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Introducción

El milagro aparece en nuestra vida siempre como algo extraordinario, irrumpe en nuestra rutina
de manera inesperada en más de una ocasión y supone una transformación, en algunas ocasiones
de las circunstancias, y en otras de nuestro ser pensante y responsable.

Recuerdo el milagro que transformó las circunstancias pero sobre todo la vida de Pedro y de
Juan, (Lucas 5:1-11), protagonistas de la historia de hoy. Pedro y Juan eran pescadores, tras una
dura y larga jornada de trabajo sin resultados, se encontraron con Jesús de Nazaret y una gran
multitud que se agolpaba para escuchar la Palabra de Dios, fue entonces cuando Jesús se dirigió
a Pedro para pedirle que le permitiera subirse a su barca para enseñar desde ella a la gente.
Cuando terminó de hablar a la multitud le dijo a Pedro, entonces Simón, boga mar adentro y
echad vuestras redes para pescar. No sé lo que tenían las palabras de Jesús y el impacto que
produjo en este hombre que después de una larga y dura jornada de trabajo sin resultados volvió
a echarse a la mar a pescar, lo cierto, es que el milagro se produzco y recogieron gran cantidad
de peces y tuvieron incluso que ser ayudados por sus compañeros. Frente a esta experiencia uno
puede pensar que todo fue fruto de su destreza como pescador, al fin y al cabo, Jesús era un
carpintero, ¿qué iba a saber de peces?

Una vez en tierra Pedro se arrodilló y convencido de pecado reconoce su indignidad y que lo
ocurrido allí y Jesús eran algo extraordinario que había irrumpido en su vida rutinaria y
ordinaria, que iba a cambiar su vida, dejando de ser pescador de peces para convertirse en
pescador de hombres, la Escritura declara que lo dejaron todo para seguirle.

Pedro y Juan volvieron a vivir una situación similar cuando Jesús murió, el dolor y la decepción
fue tal que lo única salida que vieron en ese momento fue volver a pescar (Juan 21:1-19).
Estando pescando Jesús resucitado se les apareció en el mismo lugar, el mismo suceso, una pesca
milagrosa, las mismas personas, de nuevo lo extraordinario transformó la rutina de los
discípulos, convirtiéndoles en los apóstoles que comisionados por Cristo siguieron cumpliendo
su misión en la tierra.

¿Cuántos milagros se producen en nuestra vida que transforman nuestra vida ordinaria en algo
extraordinario? ¿En nuestra vida, familia, trabajo, etc.?

DESARROLLO

Hechos 3:1-10

Nos encontramos ante el primer milagro realizado por los apóstoles, su presencia en el libro de
los hechos le proporciona cierta relevancia. Este acontecimiento es recogido por Lucas el autor
del libro, entre dos discursos de Pedro, el primero tuvo ocasión después de la experiencia de
Pentecostés y cómo resultado del mismo, 3000 hombres sin contar mujeres y niños, se
incorporaron a la iglesia, el segundo discurso propicia el primer arresto de los apóstoles, el
resentimiento de los grupos que conformaban el Concilio por enseñar al pueblo y predicar al
Cristo resucitado de los muertos, les llevó a su detención pero no impidió que muchos de los que
habían oído la palabra creyeran, el número de hombres era de 5000. ¡Impresionante! Fue este
milagro lo que dio pie al segundo discurso de Pedro.

Rompiendo la rutina

Pedro y Juan se dirigían al lugar acostumbrado, en la hora acostumbrada a realizar su oración de


costumbre, igualmente, el cojo era llevado como siempre al mismo lugar de cada día para
realizar la misma actividad que le permitía subsistir, es decir todo forma parte de lo cotidiano y
ordinario de la vida de sus protagonistas, de repente, a Pedro y Juan les llama la atención el cojo
que todos los días pide a la puerta del templo y fijan sus ojos en él, ¿Qué les llamó la atención?,
¿no era el cojo de siempre?, de repente la necesidad de aquel hombre que formaba parte de la
rutina del templo rompe la rutina de Pedro y Juan y deciden detenerse antes de entrar al templo y
abordar el clamor de necesidad de aquel hombre. ¿Puede hoy en día la necesidad de otro romper
nuestra rutina diaria por espiritual y religiosa que nos parezca?, ¿Pueden unos simples
pescadores, hombres sin letras y del vulgo generar tanta expectación?, ¿Es posible que personas
anónimas, sin letras y del vulgo pudieran ser causa de tanto asombro y espanto?

Generando expectativas

Me llama la atención que sabiendo Pedro y Juan que no tenían ni oro ni plata y que lo que el
hombre esperaba era recibir de ellos dinero, se arriesgaran tanto demandando la atención de
aquel hombre generando expectativas en él, o estaban locos o eran unos manipuladores.

Me pregunto ¿Estamos en condiciones de demandar la atención del mundo que nos rodea?,
¿Estamos dispuestos a exponernos al público necesitado?, ¿Somos conscientes de las
expectativas que generamos en nuestro entorno cuando demandamos que nos atiendan, que nos
escuchen?

Equilibrio o Balance

Pedro y Juan no estaban locos ni eran unos temerarios desalmados y manipuladores que jugaban
con las expectativas de los demás, sino que tenían muy claro lo que aquel hombre necesitaba de
verdad y ellos podían dárselo. Ellos eran conscientes de lo que no tenían, pero eso no les
condicionaba, por el contrario sabían que tenían a Jesús, clave de su vida y de los milagros que
les transformó a ellos, y estuvieron dispuestos a compartir el poder y la gracia de Dios con él por
medio del Nombre de Jesús de Nazaret.

Lo que no tenemos ¿En qué medida nos condiciona?

Lo que tenemos ¿Somos conscientes de lo que tenemos?, ¿Qué uso estamos haciendo de ello?

¿Qué significado tiene el nombre de Jesucristo de Nazaret?

¿Qué es más fácil para nosotros, dar una limosna o mostrar el poder y la autoridad que tenemos
en el Nombre de Nuestro Señor Jesucristo?, ¿En qué situación arriesgamos más?
Acción – Reacción

Te invito a que te detengas en lo siguiente:

¿Cuál fue la acción – reacción de los que ministraron?

¿Cuál fue la acción – reacción del ministrado?

¿Cuál fue la acción – reacción de los que observaban?

Lo más importante

¿Qué fue lo más importante que sucedió aquel día para cada uno de los protagonistas?

¿Qué sucedió en aquel lugar según la perspectiva de cada uno de los protagonistas?

¿Qué cambió para cada uno de ellos?

Conclusión

Ser conscientes de que nuestra rutina se puede ver interrumpida por el Señor.

Ser conscientes de las necesidades humanas, saber identificarlas y actuar en consecuencia.

Ser conscientes de que cuando actuamos en el Nombre de Jesús, le estamos representando a


Él, los méritos son suyos, dependemos de Él y su poder y autoridad está a nuestra
disposición.

Pedro y Juan ministraron a las necesidades humanas en la autoridad y poder de Cristo.

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