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UNA MIRADA A LA LIMITACION COGNITIVA

¿Qué es el Retardo Mental? Para empezar, puedo afirmar que hasta hoy lo
determinaba un CI, menor de 60 y déficit en Habilidades Sociales, el retroalimentar
este concepto me permitió una mirada más amplia y el reconocimiento de que el
CI, no es indicador decisivo para diagnosticar en un niño o niña RM.

Es claro que esta discapacidad se presenta, cuando al hacer la valoración y


equipararla con pares de su contexto denota funciones intelectuales generales y
habilidades adaptativas por debajo de la media, además se evidencia antes de los
18 años.

En consecuencia, la apreciación medica se tendré en cuenta como un indicio, de


ninguna manera puede abordarse como el derrotero de intervención, máxime
cuando la experiencia psicopedagógica da cuenta de estudiantes con
desempeños exitosos en capacidades intelectuales, conducta adaptativa
adecuada, interacción y desempeño de roles entre otros, de hecho muestra
capacidades para desenvolverse en la cotidianidad de su contexto.

Barreras actitudinales de los maestros frente a la inclusión de personas con


discapacidad cognitiva.

En la actualidad, se vive una realidad particular importante en los establecimientos


educativos, con la implementación de la Política de Educación Inclusiva,
constituyéndose esta en un reto invaluable para las instituciones en la medida en
que se requiere trascender a la función social y educativa esto es, fundamentar su
razón de ser en las oportunidades que ofrezca al estudiante para desarrollarse de
acuerdo a sus necesidades, pero también a sus potencialidades desde los
parámetros de una oferta educativa adecuada y pertinente.

Es así, como el espacio escolar se ve abocado a diversas posiciones y miradas, si


bien es cierto que la base de la inclusión es la actitud del maestro, también, lo es
que hay instituciones que ya superaron esta etapa y lo asumen como un proceso
colectivo. La preocupación no es si debe o no hacerse, les ocupa ¿Cómo
hacerlo?, se plantean los siguientes interrogantes ¿Cómo desarrollar un proceso
que requiere un saber especializado?, ¿Estos niños con discapacidad cognitiva
también están sometidos a la evaluación?, ¿Tendrán que participar en las
pruebas de estado?, ¿Su presencia afectara el nivel académico de las aulas?,
¿Qué criterios establecer para ingreso, evaluación y promoción de estudiantes con
discapacidad cognitiva?.

En ese orden de ideas, el proceso de inclusión va mucho mas allá de asignarle un


pupitre al estudiante con discapacidad, de compartir un espacio físico con el, o de
asegurarle una buena interacción con uno o dos maestros. Por tal razón, no se
puede asumir posiciones radicales sobre su adopción inmediata sin mediar
análisis, reparación de condiciones y diseño de un modelo pedagógico adecuado.
Implica entonces, un proceso de cambio de imaginarios que propicie
transformación cualitativa constante, donde todos los estudiantes accedan a las
mismas posibilidades en igualdad de condiciones, lo que supone respeto a la
diversidad.

El problema no es si están juntos “normales y limitados cognitivos” lo


verdaderamente trascendente es si la institución educativa es agente de cambio
en condiciones de equidad para todos. Desde la perspectiva de garantizar los
derechos para todos, se hace evidente reconocer la condición de ser humano por
encima de la condición de discapacidad, por tanto es conveniente que los
contenidos académicos se centren en los aspectos que van a favorecer el
desempeño en cuanto a independencia, habilidades sociales entre otros, de
acuerdo a la situación particular de cada uno y frente a sus propios procesos y
ritmos de aprendizaje.
No obstante, garantizar la atención de niños, niñas, jóvenes y adultos en las
instituciones educativas, requiere de la participación y concertación, con diferentes
sectores sociales, culturales y de salud en torno al propósito de brindar
oportunidades en igualdad de condiciones, haciéndolos corresponsables desde la
convicción de que esta actuación conjunta es decisiva para generar procesos de
desarrollo en el estudiante y permite no solo la eficacia de las acciones, sino
también el logro de objetivos coherentes con sus posibilidades. Se trata de que
este esfuerzo conjunto con los apoyos y servicios que cada uno puede ofrecer,
favorezca las condiciones de atención a los estudiantes con limitación cognitiva.

En este proceso de transformación, las instituciones educativas cuentan con


disposiciones legales internacionales, nacionales y departamentales que
constituyen un respaldo frente a sus acciones y decisiones, la complejidad del
reto de educar en aulas inclusivas, hace necesario establecer alianzas
estratégicas que faciliten la intervención pedagógica y los ajustes curriculares en
aras a una respuesta coherente a las expectativas de la demanda, esta labor
interdisciplinaria permite superar las barreras de las especialidades, el trabajo
cooperativo con las diferentes disciplinas minimiza los temores y da un equilibrio
entre la preparación y la formación teórica, lo que permite que trascienda la
trasmisión de contenidos hacia un proceso de construcción y reconstrucción de
conocimientos.

Es preciso, por tanto prepararse para el cambio esto implica generar unos
espacios de socialización de experiencias de aula y de Autocapacitación,
determinados en el plan de acción e institucionalizados como jornadas
pedagógicas y mesas de trabajo que generen discusiones que aporten a la
transformación de las practicas pedagógicas, donde se permita al estudiante una
participación mas activa en el aprendizaje, donde se le considere el centro del
quehacer pedagógico, quien tiene su propio ritmo de aprendizaje, sus
potencialidades y particularidades que lo hacen un ser único.

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