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RAFAEL ECHEVERRIA ESCRITOS SOBRE APRENDIZAJE: RECOPILACION 1 LOS CONDICIONANTES DE LA ACCION HUMANA: ELMODELO OSAR Hemos conctuido la Introduceién* sosteniendo que una nue- va filosoffa de lt vida, como la que nos propone Nictsche, requiere descansar en la prioridad que es preciso conferilea la aceién humana. La accién es un tema que cruza todo este li= bro A estas aleitras, sin embargo, nos parcce importante de- sarrollar una primera reflexién sobre los edndiciongntes de la accién humana o, en otras palabras, bbe los fa ciden en ella: . 1, El Modelo OSAR A continuacién pidschiamios al lector‘ gréfico de nuestro Modelo OSAR, sigls que hablan del Observador, el Sistema, ln Accin y los Resultados, Fl nombre del modelo busca algo ms, Simulténeamente nos plantes el desafio deattevernos ait nis lejos, de hacer despertar en nosotros Ia oadia como una actitud fundamental ant la vida, ce manera que ella nos com dlivea i estarala altura de nuestro sei, ideals y aspiraciod nes: Su noinbre,‘por lo tanto, no e¥ inocente™. Este capitulo RY Riel Baht, «Onelogy del lng cs me due “bil fede han, 2007 * Sabie tc de a acs ver i aleve Ong de “engi LC. Seg Eton Sing, 94, capital Vis cio hoa y iespeest oo} ™ Etec olka gveha mad psn en cs programa deforma dete guc lo cofstnytnmos nn cal vere'tcomienms de 996 ‘ens conerh et tatjo de Newield Conaing sen i ipvabia {fi d mad Sai soca ncn oan Ha pnd pe ‘igentey mf sinpl, dellad ince pox Action Deny core n busca no sélo presenta sino también explicar, este modelo que ha devenido un sello de nuestea propuestay que ha acom- ppafado desde hace ya largo tiempo todos nuestros programas de formacién. Modelo OSAR: H Observador, el Sistema, la Acciéa y los Resultados 2: Prdtidad y privilegio de los resultados Es preciso leer este modelo de derecha «izquicrda, patiendo por lo que est al final: [os eesultados. Blo da cuenta de una importante premira dels ontologa del lenguaje, premisa que recoge Ia influencia del pragmatismo filséfico. Sostenemos que tanto nuestrasaccfones como nuestra intexprctaciones sobre el acontecer requieen sor evauadas en funcién de los resultador que aleanzamos con elas Elo inseura una dipposi- cién que nos parece fundamental y que erigimos como paua “qe nos fimiliarintramos ator ade, cuando colaboréramos con Robert Fon, ent content dela jvc que norco Center for Qualey ‘of Management (CMD. 12 rica de nuestra existencia. En esta premisa se expresan algu- nos supustos que creemos necesatio explicitar El primer supuesto es la concordancia de este eriterio con nuestra postura de afiemacién de la vida. Cuando hablamos de resultados estamos hablando de resultados en Ia vida y, en con- secuencia, en las modalidades de existencia que se gencran a partir de nuestra manera de actuse. Loe resultados en la vida son el criterio fundamental para evaluar nuestro comportamien- to, Deallf que consideremos que es indispensable preguntarse si, al actuar como lo hacemos, estamos obteniendo lo que de- seamos. Estamos obteniendo realmente el tipo de vida al que aspiramos? ;Fstamos construyendo el tipo de relaciones que le ‘confieren el mayor sentido a nuestra vida? Desde nuestra pere- pectiva, no existe un crterio superior para evaluar lo que hace- mos que el tipo de existencia que generamos con nitestro ac- tua, tanto para nosotros mismos como al interior dela com- nidad en que nos desenvolvemor. Lo dicho pode parecer obvio a algunos y, sin embargo, no estamos seguros de que siempre lo sea para una gran mayo- ‘fa. Son tanta las veces que observamos emo determinadas personas destruyen sus vidas © ponen en riesgo aquellas rela- ciones que lesson mis pregiadas al no estar dispuestas a modi- ficar Ia forma como se comportan. Son tancas las veces que vemos a personas defendiendo determinadas posiciones rin reconocer emo esas posiciones los onducen a deteriora aque- lp que simulténeamente conciben como lo més valioso en sus ‘existencias. Personas que ne logran establecer el vinculo entre lo, que piensan y lo que hacen, por un lado, y, por otro, los resultados que generan para sf en sus Vidas Para otras petsonas, el pragmatism pareciera tener mala re- Dutacidn, pues lorelacionan con una mirada strech, igada a un sentido restriggido de utilidad, haciendo equivalences pragmatismo gon utilitarismo, Tienen Ia impresién que el B Ippmsesivo propone qu slo hay que ace lo que sily ‘@eBinigen la nocién de utilidad a cuestiones pedestres. Esta no es Peeled oome ions Liciedmomninn ee Wi caldad de nuestra vida Se mide pore sentido que lo- sitosconferine y no son pocas las oportunidades en las que imacién de nuestio seatido de va nos conduce incluso a sserifiat la propia vida. Adoptar una actitud pragmatica, en conzecuencia, no signifies sustituir el ctterio de uilidad por el papel que les asignamos a los valores. Se tata de lo cont tio, Seteata preciumiente de ubordinar niesto comportamien- toa lo que tiene la capcidad de conferee valor a nuestra vida. [No toda vida vale la pena de ser viva. No merece ser vivida sajuella vida que se vacia de sentido, aquella vida en Ia que, a partir deo que hacemos, terminamos en un desprecio y de- preciacién de nosotror mismor 0 de Ia propia via. I Poner el énfass en la vida significa destacar Ia importan- cia det sentido de vida y, en dltimo tétmino, dela satisfactién, cl bienestary la felicidad, Esto es lo més importante que bus- ceamios en nivestea existenicia. Pero basta decir esto para que, de ininediato,salgan detractores que escuchan lo que planteimos como uin'llamado al bienestar material, por sobre el bienestar ceapiritual,o bien como un llamado al places, y muchas veces viriculido al placer carnal [No és esto lo que estamos planteando. Sin despieciar el bien- star material y el placer carnal, eupéditamos lo que hacemos 2 Jo que nos confiere ef mayor sentido de vida. Y no somos inge- rnuos. No desconacemos que el bienstar material y el placer carnal, por s{ mismos, son insuficentes para asegurar un sent do de vida de plenitud. Quienés orientan sus vidas colocando ct el centro s6lo el biesesear material y el goce carnal pronto descubten que, al hacerlo, no han hecho sino comprometer sus propins vida, y que éstas muy pronto se vaclan de sentido. “4 3. Los tes ees fundamentales dela trascendencia humana Br-sentide de vida requiere de uni sentido de eratcendencia, Pero se equivocan quienes identfican sentido de trascenden- cia con la necesidad de un salto metafsico, a través del cual se subordina y luego se le resta valor a esta vida en razén de tna vida situada mds alld de ésta, La trascendencia a la que nos referimos, remite a nuestra propia vida terrenal. Tal trascen- dencia reconoce tres ejes, identifieados magistralmente por Pablo, cuando nos habla de Ia importancia de la fe, la esperan- tay el amor”. La fe apuintaa la necesidad reconocerse uno mismo al in terior de un movimiento universal que nunca lograremos comiprender del todo y que en til sentido nos subordina y tas- cicnde. Bs la capacidad de conferie 4 nucstras vidas una rela- ign obligada com la afitmacisn del misterio. La fe nos contacta, con el dominio de lo sagrado, con aquello fete a 16 cual so- rictemos nuestra existencia, pues lo reconocemos coimo algo ‘mayor y més podeross que nosotros mismos. Not permite re- ‘conocerias parte del desarrollo siempre inistetideo dela exi- tencia y dela vida ” La trascendencia por la fe nos conduce a la humildad per- sonal ya evita el peligro devastador de aquello que los griegos Ismaban la hubris, aquella soberbia que llevaba a algunos in- dividuos « concebirse todopoderosos, como siftesen diosess« colocarse por sobre la dindmica de Ia existencia de la que so- mos parte y frente a la cul estamos subordinados. La fe insti- tuye, por lo tanto, las nociones de misterio, de lo sagrado y de divinidad, nociones complementaria, sn las cuales corremor cl riesgo de haces colapsar nuestro sentido de vida, 3 Veare Piblo, pole, 1 Coos 13:13. Ba importance adverts que manera om inipectanon eon ee tno ela que Pablo nos ofer,o ‘buen dar cent dela conespelen palit, Teramoto dich por Pablo Nrement, como punto de sranque de nacaze propo andi 15 BF segundo je esol de la espictanza A diferencia del aite- oxgse sta la trascendenciaen la estructura dela temporali- dad. La esperanza implica el reconocimiento de un faturo acep- tado como espacio de nuevas posibilidades. Los seres humanos tenemos la posbilidad de tascender lo que hemos llegado a see ‘en el presente y de crear mundos diferentes a Jos que hoy enca- amos como resultado de una historia, de wn pasado, Por cuanto disponemos de un futuro, ste se nos ofrece como horizonte de nuevas posibilidades. Si pensiramos que nada nuevo va.a pasa, si creyéramos que ya hemos sido todo lo que podemos ser, que no disponemos de un futuro para disefar en él formas de Ser distinas, compromietemos nuestro sentido de vide". El ere ge ert del amor. El amor implica una dsposi- cia de eascendenci , quits, una dls ind ellasyconmo- ‘edoras, pcs strata de a erascendencia que leva 4 cabo in Indvido al shies y proyectars en otro a michas veces cn Ia comunidad, El amor puede, por lo santo, drgicse hacia deter teinada pete. o pond expr: oraqelas coupe aap Casals dedicamos nacrras vdsey que tenen coma objetivo tervira comunidad: Ea uno «cue cae, lessees numer requerimos de los dems para conferimnos sent de vida Sin amor nos devaluamos, nuestra vida y nosotros mis- mos perdemos valor. Nuestro sentido de vida se nutre de los demds, del saberaos en relacién con otros, del saber- nos quetidos y requetidos por otros y del saber que nues- tra disposicién hacia ellos es o serd iguialmente valorada, Son muy pocos los que son capaces de conferir sentido a ‘sus vidas tina ver que se sienten solos, sislados sin siquiera no de low gor racer de quienes contemplan la posbidad de cds; et hecho de o prcibir un ftur com expacin diferente det proenteCarespondienemene uaa deb mane de ajudslscomsite {colaborr con llorenrestuircl paca de ture que haa canada de ‘mane de opera opera. 16 tn esperanza de reencontrarse con ottos seres humanos. Ea luna medida importante, el sentido de nuestras vidas noe cext6 conferido por los demas, por aquellos que convertimos fen sotras sighificativors en nuestra existencia Por lo tanto, no hay satisfaccibn, bienestar ni felicidad ‘gentiinos ni duraderos sin reconocet la importancia de una disposicién de trascendencia, Sin-embargo, tal como lo he- mos advertido, los tres ejes fundamentales de la trascenden- ‘cia humana que hemos identifiesdo no implican una necesa- ia justificacién del programa metafisico. Es posible conce- birlos, desde una postura de radical afirmacién de esta vida Ez mis, la importancia que cada uno de ellos posce reside péecisamence en el hecho de que cada uno, a su manera, nos ‘onduce a:afirmar la vida y a desarrollar su sentido, Es en relacién con el sentido intrfnseco de esta vida que ellos devienen importantes. 4. El erterio del poder ‘Ademés dela satisfaccin, ol bienertary la felicidad alos que hemos apuntado antriormente, existe un segundo crierio, més instrumental, pra craluar los resultados. Nos referimos al po- der ola efcacia de nuestrasinterpretaciones y acciones, De- ‘limos que este segundo critero ex més instumental, por cuanto el poder y Is eficaciarequicren ser evalusdos en relacién con objetvos ertablecidos o de inguietudes que, quizés algo més atnbiguamente esperan ser saisfechas. Todos aspiramos 4 al- ‘hoz la sciafacei6n, el bienestar yl felicidad en nuestra vida yyla mancea de obtenerlos depende de cada uno. Lo que hace Teliza una persona, no hace necesariamente feliz a ota Cuando detimos que una determinada accibn fie efecti- ‘a0 cuando sostenemos que una interpretacién es més pode- ‘rosa que otra, estamos sefalando que, a partir de determinados objetivos o dg determinadas inquictudes, con tales acciones 7 islinserpeetaciones nos acercamos. més a cumplielos o satsfa- ‘gstlssque.con acciones o interpretaciones.alternativas. Toda ‘esaluacién de efectividad es relativa a lo que nos importa. En. cl pasado” hemos sostenido que desde la perspectiva ontolégica 19 es la verdad sino el pode, el erterio de diseernimiento prit- cipal para evaluar y comparar el valor rlativo de diferentes pro- posiciones. Sobre ello volveremos 4 abundar mas adelante en teste mismo texto, Los erterios de poder y eficacia nos permiten evaluar, en Funcién de los resultados, diferentes acciones 0 in- terpretaciones. Es sélo examinando los resultados que nos es posible establecer el grado de eficacia y poder (siempre relat- vos) que cortesponden a nuestas acciones o interpreaciones, El érmino inglés performance, que traducimos al astella- no como edesempetion, tiene el gran meérivo de apuntara Ia cig, al comportamiento, desde la perspectiva de evaluat los resultados que ellos son capaces de product, Se trata de tin término que conllevaaquela linensién tlaiva que 1e- onoctamos aneriormente;ligada a lat nociones de cficacia y de poder, No tiene sentido hablar de desempeto sino dis. ponemos de un determinado patrn de comparacin La noe Gin de desempetioinvolucra a capacidad de etalecerdife- renter niveley de resultados ordenados en funcin de objeti- vor ode inguienides y star en ells ls accioner que busea- thos evar [Nos es posible ahora reiterar lo que postuliramos al ini- iar esta seccidn: el privilegio de los resultados como criterio de evaluseién de lo que hacemos. Por nuestra obras nos cono- erin. Nada habla con mayor auicoridad sobre nuestro hacer que los resultados que tal hacer genera. Podemos distinguir, por lo tanto, dos formas diferentes de vid Ia de aquellos que aceptan someterse ala autoridad de los resultados que generan, y la de Vase Rail hover, Onl del Lng }.C. Sex Eto, Satiage, 1994. Copia 1 18 aquellos optan viviey actuar prescindiendo de ellos. No deben ‘aber dudas sobre cual et nuestra opeién a este tespecto, 5. Todo resultado remite alas acciones que lo producen Hasta aqu{ nos hemos concentrado en el casillero de los re- sultados del Modelo OSAR. Habiendo establecido la impor- tancia de los resultados, podemos ahora desplazarnos hacia la inquierda. Lo hacemos sosteniendo que si deseamos entender © incluso modificar los resultados obtenidos,, tenemos que aceptar que ellos remiten a las acciones que tanto nosotros, ‘como otzos, hemos realizado, En otras palabras, os resulta dos sresultans de a accién. Si ellos nos sorprenden o nos desagradan, como puede suceder muchas veces, la primera clave para descfrarlos y modificarlos nos conduce al easillero de la accidn, La exiscencia de resultados que 20 nos satsfacen implica aque er necerario cambiar las aeiones que los producen, sean Gstat nucttras 0 de otros. Silas acciones no son modificadas no cabe esperar que los resultados eambien.Y, sin embargo, hay personas que hacen preciarhente eo: agpiran a que lor cenul- tados scan distintos, haciendo lo mismo. En estos caos, la posibilided de que los resultados se modifiqued reese exch ‘amente en cambios en el comportamiento de lov dems 0 en evéntwales transformaciones en nuestro entorno. Ello implica sbandonar aquello sobre lo que tenemos txertea mayor capa cidad de incidencia: nuestras propiasacciones. Se tate de un imino que reduce a un minima nucsta responsabilidad so bie lo que acontece yal seguirlo no hacemos siao incrementar ‘destra rorponsabilidad en que ello se sig feproduciendo. Volvamos al escenario de lor resultados insatsfactorios. ‘Todos nos enfrestamos Fecuentemente a ellos. Miesmos 6 que se genera a nugstro alrededor, muchas veces a tafe de net ‘wos propias egmportamicntor, y sentimos niveles diferentes 19 dlinsstisfacci, La gran mayorta de las veces nos econoce- ‘or al menos parcalmente rerponsable ello posiblemente foe lleve a buscar modificar exoerevaltads. Pars hacerlo, ar betos es preciso cambiar la forma como actuamos. De dejar las corse como estén, ln ms aia probabilidad es que ells se petpetien y que prolonguen con ello qucsrainsatsfaccin. (Cambiar la forma como actuamos implica preguntatse por los condicionantes de nuestras aeciones. {Qué nos hace actuar dino lo hacemos? De dénde proviene nuestra forma de ac tuae? Ente es el caso que nos interesa. A pair de esa insatisfaccién, lo importante es precisa cudles son los distintos caminos que se le abren. No todos reaccionamos de la misma manera, ni lo hhacemos en forma similar en toda circunstanca, Pero exami- rnemos cuales con los principales caminos que esta coyuntura nos abr factorio, alzar los hombros y posiblemente decir, 4 qué voy 4 Ihacer!jEso fue lo que pude hacer!s. A veces diremos: «iso es lo que puedols. Ya partie de ese momento recurriremos, qui- 14s, a las variadas respuestas que provienen del cajén de nues- ‘a metafisica, «Dado como soy, no puedo pretender un resul- tado diferentels. O bien: «Dado como él/ella es, qué otra cosa 34 puedo esperar’s. En otras palabras, recurrimos a la categoria del «ser» para confericle sentido a ese resultado insatisfactorio y-con ello congelamos la posbilidad de intervenir en él Exe es el tipo de respuesta que, por regla general, busca ‘mos combatir". La llamamos la respuesta de la resignacién, ‘metafisica. Y ese es el principal problema con la metafisica: nnos induce la resignacién y cancela, muchas veces en forma prematura, el camino de la transformacién. El problema cen- tral de la metafisica no es que niegue la transformacién, desde 1un punto de vista ilos6fico, sino que induce a la resignacidn, yy cancela posibilidades reales de cambio. Su problema princi- Pal no es, por lo tanto, slo filoséfico, terreno en el que sia dduda también hay que enfientarlo, sino en la préctica de la Vida. Dicho en otras palabras, la metaflsica restringe nuestras posiblidades de plenitud en la vida, Lo dicho no implica desconocer que no todo nos es posi- ble, Somos seteslimitados y el principal dominio de tales limi- taciones es nuestra biologia. Como nos suele eiterar Humberto Maturana, sélo podemos hacer lo que nuestra biologia not permite, Nuestra biologta no nos permite hacer cualquier cosa ¥; por lo tanto, tendremos que aceptar que no podemos alcan- Zar ciertos resultados. Yo ya no puedo ser el futbolista destaca- ddo.con el que, quizis, sohé cuando era joven. Hoy la biclogia, ‘no me permite ese resultado. Es posible incluso que, quizés, ‘n9 me lo permitiera cuando era adolescente, aunque de ello no. pueda estar seguro. En ingles, suele decirse, «The sky is the limies, En rigor, nuestro principal limite es la biologt. Pero la biologia no es el nico Limite. Los seres humanos somos sees ticos y también nos auto-imponemos determinados limites frente a acciones que desde un punto de vista bioldgico ‘Bice uno de los enemigos pelican del coaching que ve define como ontop. 35 ceventualmente podefamos hacer. Sabemos que las acciones que fealizamos determinan el ser en cl que nos constituimos. Como solemos reiteratlo mikiples veces, nuestro actuar no sélo revela clser que somos, premisa que aceptamos. El principal problema reside en el hecho de que nuestro actuar genera, entre sus mit ples resultados, el ser en el que devenimos. El ser no nos exté dado, como nos insinta la metafisica. Del ser que devenimos somos irtemediablemente responsables. El rentido fundamental de la vida se conjuge en las opciones de ser que se determinan con nucstras acciones. Cada uno, ‘con sus acciones, participa en el ser que deviene. El ser es el resultado més importante que genera nuestro actuat. Al ac tuar de una o de otra manera, es nuestro propio ser lo que ‘estamos comprometiendo. En ello reside la dimensién pro- Fandamente ética del comportamiento humano. El eje funds ‘mental de nuestra existencia, en consecuencia, est determina ddo en uno de sus extremos por la biologéa y, en el extremo ‘puesto, por la tia. Y aunque nuestro espacio de posibilida- des esté acotado, ello no impide reconocer que dentro de él, ruestras posibilidades siguen siendo infinitas®, ral como su- ponemos que es el cielo. Explicacin justifcante Existe un segundo tipo de respuesta frente a un resultado insa- tisfctorio, Erta no se compromete tan répidamente como la anterior con la resignacin, ainque muchas puedan terminar también en lla, Exe camino se caracteiza por un observador {Blo aed wocad «Ios dow concepes geométrcor del infinite. Uno de ‘oy apuntea la capacidad de una lnc de proyerare ifiritamente mls Sila de sus exzemor El spundo concep rconoce que al interior de una Tinea cota pr sus extemon polo tanto, imped de proyease mie lla ello hy ifniton puntor. Enel primer caso, nos aceeamos a a totin de una infinisad macroncpica lo infiniamenteprandt on Segundo, deuna ified microzespice, alo infinitamente paqueso. 36 que al evaluar un determinado resultado como insatisfactorio, se pregunta: «:Por qué. «¢Qué fue lo que produjo este resul- tado que no meagrada?s. Cada ver que preguntamos «por quén, lo que suele venir a continuacién es una explicacién. En otras palabras, toda explicacién presupone la pregunta del por qué, incluso cuando no se haya hecho de manera explicita' Este camino abr posbilidades que no aba el primero. La pregunta po el por qué pucde levarnor a identifica facto. ter en testo comportamiento (o en el compartamiente de Tor dem) que, de modificare, podsian mejorar el resultado de manera de hacerlo sntisfictovio, Este camino, poo tant, tncerta un ptencial ques anseiar no porta, ependiende a ipo de respuena qu se oftcresn car preguntas: En la ‘medida en que toda reapuesta sna pregunta sabre el por qué genera una exlcacign,dependiendo del ipo de expiccion uc enteguemor, podremor ir mds ej o mat ceca en la po- Abllidad de obtener un tesultdo que nos sea sistacoro. Sin embargo, existe una modalidad de explicacién que hace que esa posbilidad aborte. Se rata aquella explicacign que hace de justifieacién. Pareciera ser una explicacién como cualquier otra, pero sus efectos son completamente diferentes pues, ver de identificar los factores que determinan el resultado in- satisfactorio de manera de habilitar su transformacién, lo que hhace en rigor es confericle a dicho resultado un manto le ‘mador. Fs importante saber distinguir, por lo tanto, las explica- ciones genuinas de las justificaciones. Una ver. que generamos tuna jusificacién quedamos con Ia sensacién de haber explicado lun resultado que no nos gusta, pero hemos simulténeamente sinscrsane En aida muchas ees operamor pat de explcactones| ‘queaparecen desconetadas de a progunte orel por gut que oignalmente Icio lugs Un eric poderoso er aquel que toma ea expiaconer ves de dvs por sentdar aerticament, bac a pregunta orignal el Porque yl busca espusta alten, 37 clausurado la posibilidad de modificarlo. Resulta interesante reconocer cémo la jusificaciones suelen, muichas veces, ineli- nase hacia la metafisica. «Que por qué pasa eso?, «Porque ella es como t6 bien sabe, «Porque me tocaton los padres que tu conocess, «Porque yo soy ast. Un problema adicional com las justficaciones, més alld de ‘comprometer Is posiblidad de modifica el resultado, es que ‘muchas veces tendemos a creer que ellas son intercambiables, con los resultados y, en tal sentido, sustituyen nuestro com- promiso de generar determinados resultados. Pareciera que di- jéamos: «No hice aquello a lo que me habia comprometido, pero permiteme que te cuente por qué. Lo que muchas veces ‘iene a continusciéa no es una explicacién genina, que iden- a factores imprevisibles que impidieron la consecucié de lo prometido, sino un conjunto de justificaciones espurias que no logran justificar nuestros incumplimientos. Lo reiteramos feecuentemente: ni una explicacién, ni menos una justifica- cidn, son eapaces de sustituir un resultado. Este es un lema {que no siempre er adecuadamente reconocido en nuestras cul- tuas organizacionales. La justficacién es un primer problema que enfientamos ‘cuando entramos en el terreno de las explicaciones. No es el ‘nico. Un regundo problema guarda relacidn con lo que ll ‘mamos externalizacién. Cuando esto sucede, en verde recuetit, a lascategorfas metafiscas que legitiman el resultado y bloquean, I posibilidad de transformarl, esta vex se vincula ese resultado a las acciones que lo generaron, Esto suele ser poderoso. Sin ‘embargo, se puede caer en la tentacién de sélo considerar las acciones de los demés, sin involucrar también en las explicacio- nes, Ie acciones de la persona que provee la explicacién. Con Ia externalizacién, tal persona se blinda asf misma de toda responsabilidad en el resultado considerado insatisfacto- tio, Se dice, por ejemplo: «Ello sucedié porque tal persona hizo 38 «al o cual cosas. Sus propias acciones no son parte de la ecua- cidn que generé el resultado insatisfactorio, El recurso de la cexternalizacin se caracteriza por apuntat con el dedo acusador hacia fuera y por la dificulead de dirigirlo hacia uno mismo, Ello no hace sino debilicar nuestras explicaciones. En primer lugar, por incompletas. Pero, en segundo lugar, y tal como ya lo expresamos, por cuanto desvia la atencién del terreno en el que tenemos nuestra mayor capacidad de intervencidn: noso- Pero existe un tercer camino frente s un resultado insatis- Factorio. Es aquel que surge de a declaracién: «jLo voy a cam- biar! [Esto tiene que mejorat!s. Cuando tomamos este camino, se abre de inmediato un tettitorio que no estaba presente an- tes. Entramos en ef dominio del aprendizaje. Ello implica que ddebemos ahora buscat la manera de modificar la forma como 13, El aprendiaaje El aprendizaje es aquella accién que nos conduce a un cambio dela accién, Bse es su propétito: llegar a hacer lo que antes no hacfamos y, muchas veces, lo que ances no podiamos hacer. Un. resultado insatisfactorio es por definicién el producto de una accién inefectiva. Al comportarnos de la manera que lo hici- ‘mos no logramos incrementar nuestro nivel de satisfaccién, ‘Toda accién busca hacerse cargo de una situacién que no nos complacta, y resolverla Sila accién no produce Ia satisfaccién, deseada, es indispensable modifica la forma como actuamos. Para ello recurrimos al aprendizaje. Tenemos, sin embargo, Aistintos tipos de aprendizaje, y el gréfico del Modelo OSAR nos permite identificatlos Aprendizaje de primer orden Un primer tipo de aprendizaje que sucle presentérsenos como, Primera opcién~ es aquel que llamamos aprendizaje de primer 39 orden’ . Se trata de un tipo de aprendizaje en el que, estando cconscientes de que ex necesatio modifica las acciones para ob- tener diferentes resultados, nos dirigimos, al interior del mode lo, directamente a produc cambios en el caillero de la Accién, Las preguntas que entonces nos hacemos son las siguientes: = :Qué debo hacer que no hice? © {Qué debo dejar de hacer? = {Qué nuevos repertorios de accién debo incoxporar? = {0 acaso debo hacer lo mismo de manera diferente? = {Qué falté en mi actuar previo? «= :Estoy en condiciones de hacer aquello que previamen- te falta? = De no ser asi, zedmo puedo adquirir las comperencias aque me hacen falta?, ete Podriamos afadir muchas preguntas mas de este mismo tipo. Tadas elas, sin embargo, tienen un rasgo distintivo: bus- ccan hacer alteraciones en el casillero de la Accién. Esto es lo propio del aprendizaje de primer orden Aprendizaje de segundo orden No obstante, hay ciertas acciones que no podremos hacer y, ‘consecuentemente, cierto resultados que no podremos alean~ zar, de considerar tan sélo opciones de aprendizajes de primer ‘orden. Como lo hemos dicho antes, el aprendizaje de primer ‘orden tiene Ifmites; sus posiblidades de transformacién estén acotadas. ¥ para superar tales limites, en In medida en que no fos hallemos restringidos por nuestra biologia o por nuestra é1iea, disponemos de un segundo tipo de aprendizaje. Lo lla ‘mamos el aprendizaje de segundo orden’ ‘faze covespond com To qu Chis Arg lam single loop learning “ fe, en cambio, se conponde con lo que Arg llama edoube lop leanings. 40 En este segundo tipo de aprendizaje, se sabe que el cam- bio del resultado que se desea va a requerir de un cambio de la aceidn, Pero se reconoce que Ins acciones remiten al observa- dor que somos y que mientras tal observador se mantenga, los cambios de acciones que zon requeridos no se abtendrin, Se sabe que para cambiar determinadas acciones se requiere mo- dificar previamente el tipo de observador que somos. Lo pro- pio del aprendizaje de segundo orden, por lo tanto, esque con- lleva un cambio del observador. Ello implica que se trata de ‘una intervencién dirigida al casillero del Obscrvador. La ex- pectativa implica ex que, al modificarse el observador, se di solverdn aquellos limites que previamente afectaban al casille ro de Ia Accién, La relacién del eje horizontal del Modelo OSAR, en el aque estén situados el Observador, la Accién y los Resultados, es una constante de toda modalidad de desempeso. Los resul- ‘tados son producidos por accioncs y estas acciones suclen ver- se condicionadas por el tipo de observador que somos. Sin ‘embargo, tal come lo plantedramos previamente, cada uno de los tres elementos que conforman este ¢je horizontal (observa- dor, accién y resultado) suele extar afectado por el sistema al ue los individuos pertenecen. De ser éste el caso, el aprendi- taje individual puede ser insuficiente para disolver los mites aque In accidn encara. Para que tales limites sean superados, se requiete de algo mas que de estrategias de aprendizaje indivi- dlusl, sean éstas de primer o de segundo orden. Ex necesario introdueit cambios en el sistema que opera sobre los indivi- duos, rest iiendo su campo de comportamiento, Ello impli- ea.un tipo de intervencidn diferente. Aprendizaje transformacional Existe una opcién de aprendizaje que todavia no hemos explo- tado, Cuando entramos en una modalidad de aprendizaje de segundo orden, dirigida a modificar las acciones a través de a ‘cambios en el observador, es preciso reconocer que dichos cam- bios pueden ser de érdenes muy diferentes. Las intervenciones en el observador pueden tener niveles distinos de profunc dad. Algunas de ellas, por ejemplo, pueden consistir en intto- ducir determinadas distinciones que el individuo en cuestién previamente desconocfa, Ello logea un determinado cambio 46 ————— ietceer er See eeceeeene Seo Sa mets ireacre beeen sen tenet Seep e eee ere pape eee ee seme pnmn see aemumnaeae eect rete ee eet wateist geet ea tec nimmaateaeen Seeeeettteeeeeeeeeere eae eae temas a fear nce ees ae rateetnen ena eee eect elena aoe Son aie ces eee ns Rede eaeaenseen alice Se eee oe Eisnaeenaen eee eee ce ie sere pocire iets cine re er ere eee cot teecen moore ec eens cron ot ” Aprendizaje transformacional y metanoia’® Los antiguos griegos utilizaban el trmino metanota para refe- rirse a este tipo de aprendizaje. Metanoiasignifieaba para ellos tuna ruptura de nivel interior, un salto cuslitativo en la forma de ser de un individuo. Con ello e hacfa referencia al trinsito hhacia un plano de emocionalided, y comprensién diferente de quel en que hasta entonces se habfa vivido. Ea este entendi ddo, implicaba una radical mutacién en el sentido de la vida. Este tipo de aprendizaje involucraba un cambio de men- te, cambio que producia en la vida una modificacign en la di reccidn que hasta entonces habfamos seguido. Tal experiencia, de aprendizaje se convertia en un hito, en un punto de in- fexidn en nuestras vidas, y en la manera como le conferfamos sentido al mundo, a los demas y a nosotros mismos. Muchas veces ella resultaba luego de determinados ritos de iniciacién. ‘Lo que estaba en juego en las experiencias de metanoia no era In adquisicién de nuevos repertorios de accién, sino la modifi de los presupuestos a partir de los cuales actuamos. La palabra metanoia es recuttente en el Nuevo Testamen- co~en boca de Juan Bautista primero y de Jes, despuds-y se le igna un papel determinante en el mensaje de Jess. Metanoia involucra conversién, aceptar el nuevo sistema de creencias que nos ofrece Cristo. Desgraciadamente Is traduccién habicual de ‘ste término a nuestraslenguas ha sido watrepentimiento» 0 «pe- nitencia». Tanto Juan Bautista como Jesis al invitarnos a Ia ‘metanoia, nos habrian convocado a attepentitnos, Pero ello “ce debe sstentare en una plana dia que x eactamente la opucsta 2 aquella que maar el desl dl programa de inverigacién sepia por Schein y muchos tos. Dich plataforma ea, de signos opucsos + ‘gual quese funda en emda dearer, permite alana expesinciae Ae aprendizajetransformaconal an exioue como frecuentes, Bnet sec he contado con alos colaboracdn de La Mati Ewa 48 tergiversa el sentido original del término. La palabra griega, si bien recoge la nocién de hacerse consciente de una falla en el pparado, no se queda allt, incubando sentimientos de culpa y mirando hacia atrés, sino que traslada Ia mirada al futuro en, lun movimiento de esperanza, de reparacién y de aprendizaje a partir del reconocimiento de an error, de una earencia 0 de tuna falta. El arrepentimiento se sustenta en la culpa e implica tuna mirada dirigida al pasado, con lo que inmoviliza o al me- ‘nos debilita la capacidad de transformacién. Al dirigiese al fu- turo y no al pasado, la mesanoia, en su sentido més profundo, leva a producie un atenacimientos en quien la experimenta, al ppermitir el surgimiento de una forma de ser que previamente ‘no estaba presente. ‘Metanoia quiere decir literslmente «mis alld de la men- ten, esta ef, mis alld de las categorias mentales que hasta el ‘momento nos han gobernado. Es una palabra clave, ala que se ha dado también la eraduccién de «conversiéne, aquel acto 0 proceso que nos conduce a llegar a convertimnos en tn ser dife- fente, de aquel que habtamos sido. Normalmente le damos a ‘ese término tn sentido religiogo, Sin descartar que muchas veces pueda implicar una transformacién religioss, no tiene que set as{ necesatiamente. Existen muchas otras formas de participar en procesos profundas de transformaciéa personal. En este proceso profundo, que Hamamos metanoia, suce- de que se vislumbra como posible aceptar lo que antes parecia inaceptable, no como si se tatara de una derrota, sino como, tuna disposicida activa y victoriosa respecto de la manera habi- tual de reaccionar que nos conducia y que nos mantenia en un estado de insatisfaccién. Se vislumbra como posible lograr aque- lo que anteriormente juzgabamos fuera de nucstro aleance, Tiene lugar entonces un cambio en el mismo niclea del obser~ vador. Este fenémeno elo que hemos llamado «aprendizaje twansformacionaly. 9 La apertura, la nueva mirada que emerge en estos proce- s0s, pasa necesariamente por abandonar antiguar opiniones, emocionalidades recurtentes, convicciones no revisadas a las cuales nos sentfamos estrechamente vineulados, y que daban forma a nuestra vida. Para efectuar un aprendizaje transformacional es indispensable dejar atris la mirada habi- tual con que observibamos el mundo. «No se pone vino nuevo ‘en adres viejos», dice Jest.” De no ser as, nuestro aprendia- je quedard en el estadio del segundo orden, aprendizaje que ‘modifica, pero no transforma, Este desplazamiento de los mecanismos habituales de pen- sary de senti, supone un espacio vacto, un silencio, constita- tivos dela experiencia mistca en todas las tradiciones, y que lo son también de la experiencia del hombre comin ewando hace silencio de las propias conversaciones internas, de los juicios habituales, de ciertos estados anfmicos, siempre antes justif ceados, tales como el resentimiento, la culpa o la resignacién, (Cabe preguntarse zs esta transformacién posible para todo ser humano? La respuesta universal es wsfe. Mas adn ex posible en esta existencia, Cuando hablamos de mecanoia, no nos vfe- rimos a lo que podria suceder después de Ia muerte del cuerpo fisico, o en el fin de los tiempos. Se puede pasar de la muerte a la vida ducante Ia existencia terrenal. No es otro el mensaje de los Evangelios y de los libros sagrados de toda las tradiciones: de los suffes, los budistas tibetanos, los yogis de la India. Esta ‘ransformacién es posible, y supone el paso de un nivel de for- ima de ser a otto nivel de forma de eet Si hemos de transitar por ete camino, nuestro punto de partida se encuentra en el ser corriente que hoy dia so- ‘mos, Es el estadio que las tradiciones asimilan a la emuerten, 3 Mateo 57 50 (cDejad que los muertos entierren a sus muertos") y que se compara también con el suefio, Las ensefianzas tradicionsles cen ese entendido hablan de edespertars. Para nosotros, exe des- ppertar consiste en cambiar el punto de mira del observador que somos. La metanoia, Ia transformacién, cl salto de nivel, samés allés, no es otra cosa que Ia muerte del antiguo observa. dor, de un observador que llega a ser tocado en st nticleo més profundo y que, soltando, tomando, desde su vacto, desde su silencio, y desde la humildad de la declaracién de ignorancia, seaeeve a dat el gran paso, Todo camino de aprendizaje transformacional, de ‘meranoia, lleva lo que se ha llamado ala muerte de sf mismo», la muerte de cierto nivel, de cierto punto de observacién, para acceder a uno nuevo. Una vez mis los Evangelios nos propor- cionan una metéfora: asi el grano no cac en tierra y muere, se ‘queda solo; mas si muere, da muchos frutos»". Todos son lla- mados a esta transformacién. No estamos hablando aqui de psicologla o de moral. No se trata sélo de llegar a ser menos cegoista més equilibrado emocionalmente. Se trata de una experiencia interior remecedora que se presenta como una muerte y una resurteccién en esta vida. No estamos hablando de reformat © modifiear, sino de transformar: de un observa- ddor que abandona el pedestal desde donde observa y consteuye su mundo, y lo cambia por otto. Desde este nuevo sitial, su ‘mundo serd otro. Sostenemos que podemos aspirar a transfor- ‘maciones a este nivel: a una metanoia en esta vida que podré — ‘© no-vincularse con la nocién de una divinidad externa y que ppermitiré una expansién del ser-en-camino que somos, a ma- Yyores o menores grados de transformacién, El aprendizaje transformacional nos lleva a otras do- ‘minios en que el abandono de slos odzes viejos» permite el ea seo Juan 12:24 51 advenimiento de otras voces. Para el cristianismo la culmina- ‘cin de este proceso se expresa como «Ya no soy yo que vive, es Cristo que vive en mis. Hay que adverts, sin embargo, que tuna metanoia, una transformacién de ete orden, no tiene lugar por si sola. Vivimos apegados a nuestra manera habitual de aprehender lo que entendemos por sla realidads, a través del filtro de nuestros miedos, y esperanzas, de nuestros juicios y opiniones, de nuestros rechazos y deseos: de los estercotipos del bien y el mal que han gobernado nuestras vidas. ¥ Mega tentonces el momento de soltar. Recordemos la severidad de Cristo hacia los doctores dela ley, hacia los fariseos, hacia aque- llos que observan a la perfeccidn los mandamientos, y que trans- riven dogmas de generacién en generacién, pero que no se han transformado de manera de aprehender su espiritu.” Desde esa enadar, desde ese esdlo sé que nada s smienza a tomar forma cl nuevo observador, el hombre nuevo. La metanoia estd en marcha: mds alld de los juicios, de la in- teligencia, de la mente: de las antiguas categorfas. Meta: més alls. En el nicleo profundo comienza a desarrollarse una ding mica generadora de nuevas formas de ser. Y esto, en el caso de las diferentes ascesis se conduce através de técnicas muy conere> tas, Las ensefianzas espirituales son undnimes a respecto. ¥, por nuestra parte, sabemos que esa transformacién puede lograrse a través de précticas sustentadas en la Ontologia del Lenguaje. En nuestea propuesta, el primer paso hacia la transforma- ‘in se da en el casillero de los Resultados del Modelo OSAR. ‘Cuado nos invade la sensacién ~a veces global, difusa~ de que Igo no anda bien en nuestra vida, de que no estamos satisfe- chos, y que alge tiene que cambiar, estamos mirando nuestros resultados. :Por qué ellos no generan en nosottos la expansion, Pao, Galaws 2 Laas 1137-52 52 que experdbamos, el conrentamiento, el bienestar? Al identifi car aquellos resultados que no fueron los quc espersbamos, ¥ superados los niveles de explicaciones, justifieaciones o resig inacién, nos dirigimos al caillero de la AcciSn, y nos concen- tramos en intentar acciones diferentes. A esto llamamos apren- dizaje de primer orden. Cuando, sin embargo, advertimos que los resultados siguen siendo insatisfactorios, a pesat del cam- bio en las acciones, podemos dirigirnos al casllero del obse vador, y efectuar algunas modificaciones alli, que permitan mejorar aquellos resultados: aprendizaje de segundo orden, Puede, sin embargo, suceder que los resultados atin no nos satisfagan; o bien, puede ser que, habiendo obtenido los, resultados previamente descados, adn sintamos esa suerte de insatisfaccidn, que empieza a perflarse como algo més hondo. Estamos entonces a un paso de declarar nuestra ignorancia y nuestra apertura a ese otro tipo de aprendizaje. Nos encontra- mos en el umbral de la metanoia “Aunque el dominio cen este tipo de exper joro pueda o no estar involucrado cias, el dominio de Ia ética stele estar siempre presente en ellas. La transformacign en el dominio del ser constituye un giro ontoldgico que se vive como un signifi cativo y fundamental desplazamiento ético, por cuanto impl ‘e2un cambio en nuestro sentido de vida y, muchas veces, en el tipo de relaciones que mantenemos con los dems. 33

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