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4 BENTHAM Y MILL. LA &TICA DE LA FELICIDAD En los mismos afios en que Kant publica su filosotiacritiea, cen Inglaterra se empieza a desarrollar el uilitarismo, una invencion de Jeremy Bentham, que afecta a la ciencia evond- mica, ala politica y ala filosoffa moral, Lo que caracteriza de entrada al tiliarismo inglés, en contraste con la filosofia| continental, es el rechazo de la metaisica, de los principios| 4 priori o de los eeascendentales como fundamento de las normas morales. En su lugar, se recurte a la experiencia 0, més exactamente, ala psicologia, Puesto que todos fos hom- Des aspiran a ser felies y eso es indiscutible, los uilitaristas ‘reen que el crterio de la moralidad no es otro que la felici- ddad de la mayoria. El precedente de dicha teorfa esl filoso~ fia de Hume, que quiso «introducir el método experimental de razonar’en las cuestiones morales», como reza elocuente- mente el subritulo del Tratado sobre fa maturaleza humana. Una ver liberadas del apoyo de la teologia, las normas mo- rales precisan de una fundamentacién que acredite su soi- ddez y especifcidad, Kant enconerd ese fundamento en un a priori teascendental o en una metafsica de la moral. Ahora. bien, los ingleses detestan la metaffsica y la rechazan como luna especulacién vana, una especie de sucediineo de la reli- gid contra la que Hume ya arsemetié con descaro critican- do sin piedad las creencias religiosas. Hay que ira los he- chos, no a fceiones, dird Bentham, quien se propone seguir la senda iniciada por Hume y que, como él, descree de teo 268 r BENTHAMCY AGLL. LA TIGA DEA FELICIDAD 269 rias que hablan de derechos naturales 0 de un contrato so- cial, Piensa que la filosofia, y més ain la filosofia moral, bene que ser préctica porque su objeto de estudio es el com portamiento humano. Las reorias morales han de ser ities para la tarea del politico y del legislador. Tal es la perspecti- va desde ls que se constraye el utilterismo, La larga vida de Jeremy Bentham (1748-1832) le peemi- tid viv grandes acontecimientos hist6ricos que celebré con entusiasmo, como fa Revoluciéa americana y le francesa Combiné su dedicacin al pensamiento con un activisino politico y reformador a favor de la democracia representa va participando en diversas campafas politicas en Gran Bre- tafia, Su militaneia le lev6 a defender la libertad de prensa, + atacar el colonialism, a luchar por la transformacién del sistema judicial y la legislacién electoral. Le ayudé la amis- tad oon James Mill, padre de John Stuart Mill, tanto en la radicalizacion de sus ideas como en la difusin de le doctr- 1a utiiarista y de las principales obras que la respaldan, A inicio de Bentham, el objetivo de una teoria moral es encon- trar la manera de armonizar la felicidad individvel y la felic- ddad colectiva, Se inspira para ello en macerialistasilustrados, como Claude-Adrien Helvétius (r715-1772), que conciben al hombre como un ser egofsta en busca de su propio placer y beneficio, pero capaz de ser orientado hacia comporta- ‘micntos iiles a la sociedad. Su rechazo de la metafisica le lleva a despreciar los conceptos filos6ficos al uso, a los que llama ventidades misteriosas yfiticias», como los derechos, los deberes o la justicia, y no duda en aportar téeminos de ‘cosecha propia como el de «utilidad, «deontologia» 0 «in- ‘emacionsl», palabra que aparece por primera vez en el pre- facio de sv libro Av Introduction ta the Principles of Moral ‘and Legislation (1786). En definitiva, en el usilitarismo con- fluye una variedad de fuentes y de propésitos, Como dice ex- presivamente Josep M.* Colomer el ultarismo es una espe- 20 ‘REVE JUSTORIA DE CA BrICA cie de céctel compuesto de sun fondo de escepricismo, una base de economia politica, unos eubitos de légica y un cho- reo de democracian. 1A FELICIDAD DEL MAYOR NOMERO Bentham fue el primero en emplear la palabra stiltarian, término que empez6 a circular cuando su seguidor més in- mediato, John Stuart Mil, fund6 una sociedad llamada Usi- licarian Society para dfundir el pensamiento de Bentham. El concepto de utlidad estddirectamente vinculado al de fli dad, pues Lo que se propone el fundador del utilitarismo es sentat las bases para una reforma de la legislacién con el propésito de que las lees tengan como finalidad la felicidad de los individuos que integran una comunidad, «el vinico “objetivo que ha de perseguir el legisladors, De acuerdo con ello, una norma es conforme con el principio de utiidad ‘cuando tiende a aumentar la felicidad de Ia comunidad més que a disminuirla». Con dicho principio, Bentham quiere ei- rminar la ficcién del econteato original», defendida por Hob- bes y por Locke, contraponigndola a Ia idea de que la utili- dad es la medida de la virtud. Reconoce que ha sido Hume otro opositor a la idea de un contrato social— quien le ha Hevado a tal conclusi6n cuando, en el Tratado, pone de ma- nifiesto que la utlidad o la tendencia al placer es, ademas de Ta tendencia humana més natural, el signo de la vireud. Asi, ‘yaenel prélogo al libro A Fragment on Goverment (1776), Bentham establece lo que ser el axioma del principio de ctilidad: sLa mayor felicidad de la mayoria es la medida de lo bueno y lo malo», un principio parecido al que Helvé- ‘us formula diciendo que Ie justicia consiste «en la précticn Ge las acciones titles a la mayortan.t Usilidad y felicidad son, pues, dos ideas equivalences, cast BENTHAM ¥ MILL. LA EHICA DE LA FELICIDAD a7 Saris ool praie Bei. as ens tnueven pre ier prvad, buscar Toque eves el por gic san sa acm on pip Rha tele su tworia como sutltaramor, luego Cambie y © decanté por wl principio de mayor flidadn, pus le cidad se identiea mix fens con ls ideas de basque da del placer y rechazo del dolor, que son las bases psicol6- Bia el componamiico human, Un rine a ue leg fay que ini en ello buscando un riterio para la le flacin y a Adminsacon Plc, mds que para a con- Get individ. Al principio de lad ea vet an principio moray poltic. Es moral porque ha de sera do po el indviduo, ex polco porgueelpropéso es una Iegilaci6n mejon. a nears hs pun maida jo gabe de dos mastos sera dlr ye placr Slo alo cores: pend deena ae es cogs a= tor. Por i ad, elena del bea del mal por oy a Saito de cau feos gusdan sets 38 wore. Nos gebieman en todo logue hace, deci y pera cl Shier eueto qu agit pa liaaoe dello evi lo para demos y conimae qu etmos sometidos cls nla pode peer srr ee per perce. realdadse sigue ometo a lon Bprinpo de tidad reco sce tl sity ase come fndameato de sista, ‘iyo oben es ding I produce de felted por meio de lerweiny dele Definia la utilidad como principio de la conducta, de inme- dito habré que preguntarse cémo se conciian la utilidad individual y la colectiva o el interés privado y ol interés pi blico. Si todos los actores se mueven por el interés personal, zebmo se consigue el interés de la comunidad y en qué con- tal interés colectivo? zCOmo hacer que interés y deber a DREVE HISTORIA DE LA ICA coincidan? Bentham no duda en la respuesta: el interés de la comunidad consisteen la suma de los interesesindividuales. (Cada individuo sabe qué es lo que mas le interesa a parte del placer que le produce conseguirlo y del dolor que supone no poder alcanzarlo, La consecuencia, para Bentham, es ind ceutible: la acumulaciOn de placeres individuales aumentars la felicidad de tocos, que es el objetivo final. De esta forma, Bentham convierte la érica en un céleulo sobre que placeres son mas convenientes para el conjunto de la sociedad entendida como la sama de sus individuos. Pien- sa que a felicidad se mide por sus resultados. La satisfaccién . Esta ineriorizacin de la vigilancia, y det poder de vigilant, por parte de los villa dos, a lles6 a su molino flosfico, dos siglos después, Mic chel Foucault, denosténdola y proyectando en ella su recha- zo radical de cualquier forma de poder y, en defnitiva, de cualquier insiucin polticojurdica. Desde la perspetiva foucavliana, el vigilance que vigla sin ser visto no es un elemento necesario para evitar males mayores, como pensa- tu Bentham, sino a inevitable y represore mirada que persi- gue alas personas dondequiera que estén para infundices sniedo y culpa. El Pandptico se converte, en ral interpreta. ci6a, en la metifora de la dominacién politica, juridies y social imperante en el mundo moderno.s Pes al entusiasmo que puso en el proyecto, y al tempo y el dinero que inviri6 en él, Bentham no consiguié convencer ni movilizar 2 ls autoridades politica a favor del mismo y Ja iniiativafracas6, Lejos de desalentarse por ello a partic de emtonces, divgié sus energias ala mejora dela democca- Cia, Pele por el suftagio universal incluyendo el femenino, ¥ por diversas reformas parlamentarias que hicieran de la democracia represencativa una democracia més prOxima a las personas y més rel. En 1822 escrbi6 un Constitutional Code, en el que proponia una sere de medidas destinadas a conseguir que los gobernantes no impusieran siempre sus intereses paticulaes, sino que se sometieran al control dela mayorfa. De acuerdo con la docteina ulitarsta, penstba 276 seaeve HusroRta DEA Erica «que la democracia debia entenderse bisicamente como la so- berania del pueblo, pot lo que era preciso propiciar mecanis- mos destinados a armonizar los intereses entre gobernantes y gobernados en Ingar de manteneclos en permanente con flict. El afin racionalizador de Bentham le llev6 a pensar una sociedad en la que imperara la utilidad y en la que codas las ppetsonas fucran ities y sirvieran al conjunto. Incluso crey6 ‘que un fenémeno de la época como el aumento de delinewen- tes en la mettépoli, por el hecho de que éstos ya no eran en viados como esclavos a las plantaciones coloniales en Nor- teamérica, podia ser rentabilizado con alguna medida que cevitara que fueran una carga econémica y social. En sua, siguié fil ala convicci6n de que, visto desde el principio de utilidad, el sistema juridico-politico queda legitimado si el resultado dela legislacién es sila todos y aurenta la felici- dad de quienes se someten a 61. Tales son las bases sobre las {que se erige el utilcarismo como guia ideolégiea de las socie- dades modernas. No son necesarias ni cartas de derechos ni principios fandamentales, basta calcular la utilidad de las ecisiones y medidas que hay que tomar para que el resul- tado see el més justo porque produce mayor bienestar eolec- No cabe duda de que el principio utiltarsta es atractivo «incluso el mas operativo cuando entran en conflicta intere- ses contrapuestos, como es habitual en las democracias mo- ‘demas, La resolucién utilitarsta equivale a optar por la ce gla de la mayoria, la Gnica manera eficiente y rapida de zanjar un conflicto de intereses contrapuestos, pero hay on peligro si se contempla sélo la utilidad de la leyes. El peligro ‘reside en el desprecio de los derechos fundamentales, que no pueden dejar de set manteaidas como un limite al céleulo de utilidades o al balance de satisfacciones individuales que, por si solos, podrian dar lugar a consecuencias poco éticas y| AfTICA DELAFELICIDAD 377 contrarias 2 alguno de esos derechos. Puede que los inereses de la mayoria consistan en construir escuelas y hospitales, pera puede ocurrir también que consistan en querer expul- sar del territorio a los inmigrantes o en volver a inscaurar la ppena de muerte alli donde esté prohibida. Una ética de las consecuencias, como es le utlitarista, es aceprable siempre y cuando no se olvide que, ademés, hay principios. Max We- ber lo expuso excelentemente en su célebre conferencia «La politica como vocaciéns,* donde dejé claro que la ética de principios y la ética de la responsabilidad (0 de les con- secuencias) son complementarias. Incluso la idea de bien comin o interés piblico, imprescindible para el buen fun- , también para Mil, sigifia placer y ausencia de dolor, sig- nificado que se apoya en la teoria de a vida, egin Ia cual sel placer y Ia ausencia de dolor son las tinicas cosas desea bes como fines, y que todas ls cosas deseable lo son 0 por el placer inherente a elas mismas, o como medios para fa promocion del placer y le prevencin del dolor» Ahora bie, aceptadas eles premisasconsonantes con e uilitari- ‘mo de su predecesor, Mill e distancia de dl al sostener que tos placeres se dstinguen entre sf por la calidad y no slo por Ia cantidad. Hay placeres mejores y peores;e placer no es vn concepto unitario. “Es mejor ser un hombre insatisfecho que un cerdo satis- {echoes mejor set Séeratesinsatisfecho que un loco satsfe- cho», Esta frase archiconocida resume la correccin de Mill a la equivalencia simple de felicidad y placer propia del pris ter utltarismo, Aun as, piensa que el eriterio para deter BENTHAM Y ULL. LA ETICA BELA FELICIDND 79 minar a escala de placeres y cules son més valiosos no pue- de ser otro que el de la utilidad, esto es, la opinion de la mayoria: «Si de dos placeres, hay uno al cua, independien- temente de cualquier sentimiento de obligacin moral, dan una decidida preferencia todos 0 casi todos los que tienen experiencia de ambos, ée es el placer més deseable».* El safragio universal es elcrterio de verdad en la clasificacién. de los placeres, ¥ el objetivo es, como en Bentham, conse- sir el maximo bienestaro felicidad y mitigar en lo posible Jos inforeunios y las desgracis. Para armonizar el interés privado y el piblico, Mill pien- sa que es funciOn de las lees y de las disposiciones sociales aticular ambos inereses. Cola, asimismo, en el poder de Ja educacin y de la opinién pablica para esablecer en la ‘mente de las personas la asociacin entre ef imterés particu lar y el general y aprender qué acciones son mas convenien- tes1no slo para uno mismo, sino para todos. En realidad, tal aprendizaje lleva a consolidar el sentido del deber moray que es fa ilkima sancién del principio de uilided, una san. ‘i6n sque earece de eficacia para obliga alos que no poseen Jos sentimientos a que ella apela, pero esas personas tampo- co seran mis obedientes a otro principio moral distnto del uiilitarst, Para ellos toda clase de moralidad se basa en las sanciones externas»? Ast, una especie de sentimiento social «sla base de principio utltarista, un sensimiento que debe tener la fuerza de una relgién, dice Mill, en la senda del Systeme de politique positive de Comte. ‘A Mill le preocupa poco que no se pueda demostrar que principio de felicidad es fundamental. Ocurre con él lo mismo que con todos los principios iltimos, son eprimeras premisas del conocimiento», las conocemos por intuicién, En cuanto a cmo debe entenderse ese fin sikimo de la ac- ion humana, piensa que la felicidad es un «todo concretor del que forman parte distintos valores, como la viruud, le | ee ao DREVE HuSroMIA DE LA fx1cA salud, el dinero o la fama, Aclaca que ales objetivos no son ‘exactamente medios que conducen a la felicidad, sino parte de ella, por la que se quieren desinteresadamente y en sf mis- ios, Asi pues, a idea de felicidad no es un abstracto vacio, sino que va dela mano de otros valores que le dan wn conte- ido ms 0 menos elevado. En cuanto 2 la justicia, Mill 1s entiende como el corolario del principio de felicidad o el conjunto de necesidades y utiidades sociales basicas. Alrevestir el principio de utlidad de un copaje més étco, las crticas @ Mill no suelen atacarle por presentar una teo- ria excesivamente consecuencialista y poco ética, como le ‘cutee a su antecesor. Si, en cambio, se le reprocha e! haber sucumbido a la falacia nacuralista tan denostada por los fi- ésofos analiticos. G, E. Moore, en su Principia Ethica, at dar nombre a ls falacia, pone a Mill como ejemplo de ese razonamiento equivocado por ef hecho de identificar sto ‘que todos los hombres desean» con «lo deseable» o lo que debe ser deseado. Efectivamente, Mill est convencido de la indemostrabilidad de los fines dltimos, entre los cuales se encuentra Ia felicidad; seatiene s6lo ala experiencia. Que la felicidad es deseable se demuestra porque todos la desean, de la misma forma que se demuestra que algo es visible por- {que es visto, rales su cazonamiento, Si todos desea la feli- cidad o el places, entonces el placer es universalmente desea- ble. Bl «debe» se deduce del ves». Por otra parte, el ulitaismo es crticado también por su formalismo, pese a sus esfuerz0s por superar el formalismo kkantiano, Camo ya se vio a propésito de Kant, el formalismo de os principios es consecuencia dela formulacién abstracta de los mismos, lo cual los vacia de contenido y facilita que sean wtilizados a favor de los intereses de quien los apica. De tal acusacién, Mill se defiende aduciendo que el wtltarismo ‘no es «el tinico eredo capaz de proporcionarnos excusas para ‘obrar mal y medios para engafiar la propia conciencia». Sélo BENTHAM Y MILL. LA TICA DE LA FeLICIDAD 28k a nivel individual, con las viewudes del individuo, se puede superar este inconveniente atribuiblea cualquier teosia ética, Asiy Mill pareve destinar el crterio uvilcarista a la valora , El fragmento siguiente ha sido pro- fusamente celebrado por los exticos del patemalismo del Estado en cualquiera de sus manifestaciones: El objeto de este ensayo es afirmar un sencillo principio dest= nado a rege absolutamente las relaciones de la sociedad con ef individvo en lo que engan de compalsin o contol, ya sean los medios empleados, la fuerza fsca en forma de penalidades le- tales o la coaceion moral dela opinién pbliea Este principio ‘consist en afirmar que el nic fin por el cuales jastifcable ‘que la bumanidad, individual o colectivamente, st enemeca fla libertad de accién de no cualquiera de sus miembros es Ja peopia peotecisn, Que Ia Uicafinlidad por la cual el po- der puede, con pleno derecho, ser eercido sobre un miembco dle una comunidad ciilizada contra su voluntad, es evitar que perjudique a los demas. Su propio bien, ico © mora, no es iustficacién sufiiente. Nadie puede ser obligado jusifcada ‘mente a cealizar 0 no realizar determinados actos, poraue e=0 fuera mejor poral, porque le haa feliz, porque, en opin de Jos demas, hacerlo seria mis acerado o mis justo, Estas son | | | | | | | BENTHAM Y MILL, LA.ETICA DE LA FELICIOAD 285 buenas razones para discui, rzonar y persuadice, pero 0 pars obligarle o causarle an perivcio si obra de manera di- ferente HI rechazo de cualquice forma de dominacién que pueda ejercerse sobre el individuo en nombre de algo supuestamen- te bueno o conveniente pare él tiene como contrapartida Ja defensa a ultranza del individualismo, «Es deseable que laine dividualidad se afieme a s{ misma siempre que no concierna primariamente a los otoss." El valor mas preciado que pue- de configurar el carter dela persona es la autonomia y Ia individualidad, pues s6lo tine carécter la persona con de- se08 ¢ impulsos propios. El problema mayor de cara al pro- sg2es0 sociales la indiferencia pasva y el dears llevar por la inercia de las costambres. Es evidente en tales ideas la in- fiuencia del Romanticismo, que leva @ Mills clogiar el «ge- nio» del individuo que se atrevea ser original y dstnt, algo frecuentementerechazado por la sociedad que svele estar po: blada por «mences poco originales incapaces de entender la utlidad dela originaidad>.* Quien se deja aerasear por las tendencias de la masa eae en la mediocridad imperante, uno de los grandes pligros dela humanidad, advierte Mill. Como _muchos de sus contemporaneosilustrados —Tacquevll, por cjemplo—, Mill teme una democracia que se reduzca « un ‘guaitarismo amorfo, donde es muy dffil que a individuae lidad florezea. Mill se detiene especialmente en la consideracién de la «libertad de pensamiento y discusiéns que ocupa el segundo capitulo de Sobre la libertad. El argumento fundamental para apoyar esa forma de libertad esque la verdad absoluta rola tiene nadie, sino que la verdad se deseubrey se alimen- te por el contraste de opiniones diversas. No hay razones rorales que justifiqnen una ley sancionadora de supuestos delizos de opinién, Al contari, la dversidad de puntos de ay DREVE HISTORIA DE La Etc vista y de crencias es buena paca combatir lo que Mil Tama scrcencias muereato, las ereencias que se aceptan por cos- tumbre y sin discusin ninguna. Ademas de potenciar la in dividvalidad de las opiniones y ereencias, vaorar la opinion por el simple hecho de ser la manifestacién de una mente ‘dividual es una via para la proteccid de las minoeas. La prevalencia de la individualidad sobre el peso de la sociedad pone de manifieto que la libertad que Mill ess defendiendo no es la mera libertad negaiva de iberlismo puro y duro, la libertad de Bentham entendida solo como la capacidad que tiene el individuo de hacer todo lo que no es legalmente probibido. Ademas de la libertad negativa hay tuna libertad postiva, que se define como el poder individual de autogobernarse. Mil, en Sobre la libertad, esté pensando en esa libertad positiva que desarvollaré mas tarde Issish Berlin en suindispensable Cuatro ensayos sobre la Wbertad.* Una libertad postiva que, de algin modo, es también la au- tonomia que Kant le pone al sujto racional que abraza la ley que él se dicta a s mismo, Una libertad que también seré secogida posteriormente por el republicanismo contempord neo cuando trata de complementa la simple libertad negati- va con na libertad =como no dominacién», entendiendo por tal no la dominacion legal y legftima, sino todas las for ras de dominacin més o menos veladas que oprimen a los individ sin que éstos leguen a prcibitlo. 10S DERECHOS DE LA MUTER Sobre la libertad se publicé en 1859 y esté dedicado a la es- pose de Mill, Harrie Taylor, que habia muerto el aflo ante- rior. En la dedicatoria, Mill se refiere a Taylor como «la ins- piradora yen parte autora de lo que es mejor en misescritos», y ailade: «Todo lo que he escrito durante muchos afios, e§ BENTHAM Y MILL. 14 €TICA DEA FELicIDAD as ateibuible tanto a ella como a mie. Las frases no son retri= ‘es. Mill y Taylor trabajaron juntos en la defensa de las li- bertades y de las minorias. Concretamente, el trabajo con- junto de ambos se materaliz6 en la publicacién de una serie de ensayos sobre la igualdad de [os sexos, el més conocide de los cuales es El sometimiento de la mujer, publicado en solitario por Mill, muerta ya sa mujes en 1869. No cabe dduda de que quien arrastré a Mill hacia la causa femenina fue Harriet Taylor, que en el eserito «La emancipacién de la mujer» reconoce que la Convention of Women de Seneca Falls (1850) habia sido . Un fenémeno que, huelga decitlo, se mantene siglo y medio después de que Mill se pronunciara pare denunciar- fo, como pone de manifiesto la tremenda agresion ala igual- dad que significa la violencia de género. ‘Uno de los tomas mis discutidos a propésito de la obra de Mill es la aparence disonancia entre sus dos obras mas leidas: Ef utilitarigmo y Sobre ta libertad. La pregunta es sencilla: gc6mo puede seguir siendo utlitarista un defensor cempedernido de la libertad individual? Si el utilitarisea en- tende que la justicia no es otra cosa que la maximizacién del bienescar de la mayoria, ge6mo se compadece tal teorfa con l individualismo radical que Mill propugna? Si el ser libre {que piensa por y desde si mismo es el que posee una perso- nalidad moralmente s6lida, ¢qué papel desempefa el crterio de utilidad para decidir las mejores eyes o poiticas sociales? oon [BENTHAM Y MILL. LA ETICA DE LA FELICIOAD a8 La misma defensa de La lbercad de la mujes, gresiste, en el siglo x1x, el céleulo de las consecuencias propio del utilita- rismo? Tanto cuando Mill defiende la libertad de pense miento y expresién como cuando apuesta sin reservas por el sufragio femnenino, esté claro que lo hace porque lo conside- 13 justo y no porque satisface los deseos de la mayoria, como derivaria de la doctrina wilitarista. Ya he dicho que a Mill le influyen muchas corcientes, ademés de Bentham. Recibe in- fluencias del espiritu roméntico, def positvismo francés y Gel primer socialismo que desareollatia la Fabian Society, tuna ensalada de elementos nada files de combinar, Pero la buena combinacidn es ef resultado dela inteligencia y habi- lidad de quien la realiza. Mill demuestra en sus escritos que ‘su comprension de la utilidad o de la felicidad colectiva no es contraria, sino muy cohereate, cone! valor que contfiere a la libertad individual y con otros valores para él prioritrios, como el cultivo de la inteligencia, pues esos valores contei- bbuyen a aumentar la felicidad colectiva. Lo dice espléndida- mente en este pirrafo: Si puede haber alguna posible duda acerea de que una persona noble pueda ser més feliz a causa de su nobera, lo que sf n0 puede dudarse es de que hace mas flee alos dems y qu el. ‘undo en general gan inmensamnente con ello. ‘Tiene caz6n Esperanza Guisén cuando alega que l utiitacis- mo o el criterio de la mayor felicidad para el mayor niimero. en cierto modo se sigue logicamente del individualismo que propugna que cada uno debe esforzarse en promaver sa Dienestar individual.” Tanto Bentham como Mill son ils ‘tados y confian en la capacidad racional del hombre para determinar sus intereses, una capacidad que no debe llevar a ‘consecuencias degradantes para el conjunto de la sociedad, El mismo James Mill estaba convencido, y John Stuare Mill ee |«6 ee 288 DBREVE HISTORIA DE LA ErICA Jo corroborard con ereces desputs, de que la informacién y I libertad de pensamiento son bésicas para juzgar adecua- dlamente y acezcars ala verdad. Sin embargo, el rechazo al wilitarismo sigue siendo wna de las constantes de las éieas que ponen por delante los principios y no acepran el céculo de las consecuencias como priortaio, John Rawls conssuye su gran Teoria de a justi- cia y resueita una éeica de principios al modo kantiano con ¢l propésito de presentar una alterntiva al utiltarismo. No sélo se denuancia en ela la falta de unos principios ikimos, sino que se citica,asimismo, el reduccionismo derivado de considerar ef interés comin como la suma de los intereses individvales, un reduccionismo que parece suponer que to- os ls indivduos son iguales y no hay que distingnir entce cllos para establecer los erteros dela justicia distributiva, pues si se trata de conseguir un mayor bienestar total, que la distribucién sea mas 0 menos equitativa no importa pata edit elconjunto. Los flésofos morales contemporineos, Rawls enee ellos, han puesto especial cuidado en dstingui enite ef bien (good) y Ia justica (right. Son dos concepros aque no deben confundirse y habe que ver si es objeto dela rica regular ambos valores. El utiltarismo, por el contrat, deduce lo que es justo de lo que los individuos considera, aque es bueno para ellos, una deduceién no sélo falar, sino ricamemte peligrosa. 1 SCHOPENHAUER, KIERKEGAARD, NIETZSCHE. EL INDIVIDUO CONTRA LA MORAL Filosoficamente, el siglo x1xes el siglo del cuestionamsiento y Aeclive de los ideale ilustrados. De ello es en parte respon- sable el Romanticism, com la exaltacién de la singularidad individual y el repudio de todo lo que respira generalidad y abstraccidn, Hemos visto que Hegel y Mars desconfian de que, a partir de unos coneeptos supuestamente racionales, pueda construrse una ética que no sea una mera ficcin des. ‘srjada de la experiencia o incluso enmascaradora de los

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