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Violencia estructural, Violencia contra las mujeres,

Violencia de género, Convención de Belén do Para, Ley


nacional N° 26.485.

Por Mabel Gabarra.


Violencia estructural

Algunas veces terriblemente expuesta, otras sutil e invisibilizada, la violencia está


presente en todos los ámbitos y relaciones. En todos los casos expresa relaciones de
dominación de algunos o alguien sobre otros u otra/s que se encuentran sometidos/as,
quienes sufren daños que constituyen violaciones a su calidad de seres humanos.
Las victimas no son siempre concientes, la violencia no es percibida como tal,
sino aceptada como “un orden natural” del cual es imposible prescindir ni se puede
cambiar.
Desde hace algunos años se ha comenzado a hablar de violencia estructural,
concepto introducido por el politólogo noruego Johan Galtung, especialista en temas
de paz, violencia, conflicto y mediación, quien habla del triángulo de la violencia,
constituído por la violencia directa, física o verbal, que se expresa especialmente en
las guerras o conflictos armados, la violencia estructural manifestada en la represión,
la explotación y la marginación y la violencia cultural originada por el racismo, el
patriarcalismo y el sexismo, etc.1
“La idea de violencia estructural se gestó poco a poco, ante la necesidad de
explicar las interacciones de las prácticas violentas en los diversos ámbitos sociales.
Tal vez se pueda encontrar un significativo precedente en las explicaciones que los
teóricos marxistas daban a la explotación y la marginación de los trabajadores, aunque
al dar demasiada importancia a las condiciones económicas dejaron de lado otras
explicaciones. Otro precedente más cercano está en los años sesenta cuando Martin
Luther King líder no violento de los negros norteamericanos en su lucha contra el
racismo, contribuyó a entrever causas mas profundas de la marginación en algunos de
sus escritos. Sin embargo ha sido el investigador para la paz Johan Galtung quién más
ha desarrollado, con sus escritos al respecto, a explicarla, difundirla y hacerla
operativa a la mayoría de los investigadores sociales y humanos. Este último explicaba
como la violencia estructural que englobaría a la pobreza condicionada
estructuralmente (cuando no estuviera garantizado el acceso a bienes como
alimentos, agua, vestido, vivienda, medicamentos y escolaridad), a la represión política
(cuando se vulnere derechos como los relativos a la libertad de expresión, de reunión,
de movimiento, de protección jurídica, de movilización, de formación de la conciencia,
al trabajo, etc.), y a la alienación (cuando hubiera obstáculos, evitables, a la
satisfacción de necesidades tales como la de comprender las condiciones de la propia
existencia, de comunidad, de compañerismo, de amistad, de solidaridad, de alegría,
de dar significados a la propia vida, de tener algún tipo de comunicación con la
naturaleza, etc.)”2
Como vimos en la base de la violencia estructural se ubicaría la violencia sexista,
violencia contra las mujeres o violencia de género, como formas de violencia cultural.
En estos últimos tiempos se ha utilizado este término en documentos
internacionales para explicar como las cuestiones sociales y económicas también se
constituyen en elementos que imprimen una forma especial de violencia hacia las
mujeres, tales como el fenómeno de la feminización de la pobreza, el aumento de las
familias a cargo exclusivo de una mujer, las dificultades para alcanzar el desarrollo
personal para las mujeres divorciadas cuando los padres no cumplen con su
obligación alimentaria, la inserción desigual en el mercado de trabajo en puestos cada
vez más flexibles e informales, y la imposibilidad de llegar a condiciones mas
equitativas e igualitarias mientras sean las únicas responsables de las tareas del hogar
y el cuidado de los niños y de las personas mayores de su familia.
La pertenencia a los sectores sociales más pobres ubica tambien a las mujeres en
una situación de mayor explotación y violencia en el campo de la salud y de la justicia.
En el primero, el número de muertes y maltratos originados en las limitaciones del
sistema público de salud en la atención del embarazo, parto y consecuencias del
aborto clandestino, en la falta de oportunidades en el acceso a métodos
anticonceptivos eficaces, seguros e inocuos. Respecto a la justicia, es evidente que el
sistema jurídico profundamente patriarcal que rige en nuestro país impide a las
mujeres pobres el acceso igualitario a la justicia, la posibilidad de tener una defensa
adecuada de sus intereses, y en muchas ocasiones se ven sometidas a maltratos
permanentes por parte de funcionarios y hasta empleados del aparato judicial.
En todos los casos, consideramos que la pertenencia de las mujeres a una clase
o sector social de escasos recursos, que las excluye de la ciudadanía y las marginaliza
del disfrute de las necesidades básicas, o sea la violencia estructural sumada a la
violencia de genero por ser mujeres, agrava aun más las profundas desigualdades
económicas, políticas, sociales, culturales.

Violencia contra las mujeres

La violencia contra las mujeres es, según Amnistía Internacional, “la violación de
los derechos humanos más extendida de nuestro tiempo. Se calcula que una de
cada tres mujeres en el mundo es golpeada, obligada a mantener relaciones
sexuales o sometida a algún otro tipo de abusos a lo largo de su vida”.
Es un problema social que se manifiesta en todas las edades, sectores sociales,
etnias, capacidades, territorios, cuyo común denominador universal es que las
víctimas son mayoritariamente mujeres.
Según informes de la Organización Mundial de la Salud, el 70 % de las mujeres
que son víctimas de asesinato mueren a manos de su compañero. “el 80 % de las
víctimas de las armas ligeras en el mundo son mujeres, niños y niñas, y en los
conflictos armados más recientes, la violencia contra las mujeres se ha utilizado como
arma de guerra. En Ruanda y Bosnia Herzegovina miles de mujeres fueron violadas,
mutiladas, secuestradas y asesinadas, acciones que posteriormente se han
reconocido como crímenes de guerra y genocidio por Tribunales Internacionales.
Estos datos son sólo la “punta del iceberg”, pues sólo se conoce y se registra una
pequeña parte de los abusos producidos, ya que las víctimas no informan de ello muy
a menudo por vergüenza o porque temen que la reacción sea de escepticismo, de
incredulidad o de más violencia. La invisibilidad de la violencia contra las mujeres
permite que los gobiernos, las comunidades y los particulares hagan caso omiso de
sus responsabilidades.” (Informe de Amnistía)
Estas violencias tienen múltiples causas, entre las mas importantes se
encuentra las pautas culturales que mantienen y perpetúan la desigualdad y jerarquía
entre los géneros; la socialización de niñas y niños con estereotipos de genero; la
estructura jerárquica y autoritaria todavía vigente en muchas familias; el aprendizaje
masculino del uso de la fuerza para resolver los conflictos en contrapartida a la
indefensión aprendida de las mujeres; la naturalización de la violencia en la pareja,
legitimada durante siglos por las legislaciones; la existencia de tabúes y prejuicios que
justifican la discriminación contra de las mujeres.
Entres sus principales y mas graves consecuencias se encuentran el temor que
genera este tipo de violencia entre quienes la sufren, lo que impide su desarrollo pleno
como personas y ciudadanas, los innumerables daños en la salud física, psíquica y
sexual de mujeres, tambien niñas y niños que son testigos obligados y que en muchos
casos tienden a repetir las conductas violentas aprendidas.
La Declaración sobre la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, adoptada por
la Asamblea General de la Organización de Naciones Unidas en 1993 define la
violencia contra las mujeres como “todo acto de violencia basado en la pertenencia
al sexo femenino que tenga o pueda tener como resultado un daño o sufrimiento
físico, sexual o psicológico para la mujer, inclusive la amenaza de tales actos, la
coacción o la privación arbitraria de la libertad, tanto si se producen en la vida
pública como en la privada”3

Violencia contra las mujeres y DDHH

La declaración universal de los DDHH adoptada por Naciones Unidas en 1948


proclama que su contenido se aplica a todos los seres humanos sin distinción alguna
de raza, color, sexo, idioma o cualquier otra condición. Sin embargo, numerosas
violaciones a los derechos humanos de las mujeres continúan siendo ignoradas,
legitimadas y perpetradas por sociedades y gobiernos de todas las regiones del
mundo.
Un estrecha concepción de los DDHH que solo reconoce como tal los que
resultan del accionar coercitivo del Estado ha invisibilizado la violación de los derechos
humanos de las mujeres realizados por particulares, o en el ámbito domestico.
En el transcurso de la ultimas décadas fue surgiendo un movimiento por los
derechos humanos de las mujeres que ha cuestionado los prejuicios de genero que
subyacen a esas estrechas concepciones de los derechos humanos y que,
indirectamente han favorecido la perpetuación de tradiciones culturales, familiares y
religiosas masculinas, con frecuencia a costa de los derechos humanos de las
mujeres.
Tan invisibilizada estaba la temática de los derechos humanos de las mujeres,
que si bien existía una Declaración Universal de los Derechos Humanos desde 1948,
fue necesario que la II Conferencia Mundial sobre Derechos Humanos de Viena, en el
año 1993, declarara “que los derechos humanos de las mujeres y de las niñas son
parte inalienable, integrante e indivisible de los derechos humanos universales”.
Asimismo en su Plataforma de acción reconoce que la violencia basada en el género
es “incompatible con la dignidad y valor del ser humano, y debe ser eliminada…a
través de medidas legales y de la acción nacional y la cooperación internacional en los
campos de desarrollo económico y social, educativo, de salud y maternidad segura y
el apoyo social”, y reconoce la importancia de eliminar la violencia contra la mujer “en
la vida publica y privada”. Urge también a los Estados a combatir esta violencia de
conformidad con la Declaración sobre la Eliminación de la Violencia contra la Mujer.
Luego de la Conferencia de Viena, otras siguieron su camino, es así que, tanto en
la Conferencia Internacional de Población y Desarrollo ((Programa de Acción de El
Cairo,
1994), como en la Cuarta Conferencia Mundial sobre la Mujer (Declaración y
Plataforma de acción de Beijing) 1995, las mujeres exigieron y lograron que la
violencia contra las mujeres sea reconocida como una violación a los derechos
humanos de las mujeres y un tema de salud publica, y se instara a los Estados a
legislar y formular políticas para erradicar este flagelo.
Alda Facio, Jurista y escritora costarricense, ex Directora del Programa Mujer,
Justicia y Género del Instituto Latinoamericanode Naciones Unidas para la Prevención
del Delito, ILANUD, sede Costa Rica, fue una de las primeras en America Latina en
analizar la necesidad de reconceptualizar los derechos humanos, entendiendo que
previamente había que revisar que se entiende por ser humano, : “ Las mujeres
pareciera que todavía no se sienten plenamente humanas, porque de lo contrario se
rebelarían masivamente contra todo tipo de violencia, los acosos, las violaciones , los
abusos. En este sentido este sistema ha logrado que no nos sintamos plenamente
humanas cuando hace que nosotras mismas nos pensemos como un “sector” de
la sociedad, en vez de sentirnos universales y pertenecientes a todos los
sectores o grupos humanos que puedan existir. Muchas mujeres no se identifican
con el “sector mujer” y así dedican sus esfuerzos a otros sectores: trabajadores,
indígenas, jóvenes, etc. justificando su actitud con el la “especificidad” de nuestros
derechos como necesarios solo para un “sector” de la humanidad, mientras que los
demás son universales y necesarios para todas las personas.” 4
En este sentido es necesario tener en cuenta que las mujeres no representan un
sector o grupo minoritario, son más del 50 % de la población, pertenecen a todos los
sectores, y en todos ellos siempre se encuentran en una posición subordinada. Por
esta razón el movimiento de mujeres y el feminismo siempre se han manifestado
contra todas las opresiones y las discriminaciones, y se ve obligado muchas
veces a aclararlo ante la insensibilidad y las acusaciones de “especificidad” de
sectores con pretensiones de universalidad, aunque no lo sean porque desconocen el
patriarcado como sistema que es necesario eliminar si se pretende lograr la vigencia
de los derechos humanos en un mundo mas justo y equitativo.
La reconceptualización de los derechos humanos debe partir, tal como expresa
Facio, de la reconceptualización del ser humano, para que integre en su significado la
existencia de todas las personas y no solo el universo de los varones blancos,
occidentales, propietarios, adultos, alfabetizados, tal como se concebía la ciudadanía
en la Grecia clásica.

Convención de Belem do Para

Ya se cumplieron 15 años de la aprobación de la “Convención Interamericana


para prevenir , sancionar y erradicar la violencia contra la mujer” producida en
ocasión del vigésimo cuarto período de Sesiones de la Asamblea General de la OEA,
realizada en Belem do Pará, Brasil, el 9 de junio de 1994.
La Convención de Belem Do Para fue ratificada por Argentina mediante la ley
24.632 del mes de abril de 1996.En la actualidad existen proyectos de ley para
otorgarle jerarquía constitucional, aunque esto todavía no se ha concretado.
La Convención favoreció que en los diversos países se dictaran leyes sobre
violencia familiar, así también en el nuestro se dictó la ley nacional 24417, que,
aunque con muchas deficiencias fue la primera que estableció un procedimiento de
urgencia a desarrollarse en el ámbito de los tribunales civiles. A partir de esta ley, la
mayoría de las provincias adoptaron leyes similares.
La ley 24.417 ha sido recientemente derogada por la Ley 26.485 también nacional
denominada “Ley de protección integral para prevenir, sancionar y erradicar la
violencia contra las mujeres en los ámbitos donde desarrollen relaciones
interpersonales” de la cual hablaremos mas adelante.
Por otra parte, en el ámbito nacional, la Convención Constituyente reunida en
Santa Fe en 1994, dio rango constitucional la Convención sobre eliminación de todas
las formas de discriminación contra la Mujer que, aunque no habla específicamente de
violencia contra la mujer, si lo hace sobre discriminación. Aprobada por NNUU en 1979
y ratificada por Argentina en 1985,. en su art. 5 afirma: Los Estados partes tomarán
todas las medidas apropiadas para: a) modificar los patrones socioculturales de
conducta de hombres y mujeres con miras a alcanzar la eliminación de los prejuicios y
la práctica consuetudinarias y de cualquier otra índole que estén basadas en la idea de
inferioridad o superioridad de cualquiera de los sexos o en funciones estereotipadas
de hombres y mujeres”
La Convención de Belem Do Para, reconoce explícitamente que la violencia
contra las mujeres constituye una violación a los DDHH y establece dos principios
básicos:
1) el reconocimiento de la violencia contra las mujeres como una violación a los
derechos humanos y las libertades fundamentales, que por tanto limita total o
parcialmente a las mujeres el reconocimiento, goce y ejercicio de sus derechos y
libertades.
2) el reconocimiento que este tipo de violencia es una ofensa a la dignidad
humana, se origina en las relaciones de poder históricamente desiguales entre
varones y mujeres y trasciende todos los sectores de la sociedad,
independientemente de su clase, raza o grupo étnico, nivel de ingresos, cultura,
nivel educacional, edad o religión.
Su artículo 1° establece: Se entiende por violencia contra la mujer, cualquier
acción o conducta, basada en su género, que cause muerte, daño o sufrimiento
físico, sexual o psicológico a la mujer, tanto en el ámbito privado como en el
público.
El texto de la Convención ha definido claramente los tipos de violencia y los
ámbitos en los cuales puede producirse. En su art. 2 expresa que violencia contra las
mujeres incluye las violencias físicas, sexuales, psicológicas, económicas, que tienen
lugar:
• Dentro de la familia o unidad doméstica o en cualquier relación interpersonal,
tales como, violación, maltrato y abuso sexual;
• en la comunidad y sea perpetrada por cualquier persona tales como,
violación, abuso sexual, tortura, trata de personas, prostitución forzada,
secuestro y acoso sexual en el lugar de trabajo, así como en instituciones
educativas, establecimientos de salud o cualquier otro lugar.
• La perpetrada o tolerada por el Estado o sus agentes, dondequiera que
ocurra.
Para que no queden dudas, su Art. 3ro reafirma: toda mujer tiene derecho a una
vida libre de violencia, tanto en el ámbito público como en el privado.
Establece que el Estado deberá brindar protección de los derechos humanos de
las mujeres ya que la violencia contra las mismas impide y anula su ejercicio
En el Art. 6 se establece el derecho de toda mujer a una vida libre de violencia, y
este derecho incluye: a) a ser libre de toda forma de discriminación, y b) a ser
valorada y educada libre de patrones estereotipados de comportamientos y
prácticas sociales y culturales basadas en los conceptos de inferioridad o
subordinación.
Proclama el deber de los estados de abstenerse de cualquier acción o práctica de
violencia, y de actuar con diligencia para prevenir, sancionar y castigar los hechos de
violencia contra las mujeres, en ese sentido además establece una serie de programas
y políticas a llevar adelante (ver. Art. 8 de la Convención)
En su art. 9 la convención establece que se deberá tener en cuenta la situación
de violencia en relación con la raza o condición étnica, ser inmigrante, refugiada o
desplazada, su situación de vulnerabilidad si esta embarazada, es discapacitada,
menor de edad o anciana, situación socioeconómica desfavorable o esta privada de su
libertad.
Los artículos 10 y 11 determinan los mecanismos interamericanos de protección;
informes de los estados a la CIM (Comisión Interamericana de Mujeres),
requerimientos a la Corte Interamericana de DDHH, denuncias o quejas de personas o
particulares a la Corte.
A partir de constatar el incumplimiento de la Convención en los estados que la
ratificaron, gracias a la presión de las mujeres movilizadas que denunciaba este
incumplimiento, en 2005 se crearon dos mecanismos más de seguimiento: un cuerpo
político, integrado por representantes de los gobiernos, y un cuerpo técnico, formado
por expertas independientes, una por cada uno de la treintena de países del
continente.

Ley 26.485: “Ley de protección integral para prevenir,


sancionar y erradicar la violencia contra las mujeres en los
ámbitos en que desarrollen relaciones interpersonales”

Esta ley fue sancionada en el mes de abril de 2009 .Fue reglamentada por el
Decreto 1011/10.
Su texto es amplísimo ya que establece disposiciones generales aplicables en
todo el territorio del país, y un procedimiento en caso de violencia familiar que no es
aplicable en las provincias, ya que toda la legislación referida a procedimientos
judiciales es materia reservada a las mismas y no ha sido delegada a la nación. Ya
han adherido a la misma algunas provincias.

La ley establece que tiene por objeto promover y garantizar:

a) la eliminación de la discriminación entre mujeres y varones en todos los


órdenes de la vida.
b) Las condiciones aptas para sensibilizar y prevenir, sancionar y erradicar la
discriminación y la violencia contra las mujeres en cualquiera de sus
manifestaciones y ámbitos.
c) El desarrollo de políticas públicas de carácter institucional sobre violencia
contra las mujeres.
d) La remoción de patrones socioculturales que promueven y sostienen la
desigualdad de género y las relaciones de poder sobre las mujeres.
e) El acceso a la justicia de las mujeres que padecen violencia.
f) La asistencia integral a las mujeres que padecen violencia en las áreas estatales
y privadas que realicen actividades programáticas destinadas a las mujeres y/o
en los servicios especializados de violencia.
Evidentemente estos objetivos son extremadamente ambiciosos y forman parte
de aquellas cuestiones soñadas por el movimiento de mujeres en más de 20 años de
acciones, denuncias y movilizaciones para que la violencia contra las mujeres sea
considerada una violación a los derechos humanos y la salud.
Las dificultades para su plena implementación son muchas. Pese a todo,
consideramos que una ley que tenga explicitados estos objetivos debe ser celebrada
como el comienzo de una etapa donde nuestra tarea será controlar y exigir su
cumplimiento por parte de quienes tienen la obligación de hacerlo.

En el artículo 3 se establece que la ley garantiza todos los derechos


reconocidos por:
1) la Convención para la eliminación de todas las formas de discriminación contra la
Mujer,
2) La Convención Interamericana para prevenir, sancionar y erradicar la Violencia
contra las Mujeres
3) La Convención sobre los Derechos de los Niños
4) La ley 26.061 de protección integral de los derechos de niñas, niños y
adolescentes
Los derechos especialmente protegidos por esos instrumentos
legales y que esta ley considera especialmente importantes son:

a) Una vida sin violencia y sin discriminaciones.


b) La salud, la educación y la seguridad personal
c) La integridad física, psicológica, sexual, económica o patrimonial
d) El respeto a la dignidad
e) El derecho a decidir sobre la vida reproductiva, numero de embarazos y cuando
tenerlos, de conformidad con la ley 25.673 de Creación del Programa Nacional
de Salud Sexual y Procreación Responsable.
f) La intimidad, la libertad de creencias y de pensamiento.
g) A recibir información y asesoramiento adecuado.
h) A gozar de medidas integrales de asistencia, protección y seguridad.
i) A gozar de acceso gratuito a la justicia en casos comprendidos en el ámbito de
aplicación de la ley.
j) La igualdad real de derechos, oportunidades y de trato entre varones y mujeres.
k) A un trato respetuoso de las mujeres que padecen violencia, evitando toda
conducta, acto u omisión que produzca revictimizacion.

Esta declaración de la ley no tiene fuerza operativa, sí la tienen por si mismos los
textos legales que menciona, ya que tanto la Convención para la eliminación de
Discriminación contra las mujeres como la Convención de los derechos del Niño, han
sido incorporadas a nuestra Constitución Nacional en 1994 en el art. 75 inc.22, en
tanto la Convención de Belén Do Para, fue ratificada por ley en nuestro país y rige por
si misma, lo mismo que la ley de protección integral de la infancia.
Consideramos que esta repetición en la enunciación de derechos solo tiene como
objetivo dar un marco para quienes deban aplicar la ley, aunque, lamentablemente
debemos reconocer que su influencia sobre la realidad de las prácticas es relativa. La
ciudadanía, en su gran mayoría desconoce las leyes, especialmente aquellas referidas
a las mujeres, no tienen idea de los textos. Esto está corroborado por encuestas
recientes donde se verifica que ley 11.529 de protección contra la violencia familiar, en
vigencia desde el año 1998 en la provincia Santa Fe , es desconocida por la mayoría
de las mujeres que concurren a las defensoras civiles de los tribunales de la ciudad de
Rosario, y si nos referimos a su decreto reglamentario, que cuenta con una
conceptualización muy completa de los diversos tipos de violencia, incorporando la
económica, la alimentaria y la falta de reconocimiento de la identidad, podemos afirmar
que incluso es desconocido por una gran parte de los jueces de familia de la provincia,
que son justamente quienes son competentes para intervenir en los casos de violencia
familiar establecidos en la ley 11.529.
El art. 4 de la ley establece: “Se entiende por violencia contra las mujeres
toda conducta, acción u omisión, que de manera directa o indirecta, tanto en el
ámbito publico como en el privado, basada en una relación desigual de poder,
afecte su vida, libertad, dignidad, integridad física, psicológica, psicológica,
sexual, económica o patrimonial, como así también su seguridad personal.
Quedan comprendidas las perpetradas desde el Estado o por sus agentes.
Se considera violencia indirecta a los efectos de la presente ley toda conducta,
acción u omisión, disposición, criterio o práctica discriminatoria que ponga a la mujer
en desventaja con respecto al varón”.
Esta conceptualización de violencia está basada en lo establecido por la
Convención de Belem Do Para, y avanza con la inclusión de otros tipos, tales como
violencia económica o patrimonial, simbólica, contra seguridad personal y violencia
indirecta que se refiere a cualquier tipo de acción u omisión que sea discriminatoria.
Consideramos que debería haberse eliminado la referencia a “basada en una
relación desigual de poder”, no porque la misma sea incorrecta, sino a que, en un
proceso judicial podría ser interpretado por algún/a juez/a (machista y patriarcal) que la
ley exige que la mujer victima de un hecho de violencia debe demostrar que está en
una relación desigual de poder. Esto podría complicar el procedimiento, especialmente
en aquellos casos donde las mujeres, por sus recursos económicos, culturales o
humanos se encuentra en una posición mas ventajosa que el varón que la violenta, y
sabemos que estos casos no son pocos. La violencia en si misma expresa una
relación desigual de poder, no es necesario agregar más en un texto legal.

Tipos de violencia (art.5)

Los tipos de violencia comprendidos en la ley son:


1) Física: la que se emplea contra el cuerpo de la mujer produciendo dolor, daño o
riesgo de producirlo y cualquier otra forma de maltrato o agresión que afecte su
integridad física.
2) Psicológica: la que causa daño emocional y disminución de la autoestima o
perjudica y perturba el pleno desarrollo personal o que busca degradar o
controlar sus acciones , comportamientos, creencias y decisiones, mediante
amenaza, acoso, hostigamiento, restricción, humillación, deshonra, descrédito,
manipulación o aislamiento. Incluye También la culpabilización, vigilancia
constante, exigencia de obediencia o sumisión, coerción verbal, persecución
insulto, indiferencia, abandono, celos excesivos, chantaje, ridiculización,
explotación y limitación del derecho de circulación o cualquier otro medio que
cause perjuicio a su salud psicológica y a la autodeterminación.
3) Sexual: cualquier acción que implique vulneración en todas sus formas, con o
sin acceso genital, del derecho de la mujer a decidir voluntariamente acerca de
su vida sexual o reproductiva a través de amenazas, coerción, uso de la fuerza o
intimidación, incluyendo la violación dentro del matrimonio o de otras relaciones
vinculares o de parentesco, exista o no convivencia, así como la prostitución
forzada, explotación, esclavitud, acoso, abuso sexual y trata de mujeres.
4) Económica y patrimonial: es la que se dirige a ocasionar un menoscabo en los
recursos económicos o patrimoniales de la mujer, a través de : a) la perturbación
de la posesión, tenencia o propiedad de los bienes, b) la perdida, sustracción,
destrucción, retención o distracción indebida de objetos, documentos
personales, bienes, valores y derechos patrimoniales, c) la limitación de los
recursos económicos destinados a satisfacer sus necesidades o privación de los
medios indispensables para vivir una vida digna, d) la limitación o control de sus
ingresos, axial como la percepción de un salario menor por igual tarea, dentro de
un mismo lugar de trabajo.
5) Simbólica: la que a través de patrones estereotipados, mensajes, valores,
íconos o signos transmita y reproduzca dominación, desigualdad y
discriminación en las relaciones sociales, naturalizando la subordinación de la
mujer en la sociedad.
La ley amplia notablemente los tipos de violencia al incorporar la violencia
económica y patrimonial, tan conocida por aquellas personas que han pasado por
alguna de las situaciones descriptas por la ley, y que muchas veces era difícil que
fuera comprendida en la violencia psicológica por los jueces actuantes. En cuanto a la
violencia simbólica es la primera vez que un texto legal la incorpora como tal, es la
más invisibilizada, naturalizada y transmitida de generación en generación por las
instituciones, en la familia, en la escuela y las religiones.
Bibliografía

• Convención por la eliminación de todo tipo de discriminación contra la Mujer -


Cedaw
• Convención de Belén do Para – Ley 24.632
• Ley Nacional de Violencia – Ley 26.485
• Decreto Reglamentario 1011/10.

1 La perspectiva de Johan Galtung en :. Grupo Transcend


http://www.trsnscend.org/ publicado en Revista Futuros Nº 13. 2006.
Vol.IV
http://revistafuturos.org.info
2 Francisco Jimenez Bautista y Francisco Adolfo Muñoz Muñoz

http://www.ugr.es/~fmunoz/documentos/Violencia%20estructural.html
3 “Declaración sobre la eliminación de la violencia contra la Mujer”.
Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas,
S/Res.48/104, adoptada el 20 de Diciembre de 1993.
4 Repensarnos como mujeres para reconceptualizar los derechos
humanos. Genero y Sociedad, Santo Domingo, Vol.3, Nº 1, mayo-
agosto 1995, pp-1-55.

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