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Literatura fantastica
1. Introducción
2. Reconociendo lo fantástico
3. El relato extraño y maravilloso
4. Ciencia-ficción y literatura fantástica
5. El realismo fantástico
6. Análisis
7. Primer cuento: “Continuidad de los parques”
8. Segundo cuento: “Casa tomada”
9. Tercer cuento: “Borges y yo”
10. Conclusión
11. Bibliografía
Introducción
Los relatos con acontecimientos irreales
Toda persona en uso de razón conoce el límite entre lo real y lo irreal, entre lo posible de lo que
no lo es. No obstante, al escribir un relato, el autor dispone de la libertad de hacer desaparecer
dicho límite. Nada impide al escritor crear personajes, situaciones y entornos completamente
irreales, y a nosotros se nos presenta el dilema de cómo clasificar ese tipo de relatos.
Antes de adentrarnos en la clasificación, podemos responder a la sencilla pregunta del por qué
de los relatos con acontecimientos irreales. ¿Cuál es el sentido de los mismos? Podemos
encontrar la respuesta aquí:
“Los relatos con acontecimientos irreales (como también los de ciencia-ficción)
responden a una necesidad de evasión del mundo cotidiano, demasiado vulgar y
desprovisto de sorpresas, nos hacen soñar en un mundo en el que todo es posible,
donde la Tierra no es el único habitáculo del hombre porque este sale a la conquista
de otros universos, situados unas veces en el mundo sobrenatural, otras en el
cosmos y otras, simplemente, en el devenir misterioso de la humanidad.”1
Este texto analiza el tópico considerando que el relato con acontecimientos irreales gira en
torno al humano. Podríamos agregar entonces que, en los relatos con situaciones irreales, al
no haber límite alguno, puede que los protagonistas nada tengan que ver con la “humanidad”.
Como por ejemplo, duendes, elfos, o cualquier otra raza, cada uno con su respectiva misión
dentro del ámbito irreal.
Se han adoptado tres tipos de clasificación para los relatos con acontecimientos irreales:
fantásticos, extraños y maravillosos. A continuación, desarrollaremos estas tres clasificaciones,
con el objetivo de dejar en claro las diferencias que existen entre cada una de ellas.
Reconociendo lo fantástico
“En el caso de la literatura fantástica superponemos lo extranatural a lo natural, la (...) estética,
a la realidad.”2
Un cuento no necesariamente es fantástico porque se produzca en él un simple hecho irreal,
como podría ser un animal que habla. Esto simplemente se asume y se continúa la lectura,
teniendo en cuenta que la historia transcurre en un mundo donde dicho animal tiene la facultad
de hablar.
1
“Ciencia-ficción y literatura fantástica”. http://www.aldeaeducativa.com
2
BAJARGLIA, Juan José: El fin de los tiempos. Cuentos fantásticos. Literaturas intertextuales.
Ediciones de Gente del Sur S.A., Buenos Aires, 1980
En el relato fantástico, los hechos irreales no tienen justificación alguna. No existe una certeza
sobre lo que está ocurriendo, el lector necesita explicaciones y estas no son provistas por el
relato. Como lo afirma Tzvetan Todorov: “la ambigüedad subsiste hasta el fin de la aventura:
¿realidad o sueño? ¿Verdad o ficción?”3
Todorov también sostiene que el cuento será fantástico mientras dure la vacilación del lector,
pero este, al finalizar la lectura, inevitablemente tomará una decisión. Si el lector niega que los
hechos sucedidos son irreales, y pretende enmarcarlos dentro de lo posible, la obra pertenece
al género extraño. Si el lector asume que es necesario renunciar a la lógica, es decir, acepta
que los hechos del relato transcurren en un universo distinto y con otras leyes, el relato es
maravilloso. Si bien esto es lo que expresa Todorov, depende además de la valoración
personal del lector: puede no arrivarse a una conclusión porque, como se dijo anteriormente, el
relato fantástico no proveé todas las explicaciones que el lector necesita para tomar una
decisión firme y segura sobre lo que ocurre.
3
TODOROV, Tzvetan: Introducción a la literatura fantástica. Definición de lo fantástico. Ediciones
Coyoacan, México DF, 1995
4
TODOROV, Tzvetan: Introducción a la literatura fantástica. Lo extraño y lo maravilloso. Ediciones
Coyoacan, México DF, 1995
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no tendremos en cuenta esta clasificación y disentiremos con el autor de “Introducción a la
literatura fantástica” en ese aspecto.
El realismo fantástico
Ya hemos desarrollado los distintos tipos de relatos con acontecimientos irreales: el fantástico,
el extraño y el maravilloso. Además, hemos diferenciado la literatura fantástica de la ciencia-
ficción. Para concluir esta introducción, trataremos el tema del realismo fantástico: “un
movimiento literario constituido en los últimos años en Hispanoamérica, que se caracteriza
sustancialmente por una combinación de la realidad y la fantasía”6. El realismo fantástico
ciertamente pertenece a la literatura fantástica, aunque posee sus propias características: el
argumento es un hecho real, al cual se le agrega un “ingrediente ilusorio o fantasioso”. Los
personajes de este tipo de relatos provienen de la cultura de los pueblos, sus supersticiones,
sus tradiciones, su folklore, sus leyendas, su historia, en conclusión, su idiosincrasia.
Análisis
A continuación, se procederá a un análisis de tres cuentos fantásticos: dos de Julio Cortazar
(“casa tomada” y “continuidad de los parques”) y uno de Jorge Luis Borges (“Borges y yo”). Los
relatos serán analizados bajo las siguientes premisas:
• Argumento del cuento, y enfoque.
• Descripción de los personajes.
• ¿Por qué es un relato fantástico?
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rama. Admirablemente restallaba ella la sangre con sus besos, pero él rechazaba las caricias,
no había venido para repetir las ceremonias de una pasión secreta, protegida por un mundo de
hojas secas y senderos furtivos. El puñal se entibiaba contra su pecho, y debajo latía la libertad
agazapada. Un diálogo anhelante corría por las páginas como un arroyo de serpientes, y se
sentía que todo estaba decidido desde siempre. Hasta esas caricias que enredaban el cuerpo
del amante como queriendo retenerlo y disuadirlo, dibujaban abominablemente la figura de otro
cuerpo que era necesario destruir. Nada había sido olvidado: coartadas, azares, posibles
errores. A partir de esa hora cada instante tenía su empleo minuciosamente atribuido. El doble
repaso despiadado se interrumpía apenas para que una mano acariciara una mejilla.
Empezaba a anochecer. Sin mirarse ya, atados rígidamente a la tarea que los esperaba, se
separaron en la puerta de la cabaña. Ella debía seguir por la senda que iba al norte. Desde la
senda opuesta él se volvió un instante para verla correr con el pelo suelto. Corrió a su vez,
parapetándose en los árboles y los setos, hasta distinguir en la bruma malva del crepúsculo la
alameda que llevaba a la casa. Los perros no debían ladrar, y no ladraron. El mayordomo no
estaría a esa hora, y no estaba. Subió los tres peldaños del porche y entró. Desde la sangre
galopando en sus oídos le llegaban las palabras de la mujer: primero una sala azul, después
una galería, una escalera alfombrada. En lo alto, dos puertas. Nadie en la primera habitación,
nadie en la segunda. La puerta del salón, y entonces el puñal en la mano. la luz de los
ventanales, el alto respaldo de un sillón de terciopelo verde, la cabeza del hombre en el sillón
leyendo una novela.”7
7
CORTAZAR, Julio: Final de juego. Continuidad de los parques. Editorial Alfaguara, Buenos Aires,
1996
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adentro de otro cuento, pero este orden se quiebra y se mezclan los dos, provocando una
molestia en el lector y convirtiendo al relato en un relato fantástico. No es maravilloso porque
no hay manera de justificarlo, ni se asume con facilidad. No es extraño porque no hay causas
lógicas que justifiquen lo ocurrido. (Por ejemplo no es un sueño, ni una alucinación).
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Aires será una ciudad limpia, pero eso lo debe a sus habitantes y no a otra cosa. Hay
demasiada tierra en el aire, apenas sopla una ráfaga se palpa el polvo en los mármoles de las
consolas y entre los rombos de las carpetas de macramé; da trabajo sacarlo bien con plumero,
vuela y se suspende en el aire, un momento después se deposita de nuevo en los muebles y
los pianos.
Lo recordaré siempre con claridad porque fue simple y sin circunstancias inútiles. Irene estaba
tejiendo en su dormitorio, eran las ocho de la noche y de repente se me ocurrió poner al fuego
la pavita del mate. Fui por el pasillo hasta enfrentar la entornada puerta de roble, y daba la
vuelta al codo que llevaba a la cocina cuando escuché algo en el comedor o en la biblioteca. El
sonido venia impreciso y sordo, como un volcarse de silla sobre la alfombra o un ahogado
susurro de conversación. También lo oí, al mismo tiempo o un segundo después, en el fondo
del pasillo que traía desde aquellas piezas hasta la puerta. Me tire contra la pared antes de que
fuera demasiado tarde, la cerré de golpe apoyando el cuerpo; felizmente la llave estaba puesta
de nuestro lado y además corrí el gran cerrojo para más seguridad.
Fui a la cocina, calenté la pavita, y cuando estuve de vuelta con la bandeja del mate le dije a
Irene:
-Tuve que cerrar la puerta del pasillo. Han tomado parte del fondo.
Dejó caer el tejido y me miró con sus graves ojos cansados.
-¿Estás seguro?
Asentí.
-Entonces -dijo recogiendo las agujas- tendremos que vivir en este lado.
Yo cebaba el mate con mucho cuidado, pero ella tardó un rato en reanudar su labor. Me
acuerdo que me tejía un chaleco gris; a mi me gustaba ese chaleco.
Los primeros días nos pareció penoso porque ambos habíamos dejado en la parte tomada
muchas cosas que queríamos. Mis libros de literatura francesa, por ejemplo, estaban todos en
la biblioteca. Irene pensó en una botella de Hesperidina de muchos años. Con frecuencia (pero
esto solamente sucedió los primeros días) cerrábamos algún cajón de las cómodas y nos
mirábamos con tristeza.
-No está aquí.
Y era una cosa mas de todo lo que habíamos perdido al otro lado de la casa.
Pero también tuvimos ventajas. La limpieza se simplificó tanto que aun levantándose tardísimo,
a las nueve y media por ejemplo, no daban las once y ya estábamos de brazos cruzados. Irene
se acostumbró a ir conmigo a la cocina y ayudarme a preparar el almuerzo. Lo pensamos bien,
y se decidió esto: mientras yo preparaba el almuerza, Irene cocinaría platos para comer fríos de
noche. Nos alegramos porque siempre resultaba molesto tener que abandonar los dormitorios
al atardecer y ponerse a cocinar. Ahora nos bastaba con la mesa en el dormitorio de Irene y las
fuentes de comida fiambre.
Irene estaba contenta porque le quedaba mas tiempo para tejer. Yo andaba un poco perdido a
causa de los libros, pero por no afligir a mi hermana me puse a revisar la colección de
estampillas de papá, y eso me sirvió para matar el tiempo. Nos divertíamos mucho, cada uno
en sus cosas, casi siempre reunidos en el dormitorio de Irene que era más cómodo. A veces
Irene decía:
-Fijate este punto que se me ha ocurrido. ¿No da un dibujo de trébol?
Un rato después era yo el que le ponía ante los ojos un cuadradito de papel para que viese el
mérito de algún sello de Eupen y Malmédy. Estábamos bien, y poco a poco empezábamos a no
pensar. Se puede vivir sin pensar.
(Cuando Irene soñaba en alta voz yo me desvelaba enseguida. Nunca pude habituarme a esa
voz de estatua o papagayo, voz que viene de los sueños y no de la garganta. Irene decía que
mis sueños consistían en grandes sacudones que a veces hacían caer el cobertor. Nuestros
dormitorios tenían el living de por medio, pero de noche se escuchaba cualquier cosa en la
casa. Nos oíamos respirar, toser, presentíamos el ademán que conduce a la llave del velador,
los mutuos y frecuentes insomnios.
Aparte de eso todo estaba callado en la casa. De día eran los rumores domésticos, el roce
metálico de las agujas de tejer, un crujido al pasar las hojas del álbum filatélico. La puerta de
roble, creo haberlo dicho, era maciza. En la cocina y el baño, que quedaban tocando la parte
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tomada, nos poníamos a hablar en vos mas alta o Irene cantaba canciones de cuna. En una
cocina hay demasiados ruidos de loza y vidrios para que otros sonidos irrumpan en ella. Muy
pocas veces permitíamos allí el silencio, pero cuando tornábamos a los dormitorios y al living,
entonces la casa se ponía callada y a media luz, hasta pisábamos despacio para no
molestarnos. Yo creo que era por eso que de noche, cuando Irene empezaba a soñar en alta
voz, me desvelaba enseguida.)
Es casi repetir lo mismo salvo las consecuencias. De noche siento sed, y antes de acostarnos
le dije a Irene que iba hasta la cocina a servirme un vaso de agua. Desde la puerta del
dormitorio (ella tejía) oí ruido en la cocina; tal vez en la cocina o tal vez en el baño porque el
codo del pasillo apagaba el sonido. A Irene le llamo la atención mi brusca manera de
detenerme, y vino a mi lado sin decir palabra. Nos quedamos escuchando los ruidos, notando
claramente que eran de este lado de la puerta de roble, en la cocina y el baño, o en el pasillo
mismo donde empezaba el codo casi al lado nuestro.
No nos miramos siquiera. Apreté el brazo de Irene y la hice correr conmigo hasta la puerta
cancel, sin volvernos hacia atrás. Los ruidos se oían mas fuerte pero siempre sordos, a
espaldas nuestras. Cerré de un golpe la cancel y nos quedamos en el zaguán. Ahora no se oía
nada.
-Han tomado esta parte -dijo Irene. El tejido le colgaba de las manos y las hebras iban hasta la
cancel y se perdían debajo. Cuando vio que los ovillos habían quedado del otro lado, soltó el
tejido sin mirarlo.
-¿Tuviste tiempo de traer alguna cosa? -le pregunté inútilmente.
-No, nada.
Estábamos con lo puesto. Me acordé de los quince mil pesos en el armario de mi dormitorio. Ya
era tarde ahora.
Como me quedaba el reloj pulsera, vi que eran las once de la noche. Rodeé con mi brazo la
cintura de Irene (yo creo que ella estaba llorando) y salimos así a la calle. Antes de alejarnos
tuve lástima, cerré bien la puerta de entrada y tiré la llave a la alcantarilla. No fuese que algún
pobre diablo se le ocurriera robar y se metiera en la casa, a esa hora y con la casa tomada.”8
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Por qué es fantástico: A diferencia del primer cuento, el hecho irreal no aparece sobre el final
de manera abrupta, sino que va aconteciendo durante el transcurso del relato. En este cuento
es extremadamente difícil asumir el hecho irreal sin cuestionamientos. Dicho hecho esta
envuelto en una espesa capa de misterio. Se entiende que está sucediendo algo irreal pero no
se entiende qué. Provoca enorme molestia en el lector, incluso decepción al terminar de leer el
cuento y no enterarse de que sucedió. Al no poder asumirse sin cuestionamientos, no es
maravilloso. Al no haber una herramienta lógica a la cual apelar, no es extraño. Responde
perfectamente a la definición de relato fantástico.
9
BORGES, Jorge Luis: Obras Completas II. El hacedor. María Kodama y Emecé Editores, Buenos
Aires, 1974
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Conclusión
Como conclusión del presente informe, y luego de haber analizado tres cuentos fantásticos
distintos, podemos deducir que el cuento fantástico no necesariamente debe seguir un orden
establecido.
En el primer cuento, ocurre un hecho irreal sobre el final, de manera abrupta. En el segundo,
los hechos irreales se vienen sucediendo uno tras otro, de manera esporádica.
En el tercero, se parte directamente de una base irreal: una persona que se divide en dos.
No importa de que manera se nos presenten los hechos irreales, lo importante es que no los
podamos pasar por alto, ni tampoco podamos utilizar una excusa lógica. Si los pudiésemos
pasar por alto, es decir, por más que fuese algo irreal e imposible no nos afectase, estaríamos
en presencia de una obra maravillosa. Si pudiésemos haber antepuesto una excusa dentro de
la lógica (era un sueño, alucinaba, fue una gran coincidencia) hubiese sido un relato extraño.
Solo cuando nos quede una duda sólida, algo que no hay forma de saber y que el relato no nos
develará, estaremos frente a un cuento fantástico.
La literatura fantástica además utiliza enfoques muy particulares.
Una técnica muy utilizada por Cortazar es la de crear dos enfoques distintos, dos historias
paralelas, que un momento se confunden en una sola, de manera imprevista e ilógica. Así
consigue sorprender al lector, sembrarle una duda. Son ejemplos de esta técnica el cuento aquí
citado “Continuidad de los parques” como también lo son “axolotl” y “la noche boca arriba”.
Borges, en este caso, ha llevado un problema de identidad al extremo de convertirlo en un
relato fantástico. Tal es la magnitud del problema de personalidad que tiene entre sus distintas
facetas, que lo lleva a separarlo en dos personas distintas. La duda emana directamente del
autor del relato. Al ocurrir esto el lector no puede pretender responderla, y el relato es
absolutamente fantástico. Es una prueba que los relatos fantásticos también pueden surgir
desde los problemas de identidad.
En “casa tomada” observamos el contraste entre lo irreal y lo normal y cotidiano. A excepción
de los momentos en que ocurren los hechos irreales, el resto transcurre con notada
normalidad. Así se incrementa la sorpresa, e incluso puede utilizarse para crear suspenso, o
para impacientar al lector en busca de una explicación de los hechos.
Además de las técnicas vistas, existen cantidad de otras para escribir relatos fantásticos, y
cada una varía con la personalidad y creatividad de cada autor, y el efecto que desee causar.
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Bibliografía
• “Ciencia-ficción y literatura fantástica” http://www.aldeaeducativa.com
• “Libros de Jorge L. Borges” http://www.artnovela.com.ar/borges.shtml
• “Libros de Julio Cortazar” http://www.artnovela.com.ar/ljulio.shtml
• “Textos en línea”. http://www.elbroli.8k.com/textos.html
• BAJARGLIA, Juan José: El fin de los tiempos. Cuentos fantásticos. Literaturas
intertextuales. Ediciones de Gente del Sur S.A., Buenos Aires, 1980
• BORGES, Jorge Luis: Obras Completas II. “El hacedor”. María Kodama y Emecé
Editores, Buenos Aires, 1974
• CORTAZAR, Julio: Bestiario. “Casa tomada”. Alfaguara, Buenos Aires, 1951
• CORTAZAR, Julio: Final de juego. “Continuidad de los parques”. Alfaguara, Buenos
Aires, 1996
• LOPROTE, Carlos: Literatura y comunicación. El realismo mágico. El Ateneo,
Buenos Aires, 1986
• TEODOROV, Tzvetan: Introducción a la literatura fantástica. “Definición de lo
fantástico”. “Lo extraño y lo maravilloso”. “El discurso fantástico”. Ediciones Coyoacan,
México DF, 1995
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