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La taxidermia

utensilios, substancias conservadoras,


preparación de aves, mamíferos,
reptiles, insectos, conservación
de colecciones
Javier Palaus

LA TAXIDERMIA

Utensilios, substancias conservadoras, preparación de


aves, mamíferos, reptiles,
insectos, conservación de colecciones

Editorial De Vecchi, S. A. Barcelona


-
© Editorial De Vecchi, S. A., 1977
Depósito Legal: B. 39830- 1977 / ISBN: 84-315-4112-1
Impreso en España por Talleres Gráficos «Duplex, S. A.»
Ciudad de la Asunción, 26-D, Barcelona-16, 1977
Printed in Spain

Editorial De Vecchi, S. A. — Balmes, 247. Barcelona-6, 1977 Número 71/67 del Registro de Empresas Editoriales
Introducción

La taxidermia, concepto que proviene de las palabras griegas taxi: orden, y derma: piel,
es el arte de conservar a los animales muertos —despojados de sus vísceras, carne y
esqueleto— con apariencia de vivos. Surgido a finales del siglo XVIII, y dado que los
antiguos naturalistas no parecían muy interesados en conservar las pieles de los
animales, podemos afirmar que es un arte totalmente moderno. No cabe duda de que el
hombre primitivo era conocedor de sistemas y procedimientos más o menos perfectos
en la preparación y conservación de las pieles que habrían de servirle de abrigo y otros
menesteres, pero en ningún momento tales técnicas tuvieron como finalidad un
conocimiento más profundo de los animales. El hombre primitivo anterior a la historia
escrita, empleaba la piel de los mamíferos que mataba para protegerse del frío y es muy
probable que poseyera, como decimos, ciertas nociones sobre el curtido y la preparación
de dichas pieles con el fin de hacerlas más duraderas, pero nosotros desconocemos los
sistemas que pudo haber empleado. Lo que sí es cierto es que no tuvo el más mínimo
interés en conservarlas desde un punto de vista puramente científico. Desconocedor de
los museos de ciencias naturales —el de Tolomeo Soter, en Alejandría, no contenía más
que animales vivos— ello nos confirma en la idea de que la taxidermia no le preocupaba en
demasía. Plinio, uno de los autores que escribió sobre la historia de los animales salvajes en la
antigüedad, nada dice al respecto, aunque conocemos que durante este tiempo se disecaba a los
animales para analizar sus vísceras. Así, sabemos, por ejemplo, que la anatomía del piteco,
mono del norte de Africa, fue considerada durante mucho tiempo como la equivalente a la del
ser humano.

Durante la Edad Media, los alquimistas, para excitar la imaginación de los profanos en la
materia que acudían a consultarlos, decoraban las paredes con pieles de animales desconocidos
por el vulgo, con frecuencia preparadas mediante procedimientos muy rudimentarios y que más
tarde habrían de ir a parar a casa de algún anticuario. Será a finales del siglo xviii, con el
farmacéutico Jean-Baptiste Bécoeur y su invento del jabón arsenical, cuando se producirá una
auténtica revolución en el arte de la taxidermia. Todas las pieles de su colección de pájaros de
Europa «la más numerosa y mejor conservada», según afirmación de Le Vaillant, fueron
preparadas siguiendo el método que el propio Bécoeur describiera en su Memoria instructiva
sobre la forma de preparar a los animales.

En la actualidad, todos estos procedimientos se han ido perfilando cada vez más, con lo que el
arte de la taxidermia ha alcanzado cotas rayanas en el preciosismo y lo perfecto. Tal es la
maestría de esos hombres conocidos con el nombre de taxidermistas, empeñados en hacer que
animales que un día nos asombraron por su exotismo, sigan deleitándonos después de muertos
con su belleza.

Generalidades
Utensilios y materiales para profesionales

Daremos una relación de los más empleados para la preparación de aves, mamíferos, peces,
anfibios y reptiles.
1) Utensilios

a) Para el desuello:

Un bisturí que permita cambiar el grosor de las hojas


Unas tijeras grandes y otras pequeñas Unas pinzas
Cuchillos de varios tamaños Una tijera podadera (fig. 1)

Fig.1

b) Para la preparación de las pieles: Un limpiapieles, para el curtido de pieles en grandes


mamíferos Un caballete de curtidor o cualquier soporte Un juego de cuchillos raspadores

c) Para el montaje: Unos alicates planos y otros de punta redonda.


Un corta alambres
Unas tenazas y unas tenacillas
Un auxiliar rellenador
Punzones de diverso grosor y tamaño
Un tornillo mordaza (fig 2)

Fig.2
d) Utensilios auxiliares: Agujas rectas y agujas cur vas

Pinceles de varios tamaños


Brochas de diversos tipos
Cepillos de cerda y cepillos de púas
Peines de aluminio
Una cinta métrica
Compás medidor
Peanas y escudos donde colocar el animal disecado
Martillos, serrucho, limas de «cola de ratón»
Calibrador «pie de rey»
Taladrador con juego de brocas (figs. 3, 4, 5, 6)

Fig. 3
2)Materiales
Hilo de bramante
Clavos y tornillos de distintos tamaños
Alfileres para sujetar las tiras de papel.
Barro de modelar o masilla de vidriero
Parafina para la lengua, encías, carúncula y partes
blandas
Cola de carpintero y escayola
Guata de algodón para el relleno o lana de vidrio,
también se puede emplear viruta de madera
Un juego de pinturas al óleo
Barniz y nogalina para la madera
Alambre para el montaje (véase la tabla que se ad junta)
Ojos artificiales en diversos colores y tamaños (véase
también la tabla que se adjunta) (figs. 7 y 8)
Utensilios y materiales para principiantes

La lista de utensilios y materiales que hemos confeccionado anteriormente es para el taller de un


taxidermista profesional o el de un gran aficionado. Ahora damos la relación de utensilios y
materiales imprescindibles en el taller de un principante (fig. 9).

Utensilios

Para desollar: Bisturí, tijeras de hojas curvas, un juego de cuchillos, una podadera.
Para el montaje: Alicates planos, alicates de punta redonda, pinzas, tenazas, un auxiliar
rellenador, un punzón fino, un tornillo mordaza y una percha de montaje.

Utensilios auxiliares: Alfileres, agujas de coser, pinceles, un martillo, un serrucho, una


taladradora eléctrica y una cinta métrica.

Materiales

Hilo de bramante, clavos, escayola, barro de modelar, parafina, guata, algodón, viruta de
madera, pinturas al óleo, alambres de distintos números (como el aficionado no prepara grandes
animales, seguramente le bastarán los siguientes números: 1, 2, 3, 5, 9, 15, 18); ojos artificiales
de distintos colores y números (para aves: 3, 5, 7, 8, 9, 10, 11 y 13; para los mamíferos: 3, 4, 8,
11, 13, 16).
Substancias conservadoras

Substancias antisépticas:

Las utilizaremos para impedir que las pieles entren en estado de descomposición y para
devolverles la misma flexibilidad y suavidad originales. Se emplean, según cada caso, n estado
puro o mezclado, antes de la curtición, durante la curtición y después de ésta. Se suminis,tran
indistintamente en líquido o pol’iio, y debemos advertírte que algunas de estas substancias
(jabón arsenical o cianuro potásico) son de muy elevada toxicidad. Debes colocarlas lejos del
alcance de los niños y etiquetar con claridad cada frasco. Siempre que sea posible, usa guantes
de goma. Todas las substancias destinadas a lograr la conservación de la piel deberás emplearlas
cuanto menor sea el tiempo transcurrido después de la muerte del animal, para evitar así que se
alojen en la piel larvas de insectos. Si hiciera demasiado calor o el tiempo, desde la muerte del
animal hasta que es trasladado al taller, se prolongara más de tres días, deberás desollarlo y
extraer las vísceras. Luego, colocarás en el interior del animal substancias conservadoras (sal
común o un algodón empapado en alcohol de quemar o en bórax), para evitar la putrefacción.
Si no puedes realizar el desuello y debes retrasarlo, coloca al animal en una cámara frigorífica.
Unas horas antes del desuello, dejas que se vaya descongelando lentamente.
Recuerda que, en temperaturas normales, la pieza se conservará durante dos o tres días sin
necesidad de ninguna substancia. Sin embargo, debes envolverla en un cucurucho de papel y
éste, a su vez, en una bolsa de plástico.
No te olvides, anteriormente, de aislar las plumas o el pelo y de colocar el animal en una postura
en la que ninguno de sus miembros o extremidades resulten forzados.

Substancias curtientes:

El curtido tan sólo se lleva a cabo en las pieles de los mamíferos, pues los baños
curtientes podrían dañar el plumaje de las aves. Con éstas actuaremos de distinta forma.
Existen tres tipos de baños curtientes:

a) Baño en alcohol de quemar:


Se mantiene por espacio de quince días y es apropiado para mamíferos de cualquier
tamaño. Luego, cuidarás de secar las pieles con serrín.
b) Curtido al alumbre:
Lo utilizarás especialmente para grandes mamíferos. La piel se sumerge vuelta del
revés. En las expediciones utilizarás el alumbre en polvo, aplicándolo en seco sobre la piel. Su
fórmula básica para baño es la siguiente:

Alumbre en polvo 1 Kg
Sal marina 100 g
Agua 102 g

c) Curtido al ácido:
Es el más aconsejable para las pieles destinadas a un posterior montaje. El preparado estará
basado en el ácido sulfúrico, por lo que habrás de extremar las medidas de precaución. La
fórmula es la siguiente:

Agua 1l
Sal marina 100 g
Ácido sulfúrico 102 g

Extiéndelo sobre la cara interna de la piel sin mojar el pelo, pues podría decolorarse. Para las
aves utilizaremos substancias antisépticas y que al mismo tiempo tengan propiedades curtientes,
especialmente el bórax (tetraborato sódico) y el jabón arsenical de Bécoeur (1000 g de jabón
blanco, 500 g de ácido arsenical, 50 g de cal viva). Para su preparación, diluye el jabón blanco
en un poco de agua y calienta la mezcla, luego retírala del fuego y añade los demás ingredientes
hasta formar una pasta compacta y homogénea. Si a la hora de aplicarla estuviera poco o
demasiado espesa, añade agua en pequeñas cantidades.

Substancias para después del curtido :

Una vez terminado el proceso de preparación, utilizarás otras substancias para preservar
el animal de insectos, hongos y bacterias. Te recomendamos tres de ellas: tetracloruro
de carbono (líquido); nitrobenceno, también llamado esencia de mirvana (líquido); y el
paradiclorbenzol (sólido). Los elementos líquidos los colocas en un recipiente de vidrio
de boca ancha y los sólidos en una caja de cartón. Luego los pondrás, cualquiera de
ellos, en una esquina de las vitrinas para crear así un ambiente antiséptico.

Preparación de aves

Operaciones preliminares

En el mismo lugar donde cobres la pieza debes proceder a una primera limpieza del polvo, barro
y sangre con que se haya ensuciado el animal. Cogerás pues un algodón empapado en agua y lo
frotarás, siguiendo la dirección del plumajes, por encima de la mancha. Si ésta se resiste, utiliza
un poco de amoníaco diluido. Cuida de que el animal se seque sin que las plumas queden
pegadas entre sí, espolvoreándolo con yeso de escayola, pero no dejes que éste fragüe pues
formaría pequeños grumos.
En caso de que hayas cobrado el ave por medio de un arma de fuego, tapona con algodón para
evitar que se manche el plumaje. Luego, rellena la boca del pájaro con algodón empapado en
alcohol —o cualquier otra substancia antiséptica—, para que ésta absorba los líquidos
intestinales junto con la sangre que pudiera supurar el animal muerto.
Finalmente, depositarás el animal en cualquier lugar fresco y tendrás el cuidado de envolverlo
en un cucurucho de papel. De esta forma te garantizamos que llegará en buenas condiciones
hasta el taller.

Desuello y preparación de la piel


En primer lugar, antes de iniciar el desuello, dibuja una silueta del animal tomando todas las
medidas posibles para construir posteriormente el maniquí. Anota también el color y tamaño de
los ojos, así como cualquier otro dato que te parezca de interés. Coloca el ave con el pecho hacia
arriba y separa con las manos las plumas de esta región, que llamaremos mesoesternal. Çon el
bisturí, realiza una inciSión en la línea que queda al descubierto. Procura no profundizar
excesivamente para no dañar los órganos internos (fig. 10). Terminada esta operación, levanta
cuidadosamente la piel con la mano y sepárala del cuerpo por uno de los lados. Si fuese
necesario, utiliza el bisturí para cortar la membrana que une la piel al cuerpo. Debido a que es
caso inevitable que el cuerpo no segregue líquidos o sangre, espolvorea la piel y las plumas con
yeso antes de que se manche.
Una vez llegues a la articulación situada entre el fémur y la tibia, córtala con unas tijeras. Luego
repetirás el corte en la misma articulación del lado opuesto (fig. 11). Sigue descarnando con
sumo cuidado hasta llegar a la base de la cola, en donde cortarás el hueso, separando la piel del
cuerpo pero sin cortar la raíz o nacimiento de las plumas (fig. 12). Puedes construirte un gancho
que te será de gran utilidad para colgar el ave con la cabeza hacia abajo. Una vez colgado el
animal, sigue separando la piel hasta llegar al nacimiento de las alas y corta el húmero por su
base y el tejido muscular que lo rodea (fig. 13).

Fig. 10 Fig. 11
Fig. 12 Fig. 13

Al llegar a la cabeza, la piel está fuertemente pegada al cráneo, por lo que te será más
difícil y habrás de proceder con el máximo de precauciones para evitar cualquier corte
irregular. En cuanto hayas despellejado la base del cráneo, pellizca la piel de las fosas
auditivas, dándole media vuelta y tirando de la piel hacia afuera. En el momento en que
ésta salga, corta con el bisturí junto al hueso. Prosigue hasta los párpados y vuelve a
pellizcar la piel y a levantarla de la misma manera para poder cortarla con el bisturí. Pon
atención en no pinchar los globos oculares. Una vez llegues al pico del ave, corta con
unas tijeras curvas el cuello por su base craneal. De esta forma nos será posible extraer
toda la masa encefálica (fig. 14). Utilizando las mismas tijeras, agranda el orificio que
encontrarás en la base del cráneo y procede a extraer toda la masa blanda que
encontrarás en el interior (masa encefálica, globos oculares...). Asegúrate de que no
queden restos de carne. Para evitar cualquier posible foco de infección, pm- cela con
jabón arsenical todo el interior y exterior del cráneo, la piel de la cabeza y la del cuello.
Luego, rellena los globos oculares con arcilla o algodón. Debes hacer todas éstas
operaciones con la mayor rapidez posible, pues la piel se seca muy pronto.

Fig. 14
En las aves de gran tamaño, te será necesario efectuar una incisión occipital para vaciar
y poder proceder con mayor comodidad a la limpieza del cráneo. Ahora sólo te faltan
las patas. Irás separando su piel, ayudándote del bisturí hasta la tibia, la cual pincelarás
con jabón arsenical, y espolvorearás con abundante bórax el interior de la piel.
Luego envolverás el hueso con algodón para darle así su grosor primitivo.
Decide ahora si quieres el ejemplar con las alas extendidas o bien cerradas.
Si te decides por la segunda opción, te será necesario cortar y extraer el húmero, el cual
te dificultaría el montaje de las alas cerradas. Si, por el contrario, crees que el animal
alcanzará mayor belleza con las alas extendidas, debes lograr que el húmero y el tejido
muscular que lo rodea queden aislados de la piel para así poder limpiarlo. En esta
operación, cuida de no cortar la raíz de las plumas y de pincelar debidamente la piel y
los huesos con jabón arsenical, envolviéndolos posteriormente con algodón.
Terminado el descarnado, deja la piel en un lugar fresco para poder proceder a la
confección del maniquí.

Montaje con maniquí

Deberás tener dispuestos los siguientes materiales:


Viruta fina de madera, borra o algodón, un rollo de hilo de bramante, masilla o arcilla,
ojos artificiales y pintura.
Coge un alambre para el cuerpo y el cuello que mida dos veces y media la longitud del
animal. Otros dos alambres para las patas, de dos veces y media por cada extremidad.
Un cuarto alambre de una vez y media el largo del cuerpo te servirá para la cola (fig.
15). Afilarás ligeramente los extremos de cada uno de estos alambres.
Vas a construir ahora el cuerpo, y para ello te es preciso recordar el tamaño que poseía
el animal antes de que fuera despellejado. Coge la viruta y enróllalo con bramante fino
hasta llegar a un volumen no superior al cuerpo del animal. Es preferible que la forma
sea algo inferior al tamaño natural, puesto que luego te será fácil añadir algo de algodón
en el momento del montaje. Una vez finalizadas estas operaciones introducirás los
alambres. El primero de ellos lo colocarás en el cuerpo que has fabricado, cuidando que
sobresalga por el otro lado. Cuando ésto ocurra, dóblalo por la parte de la cola en forma
de gancho y así impedirás de esta forma se mueva dentro del cuerpo. Alrededor de este
alambre pon algodón para que el cuello recobre sus dimensiones naturales y para evitar
que el alambre roce la piel (fig. 16).
En cada una de las patas, introduce el alambre por el talón, haciéndolo pasar entre el
hueso y la piel por detrás del tarso. Únelo luego a la tibia y lo envuelves en papel,
atando éste con hilo y rellenándolo con estopa hasta darle su forma más aproximada al
original (fig. 17). Ahora ya puedes introducir el maniquí dentro de la piel del ave,
haciendo pasar el alambre del cuello por el orificio occipital del cráneo, y logrando que
aquél salga por el pico. Una vez introducidos los alambres de las patas, calcula en qué
lugar deberán sobresalir del cuerpo artificial, y atraviesa éste hasta que puedas hacer un
gancho, el cual clavarás en el maniquí. Realiza esta misma operación con las dos patas.

Fig. 15 Fig. 16
Fig. 17 FIG. 18

Finalmente coge el alambre de la cola y dóblalo hasta que adquiera forma de T; de esta
manera, la cola descansará sobre él y adoptará una postura correcta.
De la misma manera que anteriormente clavaste el alambre en el maniquí, realiza
también ahora la misma operación sin olvidarte del gancho, que permitirá la solidez del
montaje.
Anteriormente ya has decidido la posición de las alas, en función de sus proporciones o,
simplemente, según tu propio gusto. En el caso de que las alas vayan desplegadas,
deberás alambrarlas (utiliza para ello alambres más delgados que los que has empleado
para el montaje del maniquí). Procura que los alambres midan una vez y media la
longitud del ala extendida. Coge luego un extremo de uno de los alambres y lo clavas en
el maniquí, haciéndolo salir por la punta del ala. Repite la operación con la otra ala.
Si has decidido pegar las alas al cuerpo, te basta con que claves, un alfiler en el maniquí,
pero atravesando la piel del ala y fijando ésta en la posición deseada. Una vez la piel esté seca,
quita el alfiler, pues la propia rigidez del animal bastará para que su extremidad se mantenga en
postura correcta.
Realizadas las operaciones de montaje, cuida de que la pieza tenga un acabado perfecto. Así
pues, rellena con algodón todas aquellas partes que o hayan quedado suficientemente llenas.
Ahora coge hilo de bramante y lo enceras para que posea una mayor resistencia. Con este hilo
coserás todas aquellas partes que hayan quedado abiertas durante el desuello.
Puedes fijar, por fin, el ave en la peana. Para ello utilizarás los extremos de los alambres que
sobresalen por las patas.
Te quedan algunos retoques. En primer lugar, rellena el cráneo con algodón a través del pico y
manténlo cerrado con un alfiler hasta que se seque (fig. 18). En segundo lugar, con ayuda de
unas pinzas, alisa el plumaje. Puesto que deberás conservarlo en esta posición, rodea el cuerpo
con anchas tiras de papel, que fijarás con alfileres. Debes hacerlo a la altura del pecho, por
delante de las patas y por detrás, abarcando el plumaje de la parte dorsal de la cola. Quita los
alfileres una vez la piel esté seca.Las plumas de la cola las fijarás con dos cartones sujetos con
alfileres (fig. 19).

FIG. 19

Sólo te queda colocar lós ojos en las cuencas oculares tras haberlas rellenado con arcilla, y dar
forma a las patas doblando los a1ambies que hay en su interior.
Finalmente, repasa con pintura al óleo el pico y barniza los tarsos.

Montaje con relleno

En caso de que hayas decidido hacer el montaje con relleno, te serán necesarios tres
alambres para la estructura del cuerpo. Los cortarás según las medidas siguientes: desde
el pico hasta la cola; desde una punta del ala hasta la otra y desde el pie hasta el otro pie.
Luego, una vez cortados los alambres, los afilarás con la rueda esmeril.
SI deseas montar el animal con las alas extendidas, el alambre destinado a éstas habrá de ser
más delgado que los restantes.
Coge ahora el alambre central y hazle un nudo en el que añadirás, también anudados, los otros
dos alambres hasta que queden bien fijos y mantengan firmemente las extremidades. Envuelve
el alambre central con algodón y lo introduces por el cuello del ave. Repite la operación con las
patas hasta que el alambre sobresalga por el talón. Finalmente, coloca la parte del alambre
central que corresponda a la cola haciéndolo sobresalir ligeramente (fig. 20).
FIG. 20

Ya puedes rellenar el animal con algodón hasta darle la forma deseada. Terminado el relleno,
cose la piel y coloca el ave en una peana para proceder a las últimas verificaciones. En el caso
de que la nuca o el cuello no estén suficientemente rellenas, introduce el algodón por la boca y
por las órbitas oculares. Luego, fija el pico con un alfiler, rellena los globos oculares con arcilla
y adhiere en ella los ojos de cristal. Alisa y peina las plumas y, por último, pintas el pico y las
patas al óleo, dejándolo secar el tiempo preciso.

Montaje del ave con las alas extendidas

Detallaremos aquí la disecación con las alas extendidas, puesto que puede ocasionar ligeros
problemas al aficionado. En primer lugar, debes haber montado anteriormente varios ejemplares
con las alas plegadas, puesto que adquirirás cierta práctica que te será indispensable en el
momento de disecar el animal en actitud de vuelo.
Una vez despellejado el animal como de costumbre, realiza una pequeña incisión en la parte
superior del cráneo. Si el ave tuviera cresta, efectuarías la incisión en la garganta. Por esta
abertura sacarás los sesos, la lengua y toda la carne que encuentres; espolvorea con bórax y cose
la incisión.
Haz otro corte por debajo del ala, por el que sacarás la carne. Espolvoréalo con bórax e
introduce una varilla lo suficientemente sólida para que pueda mantener el peso del ala. Ahora
vas a dar la forma definitiva, por lo que te aconsejo consultes libros en que halles el animal en
pleno vuelo.
Con un cartón que sujetarás por debajo del ala con alfileres, darás la curvatura deseada.
También te puede ser de utilidad el empleo de alambres. Estos alambres los cortarás según las
medidas que te dimos en anteriores apartados. Cada uno de estos alambres debe poseer la
suficiente longitud para poder doblarlo cuando sobresalga por el extremo del ala y, a la vez, para
que sirva de punto de apoyo mientras ésta se seque. Los introducirás entre la piel y el hueso y
los sujetarás al húmero con un par de vueltas de otro alambre más fino. Antes de sujetarlo,
puedes recubrir el húmero con un poco de algodón para evitar cualquier roce que dañaría el
hueso.

Montaje de pieles secas

En el caso de que lo desees, puedes montarte un archivo en donde colocarás todos los
datos que puedan serte de utilidad (longitud del ave desde el pico hasta la cola,
envergadura total de punta a punta de las alas con éstas extendidas, dimensiones del ala
cerrada, de la cola, del tarso, de la punta del pico hasta su base. Además, puedes también
clasificar el nombre del animal, popular y científico, el sexo, la fecha y lugar de captura...). Para
todo ello, te será de gran utilidad poseer la piel seca del animal.
Al efectuar el desuello destinado a una piel seca, debes tratarla con bórax en lugar de jabón
arsenical. Una vez el desuello esté hecho, rellena la cabeza por la boca y las órbitas oculares coñ
algodón y clava el pico.
Inmediatamente después, pliega las alas con la ayuda de unas pinzas y envuelve el ave en un
papel, apretando bastante el cuerpo del animal para que sus plumas queden perfectamente
dispuestas una vez secas (fig. 21).

FIG. 21
Conservación de huevos y nidos

La nidificación de las aves posee una gran importancia para el estudio de la ornitología.
En realidad, esta especialidad no encierra grandes problemas y podrás efectuarla con
extrema facilidad. Basta con que hagas un agujero, de dimensiones no muy grandes, en
la parte central del huevo en el cual introducirás un alambre torcido, haciéndolo girar en
todas las direcciones para destruir su contenido. Luego inyecta aire con una jeringuilla
para conseguir que con la presión salga la clara y la yenta. Una vez hayas sacado de su
interior esos elementos, lo lavarás con agua hasta que la cáscara quede lista para la
conservación.
Es probable que el huevo esté en estado de incubación. Para saberlo, deberás ponerlo en un
recipiente con agua. En el caso de que el huevo se hunda, éste estará incubado o a medio
incubar y, entonces, su limpieza te presentará algunos inconvenientes, que solucionarás
haciendo un agujero de mayor tamaño. Puedes introducir dentro del huevo sosa cáustica en
solución concentrada, dejando que ésta actúe por espacio de algunas horas. Luego, te será más
fácil limpiarlo.
Debes proteger las colecciones de la luz, solar, puesto que los huevos perderían su colorido.
Junto a cada huevo pon todos los datos que te sean necesarios para poder reconocerlos
posteriormente.
De vez en cuando, para la buena conservación de los huevos, debes limpiarlos con un paño
empapado en agua fría.
En el caso de que quieras conservar algún nido, los más indicados son los que tienen huevos,
puesto que los que ya poseen crías acostumbran a estar llenos de parásitos. Suponiendo que el
nido lo encuentres colgado de un árbol, corta las ramas unos centímetros por encima y por
debajo del nido y luego lo sujetas en una peana. Si, por el contrario, el nido se hallaba en el
suelo cuando lo encontraste, colócalo en una cubeta.
Para su buena conservación pulverízalo con una solución de alcohol o producto insecticida, que
evitará los parásitos.

Pequeños mamíferos

Se entiende por pequeños mamíferos los animales de este tipo de vertebrados que son menores
que el zorro, el cual se considera como el más grande de los de pequeño tamaño.

Desuello

Con los pequeños mamíferos debes tomar las mismas precauciones y cuidados preliminares que
con las aves. De todas formas, con ellos tienes la ventaja de poder guardarlos después de la caza
en un recipiente con alcohol, garantizando una perfecta conservación.
Una vez en el taller de taxidermia, y antes de proceder al desuello, debes siluetear el contorno
del animal y tomar todas aquellas medidas que puedan serte de utilidad en el transcurso del
montaje (fig 22). Las anotaciones, con las lógicas variantes, deben ser similares a las que has
realizado para las aves y las pieles.
Una vez hechas todas las observaciones que creas necesarias, y seco el animal (si lo has
conservado en alcohol), o bien, una vez descongelado (si lo has mantenido por el proceso de
congelación) puedes proceder al desuello:
Colocarás el animal apoyado sobre su dorso y con las patas extendidas, sobre la mesa de
trabajo. Procura que el vientre quede dispuesto hacia arriba para poder practicar con facilidad la
incisión. La cabeza debe de estar en el lado contrario a donde tú te halles. Ahora tienes el animal
en perfecta colocación para poder trabajar a gusto. Alisa el pelo de su abdomen, separándolo
hacia los laterales del vientre y de manera que te quede una línea recta bien centrada. Por esta
línea, corta la piel con un escalpelo desde la punta del esternón hasta el ano, poniendo sumo
cuidado en bordear los órganos genitales. El corte debe ser superficial, procurando evitar que no
se abra la pared abdominal, lo cual produciría un derrame de las vísceras y de la sangre. Con los
dedos, y con la ayuda de unas pinzas, procura separar la piel a partir de la incisión central para
evitar que ésta moleste el avance del escalpelo (fig. 23).
Si quieres conseguir que el cuerpo se seque rápidamente, espolvoréalo con harina o yeso.
Cuando llegues a la altura de los miembros posteriores, deja al descubierto la articulación del
fémur con la pelvis para poder cortarla. Luego descarna todo el miembro posterior y elimina
todos los residuos de carne que pudieran haber quedado adheridos a la piel (fig. 24).
Al llegar a la cola extraerás las vértebras de aquella zona. Ayúdate de un par de maderas, las
cuales, sujetadas con una mano, mantendrán la piel alejada del cuerpo. Mientras, con la otra
mano, tira de las vértebras hasta que las hayas extraído en su totalidad (fig. 25).

FIG. 22 FIG. 23

Limpiar los pequeños residuos de carne que puedan quedar en la cola.


Prosigue separando la piel del lomo hasta que llegues a las extremidades anteriores, en
donde cortarás la articulación del húmero con el omoplato; y realizarás posteriormente las
mismas operaciones ya efectuadas en las extremidades posteriores (fig. 26). Desuella a
continuación el cuello hasta la base del cráneo, y sigue después con el resto de la cabeza (fig.
27).
FIG. 24 FIG. 25

FIG. 26
FIG. 27

Al llegar a los ojos debes trabajar con mucho cuidado para no dañar los párpados. Sigue
separando la piel hasta llegar la nariz y los labios. Cuida de que estos últimos queden sujetos a
la mandíbula inferior. El cráneo debes vaciarlo meticulosartiente, procurando siempre la
máxima limpieza posible. Una vez realizadas todas estas operaciones, puedes volver la piel del
revés y someterla a un baño de agua para eliminar las posibles manchas de sangre que existan.
Si ves que el agua se ensucia, repité el baño. Luego debes curtir la piel con un ligero baño de
alcohol desnaturalizado. Esto hará que la piel se conserve flexible y suave.
La piel permanecerá en alcohol, por espacio de quince días, antes de proceder al montaje.

Montaje

Supongamos que hayas decidido el montaje con maniquí. Como has hecho con las aves,
deberás formar el maniquí o cuerpo con viruta fina que sujetarás con el bramante. Debes
tener en cuenta que la piel habrá encogido con el baño curtiente y, por ello, el maniquí
habrá de ser algo más pequeño.
Corta cinco alambres: uno para la cabeza, cuello y cola y cuatro para cada una de las
extremidades.
El primero de los alambres lo envuelves en algodón hasta darle la forma del cuello. Luego lo
clavas en el maniquí de tal manera que sobresalga por el otro lado (fig. 28). El extremo de este
alambre deberá encajar en la cabeza, haciéndolo pasar por el agujero encefálico.
Los. alambres de las patas los introducirás entre el hueso y la piel, clavándolos posteriormente
en el maniquí y haciendo, en cada extremo de alambre, un pequeño gancho que sujetará la
forma dentro del cuerpo. Esta operación debes realizarla con todos los alambres. El trozo de
alambre que va de la pata al maniquí lo envuelves con papel, que atarás çon hilo. Así evitarás
cualquier rozadura con la piel. Rellena las extremidades con algodón y viruta fina hasta darle el
grosor original a cada pata.
El quinto alambre, que destinas a la cola y que es el mismo que va de la cabeza a la cola, debe
tener el doble de la longitud. En primer lugar, lo envuelves en algodón y lo introduces después
dentro de la piel hasta que llegue a la punta de la cola.
Puedes proceder ya a coser la piel, cuidando de rellenar todos los huecos que haga falta. En el
cráneo, introduce el algodón por la boca (figs. 29, 30, 31).
Por último, aplicarás masilla o arcilla en las órbitas oculares para poder colocar los ojos.
Coloca al animal en una peana y retoca las partes que lo precisen. Cepilla y peina la
piel, y pon a secar el animal durante un plazo mínimo de tres semanas. Una vez seco
retoca con pintura los labios, orejas y párpados, acabando así el montaje (fig. 32).
FIG. 29 FIG. 30

FIG. 31 FIG. 32
Grandes mamiferos
Se considera como grandes mamíferos los vertebrados mayores que el zorro, que, como hemos
dicho anteriormente, es el más grande de los pequeños mamíferos.

Operaciones preliminares

Te será de gran utilidad, como en otros casos, siluetear el contorno del animal. Debido a que con
los mamíferos de gran tamaño te será difícil realizar esta operación, apunta detalladamente
todos aquellos datos que puedan serte de utilidad. Así, pues, mide minuciosamente la longitud
del cuello, la del cuerpo (desde la cabeza del húmero hasta la cara posterior de la pelvis); la
altura (desde las vértebras dorsales hasta la punta de las extremidades anteriores, y desde la
cabeza del fémur hasta la punta de las extremidades posteriores); la anchura de los antebrazos y
de los muslos, la del cuello y la del cuerpo; la longitud de la cabeza (desde el conducto auditivo
hasta la punta del hocico) y su anchura (desde el arco supraciliar hasta el maxilar inferior).
Añade a estas medidas todas aquellas que creas conveniente (fig. 33). No habrás de olvidar el
color de los ojos, sexo, fecha y lugar de captura.

Desuello

Salvo algunas diferencias, utilizarás el mismo proceso que en el caso de los pequeños
mamíferos. Iniciarás el desuello con una incisión a partir de la extremidad del esternón hasta la
punta de la cola, cuidando de no tocar los órganos genitales. Proseguirás por la parte media de
las patas hasta que llegues a la articulación tibioastragalina. Si el animal tuviese cascos o
pezuñas, deberías cortar la pata a esa altura. Para ello puedes utilizar un serrucho.
Si en lugar de pezuñas el animal tiene dedos, deberás desollarlos (fig. 34).

Una vez hecha la incisión del esternón, sigue abriendo la piel hasta la extremidad de las patas
anteriores. Con ellas efectuarás las mismas operaciones que en las dos patas traseras. Acabado
esto puedes sacar toda la piel.
Si el animal tiene cornamenta, deberás realizar una incisión que vaya de cuerno a cuerno hasta
que puedas sacar toda la piel que haya en su alrededor. Para que el cosido que efectuarás más
tarde no sea visible, practica otra incisión que, partiendo de la anterior, recorra la parte posterior
del cuello.
Descarna el cráneo en su totalidad y extrae de él el cerebro. Luego lo pones a hervir en una
solución de sosa cáustica, a fin de que elimines todos los posibles restos de carne. Si en el
montaje del animal deseas aprovechar los huesos de las patas, deberás hervirlos en el mismo
tipo de solución.
Cuando emplees la sosa cáustica, y en el caso de que el animal tenga cuernos, procura
mantenerlos alejados de la solución para que ésta no los dañe.

Montaje

No te aconsejamos, en absoluto, el montaje con relleno, puesto que, al estar desprovisto de


maniquí y en virtud de su gran tamaño, el ejemplar acaba siempre doblándose.
Para construir el maniquí deberás utilizar, como base del tronco, una tabla. Además, emplearás
una barra metálica para el cuello y el cráneo; otra barra metálica para cada una de las patas; una
varilla para la cola y varios soportes metálicos para la sujección de las barras a la tabla central.
Para obtener el armazón coge un tablero de madera que mida dos o tres centímetros de grosor, y
traza en él el contorno del tronco del animal según el modelo y las medidas que ya posees.
Procura que las dimensiones del dibujo sean algo inferiores. En el borde del tablero clavarás
toda una hilera de clavos de cabeza plana, hasta la mitad de su longitud. Si el animal tiene el
cuello recto, puedes recortar su estructura en madera, y si, por el contrario, debe tenerlo
doblado, utilizarás una barra metálica. En el primer caso, harás un hueco para que el cráneo
encaje en el montaje. En el segundo, escayolarás uno de los extremos de la barra metálica al
cráneo, mientras que el otro extremo procurarás quede fijado en la estructura por medio de un
soporte metálico como el que representa la figura 35.
Prepara a continuación las cuatro barras de las patas que servirán de soporte para el animal
disecado y que deben ir unidas a los huesos. Estas barras deben ser algo más largas que las patas
y lo suficientemente sólidas para que soporten todo el peso del animal. Les puedes dar ya la
forma que desees tenga el animal una vez disecado, y les haces una rosca para poder sujetarlas
luego con unas tuercas (fig. 36). Por el otro extremo, sujeta las barras al armazón central por
medio de cuatro soportes como los empleados para el cuello. Sujeta también la varilla de la cola
al armazón.

Fig. 35
Una vez concluido el maniquí, empieza a aplicar viruta, atándolo con hilo de bramante a los
huesos o la barra. Luego, prosigue con la estructura, n donde puedes emplear viruta menos fina.
Debes mantener el bramante tensado en los clavos del borde del tablero. Compara con
frecuencia las medidas que va adquiriendo el maniquí con los datos que tú poseas (fig. 37).
Una vez revestidos el cuello y la cola, cuida de rellenar los huecos del cráneo con arcilla.
El grosor de todo el relleno debes procurar sea algo menor que el tamaño de todo el animal,
puesto que encima habrás de añadir una capa de yeso-escayola (fig. 38).

Ahora prepararás la piel contra los insectos sumergiéndola en una solución saturada de
bórax, o bien pincelándola por su interior con jabón arsenical. Cuando aún esté húmeda
la capa de yeso-escayola, extiende la piel en el maniquí y cose provisionalmente la piel
del abdomen, patas y cuello. Al colocar la piel en la cabeza debes procurar que los
agujeros de los ojos encajen bien con las órbitas, las cuales rellenarás con arcilla. En el
interior de los labios aplicarás cartón, piedra o yeso-escayola. Puedes hacer ya el cosido
definitivo ajustando al máximo la piel al cuerpo y rellenando con viruta todas aquellas partes en
que hiciera falta. Deja para el final la cabeza, pues aún te falta colocar los ojos de cristal y coser
los labios para evitar que, cuando se sequen éstos, se separen (fig. 39). También puedes montar
el ejemplar con la boca abierta, pero, para ello, deberás moldear la lengua con parafina colo
reada. Aplicarás el mismo elemento en las encías, el paladar y todas aquellas partes blandas que
fueron extraídas durante el desuello.
Antes de que la piel esté seca del todo, coge un peine de púas de metal y cepilla el pelo hasta
fijarlo en una postura que te parezca natural. Una vez seco el pelo, le darás brillo frotándolo con
una guata empapada en bencina.Para dar lustre a las pezuñas puedes usar barniz o aceite de
linaza, aplicando una o dos capas.

Curtido de pieles

En la mayoría de casos, el curtido de la piel constituye una operación de gran importancia para
que, una vez muerto el animal, su piel no pierda la flexibilidad que ésta tenía en vida de aquél.
El curtido de la piel no es necesario ni en los pequeños mamíferos ni en las aves de tamaño
reducido, o grande.Antes de empezar a curtir la piel de cualquier animal, debes proceder a su
limpieza con agua, jabón y un cepillo. Puedes utilizar también el bórax. Luego iniciarás la
operación de salado dejando secar la piel y extendiendo una capa de sal, que frotarás por la
superficie del animal. Dobla luego la piel por su cara interna, dejándola por espacio de
veinticuatro horas en esta posición. Al día siguiente, rasparás toda la sal hasta que quede del
todo limpia. Si conviene, puedes repetir la operación cuantas veces lo creas necesario (fig. 40).
Para curtir la piel puedes utilizar varios tipos de baños curtientes:

Curtido al ácido

Te resultará el más indicado para las pieles destinadas a un posterior montaje. Debes preparar la
guiente solución:

Agua 1 litro
Sal común 100 gramos
Ácido sulfúrico 10 gramos

Debes verter el ácido en el agua muy lentamente para evitar salpicaduras. No lo hagas nunca a
la inversa.
Una vez terminada la solución, extiende el líquido por la cara interna de la piel, procurando no
mojar el pelo. Luego la doblas, juntando carne con carne y dejándola secar por espacio de veinte
horas. Repite la operación hasta que el interior de la piel adquiera un color blanco uniforme.
Una vez curtida la piel, aplicarás una solución compuesta de 1/2 1 de agua y dos cucharadas de
bicarbonato sódico. Esta solución te servirá para neutralizar al ácido sulfúrico, el cual debes
manejar siempre con sumo cuidado para evitar quemaduras en la piel y las ropas.

Curtido al alumbre

Aunque resulta ser el más sencillo, tiene el inconveniente de que encoje y endurece la piel,
eliminando toda su elasticidad original. Lo utilizarás, preferentemente, para el curtido de pieles
que vaya destinado a la confección de alfombras o mantas. Utilizarás la solución que sigue:

Agua destilada 8,5 litros


Alumbre en polvo 1 kilogramo
Sal común 0,5 kilogramos
Hierve el agua y añade luego el alumbre, removiendo hasta que éste se disuelva. Luego,
agrega la sal. Deja enfriar la solución hasta que llegue a la temperatura de 25°. En este
momento sumerge la piel en el líquido, cuidando de que éste llegue a todas partes por
igual. A partir de las veinticuatro horas puedes ir observando la piel, hasta que creas
conveniente retirarla del baño.

Curtido al alcohol

La utilizarás preferentemente para las pieles de pequeños y medianos mamíferos, aunque


también puedes hacerlo con grandes animales.
Mantendrás la piel sumergida durante quince días en un baño de alcohol de quemar.
Transcurrido este plazo, secarás la piel con serrín de madera. Al hacer servir el alcohol de
substancia conservadora, tienes la ventaja de poder dejar la piel en el baño durante todo el
tiempo que lo desees o te sea necesario. Una vez curtida la piel por cualquiera de los sistemas
que hemos enumerado, y una vez se haya secado, le aplicarás aceite de hígado de bacalao o, en
su defecto, grasa de pata de buey, a fin de darle la máxima flexibilidad. En el caso de que la piel
tuviera algún agujero o calva, puedes subsanarlo practicando una pequeña incisión de forma
romboidal. Humedece luego los bordes con agua caliente y tiras de ellos hasta que te sea posible
coserlos (figs. 41, 42).
Peces, anfibios y reptiles

Peces: operaciones preliminares

De la misma manera que has dibujado el contorno del animal con los mamíferos y las aves,
también deberás hacerlo con los peces. Primero con la aletas plegadas y, después, con las aletas
extendidas, que es tal y como figurará en el montaje final.
Tomarás las medidas del grosor del cuerpo en distintos sitios y anotarás todas aquellas medidas
referentes a su color y tamaño de los ojos, puesto que la piel de los peces tiende a perder su
color original a medida que se seca. Procurarás mantener las aletas húmedas, pues una vez secas
son muy quebradizas. También debes humedecer la piel para que no pierda sus escamas.

Desuello

Empezarás con una incisión en la mandíbula inferior, la cual prolongarás por todo el
abdomen hasta llegar al ano. Con la ayuda del escalpelo, irás separando ligeramente la
piel del cuerpo y procurando dejar el mínimo de carne adherida a ella. Debes procurar
no dañar la piel ni las escamas.
Cuando llegues a las aletas, tanto en las pectorales como en las dorsales o abdominales, debes
cortar la carne alrededor de la raíz de éstas.
Al llegar a la cola, cortarás las vértebras y la carne a una distancia de dos centímetros de la
última articulación. En la cabeza te será imposible separar la piel, pues ésta se halla fuertemente
adherida al hueso y por ello te será necesario cortar de raíz las vértebras del tronco.
A continuación, limpia la piel y extrae de ella todas las partes blandas del interior del cráneo que
pudieran pudrirse (cerebro, ojo, musculaturas, etc...).
En el caso de que no desees montar las branquias, puedes cortarlas, pero deberás conservarlas
dado que son de gran utilidad para la posterior conservación y clasificación de la especie. No
obstante, antes de guardarlas, debes tener el cuidado de conservarlas con bórax. En los
ejemplares de grandes dimensiones extraerás la lengua, la cual sustituirás por otra artificial. En
los pequeños peces esta operación resulta innecesaria, puesto que basta con quitarles las
pequeñas bolsas de grasa que se encuentran bajo la lengua.
Una vez hayas limpiado al máximo la piel y la cabeza, las mantendrás en agua por espacio de
media hora. Luego, la escurres e introduces en un baño de tetracloruro de carbono durante
veinticuatro horas con el único fin de desengrasarla. De no realizar este baño, la piel, con el
paso del tiempo, adquiriría un ligero color amarillento.
Seca ahora la piel y aplícale jabón arsenical, procurando sobre todo que éste produzca su
máximo efecto en el cráneo. También la puedes sumergir en bórax durante una hora.
Mientras vayas preparando el armazón del cuerpo artificial, envuelve la piel y el cráneo en un
paño húmedo.
Si, a pesar de las precauciones, cayeran algunas escamas, deberías guardarlas y pegarlas
posteriormente con goma arábiga.

Montaje

Según el tamaño del animal puedes hacerlo con maniquí o sin él.
Para el montaje con maniquí te es necesario reproducir en una madera el dibujo que hicieras
anteriormente, cuidando de que la madera no sobrepase un centímetro de grosor y dejando un
pequeño espacio para poder encajar el cráneo. Clavarás hasta la mitad de su longitud una hilera
de clavos delgados y de cabeza plana por todo lo largo de su contorno. Puedes ir aplicando, por
encima del tablero, viruta fina que sujetarás con el bramante bien tensado y entrelazado con los
clavos. Como de costumbre, debes ir confrontando el grosor original con el que vaya
adquiriendo el maniquí. Deja de poner viruta en cuanto veas que el maniquí alcanza un volumen
algo menor al original. Clava entonces bien los clavos, procurando que no sobresalgan, y cubre
la viruta con cartón piedra o, en su defecto, con arcilla.
Una vez seco el cartón piedra, puedes montar ya encima la piel, encajando el cráneo en
el sitio que has destinado para él en el tablero. Debido a que la piel de los peces es muy
fina, debes procurar que en el cartón piedra no haya ninguna irregularidad, puesto que,
si la hubiera, ésta se notaría en el animal montado.
Rellena las órbitas oculares con arcilla y coloca los ojos de cristal.
Puedes empezar ya a coser la piel, cuidando de encerar previamente el bramante. Si deseas dejar
la boca abierta, pon un corcho en su interior para que no se cierren las mandíbulas al secarse, y
coloca ya la lengua artificial. Si deseas que las branquias queden a la vista, levantarás los
opérculos mantenjéndo.. los en esta posición mientras se secan; después separa las branquias y
sujétalas con trozos de cartulina, los cuales retirarás una vez aquellas queden secas.
Si quieres exhibir el pez con las aletas desplegadas, deberás colocarlas entre dos cartones que
sujetarás con alfileres, procurando que éstos no las pinchen (fig. 43).

Las escamas que se hubieran desprendido las puedes pegar con goma arábiga. En el caso de que
los ojos no hayan quedado del todo ajustados, repasa los bordes con parafina, coloreándola a
conveniencia. Debes cuidar todos estos detalles pues significan el perfecto acabado de la pieza.
Finalmente, seca ya la piel, procederás a la operación que más dificultades reviste en la
taxidermia de los peces: la restauración del colorido. Para lograr un buen éxito debes exigir- te a
ti mismo un gran conocimiento en el manejo de los colores. Para ello, puede serte de mucha
utilidad una lámina en colores del pez que quieras disecar.
En primer lugar, pinta la parte exterior de la piel con pinturas al óleo que estén muy diluidas en
aguarrás, pues es preferible que apliques varias capas finas en lugar de una gruesa.
Una vez terminado el ejemplar, lo montas encima de una peana, uniéndolo a ella por medio de
dos varillas o alambres. Uno de los extremos de cada varilla lo colocarás sujetado en la peana,
mientras que los dos restantes deben de ir agarrados al cuerpo disecado.
Si el pez que quieres disecar es un ejemplar pequeño y deseas que éste adopte una
postura con el cuerpo ondulado, como si estuviese nadando, el sistema que puede
servirte mejor es el de construir un esqueleto de alambre con suficiente consistencia y
grosor para soportar el peso del ejemplar. Este armazón lo construirás compuesto de los
siguientes alambres: Uno que vaya de la cabeza hasta la cola y que debe estar en línea
con el dorso del animal; otro que vaya de la cabeza hasta las aletas pectorales, por
donde debe salir para servir de soporte en la peana, pero el segundo en lugar de salir de la
cabeza saldrá desde la cola y seguirá por el abdomen hasta llegar a la aleta.
Rellenarás el pez con guata o algodón, procurando llegar a todos los rincones y proteger a la piel
del alambre.
Una vez esté suficientemente relleno, coserás la piel por el mismo lugar en donde hayas
efectuado la incisión e instalarás el ejemplar en una peana sujeta a los alambres que sobresalen
del armazón.

Desuello y montaje de anfibios

Conseguirás matar fácilmente a estos animales con éter o sumergiéndolos en alcohol. Una vez
muertos, puedes proceder a su desuello.
Debido a las dimensiones de estos animales, normalmente no te será necesario efectuar ninguna
incisión. Vaciarás su carne y sus vísceras por la boca, volviendo del revés el animal y girando su
piel como si se tratase de un guante. Con este procedimiento, aunque tienes el inconveniente de
que puedes deformar con facilidad las mandíbulas, tienes la ventaja de evitar el coser la piel
que, por ser extremadamente fina, puede desgarrarse fácilmente. Sin embargo, silo deseas,
puedes realizar una incisión en la región ventral del animal. Luego, procederás a su descarne y
desarticulación igual que en los mamíferos. Sin embargo, como en los peces, no te será posible
separar la piel del cráneo, pues está fuertemente unida a éste. Para el montaje, rellenarás al
animal de guata o algodón procurando ayudarte siempre del auxiliar rellenador. Previamente,
habrás introducido en la piel una estructura de alambre, la cual habrá fijado el ejemplar en la
posición que desees. Esta estructura debe salir en forma de ramificación por las patas,
clavándolo en la peana.
Debes realizar todas estas operaciones con sumo cuidado y sin desanimarte si se rompe la piel,
pues esto ocurre con frecuencia.
Una vez hayas terminado el relleno del cuerpo e instalado el animal en la base, barnízalO para
darle más lustrosidad.

Desuello y montaje de reptiles

Puedes matar a estos animales dejándolos encerrados en un frasco con un algodón empapado de
cloroformo. Puedes utilizar también el procedimiento del éter o del alcohol. Si el animal
capturado fuese una serpiente venenosa, habrías de extremar los cuidados, pues su líquido
continuaría ejerciendo efecto aun muerta la serpiente.
Para el desuello de reptiles, la jnCjSiÓfl debe empezar en el ano, prologándola a través del
abdomen (fig. 44).
Separa la piel de derecha a izquierda y corta las extremidades anteriores y posteriores a la altura
de sus articulaciones. Como en los otros casos, tampoco te será posible despegar la piel de la
cabeza, por lo que deberás cortarla y separarla del resto del cuerpo. Aprovechando la abertura
del orificio occipital vaciarás los ojos, cerebro, musculatu.. ra y demás partes blandas. Una vez
limpias las extrémidades, puedes proceder a limpiar la piel del mismo modo que hicimos con
los peces. Dejando luego la piel, por espacio de dos días, en alcohol de quemar, obtendrás un
buen curtido. Después, aplícale una capa de jabón arsenical y la envuelves en un paño húmedo.
Entretanto puedes ir Construyendo el armazón.
Si tuvieras que desollar una serpiente, la incisión deberías realizarla partiendo el tronco por su
mitad en dos pedazos. De ésta manera podrías extraer con facilidad la piel. Para el desuello de
tortugas, deberás serrar todo su contorno por la zóna de unión entre el caparazón y el plastrón
(flg. 45).Para las demás operaciones de limpieza puedes actuar de la misma forma que en los
otros casos. El montaje de los reptiles varía según el animal que se trate. Así, por ejemplo en los
lagartos deberás preparar un armazón de alambre que vaya desde la cabeza hasta la cola, otro
para las extremidades anteriores y uno más para las extremidades posteriores Los tres irán
unidos entre sí en el centro. Una vez afilados los extremos con la rueda esmeril, los introducirás
en la piel. Luego, con la ayuda del auxiliar rellenador, introducirás la guata o el algodón hasta
donde te sea posible. Posteriormente siempre puedes colorearlo con pintura al óleo.

En el caso de las tortugas, construirás igualmente un esqueleto de alambre formado de


los mismos elementos. Las patas se alambran, recubriéndose luego el alambre de ardua
o masilla por encima de la viruta. La cola y el cuello se rellenan de viruta fina, así como
el interior del caparazón. Una vez terminado esto, coserás el plastrón al espaldar, por lo
que te habrá sido necesario practicar unos agujeros en este último con anterioridad.
Luego, disimularás los agujeros con cera del mismo color que el caparazón. Una vez la
pieza dispuesta sobre la peana, retócala con unas pinceladas de barniz.
Para las serpientes, tomarás un alambre que posea la longitud del animal y, después que lo
hayas recubierto de guata o de algodón, lo introducirás dentro de la piel. Previamente, habrás
rellenado la cabeza y la cola con arcilla. Coserás luego la incisión efectuada para al desuello e
instalarás el animal alrededor de un tronco o encima de la peana que le servirá de base. Igual
que en los casos anteriores, la pincelarás con un barniz muy lino o diluido. Cuando quieras
conservar especies para su estudio, los métodos explicados son muy lentos y trabajosos. Por
ello, el sistema más recomendable es el de la conservación en frascos de cristal con alcohol o
formol. Para ello, sólo debes tener la precaución de efectuar en el animal una incisión ventral
que facilite Ja penetración del reactivo en el cuerpo.

Cabezas, cornamentas y alfombras


Desuello de cabezas

Con el animal muerto, y antes de separar su cabeza del tronco, contornearás su silueta
en una hoja de papel. Corta luego la cabeza por el cuello, pero con cuidado en conservar
un buen trozo de éste pues, de lo contrario, restaría belleza al animal disecado. Toma las
medidas de longitud y anchura del cuello que te servirán de guía en el momento del
relleno. Anota, como de costumbre, el color de los ojos y todas las características
especiales del animal.
Iniciarás el desuello con un corte en la parte posterior del cuello, prologándolo hasta
llegar a los cuernos. Aquí harás que el corte se bifurque en forma de T o de Y (fig. 46).

Para los detalles de la separación de la piel, te remitimos a lo ya explicado en el capítulo


de los grandes mamíferos.
Separa las orejas juntamente con la piel y, cuando llegues a las astas, practica un corte
alrededor de sus bases. Tienes ya el cráneo aislado de la piel. Sepáralo ahora del cuello
y procede a su limpieza, tanto interna como externa. Vaciarás el cerebro por el orificio
occipital, agrandándolo si fuera necesario. Extrae los ojos de sus órbitas, la lengua, las
encías y demás partes blandas. Una vez esté limpio, lo hierves en agua mezclada con sosa
cáustica, cuidando de que la solución lo recubra hasta el nacimiento de las astas.
Rebaja la piel una vez limpia con la ayuda del cuchillo y la madera, pero pon atención en no
dañar los párpados, labios y nariz.
A continuación, procede a curtirla de la misma forma que se te ha explicado en el capítulo
precedente.
Una vez esté bien curtida, te dedicarás a su montaje.

Montaje con relleno

Te será muy práctico para las cabezas de pequeño y mediano tamaño.


Dispondrás de un alambre o barra metálica que sea suficientemente resistente en proporción al
peso global de la cabeza. La introducirás por el orificio occipital, haciéndola salir, de momento,
por la nariz. Si el animal tiene mucho peso, debes pegar la barra en el interior del cráneo con
yeso escayola.
Puedes colocar ya la piel sobre el cráneo del ejemplar atándola provisionalmente con un cordel
en la zona del hocico. Con la ayuda del auxiliar rellenador irás introduciendo viruta de madera,
procurando que ésta quede bien prensada.
Prepara un plafón de madera que mida un par de centímetros más que el diámetro del
cuello, en la zona por donde lo has separado del resto del cuerpo. En él sujetarás el
alambre o barra de metal y clavarás con clavos la piel al plafón y éste al escudo que
hayas escogido para exhibir el trofeo.
Puedes soltar ya la cuerda con que ataste el hocico y cortar el alambre que sobresalga.
Ahora, rellena las órbitas oculares con arcilla o masilla, a la vez que todos• los espacios
vacíos que te queden entre el cráneo y la piel. Las orejas las rellenarás de guata o
algodón y coserás los labios con hilo de bramante, cruzándolo de lado a lado y
pasándolo en zig-zag entre la dentadura. Para evitar que la piel, al secarse, cambie de
posición, la fijarás con clavos de cabeza plana. Debes sujetar las orejas con un par de
cartones, uno en cada lado, y utilizando alfileres para fijarlos.
Rellena ya las encías, la lengua y el paladar con parafina, la cual habrás previamente
coloreado disolviéndola al baño maría con carmín. La nariz y los párpados los reseguirás con
pintura negra.
Una vez realizadas estas operaciones y con la piel definitivamente seca, puedes quitar los
alfileres y cartones para poder exhibir el ejemplar.

Montaje con maniquí

Te dará excelente resultado aplicándolo a los grandes mamíferos, pues el montaje con relleno no
soporta grandes pesos.
Como en el anterior tipo de montaje, habrás de dibujar la silueta, despellejar el animal, limpiar
el cráneo y curtir la piel. Hecho todo esto, podrás empezar a construir el maniquí.
Empieza cortando una madera de dos o tres centímetros de espesor y con las mismas medidas y
formas que el dibujo te indique. En esta madera clavarás toda una hilera de puntas con las cuales
te será posible sujetar el bramante. Con el bramante fijarás la viruta de madera que constituye el
relleno del cuello (fig. 47). A medida que vayas poniendo la viruta, debes confrontar el grosor
del animal con las medidas que dispongas. Procura también que la piel no quede excesivamente
tirante o, por el contrario, demasiado floja (fig. 48).
Antes de montar la piel, rellena los huecos que dejaron la nariz y los músculos del cráneo al ser
extraídos. Luego, debes dar una mano de yeso escayola o de cartón piedra para moldear la
forma definitiva (fig. 49).
Terminarás el montaje colocando los ojos en sus órbitas, moldeando los labios y la nariz y
fijando las orejas con la forma que te parezca más adecuada (fig. 50). Antes de que se seque
totalmente la piel, cepillarás y peinarás el pelo hasta dejarlo en posición natural. Una vez la piel
esté del todo seca, es muy posible que haya encogido ligeramente. En este caso, habrás de
rellenar con parafina las zonas del hocico que hayan quedado al descubierto y repasar con
pintura los párpados y labios (fig. 51).
FIG. 51
Montaje de cornanientas

Dos motivos pueden inducirte a conservar las cornamentas del ejemplar: por la simple razón de
su belleza, o bien por el recuerdo de una cacería difícil. En primer lugar, debes proceder a su
desuello. Para ello debes actuar de la misma forma que en el desuello de cabezas. Procede
también a las mismas operaciones de limpieza y desinfección del cráneo y demás elementos.
Una vez limpio el cráneo, déjalo secar al sol para poder cuadrarlo. Esta operación, que consiste
en reducir su tamaño serrándolo hasta que cuadre estéticamente con el escudo, sólo interesa en
el caso de cabezas excesivamente grandes, o en el caso de que sólo quieras conservar la
cornamenta con frontal (ftg 52).
Ahora debes blanquear el cráneo sumergiéndolo en agua oxigenada hirviendo hasta que quede
limpio. Mientras, puedes lavar las astas con agua y jabón. Escoge ya el escudo en proporción al
tamaño del trofeo y finalmente, puedes fijarlo para su exhibición (figs. 53-54).

Fig. 53 Fig. 54
Preparación de alfombras

Debes escoger entre dos tipos distintos de alfombra: las consideraciones como trofeo y que, por
lo tanto, conservarán la cabeza y las extremidades; y las que no conservan la forma original del
ejemplar y que están destinadas a tener una forma rectangular. A éstas últimas les cortarás todas
las extremidades y, en el caso de que la quieras de mayores dimensiones, la coserás con otras
pieles procedentes de idénticos animales.
En cualquier caso, procura que la piel que escojas sea de buena calidad y de aspecto agradable.
Empieza por desollar el animal, cuidando de abrir totalmente la piel y separando del cráneo.
Procura empezar la incisión por las patas para luego poder hacer todo el recorrido por el
estómago. Para la cabeza utiliza el mismo procedimiento que explicamos en el apartado de las
cabezas, y, como es natural, sin cortar la piel del cuello.
Una vez terminadas estas operaciones, procede a curtir la piel por el procedimiento que te
parezca más adecuado.
Nosotros te recomendarnos el del alumbre.
Simultáneamente, empieza a preparar el cráneo. Una vez limpio, enyesa el maxilar inferior y
clava una madera en su parte inferior.
Puedes montar ya el cráneo rellenando con guata los huecos que hayan dejado la nariz, la
musculatura y las órbitas oculares. En el caso de que quieras colocar los ojos, deberás rellenar
las órbitas con arcilla.
Cose la piel del maxilar inferior según te hemos explicado en el apartado de las cabezas.
A continuación, coloca un tablón debajo de la piel. Procura que el tablón sea de un tamaño algo
mayor que el de la piel, puesto que en él la irás clavando por su centro y sus extremos, al mismo
tiempo que estirándola y humedeciéndola con una esponja empapada en agua.
Mientras dejas que se seque, puedes ir haciendo la lengua, el paladar y las encías con parafina o
yeso que posteriormente deberás colorear. Pon los ojos de cristal y rellena las orejas.
Una vez la piel esté seca, desclávala del tablón y procede a forrarla, poniendo entre la piel y el
forro una capa de guata para hacerla más mullida (fig. 55).

Fig. 55
Fig. 56

Fig. 56

La cabeza puedes montarla según tu gusto, con la boca abierta o cerrada. Si te decides por la
primera posición habrás de colocar dentro de la boca un pequeño listón que mantenga las
mandíbulas separadas y darle en su interior una capa de yeso (figs. 56-57).
Finalmente, cepilla la alfombra para dejarla en condiciones de ser usada.
Preparación y montaje de esqueletos
Antes de preparar un cráneo, o esqueleto completo, debes cerciorarte de que el ejemplar
en cuestión reúna las condiciones óptimas para ser conservado, es decir, sin ninguna
parte rota o carcomida. Debes escoger animales preferentemente enjutos de carnes y con
poco tejido adiposo. En caso contrario, te encontrarás con que ios huesos estarán
revestidos de grasa y deberás elffninarla, cosa que no siempre se consigue con resultado
satisfactorio.
Maceración
Después de haber extraído todas las vísceras y demás partes carnosas, procede a
preparar el esqueleto limpiándolo en un recipiente por el que circule el agua y provisto
de una salida por donde salgan las materias que se desprendan de los huesos. Debes
tener cuidado de no confundir los huesos. Para ello, los colocarás en bolsas especiales
de diferentes tipos.
Este tipo de operación produce, naturalmente, olores desagradables, por lo que es
conveniente llevarla a cabo al aire libre.

Blanqueo de huesos

Terminada la maceración, te dedicarás al blanqueo de los huesos, para lo que existen multitud
de procedimientos. El más fácil de éstos consiste en bañar la osamenta en agua oxigenada de
diez volúmenes, por espacio de cuarenta y ocho horas. Luego se someten a la acción del sol
hasta que queden totalmente secos. Puedes utilizar también la solución de macerado y blanqueo
conjunto, la cual comporta los siguientes elementos:

Carbonato de sosa 125 g


Cal viva 30 g
Agua en ebullición 2,5 1

Para su preparación, disuelve la sosa en agua y úneles la cal. Debes dejar los huesos en esta
solución durante una o dos semanas. Cuando empiecen a blanquear, hazios hervir un cuarto de
hora en el mismo líquido, lavándolos luego on agua y dejándolos secar. No debes utilizar nunca
para el blanqueo, la lejía o los preparados compuestos de cloro pues dejarían los huesos porosos.
Para el montaje del esqueleto, te será muy útil disponer de una lámina con la disposición
adecuada de los huesos.

Montaje

Como te hemos dicho, durante el proceso de maceración deberás mantener un estrecho


control sobre los huesos para poder reconocerlos en el montaje.
Empezarás el montaje con la unión de las piezas que componen las extremidades anteriores,
prosiguiendo con las extremidades posteriores y la columna vertebral. Para ello tomarás un
alambre de hierro galvanizado, el cual harás pasar por el interior del hueso en toda su longitud.
Esta operación te será fácil en la columna vertebral, puesto que el alambre puede pasar sin
dificultad por el hueco de la médula dorsal. En los demás huesos, te será necesario perforar sus
cabezas con un taladro eléctrico o con una aguja enmangada, en el supuesto de que el hueso sea
de muy pequeño tamaño. Una vez hayas alambrado el esqueleto, procede a fijar las
articulaciones en la posición que más te guste. El alambre que utilices debe tener la consistencia
necesaria para soportar el peso continuado del esqueleto pero sin que éste se deforme. Las
extremidades posteriores debes alambrarlas firmemente pues constituyen el sostén del resto del
cuerpo. Fíjalas con seguridad en la peana que debe servir de base. Sujeta luego la caja torácica a
las piernas, torciendo el alambre o pegándola con goma celulósica transparente. Todos los
elementos que constituyen la caja (costillas, vértebras, cintura pelviana...) deberás haberlos
alambrado con anterioridad.
Ya sólo te queda montar las extremidades anteriores y el cráneo. Debes hacerlo de la misma
manera, es decir, utilizando alambre o goma celulósica. Una vez terminado el montaje del
esqueleto, pega todos aquelbs huesecitos que por su tamaño hayan quedado sueltos. El proceso
que debes seguir con los mamíferos es exactamente igual, salvo que debes pegar en la peana las
extremidades anteriores y las posteriores al mismo tiempo.
Ejemplos varios

Martín Pescador

Aguilucho lagunero
Cernícalo

Havelda

Avetorio
Ave del paraiso
Insectos
Generalidades

La palabra científica que sirve para denominar a los insectos es entornología, la cual deriva del
griego (entomos y logos, insecto y tratado, respectivamente). Tiene por objeto la recolección y
el estudio de los insectos.
Por otra parte, se trata de una de las ciencias más complejas que existen, pues las especies de
insectos se calculan en millones.

Recolección

Dado el enorme número de especies distintas, puedes encontrarlos en los más variados lugares.
Sin embargo, su recolección te será más fácil en los siguientes sitios:
Flores y plantas: debido básicamente a que deben acudir a éstas para libar su jugo.
Piedras: ahí suelen refugiarse algunas clases de insectos para rehuir la luz.
Orillas de arroyos, torrentes y lugares húmedos: la humedad favorece la putrefacción, lo
que supone una considerable fuente alimenticia.
Troncos viejos: también les sirve para su alimentación y depósito de sus larvas.
Cavernas: en ellas encontrarás los insectos denominados ciegos y que viven siempre bajo una
misma temperatura.
Focos de luz: por ser sensibles a las radiaciones, acuden con frecuencia a la luz.

Equipo necesario para la recolección

Para matar a los insectos recolectados, puedes utilizar unos frascos de boca ancha con serrín de
corcho empapado en acetato de etilo, para los insectos de consistencia dura. Este producto
asfixia al animal y permite maniobrar con sus extremidades una vez muerto.
Los insectos de consistencia blanda, es decir, de estructuras aladas, deben ir en otro frasco de
idénti. cas características, que contiene cianuro potásico, el cual deberás manejar con suma
atención debido a su peligrosidad.
Es primordial para la recolección de insectos el uso de un cazamariposas de gasa o de nylon
para no dañar sus delicadas estructuras. Existen tres tipos de cazamariposas: Uno de varillas
plegables y muy delicadas, el cual se utiliza para la caza de mariposas e insectos en pleno vuelo
(fig. 58-a, 58-b). El segundo tipo es de aro y varillas mucho más resistentes y sirve para la caza
batiendo los arbustos o las ramas de los árboles.
El tercer tipo está destinado a la caza de insectos acuáticos y está compuesto de nylon con una
tela metálica en el fondo.
Además de los cazamariposas deberás tener en tu taller unas pinzas blandas, hechas con muelle
de relojero y, por lo tanto, de gran flexibilidad para no dañar la delicada estructura de los
insectos. También. pueden serte de utilidad los llamados triángulos de papel, hechos con papel
cebolla transparente y que te servirán para guardar el ejemplar (fig. 59-a, b). Utilizarás los tubos
de cristal para guardar pequeños insectos que podrían perderse entre el serrín y el corcho.
Puede serte de mucha utilidad un aspirador (fig. 60); el más sencillo de ellos consiste en
un tubo de cristal abierto por ambos lados, los cuales se cierran con sendos tapones. En
cada uno de los tapones va incluido un pequeño tubo de material plástico, flexible y
dirigido a la boca. Por uno de los tubos aspirarás cuando el otro esté dirigido hacia el
insecto. El vacío creado por el cazador dentro del tubo al aspirar, provoca que el insecto
penetre dentro del aspirador por el otro tubo. Aunque hay otros tipos de aspiradores, éste
es el más sencillo y que te será más fácil de encontrar.
Además, necesitarás en tu taller otros diversos materiales como: varios tipos de pinzas,
agujas enmangadas (fig 61), alfileres de distintos números (fig. 62), etiquetas (fig. 63),
un reblandecedor o cámara húmeda (fig 64), dos tablas de madera blanda llamadas
extendedores, que poseen una ranura central para depositar allí el cuerpo de los insectos,
extendiendo sus alas fuera de la ranura (figs. 65, 66) (figs. 67, 68); las tablas de
preparación deben ser blandas para poder clavar el insecto y ordenar sus patas y antenas
(fig. 69). Debes también tener a mano una caja con un buen surtido de alfileres
divididos en compartimentos (fig. 70).
Fig. 61

Utilizarás la goma arábiga pero añadiéndole unas gotas de glicerina. Te será muy útil disponer
de un par o tres de pinceles de distintos gruesos (fig. 71). Para las orugas puedes disponer de un
aparato que se utiliza para insuflar el aire en el interior de aquéllas una vez se hayan vaciado
éstas. Este aparato está compuesto de un tubo transparente en el que se deposita la oruga. El
tubo se calienta por medio de un hornillo de alcohol, creando en su interior un ambiente seco y
caliente. Luego, a la oruga se le introduce por el ano una aguja hipodérmica con la cual se le
insufla el aire para que adquiera sus dimensiones primitivas (fig. 72).
Para el etiquetaje puedes utilizar un instrumento con tres desniveles (figs. 73-74).

Fig. 64
Fig. 70
Coleópteros

Al ser insectos de consistencia dura, habrás de matarlos por medio del frasco de acetato de etilo
y serrín de corcho.
Puedes proceder a su preparación recién capturado el insecto. Empieza por extender, de forma
simétrica, las patas y antenas, de forma que éstas sean perfectamente visibles desde arriba.
Coloca la etiqueta clasificatoria de su especie y, además, otra etiqueta anotando su procedencia
y otros datos de la cap tura. De esta forma darás a tu colección un verdadero valor científico, a
la vez que evitarás confusiones y mezclas entre los distintos insectos que exhibas (fig. 75).
Los insectos grandes se colocan en las tablas de preparación. Una vez pinchados se extienden
sus patas y antenas buscando una ordenación simétrica y pinchando con alfileres que sujeten sus
extremidades. Esto se hace para conseguir que, cuando se sequen, conserven la forma que tú les
has dado en la tabla de preparación. En ella deben permanecer un mínimo de ocho días.
Fig. 75

Si se te rompiera alguna extremidad puedes pegarla con una gota de goma arábiga en la
tabladereparación.

Lepidópteros

Al tratarse de animales de consistencia muy delicada deberás matarlos por medio del
frasco de cianuro potásico. Sin embargo, este producto endurece con facilidad las
extremidades, por lo que habrás de realizar la preparación lo antes posible. También debes ir
con cuidado, pues estás trabajando con animales de estructuras aladas que se rompen con mucha
facilidad. Por supuesto, debes evitar al máximo tocarlos con las manos, pues perderían el
polvillo de las alas, perdiendo con él su coloración característica. Utiliza, por lo tanto, las pinzas
blandas y las agujas enmangadas. Para su preparación procederás abriendo el triángulo de papel
donde habías depositado el animal, sacándolo con las pinzas. Al estar el animal muerto, las alas
tienden a cerrarse, por lo que habrás de abrirlas soplando ligeramente y ayudándote de las
pinzas. Una vez hayas abierto las alas, pinchas con un alfiler del tamaño adecuado el cuerpo
hasta dos tercios la longitud del mismo. Luego lo llevas hacia la tabla extendedora y lo clavas
en la ranura central, quedando, por lo tanto, el cuerpo instalado en la misma, mientras que las
alas quedarán apoyadas en las tablas de los lados. Puesto que las alas seguirán tendiendo a
cerrarse, las sujetas con unas tiras de papel cebolla y con la ayuda de alfileres. Después puedes
empezar el arreglo de las antenas y demás extremidades por medio de alfileres. Nunca debes
pinchar una extremidad sino tan sólo sujetarla.
Al cabo de siete u ocho días, el animal estará seco y en disposición para el etiquetaje.
Por lo tanto, lo puedes llevar hacia la vitrina que le tengas destinada.

Otros Órdenes

Los hemípteros heterópteros (chinches de campo):


los pegarás sobre la etiqueta con una gota de goma arábiga.
Hemípteros homópteros (cigarras): las tratarás igual que las mariposas o lepidópteros.
Ortópteros: no los matarás con acetato de etilo, sino con cianuro potásico. Los tratarás igual que
los coleópteros. En los saltamontes puedes extender las alas un lado abiertas, para apreciar la
coloración del ala inferior y el otro cerradas.
Odonatos (libélulas): también las matarás con cianuro potásico, actuando igual que con las
mariposas.
Himenópteros (abejas, avispas): se matan con acetato de etilo.
Dípteros (moscas): procurarás preparar el ejemplar el mismo día de su captura. Deberás
matarlas con cianuro potásico. Para las larvas de todos los insectos los matarás con alcohol de
70º, conservándolos en tubos de cristal.

Preparaciones microscópicas

Para la observación de insectos ectoparásitos de aves o mamíferos (piojillos o pulgas), el


microscopio es el único medio que permite estudiarlos. Estos insectos suelen tener el cuerpo
opaco y es necesario someterlos a un proceso de clarificación para su observación al
microscopio con un líquido llamado doral-lactofenol, cuya fórmula es:

Hidrato de cloral 4 partes


Ácido fénico 4 partes
Ácido láctico 2 partes
Salicilato sódico 1 parte

Esta sustancia ofrece la ventaja que los insectos u órganos pueden ser observados, poco tiempo
después de ser preparados. Para hacer preparaciones duraderas cuando el cloral-lactofeflol haya
clarificado el insecto, éste puede exprimirse entre papel secante, pasarlo al xilol unas horas y
luego montarlo entre porta y cubre con Bálsamo del Canadá, dejando la preparación en estado
horizontal por espacio de 2 a 3 días hasta que se seque. Otro líquido muy utilizado como
clarificador es el líquido de Hoyer, cuya fórmula es:

Goma arábiga 3 gr
Agua destilada 5 cc
Hidrato de cloral 120 cc
Glicerina 2 cc

Este líquido tiene la ventaja de servir como pegamento entre porta y cubre. La única precaución
es que hay que guardar las preparaciones en posición horizontal, debido que el líquido se
reblandece por efecto de la humedad. Un sistema muy rápido es hervir el insecto en ácido
acético, pasando directamente al Bálsamo del Canadá si éste contiene trazas de esencia de clavo.
Forma de ordenar las colecciones de preparaciones microscópicas (figs. 76, 77 y 78).

Fig. 76

Fig. 77
Fig. 78
Arácnidos, crustáceos y moluscos

Arácnidos

Para preparar los arácnidos, el método más sencillo y práctico con que puedes trabajar es el de
los baños. Este método consiste en someter al animal, durante tres días, a los efectos de una
solución compuesta por alcohol al 40 %, más sublimado corrosivo al 2 % y glicerina. Luego,
prepara un segundo baño con el sublimado al 5 %, y dejas al animal por espacio de otros tres
días. Darás todavía un tercer baño con el sublimado al 10 %, pero éste durará poco tiempo.
Una vez terminados los tres baños, lavas el animal para eliminar los posibles restos de
sublimado corrosivo, y lo dejas secar, habiendo ordenado previamente las extremidades. Según
el tamaño del ejemplar, lo pincharás con un alfiler o, simplemente, en el caso de que sea
reducido, lo pegarás encima de la etiqueta correspondiente.
El primer paso que debes realizar cuando trabajes con los crustáceos es lograr que
disminuya la parte carnosa del animal y te facilite, por lo tanto, su descarnado. Esto lo
conseguirás dejando el crustáceo en un lugar fresco y húmedo hasta que éste muera.
Para efectuar el descarnado separarás las extremidades, cortando el caparazón por la parte en
que queda unido a sus membranas y abriéndolo. Vacías ahora toda materia blanda que sea
susceptible de pudrirse. Para la cola, ayúdate de unas pinzas de disección. Los brazos que
terminan en pinzas deberás separarlos por sus articulaciones, procurando conseguir su perfecta
limpieza.
Una vez consigas que el animal esté del todo descarnado y limpio, lo lavarás, aplicándole un
antiséptico por todo su interior. Hecho ésto, lo dejas secar a la sombra.
Para el montaje basta con que pegues las extremidades al caparazón, ordenando su posición.
Cuando el crustáceo sea de un tamaño bastante grande, te será necesario alambrarlo,
construyendo con este fin un armazón para darle mayor consistencia. Para ello utiliza un
alambre recubierto de guata en cada una de sus extremidades y los unes todos en el centro del
caparazón.
Una vez terminado el animal, puedes añadirle una ligera capa de barniz.

Moluscos

Los moluscos desnudos, o que carecen de envoltura, como es el caso del limaco, los conservarás
en alcohol tras haberlos lavado en agua dulce para quitarles las mucosidades que los recubren.
En los moluscos de concha te será necesario sacar el animal de su interior, lo que lograrás
después de haberlo sometido al baño de alcohol. Si el animal se resistiera, puedes someterlo a
un baño de agua en ebullición.
En el caso de los moluscos bivalvos, los dejarás al sol hasta que se abran. El descarnado
posterior lo efectuarás del mismo modo que en los anteriores. De todas formas, te aconsejo que
no los hiervas nunca, pues podría romperse la musculatura que unen las dos conchas,
provocando la separación de éstas.
Para lograr que las conchas ofrezcan un aspecto más brillante deberás lavarlas en agua de 20° a
40º, con la ayuda de un detergente y un cepillo. Luego, aplicarás aceite de oliva y polvo esmeril
frotándolo. Repite esta operación hasta que la concha adquiera la brillantez que desees.

Conservación de las colecciones

A pesar de que hayas tratado los animales disecados con antisépticos, siempre hay
agentes externos que pueden dañar o destruir parcialmente las colecciones.
Normalmente, estos agentes destructores son los insectos, pero también la humedad, el
polvo y la luz solar, aplicada directamente, pueden favorecer la aparición de mohos, o,
simplemente, decolorar o envejecer la colección.
El primer cuidado que te debes exigir es el de mantener la colección en un alto grado de
limpieza y sanidad. Por lo tanto, sacude y cepilla con frecuencia las pieles. En el caso de
las aves, sacude con suavidad las plumas.
Habrás de tener un gran cuidado con la humedad, pues es uno de los factores que actúa de forma
más negativa sobre cualquier animal disecado. Cuando ésta existe, acostumbra a aparecer una
capa blanquecina sobre las pieles, lo cual te ayudará a reconocer la aparición de mohos.
Además, la humedad favorece el desarrollo de las larvas de insectos. Debido a ésto, debes crear
un ambiente seco en los lugares donde tengas piezas de tu colección. Si su tamaño lo permite, es
preferible conservar los ejemplares en vitrinas bien cerradas, con alguna substancia
deshumificadora en su interior. El producto que mejor te servirá para estos fines es el cloruro
cálcico.
También, como hemos dicho, el sol puede dañar seriamente cualquier ejemplar de tu colección.
Por tanto, debes procurar colocarlos a salvo de los rayos solares.
Contra los insectos debes procurar llevar, de una forma constante, una labor preventiva. Puedes
colocar, dentro de las vitrinas o cerca de los ejemplares, productos que mantengan alejados a los
insectos. Te aconsejamos el paradiclorbenzol en pastillas o el alcanfor, aunque es de mayor
efectividad el primero.
En las colecciones de insectos coloca, en un recipiente, una solución de nitrobenceno con
erosata de haya.
He aquí una relación de los insectos que más pueden dañar las colecciones:

Polilla de los libros: Ataca, principalmente, las colecciones de insectos, pero también las
encontrarás en las plumas de algunas aves.

Derméstidos (fig. 79): Ataca las colecciones de insectos, las pieles naturalizadas y también las
plumas de las aves. Según qué especie, ataca los cuernos de los mamíferos.

Acarus tirghyphus: Aparece tan sólo cuando el grado de humedad es muy alto y sólo ataca las
pieles cuando éstas ya están muy enmohecidas.

Polilla tinea pellionella: Ataca los tejidos de lana y las pieles de los mamíferos disecados.

Pyralis farinalis: Puede aparecer cuando la humedad ya existe.

Para ejemplares de gran tamaño puedes emplear insecticidas de tipo fumígeno. Otras
substancias con resultados satisfactorios son el bromuro de etilo y e1 óxido de etileno y
tetracloruro de carbono.
Inclusiones plásticas

Inclusión u oclusión plástica es el proceso por el cual un animal queda dentro de una masa de
resina transparente. Sus fines pueden ser tanto decorativos como científicos; así nos
encontramos inclusiones plásticas que nos sirven como llaveros, pisapapeles, etc., e inclusiones
plásticas que conservan en su interior intactos, a lo largo de los años, los ejemplares para los
museos y laboratorios.
Este método de conservación está especialmente indicado para las especies animales de pequeño
tamaño, como, por ejemplo, los insectos, y para aquellos otros que, además de su pequeño
tamaño, son de consistencia blanda, por lo que su conservación por otro sistema presenta
mayores problemas. Cuando se detalle el proceso a seguir para obtener una inclusión plástica,
veremos como el principio fundamental de las mismas es el de introducir un animal en una
masa de plástico transparente, una vez que se ha tratado convenientemente para evitar que entre
en fase de descomposición. El animal así tratado permite su observación, mientras que ningún
agente externo actúa sobre él.
Gracias al actual desarrollo de la química moderna, hoy se dispone de innumerables
tipos de resinas o plásticos aptos para tal fin, pero las que han demostrado dar mejores
resultados, después de múltiples experiencias, son las resinas sintéticas de tipo poliester. Son
superiores a los metacrilatos debido a que son más fáciles de manejar y no presentan ninguna
clase de inconvenientes insalvables una vez conocidos. Por añadidura, el proceso de inclusión
con las resinas de tipo poliester es más rápido y éstas se pueden adquirir fácilmente en los
comercios del ramo.
Una vez se dispone del objeto, o del animal a incluir, se elige el molde que por su forma y
dimensiones sea el más adecuado. En un trabajo de aficionado, pueden utilizarse moldes que no
sean exclusivos para este fin, como son algunos recipientes destinados a guardar comida,
bebidas, etc. Tan sólo han de cumplir la exigencia mínima de ser flexibles para favorecer el
desmolde una vez la resina se haya secado y haya llegado al estado sólido.
Es importante, antes de empezar a explicar el proceso de inclusión, dejar bien claro que el
animal u objeto ha de estar completamente exento de agua o humedad, ya que éstas reaccionan
con la resma dificultando y enturbiando la acción de polimerización de aquélla. La preparación
hecha mezclando la resina y el catalizador, no se hará hasta que el animal no esté perfectamente
muerto y seco, para evitar que aquélla empiece a secarse antes de que el animal esté listo para
ser introducido. Según que los animales sean de consistencia dura o blanda se ha de proceder de
distinta forma, pero ésto es algo que pasaremos a explicar una vez hayamos visto cómo se
prepara la mezcla.
Junto con la resma del tipo poliester necesaria para llenar los moldes, hemos de pedir en la
tienda el catalizador oportuno y un pequeño frasco de ftalato de dibutilo. Asimismo, sería muy
conveniente que no se olvidaran de adjuntar una tabla de proporciones entre resina, catalizador
y temperaturas. De todas formas, en el presente capítulo se adjunta una, que nunca se ha de
seguir como guía absoluta; el aficionado ha de experimentar hasta encontrar la proporción entre
resina, catalizador y temperatura que mejor resultados le proporcione. No hay que olvidar que si
se aumenta el catálizador o se sube la temperatura, la reacción es más rápida. Pero lo que a
todos puede parecer una ventaja, también presenta serios inconvenientes, al no dar tiempo
suficiente para que las burbujas de aire escapen. Por ello se ha de disponer del ftalato de dibutilo
para proporcionar a la resina mayor elasticidad y facilitar, por tanto, la salida del aire.

El proceso de inclusión

Las fases del proceso de inclusión, una vez muerto el animal, son las siguientes:
A) En primer lugar se prepara la cantidad necesaria de resina, más el catalizador y el ftalato de
dibutilo, para llenar el molde aproximadamente hasta su mitad. Se vierte en éste y se espera
hasta que alcance el estado de solidificación deseado.
Hay que mantener un estrecho control sobre este proceso de endurecimiento para no
cometer la equivocación de depositar el animal antes de tiempo, es decir, cuando está
demasiado blanda la pasta, ya que el animal tenderá a hundirse o a inclinarse, adoptando
una postura incorrecta; tampoco se debe depositar demasiado tarde, cuando ya esté muy dura la
mezcla, lo que impediría que el animal quedara adherido a la capa inferior. Esto haría que
cuando echáramos sobre él la segunda capa de mezcla, al no quedar adherido a la primera,
cambiaría de sitio o de colocación. Por todo esto podemos ver lo importante que es depositar el
animal en el momento oportuno, es decir, en el momento en que la capa de resma inferior haya
llegado a un punto de endurecimiento tal, que la pieza se quede pegada pero no se hunda. Queda
claro, en consecuencia, lo importante que es mantener un estrecho control en el proceso de
endurecimiento de la resina. Para ello el preparador puede ayudarse con un alfiler; con él puede
comprobar cuándo está la resina suficientemente dura sin perder su viscosidad (fig. 80).

Fig. 80

B) En segundo lugar, y una vez colocado el animal, se prepara la segunda colada de resina. Se
vierte ésta sobre el animal y se espera a que se solidifique totalmente. La rapidez de este
proceso, como ya hemos indicado, depende de la proporción entre catalizador y resina, y de la
temperatura a que se trabaje. También dependerá, y aunque sea lógico no queremos dejar de
decirlo, del grosor de las capas, o, dicho de otra forma, de la profundidad del molde.
Cuando la resina haya llegado a su endurecimiento total, se flexionan las paredes del molde
hasta que la inclusión plástica quede libre (fig. 81). Entonces ya sólo queda el pulido, que es la
tercera y última fase del proceso.
C) Para esta etapa se ha de lijar la superficie de la inclusión con lijas de números cada
vez menores. La última pasada la podemos pulir con algodón u otro material similar.
Aunque hemos dicho que podemos usar como molde cualquier recipiente para realizar las
inclusiones plásticas, con tal de que cumpla la exigencia de ser flexible, no queremos dejar de
advertir que siempre son más indicados los moldes fabricados para este fin, pues con ellos se
logran esquinas y cantos que apenas hace falta pulir.
Una vez explicado el proceso necesario a seguir con los materiales plásticos de las inclusiones,
pasamos a explicar cuál es la preparación exigida por el animal que se ha elegido.
Ya hemos advertido sobre la conveniencia de que el animal esté libre de todo resto de agua o
humedad, lo que dificultaría la reacción de la resina, por lo que no insistimos más en ello.
Según que los animales sean de consistencia dura o blanda, es decir, que tengan caparazón duro
o no, hay que proceder de distinta forma (figs. 82 y 83).

Fig. 81

Fig. 82
Fig. 83

Animales de consistencia dura (insectos, crustáceos, miriápodos, moluscos, etc.)

Cuando el animal ha muerto se procede a extender meticulosamente las extremidades:


patas, antenas, etcétera, dejándolas secar por espacio de algunos días para que las
articulaciones alcancen la rigidez suficiente para asegurar que no cambien de postura.
En esta operación actuamos tal y como se ha explicado en la entomología, trabajando en
las tablas de preparación con los alfileres necesarios. Depositada ya la capa de resina en
el molde y alcanzada la dureza oportuna, se traslada el animal sobre ella.
A continuación se vierte la segunda capa de resina, cuidando de que no se mueva el animal.
Recomendamos que esta segunda capa sea más líquida que la primera para que la resina alcance
fácilmente hasta los más pequeños resquicios de la superficie del cuerpo y no queden burbujas
de aire pegadas a éste por causa del principio físico de la tensión superficial.

Animales de consistencia blanda (peces, reptiles, anfibios, piezas anatómicas, etc.)

Este tipo de animales presenta un número mayor de dificultades, pues pueden cambiar
fácilmente de postura o disposición una vez han sido colocados sobre la primera capa de resina.
Por eso, antes de ponerlos sobre ésta y cuando aún estamos en la tabla de preparación con los
alfileres ya clavados, se les inyecta un líquido que los endurece y cuya fórmula es:

Alcohol de 96° 170 cc


Formol 40 % 60 cc
Ácido acético glacial 20 cc
Agua destilada 250 cc
Una vez este compuesto los ha endurecido, se llevan sobre la primera capa de resina, de la
misma forma a como hemos explicado se hacía con los animales de consistencia dura. A
continuación se vierte la segunda capa.
Como ya hemos anticipado, el aficionado ha de ensayar en los prócesos de polimerización hasta
que encuentre la fórmula, la proporción y el tiempo que mejor le van. De todas formas, y como
ayuda para el neófito, añadimos a continuación una tabla orientativa:

Resina Catalizador Temperatura


100 cc 30 gotas ó 1,5 cc 15-20 ºC
100 cc 20 gotas ó 1 cc 20-25 ºC
100 cc 15 gotas ó 0,5 cc 25-30 ºC

No queremos terminar este capítulo sin dejar de ádvertir a los no iniciados en el trabajo con
inclusiones plásticas, que este tipo de resinas despiden intensos olores. El autor puede contar
cómo, en más de una ocasión, el portero de su domicilio ha llamado a la puerta mientras
preparaba inclusiones plásticas, para asegurarse de que no se hubiera producido ningún escape
de gas. Por lo tanto, recomendamos trabajar con aireación abundante para no asustar
innecesariamente a la vecindad. Por otra parte, este tipo de resinas no requieren ningún otro tipo
de cuidados, pues sus gases son inofensivos tanto para los ojos como para la garganta, y
tampoco son inflamables.
Tampoco queremos dejar de animar al aficionado pesimista, que piensa que realizar una
inclusión plástica es demasiado difícil; la prueba de su sencillez es que los fabricantes
de juguetes están proyectando introducirla como un tipo de manualidad o juego para los
niños.
Indice

Introducción 5
Generalidades 7
Utensilios y materiales para profesionales 7
Utensilios y materiales para principantes 13
Tabla de alambres y animales 14
Tabla de ojos para aves 15
Tabla de ojos para mamíferos 15
Substancias conservadoras 16
Preparación de aves 21
Operaciones preliminares 21
Desuello y preparación de la piel 22
Montaje con maniquí 29
Montaje con relleno 36
Montaje del ave con las alas extendidas 37
Montaje de pieles secas 39
Conservación de huevos y nidos 40
Pequeños mamíferos 43
Desuello 43
Montaje 49
Grandes mamíferos 59
Operaciones preliminares 59
Desuello 60
Montaje 62
Curtido de pieles 67
Peces, anfibios y reptiles 71
Peces: operaciones preliminares 71
Desuello 71
Montaje 73
Desuello y montaje de anfibios 76
Desuello y montaje de reptiles 77
Cabezas, cornamentas y alfombras 81
Desuello de cabezas 81
Montaje con relleno 83
Montaje con maniquí 84
Montaje de cornamentas 87
Preparación de alfombras 90
Preparación y montaje de los huesos 95
Maceración 95
Blanqueo de huesos 96
Montaje 96
Insectos 99
Generalidades 99
Recolección 99
Equipo necesario para la recolección 100
Coleópteros 113
Lepidópteros 113
Otros órdenes 116
Preparaciones microscópicas 116
Arácnidos, crustaceos y moluscos 121
Arácnidos 121
Crustáceos 121
Moluscos 122
Conservación de las colecciones 123
Inclusiones plásticas 127
El proceso de inclusión 129
Animales de consistencia dura 133
Animales de consistencia blanda 136

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