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Colegio Altoaragón

Religión Católica
Profesor: Manuel Alonso Martín
Religión Católica. 1º Bachiller Grupo A

Las fuentes históricas del Cristianismo:

Testimonios paganos y judíos sobre el hecho cristiano

Las fuentes paganas y judías sobre el cristianismo de los dos primeros siglos son
pocas. Esto se debe al hecho de que el origen del cristianismo es un hecho humano de
origen insignificante, en un lugar recóndito del Imperio Romano. A medida que el
cristianismo se difunde y adquiere protagonismo esta situación va cambiando.

Fuentes no cristianas:

a) Paganas grecorromanas

1. Tácito (55- 125), después de haber ejercido la carrera de abogado y una vida
política activa como senador y procónsul, en sus últimos años actuó como
historiador. Los Anales, escritos entre el 115-117 d. C., son una obra de
madurez. En ellos se narra la historia de Roma desde el año 14 al 68 d. C. desde
la muerte de Augusto hasta la de Nerón. Para su redacción utilizó documentos
de carácter oficial conservados en los archivos, memorias privadas de
personajes significativos y fuentes historiográficas, es decir, obras de otros
autores, la mayoría de las cuales se ha perdido. Al narrar el incendio de Roma
alude al intento de Nerón de culpar a los cristianos en estos términos:

“Para acabar con los rumores, Nerón presentó como culpables y sometió a
los más rebuscados tormentos a los que el vulgo llamaba cristianos, aborrecidos
por sus ignominias. Aquel del que tomaban el nombre, Cristo, había sido
ejecutado en el reinado de Tiberio por el procurador Poncio Pilato; la execrable
superstición, momentáneamente reprimida, irrumpía de nuevo no sólo por Judea,
origen del mal, sino también por la Ciudad,…”

Por su modo de escribir de los cristianos, Tácito debió de utilizar una fuente de
información hostil al cristianismo, quizá los archivos romanos.

2. Plinio el Joven (Cayo Plinio Segundo, 61-113) es un escritor romano conocido


por su intensa correspondencia: 12 libros de cartas. En septiembre del 111 fue
nombrado legado imperial de la provincia de Bitinia (Asia Menor noroeste). Durante su
cargo mantuvo una correspondencia con el emperador Trajano (98-117) en la que se
hacía todo tipo de de consultas. Una de ellas se centra en la persecución cristiana que,
por su cargo, debía llevar a cabo. Estamos, pues, ante un documento oficial:

“Es mi costumbre, oh señor, referirte todo aquello de lo que tengo duda (…)
Jamás he participado en investigaciones sobre los cristianos; por tanto, no sé por qué
motivo o en qué medida haya que castigarlos o buscarlos. He dudado mucho si hacer
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alguna discriminación por motivo de edad o si tratar del mismo modo a jóvenes y
adultos; si quien se arrepiente merece indulgencia o si a uno que ha sido cristiano le sea
de alguna utilidad el haber abandonado el cristianismo; si se debe castigar el nombre en
ausencia de delitos o sólo los delitos conectados con ese nombre…”

3. Suetonio (69- 140) escritor romano contemporáneo de Tácito. Perteneció al


orden ecuestre y tuvo tres cargos al servicio del emperador: secretario a Studies,
responsable de las bibliotecas imperiales y secretario para la correspondencia imperial.
En la redacción de sus escritos utilizó los archivos imperiales. Hacia el 120 d. C.
escribió las biografías de los primeros emperadores romanos, desde Augusto hasta
Domiciano, precedidas por la de Julio César. En su libro De Vita Caesarum se lee:

“Expulsó de Roma a los judíos, que provocaban alborotos continuamente a


instigación de Cristo”

Probablemente alude Suetonio a los comienzos del cristianismo en Roma y a las


discusiones que suscitó su llegada entre los judíos.

Las fuentes cristianas: su valor histórico

Las verdaderas fuentes sobre jesús y los orígenes del cristianismo son los
evangelios. Desde los comienzos de la crítica moderna, los estudiosos han mantenido
una desconfianza fortísima respecto al valor histórico de estos libros. Su influjo se
deja sentir todavía entre los estudiosos actuales: hoy nadie discute el carácter de
anuncio y la intención teológica de los evangelios, pero existe resistencia a la hora de
reconocer su veracidad histórica.
Hay religiones cuyo origen se remonta a las enseñanzas de un sabio o santón, sin
que jueguen particular papel en ellas los acontecimientos de su vida. Otras han surgido
de la unión de diferentes corrientes de pensamiento o vida espiritual. El cristianismo,
por el contrario, nace del encuentro de un grupo de personas con Jesús de Nazaret, un
hombre que nació en Palestina, predicó en Galilea y Judea, fue condenado a muerte y
crucificado bajo Poncio Pilato y, según el testimonio de sus seguidores, resucitó al
tercer día. Por ese motivo los evangelios no pueden ser considerados literatura
religiosa: escritos que, independientemente de los sucesos históricos, afirman verdades
eternas o morales. Son relatos testimoniales de hechos que tuvieron lugar en un país y
tiempo precisos. Es verdad que hablan de un acontecimiento único: que Dios se hizo
hombre en Jesús de Nazaret. Un acontecimiento imposible de inventar por la razón
humana; incluso hoy la razón se resiente a aceptarlo. Los relatos evangélicos no son
otra cosa que el testimonio de aquellos que se encontraron con este hombre. Narran
experiencias de salvación en la historia. Narran lo que algunos judíos vivieron junto aun
hombre, oyeron y tocaron con sus manos.
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Criterios de Historicidad de los Evangelios

Los estudiosos han formulado diferentes criterios de historicidad para juzgar el


material que transmiten los escritos evangélicos.

a) Criterio de atestiguación múltiple Suele considerarse auténtico un dato


evangélico cuando está sólidamente atestiguado en todas las fuentes
evangélicas, o en la mayoría de ellas, y en algún otro de los textos del Nuevo
Testamento. Por ejemplo, la mayoría de las comidas de Jesús con pecadores, al
estar atestiguado en varios escritos, se admiten como ciertos: además es un
modo de actuar de Jesús contrario a las prescripciones judías, por lo que nadie
intentaría inventar un dato como este que puede ir en contra de la reputación de
buen hombre de Jesús.
b) Criterio de discontinuidad Se considera auténtico un dato evangélico, sobre
todo en lo que se refiere a las palabras y actitudes de jesús, cuando no se puede
explicar por influjo del judaísmo. Es decir, como Jesús era un judío del siglo I su
mentalidad estaba influida por la religión y cultura judías. Otro criterio
emparentado con este es el de dificultad. La Iglesia primitiva difícilmente
puede haber creado dichos o hechos de Jesús que le hayan puesto en una
posición difícil en las discusiones con sus oponentes.
c) Criterio de coherencia Se tiene por auténtico todo dicho o gesto de Jesús que
esté en conformidad con la época y el ambiente del siglo I, y sobre todo que sea
coherente con el anuncio esencial de la predicación de Jesús, que es el Reino de
Dios. Por otro lado el criterio semítico afirma que los relatos que contengan
huellas claras de un texto arameo (lengua propia del pueblo judío en esta época)
pueden ser considerados auténticos. Este criterio sirve más para probar la
antigüedad de los escritos que para comprobar que el escrito es auténtico.
d) Criterio de explicación necesaria Ante un conjunto considerable de hechos o
datos que exigen una explicación coherente, si los evangelistas ofrecen una
explicación que aclara y une armónicamente todos los elementos, se puede
concluir que estamos ante un hecho auténtico. Aplicando este criterio podemos
afirmar la autenticidad del testimonio de las apariciones de Jesús resucitado a
los discípulos.

Bibliografía:

* José Miguel García, Los orígenes históricos del cristianismo, Madrid 2007

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