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Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales FLACSO

Maestría en Antropología Social y Política 2009 -2011

Gina María Hidalgo Rosero


Redactora publicitaria
Publicista – Universidad Central de Colombia
Diplomado en Creación Narrativa – Universidad Central

Ginamariahidalgo@gmail.com
Correo Opcional: hidalgoazareth68@hotmail.com
Reseña 1: Artículos obligatorios clase 3

Mitos, ritos y símbolos, más allá de ser los ejes centrales de las lecturas reseñadas, tienen
una interconexión al punto de poder interpretar al ritual como la respuesta en la conducta
humana a la significación que el mito da a la vida del grupo social, y a su vez, el ritual esta
compuesto por símbolos: “la más pequeña unidad del ritual que todavía conserva las
propiedades específicas de la conducta ritual”1.

Mircea Eliade parte su investigación desde la concepción que tienen las comunidades
arcaicas del mito como “historia verdadera” y sagrada, que proporciona modelos de
conducta y que dan un valor a la existencia de la comunidad, la cual no duda de su
existencia. Esta idea del mito riñe con la concepción de las sociedades coloniales y
modernas para las cuales éste es una ficción o invención.

El mito relata un acontecimiento que tuvo lugar en un tiempo sacralizado, fantástico en el


que comenzó todo, un tiempo que es asumido por su sociedad practicante como real y que
es la irrupción de lo sagrado en el mundo, la cual determina los modelos ‘ejemplares’ de
todos los ritos. Los mitos narran los acontecimientos que generaron que el hombre sea un
ser sexuado, mortal, organizado en sociedad, trabajador y ceñido a ciertas reglas de
conducta.

Ese hombre arcaico se declara resultado de los acontecimientos míticos que debe ‘celebrar’
porque está obligado a reactualizar periódicamente el mito y su desarrollo en el tiempo
sacralizado a través de los ritos, por su parte el hombre moderno se estima constituido por
el desarrollo histórico, pero la autora mantiene que el pensamiento mítico, al ser inherente
al ser humano se mantiene hasta nuestros días.

La historicidad de Jesús defendida por el cristianismo riñe directamente con su imagen


como figura mítica ya que, como se mencionó antes, se concibe al mito como falso. De
todas formas, el cristianismo conserva el tiempo litúrgico que es un comportamiento mítico
que imita el modelo ejemplar de Jesús.

Junto a la defensa de la historicidad de Cristo, la iglesia también lucha contra el


cosmicismo y el esoterismo pero finalmente, en su proceso de evangelización descubre que
al practicante de aquellas religiones populares vivas que fue obligado a asumir el
catolicismo no le interesa una religión histórica y moral y genera un cristianismo cósmico,
que impregna de un ‘espíritu cristiano’ las deidades folclóricas ligadas a la naturaleza. A
esto la iglesia responde adaptando las tradiciones paganas a su favor.

Con respeto a los mitos que prevalecen readaptados en la sociedad moderna la autora
resalta el afán de retornar a los orígenes, este pensamiento explica el mito del pueblo ‘ario’
y su afán de dar prevalecía al pueblo que representa un supuesto ‘antepasado primordial’.
Es de resaltar que la autora menciona como los medios masivos logran mitificar personajes
comunes de la sociedad ya que pueden asignarles facultades especiales o una imagen
ejemplar a los individuos o puede también ‘satanizarlos’. Además retoman a través del
comic muchos de los mitos arcaicos más importantes como es la creencia en el héroe
redentor y el enfrentamiento entre el bien y el mal.

El desarrollo de la prosa narrativa además de cumplir el papel de la recitación de los mitos


en las sociedades arcaicas, permite a la sociedad moderna, a través de los diferentes
manejos que da a los tiempos literarios, retornar al tiempo transhistórico característico del
comportamiento mitológico.

El segundo texto a reseñar ahonda en las características de los símbolos rituales, haciendo
referencia a los de la comunidad Ndembu, ubicados en Zambia (África), grupo de poblados
móviles que migran una vez al año por condiciones ambientales y que pese a fragmentarse
preservan su estructura social.

Victor Turner plantea que los Ndembu tienen diferentes tipos de rituales: los rituales de las
crisis vitales que son los que celebran un punto crucial en el desarrollo físico o social del
individuo – cambios que no solo atañen a éste sino que afectan a las personas conexas – y
las ceremonias de iniciación que celebran un inicio como la ceremonia de la circuncisión
que es la entrada de los hombres jóvenes a la edad adulta.

También se presentan los rituales de aflicción en los cuales no solo se ‘cura’ a un miembro
de la comunidad que padece de la persecución del espíritu de un muerto – los Ndembu
asocian la mala suerte a sus difuntos olvidados – sino que además se desarrolla la
construcción de la elite mágica de la comunidad. La persona que recibe el ritual es sanada
por un doctor mayos que a su vez padeció y fue curado de un mal similar. Si el paciente
sana puede pasar a formar parte del grupo de doctores menores que tienen una función en el
ritual de curación.

Para Turner el ritual es “una conducta formal prescrita en ocasiones no dominadas por la
rutina tecnológica y relacionada con la creencia en seres o fuerzas místicas.” Y a su vez
interpreta al símbolo como la mínima unidad del ritual que contiene las propiedades de la
conducta ritual.

El símbolo ritual es un factor de la acción social dentro de las celebraciones rituales. Posee
como propiedades la condensación: representación en una sola forma de muchas cosas o
acciones. La unificación de significantes dispares, interconexos porque poseen cualidades
análogas o porque están asociados de hecho es otra de las propiedades que el autor
denomina símbolo dominante.

Por último se encuentra la polarización de sentidos que dice que todos los símbolos
dominantes – aquellos símbolos que tienen a convertirse en focos de interacción y que se
refieren a valores que son considerados como valores axiomáticos, como fines en si mismo-
poseen dos polos de sentido distinguibles, el polo ideológico en el que el significante tiene
componentes de orden moral y social, principios de organización, normas inherentes a las
relaciones estructurales. El otro es el polo sensorial en el que el significante tiene una
relación con los fenómenos y procesos naturales y fisiológicos. Este polo sensorial tiene
una relación estrecha con la forma externa del símbolo.

Turner también menciona la clasificación que da a los signos Edgard Salir, quien plantea
que los símbolos pueden ser referenciales, convenidos como artificios económicos con
fines de referencia. En estos predomina el carácter cognitivo.

La otra clasificación son los símbolos de condensación que son “formas condensadas de
comportamiento sustitutivo para la expresión directa que permite la fácil liberación de la
tensión emocional en forma conciente e inconciente”. Estos símbolos condensados – donde
se clasifican la mayoría de los símbolos rituales – están saturados de cualidades
emocionales.

Entonces los atributos básicos de los símbolos rituales son la condensación de muchos
significados en una forma única. Economía de referencia, predominio de la cualidad
emocional y vínculos de asociación con regiones inconcientes. Estos pueden ser al mismo
tiempo símbolos referenciales y de condensación.
1
TURNER Victor, La selva de los símbolos, xxx

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