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El camino de la educación con calidad:

el docente reflexivo.

JORGE ALFONSO ANICETO SÁNCHEZ

Para enseñar a los demás, primero has de hacer


tú algo muy duro: has de enderezarte a ti mismo.
Sidharta Gautama

Desde hace un poco más de una década la educación ha sufrido innovaciones


imprescindibles para enfrentar satisfactoriamente las nuevas condiciones sociales.
Inicialmente la preocupación giró en torno a la satisfacción de la demanda, con
buenos resultados obtenidos hasta el momento; y posteriormente la definición
exacta del objetivo de la educación por alcanzar. Actualmente, en ese proceso de
mejora han cobrado relevancia variables antes medianamente consideradas,
aunque si vislumbrando su relevancia, en especial todo cuanto refiere a la
profesionalización del docente.

Debido al poco impacto de las políticas educativas emprendidas y que las


ponían en entredicho, se han enfocado los esfuerzos en los protagonistas del
quehacer educativo: los alumnos y los docentes, pero ya no en procesos
cuantitativos sino más bien en procesos cualitativos, es decir, de calidad; en los
cuales la evaluación representa el único medio para asegurarla. No es que antes
no se contemplara la calidad en los procesos, pero ésta no era el epicentro de las
acciones promovidas por las instituciones rectoras.

A partir de este cambio en el cual se busca asegurar la calidad, se


emprendieron muchas políticas educativas centradas en los alumnos: becas,
libros, nueva infraestructura, útiles escolares, entre otros. Sin embargo, después
de varios años de aplicadas se observa que los resultados no son los esperados y
en muchos casos son desalentadores, para tal caso podemos analizar los
resultados de los exámenes de PISA y ENLACE, con ciertas reservas. Entonces

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cobra fuerza la cuestión ¿cuál es la variable que nos asegura mejores logros?, la
respuesta debe ser inmediata: el docente.

Es cierto que el docente por si solo poco puede hacer, pero en el


transcurso de nuestra historia se constata que él ha sido el elemento del cambio,
en él están las semillas de una sociedad democrática, en él está la fuerza motriz
de la competitividad humanista: “vivo, luego compro”. Es en esta investidura en la
cual anida la esperanza de un ciudadano integral comprometido con su contexto y
con una actitud crítica. Estos docentes siguen presentes y el momento es histórico
para revalorar su función.

Aunque también hay pseudos- docentes y en la mayoría de los casos son


aquellos que sin tapujos faltan a clases, entretienen a los alumnos, instituyen días
de asueto, exigen ofuscadamente sus derechos pero sufren de amnesia ante sus
responsabilidades, desean un buen sueldo pero abaratan su trabajo con sus
actitudes. Es verdad que es fácil detectar errores, cualquiera puede hacerlo; más
estos obstáculos son el tamiz para formar a un nuevo tipo de docente: el docente
reflexivo.

El sustento de este nuevo docente está en la definición de los objetivos que


busca la educación en sus diferentes niveles. En el Plan y Programas de estudio
de la educación primaria (SEP, 1993) se observan cuatros propósitos generales
en los cuales se busca la formación de un alumno integral: comunicación efectiva,
habilidades para resolver problemas de cualquier índole, un profundo compromiso
con la preservación del ambiente y su identidad nacional, así como una actitud de
disfrute y desarrollo de las artes y la actividad física.

Asimismo, Schmelkes afirma que la educación pretende “una población


capaz… de juzgar críticamente el rumbo del desarrollo económico, de proponer
vías de desarrollo social y de innovar desde lo productivo” (Schmelkes, 2004 p.
14). Por otra parte, Rosa María Torres puntualiza las competencias cognitivas

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básicas a desarrollar en los alumnos: competencia para solucionar problemas, la
creatividad, la metacognición, aprender a aprender, aprender a estudiar, aprender
a enseñar, aprender a recuperar y aplicar lo aprendido. Y no debemos olvidar los
cuatro pilares de la educación considerados por la UNESCO: Aprender a Hacer,
Aprender a Aprehender, Aprender a Ser y Aprender a aprender.

Todo lo anterior determina las características necesarias en un docente


reflexivo. Es decir, para favorecer en los alumnos el desarrollo de conocimientos,
habilidades y actitudes que lo conformen como un ser integral centrado en el
bienestar común y en la integración de procesos creativos y reflexivos, se requiere
de docentes que tengan esas mismas características, porque no se le puede pedir
peras al olmo, además de que la mejor enseñanza es a través del ejemplo. De
esta manera se evita una contradicción entre el decir y el hacer que tanto
desprestigio le ha costado a los docentes.

El docente no es reflexivo por propia naturaleza, esta cualidad se construye


en todo momento mediante el trabajo diario en el aula, en el análisis de su práctica
profesional, en el diálogo con sus colegas, en la visión construida de su contexto,
prácticamente en todo cuanto hace de manera concienzuda. La condición del
docente reflexivo es inacabada, no se es reflexivo por una vez y para siempre; por
ende, esta cualidad sugiere un continuo mejoramiento.

La práctica reflexiva es vulnerable a las actitudes que cada docente asuma;


Aquélla esta determinada por ésta. Por lo cual, muchos de los mediocres
resultados son producto del actuar de los docentes. Las actitudes que manifiestan
atentan contra la independencia de las personas, la originalidad del pensamiento y
contribuye a la injusticia social y a la discriminación. Hay muchos docentes
resignados que sin pleitesía dicen “hacen como que me pagan, hago como que
trabajo”; otros hablarán de todo cuanto puedan pero no se asumirán como parte
del problema; no faltarán quienes justifiquen su actuar; y otros más, los que mayor
daño ocasionan, están sólo para asegurar su beneficio a pesar de la niñez y de

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sus propios compañeros, dígase líderes sindicales. Cada uno de estos docentes
señalará al gobierno como el causante de todos los males, que sin duda
contribuye, pero entonces dónde está la función emancipadora de la educación y
que requiere de los docentes para cristalizarse.

El docente reflexivo es una persona profesional aunque no necesariamente


con vocación, entendiendo esta como la inclinación natural hacia una profesión.
Muchas personas se han incorporado al trabajo educativo sin apreciarlo, “no
quedó de otra”, y es a través de éste que su espíritu ha encontrado la tierra fértil
para desarrollar todo su potencial, para ellos primero fue la profesión y después la
vocación. Esta última ya entendida como responsabilidad y compromiso hacia la
labor emprendida. Hay riesgo para ambas partes, aquellos que por equivocación
son docentes y no realizan un excelente trabajo y aquellos que se jactaron de
iniciar en la profesión por vocación y tampoco lo hacen. En este momento no
importan las condiciones que promovieron la incorporación de las personas al
magisterio; verdaderamente lo relevante es cómo se desempeñan.

El docente reflexivo se contempla como un profesional de la educación, con


un amplio espíritu crítico y ético, comprometido y responsable de todo cuanto pasa
alrededor suyo. Jhon Dewey planteó que “los maestros deben ser profesionales
reflexivos con la capacidad de desempeñar papeles muy activos en el desarrollo
de programas”. (Citado por Zeichner et al, 1996, p. 8)

Este nuevo docente reconoce la complejidad de su profesión por la misma


materia de trabajo: los niños. Por lo cual los respeta íntegramente, porque sabe
que ellos tienen conocimientos construidos a través de su corta experiencia y es a
partir de ésos que construirán mejores y mayores estrategias para seguir
asimilando los objetos de conocimiento cada vez más complicados. Aun cuando
enseñar es complejo, el docente reflexivo es capaz de construir estrategias
didácticas con cierta simplicidad que favorecen un conocimiento útil y permanente
en el alumno. Lo simple no esta en oposición a lo complejo, siempre y cuando lo

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simple provenga de un proceso complejo y no a la inversa. Dentro de la
complejidad de su labor reconoce múltiples factores que intervienen en el
rendimiento de los estudiantes: el ambiente escolar, las relaciones entre los
docentes, la organización del trabajo, el liderazgo de los directivos, las
instalaciones, los materiales educativos, los horarios, las situaciones económicas
de las familias, la forma de abordar los contenidos, la forma de evaluar, la relación
docente- padres, la relación docente- alumno, entre otros. Empero, es conciente
del enorme potencial para cambiar ciertos determinismos sociales impuestos por
la globalización: pobres igual a más pobres, ricos igual a menos ricos; es decir,
vive siempre la oportunidad de generar mejores condiciones para sus alumnos
tanto en el corto como mediano y largo plazo.

Por otra parte busca desarrollar en los alumnos un profundo conocimiento


histórico que les permita no cometer los mismos errores; ese conocimiento no se
refiere a aquella historia oficial sino aquella construida a partir del análisis, de la
consulta de diversas fuentes, de la discusión, del diálogo. Piensa que quien
desconoce su historia está condenado a vivirla nuevamente, por lo que busca en
sus alumnos una cosmovisión propia, sin caer en fanatismos ni fundamentalismos,
para asegurar una vida libre y plena. El docente reflexivo asegura que a partir del
conocimiento de la historia se deja de vivir de forma sistémica. Asimismo, cultiva
con ahínco la imaginación y la creatividad de sus alumnos, como medios
detonantes para la conformación de una nueva sociedad preocupada y ocupada
por todo lo que sucede a su alrededor y dentro de ella; pero también como
mecanismos de defensa contra el mundo materialista y frío.

El docente reflexivo tiene siempre presente que los saberes deben


construirse a través de procesos reflexionados, con lo cual se asegura que los
conocimientos sean significativos y trascendentes en la vida de los alumnos.
Elabora en todo momento situaciones en las cuales los estudiantes interactúan
con el objeto de aprendizaje y en aquellas asignaturas en las cuales no es posible
esa relación, busca medios y recursos didácticos que le permitan generar en el

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alumno una idea de lo que esta aprendiendo. Aquí cabría el uso de nuevas
tecnologías de la información como Enciclomedia, Internet, entre otras.

El docente reflexivo a partir de todo cuanto hace en el aula enriquece su


práctica pedagógica. Puesto que es un sujeto que continuamente analiza, sintetiza
y crea a partir de lo realizado. Esto le permite ir innovando herramientas en la
búsqueda de aquellas que favorezcan un aprendizaje significativo, pero también
en tener un conocimiento real de las situaciones que aquejan a sus alumnos. Con
base en las condiciones de sus alumnos realiza una estrategia didáctica eficaz
para favorecer cierto contenido.

Por definición, el docente reflexivo es insaciable en su deseo de superarse


humana y profesionalmente; se preocupa por estar actualizado de todo cuanto
acontece, no sólo de aquello que hace referencia a lo educativo. Entiende que es
una persona inacabada y toda situación es una oportunidad para desarrollarse.
Sin embargo, todo conocimiento sería inerte sino es aplicado para generar un
bienestar, ya sea en el mismo o en sus alumnos. Dicho en otras palabras, se
actualiza profesionalmente para proporcionar a sus alumnos mayores y mejores
oportunidades de ser personas integrales.

La cualidad más destacada del docente reflexivo es, sin duda, el vivir
permanentemente enamorado de su labor. No se percata del paso del tiempo
cuando está con sus alumnos, cuando prepara una clase, cuando elabora un
ejercicio, cuando estudia. Sus alumnos son su tiempo. Ama tanto su labor porque
reconoce que ésta trasciende a través del tiempo, más allá de su conciencia e
inconciencia. Es un vivir en cada uno de sus alumnos. Es la única manera de
alcanzar la inmortalidad.

Son muchas las características del docente reflexivo, pero estas obedecen
a la importancia del papel que desempeña: es el único medio eficaz para lograr la
calidad en la educación.

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Estamos en un momento crítico en donde habrán de tomarse decisiones
históricas en todos los órdenes. La compleja situación ambiental, el decaimiento
de relaciones basadas en el respeto y el diálogo, obligan a ello. Y dentro de esas
decisiones habrá una muy importante: ¿qué tipo de docente requiere la niñez para
asegurar la preservación de la raza humana?

En los docentes reflexivos recae la gran tarea de generar un cambio que


perfile al logro de una nueva sociedad centrada en el bienestar colectivo y en el
respeto a nuestra única casa: el planeta Tierra.

Por último, es importante recordar la presencia de docentes, instituciones,


organizaciones que atentarán contra las acciones de los docentes reflexivos,
buscarán proporcionar una zancadilla para evitar cualquier esfuerzo de cambio
cualitativo, puesto que les causa una gran incertidumbre. Cuestionarán
continuamente ¿para que cambiar? La respuesta es sencilla: ¿por qué ser como
los demás?; muchos otros buscarán minimizar los esfuerzos con soberbias frases
“una golondrina no hace verano”; sin embargo, manténgase el antídoto fresco en
la mente: “sé que el aleteo de una mariposa puede ocasionar un huracán en otra
parte del mundo”. El docente reflexivo va hacia la construcción de un nuevo
santuario llamado democracia (basada no en mayorías sino en el diálogo y
eficazmente funcionales), cree en la justicia social, ve la parte humana como
necesaria en todo proceso, es optimista, soñador y no renuncia a sus principios
porque es tanto como entregarle un mundo muerto a la niñez.

“La imaginación es la que comúnmente pone los límites de lo posible y de lo imposible; pero cuando se tiene la
voluntad de hacer las cosas bien, es preciso tener el valor de traspasar esos límites”
Robespierre

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BIBLIOGRAFÍA

SEP (1993) Plan y programas de Educación Primaria. México.

Schmelkes, Silvia (2004) La educación en Valores. Biblioteca de Actualización del


Maestro. SEP. México

Torres, Rosa María. ¿Qué y como aprender? Video de la Biblioteca del


Normalista.

Zeichner. Kenneth M. Daniel P. Liston (1996), [“Raíces históricas de la enseñanza


reflexiva”], “Historical roots of reflective teaching”, en Reflective
Teaching. An Introduction, New Jersey, Lawrence Erlbaum Associates.

Hernández Rojas et al (s/f). Antología del curso estatal de actualización “La


formación permanente del docente reflexivo”. México. P. 119

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