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Europa e Mediterraneo.

Storia e immagini
di una comunità internazionale

40
LA HISTORIA DE LOS MORISCOS EN LA OBRA DE
CERVANTES
Apología de la expulsión, crítica de la limpieza de sangre

Rafael Benítez Sánchez-Blanco

estratto da

IL MEDITERRANEO DI CERVANTES
1571-1616

a cura di
Michele Maria Rabà

Consiglio Nazionale delle Ricerche


Istituto di Storia dell’Europa Mediterranea
Cagliari 2018
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comunità internazionale è una pubblicazione istituzionale del Consiglio
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ISSN 2039-7461
ISBN 978-88-97317-38-8
DOI 10.7410/1334
Europa e Mediterraneo. Storia e immagini
di una comunità internazionale

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INDICE

MICHELE MARIA RABÀ  9-23


Introduzione

PARTE PRIMA

PATRIZIA SPINATO B.  25-36


Il Mediterraneo nella letteratura cervantina

RAFAEL BENÍTEZ SÁNCHEZ-BLANCO  37-55


La historia de los moriscos en la obra de Cervantes:
apología de la expulsión, crítica de la limpieza de
sangre

MARIA ANTONIETTA VISCEGLIA  57-110


Roma, il papato e le emergenze del Mediterraneo
nel crinale tra Cinque e Seicento: guerra,
diplomazia e commercio

MICHELE MARIA RABÀ  111-145


Cervantes e l’Italia: prospettive di ricerca.
Orizzonti, ambizioni e risorse di un giovane hidalgo
nel sistema imperiale spagnolo

GIOVANNI RICCI  147-167


Paura del Turco, attrazione per il Turco: intorno a
Don Quijote II 63-65

SALVATORE BONO  169-191


Schiavitù mediterranea
PARTE SECONDA

SEBASTIANA NOCCO  193-215


Il Mediterraneo nella cartografia ai tempi di
Cervantes (XVI-XVII sec.)

MARIO RIZZO  217-243


Fra strutture, congiunture e interazioni. Appunti per
una storia economica dell’Italia spagnola in età
cervantina (ca. 1550-1620)

DAVIDE MAFFI 245-274


‘Bella vita militar’. Soldati della Monarchia al
tempo di Cervantes: Spagna e Italia a confronto

ROSSELLA CANCILA  275-303


La Sicilia nel Mediterraneo di Cervantes da Lepanto
a Capo Corvo (1571-1613)

MARIA GRAZIA ROSARIA MELE  305-325


Il regno di Sardegna a metà del Cinquecento

GIOVANNI SERRELI  327-341


Il pericolo franco turco e l’estenuante parlamento
del viceré Madrigal nel regno di Sardegna (1558-
1560)
DOI 10.7410/1334

LA HISTORIA DE LOS MORISCOS EN LA OBRA DE


CERVANTES
Apología de la expulsión, crítica de la limpieza de sangre

de Rafael Benítez Sánchez-Blanco


(Universidad de Valencia)

Resumen Abstract
El artículo compara la historia de This paper compares the history
los moriscos con la visión que de of the Moriscos with the vision
la misma da Cervantes en su given by Cervantes in his work.
obra. En ella el morisco aparece There, the Morisco is shown
con un carácter negativo que under negative connotations,
recoge los tópicos acuñados en collecting the topics coined
contra de la minoría y empleados against the minority and
para justificar la expulsión. Hay employed to justify the
que tener presente que sus obras expulsion. It must be kept in
principales están dedicadas al mind that his main works are
conde de Lemos, pariente del dedicated to the Count of
valido, duque de Lerma, que Lemos, relative of the “valido”,
impulsó la radical medida. Sin duke of Lerma, who drove the
embargo, la presencia de radical measure. However, the
moriscos que son buenos presence of Moriscos who are
cristianos constituye una crítica good Christians constitutes a
al culto español a la limpieza de criticism of the Spanish cult to
sangre. blood purity.

Palabras clave Keywords


Moriscos, Limpieza de sangre, Moriscos, Purity of blood,
Obras de Cervantes. Cervantes’ works.
38 Rafael Benítez Sánchez-Blanco

La vida pública de Cervantes es contemporánea del periodo en que


el llamado problema morisco se manifiesta con mayor virulencia, el
que va de la Guerra de Granada (1568-1570) a la expulsión (1609-
1614) 1 . En él voy a considerar tres momentos y analizaré su
presencia en la obra de Cervantes, y la forma en que en ella se
tratan 2 .
En primer lugar, la rebelión y Guerra de Granada. En sus
orígenes están las medidas represivas contra la cultura morisca
puestas en ejecución por Felipe II en 1566-1567 a instancia del
cardenal Diego de Espinosa, Presidente del Consejo de Castilla e
Inquisidor General. El levantamiento de la Navidad de 1568 se
transformó pronto en un conflicto que fue extendiéndose por todo
el reino granadino. La dificultad de acabar con una guerra de
guerrillas puso de manifiesto la debilidad militar de la Monarquía
Hispánica dentro de España: hubo que traer tropas y flotas de Italia.
Se temió la intervención de las flotas otomana y argelina, pero los
primeros aprovecharon la oportunidad para conquistar Chipre, y los
segundos, Túnez, mientras que la ayuda a los sublevados fue
bastante reducida.
Los moriscos – o moros, como denomina el cronista Luis del
Mármol a los sublevados – violentaron los símbolos cristianos
(edificios y personas), realizaron ceremonias islámicas
públicamente, nombraron reyezuelos. Es decir, cometieron los
terribles crímenes de lesa majestad divina y humana.
El castigo que afectó a todos, fueran rebeldes o moriscos «de
paces», fue la deportación fuera del Reino de Granada hacia la

1
Como referencia básica para la biografía de Miguel de Cervantes, en relación
con su obra, utilizo a Jean CANAVAGGIO, Cervantes, Madrid, Espasa Calpe,
2003. Sobre la trayectoria histórica de los moriscos, sigue siendo de utilidad:
Antonio DOMÍNGUEZ ORTIZ, Bernard VINCENT, Historia de los moriscos. Vida y
tragedia de una minoría, Madrid, Revista de Occidente, 1978 (hay ediciones
posteriores en Alianza Editorial). Como síntesis reciente: La expulsión de los
moriscos, Antonio MOLINER PRADA (Ed.), Barcelona, Nabla, 2009.
2
Este trabajo se realiza en el marco del proyecto de investigación financiado
Nuevas perspectivas de Historia Social en los territorios hispánicos del
Mediterráneo occidental en la Edad Moderna (HAR2014-53298-C2-1-P).
La historia de los moriscos en la obra de Cervantes 39

Andalucía del Guadalquivir – Sevilla, Córdoba –, Extremadura,


Reino de Toledo, La Mancha, e incluso hasta el valle del Duero. La
presencia de los granadinos en todos estos territorios concienció a
amplios sectores sociales del problema que la minoría – la
«nación» morisca – suponía 3 .
Se desarrolla así, en este segundo momento, el temor al morisco.
La difusión de las noticias sobre los excesos de los granadinos
durante la guerra, el difícil control de los deportados, las sospechas
sobre los contactos de aragoneses y valencianos con el Turco, los
argelinos e incluso los hugonotes, las denuncias – por parte de
eclesiásticos e inquisidores – de la pervivencia del islamismo, crean
una opinión claramente contraria a los moriscos. Se basaba, por lo
dicho, en factores de raíz religiosa: su islamismo; y política: sus
conspiraciones y sus crímenes. Pero también en un tercer factor, al
menos en Castilla, que es de tipo económico: se denuncia su
multiplicación demográfica, su enriquecimiento, por el comercio, y
su poca afición al trabajo duro. Como consecuencia se producen
múltiples discusiones sobre la forma de enfrentar el problema, en
las que se van manifestando con vigor voces partidarias de la
expulsión, pero sin que exista unanimidad: no todos opinan así 4 .
Por último, la fase de la expulsión. He argumentado por extenso
que la decisión respondió, en la coyuntura de 1607-1609, a las
necesidades políticas de Francisco de Sandoval y Rojas, duque de
Lerma, valido de Felipe III, que tras los fracasos militares en el
Norte – Inglaterra y Flandes – necesitaba ofrecer al rey una
empresa heroica que le convenciera a aceptar un acuerdo,
imprescindible, con los rebeldes calvinistas holandeses. Los
moriscos fueron el chivo expiatorio, la víctima sacrificada para que

3
Sobre los granadinos: Historia del Reino de Granada, II, La época morisca y la
repoblación (1502-1639), Manuel BARRIOS AGUILERA (Ed.), Granada, El
Legado Andalusí-EUG, 2000.
4
Rafael BENÍTEZ SÁNCHEZ-BLANCO, El debate religioso en el interior de
España, en Tríptico de la expulsión de los moriscos. El triunfo de la razón de
estado, Montpellier, PULM, 2012, pp. 55-86. Recogido en: Los moriscos:
expulsión y diáspora. Una perspectiva internacional, edición a cargo de
Mercedes GARCÍA-ARENAL y Gerald WIEGERS, Valencia, PUV, 2013.
40 Rafael Benítez Sánchez-Blanco

la conciencia real pudiera, con tranquilidad, aceptar la firma de la


Tregua de los Doce Años 5 .
La expulsión, decidida finalmente en abril de 1609, fue un
proceso complejo que se desarrolló durante casi cinco años, desde
su comienzo en el Reino de Valencia en el otoño de ese año, hasta
finalizar en el de Murcia a principios de 1614. Proceso con
modalidades distintas en cada una de las dos coronas: en la de
Aragón fue centralizado, controlado militarmente, una auténtica
deportación realizada mediante las escuadras reales. En la Corona
de Castilla adoptó múltiples formas: en primer lugar, se les dio la
opción de salir voluntariamente; después se produjeron expulsiones
sucesivas, comenzando por los de origen granadino y pasando
después a los antiguos mudéjares castellanos. El destino también
fue diverso: Argel para los valencianos y murcianos; Marruecos
para los andaluces; posiblemente Túnez para los aragoneses. Pero,
además, Francia para castellanos y aragoneses, y de allí hacia Italia,
Norte de África e incluso Turquía 6 .

¿Cómo se tratan estos tres grandes aspectos en la obra de Miguel de


Cervantes 7 ?
El primero, la Guerra de Granada y la deportación de los
llamados «naturales» en una amplia geografía, no se menciona. Es
como si no hubiera existido. Y no es porque Miguel de Cervantes
no fuera conocedor del drama; en 1571 se alistó en Italia en la
compañía del capitán Diego de Urbina, en la que ya servía su
hermano Rodrigo, y que venía de combatir en la Guerra de
Granada. Más tarde, en sus andanzas andaluzas, vivió bastante en

5
Rafael BENÍTEZ SÁNCHEZ-BLANCO, ¿Cómo se tomó la decisión de expulsar a
los moriscos?, en Tríptico, pp. 19-52.
6
La más reciente síntesis sobre todo el proceso de expulsión de los moriscos se
debe a Manuel LOMAS CORTES, El proceso de expulsión de los moriscos de
España (1609-1614), Valencia, PUV, 2011. Sobre la trayectoria de los
expulsados: Los moriscos: expulsión y diáspora.
7
Se citará por: Miguel de CERVANTES, Obras completas, Florencio SEVILLA
ARROYO (Ed.), Madrid, Castalia, 1999.
La historia de los moriscos en la obra de Cervantes 41

Sevilla, ciudad que tenía la mayor población morisca de España, en


su mayoría de origen granadino. Y así mismo se tropezaría con
muchos granadinos cuando anduvo por otros lugares de Andalucía
donde actuó de comisario, y en la propia Mancha. Conviene
recordar que contrajo matrimonio, en 1584, con Catalina de Salazar
en Esquivias, donde están documentadas diversas familias moriscas
de origen granadino, entre ellas la de uno denominado Ricote8 . Y si
hicieran falta más pruebas, un soneto suyo adorna los
prolegómenos de La Austriada de Juan Rufo (1582-1584), en que
se narra por extenso en verso la Guerra de Granada y la campaña
de Lepanto. Uno de los pocos libros que se salvan del fuego en el
escrutinio que el cura y el barbero hicieron de la librería de D.
Quijote, y que recibe una grandísima alabanza 9 .
Las razones de este silencio se me escapan; tampoco le es
exigible que lo incorporara a su obra, ya que no escribe historia
sino ficción, y puede elegir los marcos históricos que le
convengan 10 . Pero no deja de ser chocante que aparezca de forma
normal un anónimo hortelano morisco en la Granada de finales del
siglo XVI o principios del XVII, como el protagonista de uno de
los cuadros de El coloquio de los perros 11 . No debería haber
moriscos en la Granada de ese momento.
Sin llegar a afirmar que el episodio del morisco sea un añadido
forzado de Cervantes para poder insertar su diatriba contra la
minoría y su alabanza de la expulsión, sobre lo que trataré más
adelante, hay que notar que es el más breve de los referidos a sus
8
Juan Manuel MAGÁN GARCÍA, Ramón SÁNCHEZ GONZÁLEZ, Moriscos
granadinos en La Sagra de Toledo, 1570-1610, Toledo, Caja de Ahorro de
Toledo, 1993, pp. 26-29.
9
Don Quijote, I, cap. VII, en CERVANTES, Obras, p. 165a.
10
Hay que recordar que algunos de los grandes acontecimientos de este
momento figuran en sus obras: la conquista de Chipre en El amante liberal – que
comienza justamente lamentando la pérdida de Nicosia – (CERVANTES, Obras, p.
540b); la batalla de Lepanto y las campañas posteriores de D. Juan de Austria,
hasta la pérdida de Túnez y La Goleta en 1574, en La historia del cautivo, inserta
en los capítulos 37 a 42 de la primera parte del Quijote (en CERVANTES, Obras,
pp. 271-290).
11
El coloquio de los perros, en CERVANTES, Obras, p. 681.
42 Rafael Benítez Sánchez-Blanco

amos, y en él Berganza no interactúa con ellos; se limita a describir


críticamente su vida y costumbres. Si bien sucede lo mismo en el
anterior, el relativo a los gitanos, aquí las anécdotas son más vivas,
mientras que la crítica a los moriscos es estereotipada y libresca. En
definitiva, podía haber pasado del campamento de los gitanos al
encuentro con el poeta y el comediante sin que la narración
padeciera.
Ya que un episodio tan trascendental en la trayectoria de los
moriscos como la Guerra de Granada y la deportación posterior no
ha dejado huella en la obra cervantina, veamos cómo se refleja en
ella el temor al morisco que se extiende por la sociedad española en
el último tercio del siglo XVI y primeros años de seiscientos.
Sobre la insinceridad religiosa poco se dice; afirmaciones
generales como la que hace el perro Berganza: «Por maravilla se
hallará entre tantos uno que crea derechamente en la sagrada ley
cristiana» 12 . O manifestaciones de un morisco como Ricote: «Yo sé
cierto que la Ricota mi hija y Francisca Ricota, mi mujer, son
católicas cristianas, y, aunque yo no lo soy tanto, todavía tengo más
de cristiano que de moro» 13 . O de su vecino Sancho Panza: «Juan
Tiopieyo, el hermano de tu mujer (…), debe de ser fino moro» 14 .
Son importantes las confesiones espontáneas de catolicidad que
Cervantes pone en boca de algunos de sus protagonistas, en
especial de dos bellas moriscas, Ana Félix y Rafala; ambas se
declaran cristianas 15 . O del jadraque Jarife, tío de esta última:
«Morisco soy, señores, y ojalá que negarlo pudiera, pero no por
esto dejo de ser cristiano; que las divinas gracias las da Dios a
quien Él es servido» 16 . Y hay que destacarlas, ya que implican el
reconocimiento de que no todos son iguales, de que algunos
escapan a la condena global.
12
Ibidem.
13
Don Quijote, II, cap. 64, p. 459b.
14
Ibidem.
15
Respectivamente: Don Quijote, II, cap. 63, pp. 483-484 y Los trabajos de
Persiles y Segismunda, Capítulo once del tercer libro, en CERVANTES, Obras, p.
785b.
16
Ivi, p. 785a.
La historia de los moriscos en la obra de Cervantes 43

Un caso específico de comportamiento religiosos es el de las dos


hechiceras moriscas que aparecen en sus obras, la anónima que
facilita el hechizo que enloquecerá a Tomás Rodaja y lo convertirá
en el licenciado Vidriera 17 , y la granadina – de Alhama – Cenotia,
huida de la Inquisición y que se declara «maga» 18 . Pero, además de
que ambas fracasan en sus hechizos amorosos, no se señala la
especificidad de la magia morisca, ni la principal bruja de su obra,
La Cañizares de El coloquio de los perros, lo es 19 .
En cambio, sí que especifica Cervantes los tópicos de índole
económica que recaen sobre los moriscos, siendo la más extensa
relación la del perro Berganza, según el cual son avariciosos en
extremo, no gastan para acumular dinero, acuñan moneda – debe
entenderse que falsa –, se alimentan de cereales inferiores, se
ocupan de trabajos de poco esfuerzo, y, en especial, denuncia su
multiplicación excesiva.

Todo su intento es acuñar y guardar dinero acuñado, y para


conseguirle trabajan y no comen; en entrando el real en su poder,
como no sea sencillo, le condenan a cárcel perpetua y a escuridad
eterna; de modo que, ganando siempre y gastando nunca, llegan y
amontonan la mayor cantidad de dinero que hay en España. Ellos
son su hucha, su polilla, sus picazas y sus comadrejas; todo lo
llegan, todo lo esconden y todo lo tragan. Considérese que ellos
son muchos y que cada día ganan y esconden, poco o mucho, y que
una calentura lenta acaba la vida como la de un tabardillo; y, como
van creciendo, se van aumentando los escondedores, que crecen y
han de crecer en infinito, como la experiencia lo muestra. Entre
ellos no hay castidad, ni entran en religión ellos ni ellas: todos se
casan, todos multiplican, porque el vivir sobriamente aumenta las
causas de la generación. No los consume la guerra, ni ejercicio que
demasiadamente los trabaje; róbannos a pie quedo, y con los frutos
de nuestras heredades, que nos revenden, se hacen ricos. No tienen
criados, porque todos lo son de sí mismos; no gastan con sus hijos
17
Novela del licenciado Vidriera, en CERVANTES, Obras, p. 587.
18
Los trabajos de Persiles y Segismunda, Capítulo octavo del segundo libro, pp.
737-738.
19
El coloquio de los perros, pp. 676-679.
44 Rafael Benítez Sánchez-Blanco

en los estudios, porque su ciencia no es otra que la del robarnos.


De los doce hijos de Jacob que he oído decir que entraron en
Egipto, cuando los sacó Moisés de aquel cautiverio, salieron
seiscientos mil varones, sin niños y mujeres. De aquí se podrá
inferir lo que multiplicarán las déstos, que, sin comparación, son en
mayor número 20 .

De este tópico de su crecimiento demográfico se hace eco


también el Jarife: «No los esquilman las religiones, no los
entresacan las Indias, no los quintan las guerras; todos se casan,
todos o los más engendran, de do se sigue y se infiere que su
multiplicación y aumento ha de ser innumerable» 21 .
Párrafo que recuerda mucho a otro de Pedro de Valencia en el
memorial que dirigió en 1606 al confesor real Fr. Diego Mardones,
y que, aunque no estaba destinado a la difusión pública, se hacía, a
su vez, eco de una opinión difundida:

Júntase también lo que toda España echa de ver y dice con


sentimiento y temor: que de todos cuantos nacen de esta gente
ninguno se gasta en guerras ni pasa a las Indias, ni es clérigo ni
fraile ni monja ni en otra manera por necesidad ni elección, [ni] se
priva de dejar sucesión; antes parece que todos y cada uno de
común acuerdo procuran la multiplicación de su nación, casan sus
hijos y hijas muy muchachos, para que, si viven, tengan muchos
hijos 22 .

Otros dos moriscos que aparecen en el Quijote, ambos dedicados


a la actividad comercial, son ricos: por supuesto, Ricote, tendero
riquísimo, que ha podido esconder un enorme tesoro, cuya
recuperación motiva su regreso a la añorada patria. Y también el
arriero de Arévalo, localidad de Ávila con una importante

20
Ivi, p. 681.
21
Los trabajos de Persiles y Segismunda, Capítulo once del tercer libro, p. 786a.
22
Pedro de VALENCIA, Tratado acerca de los moriscos de España, edición a
cargo de Rafael GONZÁLEZ CAÑAL, con un Estudio introductorio de Rafael
CARRASCO, León, Universidad de León, 1999 (Obras completas, 4), pp. 67-139:
85.
La historia de los moriscos en la obra de Cervantes 45

comunidad morisca, que esperaba «refocilarse con Maritornes» en


la venta, tenía una recua de doce buenos mulos «porque era uno de
los ricos arrieros de Arévalo» 23 . Es decir, no escapamos de la
visión tópica de la economía morisca.

A propósito del rico arriero es necesario enfrentarse al enigma de


Cide Hamete Benengeli, ya que se dice «que era algo pariente
suyo». Y, en consecuencia, también hay que traer a colación al
«morisco aljamiado» que tradujo en Toledo la obra del «historiador
arábigo» 24 . Y, en un lazo difícil de desatar, a los diversos autores y
a las diversas fuentes documentales de la Historia de don Quijote
de La Mancha. Como punto de partida, recordar que Martín de
Riquer señaló en su Aproximación al Quijote que en los libros de
caballerías era habitual el recurso a un sabio encantador que fuera
el autor de la historia 25 . Lo llamativo de El Quijote es que
Cervantes atribuya ese papel a un moro. Y al tratarse de un texto
arábigo era necesario un traductor, que no es el segundo autor, este
sí Cervantes, sino el morisco aljamiado.
Surgen de aquí, si pretendemos una aproximación con lógica
histórica, diversas preguntas de respuestas inciertas unas, e
imposibles otras. Si empezamos por la más sencilla, cabe suponer
que, dado el retroceso del árabe entre los moriscos castellanos de
principios del siglo XVII, el traductor fuera o un granadino
deportado o al menos de origen granadino. Estaríamos así ante un
caso excepcional en la obra cervantina, como he señalado. Y,
además, parece tratarse de un morisco pobre que está dispuesto a
un intenso trabajo por un módico salario: dos arrobas de pasas y
dos fanegas de trigo. Salvo que estemos ante el tópico de la
frugalidad morisca, vinculada a la tacañería, que hemos visto ya
que era criticada por el perro Berganza.

23
Don Quijote, I, cap. XVIII, pp. 187-189.
24
Ivi, cap. IX, pp. 170-171.
25
Martín de RIQUER, Aproximación al Quijote, Estella (Navarra), Salvat-Alianza
Editorial, 1970, pp. 65-66.
46 Rafael Benítez Sánchez-Blanco

Más compleja es la cuestión de la ubicación temporal y religiosa


de Cide Hamete Benengeli, ya que si era pariente de un morisco de
Árevalo que coexistió, e interactuó, con D. Quijote, también él
debía serlo, y no moro, como siempre se le caracteriza en la obra.
El posible parentesco entre el sabio historiador arábigo y el rico
arriero morisco abulense es señalado por Cervantes para justificar,
jocosamente, en este pasaje la narración de detalles nimios y algo
escabrosos, al menos a los ojos de la Inquisición portuguesa que los
censuró 26 . Pero plantea además un problema temporal, con el que
juega el propio autor, que, siendo consciente de que la historia de
don Quijote es reciente, ya que en su biblioteca se han encontrado
libros que lo son, lo que debía posibilitar que su fama estuviera
viva en la memoria de sus convecinos, en otras ocasiones hace
referencia a la antigüedad de los testimonios en que se basa la
narración. Además de los «cartapacios y papeles viejos» que
compró en el Alcaná de Toledo, conteniendo el texto arábigo de
Cide Hamete Benengeli, es fundamental lo que se dice en las
últimas páginas de la primera parte 27 . En ellas el autor – Miguel de
Cervantes – nos informa de su fracaso en la búsqueda de escrituras
auténticas que le permitieran conocer el desarrollo posterior de la
historia, una vez que don Quijote ha regresado a su aldea, aunque
sabe, porque «la fama ha guardado, en las memorias de la
Mancha», que realizó una tercera salida. No obstante, la suerte le
ha deparado conocer a

un antiguo médico que tenía en su poder una caja de plomo, que,


según él dijo, se había hallado en los cimientos derribados de una
antigua ermita que se renovaba; en la cual caja se habían hallado
unos pergaminos escritos con letras góticas, pero en versos
castellanos, que contenían muchas de sus hazañas 28 .

26
Enrique GACTO FERNÁNDEZ, Sobre la censura literaria en el s. XVII.
Cervantes, Quevedo y la Inquisición, «Revista de la Inquisición», 1, (1991), pp.
11-61: 19.
27
Don Quijote, I, cap. 52, pp. 317-318.
28
Ivi, p. 317b.
La historia de los moriscos en la obra de Cervantes 47

Antiguo médico, caja de plomo, cimientos derribados de una


antigua ermita que se renovaba, pergaminos con letras góticas…
todo, evidentemente, muy antiguo. Y en esas – necesariamente
antiquísimas – escrituras carcomidas, se cantaban las sepulturas de
don Quijote, Sancho y Dulcinea. Con esos presupuestos, no cabe
duda de que Cide Hamete Benengeli tenía que haber vivido en
tiempos remotos. Sucede, sin embargo, que el sabio historiador
arábigo ha desaparecido de la narración a partir del capítulo 28 de
esta primera parte, y solo se han podido averiguar algunas noticias
sobre los protagonistas gracias a los ilustres académicos de
Argamasilla, autores de los poemas conservados en el arca de
plomo.
Cervantes hace con ello un claro guiño que puede explicar el
carácter arábico del «primer autor»: en 1588 se encontró en los
cimientos de la torre Turpiana, antiguo minarete de la mezquita
mayor de Granada que estaba siendo derruida, un arca de plomo; en
su interior un pergamino con escritos, al parecer, antiquísimos en
varias lenguas… Era el comienzo de las invenciones granadinas
que culminarían a partir de 1595 con el descubrimiento de las
láminas de plomo del que será llamado Sacromonte 29 . Y si médico
era el morisco Alonso del Castillo, uno de los dos principales
traductores y muy posiblemente autores del pergamino y plomos, el
otro, su compañero Miguel de Luna, había dado a luz entre 1592 y
1600 la Historia verdadera del rey don Rodrigo… a partir de un
presunto manuscrito árabe encontrado en la biblioteca de El
Escorial, y del que aparecía como traductor 30 .

29
Sobre el polémico asunto: Los Plomos del Sacromonte. Invención y tesoro,
edición a cargo de Manuel BARRIOS AGUILERA y Mercedes GARCÍA-ARENAL,
Valencia, PUV, 2006; ¿La historia inventada? Los Libros Plúmbeos y el Legado
Sacromontano, edición a cargo de Mercedes GARCÍA-ARENAL y Manuel
BARRIOS AGUILERA, Granada, EUG, 2008; y Mercedes GARCÍA-ARENAL,
Fernando RODRÍGUEZ MEDIANO, Un Oriente español. Los moriscos y el
Sacromonte en tiempos de Contrarreforma, Madrid, Marcial Pons, 2010.
30
Miguel de LUNA, Historia verdadera del Rey Don Rodrigo, Luis F. BERNABÉ
PONS (Ed.), Granada, Universidad de Granada, 2001.
48 Rafael Benítez Sánchez-Blanco

En 1605, Miguel de Cervantes parodia alegremente, no solo los


libros de caballería sino además las invenciones granadinas en la
figura de Cide Hamete Benengeli y de los académicos
«argamasillescos», en lo que no dejaba de ser una actitud polémica
en un momento en que las críticas al pergamino y los plomos eran
contratacadas con rotundidad desde el poder. Años más tarde, en
pleno proceso de expulsión, como vamos a ver, el tratamiento de la
política morisca de la Monarquía no admitía bromas.
Mi conclusión sobre el asunto es que, en una lectura elemental
del Quijote de 1605, no se puede tomar en serio lo que no es más
que una parodia de los libros de caballerías. Igual que Alonso
Quijano enloqueció creyendo en la realidad de Amadís y otros
caballeros andantes, nosotros podemos caer en lo mismo al discutir
sobre la realidad de Cide Hamete Benengeli. Y, en una lectura más
compleja, que tenga en cuenta el final de esta parte de la obra, nos
encontramos con una crítica jocosa del intento de hacer pasar por
árabes a los primeros cristianos granadinos.

Si en algún texto se manifiesta claramente la peligrosidad morisca


es en El trato de Argel y en el Persiles. En la primera obra, una de
las más tempranas de la producción cervantina, se hace referencia
con fuerza dramática a un terrible corsario de origen aragonés que
desde Sargel, en la costa argelina, había hecho «cautivos a más de
seiscientos cristianos». Capturado, y juzgado por la Inquisición, «al
fuego le condenaron». Al conocerse en Argel – comunicada por los
moriscos valencianos – la ejecución, sus parientes compraron un
sacerdote valenciano cautivo y le dieron atroz muerte 31 . La
brutalidad de los asaltos corsarios sobre las poblaciones costeras,
31
El trato de Argel, en CERVANTES, Obras, pp. 831-832. María Antonia Garcés
ha explicado que en 1576 la Inquisición valenciana quemó a Alicaxet, que era
valenciano y no aragonés, y que el sacerdote ejecutado en represalia fue Fr.
Miguel de Aranda, María Antonia GARCÉS, «Grande amigo mío»: Cervantes y
los renegados, en USA Cervantes. 39 cervantistas en Estados Unidos, Georgina
DOPICO BLACK y Francisco LAYNA RANZ (Eds.), Madrid, CSIC-Ediciones
Polifemo, 2009, pp. 545-582: 564-565.
La historia de los moriscos en la obra de Cervantes 49

esta vez sin intervención morisca, es narrada, recreándose en el


espectáculo violento, en el segundo libro de La Galatea por el
ermitaño Silerio, que fue protagonista de un ataque turco sobre un
«pequeño y desventurado pueblo» de la costa catalana 32 . En el
Persiles es todo el pueblo de moriscos valencianos el que embarca
en dieciséis bajeles corsarios berberiscos, después de intentar
quemar la iglesia, donde se habían refugiado los protagonistas con
el cura y el ya mencionado morisco Jarife 33 . Suceso semejante a
otros múltiples casos históricos conocidos.
Es decir, debe destacarse que lo que Cervantes narra con
verosimilitud e interés dramático son acciones corsarias, en cambio
no se mencionan las conspiraciones para una invasión de la
Península, que tanto preocuparon a las autoridades, salvo que las
queramos ver implícitas en frases crípticas, como la de Ricote al
referirse a «los ruines y disparatados intentos que los nuestros
tenían» 34 . O en la famosa expresión con que empieza su discurso
Ana Félix: «De aquella nación más desdichada que prudente sobre
quien ha llovido estos días un mar de desgracias…» 35 . ¿Se refiere
esa falta de prudencia a sus contactos con los enemigos de la
Monarquía?
En síntesis, salvo tópicos propios de los memorialistas o de la
literatura apologética de la expulsión, en las obras de Cervantes
solo cobran vida los moriscos vistos desde Argel: el morisco
corsario o los que esperan a los corsarios para pasar allende 36 .

Y, por último, ¿qué tratamiento da Cervantes en sus obras a la


expulsión?

32
La Galatea, Segundo libro, en CERVANTES, Obras, p. 45.
33
Los trabajos de Persiles y Segismunda, Capítulo once del tercer libro, pp. 784-
786.
34
Don Quijote, II, cap. 54, p. 459a.
35
Ivi, cap. 63, p. 483b.
36
El trauma que para Cervantes supuso el cautiverio y su impacto en sus obras
ha sido destacado por María Antonia GARCÉS, Cervantes en Argel. Historia de
un cautivo, Madrid, Gredos, 2005. Es.: pp. 51-52.
50 Rafael Benítez Sánchez-Blanco

Como es bien sabido, es el argumento del episodio de Ricote en


la segunda parte del Quijote: en él se hace eco de uno de los bandos
de expulsión de Castilla, que daban un plazo suficientemente
amplio para que Ricote optara por emigrar antes de su finalización,
camino de Francia para pasar luego a Italia y, sorprendentemente, a
Alemania (Augburgo), «y allí me pareció que se podía vivir con
más libertad, porque sus habitadores no miran en muchas
delicadezas: cada uno vive como quiere, porque en la mayor parte
della se vive con libertad de conciencia» 37 . El resto de la familia
salió, bajo la dirección del Tiopieyo, recordemos que era «fino
moro», hacia Argel, en lugar de ir hacia Francia como prefería
Ricote. La opción de elegir el destino era posible, siempre que no
se llevasen criaturas pequeñas, en cuyo caso era obligado salir
hacia tierras cristianas. Y también admitía el bando general de la
expulsión de los castellanos, de 10 de julio de 1610, que pudieran
sacar monedas, joyas y metales preciosos, como hicieron los
Ricotes, pero debiendo dejar al fisco la mitad 38 . El problema es que
no lo declararon – «lo llevaban por registrar» – y se lo confiscaron
todo. Es decir, desde el punto de vista histórico, es verosímil lo que
se dice sobre el proceso de expulsión, si lo consideramos referido a
los antiguos castellanos. Una vez más, los granadinos desaparecen
de la obra cervantina.
Un aspecto importante de este episodio choca con lo dispuesto
en el bando: Ana Félix podría haber escapado a la expulsión
casándose con su enamorado, «el mancebo mayorazgo rico» don
Gaspar Gregorio 39 . Si el cortejo hubiera desembocado en boda,
todo el episodio de la bella morisca perdería su razón de ser. E
incluso la duda final sobre si el rey les autorizaría a permanecer
solo podría afectar a Ricote, el «padre, al parecer, tan bien
intencionado», pero no a la hija «tan cristiana», de haberse casado

37
Don Quijote, II, cap. 54, p. 459a.
38
Sobre los bandos: Rafael BENÍTEZ SÁNCHEZ-BLANCO, Análisis comparativo de
los bandos de expulsión de los moriscos, en Tríptico, pp. 207-233.
39
Ivi, p. 220. El texto decía: «No se ha de entender este vando, ni han de ser
expelidos, los christianos viejos casados con moriscas, ellos, ellas, ni sus hijos».
La historia de los moriscos en la obra de Cervantes 51

con D. Gaspar a su regreso. Lo que muestra, desde la perspectiva


histórica, lo artificioso del episodio, bello, por otra parte, de Ricote
y Ana Félix. Del que hay que resaltar, una vez, que gran parte del
mismo se sigue viendo desde Argel.
Además de hacer irrumpir en su obra un suceso tan
absolutamente contemporáneo como la expulsión, que por cierto se
entrecruza con la presencia en la misma del famoso bandolero,
también contemporáneo, Roque Ginart 40 , recurre Cervantes, en dos
ocasiones, a las profecías post factum. Las encontramos tanto en El
coloquio de los perros como en el Persiles. Así, Cipión apostilla el
relato de Berganza sobre su amo y sobre los moriscos en general,
diciendo:

Buscado se ha remedio para todos los daños que has apuntado y


bosquejado en sombra: que bien sé que son más y mayores los que
callas que los que cuentas, y hasta ahora no se ha dado con el que
conviene; pero celadores prudentísimos tiene nuestra república
que, considerando que España cría y tiene en su seno tantas víboras
como moriscos, ayudados de Dios, hallarán a tanto daño cierta,
presta y segura salida 41 .

Esto veía la luz en 1613. Otra profecía es puesta en boca de


jadraque Jarife, que recoge lo que había ya anunciado un abuelo
suyo, «famoso en el astrología»:

Mi abuelo dejó dicho que, cerca de estos tiempos, reinaría en


España un rey de la casa de Austria, en cuyo ánimo cabría la
dificultosa resolución de desterrar los moriscos de ella, bien así
como el que arroja de su seno la serpiente que le está royendo las
entrañas, o bien así como quien aparta la neguilla del trigo, o
escarda o arranca la mala yerba de los sembrados. Ven ya, ¡oh
venturoso mozo y rey prudente!, y pon en ejecución el gallardo

40
Don Quijote, II, cap. 60, p. 473.
41
El coloquio de los perros, p. 681b.
52 Rafael Benítez Sánchez-Blanco

decreto de este destierro, sin que se te oponga el temor que ha de


quedar esta tierra desierta y sin gente 42 .

Y por si cabían dudas sobre la valoración que la expulsión


merece a otro morisco, la historia de Ricote concluye poniendo en
su boca una alabanza del incorruptible conde de Salazar y del
propio Felipe III:

— No – dijo Ricote, que se halló presente a esta plática – hay que


esperar en favores ni en dádivas, porque con el gran don
Bernardino de Velasco, conde de Salazar, a quien dio Su Majestad
cargo de nuestra expulsión, no valen ruegos, no promesas, no
dádivas, no lástimas; porque, aunque es verdad que él mezcla la
misericordia con la justicia, como él vee que todo el cuerpo de
nuestra nación está contaminado y podrido, usa con él antes del
cauterio que abrasa que del ungüento que molifica; y así, con
prudencia, con sagacidad, con diligencia y con miedos que pone,
ha llevado sobre sus fuertes hombros a debida ejecución el peso
desta gran máquina, sin que nuestras industrias, estratagemas,
solicitudes y fraudes hayan podido deslumbrar sus ojos de Argos,
que con tino tiene alerta, porque no se le quede ni encubra ninguno
de los nuestros, que como raíz escondida, que con el tiempo venga
después a brotar, y a echar frutos venenosos en España, ya limpia,
ya desembarazada de los temores en que nuestra muchedumbre la
tenía. ¡Heroica resolución del gran Filipo Tercero, y inaudita
prudencia en haberla encargado al tal don Bernardino de Velasco! 43

¿Cómo hay que leer estos y otros pasajes cervantinos, y cómo se


leerían en el momento de aparecer – 1613-1617 – en que se estaba
llevando a cabo la expulsión? 44 Para valorarlos hay que tener

42
Los trabajos de Persiles y Segismunda, Capítulo once del tercer libro, p. 785a.
43
Don Quijote, II, cap. 65, p. 488a.
44
No pretendo ni puedo pasar revista aquí a la inmensa bibliografía sobre el
asunto, sino únicamente plantear mi lectura. Una amplia referencia de obras
‘clásicas’ en: Francisco MÁRQUEZ VILLANUEVA, El morisco Ricote o la hispana
razón de estado, en Personajes y temas del Quijote, Madrid, Taurus, 1975, pp.
La historia de los moriscos en la obra de Cervantes 53

presente quién era el conde de Lemos, a quien van dedicadas


calurosamente no solo estas obras, Las novelas ejemplares (1613),
la segunda parte de Don Quijote (1615) y el Persiles (1617), sino
además las Ocho comedias y ocho entremeses nuevos (1615). Don
Pedro Fernández de Castro, hijo de Catalina Gómez de Sandoval, y
casado con Catalina de la Cerda, era sobrino y yerno del duque de
Lerma. Con su apoyo había ocupado la presidencia del Consejo de
Indias (1601-1610), el Virreinato de Nápoles (1610-1616), y la
Presidencia del Consejo de Italia (1616) de la que se retiró en
1618 45 . No parece aceptable que por una parte se dediquen tantas, y
tan importantes, obras a un familiar tan próximo al todavía
poderoso valido, y por otra, dentro de las mismas, se critique la
decisión que estaba marcando el carácter de su gobierno y del
reinado. Por mucha ironía que quiera atribuirse a Miguel de
Cervantes, estos pasajes citados se leerían en el momento en que
aparecieron de forma literal, como alabanza a Felipe III y a su
valido por la «heroica resolución».
Cervantes presenta con credibilidad la relación de los moriscos
con el corso berberisco: El trato de Argel, Persiles, e incluso el
combate con la galera de Ana Félix. Es como si viera a los

229-335: nota 4, pp. 232-233. Y además de este trabajo sobre Ricote, véase su
obra más reciente: ID., Moros, moriscos y turcos de Cervantes. Ensayos críticos,
Barcelona, Bellaterra, 2010. Entre esas obras clásicas, hay que mencionar
obligatoriamente a Américo CASTRO, El pensamiento de Cervantes, en concreto
el apartado ¿Tolerancia, o intolerancia?, en Obra reunida, I, Julio RODRÍGUEZ-
PUÉRTOLAS (Ed.), Madrid, Trotta, 2002, pp. 267-279. También se ocupan de
Cervantes y los moriscos, Emilio SOLA, Francisco DE LA PEÑA, Cervantes y la
Berbería. (Cervantes, mundo turco-berberisco y servicios secretos en la época
de Felipe II), Madrid, FCE, 1995, pp. 187-209. Y, más recientes: Luis F.
BERNABÉ PONS, De los moriscos a Cervantes, «eHumanista/Cervantes», 2
(2013), pp. 156-182; y Bernard VINCENT, Cervantes, los moriscos y su tiempo,
«eHumanista/Conversos», 3 (2015), pp. 1-8.
45
Permaneció fiel al duque de Lerma a su regreso de Nápoles y cayó en
desgracia en 1618 junto con su tío, Eduardo PARDO DE GUEVARA Y VALDÉS,
Pilar RODRÍGUEZ SUÁREZ, Dolores BARRAL RIVADULLA, Don Pedro Fernández
de Castro, VII conde de Lemos (1576-1622), Santiago de Compostela, Xunta de
Galicia, 1997.
54 Rafael Benítez Sánchez-Blanco

moriscos desde Argel. Por el contrario, el tratamiento de otros


aspectos de la minoría está lleno de tópicos, del estilo de los que se
difundieron ampliamente para justificar la expulsión. Y si un
aspecto de esta, como es el bando de expulsión y la salida de los
moriscos antiguos castellanos, está verosímilmente planteado, las
exigencias narrativas hacen que olvide una de sus cláusulas, la que
permitía la permanencia de una morisca casada con un cristiano
viejo.
En cuanto a la valoración general que reciben en sus obras los
moriscos, los calificativos negativos son claros y tajantes: perro,
canalla, sierpe… No obstante, hay un rasgo que le separa de los
«excluyentes» más radicales. Nos presenta algunos moriscos, en
especial a dos bellas moriscas, no solo como buenos cristianos, sino
sin que se distinga su comportamiento de los cristianos-viejos. Y,
por último, hay que resaltar expresiones que suponen un rechazo
del fundamento de la limpieza de sangre. La frase pronunciada por
Ana Félix «mamé la fe católica en la leche», a los pechos de una
madre morisca, era una provocación y una denuncia tajante de la
asunción mayoritaria de que la sangre, o la leche, transmitían una
tendencia al mal 46 .

46
Don Quijote, II, cap. 63, p. 483b.
La historia de los moriscos en la obra de Cervantes 55

Note biografiche
Ordinario di Storia moderna presso l’Università di València, nella sua tesi
di dottorato, Moriscos y cristianos en el Condado de Casares (Córdoba
1982), ha studiato una signoria del regno di Granada. Successivamente si
è concentrato sullo studio della politica moresca della Monarquia
hispánica, con particolare attenzione al ruolo dell’Inquisizione,
pubblicando Heroicas decisiones: la Monarquia Católica y los moriscos
valencianos (Valencia 2001) e Tríptico de la expulsión de los moriscos.
El triunfo de la razón de estado (Montpellier, 2012). Ha curato diverse
opere classiche sulla tematica, tra le quali la versione castigliana del libro
di H. Lea, Los moriscos españoles: su conversión y expulsión (Alicante
2001). Ha analizzato alcune delle critiche dirette alle invenzioni delle
reliquie e dei libri plumbei del Sacromonte di Granada. Di recente studia
la schiavitù dei musulmani in Spagna.
Pubblicato online nel mese di giugno 2018

Istituto di Storia dell’Europa Mediterranea (ISEM)


Consiglio Nazionale delle Ricerche (CNR)
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