Sei sulla pagina 1di 45

Boletín Museo del Oro. Nº19.

Mayo-agosto de 1987

Ficha Bibliográfica
Título: Boletín Museo del Oro. Nº19. Mayo-agosto de 1987
Fecha de publicación: 1987-05-01
Autor: Banco de la República
Editorial: Biblioteca Virtual del Banco de la República

FORMA Y FUNCION EN EL ORO


TAIRONA
CLEMENCIA PLAZAS
Entre 1965 y 1975 cobra tal auge la guaquería en la Sierra Nevada de
Santa Marta, que quienes la practican -gente desempleada y ambulante,
en su mayoría procedente del interior del país- organizan la Asociación
de Guaqueros Colombianos, con más de mil miembros con carnet,
amparados por una personería jurídica, a pesar de ejercer una actividad
ilegal. La búsqueda del oro precolombino los hace mover de un lugar a
otro, penetrar al corazón de la Sierra, desmontar y establecerse como
colonos.

Hacia fines de los años 70 la Sierra se ve inundada por traficantes de


marihuana, quienes aprovechan la presencia de los colonos para
contribuir a lo que se llamó la bonanza marimbera. El dinero fácil que se
obtiene con la marihuana, protege los pocos sitios arqueológicos intactos
hasta que la competencia de los cultivos norteamericanos y la intensa
lucha oficial contra el narcotráfico, debilitan la bonanza, renaciendo el
interés por la guaquería, congelado durante estos años.
Un paisaje desolador, con el suelo repleto de cráteres, como si hubiera
sido profusamente bombardeado, es la huella visible en los sitios
arqueológicos costeros del paso ávido de los guaqueros. En su
búsqueda de entierros, desafortunadamente localizados en los sitios de
vivienda, hacen daños irreparables en los antiguos centros urbanos,
descubiertos en las zonas más altas.

Por esto llegan al Museo del Oro 10.949 piezas de orfebrería hasta
conformar el 34% de su colección. Fueron adquiridos a intermediarios o
comerciantes que, de una u otra manera, evitaron que fueran a parar a
colecciones privadas en Europa y los Estados Unidos, como un número
incalculable de piezas tairona, tanto de oro como de cerámica.

La mayoría de estas adquisiciones se hizo por lotes de más de cien


objetos, con datos de procedencia vagos o ambigüos, tales como los de
"hinca y Bonda" o de la "Región Tairona".

Luego de clasificar las piezas de oro tairona en 22 categorías, según su


forma y función, se las ubicó de acuerdo con las procedencias que
aparecen en el archivo del museo, constatando la inutilidad de los datos
de hallazgo. (v. A. M. Falchetti. Mapa 1, en esta publicación). Casi todas
las formas procedían de la mayoría de los sitios. No existe una
distribución regional, formal o tecnológica, que permita plantear hipótesis.
Es preciso atenerse a las pocas piezas de oro excavadas directamente
por arqueólogos para situar el conjunto orfebre dentro de su contexto
cultural. (v. A. M. Falchetti, este volumen).

A nivel iconográfico, estilístico y tecnológico, la orfebrería tai- rona es un


conjunto coherente, formado por miles de objetos hechos para ser
utilizados intensamente. Presenta huellas de roce y desgaste por los
años de uso. El diseño recargado, próximo a la exageración, concuerda
con su tendencia emblemática. Cada tipo de combinación de rasgos
humanos con rasgos animales, seguramente identificaba a grupos
sociales específicos, relacionados mítica y ancestralmente con
determinados animales.

La rica y particular cosmogonía expresada a través de los mitos de las


tribus Kogui e Ijka, habitantes de la Sierra Nevada y descendientes de los
taironas, es una fuente de conocimientos inagotable para entender el
universo simbólico contenido en su orfebrería.

Todas las mitologías aborígenes americanas coinciden en que en un


principio no había diferencias entre hombres y animales. Con el Sol,
aparecen el tiempo y la muerte, pero los hombres quedan afuera del
mundo primordial, fuente del poder. El contacto involuntario con ese
mundo implica desorden y enfermedad, mientras que el acercamiento
voluntario, a través del ritual (bailes, cantos, máscaras) permite al
hombre regresar al estado hombre-animal para obtener el poder
sobrenatural y el control del cosmos.

La variada mezcla de hombres y animales, presente en los objetos


tairona, nos indica la constante preocupación de esta cultura por
mantener un contacto vivo con ese mundo primigenio.

Son muy escasas las representaciones femeninas. En contraste, los


Muiscas, contemporáneos de los Taironas, podían representar a la
mujer, generalmente asociada a la parafernalia de la droga o en su
función materna, ya que su orfebrería era más de carácter votivo que
emblemático.

Los tairona utilizaron la cera perdida para fundir piezas en tumbaga,


aleación de oro y cobre. Cada molde era original y muy elaborado.
Muchas piezas se fundieron con núcleo para obtener volumen. Al
extraerse del molde y despojarse de residuos, se las sometía a
calentamientos sucesivos para oxidar el cobre de la aleación, que una
vez retirado dejaba una película superficial de oro puro. Después se las
pulía hasta darles un acabado perfecto.
Antes de introducirnos en la presente clasificación del oro tairona, es
conveniente saber que los koguis no valoran el oro, otros metales precios
y las gemas, como muestras de riqueza o prestigio personal. El oro para
ellos es un potencial simbólico de fertilidad que pertenece a toda la
sociedad. El Sol, principio masculino por excelencia, le comunica al oro
su poder creador. (Reichel-Dolmatoff, 1981) Por este motivo el día de la
siembra del maíz se ofrenda oro en las lagunas, úteros de la madre
tierra, para fertilizarla. (Taylor, 1974).

Ajorcas y brazaletes

Piezas martilladas en oro de buena ley. Servían para cubrir la sección


inferior de la pierna y el brazo, respectivamente. a) Algunas presentan
círculos repujados a lo largo de los bordes y en sus extremos dos
orificios para ser aseguradas por medio de cuerdas. b) Fundidas en
tumbaga y luego martilladas. Hacia los extremos son más delgadas, y su
fuerte consistencia les permite permanecer en su sitio sin necesidad de
amarres.
Broches

a), b) y c) Centenares de piezas fundidas, en forma de ancla y a veces


adornadas con cabezas de serpientes existen en la colección del Museo
del Oro. Por su cantidad, delicada filigrana y pequeñez (4 cms. en
promedio) han sido consideradas y exhibidas como cuentas de collar. Sin
embargo, su apertura longitudinal resulta inexplicable para dicha función.
Según Juan Mayr (comunicación personal) los ijkas las utilizan
actualmente en las ceremonias como broches para atar las largas hileras
de cuentas de cornalina, cuarzo y oro, heredadas de sus antepasados.
Se las cruzan sobre el pecho, abrochándolas en la espalda. Los broches
son fundidos a la cera perdida, con núcleos de arcilla y carbón, hoy
removidos. Los núcleos de las piezas tairona fundidas son de color muy
claro, en contraste con los de otras zonas del país. La coloración se
produce según el carbón que contengan.

Campanas
a) En forma de pera con adornos en el borde. b) Cilíndricas, lisas con
apertura lateral total o parcial. La aleta delgada que se desprende de la
apertura lateral y los fuertes anillos de suspensión, indican que debieron
colgar en lugares con corrientes de viento. Actualmente ninguna
conserva la cuerda que sostenía el badajo para hacerlas sonar. c)
También son comunes las campanas con motivos antropomorfos.

Cascabeles

Por lo general, son más pequeños que las campanas y muchos debieron
ser utilizados como cuentas de collar o prendidos a los brazaletes, a) Los
únicos con tamaño semejante al de las campanas son de cobre fundido a
la cera perdida. Son evidentes las uniones del hilo de cera que les fue
dando su forma cónica. Su tosquedad contrasta con la delicadeza de los
demás cascabeles, que, a su vez, pueden dividirse, según su forma, en:
b) Cónicas lisas; c) Cónicas antropomorfas; d) y e) Semicirculares con
cara humana o de rana; f) y g) De forma compuesta lisas o
antropomorfas. Las tres últimas son las más comunes. Su figurativismo
es del más puro estilo tairona. Delgados hilos, lisos y torcidos, y esferas
de diferentes tamaños, adornan esquemáticas figuras agresivas. Las
pequeñas esferas que producen el sonido son también de metal pulido y,
generalmente, traen un alto contenido de Cu.
Cinturones

Bandas metálicas martilladas en oro de muy buena ley, de unos 10 cms.


de ancho. Su flexibilidad permite ceñirlas fácilmente a la cintura. A veces
presentan ondulaciones repujadas a lo largo de los bordes y agujeros en
los extremos para ser aseguradas por medio de cordeles.

Colgantes

Fueron seguramente utilizados pendiendo del centro de un collar. Son


piezas únicas, no repetidas como las cuentas de collar, y de menor
tamaño que los pectorales. a) Su forma se asemej a a la de los grandes
pectorales, donde la mezcla de rasgos animales y humanos crean
personajes específicos, seguramente utilizados como emblemas. b)
Ocasionalmente, representan animales de gran realismo, entre los que
sobresalen por su belleza, los colgantes en forma de ave, que vistos de
perfil muestran gran variedad de tocados y picos de garzas, patos
cucharos, patos aguja y paujiles; y de frente representan al ave en actitud
de vuelo con sus alas desplegadas y sus miembros encogidos, haciendo
innecesaria la representación del resto del cuerpo. c) Rapaces con alas
abiertas y cola desplegada, mostrando todo su esplendor al posarse en
tierra. d) No tan numerosos, pero sorprendentes por su cuidadosa
elaboración, son los colgantes en forma de lechuza, que representan al
ave erguida, con sus alas replegadas y sus grandes ojos inquisidores.
Estas piezas fueron fundidas a la cera perdida, con núcleo hoy removido.
La cabeza se desplaza hacia arriba deslizándose por el mismo cordel
que sujeta la pieza, a través de orificios en la cabeza y el, cuerpo. La
cabeza encaja, a manera de tapa, dentro del cuerpo de la lechuza,
pequeño recipiente de uso desconocido. Una de estas tapas, en vez de
estar sujeta por el cordel, entraba. de perfil en el cuello de la lechuza y
giraba, quedando ajustada cuando la lechuza miraba hacia adelante; e)
Colgantes zoomórfos de especie múltiple, representan una figura
fantástica con cabeza felina, cuerpo de rana y una serpiente como cola.
Según un mito regional, este batracio simboliza el centro, punto de
convergencia claramente expresado en este típico colgante. Son también
comunes los colgantes que representan conchas y pueden agruparse en
dos clases; f) Los bivalvos y g) Los gasterópodos. Según Reichel
Dolmatoff en su libro "Los Kogi", estas son representaciones simbólicas
de los genitales masculino y femenino; h) Algunos tienen forma
indefinible y se desconoce su representación.

Cuentas de collar

Millares de cuentas de oro expresan la profusión de los collares utilizados


por los taironas. Las más comunes fueron martilladas y entre sus formas
figuran: a) Láminas lisas y repujadas, b) Tubos sencillos y c) Esferas.
Posiblemente eran intercaladas entre cuentas de piedras de colores, muy
apreciadas por esta cultura; d) También fabricaron láminas de oro
redondeadas para cubrir las cuentas de piedra; e) La rana es el animal
más representado, aparece desde la más realista hasta la más
sofisticada estilización. Martilladas en láminas de oro, con sus atributos
repujados, o fundidas con el núcleo aún en su interior o removido como
en el caso de las cuentas sonajeras. La rana, segunda esposa del Sol
según la mitología kogui, fue repudiada por haberle sido infiel. El mito
dice que la arrojó a la tierra destrozándola en mil pedazos y cada
fragmento se convirtió en rana, de allí su abundancia y su aversión al
Sol, de quien huye saliendo solamente cuando hay lluvia; f) Abundan
también las cuentas fundidas con forma de jaguar, a veces reconocible
por la posición expectante de sus patas o por su cola levantada. En
general, fue representado en forma muy estilizada. Hoy en día, estas
piezas son muy apreciadas por los indígenas de la vecina península de la
Guajira; g) Garras y h) Colmillos de felino, que disminuyen gradualmente
de tamaño, forman imponentes y agresivos collares; i) Cuentas que
representan un animal fantástico. Medio centenar forman una de las
piezas mejor diseñadas de la orfebrería precolombina. Cada cuenta es
casi imperceptiblemente más pequeña que la siguiente y, gracias a sus
dos orificios, el collar se anuda formando una franja sólida de gran
flexibilidad que se ajusta fácilmente a las curvas del pecho, hombros y
espalda.

Diademas

a) Las más comunes son láminas martilladas en tumbaga dorada,


dobladas en forma cónica; b) Otras, menos altas, presentan una especie
de visera que se prolonga hacia adelante. Estas tienen dos o tres
prolongaciones que se elevan de la lámina en forma de hongo.

Discos
Círculos laminares con un pequeño orificio central, de unos doce
centímetros de diámetro. Están decorados con puntos y uno o dos
círculos concéntricos repujados cerca del borde. Generalmente han sido
martillados en oro de buena ley o en tumbaga dorada, muy pulidos en
una de sus caras. No ofrecen ningún desgaste alrededor del orificio, lo
que supone que no fueron usados como discos rotatorios, sino
seguramente, como aplicaciones sobre textiles o maderas.

Herramientas

Unicos objetos utilitarios, entre las numerosas piezas tairona. A cinceles


y punzones se les dio dureza martillando en frío una aleación de
tumbaga. Sirvieron para cortar y perforar láminas metálicas. De igual
manera elaboraron agujas y anzuelos, que luego fueron dorados por
oxidación.

Narigueras
Junto con las cuentas y las orejeras, son las piezas más numerosas del
oro tairona. Las más comunes son: a) Aros de alambre delgado; b) Aros
delgados o gruesos, doblados en espiral; c) y d) Semilunares planas y
macizas. Estas narigueras fueron martilladas en oro de alta ley o en
tumbaga dorada; e) En forma de "n", con remates planos o
semiesféricos, que atrevesaban el cartílago nasal, fundidas en tumbaga
dorada; f) y g) En forma de mariposa, compuesta por un triángulo central
y dos placas laterales para cubrir buena parte de las mejillas y el labio
superior. El triángulo puede tener una apertura en su base, en cuyo caso
la nariguera debió pasar completa por el hueco abierto en el cartílago, o
en uno de sus lados para facilitar su colocación. Algunos ejemplares
alcanzan una singular maestría en el trabajo de filigrana fundida; h)
Laminares con prolongaciones laterales, generalmente martilladas, lisas
o decoradas con círculos concéntricos repujados, que recuerdan la
filigrana fundida. Algunas atravesaban el cartílago nasal y otras colgaban
de él; i) Tubulares sencillas y dobles, martilladas, muy comunes. Se
utilizaban atravesando la nariz, haciéndola ver, por su volumen,
levantada y achatada; j), k) y 1) Con prolongaciones laterales
ascendentes, son pequeñas en relación con las anteriores. La mayoría
son huecas y presentan excelentes trabajos en filigrana o placas
colgantes.

Orejeras

Solo existen dos grupos: a) Semilunares huecas sin adornos de filigrana.


Son delgadas y, aunque parecen martilladas por su fragilidad y dobleces
en los extremos superiores, en realidad fueron fundidas a la cera perdida.
Utilizaron, seguramente, hormas de cerámica o madera para modelar la
cera. Plegar una lámina de tumbaga hasta alcanzar esta forma, sería una
tarea imposible. b) y c) Semilunares huecas con adornos de filigrana que
forman hileras de líneas onduiantes cruzadas y muchas presentan en sus
extremos dos cabezas de serpiente, más o menos estilizadas. Es posible
suponer que sugieren el movimiento de dos serpientes en direcciones
opuestas. d) Tubulares huecas. Largos tubos martillados de tumbaga
dorada o de buen oro para ser inserta- dos en los lóbulos, eran
adornados en sus extremos con una tapa que, generalmente, remataba
en la cabeza de una serpiente. Observando las piezas antropomorfas de
oro se ven también tapas de orejeras con adornos repujados.

Pectorales

Piezas de gran tamaño para colgar en medio del pecho. Hay muchos
pectorales circulares planos, en láminas martilladas de oro de alta ley, a
veces decorados con motivos similares a los de los discos. Un agujero de
suspensión situado cerca del borde superior, los diferencia de ellos. a), b)
y c) Pectorales decorados con elaboradas figuras zoomorfas o
antropomorfas repujadas. Una de estas figuras se encuentra en
numerosos pectorales de distintas formas, siempre presentando los
mismos atributos. Siempre de frente y con las piernas abiertas.
Conservando siempre un tamaño mayor que el de los personajes y
animales que lo acompañan. Los Ijkas llaman a este personaje,
Zerankua, divinidad generativa. Observando con cuidado los pectorales,
puede verse que sus atributos no tienen mayor variación: narigueras en
forma de mariposa, orejeras tubulares con tapas circulares, pectorales de
ave, con alas y cola desplegadas, terminados en espirales. d) El cuerpo
de serpiente con cabezas en cada extremo y movimiento bidireccional,
inspira seguramente la forma de numerosísimos pectorales en espirales
divergentes, que se encuentran en esta región. Fueron fundidos en
tumbaga con alto contenido de oro y, posteriormente, dorados por
oxidación. Su diseño les da gran elasticidad. e) y f) Pectorales de aves
con alas desplegadas, comunes en la iconografía precolombina de la
América Intermedia, pueden clasificarse en dos grandes grupos en la
zona tairona: laminares y fundidos. Los primeros fueron martillados en
oro de distintas leyes. El diseño de la cabeza, insertada en el cuerpo, es
complejo pues al doblar la lámina se obtiene la protuberancia del pico y,
en la parte posterior dos apéndices alargados se doblan sobre sí mismos
para crear los anillos de suspensión. En ocasiones las cabezas se
funden por separado y se insertan en el pectoral martillado. En contraste
con la simplicidad de los laminares, los pectorales fundidos son muy
adornados: cordones, esferas y figuras subalternas les imprimen el estilo
barroco, característico de las piezas taironas. g) La profusión de adornos
llega a su grado máximo en los pectorales fundidos antropomorfos.
Representan seres humanos con la cara modificada por adornos que le
dan aspecto animal. En el caso del "hombre-murciélago" las narigueras
tubulares dobles levantan el tabique nasal, la diadema de visera tiene
protuberancias en forma de membranas auriculares y el adorno sublabial
prolonga su hocico. (Anne Legast, 1982). h) Pectorales antropomorfos
que representan hombres con máscaras de murciélagos, aves o felinos.
Pezoneras

Láminas martilladas en oro de buena ley con la forma del pezón, usadas
para adornar los senos o las tetillas. Son escasos en el área tairona,
mientras que en el Sinú son muy comunes.

Placas para aplicar a textiles

La cantidad hallada en la región, corrobora los hallazgos arqueológicos


de ocupación humana hasta más arriba de los 2.500 m.s.n.m., donde se
hacía necesario usar vestidos de algodón u otro material. a), b) y c)
Placas pequeñas para ser prendidas a fajas tejidas, usadas en muñecas,
antebrazos, tobillos, piernas o cuello, según lo indican numerosas
figurinas cerámicas. d), e) y f) Placas grandes, cosidas sobre el centro
del pecho, eran como los pectorales, las piezas más destacadas del
atuendo. A diferencia de ellos, son frágiles, con decoración repujada
sobre láminas muy delgadas que, gracias al textil que las sujetaba, no
sufrían mayor deterioro.

Portapenes

El caracol es, contrapuesto a los bivalvos, símbolo del sexo masculino.


No es raro encontrar en las zonas cálidas de la Costa Atlántica muchos
caracoles strombus usados como portapenes. Algunos fueron fundidos
en oro, conservando la forma alargada de los gasterópodos.

Separadores

Su forma básica es rectangular y presenta un conjunto de orificios


laterales dispuestos de tal manera que mantuvieran separadas las
vueltas de collares o brazaletes.

Tembetas o adornos sublabiales


Objetos cilíndricos de oro o piedra, con una superficie semicóncava en
uno de sus extremos para apoyarse suavemente sobre el maxilar inferior.
En las tembetas de piedra es plano el otro extremo y después de
atravesar la piel por debajo del labio inferior, se le agregaba una tapa de
oro: a) y b) Láminas martilladas, repujadas luego con líneas o puntos. c)
hasta h) Fundidas a la cera perdida. La aleación de tumbaga se doraba
por oxidación. La cabeza de serpiente, exagerada su lengua bífida, es
uno de los remates más comunes en estas tapas y el único motivo que
se sale de la forma geométrica.

El adorno sublabial era muy común en el área tairona, lo mismo que en


mesoamérica, pero en las otras zonas arqueológicas colombianas estos
objetos son desconocidos, con excepción de algunos hallazgos en el
área Tolima.

Tapas de recipiente

Solo dos se encuentran en la colección del Museo del Oro. Fueron


fundidas en tumbaga dorada y sirvieron para tapar vasijas de calabazo o
cerámica, pues en esta zona no existen recipientes de oro.
Remates de bastón

Objetos para colocar verticalmente sobre varas o estandartes,


presumiblemente de madera. Los de oro son poco comunes, en tanto
que los de concha y hueso abundan en la región. Fundidos a la cera
perdida, la mayoría con núcleo removido para crear una cavidad donde
pequeñas esferas metálicas producían sonidos al ser agitados. Dos
remates de colocación horizontal, con figuras zoomórfas de] más puro
estilo tairona, pueden considerarse atípicos. Su posición se asemeja a la
de los numerosos remates del área sinú.

Otros

a) Lámina martillada en oro de buena ley con una cabeza de ave rapaz
como remate. Pieza única y singular por su función. Sirvió posible- mente
como funda para uno de los dedos de la mano.

b) Cuchillos ceremoniales. Piezas fundidas en tumbaga dorada, muy


elaboradas en su decoración, algunas veces con figuras
antropozoomorfas semejantes a las de los pectorales. Su fragilidad
permite suponer un uso ceremonial.

c) Placas martilladas en oro de buena ley con extremos ascendentes y


decoración repujada. Su uso es indefinido, pues no presentan orificios
para ser colgadas o cosidas a textiles. Pudieron ser incrustadas a piezas
de madera.

BIBLIOGRAFIA

Legast, Anne. "La Fauna Mitica Tairona": Boletín Museo del Oro. Año 5,
enerobril. 1982. Bogotá, Colombia.

Reichel Dolmatoff, Gerardo. "Things of Beauty Replete with Meaning-


Metals and Crystals in Colombian Indian Cosmology "Sweat of the Sun,
tears of the Moon: Gold and emerald treasures of Colombia. Natural
History Museum of Los Angeles County, 1981. Los Angeles, USA.
Reichel Dolmatoff, Gerardo. Los Kogi. Nueva Biblioteca Colombiana de
Cultura, Procultura. 1985. Bogotá, Colombia.

Tayler, Donald. The ika and their systems of belief. Thesis submitted for
the Decree of Ph. D. in the University of Oxford, St. John's College. 1974.
Oxford, Inglaterra

GAIRA:
Una introducción a la ecología y
arqueología del Litoral de la
Sierra Nevada de Santa Marta
AUGUSTO OYUELA CAYCEDO

Valle interno del río Gaira

"La tierra adentro de esta provincia es fresca, porque participa de las


sierras nevadas que están a veinte leguas de la ciudad y en especial de
la provincia de Tayrona, que son sierras y tierra fría; cuando no corren
brisas es grande el calor de la costa; llueve en los meses de septiembre
y octubre; en los otros hay poca agua, porque corren por la mayor parte
Lestes y Nordestes, vientos enjutos y sanos, y cuando llueve corren
vendavales. Entran en esta gobernación las provincias de Pocigueyca,
Betoma, Tayrona y Chimila; desde la ciudad hasta el pie de la sierra, que
hay tres leguas, es tierra llana y doblada; las sierras son muy ásperas,
estériles de pastos, sin frutas ni árboles y bajan de ellas grandes ríos; y
en los llanos, en tiempos de grandes brisas, se suelen secar los pastos y
sementeras, con lo que muchas veces se padece necesidad".

HERRERA, Antonio.
Historia general de los Castellanos en las islas y tierra firme del mar
Océano.
Década cuarta, Libro Décimo, Capítulo VIII, 1615.

El presente artículo es un extracto del informe final entregado a la


Fundación de Investigaciones Arqueológicas del Banco de la República,
entidad que financió en su totalidad la investigación.

El primer reconocimiento realizado por el autor, en la zona de Gaira se


llevó a cabo en el mes de junio de 1984, detectándose el asentamiento
de Mamorón. Este sitio fue un estímulo para proponer una investigación
regional en Gaira, además por su ubicación dentro del panorama de la
arqueología del litoral de la Sierra Nevada de Santa Marta. En junio de
1986 se dio inicio a la prospección de la región, a fin de evaluar cuáles
sitios presentaban condiciones potenciales a la confrontación de alguna
hipótesis relacionada con el proceso de formación de los cacicazgos. De
los veintiocho sitios detectados, muestreados y evaluados, se
seleccionaron tres para excavación1 , proceso que se realizó a principios
del presente año (1987). A continuación se exponen los resultados
generales del proyecto:
Escalera de terraza, sitio No. 1.

Una de las regiones naturales que más diferencia el Noroccidente de la


Sierra Nevada de Santa Marta es la zona baja de los ríos Gaira y
Manzanares. Es la región más seca de toda el área Atlántica con la
excepción de la zona desértica de la Guajira. Esta sequedad incide en
las formaciones vegetales siendo reconocida como zona árida (Vr.: Cleef,
1984: 429) cubierta de bosque seco y desiduo (Herrmann, 1970: 480),
selva ecuatorial baja (Rangel et. al. 1982: 14-15) o bosque muy seco
tropical (Pérez. 1962: 23). Existe sinembargo una excepción a esta
noción de aridez y es la planicie interna y vegas, donde debido al alto
nivel freático y la irrigación mediante canales2 crean un paisaje siempre
verde (Herrmann, 1984: 83-86). La franja de sequía va aproximadamente
desde Punta Brava, al sur, hasta el divorcio de agua en el valle del Río
Piedras y Manzanares, 20 kilómetros al oriente de Santa Marta.

Los suelos en la región de estudio varían de acuerdo a la influencia de


los procesos geomorfológicos e hidrológicos; de ahí que la zona plana y
vegas se caracterizan por sus suelos aluviales muy fértiles y por ser una
hidrocora de consumo de aguas foráneas, predominando corrientes de
agua freática ascendente (Herrmann, 1984: 83) y suelos de color oscuro
y textura franco-arenosa o franco-arcillosa (Pérez, 1962: 28). Cerca al
mar en la zona de Pozos Colorados, Playa Salguero y el Rodadero
predominan terrenos arenosos con niveles freáticos altos de agua
salobre, no siendo aptos para la agricultura y sí para k explotación de sal
marina.

La región de Gaira presenta durante los doce meses del año deficiencias
de agua, siendo una región de sequía pronunciada que contrasta al
compararse los meses lluviosos (octubre-noviembre) cor precipitaciones
entre 60 y 70 mm. con el diagráma de Minca (600 m.s.n.m.), ubicada a
12 kilómetros del mar, con precipitaciones entre 500 y 700 mm., (Van der
Hammen, 1970).

Después de esta ligera reseña sobre la vegetación y la precipitación en la


región de Gaira (parte baja), surge la pregunta ¿qué tanto ha, cambiado
el clima durante los últimos tres milenios?. De acuerdo a Thomas Van
der Hammen (1970-1984), el último cambio fuerte se registró al final del
tardiglacial 11.000-10.000 A. de C.; sinembargo en el Holoceno se
presentaron cambios de amplitud menor en cuanto a precipitaciones y
temperatura media anual, pero por debajo de los 2.000 metros, durante
las épocas glaciales debió ser tan sólo 2ºC más bajo y la temperatura del
Mar Caribe no era sino unos dos grados más baja que hoy día (Van der
Hammen 1984: 571). Por lo tanto es muy probable que las condiciones
climáticas en la zona no han cambiado significativamente salvo en el
nivel del mar y especialmente en el caudal de los ríos ante las
variaciones en la precipitación en pisos climáticos superiores. De
acuerdo a Van der Hammen (1970-1984) y Van der Hammen & Noldus
(1984) se plantean los siguientes cambios climaticos:

Cronología Período Características

1550-1050 A. de Relativamente seco Precipitación menor. Temperatura alta.


C
.

1050 A. de C. Húmedo Aumento precipitación baja de temperatura quizás unos 2ºC

450-600 D. de C. Seco Precipitación atmosférica baja. Probable nivel del mar 1.25-1.50 metros más alto que en el
presente.

1200-1250 D. de Seco Precipitación baja, incremento de polen de palmas y gramíneas entre los 900 y 1.300
C m.s.n.m.
.

1500-1850 D. de Estadio Bolívar "Pequeña edad de hielo" descenso de las temperaturas - aumento de los glaciares a un
C (neoglaci tamaño 2.7 veces mayor que el presente.
. ación)
Considerando la relación existente entre la región de estudio y el mar se
hace necesario reseñar algunos aspectos del medio marino que
contribuyen a explicar ciertas pautas de comportamiento que difieren de
las conocidas para poblaciones cercanas al mar en el litoral de la Sierra
Nevada de Santa Marta. El objetivo es demostrar que la zona de Gaira
presenta los niveles más bajos en variedad y cantidad de fauna marina
del litoral de la Sierra Nevada, solo se sobrepasa esos niveles en una
breve "estación". De ahí la importancia de explicar las causas de dicho
fenómeno, por sus implicaciones en el ciclo económico y patrón de
asentamiento prehispánico; como se aprecia en el mapa No. 1, el perfil
costero presenta variaciones que se pueden sectorizar. En primer lugar
desde la desembocadura del Río Magdalena, la isla de Salamanca
(barrera natural de formación reciente que separa el mar del estuario de
la Ciénaga Grande) hasta la boca del Río Córdoba, mantiene el litoral
una dirección Oeste-Este; a partir del Córdoba cambia la orientación en
un sentido Sur-Norte, caracterizándose por diversas puntas, grandes
playas y bahías abiertas hasta la Punta Gaira. El siguiente sector
corresponde al litoral del Parque Tairona teniendo como límite la
desembocadura del Río Piedras; su perfil se caracteriza por las
numerosas ensenadas, así como un cambio en la orientación del litoral
de manera similar al primer sector (cf.: Márquez, González 1984).

Las diferencias del sector Gaira con respecto a la isla de Salamanca y la


Ciénaga Grande es radical por ser esta última un estuario. De acuerdo
aun estudio de González Afanador (1984) sobre peces juveniles en la
zona comprendida desde la Punta de Gloria hasta la isla de Salamanca,
encontró que de 14.249 especies capturados, el 13%-14% provienen de
la rivera marina, un 25% de la ciénaga a la orilla de la zona estuariana y
el 48% se capturó en la entrada a la ciénaga (Boca de la Barra),
planteando así la baja productividad del "Sector de Gaira". De acuerdo a
la autora, estas diferencias obedecen a la variación existente en cuanto a
salinidad, temperatura, clima regional (precipitación, concentración de
nutrientes que depende de la actividad pulsante de la surgencia).
Corroborando así los planteamientos de Bula (1977) y Márquez (1982-
1983).

Mapa No. 1
SIERRA NEVADA DE SANTA MARTA
SITIOS ARQUEOLOGICOS
1. Cinto
2. Papare
3. Cangaru
4. Loma de López
5. Mina de Oro Ver mapa Nos. 2 y 3.

Las variaciones entre el sector de Gaira y las ensenadas (Parque


Tairona) obedece a los siguientes factores:

- Grado de influencia de la surgencia "upwellin" y "outwelling" (Bula,


1977, Márquez, 1982-1983, González, 1984).

- El efecto de la pluma de agua se presenta sólo durante los meses de


"invierno" septiembre-noviembre (Márquez, 1982-1983).

- La diferencia de sustratos marinos, primordialmente areno-fangosos en


el sector de Gaira, mientras que en las ensenadas abunda la diversidad
de biotopos por sustratos rocosos, arenosos, areno rocosos, areno-
fangosos, formaciones coralinas, praderas de fanerógamas marinas y
manglares (Vr. Márquez, 1983; Márquez- Guillot, 1983; Vélez 1977: 110-
111, Werding-Erhardt, 1977).

Mapa No. 2
SISTEMA HIDROGRAFICO DEL CERRO SAN LORENZO
Estos tres factores hacen que el sector de las ensenadas sea una región
más propicia para la pesca todo el año, mientras que la zona de Gaira
sólo es productiva durante un tiempo muy definido.

En lo referente a moluscos y crustáceos su distribución espacial depende


de los factores anteriormente reseñados, en alguna especie actúan como
reales barreras siendo el sector más rico, la Ciénaga Grande (com. pers.
Dr. Juan Manuel Díaz, Vi-. Botero; 1984; Palacios 1978: 115-118, Cosel
1973). No ha sido en vano que la tradición de pueblos pescadores o
recolectores de moluscos se concentre en las ensenadas explotadas por
los tagangueros y la Ciénaga Grande, siendo el área de pesca artesanal
mas importante del país (Palacios, 1978, ver Hernández 1986:45,
cuadros 1 y 2).

Mapa No. 3
SITIOS ARQUEOLOGICOS DE LA PARTE BAJA DEL RIO GAIRA
En cuanto a cambios ambientales en el medio marino, no han sido
significativos en los últimos milenios, con la excepción de la Ciénaga
Grande, que de cierta forma han podido actuar en el sector de Gaira. De
acuerdo a los diagrámas de polen estudiados por Van der Hammen &
Noldus, (1984): Antes de 5000 A. de C., el área recibía directamente
influencia del Río Magdalena y la Ciénaga Grande era parte activa de su
delta. Después se dio un aumento de salinidad y de la influencia marina
que duró hasta el 1.600 A. de C. Este suceso se constata por el
incremento de polen de Rizophora mangle. A partir del 400 A. de C.
ocurre un descenso de Rhizophora y aumento de Avicennia, hierbas y
otros árboles que reflejan un estado similar al actual medio ambiente de
la Ciénaga. De ahí que para el primer milenio, período de interés esencial
de la presente investigación no se han registrado cambios. Sinembargo
es probable que el nivel del mar haya estado 1.25-1.50 metros por
encima del nivel actual o que se haya producido un levantamiento del
Bloque de la Sierra Nevada. Este fenómeno se presume que ocurrió
alrededor del 520-540 D. de C. (Col. 113. GrN5712), de acuerdo a una
muestra de C 14 obtenida en el Rodadero (Van der Hammen & Noldus,
1984: 584-587). Ya sea que cualquiera de los dos fenómenos hayan
ocurrido, implicaría que gran parte dula zona "salobre" de Gaira para esa
fecha estaba sumergida o era zona de mangle, por lo tanto no era
posible la explotación de sal marina.

Mapa No. 4
DISTRIBUCION ESPACIAL DE LA CLASE MINA DE ORO EN LA
PARTE BAJA DEL RIO GAIRA
En síntesis, en el presente capítulo se han reseñado algunos estudios
ecológicos que tienen implicaciones culturales a nivel arqueológico como
son: primero, que la parte baja de Gaira, zona plana o valle interno, tiene
condiciones geológicas que favorecen su explotación intensiva; segundo,
que las condiciones ecológicas aparentemente no han variado
significativamente tanto a nivel terrestre como marino en los últimos
milenios; tercero, que el potencial pesquero marino de la región de Gaira
es bajo, comparado con la región de la Ciénaga Grande y área del actual
Parque Tairona, hecho que aparentemente ha sido constante por lo
menos en el último milenio y medio. Por último, la improbable explotación
de sal antes del siglo VI, por razones del nivel del mar.

La prospección permitió algunas inferencias preliminares a nivel


diacrónico y sincrónico de los sitios localizados en la parte baja del Río
Gaira.

La secuencia temporal local de Gaira coincide en cierta forma con la


propuesta para Cinto y Nahuangue (Vr. Bischof, 1969, Oyuela 1985,
1987), sinembargo se presentan variaciones significativas en cuanto a la
presencia de mayores elementos del bajo Magdalena (Soledad y Mina de
Oro). Hay cerámica pintada parecida a la del primer horizonte pintado
fases la Loma y el Horno (Vr: Reichel Dolmatoff, 1951: Ardila, 1984), pero
llama la atención que esta clase pintada tenga una frecuencia muy baja
en Cinto y en Buritaca, desde comienzos de la era cristiana hasta
aproximadamente el siglo IX (Oyuela, 1985; Wynn, 1975); en cambio se
manifiesta con un porcentaje alto en la parte alta del Río Córdoba (Cf:
Langebaeck, 1986) y el sitio Puerto Gaira (No. 26) 3. Igualmente se
encuentra una clase que tentativamente se denomina como "Rojo Mina
de Oro", propia del Sur-Occidente de la Ciénaga Grande que desempeña
un papel significativo en Gaira, mas no en Cinto. Esta clase se observó
en material excavado por Langebaeck en Papare (parte baja del Río
Córdoba), aparentemente asociado con cerámica "pintada". La cerámica
"Mina de Oro" está presente en doce de los sitios localizados.

Otra cerámica que es un buen marcador temporal de acuerdo a la


secuencia local de Cinto y bajo Buritaca (Oyuela, 1986b; Wynn 1975), es
la cerámica carmelito fino y burdo, siendo los sitios que presentan más
similitudes los Nos. 23 (Tahití), 26 (Puerto Gaira) y 18 (Arenal del Sena)
con respecto al material cerámico fechado en Cinto E.1 (430±6013. de C.
Beta 11134). En síntesis para el primer milenio de manera preliminar se
proponen dos fases, para el período temprano (Vr: Oyuela, 1986c) la
primera estaría ubicada en los primeros siglos antes de la era cristiana
hasta aproximadamente siglo VI o VII. Los inicios de esta fase se
definirían por la presencia de cerámica "pintada" en porcentajes
relativamente altos. La segunda fase, se caracteriza por la presencia de
cerámica "Roja Mina de Oro" que se manifiesta por porcentajes
superiores a los registrados para la carmelita burda y fina, temporalmente
se ubicaría desde mediados del primer milenio hasta finales de éste.
Estas dos primeras fases no son divisiones que implican dos culturas
diferentes, se propone por el contrario un desarrollo regional local con las
lógicas influencias de las áreas vecinas (Vr: Oyuela 1986c); los rasgos de
la cerámica Tairona estan presentes desde un comienzo pero cambiando
gradualmente para consolidarse en la típica o clásica cerámica Tairona.
Ninguno de los sitios detectados y muestreados presentan condiciones
que permitieran una secuencia desde comienzos de la era cristiana hasta
la conquista.

Otro de los problemas temporales propuestos en el proyecto es el


concerniente a la ubicación temporal de la cerámica habana, la cual se
considera tardía (Tairona IIb), y G. Reichel Dolmatoff (1954) la clasifica
como intrusa, llamándola "Gaira Amarilla Incisa" por haberla encontrado
en esta región. Anteriormente A. Mason (1939) la denominó "light colored
ware" y la consideró "exótica". En Gaira, ésta cerámica presenta un
carácter intruso no sobrepasando el I% en todos los sitios con excepción
de Punta de Gloria (sitio No. 28) donde se encuentra un porcentaje
ligeramente superior.

La ubicación temporal de esta clase en la región de Gaira coincide con la


propuesta de G. Reichel Dolmatoff; siempre está asociada con material
Tairona clásico y en sitios que se sospecha estuvieron activos durante la
conquista e inicios de la colonia. En la parte baja del río Córdoba,
Langebaeck (1986) corrobora con la misma ubicación temporal, pero de
Ciénaga hacia el Sur o el Occidente, la cerámica habana desempeña un
papel significativo puesto que su posición cronológica es más temprana y
su frecuencia más alta (Vr: Murdy 1986: 16, 25). En el alto Buritaca se ha
demostrado que esta clase está presente desde el siglo X y que
gradualmente va aumentando su porcentaje hasta llegar a ser superior o
igual a la clase negra desde el siglo XIII en adelante (Oyuela, 1983-
1986a-1987).

La prospección mostró que en la bahía de Gaira no hay asentamiento a


la orilla del mar durante la época "Tairona Clásica" (siglos IX-XVI); con la
excepción de un pequeño "Villorio" (Punta Gloria No. 28); es más
probable que las aldeas nucleares y villorios hayan concentrado sus
esfuerzos en la producción agrícola como actividad económica principal,
como lo muestra el patrón de asentamiento.

La pesca como se reseñó es una actividad que solo resulta productiva


unos pocos meses al año. Eso explica la presencia de pesas de redes en
sitios retirados como Mamorón y el Sena.

El único sitio que sí pudo depender en parte de esta actividad y de la


recolección de la sal es el pequeño asentamiento de Punta de Gloria. En
cuanto a Pozos Colorados, hay indicios que sugieren un asentamiento
que se dedica a la explotación de sal, siendo esta una actividad temporal
y a la agricultura. La pesca en la bahía de Gaira se debió practicar con
redes de arrastre como lo indican las pesas de pesca (Vr: Gomora. 1954:
125); el material utilizado para la manufatura de dichas redes debió ser la
fibra del majaguo (Pseudobombax Septenatum) tal como se fabricaba en
Taganga (Vr: Koster, et. al. 1978, Angleria 1982: 338).

Con respecto a las salinas de Pozos Colorados estas existieron desde


tiempos prehispánicos (Vargas. 1943: 72) al igual que las de la nueva
Salamanca de la Ramada, actual Dibulla (Vr: Restrepo 1943: 862),
Chengue (Vargas 1948: 151), y Santa Marta. ¿Pero desde cuándo se
empezó a explotar la salina de Pozos Colorados? Todo parece indicar
una fecha posterior al siglo VI. Dado que las condiciones medio
ambientales no lo permitían antes, el mar muy probablemente cubría
parte del sitio o quizás la presencia de Crassotrea Rhisophora en los
sitios que ubicamos como tempranos inclinan a plantear la alternativa de
que estas zonas adyacentes a los sitios eran probablemente un manglar.
Otro punto que se infiere al combinar la información ecológica con el
patrón dé asentamiento es respecto al alto potencial agrícola de la zona
de Gaira, de ahí que los sitios están ubicados en puntos de fácil acceso a
estas áreas.

Siguiendo un patrón lineal a lo largo de la vega del río, por lo general los
asentamientos se hallan al pie de las laderas de los cerros, Los únicos
sitios que escapan a la generalización son los asentamientos tempranos,
ubicados en terrazas naturales altas cerca al mar y los del cerro
Mamorón que se encuentran en suaves lomas con una posición
estratégica.

El cambio presentado en el patrón de asentamiento de poblaciones


(sitios 23 y 26) ubicados a la orilla del mar con una explotación dirigida a
los recursos marítimos durante el primer milenio, a poblaciones agrícolas
del período clásico tiene sentido en términos ecológicos, paralelos a un
aumento demográfico. Esto obligaría a intensificar la explotación de los
suelos fértiles de la zona plana y a tener un patrón de asentamiento en
torno a dicha zona, aprovechando los recursos marinos en las
temporadas óptimas.

De acuerdo a las crónicas, en la zona plana de Gaira se cultivaban


frutales, yuca, algodón y principalmente maíz (Angleria 1892, Anónimo,
1916).

Con el desarrollo de las excavaciones se profundizó en estos problemas


que hacen de Gaira una zona con un comportamiento económico
prehispánico, diferente al registrado para las ensenadas del Parque
Tairona.

Se decidió excavar en los sitios que fuesen más disímiles; teóricamente


esas diferencias se reflejan en el material recolectado superficialmente.
El sitio que presentaba "a priori" la mayor variación y que estaba
tácitamente relacionado con las fases tempranas de Cinto era el
acentamiento de Puerto Gaira, hecho que efectivamente se constató con
las excavaciones. Puerto Gaira se podría decir que, por el momento, es
el sitio más importante excavado del período temprano, puesto que
corresponde a una sola ocupación que se inicia siglos antes de nuestra
era cristiana, hasta comienzos del siglo VII D. de C. Esta ocupación
temprana que no se prolonga a fases o períodos posteriores, elimina el
problema de intrusión de material que lógicamente podrían poner en
peligro la definición de rasgos o atributos típicos de la secuencia
temprana de la región temprana de Gaira.

El segundo sitio escogido fue Mamorón (No. 9). El criterio que llevó a su
elección es su diferencia temporal en cuanto al material cultural
observado durante la prospección con respecto al "temprano" y "clásico",
siendo una ocupación posterior a Puerto Gaira y anterior a Pozos
Colorados. Mamorón tiene como característica, además de material
cerámico "Mina de Oro", infraestructura megalítica directamente
asociada, con la gran ventaja de que como no hay ocupaciones
posteriores ("Tairona Clásico"), no existe el riesgo de alteraciones en
esta que impidan la comprensión de fenómenos temporales específicos.
El tercer sitio se seleccionó en torno a la necesidad de verificar una
hipótesis con respecto a la producción de sal marina y a la pregunta ¿a
partir de cuándo se pudo iniciar la explotación de sal marina en esta
región? y ¿qué impacto, teóricamente puede generar la producción de
sal en el desarrollo de cacicazgos? Punto que tiene que ver directamente
con el modelo inicialmente propuesto por el autor (Oyuela 1986c). El
único sitio que podría contribuir a dilucidar algo en torno a estas
preguntas era el asentamiento de Pozos Colorados; de ahí su
escogencia. Como el lector observa, los tres sitios representan
segmentos o tajadas culturales relativamente independientes ubicadas a
partir de la prospección. Posteriormente con las excavaciones se pudo
comprobar el esquema inicial de la prospección y el análisis comparativo
ha permitido su ubicación temporal, pero solo con más fechaciones de
C14 se podrá refinar la secuencia regional de Gaira:

Período formativo tardío (Desarrollo regional) Período de integración regional Período Clásico

Puerto Gaira* 500 A. de C Mamorón** 500 D. de C. (2) Pozos Colorados 1.000 - 1.500

*Beta-21798
Fecha C14: 133º +/- 7º BP
** Beta-21799
Fecha C14: 14ºº+/- 7º BP

Puerto Gaira es el nombre con que los pescadores conocen la pequeña


bahía ubicada al Sur del Rodadero y al Oeste del poblado de Gaira (Vr.:
Pardo, 1958; Mendoza, 1973). Allí existió un conjunto de viviendas de
materiales perecederos que fueron gradualmente desplazadas por las
construcciones de cemento destinadas al turismo, además de
restaurantes.

Hoy día el antiguo Puerto Gaira, es más conocido con el nombre de Los
Cocos. Pese al acelerado crecimiento del Rodadero, que ha venido
anexando esta zona a su influencia, aún existen algunos lotes "sanos" al
efecto urbanizador, uno de estos se escogió para realizar los cortes.
Puerto Gaira se caracteriza por ser una pequeña bahía protegida a sus
costados por dos pequeños cerros, el sitio es una terraza natural que se
levanta dos metros por encima del nivel del mar, teniendo un perímetro
muy definido ya que está rodeado al Oeste y Sur por una zona
pantanosa que se ha venido habilitando mediante rellenos para su
ocupación actual. Esta terraza está circundada en parte por una antigua
quebrada (Q. Arenas) que desemboca en el mar, al sur de la pequeña
bahía. Hoy la quebrada está convertida en alcantarilla o caño de aguas
negras.

Puerto Gaira se ha visto protegida de los procesos de sedimenta- ción y


destrucción del río Gaira por su altura y por los cerros que lógicamente la
han protegido de los cambios de curso del río Gaira. Los suelos de
Puerto Gaira son particularmente variables debido a que han estado
sujetos directamente a la influencia del mar, ampliándose la barrera de
arena; aparentemente la pequeña bahía era más profunda, los tres
cortes así lo confirman.

De acuerdo al material cerámico, Puerto Gaira representa un complejo


cerámico contemporáneo a la fase I de Cinto E-1, donde se obtuvo una
fecha de C14 de 430+/-60 D. de C. (Oyuela, 1986). En el corte M-1 se
logró obtener varias muestras de carbón, de las cuales se tiene una
fecha de 620+/-70 D. de C. (Beta-21798). Esta fecha se puede utilizar
como un indicador del final de ocupación del asentamiento. La muestra
se tomó en la tercera capa (c), en el nivel 90-100 cms., limitando con la
cuarta capa (d), vale la pena aclarar que los dos primeros suelos de m-1
son culturalmente estériles. Se supone una ocupación más allá de los
primeros siglos antes de Cristo, porque en el quinto suelo (e) se encontró
material cerámico desconocido a nivel de formas y decoración, siendo los
sitios arqueológicos más relacionados en cuanto a la cerámica incisa
(clase roja y negra), los sitios arqueológicos de Soledad (Atlántico) y
Tenerife (Bolívar).

Soledad fue localizado por el doctor Carlos Angulo Valdés (1954), allí
recogió 19 fragmentos de figurinas usadas a manera de asas de grandes
recipientes y 119 tiestos. Los artefactos y figurinas que se ilustran en su
informe sorprenden por su similitud con los encontrados en los niveles
inferiores de M-1 (Cf: Angulo, 1954: Lámina IV-V). En esa época dicho
sitio no pudo ser ubicado cronológicamente pero ahora se propone que
es contemporáneo con el material encontrad o en Puerto Gaira. El
segundo sitio que tiene relación con Puerto Gaira (capa D) es Tenerife;
allí G. Reichel Dolmatoff y Alicia (1954) hicieron una recolección
superficial (80 fragmentos). El material difiere tipológicamente del
encontrado en Zambrano y Plato. G. Reichel y Alicia ubicaron
tentativamente esa cerámica como anterior a la fase del Horno de
Ranchería o contemporánea al "primer horizonte pintado". El material
descrito por Reichel es similar al encontrado en Puerto Gaira
especialmente en cuanto a la decoración de las bases abultadas,
perforadas, llamada por Reichel "base anular interrumpida a trechos".
(Vr.: Reichel y Alicia de, 1954: lámina IV). Otro sitio que tiene elementos
comunes con Puerto Gaira (capa C) es Mina de Oro (Bischof, 1969). Con
algunos fragmentos pintados similares tales como la decoración línea
roja sobre la superficie gris pulida encontrado en la fase más antigua de
Mina de Oro (A) y las bases anulares perforadas (Bischof 1969b: 247).
Con respecto a Papare (R. Toribio) el material hallado por Langebaeck
(1986) presenta al igual que diferencias, algunas similitudes como son
las bases troncónicas perforadas, vasijas aquilladas decoradas con
pintura roja con bases bulbosas perforadas, la decoración incisa con
diseños sigmoides y una proporción alta de cerámica pintada,
lamentablemente aún no se cuenta con las definiciones tipológicas
cualitativas y cuantitativas que permitan una comparación más
específica. Sin duda debe existir una relación directa puesto que la
distancia entre ambos sitios es apenas de 18 Kms. Otro sitio
arqueológico contemporáneo a Puerto Gaira es uno cercano a la antigua
población de Mamatoco (hoy en día es un barrio de Santa Marta); este se
halló en una finca llamada Shangri La. Allí G. Reichel Dolmatoff hizo una
recolección superficial de fragmentos pintados, iguales a los relacionados
con el período El Horno del Ranchería (Reichel, 1986: 195, Fig. 170).

La otra lógica relación es con respecto a la fase 1 de Cinto E-1 (Oyuela


1985) y por supuesto con la tumba No. 7 excavada por Mason (1931). La
diferencia con la fase temprana de Cinto E-1 radica principalmente en la
ausencia de ciertos bordes evertidos doblados hacia el interior de la
clase carmelito burdo, igualmente esta clase está ausente en Puerto
Gaira. Los escasos fragmentos encontrados se consideraron como
atípicos. En cuanto la clase negra es igual en ambos sitios, tanto en
formas como decoraciones. La clase pintada de Puerto Gaira se
encuentra en Cinto, pero con la diferencia que allí en ninguno de los
niveles de excavación sobrepasó el 2%; por tal razón se consideró como
intrusa. Con respecto a la clase carmelito roja de Puerto Gaira tiene las
mismas formas de vasijas a las de la fase temprana de Cinto con la clase
roja. Con respecto a la clase Buritaca definida por Wynn, ocurre lo mismo
que con Cinto.

Mamorón se encuentra ubicado en la parte media de un cerro con el


mismo nombre; en esa parte la pendiente se reduce formando suaves
lomas para luego descender bruscamente hasta el río. En los topes y
laderas de este relieve suave se encuentran terrazas, algunas con muros
y otras a manera de tambos, los cuales han sido destruidos en gran parte
por los guaqueros. El trabajo en piedra es escaso, se limita a caminos y
algunos basamentos de vivienda, pero utilizando burdos cantos rodados;
en el sitio hay una zona relativamente plana que presenta un enlosado, el
cual ha sido prácticamente destruido por la guaquería en los últimos
meses; alrededor de esta zona se encuentran terrazas dispersas en las
suaves lomas. Mamorón es muy conocido por los guaqueros debido a las
tumbas de pozos con cámara lateral; estas tumbas se localizan
preferencialmente en las cuchillas. Los antiguos pobladores las tallaron
en la roca granodiorítica, algunas alcanzan los 6 mts. de profundidad.

Borde del anillo de vivienda, sitio Mamorón. Seis


meses más tarde de la estructura fue
totalmente destruida por la
guaqueria
Tumba de pozo con cámara lateral, tallada en la roca
granodiorita. Fue saqueada por los
guaqueros.

En Mamorón existe evidencia de diversas formas de enterramiento, se ha


reconocido el entierro primario, los entierros secundarios en osarios o
copas negras y el entierro de pozo con cámara lateral. Mediante una
excavación sólo tenemos la información de un entierro primario
encontrado en el corte I, las demás formas de entierros descritas se
observaron en el sitio. Estos entierros se encuentran formando grupos,
cerca a las viviendas. Anteriormente los guaqueros limitaban sus
actividades a estos cementerios, pero en los últimos dos años la
guaquería se ha dedicado a escarbar las viviendas en busca de hachas,
cerámica, objetos de hueso; en fin, artefactos que hasta hace poco
carecían de valor económico. Esto ha traído como consecuencia la
destrucción de la mayor parte de las antiguas viviendas. Los trabajos
efectuados en Mamorón se vieron limitados por una serie de sucesos; el
más importante es la dificultad de encontrar zonas con una estratificación
superior a los 40 ctms. de profundidad. Pese a los diversos sondeos
hechos sólo encontramos dos puntos para excavar; estos
lamentablemente no eran depósitos ricos en basura.

La ubicación temporal de Mamorón es compleja puesto que son escasos


los atributos que pueden guiarnos sobre su situación temporal. Tal vez el
atributo que puede contribuir a su definición es la presencia de la clase
"Mina de Oro"; para su definición se consideró el material excavado por
Henning Bischof que se encuentra depositado en el Museo de
Antropología de la Universidad del Atlántico y las observaciones
generales publicadas por dicho autor (Bischof 1969). Otro sitio que es útil
como referencia es Cangurú, el cual fue excavado por Murdy Carson; allí
encontró una clase de cerámica que relacionó con la fase Mina de Oro C,
ubicada entre el 500-750 D. de C. (Murdy 1986: 15, 19), siendo dicha
clase similar a la que se ha denominado en el presente trabaj o como
"Mina de Oro". Solo se ha fechado una muestra C14 de Mamorón, esta
se tomó en el corte II, entre el nivel 70-80, asociada a abundantes restos
de fauna y cerámica, entre estos fragmentos había cerámica "Mina de
Oro". El suelo asociado era una capa de ceniza que se encuentra desde
la roca en descomposición hasta los 70 cms. La muestra se considera un
indicio de la ocupación inicial Mamorón, la fecha es de 550 D. de C.
(Beta 21799).

Otros atributos que pueden guiar la ubicación temporal son por ejemplo
los diseños curvilíneos o signoides de la clase negra; algunos fragmentos
se encontraron durante la recolección superficial. Igual que la decoración
"punteada incisa paralela" en el borde, llevan a proponer como probable
fecha inicial de ocupación el siglo VI. El final estaría alrededor del siglo X,
puesto que no se encuentran atributos cerámicos diagnósticos que
permitan suponer que Mamorón estuvo existiendo durante el período
clásico.

El sitio arqueológico de Pozos Colorados, es de interés por su supuesta


relación con la producción de sal. Pozos Colorados formaba parte del
pueblo conocido antiguamente como Durcino; este se encuentra
localizado en cercanías a Pozos Colorados en la parte de atrás del barrio
La Paz. Cadavid-Herrera (1985) mencionan ambos sitios, pero
generalizaron el nombre actual de una zona específica; tan solo los
diferencian como Pozos Colorados 1 y 11. De acuerdo al levantamiento
topográfico que hizo la expedición "Fidalgo" a finales del siglo XVIII, toda
la región comprendida entre Punta de Gloria (antiguamente llamado
Cabo o Punta Dulcina) hasta Punta de Zorra se conocía con el nombre
de Dulcino (Fidalgo, 1936: 298-299). La referencia más antigua que se
tiene del pueblo es de 1554; al respecto hay el siguiente documento:

"Y porque me pareció que lo principal era procurar de convertir a nuestra


Santa Fe Católica a ciertos indios de Dulcino y de la Ciénaga y de otros
pueblos pacíficos, que todos son ladinos y entienden la lengua española,
los cuales contratan con los de la Sierra y son parte principal para que
los otros se hagan domésticos, se comenzó por ellos, y así se
construyeron iglesias en sus pueblos" (Licenciado Montaño, 1554, Friede
1975. T. II: 212).
Acumulación de restos de bibaluos en un basurero
del sitio de Marmorón.

De acuerdo a un censo que se hizo en 1626 en la encomienda de


Durcino había 20 indígenas, igual población había en Gaira (Restrepo,
1975: 242); el caso es que un siglo después Durcino desapareció, de
acuerdo al censo de 1743, en él sólo había cinco indios útiles, dos chinos
y un jubilado. Durcino se incorporó entonces al pueblo de San Jacinto de
Gaira (Bermúdez 1981: 83). Las salinas durante la conquista y colonia
siempre fueron explotadas por los indígenas y estos pagaban un tributo.

En el caso de Pozos Colorados, dichas salinas fueron visitadas por el


gobernador José Mozo de Latorre (1714), quien propuso que a los
indígenas se les eximiera del tributo para que así continuarán elaborando
la "sal de espuma" (Cf: Restrepo 1975: 321-3-2; Vargas, 1948; 72). En
cuanto a información sobre producción de sal queda pendiente para la
investigación etnohistórica. Pero con respecto ala pregunta ¿cuándo se
pudo iniciar la producción de sal de Pozos Colorados? Se puede dar
respuesta pero partiendo del siguiente supuesto:

- La cultura material (cerámica, líticos, restos de fauna) depositados


estratégicamente en un sitio asociado a una salina, reflejan su historia de
explotación. En Pozos Colorados se excavaron en total tres cortes; la
mayor deposición cultural fue de 70 cms. de profundidad. Pozos
Colorados estaría ubicado de acuerdo a la cerámica a partir del siglo X;
no hay ningún fragmento cerámico que sugiere una ocupación más
antigua. El material cerámico corresponde al definido por Mason como
"Tairona" (1939) y por Reichel Dolmatoff como Tairona 11 A (1954 A),
con las lógicas variaciones regionales. Sin duda se trata de un sitio que
fue ocupado permanentemente; probablemente alternó la explotación de
la sal (actividad temporal) con la agricultura, aprovechando una llanura
fértil cerca al sitio, además de la pesca coma " actividad temporal.

En cuanto a los tipos de entierros identificados en Pozos Colorados se


tiene evidencia de los siguientes:

- Entierro simple en una fosa

- Entierro secundario en vasijas negras con tapa roja, en vasijas negras


denominadas "osarios", ollas globulares de uso culinario con una vasija
de triturar alimentos como tapa.

En donde quedaba el propio pueblo Durcino, barrio La Paz, es común el


entierro secundario pero depositando restos cremados. La incineración
es una práctica funeraria no registrada hasta ahora en esta área. Algunos
de estos entierros se han encontrado con artefactos de hierro.

Discusión

La parte baja del río Gaira tiene una secuencia regional en la que
tentativamente se pueden identificar tres fases, estas son:

Fase Puerto Gaira (? A. de C. - VII D. de C.)

Fase Mamorón (VI - X D. de C.)

Fase Pozos Colorados o Durcino (X-XVI D. de C.)

Como parte esencial de la investigación, está la confrontación de las


hipótesis que guiaron el desarrollo del proyecto de investigación; en
ningún caso los resultados son suficientes para rechazar o confirmar una
hipótesis, solo con la acumulación de evidencia se pueden descartar o
aceptar.

La primera hipótesis trata sobre la existencia de los desarrollos


regionales divergentes para el período clásico basado en un origen de
tradiciones comunes donde la variación obedece a la especialización de
las aldeas, a su paralela complejización política y económica como parte
del proceso de formación de los cacicazgos. Los resultados de Puerto
Gaira plantean otra cosa diferente al relacionarlos con los de Cinto y es
que los desarrollos complejos del período clásico tienen su base en una
ámplia gama de tradiciones diferentes, independientes, propias de áreas
vecinas y locales que se van integrando en una clara tendencia a la
unidad o creación de un complejo cerámico. Constituyéndose así la
cerámica que se denomina como "Tairona". Las variaciones del período
clásico son mínimas en el litoral, puesto que mientras para el período
"temprano" las variaciones regionales alcanzan el nivel de las clases
cerámicas, para el período clásico se reduce al de simplemente formas,
variación que debe tener más relación con la función local y unidades
socio-políticas regionales.

De acuerdo a lo señalado el problema de identificación de un origen de la


llamada "Cultura Tairona" es más complejo, ya que es difícil definir el
grado de influencia que pudieron ejercer las áreas vecinas, dado el
desconocimiento que se tiene de muchas áreas arqueológicas vecinas
para dicha época y antes. Se necesitan definiciones regionales más
precisas con el fin de tener un cuadro de referencia más ámplio.

Entierros de infantes, utilizando vasijas de uso


culinario y copas con bases
abulbadas perforadas como tapa.

Otra hipótesis propuesta (Vr. Oyuela 1986c), era con respecto a los
inicios de las construcciones megalíticas en la región baja del río Gaira.
Esta se basaba en la hipótesis de Bray (1984) sobre la formación de los
cacicazgos en la llanura del Atlántico. La hipótesis guía del proyecto
proponía el inicio de formación de los cacicazgos en esta área a
comienzos de la era cristiana, dándose la construcción de infraestructura
(terrazas, muros, caminos) en torno al siglo VI. Los resultados de
Mamorón coinciden tentativamente con dicha hipótesis, al igual que la
fecha de C14, asociada en uno de los cortes a una estructura; es
posiblemente un buen marcador de los inicios de las construcciones
megalíticas en Mamorón (550 D. de C. +/ - 70, Beta- 21799).
En cuanto a la formación de los cacicazgos, Puerto Gaira sugiere, dada
su falta de unid ad en cuanto a la cultura material, una organización
tribal. De ser cierto esto, el cacicazgo como forma de organización
surgiría al final de Puerto Gaira y comienzos de Mamorón.

Con respecto a la relación entre la producción de sal y la formación de


los cacicazgos, en el caso de Pozos Colorados, esta fue explotada
probablemente a partir del siglo X, o sea muy tarde, ya que antes del
siglo V, era imposible su explotación debido a las razones ecológicas
expuestas anteriormente. Esto implica que la sal no desempeñó un rol
significativo en el proceso formativo de los cacicazgos, por lo menos en
la región de Gaira. Es necesario ampliar dicho estudio a las antiguas
salinas indígenas de Chengue, Ciénaga e islas de Salamanca.

Como resultado de las excavaciones y especialmente de los resultados


de la prospección se derivan varias propuestas de carácter cultural, que
toman sentido en una perspectiva diacrónica, por ejemplo el cambio en el
patrón de asentamiento. Los sitios arqueológicos tempranos detectados
están ubicados en zonas altas a la orilla del mar, es el caso de Tahití,
Puerto Gaira e incluso Cinto. Su relación es directa con el mar y sus
recursos; dadas las condiciones ecológicas del momento, dichos sitios
estaban rodeados posiblemente por mangle, favoreciendo una mayor
producción de recursos. Con el cambio que se da por el descenso del
nivel del mar (Van der Hammen & Noldus 1984), dichos sitios pasaron a
configurar un paisaje similar al actual, quizás más pantanoso,
acompañado de una disminución de recursos al desaparecer el mangle.
El caso es que el patrón de asentamiento cambió, las aldeas se
localizaron en torno al valle de Gaira o valle interno, por ser esta zona
potencialmente más productiva que el mar, especialmente cuando
recursos como el pescado tienen ciclos estacionales muy definidos que
impedirían mantener una población mayor que la persistente en la fase
Puerto Gaira. Lo cierto es que a la llegada de los conquistadores en la
ensenada de Gaira no había aldeas a la orilla del mar, todos los pueblos
estaban "tierra adentro" en el valle. De acuerdo a las crónicas, los
pueblos eran pequeños, de veinte y cuarenta bohíos (Oviedo, 1959: 230-
232; Gomara, 1954: 124-125; Anónimo, 1916).

La complementación entre pescadores y agricultores que existió en la


región del Parque Tairona, no se dio en Gaira, debido a cierto
determinismo ecológico que lo impidió. Rostworowski (1981: 86) propone
en el caso del Perú entrar a ver los enclaves de la costa no solo en un
sentido vertical como tradicionalmente se ha hecho, sino horizontal, dada
la existencia de variaciones significativas, que en el caso de Gaira es
claro.

Para finalizar existe un documento muy revelador de Gaira:

"Antes que la tierra fuese repartida fuimos al valle de Gaira a visitarla con
el dicho gobernador, y diéronle cierta cantidad de oro, el cual tomó para
sí, y viendo que era tierra muy buena, señaló todo el valle para sí, como
se lo tiene hasta hoy día, y esta dicha tierra es a legua y a dos leguas lo
más lejos. Y por haberles sacado muchas veces mucha cantidad de oro
y tan amenudo, rostro a rostro yendo a pedirles más, habrá dos meses
que se levantaron al monte tres caciquez los más principales de toda esa
tierra, por lo cual ha perdido harto Santa Marta. Juan de Cueto, et. al.
1531. (Friede, 1955, tomo II, 224 Cf. tomo IV.- 132).

BIBLIOGRAFIA

Anghiera, Pedro Mártir De. Década segunda del Nuevo Reino de


Granada. "En fuentes históricas sobre Colón y América" : Editado por
Joaquín Torres Asencio, Tomo 11. Madrid, 1982.

Angulo Valdes, Carlos. Colecciones arqueológicas superficiales de


Barranquilla y Soledad. Divulgaciones etnológicas. Vol. III, Nos: 107-143.
Barranquilla, 1954.

-La tradición Malambo. Fundación de Investigaciones Arqueológicas del


Banco de la República. Bogotá, 1981.

Anónimo. "Relación del descubrimiento y población de la Providencia de


Santa María-. (?) En: Relaciones Históricas de América, primera mitad
del siglo XVI, publicadas por la Sociedad de Bibliófilos españoles, 1916.

Ardila, G. (EPAM). Arqueología de rescate: Areas de Patilla y el Paredón.


Epam, Ltdá. Carbocol S.A. Bogotá, 1984.

Bermúdez Bermúdez, Arturo F. Materiales para la historia de Santa


Marta, Banco Central Hipotecario, Bogotá, 1981.

Bischof, Henning. "Contribuciones a la cronología de la cultura tairona" :


Actas del XXXVIII Congreso Internacional de americanistas. pp. 261-269.
Stuttgart/ Munchen, pp. 261-269, 1969.
. Indígenas y españoles en la Sierra Nevada de Santa Marta, siglo XVI.
Rev. Colombiana de Antropología. Vol. XXIV, (1982-1983), Bogotá, 1984.

Botero, Leonor. "Observaciones sobre una población de Strombus gigas


L. en la ensenada de Neguange, Caribe Colombiano". An. inst. Inv. Mar.
Punta Betín No. 14, pp. 47 - 66. Santa Marta, 1984.

Bray, Warwick. "Across the Darien Gap: A Colombian view of Isthmian


Archaeology" En: The archaeology of lower Central America, editado por
f. w. langel/ D.E. Stone (Ed.) Albuquerque University of New Mexico
Press, pp. 305-338, 1984.

Bula Meyer, Germán. "Algas marinas benticas indicadoras de un área


afectada por aguas de surgencia frente a la Costa Caribe de Colombia':
An: Inst. Inv. Mar. Punta de Betín, No. 9, pp. 45-71, Santa Marta, 1977.

Cadavid, G., Herrera de Turbay, L. F. Manifestaciones culturales en el


área tairona. Informes antropológicos, No. I Instituto Colombiano de
Antropología, 1985.

Cleff, Antoine M. "Synopsis of the coastal vegetation ofthe Santa Marta


Area". en: stud, on trop. Andean Ecosist. 2. Editado por T. Van Der
Hammen y P. M. Ruiz. CRAMER. cap. 18. pp. 423-440. Berlín-Stuttgart.
1984 (1986).

Cosel R. Von. Lista preliminar de los moluscos de la Ciénaga Grande de


Santa Marta. Mitt Inst. Colomb. Alemán. Cien 7: 47-56 (1973).

Friede, Juan. Documentos Inéditos para la Historia de Colombia.


Academia Colombiana de Historia, Bogotá, 1955.

Fidalgo. Sobre la formación de la expedición Fidalgo y sus labores en la


costa de Santa Marta. Boletín de la Sociedad Geográfica de Colombia.
Vol. III, No. IV: 278-304, Bogotá, 1936.

Gómara López de Francisco. Hispañía Victrix. Primera y Segunda parte


de la Historia General de las Indias. Editorial Ibérica S.A., Barcelona,
1954.

Gónzalez Afanador, Edith. Los habitats costeros de los juveniles de


peces en la región de Punta Gloria a las Islas de Salamanca, Caribe
Colombiano ". An. Inst. Inv. Mar Punta de Betín. No. 14, pp. 135-156.
Santa Marta, Colombia, 1984.
Hernández, Armando (editor). Desarrollo de la pesca en la región de
Santa Marta. Colciencias. CIID, FES. Editorial Guadalupe, Bogotá, 1986.

Herrmann, Reimer. Las causas de la sequía climática en la región


costanera de Santa Marta, Colombia. En: Rev. de la Aca. Col. de Cien.
Exact. Físicas y naturales, Vol. 13, No. 42 Bogotá, 1970.

-Análisis Hidrológico y División Hidrológica de la parte Noroccidental de


la Sierra Nevada de Santa Marta. En: stud. on trop. Andean Ecosist. 2
editado por T. Van der Hammen y P.M. Ruiz. Berlín, Stuttgart. 1984
(1986).

Koster, F., Guerrero, G., Rios, F. Las fibras del Majaguo.


Pseudobobaxseptenatum (Jarq). En las artes de pesca de
Taganga/Santa Marta, Colombia. An. Inst. Inv. Mar Punta de Betín No.
10, 63-68 Santa Marta, 1978.

-Técnicas de Elaboración y "curado de cuerdas de Currican para la


pesca en Taganga, Santa Marta, Colombia". An. Inst. Inv. Mar. Punta de
Betín No. 11 pp. 87-96, Santa Marta, 1979.

Langebaeck, Carl H. Periodización arqueológica en la hacienda Papare,


Departamento del Magdalena. Boletín Museo del Oro, No. 17: 101-103,
Bogotá, 1986.

Márquez, G. E. Los sistemas ecológicos marinos adyacentes a Santa


Marta. Caribe Colombiano. Ecología Tropical 2 (1): 5-24, 1982.

-Los sistemas ecológicos marinos del sector adyacente a Santa Marta.


En: Ecología Tropical 2 (2): 60-64, 1983.

-Guillot G. La vegetación marina del Parque Nacional Tairona. Costa


Caribe, Colombiano, II tipos de vegetación. An. Inst. Inv. Mar. Punta
Betín. No. 13 pp. 17-51. Santa Marta, 1983.

Mason, J. Alden, Archaeology of Santa Marta Colombia. The Tairona


Culture. Field Museum of Natural History, Anthropological series, Vol 20
No. I-3 Chicago 1931, 1936, 1939.

Mendoza Tolosa, Enrique. El puerto, estudio socio-económico de una


comunidad de "campesinos-pescadores". Tesis de grado, Departamento
de Antropología, Universidad de los Andes. Enero 1973.
Murdy, Carson N. Cangarú: una economía marítima prehistórica en la
Isla de Salamanca (Departamento del Magdalena) Informes
Antropológicos No. 2, pp. 3-38, Bogotá, 1986.

Oyuela Caycedo, Augusto. La cerámica tairona del Alto Buritaca, Sierra


Nevada de Santa Marta, Informe Semestre de Campo. Fundación
Cultural Tairona-Uniandes, (Inédito), 1983.

-Las fases arqueológicas con las ensenadas de Nahuangue y Cinto,


Parque Nacional Natural Tairona. Tesis de grado, Uniandes, Fundación
de Investigaciones arqueológicas del Banco de la República, 1985.

-Excavación de un basurero en Ciudad Perdida, Sierra Nevada de Santa


Marta. En: Boletín de Arqueología, Fundación de Investigaciones
arqueológicas nacionales, Año I, No. I: 28-37, Bogotá, enero 1986a.

-Contribución a la periodízación cultural en el litoral del Parque Tairona.


En: Boletín de Arqueo- logía. Fundación de Investigaciones
Arqueológicas Nacionales. Año 1, No. 2: 24-28, mayo 1986b.

-Von der Tairona-Kultur zu den kogi. Eine interpretation der


Kulturwandels. En: Tairona- Gold Schmiede. Editado por el
Hamburgisches Museum fur Volkerkunde 1986c. Publicado en español:
De los Tairona a los Kogi: una interpretación del cambio cultural, Boletín
Museo del Oro, No. 17: 32-41, Bogotá, 1986c.

-Implicaciones de las secuencias locales y regionales en aspectos


culturales de los taironas '; ponencia presentada en el XLV Congreso
lnternacional Americanista (Bogotá, 1985) .Chiefdoms of America.
Editado por Drennan R. Uribe C. University Press of America, Lanham
U.S.A. 1987.

Oviedo Fernández de, Gonzalo. Historia general y natural de los indios,


isias y tierra firme del mar océano. Biblioteca de autores españoles,
Tomo III, Madrid, 1959.

Palacios, Jaime. Variación de la fauna de invertebrados del área


estuárica de la Ciénaga Grande de Santa Marta en relación con los
cambios de salinidad. An. Inst. Inv. Mar. Punta de Betín No. 10: 111-126.
1978.

Pardo Rosas, Gabriel. La vivienda y su marco cultural en una comunidad


pesquero-agrícola de la Costa Atlántica Gaira-departamento del
Magdalena. Rev. colombiana de antropología, vol VI, Bogotá, 1958.
Pérez, C. Estudio ecológico para el manejo de las cuencas de los ríos
Gaira y Manzanares de la Sierra Nevada de Santa Marta, Rev. Acodal.
Año Vi. No. 15: 5-71, Bogotá, 1962.

Rangel O. Cleef, A. Van Der Hammen, T. Jaramillo R. Tipos de


vegetación en el trancecto Buritaca la cumbre, Sierra Nevada de Santa
Marta. (entre 0-4. 100 m.s.n.m.). Colombia Geográ- fica, Vol. X No. 1 pp.
1-18, Bogotá, 1982.

Reichel Dolmatoff, G., Dussan A. Investigaciones arqueológicas en el


departamento del Magdalena. Boletín de Arqueología Vol. III No. I-6
Bogotá, 1951.

-Contribución a la arqueología del Bajo Magdalena (Plato, Zambrano,


Tenerife) Divulgaciones etnológicas Vol. 111, No. 5, 145-164,
Barranquilla, 1954.

Reichel Dolmatoff, Gerardo. A preliminary Study of Space and Time


Perspective in Northern Colombia. American Antiquity, Vol. 19, pp. 352-
366, Salt Lake City. 1954.

-Investigaciones arqueológicas en la Sierra Nevada de Santa Marta.


Parte I y 2 Vol. 2 y 3 No. 2 pp. 145-206; 141-170. Bogotá, 1954.

-Arqueología de Colombia. Un texto introductorio. Fundación Segunda


Expedición Botá- nica. Bogotá, 1986.

Restrepo Tirado, Ernesto. Nueva Salamanca de la Ramada. En: Bol, de


Historia y Antiguedades, Vol. XXX, No. 247/ 8 pp. 959-62, Bogotá, 1943.

-Historia de la provincia de Santa Marta. Colcultura. Bogotá, 1975.

Rostworowski de Diez Canseco, María. Recursos naturales renovables y


pesca. Siglos XVI y XVII. Instituto de Estudios Peruanos, Lima, 1981.

Van Der Hammen, Thomas. Ensayo de un esquema en tiempo y espacio


de la vegetación y el medio ambiente en el noroeste de Suramérica. Rey.
Acode. Col. de Ciencias exactas, Físicas y Naturales, Vol. 13, No. 52,
Bogotá. 1970.

-Datos eco-climáticos del trayecto Buritaca y alrededores (Sierra Nevada


de Santa Marta). pp. 45-46. En: Stud on trop. Andean Ecosist. 2 editado
por T. Van der Hammen y Pedro M. Ruiz, cap. 4, Cramer Berlín Stuttgart
1984 (1986).
-Datos sobre la historia de clima, vegetación y glaciación de la Sierra
Nevada de Santa Marta. En: Stud on trop. Andean Ecosist. 2 editado por
T. Van der Hammen y P.M. Ruiz, Cramer cap. 26 pp. 561-580. Berlín
Stuttgart (1984) 1986.

Vargas, Marco Tulio. Anotaciones Históricas del Magdalena, Editorial


Lumen, Bogotá, 1948.

Vélez, María Margarita. Distribución y Ecología de los Majidae


(Crustácea: Brachyrra) en la región de Santa Marta, Colombia. An. Inst.
Inv. Mar. Punta de Betín No. 9 pp. 109-140. Santa Marta. 1977.

Werding, B., Erhardt, H. Un encuentro de Madracis Myriaster en la Bahía


de Santa Marta, Colombia. An. Inst. Inv. Mar. Punta de Betín. No. 9. pp.
105-107, Santa Marta, 1977.

Wynn T., Jack. Buritaca Ceramic Chronology: a seriation from the


Tairona area, Colombia (inédito). Tesis para optar el título de doctor.
Universidad de Missouri. Mayo, 1975.

1
La presente investigación no hubiera sido posible sin la valiosa ayuda brindada por el doctor Luis Duque Gómez y la
doctora Luisa F. Herrera, igualmente ha sido invaluable la ayuda de Manuela Fisher, mis padres y mi
hermana.

2 En el área del litoral de la Sierra Nevada se tiene información de los cronistas sobre la existencia de canales de riego
en las zonas planas de Gaira (Angleria, 1982: 342) y de Acequías en la Nueva Salamanca de la
Ramada (Restrepo, 1943: 861).

3
El porcentaje promedio de dicha cerámica en los cortes I y II es de 17.6% de una muestra de 10.572 fragmentos.

Potrebbero piacerti anche