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Informe de lectura: A Post Modernist Thucydides? W. R.

Connor ,The Classical Journal, Vol. 72, No. 4. (Apr. - May, 1977), pp.
289-298.

Diferentes estudios que abordan la obra de Tucídides han contribuido


a replantearnos la visión de quien fuese considerado como el gran modelo
de historiografía científica, distanciándolo de dicha postura. En este sentido
han contribuido las críticas al positivismo en los estudios sobre Tucídides
planteadas por H. P. Stahl, y las propias circunstancias históricas, como la
guerra de Vietnam, las cuales han puesto en tela de juicio la posibilidad de
la neutralidad tanto de los individuos como de las instituciones.
Afirmaciones como “dejar que los hechos hablen por sí mismos”, o “el valor
de la objetividad” son hoy cuestionadas.

Sin ahondar mayormente en las causas Connors nos ilustra cómo la


nueva dirección en los estudios sobre Tucídides pone su acento en la
implicación emocional de Tucídides en los eventos sobre los que él escribe.
Ilustra esta nueva visión el que a juicio de Connors constituye uno de los
primeros y más estimulantes ensayos que reflejan este acercamiento: “La
personalidad de Tucídides” de Glen Bowersock. En él se recalca la agitación
y el espíritu apasionado y aproblemado de Tucídides, antes que su
serenidad o lúcida objetividad. Esta preocupación fue compartida por Adam
Parry en su ensayo “La perspectiva histórica de Tucídides” en Yale Classical
Studies de 1972, en que La Historia de la guerra del Peloponeso de
Tucídides es vista como un trabajo intensamente personal y trágico. En esta
misma dirección se encuentra el ensayo de J.R. Grant “Toward Knowing
Thucydides” en que se enfatiza el artista en Tucídides, más que el Tucídides
científico. Aunque Tucídides como artista no es un descubrimiento nuevo,
los antiguos a menudo subrayaban el pathos de su trabajo.

Esta lectura modernista de Tucídides es relacionada por Connor con


las tensas circunstancias históricas de la Guerra Fría, con su contínua
amenaza de una Guerra Atómica. Son estas circunstancias las que llevaron
a sobreestimar a un Tucídides que podía vivir a través de los eventos de su
época e informarlos con exactitud y desapego mientras mantenía su
sanidad de pensamiento y claridad de visión. Esta lectura de Tucídides tenía
sentido en esas circunstancias. Sin embargo, se consolidó esta imagen de
un Tucídides modernista: observador desapasionado y desapegado.

Lo más valioso, a juicio de Connor, en estos nuevos aires en los


estudios sobre Tucídides, es ir más allá de la consideración de Tucídides
como un artista, para adentrarnos en la comprensión de su arte. El arte de
un escritor de intensas y complejas emociones, que busca implicar al lector
en ellas. Un escritor comprometido con los eventos que narra.

Connor nos advierte sobre los peligros de transformar este cambio de


perspectivas respecto de la objetividad en un nuevo cliché: el del rechazo
absoluto a la objetividad. A.M. Parry en "Thucydides' Historical Perspective"
señala que cuando los sucesos se plantean como versiones probables, se
tiene una relación de objetividad respecto a la historia. Pero cuando en
forma acrítica se plantean los sucesos como realmente ocurridos de la
manera como son narrados, se le imponen al lector los supuestos y las
interpretaciones del autor. Esto último sería lo que habría pasado con la
lectura de Tucídides.

Existen estudios críticos que han apuntado a estas debilidades de


Tucídides como historiador. Este es el caso del libro “Thucydides The Artful
Reporter” de Hunter, en el cual la autora muestra las improbabilidades
históricas en Tucídides, planteándolas a continuación como méritos
literarios; muestra que existen muchos razonamientos posteriores a los
hechos, por lo que le es posible a Tucídides convertir, por ejemplo,
resultados en propósitos, como en el caso de la actuación de Archidamos.
La intencionalidad del análisis de Hunter está encaminada a encontrar el
patrón tras los acontecimientos, las estructuras recurrentes
(“paradeigmata” en términos de Hunter) que revelen la verdadera
naturaleza de la Historia de Tucídides. De esto se deduce que no debemos
juzgar a Tucídides por un criterio estrecho de precisión histórica si no por los
grandes objetivos filosóficos y artísticos a los cuales aspiraba.

Coherente con esta idea, el arte que aparece del análisis de Hunter
es un lienzo lleno de “tipos humanos”, personajes arquetípicos: por ejemplo,
señala a aquellos quienes juegan el rol de trágicos previsores, hombres
mayores experimentados como Archidamos y Nicias; hay estadistas como
Themistocles, Pericles y Hermócrates, todos los cuales evidencian
formidables poderes de predicción (pronoia); hay hombres quienes rechazan
gnome o logismos, razón e intelecto y representan emociones y pasiones.

Esta visión coincide con la planteada por Cornford en su libro


“Thucydides Myrthistoricus” (London 1907). Ambos, Cornford y Hunter,
sostienen que esas personificaciones son los participantes de un gran
drama. Cornford llamó a esto la “Tragedia de Atenas”. Si bien Hunter está
de acuerdo, recalca la analogía con un “ciclo de la moral”, es decir, a la
manera de una teoría cíclica herodoteana de la historia, pero despojada del
componente mítico.

El sentido de que Connor proponga el libro de Hunter para ilustrar su


análisis, es que aunque no representa todas las tendencias postmodernistas
en los estudios recientes sobre Tucídides, provee una clara ilustración de
dos de ellas:

• Es un buen ejemplo del quiebre de la vieja reconciliación entre


Tucídides el artista con Tucídides el historiador.
• destaca el reciente interés en Tucídides como un pensador moral.

Ha existido un considerable acuerdo respecto de la imagen de Tucídides


como un admirador del poder, un pragmático, excento de una moralidad a
la manera de Esquilo o Heródoto. Pero discusiones recientes han supuesto
una estrecha afinidad con Heródoto. El tenor de los recientes estudios han
destacado su preocupación por la moralidad y la ética.

En un nivel superficial por lo menos prevalece el consenso de que


Tucídides era no sólo un moralista, sino uno muy convencional. Lowell
Edmund en su ensayo "Thucydides' Ethics as Reflected in the Description of
Stasis” realiza un paralelo entre la descripción de la revolución Corcireana
en el libro tres de la Historia y Los Trabajos y los días de Hesíodo, y
concluye que el análisis ético (de Tucídides) refleja no un “científico” si no
un pensador que sigue los cánones de la tradición. Si Edmund está en lo
correcto, el escritor que solemos pensar como uno de los mejores ejemplos
de “ilustración griega” resulta ser un vocero del pesimismo arcaico. En la
visión planteada por Hugh Lloyd-Jones en sus conferencias Sather, La
justicia de Zeus, destaca la continuidad y homogeneidad del pensamiento
griego en los períodos arcaico y clásico, afirmando que el mundo de
Tucídides es “un mundo de la religión tradicional griega”.

Nuevos puntos en discusión

Dentro de la obra de Tucídides asuntos como su visión respecto del


imperio, la democracia, o la actuación de ciertos líderes políticos hace que
los consensos respecto a su obra se desvanezcan. La dificultad para hacer
frente a este problema es, en parte, de método.
Al considerar a Tucídides como un historiador objetivo se da a sus propias
visiones sólo una importancia periférica. En la búsqueda por encontrar un
principio inequivoco en su obra o una figura que permitiera , a través de
ella, juzgar otras figuras y situaciones, surge la consideración del encomio
de Pericles en 2.62, como este principio, con un amplio rango de
implicaciones. Desde aquí Tucídides se convierte, como Wade-Gery lo llamó,
en “el devoto discípulo” de Pericles y los juicios de estrategias, eventos y
líderes se convierten en la búsqueda por “el verdadero representante de la
tradición de Pericles”.

Este método resulta muchas veces inadecuado. Dado que las


declaraciones de Tucídides poseen un alcance limitado, entrando muchas
veces en contradicción con otras declaraciones explícitas en otras partes de
la Historia. Ya no aparecen como buenos principios irrefutables.

Se han intentado otros dos acercamientos a esta cuestión. Uno es el


cuidadoso estudio de las declaraciones y sus secuelas con vista a
determinar hasta qué punto el relato confirma o refuta las declaraciones. El
método fue desarrollado por Romilly, especialmente en Histoire et raison, y
ha ganado muchos adeptos americanos en los años recientes y producido
resultados significativos.
El segundo método es ambos, viejo y nuevo. Es el cuidadoso estudio
de los términos de Tucídides, especialmente el contraste entre
agrupaciones de conceptos como “pasión” y “razón”, “oportunidad” e
“inteligencia”. El origen de este método en los estudios de Tucídides
regresa a Cornford quien subrayó la importancia de términos clave como
Gnome, Peitho y Tyche en la acción de la Historia y sobre la naturaleza y
conducta humanas. Dicho método se nutre de los avances de la teoría
semántica, como lo muestra el estudio de Hunter Rawling de prophasis y
otros términos relacionados.

Oportunidad e inteligencia de Lowell Edmunds no explota los recursos


de la lingüística moderna pero es un meticuloso estudio, en una forma
tradicionalmente filológica, de la antítesis gnome/tyché. Esto muestra que
Pericles, los espartanos y Nicias están todos caracterizados en términos de
antítesis y que el contraste es importante en el propio pensamiento de
Tucídides. La pregunta fundamental es saber dónde se situaba Tucídides en
estos temas, significativos en la medida en que inciden sobre muchas de
nuestras conclusiones acerca del sentido más amplio de la Historia.
Pero Edmunds no se hace eco de las nuevas tendencias
posmodernas. La critica de Connors apunta a la falta de profundidad en el
análisis de la posición misma de Tucidides al rol de la razón y la oportunidad
y sobre las preguntas relacionadas a la inevitabilidad y utilidad de la
historia. La mayor contribución de este libro a esas interrogantes viene de
un estudio del uso en Tucídides del vocablo tyché y sus terminos
relacionados. A juicio de Connors dicho estudio tendría mayores
implicancias si se arriesgara más en sus apreciaciones, como por ejemplo,
en relacionar el uso de tyché y su conexión con la derrota, o en desentrañar
si Tucídides nos muestra la confianza de Pericles en la gnome para ilustrar
sus peligros. Pero el texto no da luces en estos asuntos.
La atención de Edmunds se vuelve sobre la distinción entre los
principios historiográficos de Tucídides y sus puntos de vista de la historia.
Los primeros son Pericles y el racionalismo, esto es, ellos evitan la
dependencia en tyché como principio causal. Los segundos no tienen que
ver con Pericles y enfatizan el rol de tyché en la alteración de los cálculos
racionales sobre el curso de los eventos.

Así, Tucídides el artista puede permanecer como seguidor del


racionalismo de Pericles en cuanto a la elaboración y presentación de su
material; y, Tucídides el pensador, es libre de perseguir una interpretación y
explicación de los eventos que enfatice el poder de lo irracional.

Pero, a juicio de Connors, estas conclusiones plantean mayores


preguntas y la necesidad de nuevos análisis sistemáticos.

Conclusión

Es un hecho evidente que existe un nuevo impulso en los estudios


acerca de la Historia. Se vuelve a las preguntas básicas, cuyas anteriores
respuestas que destacaban el objetivo racional y ciéntífico de Tucídides ,
hoy no resultan satisfactorias.

Una vez que se ha reconocido que los hechos nunca hablan por sí
mismos, sino que representan elecciones y puntos de vista del autor, por lo
que se vuelve necesario desentrañar los principios de ese autor para el
entendimiento de su trabajo.

La explicación de esos principios y la exploración de sus efectos es


ahora, seguramente una de las mayores tareas que espera a los estudios
sobre Tucídides. Connor nos plantea ciertas lecciones básicas a considerar
en esta tarea: no confiar excesivamente en las declaraciones explícitas de
Tucídides ya que muchas de ellas nunca tuvieron la intención de llevar una
mayor carga interpretativa; y, que el texto de Tucídides es, a menudo, el
mejor comentario sobre sí mismo.

Existe ya un camino trazado en el cual se debe seguir profundizando


a través de los avances de los estudios linguísticos, de la relectura del texto,
fijando nuestra atención en aspectos antes deshechados como las
emociones, podremos obtener nuevas e importantes lecciones acerca de la
Historia.

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