cientifico y “sus” datos 0 ideas, Supongo que muchos antropélogos estarfan tentadlos de acercarse a estas colectividades como “‘subculturas”, de una manera semejante como algunos socidlogos se han acercado a ellas con el instrumental conceptual y tedrico de su disciplina particular, c) La consolidacién y reproduccién cada vez 6 “Investigacion” es entendida agut en el sentito ampli, de- tallado més adelante, que la entiende justamente como parte de este proceso global (véase especialmente el paso nimero cinco de esta ce racterzacén), més amplia de la ciencia como conjunto y de sus divisiones disciplinarias con su desarrollo de lengua- jes especializados, la creacién de recintos reservados a la transmision de sus tradiciones a los muevos miembros de las comunidades cientificas, el esta- blecimiento de circuitos de comunicacién cada vez més herméticos para no-specialistas, etcétera, se basan en un reconocimiento social general de esta forma de conocimientos que, aparte dela conviccién de su utilidad actual 0 futura, se encuentra fundada en la creencia’ de que sus conocimientos han sido y son producidos de acuerdo a ciertos procedimien- tos clata y detalladamente normados (y de igual manera se supone que el elemento central de la so- cializaci6n de los futuros miembros de las comuni- dades cientificas consiste en su familiarizacién te6- rica y préctica con estas normas que explicitan y rigen estos procedimientos) En relacién con todo esto es pertinente recal- car la necesidad de distinguir dos niveles comple- mentarios, uno referido a la ciencia en su conjunto y otto referido a clases de disciplinas, disciplinas 0 subdisciplinas cientéficas, Asi por ejemplo, la teorfa general de la ciencia (también podria decirse, la metodologia en su nivel general) puede sefialar para una investigaci6n cientifica (al menos, para una ciencia del tipo de la antropologfa) una serie de cinco pasos claramente distintos, aunque parcial- mente sobrepuestos en el tiempo real: Lo. plantea- miento del problema; 20. registro de fendmenos empiticos; 30. tratamiento (andlisis) de los materia- 7 areze que ne de los resultados principales de este lngoy encatnizado debate consiste en haber reforzado el énfasisen el est- dio de las diferentes disilinascentficasa partir de la obsevacién de las actividades reales de sus pracicantes en ver de tomar como base sus devlaraciones programitics, Algona reflexions ineresn- tes al respecto se encuentran en un artfculo de Pereda (8. 10 les obtenidos; 40. formulacién de los resultados; 50, circulacién y evaluacion de éstos ultimos. Sin em- bargo, cualquier puntualizacion que vuelva opera- cional este procedimiento en un caso concreto, dependeré de la especificidad de una disciplina dada: cada una cuenta con su método 0, mejor di- cho, un conjunto de métodos interrelacionados, cu- ya importancia relativa puede variar.* Definir los términos de este modo tiene dos implicaciones importantes. La primera es que el método (0 conjunto de métodos) de una disciplina cientifica no es inmutable a través de los tiempos, ya que depende de la concepcién global que la dis- ciplina tiene de los fenmenos de los que se ocupa? en situaciones de rivalidad entre diferentes concep- ciones de este tipo es de esperarse que también exis- ta rivalidad en el nivel de los métodos. La historia de la antropologia demuestra, ademds, que estas variaciones no solamente tienen que ver con cues- tiones de orden secundario, sino que afectan los cri- terios de validez del conocimiento cientifico como tal. La segunda es que la metodologia de cual- 8 Puooe pertinent sefalar aqui que una dsciptnaosubdise- plina (a o que corrsponderfan en téminos de Kuhn paradigmas en situaciones de ciencia normal y proposiiones preparaigméticas ‘en stuaciones de cienca extraordinaria) se define siempre fanto por ‘un determinado campo fenoménivo més o menos clarament delim tado como por un tipo de pregunta o problema bisico acerca de éte. He tratado de ejemplfcar esto brevemente con respecto ala anto- pologia politica (Krotz 1986). 9° En este sentido no solamente la tort “ie” algo sobre la realidad, sno también el mStodo segudo: sin algén tipo de preo- nocimiento acertado no puede haber método exitoso. 40 Un ejemplo verdaderamente espectacular para este cao me parece la impugnacin de a antropolofs deimontnice por parte de ‘arias d las correntes dominantes en la antropologfa de prinipios del siglo nuestro. Para los primeros antrop6logos cientitions habfa sido imprescndile enmarcar sus estuios dentro de algunas de las concepciones evolcionstas de la fpoca —justamente para pode ser sceptados como cientficos, Para antropélogos posteriores— como, por ejemplo, Lowie y RadciffeBrown~ precistmente su vincuacién Cerca del grado cero, .. quier disciplina no puede, ni en su aspecto descrip tivo ni en su aspecto prescriptivo, ser reducida a la consideracién de la logica de enunciados de una investigacion (y, menos atin, de algunas partes de ella), sino que tiene que ocuparse de todos sus pa- 0s y de todos sus momentos constitutivos que, a su vez, s6lo son comprensibles como parte de este proceso global de produccién de produccién de co- nocimientos llamado ciencia, 2. Marasmos y marailas: sobre la cuestién del método en la antropologia mexicana 2.1 Fenémenos Como la situacion de confusién generalizada con respecto a método y metodologia en la antropolo- gia mexicana es bastante conocida, quiero limitar mi descripcién de ella a unos cuantos ejemplos sig- nificativos, Al revisar, por ejemplo, al azar proyectos de investigacién, se ve que no existe consenso alguno sobre si métodos y técnicas de investigacién son dos puntos diferentes y, en caso de distinguirse, en qué se distinguen, Una manera astuta dé escapar de este dilema consiste en la ereacién de encabezados tales como “consideraciones tedrico-metodologi- cas”, Aparte de que frecuentemente se utilizan de manera indistinta las palabras “método” y “meto- dologia”, a menudo la referencia a ellas parece en- contrarse solamente porque el formato de una ins- 2 estos modelos consiuy6 la clave no para descalificr pare de sus realtados, sno para descalifarios como cintficos, Otro aspecto central de los métodos de esta primera etapa del antropoogfaczn- tific, a introspeccin, he sido crtcado en los mismos téminos (éase Gluckman 1965:2, titucién determinada exige tal renglén; en otros casos parece tener, ante todo, el significado de una autoadscripcién a una posici6n tebrica o epistémica. Algo semejante puede decirse con respecto a estudios antropol6gicos publicados. Pocas veces sus autores brindan al pliblico lector reflexiones de or- den metodolégico, por ejemplo, exponiendo sus puntos de partida y su justificacién, sus expectati- vas y presupuestos originales y sus modificaciones a partir de la interacci6n con sus “objetos de estudio”, evaluando aciertos y errores, planteando propues. tas de orden metodol6gico para investigaciones posteriores sobre temas o situaciones similares, Esta ausencia es particularmente llamativa en las tesis de licenciatura, ya que una de sus funciones principa- les consiste precisamente en demostrar la capacidad de un manejo profesional de los métodos de la dis- ciplina en cuesti6n para generar conocimiento que pueda ser llamado cientifico. Finalmente, el proceso de socializacién profe- sional a nivel de grado y de postgrado confirma el mismo panorama. Aquila situacién acusa un grado de disparidad no igualado por ningtin otro renglén de los planes de estudio: desde la existencia de toda una bateria de cursos obligatorios, en cuyos titulos aparece la palabra “método”, “métodos” o “meto- dologia” hasta la ausencia completa de ellos, y des- de la existencia de cursos especiales vinculados a pricticas de investigacion destinados a tratar tam- bign cuestiones de orden metodologico, hasta la existencia de planes de estudio que definen la exigen- cia del aprendizaje de la investigacién meramente en términos de un cierto nimero de dias “en el campo”, se encuentran casi todas las situaciones imaginables. Con respecto a las bibliograffas de es- tas materias existe una disparidad similar. Quiero agregar dos observaciones a este pano- i rama bien conocido, a veces lamentado y pocas veces pausadamente analizado, La primera se refie- re al contacto intensivo de ya casi dos décadas de duracién entre la antropologfa tradicional y diver- sas corrientes de origen marxista. Al parecer, esta confrontacién se ha movido principalmente en el nivel de la discusi6n de conceptos, a veces de mo- delos, pero en el nivel metodol6gico. Esta situacién no deja de extrafiar en vista de que frecuentemente se sefiala que estas dos grandes corrientes constitu- yen dos maneras diferentes de hacer antropologia, es decir, de producir conocimientos antropol6gicos. La segunda se refiere a la impresién de que comen- tarios de orden metodoldgico suelen tocar, en la mayoria de los casos, sélo determinadas fases de la investigacién antropoldgica (acusando, ademds, un asombroso parecido con posiciones neopositivistas, al ocuparse principalmente de la logica de enuncia- dos). 2.2 Causas Obviamente, la situacién descrita no es privativa de Ja antropologia mexicana; situaciones parecidas se encuentran en otras disciplinas sociales en México asf como en la antropologia de otros paises.#? Des- 41 En relacién a ambas observaciones puede agregar que, hasta donde puede verse, la dicusién metodolégice, pasaday pre sente, que se encuentra en I literatura de tradiciones extranjeras de antropologia, no parecen pertenecer al patrimonio biblogrfico de los antropétogos meticanos (lo que es més lamativo atin en vi- ta de que uno de los impulos recientes para esta disusin se refiere exprestmente a materiales etnogrificos mexicanos ~Ios libros de C. Castaneda acerca de las ensianaas del yaqui Don Juan 1 Asi, por ejemplo, es llamativo que la conocida Enciclope dia internacional de ls ciencias sociales (Sls 1968: vol 7) no con- tiene ningin artfculo especial bajo el tftnlo “método”. Pare un 12 de el punto de vista de nuestra antropologia parece pertinente destacar las siguientes causas, todas in- terrelacionadas entre si: a) La causa principal radica seguramente en la ausencia de un consenso sobre qué es la antropolo- gia y lo que deberia ser como disciplina cientifica, ‘aunque, segtin la opinién de algunos, existe actual- mente una tendencia de recuperacién, después de tres lustros de noche economicista, que habia vuel- to igualmente pardos a todos los gatos disciplina- tios, de una especificidad de la antropologia dentro del conjunto de las ciencias sociales. Esta ausencia de consenso se manifiesta no solamente en la litera- tura publicada, sino también en las actividades pro- fesionales de muchos que realizan investigacion social amparados por una licenciatura en antropo- logfa o etnologia? b) Hasta donde tengo conocimiento, en las instituciones académicas dedicadas fundamental- mente a la investigacién antropol6gica (por cierto, frecuentemente mezclada con la de otras discipli- nas), la problemdtica metodol6gica no suele ser te- matizada colectivamente, sino es considerada pro- blema de cada quien. La ausencia de politicas de investigacién claras y explicitas hace més borrosa la situacin. Esta se agrava en instituciones académi- cas dedicadas a la docencia mds atin por el hecho de que en varias de ellas todavia un porcentaje sig- nificativo de docentes no son investigadores, en al- gunos casos ni siquiera cuentan con una formacion ejemplo reciente de una revsin general de la stuaci dela antro- Pologfs que también mezcla todos los niveles, véase el articulo de Rossy O'Higgins (1981 1B En este contexto también es Uamativo de que en casos donde parece haber un cierto consenso sobre perspectivas tedricas, éstas no parecen plasmarse en discusiones metodoligicas y/o la utc lizacién de determinados métodos de la praxis dela ivestgacin, Cerca del grado cero, de antropélogos.’* Por todo ello es dificil recono- cer un posible perfil disciplinario a partir de las actividades de estas instituciones, lo que afecta in- mediatamente el nivel metodoldgico. ¢) Si hace algunos afios en este mismo lugar, con motivo de un encuentro similar, se ha consta- tado para una temdtica antropologica especifica que “los antropélogos no hemos podido impulsar nuestros propios 4mbitos de discusién” (Nieto 1984:163), esto es vilido también para la proble- matica metodoldgica. Es cierto que en encuentros y simposia surgen ideas interesantes, pero no se ha encontrado la manera de convertirlos en impulsos para un trabajo sistemdtico y acumulativo, Esta apreciacién se corrobora fécilmente al revisar el ya no tan reducido mtimero de revistas mexicanas que casi exclusiva 0 predominantemente publican tra- bajos antropolégicos, d) En relacién con estos tres puntos es conve- niente tocar de nuevo la formacién de los nuevos antropélogos. Una caracteristica de ella parece ser su fragmentacién no controlada. Esta empieza con la frecuente ensefianza de la tradicién antropolégi- ca como historia de ideas (y no de modos de pro- ducir conocimientos antropol6gicos)'* y se prolon- ga con la discusién descontextuada de autores contemporéneos, la concentracién en el debate conceptual sin dar mucha atenci6n a los modelos tedricos. Por otra parte, muchas veces los estudian- tes no tienen oportunidad durante su licenciatura de observar, como participantes 0 no, una investi- 15 He tratado algunos de estos problemas en una poneneaso- be la ensefanza de a teorfaantropolipica(Krotz 1986a), 4 En este conteto convene recordar Ia opinin de Levi Strauss en el sentido de que “nadie deberfa poder aspiar als ense- fanza de la antropolofa sin haber realizado por o menos una inves tigacién de campo importante” (1970:339) gacién antropologica completa y conocer su rela- cién con los campos més amplios de la discusi6n antropolégica en México.’ Si a esto se agrega que la formacién previa de los estudiantes tiende a ha- cerlos buscar en los maestros comunicadores de 46 para unas breves consderaciones sobre la problema él trabajo de campo como parte de la socialzaién profesional de los ntropélogos véaseKrotz (19830) 13 verdades, papel que algunos aceptan de buena gana, entonces se puede reconocer aqui una importante raiz del problema. 2.3 Consecuencias Aparte de los fenémenos arriba sefialados, la conse- ‘cuencia mds importante de esta situacién me pare- ce ser la generacin de la impresion —en teoria y praxis, entre propios y extrafios— de que la investi- gacién antropol6gica es fundamentalmente un pro- ceso basado en los alcances del sentido comtin y la habilidad expresiva de sus practicantes; 0, por de- cirlo de otro modo, que los conocimientos antro- poldgicos se producen como el efecto de un cono- cido analgésico: todos saben que sf funciona, pero nadie sabe exactamente cémo.!7 Obviamente, esta situacion no s6lo no ofrece perspectivas promete- doras para una solucién de la crisis paradigmética de nuestra disciplina, sino que tampoco constituye una base idénea para ser aceptados —nosotros y nuestros productos~ como cientificos por parte de representantes de otras disciplinas y de otros secto- res sociales, 2.4 El “trabajo de campo” botén de muestra para problema y perspectivas Es sabido que para muchos antropélogos y también para muchos no-antropélogos el “trabajo de campo” es una caracter{stica tfpica y especial de la antropo- logia (sin por ello tener que ser la tnica, ni ser 17 A los resultados de esta situacin hace referencia también of epfarafe del presente trabajo, 14 exclusiva de ella), Sin embargo, no parece tan facil aclarar qué es —para quienes manifiestan esta opi- nién— el trabajo de campo. Nuevamente, la confusi6n empieza con el uso miiltiple del término. A veces, “trabajo de campo” ¢s utilizado como sinénimo de la investigacién an- tropoldgica en su conjunto ~apreciacién impugna- da por quienes consideran que Ja investigacién antropolégica también puede incluir el estudio de documentos 0 que el andlisis del material recogido en el campo también forma parte de la investiga- cién antropolégica, En otras ocasiones se designa con “trabajo de campo” tinicamente algiin tipo de convivencia més o menos prolongada con el grupo social bajo estudio —lo que suele ser impugnado Por quienes no quisieran ver reducido el trabajo de campo a una técnica especial de recopilacién de da- tos teftida frecuentemente con matices empiristas, Por su parte, la préctica de muchos antropélogos constituye otra fuente de confusi6n, por ejemplo, cuando identifican en los comentarios previos de Sus escritos el trabajo de campo ampliamente con la observacién directa o incluso participante, pero basan sus elaboraciones finales casi exclusivamente en los enunciados verbales de quienes llaman sus “informantes” y se echan de menos precisamente elementos tales que, digamos B, Malinowski presen- 16 como resultado de su trabajo de campo," Desde luego, tampoco esta cuestién especifica podrd resolverse sin cierto tipo de decision previa 0 simulténea sobre cardcter y tarea de la ciencia an- tropolégica y, en vista de la situacion preparadig- matica reinante, sobre la insercién explicita de la 418 Me refiero, por ejemplo, al capitulo IV de su obra més co nocida (1975), donde a propdsito de canoas y navegacion se presen. ta una vision totalizadora cuyas fuentes van més all de la mera inte- sogacin de “informantes”. Cerca del grado cero. posicion tomada en la tradicién disciplinaria global. Retomando de las consideraciones iniciales la dea de la vinculacién estrecha entre perspectiva tedrica y método, es decir, el hecho de que tam- bién el mismo procedimiento en la produccion de conocimientos dice algo sobre la realidad por cono- cer entonces me parece que el trabajo de campo) bien puede ser considerado como método —es més, como el método central de la antropologia."” Su esencia consiste en la exposicion personal y directa de los investigadores a la alteridad sociocultural —justamente porque la pregunta por la diferencia entre las culturas y los grupos sociales es la pregun- + ta por la diferencia entre las culturas y los grupos | sociales es la pregunta original de la tradici6n an- tropol6gica. Aunque el lugar privilegiado para este contacto es el “campo” presente, en este sentido “trabajo de campo” deriva més bien de una pers- | pectiva global acerca de los fenmenos sociales, claramente diferente de la de otras disciplinas so- ciales y caracteriza una forma igualmente diferente, de abordarlos. ‘Aunque no tengo espacio aqui para detallar este razonamiento y aunque supongo que no todos estardn de acuerdo con él, quiero utilizarlo de ma- nera heuristica para explicitar algunos de los ele- mentos antes introducidos. Combinando los cinco pasos sefilados de una investigacion que puede considerarse cient fica, con la perspectiva que acabo de indicar, me parece que puede quedar més clara la tarea de la metodologia como actividad descrip- tiva y generadora de reglas para el procedimiento en la investigacién antropol6gica. Su andlisis y sus prescripciones tienen que abarcar necesariamente 1 Recientemente, este aspecto ha sido destacado también por E, Luque (1985:178). los cinco pasos y todos los factores constitutivos y saber que la investigaci6n concreta siempre es par- te de un proceso de produccién mds amplio. Asi, en cuanto a la formulacién del problema no sola- mente se ocupard del examen del escrito que suele llamarse “proyecto de investigacién” y seftalard cri- terios para su elaboraci6n en términos de légica, en términos de exigir la ubicacién precisa de la proble- mética por estudiar en el contexto de la discusi6n cientffica, en términos de pedir una relacién cohe- rente entre conceptos, hipétesis y operacionaliza- cién planeada, sino hard también hincapié en la dilucidacién de los elementos de adscripcién de clase, de sexo, de biograffa, de instituciones, etc., de los investigadores que siempre tifien de una manera u otra la construccién de los problemas de investi- gacidn, De manera semejante, en cuanto al segundo aso, no sélo hablard de la oposicién entre indivi- dualismo y colectivismo met6dico, sobre los crite- rios para optar o no por las historias de vida, sobre la utilizacién adecuada de censos y la elaboracién de los modelos de estratificacién posibles, sino haré yer como predisposiciones de todo tipo pueden conducir una investigacién a que reproduzca final- mente nada més que conceptualizaciones reinantes sobre sociedad y cultura, casi independientemente de la realidad supuestamente estudiada, Basten por ahora estos dos ejemplos; la larga, aunque no demasiado elaborada discusién en la an- tropologia acerca de los efectos distorsionadores de la percepci6n provocados por el etnocentrismo, en- riquecida significativamente por las teorfas marxis- tas sobre a ideologfa, recalcan aqu{ solamente un tipo de factores constitutivos del proceso de pro- duccién de conocimientos cientificos en antropolo- gia del que la metodologia tiene que ocuparse para conocerlo y controlarlo, 15 3. Amodo de resumen: puntos criticos para la discusién En esta ponencia he tratado de demostrar ~a partir de una situaci6n bastante conocida y ampliamente experimentada como insatisfactoria por parte de antropélogos y estudiantes de antropologia —lo que quiero resumir ahora asi: 1) Gran parte de las discusiones sobre método y metodologia en antropologia est condenada de antemano al fracaso, porque generalmente los in- terlocutores no utilizan los términos en el mismo sentido, Nuestra literatura no nos ayuda mucho: también en ella se mezclan opciones epistemol6gi- cas generales con cuestiones metacientificas y dife- rentes perspectivas sobre Io que es y lo que deberia de ser la disciplina y la investigaci6n antropol6gica, Precondicién de cualquier discusién provechosa de Ja problemdtica seré entonces, en cada caso, la fati- gosa y tortuosa explicitacién de los términos utili- zados que no puede suponer consensos técitos. 2) Esta tarea definitoria misma demuestra, sin embargo, que el problema del método dista de ser un problema terminol6gico. Lo que se entienda como método en antropologia y lo que se determi- ne como tarea de la metodologfa dependerd también de opciones epistemolégicas més generales y de la adopcién de una determinada perspectiva sobre ca- récter y particularidad de la antropologia como disciplina cientifica, de la que cualquier investiga- cién y la reflexi6n sobre las normas que la rigen, son solamente una parte, En una situacién prepaft digmética como Ia actual, cualquier posicién -y, desde luego también lo que yo esbozé en los apar- | tados anteriores— tendré fundamentalmente valor heuristico, y ain as{ no seré compartida por més| que por unos cuantos colegas, Esto, empero, no de- } 16 beria incomodar sino més bien estimular la bitsque- day el trabajo en comin, 3) Desde la tradicién antropolégica con su fuerte tendencia al estudio heuristico no puede pa- recer inadecuada la propuesta de concebir al proce- so de produccidn de conocimientos antropol6gicos como un proceso sumamente complejo y asignar, por consiguiente, a la metodologfa antropol6gi la tarea de examinar tOdos sus momentos constitu- tivos en vez de ocuparse s6lo de algunos de sus aspectos de construir normas a partir de este exa- men, 4) Justamente esta tradicion antropoldgica misma ~con su acervo de estudios minuciosos sobre simbolos ¢ instituciones, sobre poder y tecnologia, sobre lenguas y cosmovisin y muchos temas perti- nentes més~ proporciona elementos titles para que antrop6logos se estudien a s{ mismos en estos tér- minos, como en una especie de observacién partici- pante en el pleno sentido de la palabra, Asi la dis- cusién sobre método y metodologia partiria, en una primera instancia, de la praxis antropolégica misma, tratando de dilucidar sus componentes y sus mecanismos, de evaluar ventajas y errores. 5) A pesar de lo pesado que se prevé este tipo de discusiones ~que ademés han mostrado en otros Ambitos una cierta tendencia a hipostiarse y a con- vertirse en un fin en sf mismas— me parece urgente un esfuerzo en este sentido, No enfrentarlo contri- buird a reforzar dos vertientes en la antropologia mexicana actual que deberfan existir s6lo como partes, no como elementos principales 0 incluso terminales! la discusién conceptual, desligada fre- cuentemente de la elaboracién de categorias y mo- delos e incluso con poca vinculacién efectiva con la investigacién, por una parte, y la reduccién de la investigacidn a la recoleccién de datos y la limi- Cerca del grado cero... tacion de su tratamiento a algun tipo de clasifica- cién y presentacién narrativa (a modo de historio- grafias aparentemente autoevidentes), por otra. 6) En vista de la realidad sociocultural siem- pre cambiante y de las variaciones en la comunidad antropologica mexicana, esta discusién tendré que ser, necesariamente, una discusion constante, es decir, habré que idear mecanismos para mantener! viva a pesar de su tortuosidad. En este contexto me voy a permitir sugerir, ademds de los elementos ya mencionados, tres mas a los que habré que prestar una atenci6n especial ~ la necesidad de incluir en el proceso de dis- cusion y de reflexion metodolégicas al cre- cimiento de antropologos que no trabajan en instituciones académicas, pero que partici- pan —aunque inscritos en otras dindmicas institucionales, de intereses, ete. en la produccién de conocimientos antropol6gi- cos cientificos; ~ las posibles consecuencias de la actual “ten- taci6n numeristica”, fomentada por la utili- zacion cada ver. més frecuente de computa- doras en la antropologia, asunto sobre cuyas implicaciones metodol6gicas sus usuarios no parecen estar reflexionando muy inten- sivamente; —la comparacién de la situacién mexicana con la de otras comunidades antropolégicas en América Latina, dado que a pesar de to- das las diferencias compartimos con ellas el marco general del imperialismo (y particu- larmente el imperialismo cultural) y la si: tuacion de que nosotros y nuestros “otros” normalmente somos integrantes de una mis- ma naci6n, elementos, entre otros, que son claramente elementos constitutivos de im- portancia para el proceso de produccién de conocimientos antropoldgicos, Estas son, pues, algunas ideas para la discusién en este simposio sobre la situacién de nuestra discipli- na y las tareas para el futuro proximo, La discusién sobre método y metodologfa tiene en éstas tltimas un lugar central, ya que hard més transparente, mas, controlable, més justificable y mas evaluable el ca~ rdcter y el alcance de los conocimientos generados por nosotros. 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