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La ciudad del Medievo

Con el progresivo e irremediable decaimiento del imperio romano y todo lo


que este suponía en cuanto a organización política e institucional, el mundo occidental
cristiano va cambiando de aspecto, no necesariamente claro a uno mejor, sino todo lo
contrario, las ciudades decrecen de tal manera que muchas de las herencias
institucionales del mundo romano, y que se habían encargado de ordenar la sociedad,
desaparecen por completo, produciéndose lo que algunos llaman el quiebre entre la
ciudad del mundo antiguo y la ciudad del mundo medieval, pero eso es algo debatible
tomando en cuenta que muchas de las tradiciones y formas de la ciudad del mundo
grecorromano se mantienen presentes, quizás ya no con tanta claridad, en la ciudad
medieval, sin embargo de lo que sí podemos estar seguros es de que se produjo un
fenómeno de migración desde la ciudad al campo, disgregándose la población en
lugares alejados de las grandes concentraciones al ver en éstas un elemento de caos, de
desorden, y estos serán los hechos que marcarán a las ciudades en la alta edad media.

De ésta forma el proceso de “urbanización” y, por consiguiente, de


transformación y trasplante de la ciudad del Medievo está totalmente ligado al
desarrollo, sin reales contrapesos, de un sistema socio-económico conocido como
feudalismo, el que como bien se sabe responde a la civilización agrícola de esta época.
De esta forma, y en torno de un sistema feudal sumamente afianzado, se forman
pequeñas villas y grupos de familias en torno de un feudo (o burgo), en torno de un
elemento económico real que permita la supervivencia en tiempos tan difíciles, así no
extraña que en torno de estos lugares tenga lugar el surgimiento de actividades distintas
a las agrícolas que favorecen el florecimiento y potenciamiento de una economía
monetaria, esto claro gracias a que el feudo albergaba a clérigos, guerreros, artesanos,
comerciantes, etc., los que se hicieron permanentes en el lugar generando una corriente
más frecuente de intercambio en la naciente ciudad, así son estos artesanos,
comerciantes y otros los que junto al trabajo rural y la propiedad territorial ocupan un
lugar dominante y se convierten en la nueva base de la economía, la que puede ver un
desarrollo más prospero con el comercio y la industria.
La ciudad del Medievo se vuelve el centro del comercio en las regiones, en los
sectores rurales, siendo este el lugar de intercambio por excelencia, con la confianza y
seguridad que entregaba el feudo, el que en algunas ocasiones se encontraba
amurallado, obviamente como un elemento de defensa contra los bárbaros y potenciales
invasores, y es en torno a esta fortaleza amurallada que se forma la ciudad medieval, en
la que se asientan y se vuelven permanentes personajes como por ejemplo los artesanos,
los que eran uno de los tantos responsables del movimiento económico de las ciudades,
ofreciendo y tranzando productos, sin embargo éstos personajes tenían la particularidad
de ejercer su función sin ser grandes expertos en lo que hacían, dedicándose más al
oficio por necesidad sin preocuparse de los resultados de sus esfuerzos, es entonces por
ésta necesidad que muchos de éstos se dedicaban por tradición y herencia familiar de
conocimientos y saberes de la especialidad, lo que sumado a que no sabían hacer otra
cosa para subsistir los llevaba a dedicar su vida a esta actividad, generando con el
tiempo una especialización en los trabajos, y con esta especialización en manos de los
artesanos surge el gremio, que agrupaba a artesanos de un mismo oficio, logrando de
ésta forma sacudirse un poco de sus dependencias para con el señor feudal, y paralelo al
gremio encontramos también otra institución que presenta similares fundamentos y
características, hablo de la Guilda, que al igual que el gremio es una agrupación pero en
este caso de comerciantes o mercaderes, los que se vinculan por convención,
consentimiento y contrato, siendo asociaciones libres. El consentimiento y el contrato
están anclados en un juramento promisorio mutuo, lo que quiere decir que sus
miembros comprometen sus acciones y comportamientos futuros, conformando de esta
forma una especie de liga entre los comerciantes que tendría por fin la mutua
protección, cuidado y socorro de unos a otros, lo que claro no será del agrado de la alta
esfera de poder, o sea, del señor feudal. Otros elementos importantes constituyentes de
las Guildas son el juramento y el ágape, siendo el juramento mutuo un acto jurídico
constitutivo y contractual que además establece la igualdad entre los miembros,
mientras que el ágape tenía la función de renovar y fortalecer la continuidad de la
asociación jurada, y estaba relacionado con el oficio divino, con las obras de caridad y
con la conmemoración de los difuntos, y por tanto con la rememoración de su propia
historia interna. Pero para entender la Guilda hay que entender a los mercaderes, ,estos
acostumbraban viajar mucho para comerciar sus productos y abastecer a las ciudades,
ayudando a su vez a la comunicación entre estas, siendo la tarea del mercador muy
peligrosa y temeraria, más aun considerando su bajo nivel intelectual y el hecho de que
la mayoría de estos son relacionados con las ideas e ideales de confianza y reputación,
manteniendo siempre la fe de que por medio de su rápido enriquecimiento podrían
ascender socialmente en un mundo estamental.

Dentro de la ciudad además, no podían quedar de lado obviamente los elementos


religiosos, los que se ven representados por el orden y las ordenes, que tienen que ver
con la visión más espiritual del cristianismo y de éste como organización religiosa
imperante, siendo el orden el responsable de la liturgia, de las enseñanzas y de la
palabra, para llevar al feudo por el camino de Dios, este orden claro está es formado y
reproducido, tal como lo fue en el mundo antiguo y le seguirá siendo después, por los
clérigos, los que al igual que en el pasado mezclarán y orientaran en una misma
dirección la liturgia y la política, buscando poner orden en la diversidad, mientras las
ordenes se pueden encasillar dentro de las distintas organizaciones dentro de la misma
Iglesia.

No hay que olvidar sin embargo que todos estos elementos y la misma ciudad
son el resultado del feudalismo, que tiene su base en el vasallaje, y en la relación de
protección, obediencia y fidelidad envuelto en la ceremonia, la cual le cuesta al vasallo
algo mas que su sola fidelidad incondicional, le cuesta sus tierras, sus posesiones, claro
que a cambio recibirá cuidado y podrá vivir mas tranquilo guarnecido bajo el alero del
señor feudal, sin embargo es este feudalismo el que agranda y agrava las diferencias
entre los diferentes estamentos existentes en la época, produciéndose un preocupante
desbalance donde el señor feudal adquiría mas y mas tierras y bienes bajo la excusa de
proveer protección a sus vasallos, siendo curioso que fueran los mismos vasallos los que
se protegiesen unos a otros cada vez que e peligro acechaba, porque bien se sabe que
eran los vasallos los que iban a la lucha, y los mismos vasallos un tiempo más tarde
emprenderán las cruzadas de los señores.

De esta forma la ciudad medieval la podemos entender como un conjunto de


factores y elementos, algunos de continuidad con el mundo antiguo y otros de
renovación, pero que serán la base para la futura ciudad moderna y que sentaran
importantes bases en el mundo occidental cristiano.

Omar Cabezas

Licenciatura en Historia

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