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Marián no puso muy buena cara cuando vio al perrito allí: siempre se había negado a
tener animales en casa.
Pero Nono llegó a la familia un domingo de una noche fría de invierno; alguien lo debió
abandonar y Yago fue incapaz de dejarlo cuando lo descubrió junto al contenedor de
basura. El perrito no tendría más de dos meses, era color negro con una mancha marrón
en un ojo y tenía las orejas pequeñas. Yago eligió ese nombre para su nuevo amigo.
- ¡Está bien! No lo podemos dejar en la calle. Mañana decidiremos - dijo Miguel, el padre
de Yago que acababa de llegar a casa.
Acomodaron al cachorrillo en una caja con una manta y lo pusieron en el pasillo cerca de
los dormitorios. Enseguida Yago lo fue a alimentar con un poco de leche tibia. El animal
bebió agradecido y se quedó medio dormido hecho una bola.
A media noche Nono empezó a gemir lastimeramente y despertó a todos los de la casa.
Marián y Miguel aparecieron en el pasillo cuando Yago calmaba al perrito en sus brazos.
Miraron la escena y volvieron a la cama sin decir nada.
Al día siguiente, Yago estuvo toda la mañana hablando de Nono a sus amigos de la
escuela; pero nadie podía hacerse cargo del perrito.
Cuando llegó del colegio Nono lo esperaba en la puerta de casa moviendo el rabito,
contento, y Yago empezó a jugar con él. Su padre lo había llevado al veterinario para
asegurarse de que no estuviera enfermo y le había dado de comer.
El niño negó cabizbajo. Miguel tampoco había tenido suerte, aunque había preguntado en
el trabajo. Yago se encargaba de dar de comer y beber a Nono todos los días
Leyenda del sombreron
La leyenda del Sombrerón, nos narrar que hace mucho existía un hombre bajito vestido de
negro con un gran sobrero del mismo color, que siempre lleva consigo una guitarra, un
cinturón y unas espuelas de plata. Él, montaba un audaz caballo negro con el que se
ocultaba perfectamente en la noche. Tampoco hablaba con nadie y a nadie hacía daño;
sólo aparecía y desaparecía como si fuera magia.
Algunos comentan que este pequeño ser, podía encontrarse en las orillas del camino y
aunque afirman que ya falleció, se siente aún su presencia, ya que se convirtió en un un
espectro que anda por las calles tocando la guitarra. Él es muy enamoradizo de jóvenes de
ojos grandes y pelo largo; y si se ha fijado en una chica atractiva para él, la seguirá tocando
una Serenata.
En noches de luna llena, es fácil confundir a este personaje con las sombras que crean las
ramas y los arbustos. Cuando sale en su caballo, va a todo galope, acompañado de un
fuerte viento helado y desaparece de inmediato.
La Tatuana
De esta manera, el camino negro simboliza para los mayas la ruta que lleva al inframundo,
en el cual se debe intercambiar parte del alma con el mercader de las joyas invaluables,
quien luego utilizará esta para obtener el esclavo más hermoso.
De esta forma, logra escapar de la prisión donde es recluido antes de ser ejecutado.
Cuando los captores llegan a la mañana siguiente a la prisión, lo único que encuentran es
un viejo árbol de almendras.
Biografía de Gabriel García Márquez
Infancia
Hijo de Eligio García y Luisa Santiago Márquez Iguarán, nació en Aracataca, departamento del
Magdalena, Colombia, «el domingo 6 de marzo de 1927 a las nueve de la mañana...», como refiere
el propio escritor en sus memorias.13Cuando sus padres se enamoraron, el padre de Luisa, el
coronel Nicolás Ricardo Márquez Mejía, se opuso a esa relación, pues Gabriel Eligio telegrafista, no
era el hombre que consideraba más adecuado para su hija, por ser hijo de madre soltera,
pertenecer al Partido Conservador Colombiano y ser un mujeriego confeso.13
Con la intención de separarlos, Luisa fue enviada fuera de la ciudad, pero Gabriel Eligio la cortejó
con serenatas de violín, poemas de amor, innumerables cartas y frecuentes mensajes telegráficos.
Finalmente, la familia capituló y Luisa consiguió el permiso para casarse con Gabriel Eligio, lo cual
sucedió el 11 de junio de 1927 en Santa Marta. La historia y tragicomedia de ese cortejo inspiraría
más tarde a su hijo la novela El amor en los tiempos del cólera.13
A los doce años regresó a Bayamo y estudió en el convento de San Francisco y luego en el
famoso colegio de San José y tuvo entre sus maestros al prestigiado pedagogo José María
Izaguirred y al profesor Ignacio Martínez Valdez. Luego de graduarse permaneció en la
institución como maestro de primaria y se hizo muy aficionado a las letras y a sus
maestros.3 Cuando Martínez fue encarcelado por culpa de una calumnia, lo acompañaba
en la celda desde las seis de la tarde hasta la nueve de la noche y allí leían las obras
clásicas de la literatura española.4
En 1864 se retiró del colegio de San José y empezó a editar un vocero con la colaboración
de Francisco Maceo Osorio llamado La regeneración de Bayamo órgano sencillo, pero de
un contenido interesantísimo: en cada tema campeaba el distintivo nacionalista de Osorio
y de Palma; este periódico fue cerrado por el gobierno español de la isla. Tiempo más
tarde, Palma apareció luchando al lado del insigne José Martí, de Carlos Manuel de
Céspedes y de Máximo Gómez, entre otros.
Cuando su esposa falleció en su natal Bayamo, tuvo que abandonar la lucha revolucionaria
y regresar a hacerse cargo de sus hijos; pero allí, dirigió El Cubano Libre desde donde
luchó desesperadamente por la abolición de la esclavitud y describió la penosa situación
porque atravesaba Cuba. A estas publicaciones, siguió una ola de persecuciones,
encarcelamientos y destierros; gran cantidad de cubanos fueron condenados al exilio; José
Joaquín Palma Lasso fue uno de ellos.
Su primera etapa de destierro la vivió en Jamaica, luego pasó a territorio estadounidense
de donde salió rumbo a Suramérica, visitando entre otros países el Perú, terminando su
itinerario en Guatemala, que sería su última escala hasta la muerte. Llegó a Guatemala en
1873.5En Centroamérica, Palma dejó memorables huellas de poeta, profesor, periodista y
promotor cultural, ayudó a numerosos intelectuales y escribió la letra del Himno Nacional
de Guatemala, obra por la cual recibió grandes homenajes; además, tuvo vínculos
profundos con dos de los mejores poetas latinoamericanos de todos los tiempos: José
Martí y Rubén Darío, el cubano precursor y la nicaragüense cumbre del Modernismo,
primer gran movimiento literario surgido en América. También compartió con el célebre
poeta peruano José Santos Chocano,5 y con los intelectuales liberales hondureños Marco
Aurelio Soto y Ramón Rosa quienes ejercían las secretarías de Instrucción Pública y de
Relaciones Exteriores del gobierno de Justo Rufino Barrios.
Desde 1870, Palma no cumplió misiones oficiales fuera de Cuba, y como diplomático logró
que el gobierno de Guatemala reconociera la beligerancia de los cubanos y el de Honduras
diera protección y trabajo a decenas de combatientes, al concluir la llamada Guerra
Grande-de 1868 a 1878.5 Palma fue nombrado Ministro y Cónsul de Cuba en Guatemala,
cargo que ocupó hasta su muerte.7 Aparte de ser el Cónsul de su país natal, ocupó el
cargo de director de la Biblioteca Nacional de Guatemala, fue catedrático en el Instituto
Nacional Central para Varones8 y sirvió la cátedra de literatura española en la Escuela
Facultativa de Derecho y Notariado del Centro de la Universidad Nacional. Por otra parte,
colaboró en diversos órganos de difusión, principalmente en el Correo de la tarde que
dirigía Rubén Darío y en donde trabajaba el futuro «Príncipe de los cronistas» Enrique
Gómez Carrillo,7 y con los Álbumes de Minerva que publicaba el gobierno del licenciado
Manuel Estrada Cabrera.9
En 1876, cuando Marco Aurelio Soto tomó la presidencia de Honduras con la ayuda de
Justo Rufino Barrios, Palma viajó a aquel país centroamericano como secretario privado de
Soto y colaboró en el gobierno de este hasta que Soto y su primo Ramón Rosa -quien
fungía como una especia primer ministro en el gobierno de Soto- fueron obligados a salir
de Honduras en 1883. Tras el derrocamiento de Soto, Palma regresó a Guatemala. Allí
coincidió con el poeta Rubén Darío quien escribió el siguiente poema en su libro Azul
dedicado a Palma:
A finales del siglo xix, entabló una estrecha amistad con el orador, escritor y político
guatemalteco Rafael Spínola, cuando este era el director de La Ilustración Guatemalteca y
posteriormente, ministro de Fomento del gobierno del licenciado Manuel Estrada
Cabrera.8 En 1899, el escritor y diplomático mexicano Federico Gamboa estuvo en
Guatemala como embajador interino de su país conoció y trató a Palma, quien le fue
presentado por Spínola, a quien Gamboa había conocido cuando este estuvo exiliado en
México durante el gobierno del general Manuel Lisandro Barillas Bercián.