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Biotecnología en Argentina

Desde sus primeros avances, en la década del ‘70, la biotecnología moderna ha


revolucionado los procesos productivos de sectores variados. La biotecnología no constituye en
sí misma un sector industrial sino una plataforma tecnológica que interactúa en forma transversal
con numerosas disciplinas y encuentra aplicaciones en diversos sectores productivos,
permitiendo un aumento de su productividad y competitividad. El sector agropecuario es sin
duda el que se ha visto más beneficiado por esta tecnología, pero la salud humana y animal, la
industria y el mejoramiento del medio ambiente también han encontrado aplicaciones de la
misma.
Si bien en comparación con otras regiones del mundo, el desarrollo de la biotecnología
moderna en América Latina comenzó relativamente tarde, Argentina ha tenido un papel
protagónico en su desarrollo en la década del ochenta. En función de las bases de datos
existentes es posible consignar en el país la presencia de más de 50 empresas que abarcan una
amplia gama de actividades, que van desde la utilización de insumos de origen biotecnológico en
los procesos productivos, hasta la elaboración de productos de biotecnología moderna a través de
técnicas de ADN recombinante.
Entre los sectores donde la biotecnología ha tenido un particular desarrollo en Argentina,
o donde ofrece considerable potencial de crecimiento, se destacan el sector agropecuario, el
sector de alimentación, la salud humana y el área de diagnóstico, la salud animal y algunos
sectores industriales (químicos, esencialmente) y el medio ambiente.
En Argentina existe además un cierto grado de desarrollo institucional – público y
privado – destinado a la promoción del desarrollo de dicha tecnología.
En el marco del desarrollo de la innovación y el desarrollo científico, la Secretaría de
Ciencia y Tecnología (dependiente del ministerio de Educación, Ciencia y Tecnología) dispone
de agencias que trabajan – entre otras áreas – en el desarrollo biotecnológico. Entre ellas se
destaca la Agencia Nacional de Promoción Científica y Tecnológica (ANPCyT). Sus agentes
ejecutores son el Fondo para la Investigación Científica y Tecnológica (FONCyT) y del Fondo
Tecnológico Argentino (FONTAR). El Consejo Nacional de Investigación Científica y
Tecnológica (CONICET), desempeña asimismo importantes tareas de investigación en dicha
área.
Por su parte, el Ministerio de Economía y Producción, a través de la Secretaría de
Industria y Comercio, la Secretaría de la Pequeña y Mediana Empresa y de la Secretaría de
Agricultura, Ganadería, Pesca y Alimentos ofrece instrumentos para el desarrollo de los sectores
productivos usuarios de la biotecnología. Entre las agencias de dichas secretarías se destacan el
Instituto de Tecnología Industrial (INTI) y el Instituto de Tecnología Agropecuaria (INTA).
En el ámbito del Mercosur, existen antecedentes de iniciativas en este campo. En primer
lugar, el Tratado de Integración y Cooperación y Desarrollo de 1986 instala la biotecnología en
el Protocolo Nº 9, y siendo la constitución en 1987 del Centro Argentino – Brasileño de
Biotecnología (CABBIO – CBAB) otro hito en ese camino.
A pesar de su dinamismo y su creciente importancia en la economía argentina, no existe
un relevamiento actualizado sobre la dimensión y estructura de la biotecnología y de las
industrias usuarias de la biotecnología, como para poder hacer un acabado análisis de su
situación actual.
Si bien existe en Argentina una importante cantidad de empresas que utilizan la
tecnología, el mercado actual de bienes y servicios biotecnológicos está satisfecho
mayoritariamente por productos que provienen del exterior. El país cuenta con un relativo
desarrollo de sus capacidades en este campo y con redes de cierta importancia de colaboración
entre los sectores público y privado, pero no cuenta con un marco de política pública adecuado a
su potencialidad.
Entre las fortalezas de la biotecnología en la Argentina se destacan:
• disponibilidad de recursos humanos de alta calidad;
• disponibilidad de otros recursos productivos e innovadores básicos;
• versatilidad y capacidad de innovación;
• dominio del uso de la herramienta biotecnológica y
• existencia de empresas nacionales líderes (grandes y medianas) con proyección
internacional.
Estas fortalezas son de primordial importancia en orden de aprovechar las oportunidades
ofrecidas por la biotecnología como vector de desarrollo. Entre estas oportunidades –
esencialmente comerciales en el plano nacional e internacional – cabe citar la existencia de
mercados interesantes entre los sectores locales usuarios de productos biotecnológicos; la
existencia de importantes mercados internacionales potenciales de consumo de productos
biotecnológicos; la existencia de áreas de desarrollo no exploradas en el país; una creciente
demanda de alimentos a nivel local y global y una escasa posibilidad de aumento de la superficie
cultivable a nivel mundial.

Entre las debilidades de la biotecnología en Argentina se pueden citar las siguientes:


• débil volumen global de investigación y desarrollo en áreas tributarias directas de la
biotecnología;
• debilidades en la investigación aplicada;
• capacidad de innovación local altamente dependiente del mercado externo;
• falta de conexión sector público – sector privado en la I+D (superposición);
• falta de mecanismos de formación de personal de apoyo;
• debilidad de la inversión privada y falta de inversión de capitales de riesgo;
• sistema “sui generis” de protección de la propiedad intelectual;
• carencia de homologación a nivel mundial de las agencias regulatorias nacionales.

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