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El Estado ha existido desde los tiempos más remotos y puede suponerse que solo han
podido subsistir sin organización estatal las sociedades muy reducidas y primitivas.
La Filosofía Política medieval, representada por Tomás de Aquino, afirma que solo en el
Estado y gracias al gobierno del rey es posible que los seres humanos se mantengan unidos en la
búsqueda del bien común. Y Tomás utiliza explícitamente la metáfora organicista para justificar la
monarquía: «del mismo modo que el organismo humano es regido por un miembro principal, es
necesario que en la multitud exista algo que la gobierne o dirija» (Sobre el gobierno de los
principios).
He aquí algunas de las ideologías políticas que impactaron en la vida social, cultural,
económica de Occidente en los últimos tiempos y, por qué no decir, en todo el mundo.
Liberalismo
El liberalismo político nace en el siglo XIX como defensa de la libertad de los individuos
contra el poder absoluto del Estado. Se trataba entonces de limitar el poder de éste mediante la
división de poderes, independencia del legislativo, ejecutivo y judicial, y la proclamación de los
derechos humanos. En realidad, la libertad que se defiende es la libertad política negativa, no se
trata tanto de participar en las decisiones y actuaciones del Estado, como de defenderse de ellas.
Las bases ideológicas son las teorías contractualistas y utilitaristas.
Nunca consideres el estudio como una obligación, sino como una oportunidad para penetrar en el
bello y maravilloso mundo del saber. /ALBERT EINSTEIN/.
Filosofía 2011
El vehículo del trabajo productivo une a los seres humanos y funda la sociedad dividida en
clases como consecuencia de la especialización del trabajo. La división social del trabajo da lugar a
determinadas relaciones de producción entre los miembros de una comunidad. Desde estos
puntos de vista surgen ideas como:
• La justicia social es igualdad económica; la falta de igualdad representa la injusticia.
• La propiedad privada de los medios de producción hace aparecer la desigualdad y por lo mismo
debe socializarse de algún modo.
El socialismo, según Karl Marx y Friedrich Engels, plantea el problema del ser humano
desde la perspectiva laboral, desde la realización del proceso productivo.
Las relaciones de producción unidas al conjunto de las fuerzas productivas, es decir, la
capacidad tecnológica que una determinada sociedad dispone para solventar las necesidades de
producción, conforman el sustrato real de la historia humana en cada momento. Es lo que Marx
denomina la estructura de una sociedad. Sobre esta estructura básica se erigen las
correspondientes manifestaciones o instituciones de la vida social, surgidas como reflejo de las
condiciones materiales.
A este conjunto de instancias, derecho, moral, régimen político, ideología, etcétera, otorga
Marx el nombre de superestructura.
La teoría marxista afirmaba el determinismo absoluto de la estructura sobre la
superestructura; lo material condicionaba lo espiritual. Posteriormente, Marx reconoció que los
aspectos ideológicos también constituyen factores del devenir histórico, que influyen a su vez en
la base económica que los ha originado.
Los conflictos entre las fuerzas productivas y las relaciones de producción han
determinado el curso de la historia. Ésta puede, por tanto, estudiarse con la exactitud de un
fenómeno de la naturaleza. La pretensión del marxismo es, ante todo, de erigirse como una
metodología científica destinada no solo a examinar lo que es o ha sido, sino como una proyección
hacia el futuro que lo vaticina. Así, Marx enuncia cuáles han sido, a grandes rasgos, los diferentes
momentos históricos habidos en la formación económica de la humanidad: el modo de
producción, el antiguo, el feudal y, por último, el moderno burgués, y augura el modo de
producción que se impondrá irremediablemente en el futuro.
El régimen productivo de la antigüedad se transformó en el feudal y éste a su vez en el
capitalista burgués. Las relaciones burguesas de producción son la forma económica actual, pero,
obviamente, explica Marx, solo son un eslabón más del proceso histórico. Tarde o temprano, el
capitalismo sufrirá un colapso a manos de la antítesis, el proletario encerrado.
La rebelión de los trabajadores oprimidos no es sino el producto lógico de una necesidad
histórica ineludible; la transformación de las relaciones humanas primitivas, es decir, la propiedad
colectiva de los medios de producción, lo que habrá de subvertir toda la superestructura: la
igualdad económica devendrá así en igualdad jurídica y política. Sin propiedad privada no hay
clases sociales y sin clases sociales no hay conflicto, el curso de la historia llega así a su
culminación.
Nunca consideres el estudio como una obligación, sino como una oportunidad para penetrar en el
bello y maravilloso mundo del saber. /ALBERT EINSTEIN/.
Filosofía 2011
Nunca consideres el estudio como una obligación, sino como una oportunidad para penetrar en el
bello y maravilloso mundo del saber. /ALBERT EINSTEIN/.
Filosofía 2011
La libertad negativa define, ante todo, una esfera de vida privada en la que el individuo se
puede sentir libre de intervención estatal. En cambio, la libertad positiva define las posibilidades
del individuo para participar en la vida pública. No existe una implicación necesaria entre ambos
tipos de libertad, se puede gozar, por ejemplo, de una amplia libertad (negativa) en la vida privada
y carecer de posibilidades de participación democrática en la vida pública, por ejemplo, en una
dictadura benevolente.
Libertad interior
Es la libertad del querer o libertad de la voluntad, el modo como se ejerce el «auténtico»
querer. Antiguamente fue llamada «libre albedrío», o «libre arbitrio», arbiter en latín.
Sin embargo, algunos autores prefieren no restringir la libertad al ámbito de la voluntad, y
afirmar que «sólo somos libres cuando nuestros actos emanan de nuestra personalidad entera»
(Bergson).
Igualdad
La idea moderna de igualdad se inicia en el Renacimiento. Presupone la desaparición de la
sociedad en estamentos, el triunfo de la burguesía y el predominio de las relaciones de mercado,
lo que implica la completa igualdad entre todos los que intervienen en el mismo. Es en este
contexto en el que hay que entender el sentido de la Declaración de Derechos Humanos:
Art.1. Todos los hombres nacen libres e iguales en dignidad y derechos, y, dotados como están de
razón y conciencia, deben comportarse fraternalmente los unos con los otros.
Art.2.1. Toda persona tiene todos los derechos y libertades proclamados en esta Declaración, sin
distinción alguna de raza, color, sexo, idioma, religión, opinión política o de cualquier otra índole,
origen nacional o social, posición económica, nacimiento o cualquier otra condición. (Declaración
de Derechos Humanos, 1948).
La igualdad representa las oportunidades de realización en el ámbito económico, social,
cultural, político, físico y ambiental del ser humano, y que vela por su dignidad. En nuestra Carta
Magna, en el capítulo III reza: «Todos los seres humanos deben ser tratados por igual ante la ley y
son iguales en dignidad y derechos. El Estado deberá garantizar la igualdad para acceder a la
justicia, la igualdad ante las leyes, la igualdad para acceder a las funciones públicas no electivas, la
igualdad de oportunidades en la participación de los beneficios de la naturaleza, de los bienes
materiales y de la cultura y la igualdad del hombre y la mujer en materia de derechos civiles,
políticos, sociales, económicos y culturales. (Artículos 46, 47 y 48 de la Constitución Nacional).
El valor de la igualdad radica en que cada ciudadano y ciudadana tenga los mismos
derechos y las mismas obligaciones fundadas en las normativas jurídicas democráticas y pluralistas
de un pueblo.
Equidad.
Dice Aristóteles: «La naturaleza misma de la equidad es la rectificación de la ley cuando se
muestra insuficiente».
La ley tiene, necesariamente, carácter general y, por lo tanto, a veces demuestra ser
imperfecta o de difícil aplicación a casos particulares. En ocasiones, la equidad interviene para
juzgar, no a partir de la ley sino a partir de la justicia que la ley misma esté dirigida a realizar. Por lo
tanto, anota Aristóteles, «la justicia y la equidad son la misma cosa; la equidad es superior, no a lo
justo en sí, sino a lo justo formulado en una ley que, por razón de su universalidad, esté sujeta al
error». Así, la equidad es la aplicación de la justicia a casos particulares y concretos.
Nunca consideres el estudio como una obligación, sino como una oportunidad para penetrar en el
bello y maravilloso mundo del saber. /ALBERT EINSTEIN/.