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Reflexiones en torno a la religión: Freud y el porvenir de una ilusión

Mtro. Mauricio Ávila


Universidad Autónoma de Querétaro

Resumen
En este trabajo exploramos las aportaciones de Freud en torno a las críticas
dirigidas hacia la religión. La tesis fundamental plantea que las representaciones
religiosas son ilusiones que responden a las necesidades y deseos más
apremiantes del hombre. De igual forma, Freud también propone que estas
representaciones no son indispensables para normar los vínculos sociales.

Palabras clave: religión, Ilusión, deseo, vínculo social, naturaleza.

Reflexiones en torno la religión: Freud y el porvenir de una ilusión

Desde los inicios del psicoanálisis, Freud no sólo se fue deslindando de la mirada
médica –como la de Xavier Bichat, fundador de la anatomía patológica— que
reunía la observación anatómica y la clínica en mutuo arreglo; además, está bien
documentada su postura, demasiado ambigua, de sobra problemática, en torno a
la filosofía. Y en medio de este escenario, se alzó la voz del padre del
psicoanálisis que gritaba su deseo por recorrer el camino (odos) que se entrevía
con lo que en un principio, y todavía en el contexto de la terapia de hipnosis, se
llamo cura por la palabra o limpieza de chimenea. (Cfr. Assoun, 1976: 7 - 53)
Pero hubo también una reciprocidad en torno a la distancia tomada por el
psicoanálisis hacia la filosofía. Heidegger reconoce explícitamente la técnica
psicoanalítica freudiana, empero, advierte que sus posiciones filosóficas son
realmente equivocadas. Por otro lado, en los Seminarios de Zollikon, Heidegger
deslinda a Freud del ámbito de la filosofía estableciendo una distinción entre la
pregunta filosófica por el ser y las preocupaciones propias del psicoanálisis. (Cfr.
M. Heidegger, 2007: 25 y 26).
No es fácil el diálogo entre el psicoanálisis y la filosofía, incluso podría
parecer hasta un tanto artificial y forzado, pues: ¿qué relación puede establecerse
entre la reflexión filosófica y una metapsicología que se nutre directamente de la
práctica médica? Ciertamente, tal coincidencia no puede pensarse al modo de una
filosofía del psicoanálisis, o, al contrario, como un psicoanálisis de la filosofía. Para
evitar el empleo de un metalenguaje –al modo de una filosofía de la ciencia— y,
sobre todo, para no comprometerme con la idea de interdisciplinaridad, propondré
entre ambas una relación meramente tangencial, aunque de carácter significativo. 1

***
La problemática sobre la religión tiene casi infinitas caras, además de una
cantidad inmensa de perspectivas que pueden traslaparse o hasta excluirse.
Empero, lo que ahora justificaría la inclusión del discurso psicoanalítico sobre la
religión en un simposio que atiende al problema de la Modernidad –éste
enmarcado en un Congreso de Filosofía—, se fundamenta no sólo por la razón de
que aquel se centra en uno de los ejes que ha dado forma a la historia de
occidente; además, porque se inserta –con sus múltiples matices— en la
pretendida secularización de las relaciones entre los individuos y el estado, que se
generó a partir del triunfo de la razón ilustrada. De esta forma podemos –
guardando toda proporción— inscribir a Freud en un paradigma crítico de la
religión que, siguiendo una línea arbitraria, se remonta hasta Voltaire, con su
Tratado sobre la tolerancia, pasa por Feuerbach con su obra titulada La esencia
de cristianismo, y que continúa hasta Nietzsche.
A la pregunta sobre qué es la verdad, Nietzsche responde:

1
Estoy pensando, por ejemplo, en los estudios neurológicos que, sin un afán de seguir la duda
metódica cartesiana, han trastocado esta doctrina, obligando a los filósofos a plantease muchas
consideraciones al respecto.
Una hueste en movimiento de metáforas, metonimias, antropomorfismos, en
resumidas cuentas, una suma de relaciones humanas que han sido realzadas,
extrapoladas y adornadas poética y retóricamente y que, después de un
prolongado uso, un pueblo considera firmes, canónicas y vinculantes; las verdades
son ilusiones que se han vuelto gastadas y sin fuerza sensible, monedas que han
perdido su troquelado y no son ahora ya consideradas monedas, sino metal.
(Nietzsche, 1990: 21)

Esta construcción de la razón tendría como objetivo brindar a los individuos una
ordenanza tal que les permita vivir en un medio que se manifiesta de forma hostil.
Así, “en el fondo de la definición de verdad como un móvil ejército de metáforas,
metonimias, antropomorfismos, encontramos otra idea más general que nos
presenta a la historia intelectual de la humanidad como una historia de la metáfora
y de la ilusión”. (Ruben Tani y María Gracia Núñez, 2003)
De igual forma, en su obra El porvenir de una ilusión, Freud advierte que las
representaciones religiosas no son más que ilusiones, en otras palabras:
“cumplimientos de los deseos más antiguos, más intensos, más urgentes de la
humanidad; el secreto de su fuerza es la fuerza de estos deseos”. (Cfr. Freud,
1927: 25). Así, de la misma forma que cualquier otra representación, su tarea
principal, su genuina razón de existir es, por un lado, protegernos de la naturaleza
y, por otro lado, proporcionar las normas necesarias para regular los vínculos
entre los hombres.
En este tenor, si bien Freud advirtió que es evidente que la religión ha
prestado grandes servicios a la cultura humana, y ha contribuido en mucho a
domeñar las pulsiones sociales, sin embargo, él apoyó la tesis de que la cultura
corre un mayor peligro si se aferra a su vínculo con la religión que desatándolo.
Por esta razón, y sin que esto implique la promesa de una panacea, Freud
sustenta la posibilidad de abandonar las representaciones religiosas, y así
fomentar una reconciliación del hombre con la cultura; la cual le exige a éste el
emplazamiento de sus pulsiones, y regula así los vínculos sociales. Tal
reconciliación se llevaría a cabo, al menos, bajo dos supuestos: 1. el riesgo de que
la muerte es igual para todos, por tanto, el emplazamiento de las pulsiones no
necesita inevitablemente de las representaciones religiosas; 2. la ciencia, por
medio de éxitos numerosos y sustantivos, ha probado que no es una ilusión.
En concreto, Freud piensa en un orden social, no paradisiaco, que podría
prescindir de las representaciones religiosas.

Bibliografía
-Assoun, Paul-Laurent (1976), Freud, la philosophie et les philosophes, QUADRIGE/PUF: 7-57,
Paris, Presses Universitaires de France.
-Freud, Sigmund, “El porvenir de una ilusión”, en S. Freud,Obras Completas. El porvenir de una
ilusión, El malestar en la cultura y otras obras, vol. XXI, Amorrortu editores S. A.: 16 a 45,
Argentina.
-Heidegger, M., (2007), Seminarios de Zollikon, Jitanjáfora: 6 – 50, (trad. Ángel Xolocotzi), Morelia.
-Nietzsche, Friedrich (1990), La verdad y la mentira en sentido extramoral, Tecnós: 3 -24, Madrid.

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