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Las empresas que ofrecen conexiones ADSL con routers Wi-Fi suelen instalarlos con una clave
WEP o WPA. Suele ser una larga cadena de letras y números intercalados, que es difícil (pero
ni mucho menos imposible) de desentrañar para un experto en informática. Aunque siempre
existe la opción de cambiar la contraseña por una más sencilla, no es nada recomendable.

Además, no hace falta, ya que en la actualidad, los ordenadores, los móviles y demás
dispositivos que se pueden conectar a Internet mediante Wi-fi tienen la capacidad de recordar
la contraseña. Así que sólo hace falta escribirla una vez y siempre estaremos conectados.

        


Esta opción se complementa con la anterior para poner las cosas más difíciles a los hackers.
Cada aparato conectado a una red Wi-fi tiene un número identificativo llamado MAC (Media
Access Control), que funciona como una especie de matrícula. Se puede configurar el router
para que sólo acepte intentos de conexiones de determinados aparatos, indicándole los MAC
que queremos. Con el cortafuegos interno del router, evitaremos ataques externos de personas
que intenten acceder a nuestra red.

Estas dos opciones se activan de diferentes maneras, dependiendo del operador y de la marca
del router. Para poder hacerlo, lo más recomendable es llamar al servicio técnico de la
empresa con la que tengamos contratado el servicio de ADSL y mirar las instrucciones del
router. Lo malo es que el activar alguna de estas dos opciones puede suponer un quebradero
de cabeza si se quiere usar internet para jugar a videojuegos (por ejemplo con la consola Xbox
360 y su plataforma Xbox Live) o si queremos conectar un aparato a nuestra red doméstica.

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Otra recomendación es la de desactivar la difusión del SSID, un sistema que sirve para
localizar nuestra red en un aparato que se quiera conectar a través de un nombre. La
invisibilidad del SSID hace que nuestra red Wi-fi no aparezca como una red en uso, y por tanto,
no aparecerá en la lista de redes inalámbricas disponibles.

Desde el portal de configuración del router se puede activar esta opción. Para poder conectar
cualquier aparato, debemos hacer visible el SSID o escribir el nombre de la red en el aparato
que nos gustaría conectar a la red. Por ejemplo, en el iPhone y dentro del menú "Wi-Fi" en
"Ajustes", existe la posibilidad de conectarse a "Otra red". Dentro, podremos escribir el nombre
que le hayamos puesto a esta red invisible.

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Casi todas las redes Wi-fi domésticas asignan una dirección IP dinámica a los aparatos que se
quieran conectar. Es como si automáticamente les dieran una puerta de acceso para poder
conectarse a Internet.
Si queremos hacer más segura a nuestra red, lo ideal es activar la opción de IP fijas dentro del
menú de configuración de nuestro router y también especificar qué direcciones IP tienen
acceso a la red. Este tipo de direcciones son una cadena de número tipo 192.168.1.1. De esta
forma y junto al filtrado MAC activo, conseguimos que los hackers tengan muy complicado
acceder a nuestro Wi-fi.

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Si al principio de la entrada describía la felicidad que supone encontrarse con una red Wi-fi
abierta, ahora toca hablar de los posibles peligros que supone esta acción. Algunas personas
crean redes públicas sin ningún tipo de contraseña ni seguridad, para ser usadas como cebo.
En el momento que alguien se conecta a ellas, los hackers tienen acceso a sus dispositivos.

Por ejemplo, si nos conectamos a una de esas redes abiertas, y entramos en la web de nuestro
banco, los delincuentes podrían estar monitorizando esa actividad y tendrían nuestras claves
de acceso a nuestra cuenta bancaria. O peor aún, podrían acceder a la caché de nuestros
dispositivos, memoria que almacena datos como contraseñas y el historial de nuestro
navegador, y hacerse con estos datos.

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