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DICCIONARIO DE
Mónica Szurmuk
ESTUDIOS CULTURALES DICCIONARIO DE
LATINOAMERICANOS
ESTUDIOS CULTURALES
coordinación de
coordinación de LATINOAMERICANOS
MÓNICA SZURMUK Y ROBERT MCKEE IRWIN
coordinación de
MÓNICA SZURMUK Y ROBERT MCKEE IRWIN
CULTURALES LATINOAMERICANOS
DICCIONARIO DE ESTUDIOS
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en
repres
lingüística
y
teoría literaria
DICCIONARIO
DE ESTUDIOS CULTURALES
LATINOAMERICANOS
COORDINACIÓN DE
MÓNICA SZURMUK Y ROBERT MCKEE IRWIN
HM621
D53
2009 Diccionario de estudios culturales
latinoamericanos / coordinación de
Mónica Szurmuk y Robert McKee
Irwin ; colaboradores, Silvana
Rabinovich ... [et al.]. — México :
Siglo XXI Editores : Instituto Mora,
2009.
332 p. — (Lingüística y teoría
literaria)
ISBN: 978-607-03-0060-8
1. Cultura — Diccionarios.
2. Cultura — América Latina —
Diccionarios. I. Szurmuk, Mónica,
ed. II. Irwin, Robert McKee, ed. III.
Rabinovich, Silvana, colab. IV. Ser.
isbn 978-607-03-0060-8
se imprimió en
litográfica tauro
andrés molina enríquez 4428
col. viaducto piedad,
08200, méxico, d. f.
PRESENTACIÓN
[9]
10 PRESENTACIÓN
I. GENEALOGÍAS
Uno de los puntos más álgidos del debate sobre la validez de los estudios
culturales como un emprendimiento intelectual que puede ofrecer recursos
14 PRESENTACIÓN
mecanismos del poder y su relación con el saber). Esta línea concibe la cultu-
ra como discursos semiautónomos que son susceptibles a análisis ideológicos.
Otros intelectuales franceses que han impactado los estudios culturales lati-
noamericanos son Michel de Certau (tácticas cotidianas que no obedecen a las
instituciones hegemónicas), Gilles Deleuze (teorías sobre conceptos como la
desterritorialización y la esquizofrenia, y del rizoma como modelo de pensa-
miento) y Pierre Bourdieu (estudios sobre las relaciones entre las estructuras
sociales y las prácticas de los sujetos que operan dentro de ellas).
1
Kraniauskus, “Carlos”, 1997, p. 111.
PRESENTACIÓN 23
2
<www.uasb.edu.ec/progacad/maestria/estudioscultura.html>.
3
<http://www.globalcult.org.ve/Program.htm>.
PRESENTACIÓN 27
han asumido una postura más práctica que política y se encargan de formar
profesionales que se desempeñen en agencias o fundaciones culturales y en
las industrias culturales. Para los estudiantes a quienes estos programas se
dirigen, los que busquen una “formación de agentes culturales” (Olmos: 145),
es importante no sólo entender qué y cómo comunica la cultura, sino también
explorar cuestiones de historia, economía, leyes, promoción y administración
de la cultura. En este contexto, los estudios culturales se entienden no sólo
como una metodología crítica sino también como una guía a la infraestruc-
tura de los medios diversos (tanto públicos como privados) de creación, di-
seminación, consumo y preservación cultural. Aunque la mayoría de los es-
tudiantes se insertan en una infraestructura nacional o regional de agencias
culturales, son informados de los mecanismos globalizados que inevitable-
mente afectan los ámbitos regionales.
El concepto que da forma a estos programas es el de “Gestión Cultural”,
materia de capacitación promovida por la UNESCO desde los años setenta y
actualmente fomentada en América Latina por la Organización de Estados
Iberoamericanos (Stenou: 9). Cuenta este campo desde 1997 con su propia
organización profesional, la Red Iberomericana de Centros y Unidades de
Formación en Gestión Cultural (IBERFORMAT), la que provee un punto de en-
cuentro para anunciar congresos, publicaciones y programas de estudio, y
que organiza seminarios “de formación de formadores en gestión cultural”
para sus miembros (www.iberformat.org/home.php). Esta visión utilitaria no
refleja la aproximación cuestionadora y muchas veces políticamente radical
que se asocia históricamente con los estudios culturales y para muchos es un
proyecto totalmente ajeno al de estudios culturales latinoamericanos.
Sin embargo, si bien los programas de gestión cultural se beneficiarían
de una aproximación más crítica al estudio de la cultura, los programas más
ortodoxamente críticos de estudios culturales, que a veces se enfocan casi
exclusivamente en la teoría crítica, serían más abarcadores e intelectualmen-
te completos si tomaran en cuenta los aspectos más funcionales de la cultura
enfatizados por los programas de gestión. No obstante estas diferencias fun-
damentales en conceptualización, los programas de gestión finalmente son
instrumentos de la cultura hegemónica estatal, muchos de los términos y
conceptos que se manejan en los diplomados de gestión coinciden con los de
los estudios culturales: los programas en gestión cultural, en efecto, casi siem-
pre incorporan módulos de estudio sobre la misma teoría crítica que funda-
menta los programas más “tradicionales” de estudios culturales. En los pro-
gramas de gestión, la cultura se entiende como “recurso”, noción elaborada
por George Yúdice como “mucho más que una mercancía: constituye el eje
de un nuevo marco epistémico donde la ideología y buena parte de lo que
28 PRESENTACIÓN
narias exhibe una creatividad inaudita. Estudios que hubieran sido impensa-
bles hace una generación ahora surgen desde disciplinas diversas bajo la
rúbrica de los estudios culturales. La cultura popular y de los medios masivos
se discuten en espacios compartidos por investigadores de formaciones dis-
tintas, como en Rockin’ las Americas: The Global Politics of Rock in Latin/o
America, libro coeditado por una antropóloga, un crítico literario y un histo-
riador (Pacini Hernández, et al.). Los textos –ahora visuales, musicales, audi-
tivos, corporales– se analizan desde perspectivas y metodologías distintas,
pero en espacios no cerrados por fronteras disciplinarias, como es el caso de
Galerías del progreso: museos, exposiciones y cultura visual en América Latina,
coeditada por Beatriz González Stephan y Jens Andermann, o Everynight Life:
Culture and Dance in Latin/o America, coeditado por Celeste Fraser Delgado
y José Esteban Muñoz. En la actualidad, conceptos generales de debate teó-
rico como género, sexualidad, raza, criminalidad, memoria, subalternismo,
migración, locura, frontera, etc. abren estos espacios de diálogo interdiscipli-
nario, en textos como Sexo y sexualidades en América Latina, editado por el
crítico literario Daniel Balderston y la historiadora Donna Guy.
Aparte de estas obras colaborativas, las monografías de investigadores
individuales también resultan cada vez más difíciles de categorizar en térmi-
nos disciplinarios, como ha sido el caso con un sinfín de títulos en años re-
cientes. Algunos ejemplos representativos son: Indígenas mestizos: raza y cul-
tura en el Cuzco, de la antropóloga peruana Marisol de la Cadena; Las salidas
del laberinto: cultura e ideología en el espacio nacional mexicano, del historia-
dor y antropólogo mexicano Claudio Lomnitz; The Revolutionary Imagination
in the Americas and the Age of Development de la profesora de literatura esta-
dunidense y estudios étnicos, María Josefina Saldaña Portillo; Ficciones so-
máticas: naturalismo, nacionalismo y políticas médicas del cuerpo (Argentina
1880-1910) de la crítica literaria argentina, Gabriela Nouzeilles; The Art of
Transition: Latin American Culture and Neoliberal Crisis de la crítica literaria
estadunidense Francine Masiello; Músicas locales en tiempos de globalización
de la etnomusicóloga colombiana Ana María Ochoa.
ni derecho a ser consultados sobre la validez de las categorías que los descri-
ben o interpretan (Intersectando).”
4
<www.nclr.org/content/publications/detail/31926/>.
38 PRESENTACIÓN
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Minnesota Press, 2003. 1-14.
42 PRESENTACIÓN
Estos procesos han encontrado expresiones jetos de la modernidad han incluido, por
distintas en diferentes partes del mundo, ejemplo, comunidades indígenas en América
de modo que la modernidad en algunas bajo el dominio colonial y nacional, los pue-
ocasiones ha sido representada en plural, blos de descendencia africana no sólo en
modernidades. Al mismo tiempo, ya sean aquel continente, sino en diferentes diáspo-
entendidos como modernidad o moderni- ras a través del mundo y, de hecho, mujeres
dades, estos procedimientos se han referido y hombres subalternos, marginales y perte-
a construcciones de significado y poder, las necientes a las élites y en escenarios no
cuales han sido decisivamente contradicto- Occidentales y Occidentales. En el caso lati-
rias, contingentes y disputadas. De hecho, noamericano, los sujetos de la modernidad
es dentro de tal pluralidad y heterogenei- han comprendido no sólo a las clases me-
dad, contingencia y contradicción, que las dias progresistas occidentalizadas, sino a
oposiciones constitutivas de la modernidad, campesinos, indios y trabajadores que de
jerarquías formativas y distinciones seduc- modo diverso han articulado los procesos de
toras –por ejemplo, entre lo tradicional y colonialismo y poscolonialismo.
lo moderno y otras antinomias jerárqui- Una y otra vez, los sujetos de la moder-
cas– parecen escenificadas y elaboradas. Es nidad han revelado que hay diferentes ma-
también aquí donde deben ser encontrados neras de ser moderno. Ellos han accedido y
los encantamientos duraderos de la moder- han excedido las determinaciones del sujeto
nidad: desde la imagen inmaculada de sus moderno, sugiriendo la necesidad de repen-
orígenes y sus fines hasta sus oposiciones sar su exclusividad. No obstante, los sujetos
dominantes, y desde las nuevas mitologías de la modernidad también han mostrado
de imperio y nación hasta la densa magia escasa consideración hacia las finuras del
del dinero y los mercados. Puesto de otra sujeto moderno precisamente al articular la
manera, como historia, los términos de la modernidad. Aquí, es necesario enfatizar
modernidad son asiduamente articulados y, que hay otros sujetos modernos además de
sin embargo, son todavía básicamente diver- los Occidentales. Los múltiples sujetos mo-
sificados, al punto de la desunión consigo dernos (en el Occidente y el no-Occidente)
mismos (Dube, “Introduction”; Stitches on son también sujetos de la modernidad, pero
Time; Enchantments, contienen más amplias no todos los sujetos de la modernidad son
discusiones sobre estos asuntos, y también sujetos modernos. Todos estos diferentes su-
tratan las maneras en las cuales las discusio- jetos han registrado dentro de sus medidas
nes críticas de la modernidad han empezado y significados las contradicciones formati-
a destacar desde los años noventa). vas, contenciones y contingencias de la mo-
Estos procesos no son procedimientos dernidad.
sin sujetos. Más bien, surgen expresados
por los sujetos de la modernidad, sujetos LA MODERNIDAD Y LATINOAMÉRICA. Las intimida-
que han comprometido y elaborado las esti- des de la modernidad han estado presentes
pulaciones de la modernidad como historia. por mucho tiempo en América Latina, ge-
Aquí es evidentemente inadecuado fusio- neralmente reflejadas en la imagen de una
nar el sujeto de la modernidad con el suje- Europa cosificada. La región en sí misma ha
to moderno. ¿Qué se quiere decir con esto? sido imaginada inquietante y, sin embargo,
Discusiones influyentes y concepciones co- como una parte del mundo Occidental, aun-
tidianas de la modernidad, con frecuencia, que con carencias específicas y dentro de lí-
han procedido imaginando el fenómeno a la mites particulares. Todo esto es el resultado
imagen de lo europeo y lo euroamericano, de cartografías dominantes y “metageogra-
y a menudo, también, el sujeto masculino, fías” autorizadas (Lewis y Wigen), que han
moderno. En cambio, al referirnos a los su- dividido el mundo entre el Occidente y el
jetos de la modernidad, hablaremos de los Oriente, el Este y el Oeste, apuntaladas por
actores históricos que han sido participan- los discursos del orientalismo (Said) y del
tes activos en procesos de la modernidad, occidentalismo (Coronil), muy presentes en
tanto sujetos a estos procesos como también expresiones estéticas y cotidianas (e.g., Paz,
sujetos que moldean estos procesos. Vislumbres). Es más, en América Latina,
A lo largo de los siglos recientes, los su- como en la mayor parte del mundo no
MODERNIDAD 181
Occidental, tales modelos han surgido uni- palabras, este grupo considera críticamente
dos con la estipulación que decretaba que lo el lugar y la presencia de las estipulaciones
moderno y la modernidad ya habían pasa- coloniales de conocimiento/poder dentro de
do en alguna otra parte (Morris). Si esto ha las provisiones modernas de poder/conoci-
generado entre los modernos latinoamerica- miento. Consecuentemente, tales movimien-
nos la ansiedad de mirarse como poco origi- tos han mirado a la modernidad como un
nales, también los ha conducido a una varie- proyecto profundamente ideológico y un
dad de búsquedas de una manera distintiva aparato primario de dominación, en el pa-
de lo moderno nacional, el modernismo y la sado y el presente.
modernidad, posicionada entre el Oeste y el En segundo lugar, en años recientes, la
Resto. (No sorprende que diferentes discur- noción de la magia de lo moderno ha en-
sos y representaciones “indigenistas” y “pri- contrado articulaciones interesantes, sobre
mitivistas” a menudo han jugado un papel todo en la antropología crítica y en los es-
crítico aquí.) En el México de comienzos y tudios culturales, incluyendo los de América
mediados del siglo XX, por ejemplo, basta Latina. Una influencia importante aquí ha
pensar en los trabajos y la vidas tanto de sido representada por las ideas de Marx
Diego Rivera y Frida Kahlo como también sobre el fetichismo hacia las mercancías y
de Los Contemporáneos tales como Jorge el capital y la magia de los mercados y el
Cuesta y Salvador Novo (y, algo más tarde, dinero. En el pasado, tal esfuerzo analíti-
los del Grupo Hiperión). El hecho es que las co podría subsumir aquellas ideas de Marx
discusiones del modernismo –en sus encar- a sus propuestas sobre la cosificación y la
naciones simultáneamente republicanas y enajenación (e.g., Taussig, Devil). Pero los
autoritarias, políticas y estéticas, y guberna- textos más recientes discuten la interac-
mentales y cotidianas– han proporcionado ción entre lo mágico y lo moderno como
algunos de las concepciones más sólidas de más críticamente constitutiva de mundos
las narrativas de la modernidad en América sociales (Owen; Li Puma; Meyer y Pels;
Latina (Rama, Ciudad letrada; Sommer, During). Es de esta manera que el trabajo
Ficciones; Ramos; Franco, Plotting Women, reciente sobre América Latina y el Caribe
Critical Passions), una tendencia que conti- ha proporcionado significados frescos a las
núa en el presente (Hedrick; Franco, Decline discusiones de la magia/locura del capitalis-
and Fall; González Echevarria). Es en este mo y el colonialismo (Taussig, My Cocaine;
contexto, entonces, que se deben considerar también Shamanism; Price) y del fetiche/
tres amplios grupos de discusiones recien- cosificación del estado y la nación (Coronil,
tes sobre la modernidad en América Latina, Magical State), mientras ejercicios relacio-
los cuales han puesto un signo de interro- nados (Taussig, Defacement) se han mudado
gación sobre los dualismos fáciles entre los hacia la simultánea evocación y desfigura-
modernismos prolíficos y la modernización ción del poder, indicando el carácter sagra-
deficiente en la región, como ha sido expre- do de la soberanía moderna, para encantar
sado por autores influyentes (e.g., Paz, Ogro; de nuevo la modernidad por medio de la
Cabrujas). representación y la escritura surrealistas, el
En primer lugar, considerando la relación pensamiento y la teoría extáticos.
entre imperio y modernidad, los asuntos del Finalmente, en tercer lugar, una varie-
colonialismo a menudo han sido entendidos dad de escritos sobre América Latina (y el
en América Latina como si ocuparan el lugar Caribe) han explorado sobresalientemente
de un pasado borroso y distante. Contra es- las cuestiones críticas de la modernidad y
tas disposiciones dominantes, un importante sus márgenes. Estas exploraciones han en-
cuerpo de pensamiento crítico sobre América contrado múltiples expresiones, desde luego
Latina hoy (Dussel, The Invention, “Sistema en una gama de trabajos académicos sobre la
mundo”; Quijano; Lander; Mignolo, Darker región, desde discusiones sobre arquitectura
Side, Local Histories) se enfoca en los esque- y forma construida (Valerie Fraser; Lejeune)
mas subterráneos y las apariciones forzadas hasta aquéllas sobre políticas campesinas y
de lo moderno y lo colonial, uniéndose a otras populares (Mallon, La sangre; Stern, Battling
conversaciones claves (e.g., Chakrabarty, y Remembering; también Thurner), espacio y
Provincializing Europe; Chatterjee). En otras territorialidad (Alonso; Radcliffe), cultura y
182 MODERNIDAD / MULTICULTURALISMO
fase histórico. En ambos casos se han dado mico, sin embargo, comparten con la prime-
malentendidos que en esta entrada quisiéra- ra una preocupación por las continuidades
mos tornar productivos. La crítica latinoa- de los pasados coloniales en los presentes
mericana se ha preguntado sobre la aplica- poscoloniales. De ahí que el proyecto sea de
bilidad de poscolonialismo al considerar una descolonización de la cultura y el saber
que los objetos de estudio y las realidades académico.
poscoloniales en los países africanos, asiáti- La conferencia sobre “Europa y sus otros”
cos y oceánicos tienen poco que ver con lo (Europe and Its Others) en la Universidad
latinoamericano dado que la mayor parte de de Essex, Inglaterra, en 1984, constituyó un
los países de América Latina lograron su primer momento en el que se planteó el pro-
independencia a principios del siglo XIX, yecto poscolonial en el ámbito académico.
precisamente cuando se consolidan los pro- Entre los participantes figuraron Edward
yectos imperiales en África, Asia y Oceanía. Said, Gayatri Spivak, Homi Bhabha, Peter
En cuanto a la lengua inglesa también se ha Hulme, Talal Asad, y, en el área de los es-
visto con recelo que el proyecto de los estu- tudios culturales latinoamericanos, Gordon
dios poscoloniales se haya exportado de la Brotherston, Doris Sommer y José Rabasa.
academia norteamericana, y en menor gra- Las actas del congreso reunieron las prime-
do británica. Paradójicamente, uno de los ras formulaciones de textos que han venido
temas que con más rigor se ha tratado en a ser considerados fundacionales de los es-
los estudios poscoloniales es el de la expor- tudios poscoloniales y que han ejercido una
tación y traducción de ideas forjadas en las profunda influencia en una amplia gama
antiguas metrópolis imperiales. Obsérvese de disciplinas académicas. Otra entrada de
que el “pos” no indica un momento en el que este diccionario examina el proyecto de los
ya se ha superado el colonialismo sino la estudios subalternos cuyos trabajos y pro-
toma de conciencia de las continuidades y puestas pueden muy bien ser entendidos
legados coloniales aun siglos posteriores a dentro del poscolonialismo, tales como el
las independencias políticas. ensayo de Gayatri Chakravorty Spivak, “Can
Aun cuando podemos datar el origen the Subaltern Speak?” (¿Puede el subalter-
de los estudios poscoloniales con el libro no hablar?), y la obra de los historiadores
Orientalismo de Edward Said, la nueva rea- Ranajit Guha, Dipesh Chakravarty y Partha
lidad postcolonial, tanto de carácter históri- Chatterjee, entre otros. La distinción entre
co como intelectual, tiene un origen en los estudios subalternos y poscoloniales es aca-
discursos anticoloniales que acompañan a démica, ya que con frecuencia encontramos
las nuevas naciones independientes después a los mismo autores escribiendo sobre una u
de la segunda guerra mundial. Los trabajos otra modalidad, y aun en un mismo ensayo;
de Albert Memmi, Aimé Césaire, Amilcar sin embargo, esta distinción en un dicciona-
Cabral, C. L. R. James y Frantz Fanon, por rio de los estudios culturales latinoamerica-
sólo mencionar los más importantes, antici- nos es pertinente dado el proyecto de crear
pan a la crítica que emerge durante los años un grupo dedicado a los estudios subalter-
ochenta en Inglaterra y Estados Unidos. nos latinoamericanos. La entrada sobre los
Debemos recordar que estos críticos tuvieron estudios subalternos dará razón de este gru-
una recepción productiva en América Latina po. Aquí se limita a indicar cuán tenue, si no
en los años posteriores a la Revolución cu- arbitraria, puede ser la diferenciación.
bana de 1959. Sería un error, sin embargo, Hoy en día, en el ámbito de América
olvidar los antecedentes y las contribuciones Latina, se habla de momentos poscolonia-
de intelectuales latinoamericanos de la mag- les para referirse a los Estados que surgen
nitud de José Carlos Mariátegui, quien en los después de las guerras de independencia,
años veinte del siglo pasado ya planteaba la denominación que aparenta tener un sen-
necesidad de pensar el lugar de las culturas tido transparente, sin embargo, debemos
indígenas en las luchas de corte marxista. insistir en que esta periodización carece
A diferencia de esta generación de intelec- de rigor. Hablar de lo poscolonial como
tuales íntimamente ligados a las luchas de momento histórico se presta a equívocos y
liberación nacional, la crítica de los años críticas que nos recuerdan que aun cuando
ochenta es primordialmente de corte acadé- los países en el “tercer mundo” han logra-
POSCOLONIALISMO 221
do su independencia formal de las antiguas una mera ideología que se podría superar a
metrópolis, las realidades socio-económicas través de un desenmascaramiento, sino
y culturales frecuentemente reproducen es- como un conjunto de prácticas y dispositi-
tructuras coloniales bajo la modalidad del vos discursivos que estructuran el mundo
neocolonialismo. Habría que hacer la distin- para una apropiación hegemónica. La pro-
ción entre poscolonialismo entendido como blemática poscolonial en América Latina
momento histórico (sea el que corresponda incluye tanto al imperialismo estadunidense
a las independencias formales del siglo XIX como al pasado colonial que data de la in-
o a las del XX) y las articulaciones desco- vasión europea del siglo XVI. Más allá de una
lonizadoras de la critica poscolonial. En el resistencia al influjo cultural, político y eco-
caso de América Latina lo más común fue nómico de Estados Unidos, la problemática
que las élites que se consolidaron después poscolonial nos fuerza a concebir la hege-
de las guerras de independencia constituye- monía en el interior de la lengua española y
ran colonialismos internos que sometieron de los hábitos culturales criollos, en las
a las poblaciones indígenas y negras a pro- incorporaciones de las culturas indígenas
cesos de marginalización y exclusión de una precolombinas a los proyectos nacionalistas
plena ciudadanía. El término poscolonial mexicanos y los racismos solapados que re-
acarrea en el Estado “pos” la sombra y los producen la servidumbre de los indígenas
fantasmas de los pasados coloniales. Pensar contemporáneos, en fin, en las teleologías de
lo poscolonial, ya no como mero momento corte marxista que consignan a las culturas
posterior a las independencias formales, im- indígenas a un pasado sin futuro. Esto no
plica tomar conciencia de las continuidades quiere decir que la crítica poscolonial sea
coloniales que acarrean inevitables legados antimarxista sino que propone concepcio-
lingüísticos, culturales y políticos. Los au- nes del marxismo críticas de las ortodoxias
tores ya citados, que emergen de las luchas estalinistas.
anticoloniales de mediados del siglo XX, son En este sentido se puede considerar al
particularmente rigurosos en sus proyectos movimiento zapatista de finales del siglo
descolonizadores. veinte (consideren los comunicados elabo-
La crítica poscolonial que surge en los rados a partir del alzamiento del Ejército
años ochenta se propone transformar el sa- Zapatista de Liberación Nacional en 1994)
ber académico. El concepto del orientalismo como poscolonial en tanto que sus articula-
de Said tuvo efectos globales en los estudios ciones políticas y culturales asumen plena
sobre África, Asia y Oceanía. Ya no se podría conciencia de la necesidad de incluir, más
pensar, sin tomar conciencia de los orígenes bien, de pensar los proyectos de transfor-
imperialistas de las tradiciones intelectuales mación social desde los espacios indígenas.
occidentales, directa o indirectamente im- No se trata, por supuesto, de reducir el pro-
bricadas en el colonialismo, no sólo en el yecto zapatista a la crítica del orientalismo
contexto de las antiguas metrópolis sino de Said sino de trazar una práctica en la
también en la exportación de los paradig- que el objetivo descolonizador del saber
mas a países como México, donde todavía tiene no sólo igual sino aun mayor vigen-
está por escribirse la historia de los centros cia. El zapatismo no es, por supuesto, una
de estudios de África y Asia del Colegio de practica académica, lo que no excluye que
México. El concepto del orientalismo tam- tenga lecciones para aquellos que teorizan
bién ha servido para conceptualizar aspec- desde la academia sobre América Latina
tos de la cultura latinoamericana que acom- (véase Mignolo, Rabasa en Lloyd y Lowe).
pañan a los colonialismos internos. Pero Pero antes de mencionar algunas instancias
más allá de las formulaciones específica- de poscolonialismos latinoamericanos debe-
mente “orientalistas”, el libro de Said nos mos precisar el concepto de violencia epis-
ofrece una aproximación al ejercicio del po- témica como ha sido elaborado por Gayatri
der en los discursos coloniales. Spivak.
La novedad de Said reside en la yuxtapo- En ¿Puede el subalterno hablar? Spivak
sición del pensamiento de Michel Foucault, nos ofrece una formulación coherente y ri-
Antonio Gramsci y Frantz Fanon que le per- gurosa sobre la violencia epistémica. Como
mite concebir el orientalismo ya no como ya lo precisa el título de su ensayo, Spivak
222 POSCOLONIALISMO
examina los límites de la representación del perspectiva poscolonial que informa el con-
subalterno. Según Spivak la violencia epis- cepto de violencia epistémica nos permite a
témica se ejerce a partir de los criterios va- su vez entender cómo los indígenas utilizan
lorativos que excluyen el saber de los grupos las categorías históricas coloniales para
subalternos y las mediaciones intelectuales crear sus propios espacios y negociar luga-
sin las cuales el habla del subalterno no lo- res dentro de la administración y estructu-
gra ser inteligible. Si bien la respuesta de ras de poder coloniales. Este punto aparen-
Spivak es negativa, debemos observar que temente contradiría la negativa de Spivak
escribe contra la pretensión de que la comu- sobre el habla subalterna, ya que se asume
nicación del saber subalterno es directa y una agencia en al habilidad de apropiarse
transparente. Es más, en el ensayo tiene de los conceptos históricos europeos. Sin
igual importancia su repuesta negativa embargo, en este hacerse la historia propia
como la insistencia en que, “Al aprender a (tanto en el sentido de pertenencia como de
hablarle al (en vez de a escuchar al o a ha- “pulcritud” ideológica) se pierde el sentido
blar por él) sujeto históricamente enmude- de la memoria y la temporalidad indígenas.
cido de la mujer subalterna, el intelectual Es decir, la memoria y la temporalidad indí-
poscolonial sistemáticamente ‘desaprende’ el genas sólo son inteligibles a partir de proce-
privilegio” (295 [cursivas en el original]). sos de traducción. Debemos observar que el
Más allá de este ensayo seminal, Spivak ha concepto de subalternidad siempre es rela-
publicado una serie de libros entre los cua- tivo a las estructuras de poder vigentes.
les se debe consultar A Critique of Poscolonial La cuestión sobre la aplicabilidad de la
Reason. teoría poscolonial a la cultura latinoameri-
En el contexto de los estudios culturales cana carece de importancia cuando consi-
latinoamericanos la cuestión del habla del deramos que es precisamente en la inapli-
subalterno ha influido en las concepciones cabilidad donde ha dado los resultados
y los debates sobre el género testimonial. En más productivos (véase Beverley, Mignolo,
este ensayo también ha resonado entre Rodríguez). No se trata de una mera apli-
aquellos que estudian las formas mediante cación servil de la teoría poscolonial, sino
las cuales la historiografía colonial ejerce de crear espacios de debate en los cuales
una violencia epistémica al constituir a las se toma conciencia de las diferencias que
culturas indígenas bajo la rúbrica de supers- paradójicamente llevan a entender con más
tición e idolatría, así como en la imposibili- profundidad lo específicamente latinoame-
dad de que el historiador indígena pueda ricano del colonialismo que se implementó
expresar un criterio de historia que no se en el siglo XVI. En el afán de negar la rele-
subordine a las categorías de la historia oc- vancia de la crítica poscolonial se ha llegado
cidental (véase Rabasa en Rodríguez). al extremo de negar que en América Latina
En su formulación más elemental, los –y en México en particular– se hubiera dado
procesos de colonización marcan el pasaje un proceso de colonización. Se pretende que
a la historia en tanto que la incorporación a nunca existió un imperialismo español, y
la iglesia católica se define como entrada a la se habla del virreinato en vez del periodo
historia universal. Esto no quiere decir que colonial. De ahí que se ignoren los debates
los misioneros y los burócratas españoles y la producción rigurosa de teoría sobre la
fueran tan torpes para no poder reconocer legitimidad del dominio español en América
en la cultura indígena formas de escritura y en el siglo XVI, que no es otra pregunta que
memoria que manifiestan un sentido histó- la de la legitimidad de la usurpación de la
rico, sino que la memoria indígena es histó- soberanía de los pueblos indígenas.
rica en la medida que se la constituye para Más allá de Francisco Vitoria, se debe
la conformación de un orden colonial. Las citar el De dominio infidelium et iure belli del
cartografías, las genealogías y los anales, agustino Alonso de la Vera Cruz. Este trata-
por tomar estos géneros como característi- do de Vera Cruz consiste en las conferencias
cos de la historia indígena, asumen un ca- que dictó con motivo de la inauguración de
rácter histórico a partir de su uso en escla- la Universidad de México, 1554-1555. Un
recimiento del lugar de las comunidades acercamiento a la obra de Vera Cruz desde
indígenas dentro del orden colonial. La la teoría poscolonial nos lleva a la paradoja
POSCOLONIALISMO 223
de que la cuestión poscolonial tiene sus orí- Rivera Cusicanqui y Barragán, Kaliman en
genes en México desde el siglo XVI, quizás Rodríguez).
desde el primer momento de la invasión es- Observen que esta conversación se ha
pañola y la resistencia indígena. El texto de dado directamente entre la India y Bolivia
Vera Cruz –se debería también mencionar la sin la mediación de la academia norteame-
obra de Bartolomé de las Casas– plantea la ricana. Se concluye esta entrada con esta
necesidad de crear un orden colonial justo indicación geopolítica no por negar el po-
y equitativo, en el que la riqueza debería ser der que se pueda ejercer desde Estados
redistribuida con la finalidad de promover Unidos cuando sus académicos exportan
el bien común. Ya quisiéramos tener en la paradigmas intelectuales a América Latina,
práctica de los colonialismos internos en el sino por insistir en que la dirección de los
siglo XX, el rigor y la lucidez de los argumen- discursos se ha dado tanto de norte a sur
tos de Vera Cruz en los que sustenta que si como de sur a norte y de sur a sur. El tra-
bien la invasión originaria fue ilegal e ilegí- bajo de los intelectuales de otras latitudes
tima, sería un error, si no un imposible el ha tenido un impacto importante en la de-
que España abandonara el Nuevo Mundo, al finición de los estudios culturales latinoa-
igual que sería un imposible pensar que de mericanos de los últimos veinticinco años,
un plumazo se va a dejar de reproducir el pero el valor de las conversaciones ha resi-
colonialismo interno en nuestros días. Para dido sobretodo en el debate y en la articu-
Vera Cruz los líderes corruptos indígenas lación de las diferencias.
que venden tierras comunales sin consultar
a las comunidades son tan problemáticos OBRAS DE CONSULTA. Ashcroft, Hill, Gareth
como los españoles que las compran o se las Griffith y Helen Tiffin (eds.), The Poscolonial
apropian a la fuerza, por medio del terror. Studies Reader, Nueva York, Routledge, 2006;
En la toma de conciencia del hecho de que Chakravarty, Dipesh, Provincializing Europe:
el ejercicio del poder colonial no se da en un Poscolonial Thought and Historical Difference,
mero esquema binario que opone al coloni- Princeton, Princeton University Press, 2000;
zador y al colonizado reside la profundidad De Toro, Alfonso y Fernando de Toro, El de-
de la teoría poscolonial que en le caso de bate de la postcolonialidad en América Latina:
México se remonta a la colonia. una modernidad periférica o cambio de pa-
La relación con la teoría poscolonial radigma en el pensamiento latinoamericano,
debe ser entendida como una calle de dos Madrid/Frankfurt am Main, Iberoamericana/
sentidos, en la que los críticos asiáticos, afri- Vervuert, 1999; Lloyd, David y Lisa Lowe
canos y oceánicos aprendan algo sobre la (eds.), The Politics of Culture in the Shadow of
implementación del colonialismo, los deba- Capital, Durham, Duke University Press, 1997;
tes sobre el imperialismo y las prácticas de Mignolo, Walter, Local Histories/Global Designs:
resistencia e insurgencia en América Latina. Coloniality, Subaltern Knowledges, and Border
Estos debates y diálogos ya se han dado tan- Thinking, Princeton, Princeton University
to en los estudios subalternos como posco- Press, 2000 [Historias locales/diseños globales:
loniales (véase Ashcroft, Griffith y Tiffin, colonialidad, conocimientos subalternos y pen-
Rodríguez, Lloyd y Lowe). En el contexto samiento fronterizo, Madrid, Akal, 2003]; Rivera
europeo, el trabajo de David Lloyd sobre Cusicanqui, Silvia y Rossana Barragán, Debates
Irlanda tiene particular relevancia para una Post Coloniales. Una introducción a los estudios
reflexión sobre lo popular-nacional en las de la subalternidad, La Paz, Editorial Historias,
luchas de liberación nacional. Las conversa- Ediciones Aruwiri y SEPHIS, 1997; Rodríguez,
ciones han desembocado en publicaciones Ileana (ed.), Convergencia de tiempos: estudios
conjuntas tanto en español como en inglés. subalternos/contextos latinoamericanos, estado,
La circulación de los textos no carece de cultura, subalternidad, Amsterdam, Rodopi,
ironía ya que en ocasiones nos encontramos 2001; Spivak, Gayatri Chakraborty, A Critique
con intelectuales argentinos, de Tucumán en of Poscolonial Reason. Toward a History of the
particular, que se vienen a enterar en un Vanishing Present, Cambridge, Massachussetts,
congreso en la Universidad de Pittsburgh de 1999.
conversaciones con y traducciones de inte-
lectuales hindúes en La Paz, Bolivia (véase [JOSÉ RABASA]
ÍNDICE
AGRADECIMIENTOS 7
[331]
332