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secuenciación de un programa de
educación ambiental.
Hay cosas que para saberlas bien no basta con haberlas aprendido
(Immanuel Kant)
(Richard B. Sheridan)
Sinopsis
En documento desarrollamos algunos planteamientos de tipo metodológico que pueden ser
útiles a la hora de poner en marcha un programa de educación ambiental. Pautas generales
sobre cómo enfocar el trabajo con grupos para alcanzar los objetivos previstos y pautas más
específicas de cara a la organización/secuenciación de las actividades del programa. Os
presentamos varias propuestas de secuenciación metodológica de las actividades, así como
nuestra propia propuesta con ejemplos de actividades. Por último, exponemos algunas
referencias bibliográficas y planteamos las actividades para esta unidad temática.
¿Qué hacer antes de empezar con un programa?
A veces sucede que cuando nos enfrentamos a un programa educativo del tipo que sea,
una batería de actividades se agolpan en nuestra cabeza y tratamos de hilvanar con ellas
un programa coherente. Y claro, el resultado final es un cóctel de actividades que no
convence ni a destinatarios ni a nosotros mismos como educadores. Empezar de una
forma coherente significa planificar y organizar previamente nuestra intervención. Es
probable que esto nos lleve algún tiempo más que la improvisación pero el resultado
final siempre es de mayor calidad.
En esta planificación previa dos son los elementos clave a tener en cuenta: el análisis de
la realidad y los objetivos.
? El análisis de la realidad
? Los objetivos
Quien más y quien menos se ha sentado alguna vez delante de un papel en blanco para
plasmar en él los objetivos de su programa y ha pasado
–con mayor o menor dificultad- ese escollo tradicional en los proyectos. En la mayor
parte de las ocasiones la redacción de los objetivos se convierte en un mero trámite en
nuestros proyectos, sin darnos cuenta realmente de su relevancia.
Y es que no podemos empezar a trabajar si antes no nos planteamos de forma clara qué
es lo que queremos conseguir con el proceso educativo que se va a iniciar. Para ello no
es necesario recurrir a frases grandilocuentes si no simplemente responder a esa
pregunta de una forma realista, teniendo claro los resultados del análisis previo de la
Una vez que hayamos abordado tanto el diagnóstico previo como la formulación de los
objetivos de nuestro proyecto, es decir, hayamos respondido a ¿con qué nos
encontramos? y ¿qué queremos conseguir?, llega el momento de hacernos otra
pregunta no menos relevante ¿cómo vamos a hacer el programa de educación
ambiental? ¿con qué metodología vamos a trabajar?
La educación ambiental, pese a gozar todavía de una corta existencia, al menos con este
nombre, está ya dotada de un rico cuerpo teórico y metodológico que la sustenta.
Numerosas entidades, colectivos y personas han desarrollado experiencias, iniciativas y
líneas de investigación en esta materia que han permitido crear un denso corpus
teórico. Ello no quiere decir que la educación ambiental sea una materia estática. Muy al
contrario, el vasto y complejo ámbito en el que se mueven los educadores ambientales
hace de ella un entramado complejo y dinámico donde conviven múltiples y diversas
aproximaciones conceptuales y metodológicas –todas ellas válidas-, sometidas a una
constante revisión y enriquecimiento.
La importancia de lo cercano
Lo que piensan los participantes. Los cimientos del saber
¿Conocer lo que nos rodea a través de los libros?
El medio ambiente es asunto de todos
Educar en valores. El valor de educar
? La importancia de lo cercano
La máxima Piensa global, actúa local, no por muchas veces citada deja de ser cierta. De
esta forma, cualquier programa de educación ambiental debe tener un punto de partida
centrado en el entorno inmediato, entendido éste no sólo desde el punto de vista físico
o biólogico, sino por supuesto desde el ecológico, social y cultural. La comprensión de
este principio fundamental y su incorporación en nuestros hábitos de programación son
Así pues, será poco efectivo abordar un programa centrado en los residuos, si éste no
es un centro de interés en nuestro municipio, o resultará un esfuerzo inútil comenzar a
trabajar sobre la lluvia ácida, si los efectos de ésta no son fácilmente constatables a
escala local. Lo mismo podríamos mencionar acerca de los recursos: sin duda los Alpes
o el Amazonas son parajes singulares, pero su utilidad como recurso educativo para
nuestra realidad socio-ambiental es, cuanto menos, dudosa.
Una forma más eficaz de lograr acercar las cuestiones ambientales a nuestros
destinatarios es partir de sus inquietudes inmediatas, los problemas que les rodean, la
realidad de la que oyen hablar en casa o la que les afecta directamente. Es lo que
denominamos aprendizaje significativo.
Otro principio básico de lo que llamamos educación ambiental resulta igualmente obvio.
Si los objetivos que barajamos están estrechamente relacionados con el acercamiento
afectivo (y no solo cognitivo) al entorno inmediato, es evidente que la mejor
aproximación posible será aquella que nos permita un contacto directo con dicho
entorno.
Otro de los aspectos cruciales de la materia con la que tratamos es que no sólo
trabajaremos aspectos conceptuales o procedimentales. La educación ambiental es,
junto a lo demás, una educación en valores y actitudes, y esto se convertirá es un leit-
motiv que impregnará todas las actividades y acciones que pongamos en marcha.
Desde un punto de vista metodológico, sería necesario plantearse cómo debe influir el
trabajar los valores en la práctica educativa que desarrollamos. ¿Hay que adoptar un
modelo de trabajo especial? ¿Se deben explicitar los valores a que hacemos referencia
durante las sesiones de trabajo?
En realidad, las actitudes y valores proambientales, al igual que todos las demás, se
adquieren probablemente después de un proceso de interiorización de la información
que nos llega a través de los sentidos (y no sólo de la información más estrictamente
intelectual). Este proceso se puede desencadenar de diferentes formas en distintos
individuos, dependiendo de muchas variables, entre las que destacan el ambiente
familiar, las experiencias previas, la receptividad, la personalidad, etc.
Esto quiere decir que ningún programa o actividad nos va asegurar, por bien que esté
diseñado y ejecutado, la adquisición inmediata de determinadas actitudes o valores por
parte de los participantes. Sin embargo, es indudable que la realización de ciertas
intervenciones educativas va a allanar el terreno para una próxima o futura modificación
en las actitudes ambientales de los educandos. En general, todas las pautas
metodológicas que hemos apuntado hasta ahora están encaminadas al fomento del
cambio de valores y actitudes; más concretamente, se pueden apuntar esta serie de
pautas:
Diferentes autores han desarrollado una serie de propuestas metodológicas para aplicar
en los programas de educación ambiental. Todas ellas parten de un esquema común y
similar, que puede alcanzar diferentes niveles de detalle y definición, de acuerdo con las
necesidades del programa y las preferencias del equipo educativo que los desarrolle.
Para una revisión in extenso de las distintas propuestas, pueden consultarse las obras de
referencia1.
A partir de los modelos señalados más arriba, hemos diseñado una propuesta que sigue
el mismo proceso lógico, pero en el que hemos simplificado la secuencia para dotarle
de mayor flexibilidad. En nuestro caso, quedará así:
Motivación-Sensibilización
Investigación-Conocimiento
Reflexión-Crítica
Acción-Comunicación
- Elaboración de cuestionarios
- Realización de entrevistas
- Consultas bibliográficas
Investigación/Conocimiento - Recogida de materiales relacionados
- Realización de sencillas auditorías
- Reconstruir procesos a través de viñetas, ordenando
frases,...
- Narrar ordenadamente acciones y procesos
- Clasificar la información
2 obtenido a partir de Transversales. Educación Ambiental; Jiménez Armesto, M.J. y Laliena Andreu, L. (1989); en
Materiales del MEC para la Reforma Educativa; Ed. MEC
Referencias
Ander-Egg, E. & Aguilar, M.J. (1995) Diagnóstico Social. Conceptos y metodología.
Editorial Lumen.
Caduto, M.J. (1992) Guía para la enseñanza de valores ambientales. Colección PIEA
(UNESCO). Libros de la Catarata.
Calvo, S. & Corraliza, J.A. (1996) Educación Ambiental. Conceptos y propuestas. Editorial
CCS. Plan de formación de animadores.
Jiménez Armesto, M.J. & Laliena Andreu, L. (1989) Transversales. Educación Ambiental,
Materiales del MEC para la Reforma Educativa.
Quetel, R. & Souchon, Ch. (1994) Educación Ambiental: hacia una pedagogía basada en la
resolución de problemas. Colección PIEA (UNESCO). Los Libros de la Catarata.
Young, A.J. & McElhone, M.J. (1994) Principios fundamentales para el desarrollo de la
Educación Ambiental no convencional . Colección PIEA (UNESCO). Los Libros de la
Catarata.
VV.AA. (2003) Conocimientos básicos para la educación ambiental. Bases de datos para la
elaboración de actividades y programas. Colección Monografías de Educación Ambiental
nº 1. SCEA-SBEA. Editorial Graó.