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La ERE es O
en los países de Europa central y oriental en los
que, tras la caída del muro del Berlín, en 1989, con una transición hacia la democracia, se
están renovando los sistemas educativos y en todos los casos se está incorporando una
enseñanza de la religión que
Se trata,
así lo expresan los representates de esos países, de una nueva y esperanzadora realidad
así vivida en aquellos países, recién estrenada, ya que durante los años de régimen
soviético, esta enseñanza, como todo lo religoso, estaba completamente prohibida
(Polonia, Croacia, Letonia, Lituania, Eslovaquia, Eslovenia, Hungría...).
Las anteriores reflexiones ayudan a comprender el esfuerzo multisecular de la Iglesia por
la enseñanza. Las universidades surgieron como prolongación de las escuelas catedralicias
y de las escuelas monacales, destinadas principalmente a la formación de los clérigos.
Estas instituciones establecieron un modelo de enseñanza superior que influyó
considerablemente en las universidades modernas. Eran corporaciones de maestros y
estudiantes (universitas) dedicadas a la investigación y producción del saber, así como
foco de vigorosos debates sobre los problemas de la época.
Se estima generalmente como origen de las universidades el aumento de los estudios
liberales en el contexto del renacimiento del siglo XII, la tendencia al corporativismo
gremial en las diversas ramas profesionales y la pujanza de los estudios teológicos,
filosóficos y canónicos después del Concilio Lateranense de 1179.
El afán renovador de la sociedad abrió estas escuelas a todos, haciendo de ellas un
Studium
Generale, un centro de estudios superiores abierto a los laicos. Posteriormente recibirían
el nombre de Universidad. Esta situación duró hasta la Revolución Francesa y el
centralismo napoleónico, que suprimió los estudios de teología y de derecho canónico y
dio la titularidad de
5 las universidades al Estado. Tal decisión política privó del sentido trascendente en el
cultivo de los saberes, fragmentó la enseñanza y fomentó el ateísmo científico y cultural en
el que nos encontramos. Sin una luz orientadora, la ciencia y la técnica se han revelado
contra el hombre.
En esos centros se impartía el estudio de las materias preparatorias, llamadas Artes
liberales: el trivium (gramática, retórica y lógica); y el quadrivium (aritmética, geometría,
música y astronomía). Después, los alumnos podían pasar al estudio de la Teología y la
Filosofía, el
Derecho y la Medicina.
El primer Estudio General fue, posiblemente, el de Bolonia (especializado en Derecho,
1088), al que siguió el de Oxford (antes de 1096, del cual se escindió su rival Cambridge en
1209), Palencia (1208), Salamanca (1218, el primero con estudios de Medicina).
La universidad contribuyó a la expansión de una cultura respetuosa con la dignidad del
hombre y su libertad; al desarrollo de las ciencias; a la conservación y difusión de los
saberes clásicos; y, más modernamente, al desarrollo de la técnica al aplicar los
conocimientos científicos al trabajo
profesional. Los cristianos que trabajan en la universidad tienen ante sí el desafío de
impregnar
de sentido cristiano el cultivo de las ciencias.
La escuela de salamanca
Ante todo, tres objetivos: primero, servir a la comunidad humana circundante y elevar
el nivel de vida, desarrollando los talentos y las aptitudes de los alumnos. Segundo, promover
en ellos la adhesión a los valores y a vivir en libertad personal, por medio de la transmisión del
conocimiento y del amor a la verdad. Tercero, afinar el genuino espíritu crítico, disipar la
ignorancia y los prejuicios, ayudar a romper los hechizos creados por las ideologías.
Amor y adhesión a la verdad, aprecio por los valores de la cultura, diálogo encaminado
a la tolerancia y la paz. Son los pilares de esa educación Ơmás ampliaơ ƛdecía el sucesor de
Pedroƛ que se espera de cualquier universidad abierta a un contexto religioso, pues, Ơla fe en
Dios no suprime la búsqueda de la verdad; al contrario, la estimulaơ. Y recordaba la exhortación
de San Pablo a los primeros cristianos, para que abrieran su mente a "todo cuanto hay de
verdadero, de noble, de justo, de puro, de amable, de honorable, todo cuanto sea virtud y cosa
digna de elogioơ.
Citaba en este punto al Concilio Vaticano II: ƠLa naturaleza intelectual de la persona
humana se perfecciona y debe perfeccionarse por medio de la sabiduría, que atrae con
suavidad la mente del hombre a la búsqueda y al amor de la verdad y el bien» (Gaudium et
spes, 15).
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Se pintaron el cuerpo con proclamas feministas, taparon sus cabezas y se dirigieron en
grupo hacia su objetivo: profanar el altar de la capilla del Campus de Somosaguas de la
Universidad Complutense de Madrid. En el interior del templo se encontraban el pasado
jueves el capellán y algunas alumnas, pero nada las frenó. Rodearon el altar, se
desnudaron de cintura para arriba y gritaron consignas contra el catolicismo, alardeando
de su condición homosexual.
Han presentado una queja ante el centro académico ante estos hechos que consideran
«absolutamente reprobables». La archidiócesis que pastorea el cardenal Antonio María
Rouco Varela, ve «indigno que en una sociedad democrática donde se pide el respeto a
las personas, y al derecho a la celebración pública de la fe en las universidades, algunos
jóvenes puedan manchar con este tipo de comportamiento el buen nombre y trabajo de
la comunidad universitaria».
Aunque en un principio se dio por hecho que la Asociación Universitaria Contrapoder ±
que se define a sí misma como anticapitalista± y la entidad RQTR ±abanderada de la
homosexualidad en la Complutense± podrían estar detrás de la acción, los dos
movimientos han rechazado ser autores de la profanación, así como de las pintadas ±
entre ellas, «Arderéis como en el 36»± que estaban en la fachada del templo. No
obstante, se identifican «tanto con el desarrollo estrictamente pacífico de la
representación teatral, como con su contenido, de crítica a las posiciones machistas y
homófobas defendidas por la Iglesia».