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CRISTOLOGIA

Contenido General del Programa

CAPITULO 1. ¿Cómo llegamos a saber


sobre Jesús de Nazaret?

1.1. Fuentes no cristianas


1.2. Fuentes judías
1.3. Fuentes cristiana

CAPITULO 2. El medio judío de Jesús


y de los discípulos

2.1. Situación geográfica del país de Jesús


2.2. Instituciones y prácticas religiosas en tiempos de Jesús
2.2.1. El Templo
2.2.2. Las fiestas
2.2.3. La sinagoga
2.3. La sociedad judía: clases sociales
2.3.1. Los ricos
2.3.2. La clase media
2.3.3. Los pobres
2.4. Ambiente político: partidos político-religiosos
2.4.1 Saduceos
2.4.2 Fariseos (o "separados")
2.4.3. Escribas ("Maestros de la ley")
2.4.4. Esenios
2.4.5. Zelotas

CAPITULO 3. Jesús es de Nazaret

3.1. Insignificancia y universalidad de Nazaret


3.1.1. Nazaret es el lugar de la Encarnación
3.1.2. En Nazaret se crió y vivió Jesús
3.1.3. En Nazaret Jesús comienza su ministerio
3.1.4. Nazaret condiciona la identidad de Jesús
3.1.5. Ser de Nazaret es motivo de desprecio
3.1.6. Jesús es llamado "de Nazaret"
3.2. Encarnación: Dios en Jesús se hace condición humana
3.3. Jesús llevó un estilo de vida pobre
3.3.1. La kenosis
3.3.2. Jesús, un hombre pobre
3.3.3. El estilo pobre de Jesús: hilo conductor de su existencia pobre

CAPITULO 4. Genealogía de Jesús

4.1. Relatos de la infancia


4.2. Una lista irregular
4.2.1 La genealogía bíblica
4.2.2. El caso de Jesús

CAPITULO 5. Jesús ante un Dios Padre

5.1. La oración de Jesús


5.1.1. La originalidad de Jesús
5.1.2. La oración en la vida de Jesús
5.2. Guiado por la voluntad del Padre

JESÚS -EL CRISTO- PARA EL HOMBRE DE HOY

“y la Palabra se hizo carne, y puso su morada entre nosotros, y hemos contemplado su gloria,
gloria que recibe del Padre como Hijo único, lleno de gracia y de verdad” Jn 1,14

CAPITULO 1

1. ¿Cómo llegamos a saber sobre


Jesús de Nazaret?

Los que se han dedicado a investigar acerca de la figura de Jesús de Nazaret o de su entorno
histórico-geográfico, no ponen en tela de juicio su existencia. Los exégetas (1) y los
historiadores de esta época coinciden en afirmar que Jesús, el Hijo de Dios, vivió en un lugar y
en un tiempo determinados. Jesús -Dios y hombre verdadero- se ubica en unas coordenadas
espacio-temporales. Asume una cultura concreta.

«El Hijo de Dios con su encarnación se ha unido, en cierto modo, con todo hombre. Trabajó con
manos de hombre, pensó con inteligencia de hombre, obró con voluntad de hombre, amó con
corazón de hombre. Nacido de la Virgen María, se hizo verdaderamente uno de los nuestros,
semejante en todo a nosotros, excepto en el pecado»
(1) Exégetas: son aquellas personas que se dedican al estudio de los libros de la Biblia,
teniendo en cuenta los diversos estilos literarios, las épocas y los
contextos históricos en los que surgieron o fueron elaborados, para garantizarnos así lo que el
texto en su origen quiere decir.

Para estudiar a Jesús no hay que acudir exclusivamente a las fuentes evangélicas, aunque está
comprobado que estas constituyen el mayor y mejor canal de información. Una seria
investigación sobre su vida,su actividad y su mensaje, no puede prescindir del análisis de muchas
otras fuentes que nos acercan a su persona, a su entorno vital y a la comunidad cristiana que de él
se desprende. Existen, de hecho, muchos testimonios documentados de eminentes historiadores
de la época. Jesús no dejó nada escrito. Tampoco lo hicieron sus inmediatos discípulos. Hay, eso
sí, una serie de documentos o fuentes historiográfícas acerca de Jesús que podría dividirse en tres
grupos:

a) Fuentes no cristianas

b) Fuentes judías

c) Fuentes cristianas

Estas tres fuentes se complementan entre sí y gracias a ellas, en cierta medida, es como se
pueden adquirir conocimientos de la época y del lugar en los que Jesús vivió; contexto
geográfico, situación histórica, social, política, religiosa, etc. Digamos algo sobre estas tres
fuentes.

1.1. Fuentes no cristianas

Se llaman también fuentes paganas. A ella pertenecen los escritores (historiadores) romanos (no
cristianos) que nos dan testimonio sobre Jesús; Tácito, Suetonio y Plinio el Joven. Se sitúan entre
los años 110yl20d.C.

Tácito (año 55-120)

Es el primer historiador no judío que menciona a Jesús. Escribió «Anales» hacía el año 116 o
117, época en la que Trajano era emperador. En esta obra, Tácito describe el incendio que estalló
en Roma en julio del 64 por obra de Nerón. Los cristianos fueron sindicados de esta catástrofe, Y
es justamente aquí, en este relato histórico, en donde el escritor Tácito se interesa por los
cristianos explicando quiénes son y diciendo algo sobre su fundador. Cristo;

«Para acabar con este rumor infame de que el mismo Nerón había incendiado Roma, él (Nerón)
presentó como culpables y entregó a las torturas más refinadas a hombres detestados que el
pueblo llamaba cristianos. Este nombre les viene de Cristo, que bajo el principado de Tiberio, el
procurador Pondo Pilato había entregado al suplicio...»

Suetonio (año 75-155)


En su obra «Vidas de los doce Césares» (año 120) hace también una evocación de los cristianos,
y lo hace a propósito de la expulsión de los judíos de Roma por parte del emperador.

«El emperador Claudio expulsó de Roma a los judíos porque por la influencia de Cristo llegaron
a ser causa permanente de desorden».

Plinio El Joven (año 61-115)

El nombre de «Cristo» aparece en una carta que este legado imperial romano envió al emperador
Trajano para demandarle instrucciones sobre las medidas que había que tomar contra los
cristianos denunciados ante su tribunal. Esta carta tiene algunos datos acerca de la vida cotidiana
de los cristianos, dignos de mención:

* No son reos de ningún crimen o delito.

* Se reúnen en un día fijo, de madrugada, para cantar himnos a Cristo como a un Dios.

«Después de numerosos interrogatorios acompañados de amenazas, hago ejecutar a los que


persisten en declararse cristianos... Algunos han negado que fueran cristianos e incluso han
maldecido de Cristo, pero parece que jamás se obtiene semejante cosa de un cristiano verdadero.
Mi investigación ha probado que se reúnen en días fijos, antes del alba, para cantar un himno a
Cristo como a Dios».

Todo este panorama de historiadores, ajenos a las prácticas del cristianismo en expansión, nos
señala datos interesantes del estilo de vida de los cristianos (culto, profesión de fe, asambleas,
costumbres), datos que abarcan el comienzo del cristianismo y se extienden hasta los comienzos
del siglo II. Los rasgos o informaciones que estos historiadores nos refieren acerca de la persona
de Jesús no son suficientes nicuantitativa ni cualitativamente, es decir, no son ni muchos ni muy
profundos; más bien se reducen a noticias fragmentarias:

- un Jesús (Cristo) fundador de un movimiento que va ganando en extensión en Roma y en las


provincias circunvecinas.

- judío condenado a cruz por el gobernador Poncio Pilato en tiempos de Tiberio en Palestina.

- más bien agitador político o líder que arrastró masas.

1.2. Fuentes judías

Esta fuente es aparentemente mucho más diciente, ya que Jesús, como sus primeros discípulos,
fue judío, viviendo religiosa y culturalmente como uno de ellos. No obstante, para lo que interesa
a un estudio y conocimiento de la persona de Jesús (vida, enseñanza y actividades), no se saca
mucho provecho de ella, puesto que se trata, según el juicio de los Críticos, de textos históricos
domesticados, es decir retocados o añadidos tardíamente a las historias judías (hacia los siglos
IV-V aproximadamente). A esta fuente pertenece el conocido historiador Flavio Josefo.
Flavio Josefo (año 37-100)

Su obra principal se llama «Antigüedades judías» (año 93). En ella, muy tangencialmente, habla
de Cristo y de los cristianos. Menciona, por ejemplo, la muerte de Santiago. Esta obra tiene como
telón de fondo los hechos sociopolíticos y religiosos que vivía la Palestina de la época cristiana.
En cuanto a Jesús, lo que afirma podría sintetizarse en lo siguiente:

* Lo llama «Jesús» y lo distingue de otros homónimos de la misma época, refiriendo lo que ya se


decía de él: «llamado el Cristo».

* Habla de su autoridad doctrinal y de sus milagros,

* Narra el proceso y la condena a muerte de cruz, según las


costumbres Judías,

* Menciona el movimiento de discípulos de origen judío y griego


que lo siguieron y afirman su presencia viva después de la
muerte.

«Por este tiempo, vivió Jesús, hombre sabio, si es que hombre hay que llamarlo, porque realizaba
obras portentosas: era maestro de los hombres que recibían gustosamente la verdad y se atrajo no
sólo a muchos judíos, sino también a muchos griegos. Este era el Cristo. Habiéndole infligido
Pilato el suplicio de la cruz, instigado por nuestros próceres, los que primero lo habían amado no
cesaron de amarlo, pues al cabo de tres días nuevamente se les apareció vivo. Los profetas de
Dios tenían dichas estas mismas cosas y otras incontables maravillas acerca de él. La tribu de los
cristianos, que de él tomó nombre, todavía no ha desaparecido hasta hoy».

1.3. Fuentes cristianas

Ya se ha dicho que las fuentes no cristianas dicen muy poca cosa sobre Jesús; casi que
exclusivamente se reducen a una doble información noticiosa: lo relacionado con su muerte y lo
que significó para sus seguidores (cristianos) que estuvieron siempre convencidos de que estaba
vivo.

El mundo cristiano con su abundante literatura ofrece muchos más textos relativos a Jesús, y en
ellos ofrece, sobre todo, detalles de mayor densidad.

A esta fuente pertenecen, pues, todos los escritos canónicos (2) o bíblicos y los escritos no
canónicos (3) o extrabíblicos, llamados también evangelíos apócrifos (4).
(2) Escritos canónicos: Cánon: del griego Kanon= caña,regla. Es toda la lista de literatura
aceptada por la tradición cristiana y que está contenida en los libros que conforman la Biblia.

(3) Escritos no canónicos: a diferencia de los canónicos, son aquellos que no hacen parte del
listado de libros aceptados y/o reconocidos por la Iglesia.

(4) Evangelios Apócrifos: Apócrifo quiere decir «oculto». En el siglo segundo de nuestra era,
comenzaron a circular en algunas comunidades cristianas ciertos relatos que se presentaban con
el nombre de «evangelios», pero que fa Iglesia no los hizo suyos, porque en ellos no se reflejaba
convenientemente la fe de la comunidad. Se llaman «apócrifos», es decir «secretos" o «no
leídos» en las iglesias.

Escritos canónicos o bíblicos

En los libros que conforman el Muevo Testamento, los evangelios constituyen la documentación
más amplia sobre Jesús. Por supuesto que el libro de los Hechos de los Apóstoles y las cartas de
San Pablo representan también una fuente valiosísima al respecto.

Cada uno de los cuatro evangelios tiene un origen peculiar, cada uno de ellos tiene, por lo mismo
un talento literario propio y un talante teológico singular que los caracteriza. Los evangelios
fueron surgiendo en contextos diferentes: Marcos escribió su evangelio hacia el año 68; Lucas lo
hizo hacia el 80, Mateo entre el 85, y Juan hacia el 90. Por la datación deducimos que son
escritos posteriores a las cartas de San Pablo, elaboradas entre los años 51 y 67.
Los evangelios, que no son biografías de Jesús en el sentido estricto de la palabra, se fueron
formando o redactando a partir de las vivencias de fe de las comunidades alrededor del Señor
Jesús. Esta redacción se va dando paralelamente con la historia de las mismas comunidades
cristianas del primer siglo.

ANOTACIONES DE INTERÉS

Podríamos citar también otra referencia mínima, que pertenece a la fuente judía. Se trata de!
TALMUD, que son unos comentarios a las leyes judías, elaborados por los rabinos. Allí se
habla del proceso a seguir contra los acusados y, de paso, comenta que Jesús, condenado por
engañar y sacar del buen camino al pueblo de Israel, «fue colgado de la cruz la víspera de
Pascua». Hablando del mismo Jesús, dice:

«...hombre sabio, que hizo prodigios y arrastró a muchos judíos y griegos. Se pensaba que era
Cristo. Pilato le dio muerte mandándolo crucificar. Sus discípulos no cesaron de decir que,
después de muerto, se les apareció de nuevo vivo»

La Constitución dogmática sobre la Divina Revelación, Dei Verbum en el número 19 explica el


proceso de formación de los Evangelios:
«La santa madre Iglesia ha defendido siempre y en todas partes, con firmeza y máxima
constancia, que los cuatro Evangelios cuya historicidad afirma sin dudar, narran fielmente lo que
Jesús, el Hijo de Dios, viviendo entre los hombres hizo y enseñó realmente para la eterna
salvación de los mismos hasta el día de la ascensión (Hech. 1,1-2). Después de este día, los
Apóstoles comunicaron a sus oyentes estos dichos y hechos con la mayor comprensión que les
daban la resurrección gloriosa de Cristo y la enseñanza del Espíritu de la verdad. Los autores
sagrados compusieron los cuatro Evangelios escogiendo datos de la tradición oral o escrita,
reduciéndolos a síntesis/ adaptándolos a la situación de las diversas Iglesias, conservando el
estilo de la proclamación: así nos transmitieron siempre datos auténticos y genuinos acerca de
Jesús».

De este texto conciliar se pueden deducir cuatro etapas en el proceso de conformación de los
evangelios, que podríamos esquematizar de la siguiente manera:

* Vida de Jesús con sus hechos y enseñanzas. (16 a. C.- 30 d. C.)

* Predicación de los apóstoles sobre esos hechos y enseñanzas de Jesús, interpretados a la luz de
la resurrección y de Pentecostés.(30 – 70 d. C.)

* Tradiciones orales y escritas de la anterior predicación. Muerte de testigos directos.


Destrucción de Jerusalén.

* Redacción literaria de los Evangelios con los elementos de dichas tradiciones. Segunda
generación cristiana.(70 –110 d. C.)

La primera etapa (hechos y enseñanzas de Jesús) se refiere a la vida de Jesús en general, que no
se pone en tela de juicio. Esta da origen a la segunda (predicación apostólica): lo que Jesús hizo
y enseñó lo predicaron los apóstoles, no como un mero repetir hechos y dichos con aire cronista,
sino como fruto de una experiencia que provenía de los sucesos gloriosos o pascuales y que era
preciso transmitir y anunciar como noticia salvífica. La tercera etapa de formación de los
evangelios es casi la prolongación de los anuncios y catequesis que se dan de manera oral y con
algunos primeros escritos, que recogen y transmiten el material de esa predicación apostólica. Se
llega así a la cuarta etapa, que es la de la redacción literaria de los evangelios, que se da en
distintos contextos y que origina las cuatro versiones que conocemos como la de Marcos, Lucas,
Mateo y Juan,

Escritos no canónicos o extrabíblicos

Además de los escritos neotestamentarios existen otros documentos cristianos que se catalogan
como reconocidos oficialmente en la lista de los libros cristianos sagrados e inspirados. Estos
escritos se llaman «apócrifos» y fueron elaborados a finales del siglo I y de modo más intenso a
comienzos del siglo II. Recogen algunos hechos de la vida de Jesús y algunas palabras o frases
suyas. En comparación con los Evangelios esta fuente no ofrece datos auténticos de Jesús, puesto
que se trata de redacciones populares frecuentemente cargadas de sabor legendario.
CAPITULO 2

«Dejó Nazaret y se fue a vivir a Cafarnaún, junto al lago, en la frontera entre Zabulón y Neftalí;
para que se cumpliera lo anunciado por el profeta Isaías: Tierra de Zabulón, tierra de Neftalí,
camino del mar, al otro lado del Jordán, Galilea de los paganos. El pueblo que habitaba en
tinieblas vio una gran luz; a los que habitaban en una región de sombra de muerte una luz les
brilló».

Mt. 4,13-16

2. El medio judío de Jesús y de los discípulos

2.1. Situación geográfica del país de Jesús

El antiguo país de Canaán, conocido como Palestina, comprendía varias regiones: Judea,
Samaría, Galilea, La Decápolis, Idumea y Perea. Formaba parte del imperio romano desde el año
64 a. C. Y oficialmente se llamaba «Judea». El río Jordán, en cuyas aguas fue bautizado Jesús
(cf. Me. 1,9) atraviesa en sentido longitudinal todo el territorio: nace en los montes del Líbano y
desciende hacia el lago de Genesaret o Mar de Tiberíades, para desembocar en el Mar Muerto.

Hay también, en el mismo sentido longitudinal una cadena montañosa que atraviesa el país al
occidente del río Jordán, A esta cadena montañosa pertenecen las colinas de Galilea, el monte
Garizim en Samaría y los altos de Jerusalén con el monte de los Olivos y el Hebrón en el sur.

Todo este paisaje es fiel a su topografía: las riveras de los lagos y del Jordán, pequeñas alturas,
valles, llanuras y zonas desérticas son testigos de la vida de Jesús y están mencionados con
elevada frecuencia en los textos de los Evangelios; lo mismo que el nombre de ciudades como
Nazaret, Cafarnaún, Jerusalén, etc. donde lleva a cabo su misión.

Los evangelios que presentan muchísimas referencias topográficas de Palestina, están de acuerdo
en insertar la vida y actividad pública de Jesús en el marco geográfico de Galilea (Mt. 15,21;
16,13; Me. 7,31; 10,1; Jn. 2,13). No cabe duda de que la actividad de Jesús se desarrolla de modo
más o menos itinerante; y esto, sobre todo, en dos regiones; Galilea y Judea.

2.2. Instituciones y prácticas religiosas en tiempos de Jesús

En el país de Jesús todas las esferas de la vida individual y comunitaria (familiar) estaban
impregnadas de las instituciones y prácticas religiosas. La vida religiosa se enraizaba
principalmente en tres instituciones:

* El templo
* Las fiestas
* La sinagoga
2.2.1. El Templo

El templo fue una institución altamente representativa para el mundo judío: Israel vivía del
templo y para el templo, se configuraba a su alrededor. Fue el rey Salomón el que lo construyó,
como parte de su palacio (1 Rey. 6-8). Saqueado varias veces y restaurado de nuevo, el templo
de Salomón fue totalmente destruido por Nabucodonosor en el año 587 a.C. Después de que el
pueblo regresó del destierro (1) una de las características de su reorganización fue precisamente
la reedificación del templo, que se hizo en el año 515 a.C. por obra de Zorobabel. En épocas
sucesivas fue profanado (año 165 a.C.) y destruido nuevamente por los romanos (año 63 a,C.). El
rey Heredes el Grande, deseoso de congraciarse con los Judíos, emprendió la construcción de un
nuevo templo, el más suntuoso, imponente y monumental de todos (2).Quedó reconstruido en
lo esencial en el año 9 a.C. pero se finiquitó unos seis años antes de su total destrucción por Tito
en el año 70 d.C., es decir hacia el año 64.

(1) Época del destierro o exilio:

Después de que los Israelitas se ubicaron en la tierra que Dios les había prometido, vivieron un
tiempo difícil en el que fueron sacados de su patria. En esta época se da un hecho paradójico:
es entonces cuando el pueblo, fuera de su tierra, entra en un período de reflexión y madurez.
Busca y encuentra su raíces en la fe a Yahvé; de modo que esta experiencia durísima viviendo
fuera de su país será definitiva en el campo religioso: es la época en la que surgieron los
grandes profetas que avivan la esperanza del pueblo (anuncio) después de mostrarle la causa de
su ruina (denuncio).

(2) Con toda razón los discípulos de Jesús se admiraban de la imponencia del templo:
«Maestro, mira, qué piedras y que construcciones tan grandes!» (Mc. 13,1). Tal construcción
representaba un orgullo para los judíos: sintetizaba la independencia de un pueblo que se había
mantenido fiel a su religión y a sus tradiciones a pesar de las vejaciones que había sufrido por
parte de dominaciones extranjeras.

El funcionamiento del templo requería una organización en cuanto al personal que allí trabajaba:
clero (sumos sacerdotes, sacerdotes, levitas), y en cuanto al culto. Pero esto será objeto de
estudio un poco más adelante.

2.2.2. Las fiestas

En el mundo judío las fiestas hacían parte del conjunto lúdico (3) que acompaña a todos los
pueblos. Pero las fiestas judías (abundantes por cierto) tenían una característica: eran religiosas y
se amarraban a una larga tradición. Por eso congregaban al pueblo, atraían mucha gente de todas
partes y marcaban hondamente la vida creyente del judío.

(3) Lúdico: hace referencia a todo lo que tiene que ver con el juego o las celebraciones de tipo
popular.
El tiempo semanal y anual se convierte para el judío en observancia religiosa y obligat
semanalmente es común la práctica del sábado, anualmente se celebraban algunas fiestas, las
principales son:

* Pascua: Pesah

* Pentecostés: Shav'ot

*Tiendas: Sokkot

A. La Pascua

Fiesta de las fiestas: la más importante del calendario judío. Tiene lugar el primer plenilunio (4)
de primavera (14/15 del mes Nisán o primer mes del año judío, y corresponde en nuestro
calendario a la primera mitad de marzo o abril). La palabra «Pascua» significa «salto» «paso».
En su origen la pascua era probablemente una fiesta típica de los pastores que se reunían para
celebrar, comenzando la primavera, el retorno al hogar desde los pastos de otoño e invierno. Pero
el pueblo de Israel la convirtió en recuerdo y celebración de la salida de Egipto (Ex.12,1-14).

(4)plenilunio: en la astronomía es la época de luna llena.

El principal rito que se celebraba consistía en el sacrificio y ulterior cena familiar de un cordero,
conforme a las prescripciones de la ley que encontramos en Ex 12,3-11 y Dt 16,58.

En los evangelios encontramos a Jesús que, como buen israelita, celebraba la Pascua al estilo
judío: Lc 2,41; Jn 2,13.23. Incluso el culmen de su acción salvadora y liberadora coincide
simbólicamente con la Pascua (Paso, liberación); Mt. 26,2.17; Jn, 19,14. Con Jesús, con su
Pascua, la pascua judía dio paso a la pascua cristiana, principal fiesta también del cristianismo
(cf. 1 Cor 5/7-8; 1 Ped. 1,18-19).

B. Fiesta de Pentecostés

Se celebra cincuenta días después de la Pascua (Lv. 23/15-21; Deut. 16,9), de ahí el nombre:

Pentecostés equivale a decir cincuenta. Originalmente se denominaba «fiesta de las semanas».


Según Ex.34,22 esta fiesta se celebraba al término de la cosecha de la ceba'da y antes de
comenzar la del trigo. En su origen tenía un sentido de acción de gracias por la cosecha y
posteriormente se le añadió (como sucedió también con la Pascua) un sentido más histórico: el
solemne don de la ley de Dios a su pueblo.

En el marco de esta fiesta, el libro de los Hechos de los Apóstoles pone la venida del Espíritu
Santo sobre los apóstoles (cf. Hech. 2/1-4). Por esto mismo, a partir de aquí la fiesta de
Pentecostés adquiere novedad y categoría como fiesta cristiana.

C. Fiesta de los Tabernáculos


Llamada también fiesta de las chozas. De ella nos habla Ex. 23,16; Lv. 23,42. Era una
celebración muy popular que se hacía en el mes de Tisrí (septiembre) inmediatamente después de
la celebración del año nuevo. Durante ella los judíos vivían en tiendas de ramas recordando el
tiempo que vivieron así en el desierto.

Este triple elenco de fiestas implicaba la participación obligatoria de todos los judíos. Además de
estas, había otras fiestas de menor importancia a lo largo del año:

-Fiesta de la expiación o del perdón

-Fiesta del año nuevo, para celebrar el misterio renovado de la creación

-Fiesta de la dedicación del templo

-Fiesta de los Purim (suertes)

2.2.3. La Sinagoga

La palabra «sinagoga» es una transcripción de un término griego que significa «Asamblea». En


el Nuevo Testamento se utiliza para hablar de un lugar de reunión habitual, punto de referencia
cotidiano para la vida religiosa. A diferencia del templo que era uno solo, en una ciudad podía
haber varias sinagogas. Como lugar de reunión, la sinagoga servía para la oración y para la
formación religiosa (a modo de escuela).

La sinagoga desempeñó un papel esencial en la vida religiosa y nacional del pueblo judío. A su
alrededor se agrupaba la comunidad. El oficio sinagogal o culto religioso en la sinagoga, se
celebraba el sábado por la mañana.

El orden del culto sinagogal era el siguiente:

Se comenzaba con la recitación del famoso «Shema Israel»: «Escucha Israel» del Deuteronomio
6,4-7 (5).

Algunas bendiciones.

-Proclamación de las lecturas y ulterior predicación. Quizás este era el elemento principal de la
reunión sinagogal del sábado: el contacto con la Tora (6).

(5) Shema Israel: Escucha Isarel. Es una oración que los judíos
piadosos rezan diariamente por la mañana y la noche, contenida en el libro del Deuteronomio
(6,4-7) y que Jesús cita en parte en el Evangelio (Me. 12,29-30).

(6) Tora: llamada también «la Ley», es la agrupación de los libros que se (laman Pentateuco
(cinco primeros libros de la Biblia). En ellos está lo esencial de la Revelación para tos judíos.
Jesús y sus discípulos frecuentaban las sinagogas y en ellas anunciaban la Buena Noticia. El
evangelio nos lo presenta según la costumbre, entrando en la sinagoga un sábado y haciendo la
lectura de pie (cf. Lc. 4,16.20).

2.3. La sociedad judía: clases sociales

Una clasificación general de las clases sociales judías arroja los tres estratos corrientes: los
poderosos (poder político, económico y religioso), el pueblo y los marginados.

2.3.1. Los ricos

Los miembros de esta clase eran relativamente pocos, pero notables porque controlaban el poder
político, económico y religioso. Representaba la clase más adinerada. En la cima de la pirámide
social estaba el emperador, apoyado por los demás miembros de LA CORTE y por los oficiales
de la administración central de Roma. «En la ciudad santa se levantaron edificios suntuosos;
cada cuatro años
Herodes organizaba en Jerusalén festivales con magníficos espectáculos... Era en el esplendor de
la corte donde la riqueza de los soberanos se hacía más ostensible a la población de
Jerusalén»

Otro grupo de privilegiados que pertenece a esta clase alta, era compuesta por grandes
propietarios de tierras (terratenientes), grandes comerciantes, altos funcionarios, jefes del sistema
de recaudación de impuestos (Zaqueo era uno de ellos), rentistas, y la aristocracia laica y
sacerdotal de Jerusalén. También hacían parte de esta clase algunos miembros del Sanedrín (7)
como Nicodemo, de quien se habla en Jn 3,1, y 7,50, hombre rico que dio para el enterramiento
de Jesús «treinta kilos de una mezcla de mirra y perfume» (Jn 19,39). José de Arimatea
nombrado en los relatos de la pasión de Jesús, también hace parte de esta clase social (cf Mt
27,57).

(7) Sanedrín: o Consejo de ancianos, era la suprema asamblea judía, compuesta de 71


miembros. Comprendía tres grupos: (a)los sacerdotes jefes, con el Sumo sacerdote a la cabeza;
(b) los escribas:(Hombres de letras) y (c) los ancianos o presbíteros (senadores seglares). De
esta organización política jurídica hablaremos más adelante.

En estos círculos sociales en Jerusalén, se había generado una costumbre muy arraigada e
importante; celebrar banquetes en casa de los ricos. En los evangelios encontramos algunas
menciones de esta práctica social: Mc 6, 21; Lc 14,16; Lc 16,19; Lc 5,29.

La nobleza sacerdotal pertenecía también a esta esfera social. Estaba compuesta por el Sumo
Sacerdote y por familias sacerdotales, que se dedicaban a toda la gama de oficios culturales que
se hacían alrededor del templo. El templo era muy rico y la riqueza de esta aristocracia
sacerdotal era sorprendente.
2.3.2. La clase media

A esta clase pertenecía la gente de moderada fortuna. Los trabajadores autónomos: pequeños
comerciantes, artesanos y dueños de talleres, negociantes (tenderos), pequeños propietarios.
dueños de hospederías (8) y simples sacerdotes. Todos estos círculos vivían mejor cuanto más
se relacionaban con el templo y con los peregrinos.

(8) La afluencia de peregrinos a Jerusalén constituía una gran fuente de ingresos a quienes
brindaban hospedaje a los visitantes del templo y a quienes desempeñaban las demás
profesiones como los artesanos, comerciantes y sacerdotes.

Los simples sacerdotes no vivían mejor que los demás grupos sociales ubicados en este estrato
medio. A ellos -en la realidad- llegaban algunos impuestos que pagaba un reducido número de
personas escrupulosamente observante de la ley (que prescribía esta obligación). Según Joachim
Jeremías, que conoce como pocos la cultura y el mundo ambiental de Jesús, los impuestos
estatales a los que se añadía «los muchos y pesados tributos para el culto y los sacerdotes», eran
reconocidos o pagados sólo por una minoría entre el pueblo. La prescripción ordenaba que los
sacerdotes cuando oficiaban en el templo debían participar de un triple ingreso fiscal: los
sacrificios de las víctimas (9), las primicias de los productos agrícolas, y el diezmo (cf Heb 7,5;
Lc 11,42; Mt 23,23) que frecuentemente era arrebatado por los sacerdotes jefes de la clase alta.

(9) María, cuando se acercó al templo para presentar al niño Jesús, conforme a la ley, ofreció
en sacrificio un par de tórtolas o dos pichones (cf Lc 2,23).

ANOTACIONES DE INTERÉS

El Nuevo Testamento refleja muy bien la estratificación social existente en Palestina en tiempos
de Jesús al ubicar a algunas personas en diversas esferas sociales o al referir diferentes oficios;
«el hijo de! carpintero» (Mt 13,55), «recaudador de impuestos» (Mt 10,3), «Simón, el curtidor»
(Hech 9,43), «Cornelio.el centurión» (Hech 10,1), «Lidia, la vendedora de púrpura» (Hech
16,14).

2.3.3. Los pobres


En un nivel inferior de las clases sociales están los pobres. A este estrato pertenecen los obreros
y jornaleros; los mendigos y, en una categoría legal más baja, los esclavos.

En cuanto a los estratos de la población que viven total o parcialmente de las ayudas recibidas,
como los mendigos, hay que mencionar a los escribas que, como lo alcanza a mostrar el
evangelio, tenían prohibido cobrar su trabajo (cf Mc 6,8; Le 9,3). Este grupo de los escribas, del
que hablaremos seguidamente, eran los sabios, expertos en la ley, intelectuales que se dedicaban
por oficio a explicarla o a enseñarla, y dependían de la libre gratitud de sus discípulos y de otras
ayudas recibidas (10).

(10) Joachim Jeremías considera que Jesús llevaba exteriormente un estilo de vida como el de
un escriba, sin serlo, incluso se opuso a este grupo: «procede de una familia pobre (en el
sacrificio de purificación hace uso María de la concesión hecha a los pobres: ofrece dos
tórtolas); su vida es tan pobre, que no tiene donde reclinar la cabeza; personalmente, no tenía
ningún dinero consigo (como indican los relatos sobre el impuesto del stater y sobre «el tributo
del César»), y acepta ayudas». Mt 8,20; Mc 12,13-17; Lc 8,1-3.

En Jerusalén se concentraban los mendigos (casi como una profesión) alrededor del templo. Esta
real escena era propiciada por el mérito religioso de «dar limosna». Los enfermos (muchos de
ellos mendigos) aparecen también en el escenario evangélico, frecuentemente marginados de la
sociedad y jugando un papel importante en los relatos del ministerio de Jesús: enfermedades de
la piel (como los leprosos, que eran expulsados de la sociedad por la ley), de la vista, inválidos,
cojos (cf Jn 8,58-59; Jn 9,1.8; Mt 21,14, Jn 5,2-3).

2.4. Ambiente político: Partidos político-religiosos

Es apenas normal considerar que en la estructura de la sociedad judía que era de carácter
teocrático, existieran grupos o movimientos con tendencias muy diversas; saduceos, fariseos,
escribas, esenios y zelotas.

2.4.1. Saduceos

El nombre de «saduceos» deriva del nombre propio de Saddok, el gran sacerdote del tiempo de
Salomón (1 Rey 2,35), y del que las grandes familias sacerdotales pretendían descender. Son un
partido político minoritario, al que pertenece la clase pudiente, tanto civil como sacerdotal. Era la
aristocracia de Israel y estaba, como grupo, conformada por los miembros de las familias más
ricas del país.

Los saduceos representaban el poder económico (el evangelio los llama a veces «ricos») y tenían
dominio político en el senado o Gran Consejo (sanedrín) que, como ya vimos, era la suprema
autoridad religiosa y jurídica. En el plano religioso, son quienes administraban el templo. En
cuanto a su doctrina se refiere, los saduceos rechazaban la tradición de los escribas y rechazaban
también la doctrina farisaica de la resurrección de los muertos (Me 12,18); vivían adheridos a la
ley escrita solamente en el Pentateuco.
La actitud de Jesús con los saduceos parece distante, pero los evangelios narran algunas
intervenciones suyas que se dirigen en su contra. Ellos se oponen a la enseñanza de Jesús en el
templo (Mc 11,17-18), lc ponen trampas para desacreditarlo (Mc 12,13-17); son ellos
(particularmente los sumos sacerdotes) los que exigen a Pilato la condena de Jesús (Jn 19,15.21),
los que irritan al pueblo contra él (Mc 15,11).

El sanedrín

El gobierno judío estaba en manos del Sanedrín o Gran Consejo, compuesto por 70 miembros,
más el Sumo Sacerdote. Con más precisión, el Sanedrín tenía la siguiente organización:

1. El Sumo Sacerdote (cf Mt 26,3.62; Jn 18,19), como máxima personificación.

2. Los ancianos o presbíteros (cf Mt 21/23; Me 14/43), son aristócratas, a los que Lucas llama
«principales del pueblo (19,47).

3. Los letrados o escribas (hombres de letras), entendidos en asuntos de religión y ley judía.

El Sanedrín era competente en materia civil, política, económica y religiosa.

2.4.2. Fariseos (o «Separados»)

Caracterizados por una rigurosa observancia de la Ley de Moisés (que conocían cabalmente) y
las prácticas religiosas (que vivían fielmente), pretendían llevar una vida de acuerdo a la ley
escrita y oral y cumplirla minuciosamente, hasta eclipsar, por ejemplo, la auténtica relación
personal con Dios y con los demás.

Cotidianamente, por su minuciosa manera de acercarse a la ley, practicaban una serie de ritos (de
purificación), cargaban el día de plegarias, cumplían unas normas sobre la comida y de conducta
social; practicaban el estricto descanso sabático (Mc 7,1-4; Lc 11,38).

Este grupo, que aparece referido a menudo en el Nuevo testamento, no era de clase alta, más bien
era gente del pueblo; entre la que tuvieron una enorme influencia y gozaba de ascendiente,
Aunque salidos del pueblo, se mantuvieron siempre «separados» de él. Tendían a marcar la
separación entre «justos» (aquellos observantes de la ley) y «pecadores» (los que no observan la
ley). Se tornaba autosuficientes en materia de ley y de costumbres, estableciendo notorias
divisiones, presumiendo mayor perfección que los demás (Lc 18,9), despreciando a quienes
como ellos no se dedicaban al estudio de la Ley (Jn 7,49).

Doctrinalmente creían en la inmortalidad del alma y en la resurrección de los muertos. Su


mentalidad rigorista y autosuficiente que hemos ya descrito generó consecuencias sociales, pues
los llevó desinteresarse de los grandes problemas existentes en la sociedad de su tiempo. Por eso
se podría decir que estrictamente hablando no constituían un grupo político, pues su interés era
netamente religioso, a diferencia de los saduceos (por el contrario materialistas), los fariseos eran
espiritualistas, no comprometidos con las situaciones históricas de los hombres.
Este es quizás el grupo con el que Jesús tuvo continuos y duros enfrentamientos. El evangelio
este cargado de referencias a estas resistencias:

* Jesús les echa en cara su manera rigurosa de observar la ley, la pretensión engreída, su dominio
explotación al pueblo (cf Mt 6,2.5.16; Mc 12,38-40);

* Jesús denuncia su hipocresía (cf Mt 15,7; 23,25);

* Jesús recrimina su falta de compromiso y su descuido en la justicia y el derecho (cf Mt 23,23);

* Jesús desenmascara el aferramiento a la ley que propugnan, que se ha hecho casi ideología, y
que pisotea al hombre (cf Mc 3,1-7),

De todos los grupos existentes en Palestina, el de los fariseos fue el único que sobrevivió a la
destrucción de Jerusalén, el año 70 d.C, y fue el que configuró el judaísmo posbíblico.

ANOTACIONES DE INTERÉS

Es curioso constatar que Jesús nunca invitó a un fariseo a ser discípulo suyo. El fariseo, esclavo
del cumplimiento riguroso de la ley, no es libre ni desea la libertad, y metido en su empeño de
ser fiel a Dios y a su ley, olvida la dimensión horizontal de fidelidad y amor a los hombres. El
horizonte de Jesús es distinto: en la ley no se trata de obedecer a Dios, sino de ser como él (Mt
5,48), ser fiel a Dios no es ceñirse minuciosamente a un código de preceptos, sino abrirse a la
ley del amor, que es universal y no establece discriminaciones (Mt 5,43-48).

2.4.3. Escribas («Maestros de la ley»)

Frecuentemente este grupo aparece citado en los evangelios al lado de los fariseos (cf Mc 2,16;
7,5; Lc 5,30). Prácticamente pertenecen al grupo de los fariseos, de quienes gozan de especial
estima y prestigio. Los escribas, llamados «doctores» o «maestros de la ley», controlaban la
formación en la Ley y en la vida religiosa judía a través de la red de las sinagogas. Gracias a su
intelectualidad obtuvieron puestos claves en la enseñanza, el derecho y la administración. Por su
sabiduría, pericia y dominio de la Ley, gozaban de la veneración popular y de cierta autoridad:
en los convites se les reservaba el primer puesto (cf Mt 12,9). Por lo mismo fueron
degenerándose en casta engreída. Esto los enfrentó a Jesús, quien, por ejemplo, los acusa de
haberse «apoderado de la llave de la ciencia» (Le 11/52). Otro motivo de choque entre Jesús y
este grupo es el hecho de que él se presentó enseñando con autoridad, pero no como ellos, ni que
se hubiera formado como ellos (cf Mt 7,29).

2.4.4 Esenios

Este grupo no se nombra en los escritos neotestamentarios. Este silencio del Nuevo Testamento
suple con la abundante documentación que nos brindan Flavio Josefo, Filón de Alejandría y
Plinto Viejo. Estos documentos señalan una serie de características que pueden considerarse
como las notas rasgos de este movimiento: estilo particular de vida y organización en
comunidades separadas en desierto o en las ciudades (tomaban en común las comidas de mañana
y tarde, tenían comunidad de bienes, oraban en común); practicaban la pobreza y algunos ritos y
baños de purificación; seguían estrictamente la ley mosaica.

2.4.5. Zelotas

Parece que es un grupo derivado del movimiento fariseo, en quienes se inspira su celo por la ley
judía. Se empeñan en una acción militar por la independencia de la nación, constituyéndose
como grupo clandestino de resistencia. Se alzaron en armas contra los romanos con el fin de
expulsarlos de Palestína

Jesús incluye un zelota en el grupo de los doce (Mt 10,4; Mc 3,18;Lc 6,15). Pero no quiere esto
decir que Jesús haya simpatizado con este partido. Su predicación y su manera de actuar no
tienen nada en común con las ideas religiosas y políticas, ni con las declaraciones zelotas.

Si se quisiera completar este cuadro de grupos y movimientos palestinos en tiempos de Jesús, es


preciso mencionar a los SAMARITANOS, con quienes él tuvo relación (Lc 9,52; 17,11; Jn 4,4-
5). Entre los samaritanos y los Judíos se mantuvo una enemistad grande (Jn 4,9). Para los judíos,
los samaritanos eran gente despreciable (Lc 9,51-53). Esta situación de marginación hizo que
Jesús se mostrara benévolo con ellos como puede verse en la parábola del buen samaritano (Lc
10,30-37), en el relato del leproso agradecido (Lc 17,16), en el encuentro con la mujer
samaritana (Jn 4).

ANOTACIONES DE INTERÉS

La diversificación de los distintos grupos y movimientos en Palestina por los años treinta refleja
las contradicciones y los contrastes de un país ocupado por una potencia extranjera, los
romanos, o la administrada por los descendientes de un rey oriental, Heredes e! Grande,
extraño a tas tradiciones culturales y religiosas del pueblo judío. El estilo de vida de las
ciudades helenistas en Palestina y de las cortes principescas de los hijos de Heredes contrasta
con el de la pobre gente de! campo, los artesanos o pequeños comerciantes. A pesar de estas
divisiones tan profundas o inconciliables entre sí, la nación y el pueblo judío encuentran su
fuerza de cohesión en torno de dos polos institucionales: la ley y el templo. Pero la manera
distinta de referirse a estas dos realidades en las que se condensan las aspiraciones religiosas
judías está en el origen de las divergencias entre los mencionados grupos o movimientos. En
este ambiente, cargado de esperanzas y de tensiones de naturaleza social y religiosa al mismo
tiempo, se inserta la acción de Jesús, el hijo del carpintero, el maestro itinerante, seguido por
un grupo de discípulos, naturales en su mayor parte de la zona del lago de Galilea.

Capitulo3
3.Jesús es de Nazaret

«Al entrar Jesús en Jerusalén, toda la ciudad se alarmó y se preguntaban: Quién es éste? La
gente respondía: Es el profeta Jesús, el de Nazaret de Galilea».Mt 21.10-11.

3.1. Insignificancia y universalidad de Nazaret

Si se tuviera un carnet de identidad de Jesús, se vería que su lugar de origen es Nazaret, una
aldea pequeña de Galilea en donde nació, pasó su niñez y su vida oculta, en donde comenzó su
misión.

Pero Nazaret es algo más que un lugar geográfico, es también un «lugar teológico», es decir,
significa muchísimo en la vida y obra de Jesús.

La celebración de la Navidad, tan significativa para todos los hombres del mundo entero,
recuerda año tras año que nuestro Salvador nació en un pesebre o establo. El evangelista Lucas
así lo afirma y con ello no expresa más que la miseria en la que nació Jesús y la falta de otro
lugar para la familia de Nazaret: «No había lugar para ellos en la posada» (Lc 2,7). Esta no es
sólo una frase literaria, es de entrada el reconocimiento de la condición humana pobre de Jesús.

No es preciso quedarse con la sola idea de un establo; los evangelios presentan a Jesús no sólo
como un Jesús de establo, sino como Jesús «de Nazaret», Jesús no sólo nació pobre sino que se
mantuvo fiel a su condición de pobre y Nazaret en este sentido es mucho más diciente.

Nazaret, como aldea o pueblito, no aparece referido en el Antiguo Testamento. Este es ya un


dato importantísimo: para el mundo judío todo aquello que estuviera escrito o contenido en
alguna parte del Antiguo Testamento representaba de hecho algo significativo, de capital
importancia. De manera que si en los escritos veterotestamentarios (1) no se menciona
«Nazaret», es porque no tenía relevancia social ni religiosa para el mundo judío, como sí la tenía
por ejemplo Jerusalén, Hay que reconocer, pues, el escándalo que suponía para la mentalidad
contemporánea de Jesús su procedencia nazarena.

(1) Escritos veterotestamentarios: son todos los 45 libros que


conforman el Antiguo Testamento.

3.1.1. Nazaret es el lugar de la Encarnación

«Al sexto mes, envió Dios al ángel Gabriel a una ciudad de Galilea llamada Nazaret...» (Lc
1,26). Allí, en Nazaret, Dios se hace hombre en Jesús, se hace condición humana!

3.1.2. En Nazaret se crió y vivió Jesús


«Bajó con ellos -con sus padres- a Nazaret, donde vivió obedeciéndolos» (Lc 2,51). «Llegó a
Nazaret, donde se había criado» (Lc 4,16). En sus años ocultos (2) Jesús hace experiencia de
hombre, llevando la vida ordinaria y cotidiana de la gente de su tiempo.

(2) Años ocultos: son los años en los que Jesús vivió su infancia y su Juventud, y que no están
narrados por los Evangelios.

3.1.3. En Nazaret Jesús comienza su ministerio

«Llegó a Nazaret, donde se había criado, según la costumbre, entró en la sinagoga un sábado y se
levantó para hacer la lectura. (...) Todos los que estaban en la sinagoga tenían los ojos fijos en él.
Y comenzó a decirles: Hoy se ha cumplido ante ustedes esta profecía» (Lc. 4/16.20-21). La
manifestación pública de Jesús comienza en la sinagoga de Nazaret. A partir de aquí Jesús
comienza su actividad, en el mundo. En otras palabras podría decirse que comienza a «ejercer su
profesión».

3.1.4. Nazaret condiciona la identidad de Jesús

«Hemos encontrado a aquel de quien escribió Moisés en el libro de la ley, y del que hablaron
también los profetas: es Jesús, el hijo de José, el de Nazaret. Exclamó Natanael: es que de
Nazaret puede salir algo bueno?» (Jn 1,45-46). La connotación peyorativa que se le da a Nazaret
es notoria, es algo así como decir: Es un lugar tan insignificante (periférico) puede salir alguien
de quien escribió Moisés en el libro de la ley y del que hablaron también los profetas?».

1.5. Ser de Nazaret es motivo de desprecio

«No es este el carpintero, el hijo de María, el hermano de Santiago, de José, de Judas y de


Simón? No viven sus hermanas aquí entre nosotros?» (Mc 6,3). Fijémonos que este texto no
menciona el nombre del papá. Para el judío en la rama genealógica el que da significación social
es el padre, de modo que si alguien no menciona en su genealogía a su padre, no es nadie. «No se
dan cuenta de que ninguno de nuestros jefes ni los fariseos han creído en él» (Jn 7,48). Equivale
a decir: «los que han creído en él son los de su clase!»

3.1.6. Jesús es llamado «de Nazaret»

«Cuando se enteró-el ciego- de que era Jesús de Nazaret que pasaba, se puso a gritar...» (Mc
10,47). A quién buscan? Ellos contestaron: a Jesús de Nazaret!» (Jn 18,4-6). «Yo soy Jesús de
Nazaret, a quien tu persigues» (Hech 22,8).

Estas consideraciones nos sitúan frente a la real insignificancia de Nazaret, que de hecho afirma
la condición humana pobre de Jesús. En otros términos, nos revelan a Jesús solidario con el
hombre pobre: esta es su identidad!
Hay otro dato interesante: es el hecho de que esta condición pobre de Jesús lo hace universal,
hacen universal su misión, abierto a todos los hombres de cualquier clase y condición. Y a su vez
hace universal a1 pobre.

Aquí cabe hacerse unas preguntas; por qué Jesús optó por llevar -desde antes de su concepción
siempre- un estilo de vida pobre?; por qué es ¿Jesús de Nazaret?; por qué su condición humana
pobre garantiza la universalidad del pobre? Los medios pobres (de los que se ha valido siempre
Dios para realizar su plan salvífico y Jesús, el Hijo de Dios, para llevar a cabo su obra) son los
únicos universales. Jesús demostró que Dios se parcializa por el pobre porque es lugar universal.
«Jesús se parcializó en favor del pobre para no parcializarse a favor de ninguno.

ANOTACIONES DE INTERÉS

La patria de Jesús

Según la tradición más fidedigna y antigua, Jesús es oriundo de Nazaret, pequeña ciudad
galilea. En el evangelio de Marcos, Jesús es llamado repetidamente «lesousho Nazarenos»
(1,24; 10,47; 14,67; 16,6); y, aunque en la perícopa central que narra el rechazo de sus
paisanos (Me 6,1-6) no se alude a Nazaret, es porque era algo evidente para el evangelista el
que Jesús es nazareno (Mc 1,19). Y es probable que Jesús fuera conocido entre sus
contemporáneos como «el nazareno», a Juzgar por Hech 24,5 y sobre todo por el testimonio de
Juan, quien hace esgrimir precisamente el origen galileo del Nazareno como prueba contra su
pretendido mesianismo; a éste se le conoce públicamente su procedencia, sus padres y su patria
(Jn 1,45; 6,42; 7,25-31).

Un argumento más a favor de Nazaret y Galilea como patrias terrenas de Jesús es la dificultad
de invención que tal dato supone; en realidad constituía un escándalo la sola afirmación de una
salvación venida de esos lugares, despreciados y olvidados por el judaismo piadoso y
centralista de Judea. Galilea, en tiempos de Jesús, tenía, al mismo tiempo, una población mixta
racialmente y religiosamente sincretista y era cuna de movimientos continuos de liberación
antirromanos, de tinte mesiánico y, frecuentemente, de métodos revolucionarios. Y de Nazaret,
no podía salir nada bueno (cf. Mt. 4,13-16; Jn 1,46,52).

¿Nazaret o Belén?

Algunos textos bíblicos ubican el nacimiento de Jesús, no en Nazaret, sino en Belén, pueblo de
Judea:

- El evangelista Mateo afirma explícitamente que "Jesús nació en Belén, un pueblo de Judea, en
tiempo del rey Herodes". Afirma también que habiendo sido convocados por Heredes todos los
jefes de los sacerdotes y los maestros de la ley, anuncian que el Mesías tenía que nacer en Belén
de Judea, conforme lo dejó escrito el profeta (cf Mt 2,1-6).
- José sube con María, su esposa, desde la ciudad de Nazaret, a Judea, a la ciudad de David que
se llama Belén. Allí, en Belén, le llegó a María el tiempo del parto, y dio a luz a su hijo
primogénito (cf Lc 2,1-6).

Las ediciones de los evangelios ofrecen muchos, detalles comunes pero diferentes, por ejemplo,
en cuanto al lugar de nacimiento de Jesús se refiere, unos se ubican en Nazaret, otros en Belén,
como hemos visto. Esto obedece a la intencionalidad cristológica y catequética de cada
evangelista. Los evangelios llamados "de la infancia" (Mt y Le) tienen una intencionalidad
teológica en este asunto. Mateo pretende relacionar la ciudad de Belén con el origen davídico de
Jesús, con su mesianismo. Jesús es descendiente de David, a través de José, que en tiempos del
nacimiento de Jesús reside con su esposa María en Belén de Judea, y después de una corta
estancia en Egipto, va a vivir a Nazaret de Galilea por razones de seguridad (cf Mt 2,19-23). En
Jesús que es conocido y presentado como Mesías, hijo de David por parte de su padre José, se
debe cumplir la profecía según la cual de Belén saldría aquél que debía gobernar a lsrael (cf Miq
5,1).

Lucas, por su parte, presenta a José y a María viviendo en Nazaret y el nacimiento de Jesús lo
ubica igualmente en Belén de Judea, con ocasión de un censo romano que provoca este temporal
desplazamiento de los esposos (cf Lc 2,1-7.39.51); este evangelista presenta una reflexión sobre
Belén y también una significación mesiánica: Jesús es Mesías y "luz que ilumina a todos los
pueblos". Así pues, por motivos teológicos los evangelios de la infancia presentan a Jesús
oriundo de Belén.

1 3.2. Encarnación: Dios en Jesús se hace condición


humana

«La Palabra se hizo carne y habitó entre nosotros» (Jn 1,14). Estas palabras con las que San Juan
abre su Evangelio, afirman lo que la encarnación significa: la irrupción o entrada de Dios en la
historia humana mediante su Hijo Jesús. En El, Dios «se hizo carne», es decir, hombre concreto.
Encarnación significa que Dios, en Jesús de Nazaret, asumiendo la humanidad íntegramente, se
hizo raza, cultura, historia, carne, sangre, sexo.

Jesús «asumió la entera naturaleza humana cual se encuentra en nosotros, miserables y pobres,
pero sin el pecado (Heb. 4,15; 9,28)» (2).

Jesús no es sólo Dios como afirmaban los monofisitas (3), no es sólo un hombre en apariencia
como lo pretendían hacer ver los docetas (4), tampoco es simple hombre como creían los
arríanos (5). Jesús es plenamente hombre: «se hizo semejante a los hombres» (Fil. 2,7; 1 Tim.
2,5) y en él habita la plenitud de la divinidad (Col 1,19).

(2) Ad Gentes No. 3.

(3) Monofisitas: afirmaban que en Jesús no existía la naturaleza humana, sino solamente la
divina.
(4) Docetismo: es una concepción cristológica, según la cual Jesús es un Dios que de hombre
sólo tiene la apariencia. No tuvo un verdadero cuerpo material, sino solamente una apariencia
corporal.

(5) Arrianismo: es una concepción cristológica de principios del siglo IV, que surgió con las
posturas de Arrio (sacerdote ordenado en Alejandría) y que negaba la divinidad de Jesús,
afirmando sólo su humanidad.

ANOTACIONES DE INTERÉS

"Y llegó «la plenitud de los tiempos» (Gal 4,4). Dios Padre envió al mundo a su Hijo Jesucristo,
nuestro Señor, verdadero Dios, nacido del Padre antes de todos los siglos y verdadero Hombre,
nacido de María la Virgen por obra del Espíritu Santo. En Cristo y por Cristo, Dios Padre se
une a los hombres. El Hijo de Dios asume lo humano y lo creado, restablece la comunión entre
su Padre y los hombres. El hombre adquiere una altísima dignidad y Dios irrumpe en la historia
humana».
Puebla No. 188

Implicaciones de la encarnación para el hombre

Vale la pena preguntarse cuáles son las implicaciones que tiene todo esto para el hombre de hoy.

a) Encarnación: Jesús es Emmanuel; Dios-con-nosotros

Con la encarnación lo de Dios no se hace ajeno al hombre y lo del hombre no se hace ajeno a
Dios. Se nos revela quién es Dios y quién es Jesús: «Emmanuel»: Dios-con-nosotros (cf. Mt
1,23). Jesús vive su existencia de hombre como vivimos nosotros la nuestra, hace día a día la
experiencia de lo que la vida humana es. Es preciso que tengamos presente también que la
encarnación se da no sólo como un acontecimiento histórico sucedido hace 2.000 años, sino que,
además, es un hecho dinámico y actual que se sigue dando: Dios se hizo carne y habitó entre
nosotros (Jn 1,14) no soólo en Belén o en Nazaret o en Galilea, sino en todo lugar; el Hijo de
Dios vino como salvador de todo tiempo, «es el mismo ayer, hoy y siempre» (Heb 13,8).

b) Encarnación; somos hijos en el Hijo

Con la encarnación nos hacemos hijos en el Hijo, es decir, se instaura una relación singularísima
entre Dios y el hombre, una relación de Padre e hijo, de tú a tú. San Pablo así nos lo recuerda:
«Efectivamente, todos ustedes son hijos de Dios en Cristo Jesús» (Gal. 3,26; Ef 1,5). Se nos abre
la posibilidad de llamar a Dios «Papá - Abba», como lo hizo Jesús (cf Rom. 8,15).

c) Encarnación: somos hermanos en Jesús


Con la encarnación nos hacemos hermanos en Jesús. Con mucha frecuencia jesús llamaba
«hermanos» a los demás (cf Mc 3,31-35; Mt 18,15; Heb 2,11.17). Es natural que si fuimos
predestinados desde toda la eternidad a ser hijos de Dios en el Hijo (cf Ef 1,5), y si podemos
también relacionarnos con el Padre como lo hizo el mismo Jesús, «somos también herederos:
herederos de Dios y coherederos con Cristo» (Rom 8,17).

d) Encarnación; el hombre se hace Dios

Con la encarnación nos hacemos todos «partícipes de la naturaleza divina», ya que Jesús al
hacerse hombre, «diviniza» al hombre. Dios se hizo hombre y el hombre se hizo Dios. Ireneo de
Lyon, en su profunda reflexión teológica sobre Cristo, escribe:

«El Verbo, por su infinito amor, se convirtió en lo que somos nosotros, a fin de que nosotros nos
convirtiésemos en los que él es» (3).

(3) Ireneo. Contra herejes, llt. 1a, 1.

Y Leonardo Boff con mucho acierto lo expresa también de la siguiente manera; «En Cristo Jesús,
el hombre es tan semejante a Dios y participa de tal manera de Dios que es Dios mismo presente
en el mundo... Dios se humanizó y el hombre se divinizó» (4).

(4) Boff, Leonardo. Gracia y liberación del hombre. Cristiandad. Madrid, 1987.

Participando de Dios, el hombre puede hacer y ser lo que Dios hace y es: amor, donación al otro,
comunión. Amando el hombre es como Dios y Dios se humaniza.
También la persona de Jesús con su encarnación posibilita que Dios participe de la naturaleza del
hombre. En otros términos, al encarnarse Jesús engrandece al hombre, lo hace sacro
participándole la naturaleza de Dios (lo que Dios es), y a su vez a Dios lo hace humano.

e) Encarnación: la dignidad humana se eleva

Con la encarnación la dignidad del hombre queda elevada y su condición de imagen de Dios es
enaltecida. En realidad, «El misterio del hombre sólo se esclarece en el misterio del Verbo
encarnado», y Cristo Jesús «manifiesta plenamente el hombre al propio hombre y le descubre su
altísima vocación». (5)

(5) cf Gaudium et Spes, No. 22.

Jesús hace efectivo en el hombre algo que recibió en la creación como don de Dios y como tarea
al mismo tiempo: la posibilidad que tiene de ser «capax Dei» (capaz de Dios) (6).
En Jesús, Hijo encarnado, el hombre descubre en último término quién es y a qué está llamado: a
la comunión (común-unión): ser hijo de Dios en el Hijo y hermano de todos en Jesús.

«El hijo de Dios marchó por los caminos de la verdadera encarnación, para hacer a los hombres
partícipes de la naturaleza divina; siendo rico se hizo pobre por nosotros, para que con su
pobreza nosotros nos enriqueciéramos (2 Cor 8,9) (6),

(6) Ad Gentes, No. 3.

.3.3Jesús llevó un estilo de vida pobre

Hemos visto en el tema anterior que Jesús se hizo hombre. Es preciso -en una comprensión
genuinamente evangélica de Jesús- afirmar ahora que se hizo hombre-pobre. Muchos estudios
sobre Jesús se quedan en lo primero (su humanidad) sin arribar a lo segundo, (su estilo de vida
pobre), que, por un lado, lo identifica y, por otro, es la manera concreta de vivir su condición de
hombre. Jesús es hombre, pero hombre pobre; no podemos referirnos a Él sin referirnos a su
pobreza y a los pobres. Este estilo de vida opcional que llevó lo propone a todos sus seguidores
como un estilo de vida que realiza plenamente al hombre y que lo lleva a Dios.

Al abordar el tema de la condición humana pobre de Jesús, hay que mencionar necesariamente el
tema de la kénosis de Jesús.(1)

(1) Kénosis :(Del griego Ekenósen) vaciarse, despojarse, abajarse...

3.3.1. La Kénosis

San Pablo, al dirigir a los Filípenses una apremiante llamada a la humildad, evoca el ejemplo de
Cristo encarnado, el cual «renunció» a su condición divina, para tomar la «condición de esclavo»
y ser «semejante a los hombres». El versículo 7 del capítulo 2 de esta carta, contiene la expresión
griega Ekenósen (vaciarse, despojarse). Este término dio origen a una reflexión alrededor de un
Jesús «abajado», «despojado» de su rango de Dios para hacerse no sólo hombre, sino hombre-
esclavo, hombre-pecado, hombre-pobre, hombre-maldición.

En el Nuevo Testamento varios textos nos hablan de una cierta renuncia, o de un abajamiento en
Jesús:

Rom 8,3; Gal 3,13; 2 Cor 8,9; 5,21; Heb 2,17. Leyendo detenidamente cada uno de estos textos
nos damos cuenta de que no se describe propiamente la encarnación, como tampoco se nos
afirma que Jesús era Dios y ahora es hombre. Encontramos, por el contrario, una forma de vida
solidaria asumida por Jesús al hacerse hombre, en la que él se ha hecho de algún modo
negatividad humana: se ha hecho maldición, pobre, esclavo, pecado, debilidad, etc. Esto es lo
que significa Kénosis: la vida sin apariencia divina que asumió Jesús que para nosotros tiene un
carácter fructuoso o benéfico; para librarnos de la maldición de la ley se hace maldición (Gal
3,13); se hace pobre para enriquecernos, esclavo para liberarnos, apariencia de pecado para
convertirnos a Dios, debilidad para fortalecernos, etc. Fijémonos bien que los apelativos que
recibe Jesús (maldición, pobreza, pecado, debilidad) tienen un carácter negativo, en cambio un
efecto positivo para los hombres (libertad, riqueza, conversión, fortaleza).

Volvamos a la mencionada carta que Pablo dirige a los Filipenses, en la que encontramos el
conocido himno (2,6-11) que refiere el abajamiento de Cristo (su Kénosis o reducción a la nada).
El apóstol retoma este himno usado por los primeros cristianos, lo adapta para esta comunidad de
Filipo y le hace una llamada directa a «tener los mismos sentimientos que Cristo» (versículo 5).

Veámoslo:
Este, aun teniendo en sí los rasgos de Dios,
(1) jamás se aferró a su categoría de Dios;
al contrario, se despojó de su rango
(2) tomando los rasgos de un esclavo.
Nacido en semejanza a los hombres
y reconocido como hombre en su comportamiento,
se humilló a sí mismo
(3) haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte en cruz.
Por eso Dios lo exaltó
y le concedió el Nombre sobre todo nombre.
Para que, en el nombre de Jesús,
toda rodilla se doble,
en los cielos, sobre la tierra y bajo la tierra,
y toda lengua confiese:
«JESUCRISTO ES EL SEÑOR»
para gloria de Dios Padre.

Este himno nos refiere tres aspectos de la condición pobre de Jesús:

1. Pobre porque se abajó; teniendo los rasgos de Dios, no consideró jamás aprovecharse de su
igualdad con Dios.

2. Pobre porque se hizo sirviente: tomando los rasgos de un esclavo.

3. Pobre porque murió de modo ignominioso: se hizo obediente hasta la muerte y muerte de cruz.

Quizás conviene visualizar algunos textos bíblicos en donde aparece el abajamiento (Kénosis) de
Jesús- Fijémonos en el contraste entre la solidaridad de Jesús con el hombre asumiendo la
negatividad humana (condición degradante) y su efecto, que es situación nueva para el hombre
(condición dignificante):

Texto B. Cristo Jesús asume la negatividadEl hombre recibe un efecto positivo


humana (Condición dignificante)
(Condición degradante)
2 Cor 8,9 Cristo Jesús, siendo rico se hizo pobrepara enriquecerlos con su pobreza
por ustedes,
2 Cor 5,21 A quien no cometió pecado, Dios lopara que gracias a Él nosotros nos
hizo por nosotros reo de pecado, transformemos en salvación de Dios
2 Cor 5,15 Cristo ha muerto por todos, para que los que viven, no vivan ya para
ellos mismos

Gal 3,13 Cristo, se ha hecho por nosotrospara liberarnos de la maldición de la ley


maldición,
Rom 8,3 Dios enviando a su propio Hijo con unacondenó el pecado a través de una
naturaleza semejante a la del pecado, naturaleza mortal

Heb 2,14 Jesús compartió la carne y la sangre, para poder destruir con su muerte al que
tenía el poder de matar
Gal 4,4 Dios envió a su Hijo nacido de unapara liberarnos del dominio de la ley, para
mujer, nacido bajo el dominio de la ley, que recibiéramos la condición de hijos
suyos

3.3.2. Jesús, un hombre pobre

Además de lo que acabamos de decir sobre la identidad pobre de Jesús desde su kénosis,
podemos constatar que las enseñanzas suyas sobre los pobres y sobre la pobreza sobreabundan
en los evangelios. Son enseñanzas coherentes con su actuar, con su estilo de vida. Jesús fue
pobre voluntariamente, optó por un estilo de vida pobre. Esto resulta impactante en él; ésta es
precisamente su originalidad: que pudiendo ser de otra manera, quiso sin embargo vivir y
realizar así su condición humana. Es un estilo de vida que lo acompañará toda su vida, no sólo
nació pobre, sino que se mantuvo fiel a esta condición viviendo y muriendo pobre.

1. su origen: Es de Nazaret

2. su nacimiento: «no había lugar para ellos en la posada» (Lc 2,7); ¡He aquí su primera opción!

3. su estilo: «no tiene donde reclinar la cabeza» (Lc 9,58), «siendo rico se hizo pobre» (2 Cor
8,9).

4. su profesión: «No es este el carpintero, el hijo de María?» (Mc 6,3).


5. sus discursos: «Dichosos los pobres porque ustedes son los destinatarios del Reino de Dios»
(Lc 6,20

6. su misión: «Me ha enviado a anunciar la Buena Noticia a los pobres»


(Lc 4,18).

7. su oración: «Te alabo, Padre, porque has ocultado estas cosas a los sabios y entendidos y las
has dado a conocer a los sencillos» (Lc 10,21).

8. sus denuncias: «Los maestros de la ley devoran los bienes de las viudas»
(Mc 12,40).

9. su muerte: «Padeció fuera de la ciudad» (Heb 13,12).


3.3.3. El estilo pobre de Jesús: hilo conductor de su existencia
pobre

La panorámica anterior se puede ampliar un poco, abordando algunos casos o momentos de la


vida de Jesús:

a) Una concesión legal para un pobre

Joachin Jeremías, en su obra «Jerusalén en tiempos de Jesús» nos refiere algo sobre la pobreza
de Jesús: «Procede de una familia pobre (en el sacrificio de purificación hace uso María de la
concesión hecha a los pobres: ofrece dos tórtolas -Lc 2,24; Lv 12,8-) su vida es tan pobre, que no
tiene donde reclinar la cabeza, personalmente no lleva ningún dinero consigo, como indican los
relatos sobre el tributo al César Mt 17,24-27)».

b)Jesús mismo se identifica como pobre

Cuando los discípulos de Juan le preguntan a Jesús si es Él quien tenía que venir o si, por el
contrario, deberían esperar a otro, le hacen «saltar la chispa» y lo obligan a manifestar su
verdadera identidad; «Qué salieron a ver en el desierto? Una caña agitada por el viento? Pues qué
salieron a ver? Un hombre lujosamente vestido? Los que visten con lujo y se dan buena vida
están en los palacios de los reyes» (Lc 7,24-25),

c) Jesús, el hijo del carpintero

En Nazaret se conoce a Jesús como «el hijo del carpintero» (Mc 6,3) o «el carpintero» (Mt
13,55). El término griego (7) «tekton» utilizado por estos textos evangélicos, que se ha traducido
como «carpintero», se acerca a «constructor», «obrero». Normalmente los carpinteros y
trabajadores de la madera se asocian a los albañiles y a los que tallan la piedra. En Nazaret, es
conocido Jesús por sus paisanos a través de su oficio de artesano y esta actividad, que es la que
refleja su condición social, es la que se contrapone con incredulidad a su enseñanza con
autoridad y a la acción extraordinaria que realizaba (cf Mc 6,1-3).
(7) La lengua original en la que fueron escritos los evangelios es el griego.

Así pues, Jesús, como su padre José, desarrolló una actividad de artesano o de carpintero en el
ambiente de Nazaret y esta actividad le garantizaba con toda seguridad una autonomía social y
económica. Jesús, de acuerdo a lo visto, no perteneció al grupo de mendigos ni al de los
esclavos.

d) Pobre porque quiso

El estilo de vida de Jesús no debe confundirse con la austeridad, con el aascetismo o con el
despreci a las cosas materiales. Jesús fue pobre porque quiso. Dice José Ignacio González Faus
que «su estilo de vida pobre no brota como consecuencia de un imperativo moral exterior, sino
como fruto de una absoluta libertad interior».

e) Murió como un marginado: «fuera de la ciudad»

«Jesús de Nazaret, hombre acreditado por Dios... les fue entregado y ustedes lo clavaron en la
cruz por mano de los impíos y lo mataron» (Hech 2,22.23). En la cruz no muere cualquier
condenado. Así mueren los delincuentes, además, «fuera de la ciudad» (Heb 13,12).

Capitulo 4

«...Y Jacob engendró a José, el esposo de María,


de la cual nació Jesús, llamado Mesías». Mt 1,16

4. Genealogía de Jesús

4.1. Relatos de la infancia

Hacia los años 75-85, cuando Mateo y Lucas redactaron sus evangelios, recogieron las
reflexiones y experiencias de fe que se tenían en las comunidades cristianas en torno a la persona
de Jesús. A partir de esta fe de las comunidades, se interpretaron los hechos relativos a su
nacimiento y a su infancia. Si tenemos en cuenta el proceso de conformación de los evangelios,
podemos afirmar que tanto Lucas como Mateo elaboran estos «relatos de la infancia» no como
una narración de sabor histórico, sino como la expresión de la proclamación de la fe acerca de
Jesús Salvador, Mesías e Hijo de Dios. Estos textos de Mateo y Lucas, que contienen los
llamados relatos de la infancia de Jesús, fueron redactados cuando ya existía mucha reflexión
sobre Jesús.

«Cuando ya estaban ordenados por escrito los relatos de la pasión, las parábolas, los milagros y
las frases más importantes de Jesús; cuando ya se habían creado los principales títulos, como
Hijo de David, Mesías, Cristo, nuevo Moisés, Hijo de Dios, etc., por los cuales se intentaba
descifrar el misterio de la humanidad de Jesús. Al final apareció el comienzo: la infancia de
Jesús pensada y escrita a la luz de la teología y de la fe que tuvieron origen en torno a su vida,
muerte y resurrección». (Leonardo Boff. Jesucristo el Liberador).

ANOTACIONES DE INTERÉS

¿Qué día nació Jesús?

Estamos tan acostumbrados a celebrar la Navidad el 25 de diciembre, que la respuesta nos


parece evidente. Sin embargo, en el evangelio nada se dice al respecto. Parece que fue al final
dell reino de Constantino (muerto en 337), cuando se decidió celebrar el nacimiento de Jesús el
25 de diciembre. El emperador Aurelio había fijado en esta fecha, que es la del solsticio de
invierno, es decir el momento en que la fuerza solar que decrece hasta ese momento, comienza a
crecer de nuevo, la fiesta del “Natalis solis invicti”, del sol renaciente e invencible. La iglesia,
probablemente para cristianizar esta fiesta pagana, decidió celebrar el “dies natalis” (de donde
viene nuestra «Navidad»), el día del nacimiento del verdadero «sol naciente»... En el
cronógrafo del año 354, calendario romano civil y religioso, se puede leer a propósito del 25 de
diciembre: «En el octavo día de las calendas de enero, Cristo nació en Belén de Judá».

Esta fecha es pues romana, pero se extendió rápidamente durante el siglo IV por toda la
cristiandad, celebrando así la gloría de Dios que se manifiesta en Jesús, luz que ilumina a todo
hombre.

Citado por PERROT, Charles. Los relatos de la infancia de Jesús. Cuadernos Bíblicos No
18,p52

Estos relatos de la infancia están muy ligados a la celebración de la Navidad, y están muy
enraizados en la fe de los cristianos. Es preciso subrayar que estos relatos de la infancia de Jesús
que parecen describir escenas simples (como la de los niños), esconden una densa reflexión
teológica sobre Jesús: el misterio de un Dios que irrumpió la historia, un Dios al que nada de lo
humano le es ajeno, un Dios que penetra la historia de cada pueblo, de cada hombre, de cada
mujer y que, por amor, quiso «condenarse» a llorar y a reír con el dolor y el gozo de todo
hombre.

Es poco, cuantitativamente hablando, lo que los evangelios nos dicen de Jesús-niño, sin embargo
es bastante rico: son relatos que nos presentan la identidad de Jesús y no sólo cuentan una serie
de anécdotas a propósito de un recién nacido, sino que proclaman a Jesús vivo, que «puso su
tienda entre nosotros»
(Jn 1,14).

Los dos evangelistas que hemos mencionado que abordan la infancia de Jesús y sus orígenes
(Lucas y Mateo) son independientes entre sí, razón por la cual cada uno de ellos nos da los
hechos con algunas diferencias. Veamos los que ellos nos presentan:
Mateo Lucas

Genealogía de Jesús 1,1-17 Anuncio del nacimiento de Juan 1,5-25


Anuncio (a José) del nacimiento de Jesús Anuncio (a María) del nacimiento de
1,18-24 Jesús 1,26-36
Nacimiento de Jesús 1,25 Encuentro de María con Isabel 1,39-56
Nacimiento de Juan 1,57-80
Visita de los sabios de oriente 2,1-12 Nacimiento de Jesús 2,1-14
Huida a Egipto 2,13-18 Visita de los pastores 2,15-20
Regreso a Nazaret 2,19-23 Presentación de Jesús 2,22-38
Pérdida en el templo 2,41-52

4.2. Una lista irregular

4.2.1. La genealogía bíblica

Nuestro mundo quizás concede relativa importancia a las genealogías familiares. Por el
contrario, el mundo judío valora muchísimo lo familiarmente ancestral. Una genealogía (2)
expresa el origen de alguien, su condición social y en cierto modo su identidad. La genealogía
amarra a alguien al pasado.

(2) Genealogía: es la enumeración de los descendientes o ascendientes de alguien y que lo


relaciona o entronca a una familia, a un grupo social determinado o a una raza.

A lo largo de la Biblia encontramos varias veces largas listas de nombres genealógicos que, por
un lado, afirman la pertenencia de un personaje al tronco de una familia, de una tribu o de una
raza; y por otro lado, expresan la identidad de ese mismo personaje. En los siguientes textos
encuentra ejemplos de genealogías: Gen 5; 1 Cro.1,1-9; Rt 4,18-22; 2 Rey 22,3.

A las genealogías bíblicas hay que concederles más que un valor histórico, el valor de género
literario (3), que no tiene más fin que el ya enunciado anteriormente.
(3) Género literario: Son diferentes formas o modos de expresión de que se sirven los autores de
una época y un lugar determinados para manifestar su pensamiento

ANOTACIONES DE INTERÉS

Jesús no nació en el año I

En el imperio romano los años se contaban desde la fundación de Roma, que


convencionalmente se fija en el año 753 a.C. Fue el monje Dionisio el Exiguo el que, en el siglo
VI, calculó, con (os datos que poseía en su época, que Jesús habría nacido en el 754 de Roma, y
por tanto, que ese era el año 1 de nuestro calendario. Hoy conocemos un detalle que aquel
monje desconocía y que modifica la datación: Heredes I el Grande, bajo cuyo reinado nació
Jesús, murió el año 4 a.C. Según esto. Lo seguro es que el nacimiento de Jesús tuvo lugar antes
del referido año 4 .a.C. Si, además, tenemos en cuenta toda una serie de indicios, podemos
colocar con muchísima probabilidad el nacimiento de Jesús entre el final del año 7 a.C. y los
comienzos del 6 a.C. Los años de nuestros actuales calendarios no son, por tanto, la distancia
exacta que nos separa de la aparición de Jesús. Que el hecho tuviese lugar en tiempo del
emperador Octavio César Augusto encaja perfectamente, ya que gobernó desde el 30 a.C. hasta
el 14 d.C.

4.2.2. El caso de Jesús

De los cuatro evangelios sólo dos nos hablan de manera explícita de los orígenes de Jesús: Mateo
y Lucas. Los otros dos evangelios (Marcos y Juan), sólo presentan algunas menciones a su
familia y a su lugar de origen. San Pablo en sus epístolas nos ofrece también alguna información
al respecto (cf. Rom 1,3-4; 2 Tim 2,8). Pero veamos ahora esta doble versión evangélica de la
genealogía de Jesús.

La perspectiva de Mateo: 1.2-17

La intención de esta genealogía es señalar que Jesús es el Cristo, el Mesías davídico (4),cómo en
él se cumplen las profecías que anunciaba un mensajero enviado por Dios a su pueblo. De ahí el
afán de Mateo por indicar la filiación davídica de Jesús: es de la estirpe de David. Este origen
davídico de Jesús está asegurado a través de José, su padre, llamado también en el evangelio
“hijo de David” (Mt 1,20).

(4) Mesías: Palabra proveniente del hebreo que quiere decir «ungido». En griego se traduce
«Cristhos»: Cristo. David fue el gran ungido de Dios, el gran rey de Israel. Los cristianos han
visto en Cristo el Mesías esperado.

Esta genealogía se divide en tres bloques (cada uno de los cuales presenta 14
generaciones),correspondientes a los tres períodos de la historia del pueblo de Israel (cf Mt 1,17):
-Un período patriarcal; de Abraham a David: 1,2-6
-Un período monárquico: de Salomón al exilio: 1,7-11
-Un período posterior al exilio: del exilio a Jesús: 1,12-16

¿Qué pretende decirnos Mateo acerca de Jesús con esta genealogía redactada en la primera
página con la que abre su evangelio?

- Que David y Jesús están íntimamente relacionados: el uno (David), como antepasado y el otro
(Jesús), como culminación.

- Que Jesús es realmente descendiente de David; es el Hijo de Abraham, el Hijo de David, es


decir, el verdadero Mesías anunciado y esperado (cf cita bíblica). Jesús ocupa el lugar exacto que
le corresponde al Mesías en esta genealogía. Por lo mismo, que toda la historia de la salvación,
desde Abraham, se desarrolla hacia Jesús, apunta hacia él. Que Jesús se mete a la historia real de
la humanidad.

- Que Jesús, antes de su nacimiento, ya en su mismo origen ancestral, se sitúa en el seno del
pueblo de Dios.

Hay otro dato relevante que es preciso no pasar inadvertido: en los eslabones que constituyen la
cadena genealógica de Jesús, además de los nombres masculinos tan comunes en una genealogía
judía (5), Mateo inserta el nombre de cuatro mujeres, todas ellas de mala fama.

(5) En tiempos de Jesús se es judío por el padre. Tener como ascendiente a una mujer hace que
una persona no signifique nada; estrictamente hablando debería ser normal que en esta
genealogía no se incluyan nombres femeninos. Pero en la genealogía de Jesús no solamente se
hace mención a estas cuatro mujeres paganas, sino también a su madre, María: «Jacob
engendró a José, el esposo de María, de la cual nació Jesús» (Mt1,16).

Tamar: incestuosa. Nuera del patriarca Judá, que tuvo hijos de su suegro
(cf Gn 38,25)

Rahab: prostituta de Jericó. Se unió al judío Salomón (cf Jos 2,6.17.22 ss)

Rut la moabita (extranjera): pagana. Esposa de Booz (cf Rut 4,13-17)

Betsabé; adúltera. Mujer de Urías, con la que David cometió adulterio antes de tramar la muerte
de su esposo (2 Sam 11,3)

Es bueno preguntarse por qué estas cuatro mujeres están incluidas en una lista tan larga de
nombres masculinos, por qué estos cuatro casos paganos de irregularidad conyugal femenina. La
intencionalidad de Mateo parece ser clara: afirmar que desde los orígenes de Jesús se prefigura la
lista de los excluidos de la ley judía que discriminaba social y religiosamente estos casos y que
en la vida y actividad de Jesús ocuparán un lugar privilegiado (6). Mateo insistiendo en tales
orígenes de Jesús (no judíos y anómalos) pretende preparar la apertura de la predicación y de la
salvación de Jesús a todas las naciones paganas.

(6) Las prostitutas os precederán en el Reino de los cielos... Jesús


asumió todas las ignominias humanas.

La perspectiva de Lucas: 3,23-28

La genealogía lucana, a diferencia de la anterior que llega hasta Abraham, se extiende hasta
Adán. Muestra a Jesús como «hijo de Adán». Consumador no sólo de la historia del pueblo
elegido (por eso la referencia a Abrahan, padre de los judíos), sino también de toda la humanidad
(por eso la referencia a Adán, padre de todos los hombres). Jesús no interesa sólo a los judíos,
sino también a todos los hombres. Y, saliéndose de esta perspectiva mateana y lucana, podría
decirse también que la persona de Jesús interesa a «todo el cosmos» (mucho más universal aún),
puesto que «ya al principio estaba junto a Dios y sin él nada se hizo de cuanto llegó a existir» (Jn
1,2-3).

Capitulo 5

«Yo te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has ocultado estas cosas a los sabios
y prudentes y se las has dado a conocer a los sencillos. Sí, Padre, así te ha parecido bien. Todo
me lo ha entregado mí Padre, y nadie sabe quién es el Hijo, sino el Padre; y quién es el Padre,
sino el Hijo y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar». Lc 10,21-22

5. Jesús ante un Dios Padre

5.1. La oración de Jesús

5.1.1. La originalidad de Jesús

El Antiguo Testamento contiene la experiencia que el pueblo de Israel vivió en su relación con
Dios. Israel, según los datos veterotestamentarios, no vivenció inicialmente a Yavé como Padre,
sino que llegó lentamente a representar a Dios como Padre y lo hizo experimentando la elección
como pueblo y la liberación de la esclavitud en Egipto. El nombre «padre» aplicado a Yavé
aparece en el Antiguo Testamento apenas unas 15 veces. De modo que no nos resulta atrevido
afirmar que el nombre «padre» dado a Dios no es determinante o específicamente característico
en la experiencia israelita veterotestamentaria. Se trata más bien de un calificativo más entre
otros (1). A medida que el tiempo avanza y de manera progresiva, la conciencia de la paternidad
divina se profundiza y se enriquece.

(1) Otros calificativos o atributos dados a Dios en el A.T. son: Dios de los padres (Gn 31,53),
Dios de Israel (Gn 33,20), Yahweh (Yavé).

La originalidad la da Jesús, cuando viviendo una honda intimidad y una relación con Dios
peculiar, lo experimenta como Abba; Padre (2). Jesús se abre a Dios en un trato íntimo, cercano
y familiar como nunca había sido utilizado en su entorno religioso; pues hablar a Dios con
palabras de confianza del lenguaje familiar y cotidiano resultaba atrevid, irrespetuoso y
escandaloso. Jesús lo hace y nos enseña a «atrevernos a decir: Padre nuestro».

(2) Abba: Padre querido. Es una palabra aramea que utilizó Jesús para llamar Padre, papá, a
Dios. Era una expresión propia del lenguaje doméstico y de los niños y no había sido utilizada
hasta entonces en el Judaismo para dirigirse o referirse a Dios. En el A.T. aparece unas 15
veces, mientras que en el N.T. aparece unas 170, siempre aplicada a Dios en boca de Jesús.

Y aquí radica justamente lo inaudito de Jesús; rompe la tradicional manera de relacionarse con
Dios, llamándolo sencillamente «Abba» (cf Mc 14,36). Esta expresión desacostumbrada en el
Judaismo va calando en los ambientes cristianos y se va transmitiendo después por la tradición
en la lengua materna de Jesús, que es el arameo.

Dios, llamado "Padre" en el Antiguo Testamento

Dt 32,6: El Señor... ¿no es él tu Padre, que te dio la vida? El es el que te hizo y teconstituyó.

2Sm 7,14: Yo seré para él un padre y él será para mi un hijo


(=1Cr 17,13; 22,10; 28,6).

Is 63,16: Tú eres nuestro Padre. En efecto, Abrahán no nos conoce, Israel no nos reconoce
tampoco: tú, Señor, eres nuestro Padre, nuestro Redentor desde siempre; ese es tu nombre.

Is 64,7: Sin embargo, Señor, tú eres nuestro Padre; nosotros somos el barro, tú el que nos
modelas, nosotros somos la obra de tus manos.

Jr 3,4: Ahora mismo me dices: "Tú eres mi padre, mi amigo de juventud"

Jr 3-19: Esperaba que me llamaras "padre mió" y no te apartaras de mí.

Jr 31,9: Sí, yo soy un padre para Israel; Efraín es mi hijo mayor.

Mal 1,6: Un hijo honra a su padre y un siervo a su amo. Pues bien, si yo soy padre, ¿dónde está
el honor que me corresponde? Y si soy amo, ¿dónde el respeto que se me debe?: os declara el
Señor todopoderoso.

Mal 2,10: ¿No tenemos todos un soto padre? ¿No nos ha creado un solo Dios? ¿Por qué somos
traidores unos con otros?

Sal 68,6: Padre de los huérfanos, defensor de las


viudas: así es Dios en su santa morada.

Sal 89,27: El (David) me llamará; "Padre mío, Dios mío,


la roca que me salva".
Tob 13,4: Exaltadlo frente a todos los vivientes, porque
es nuestro Señor, nuestro Dios, nuestro Padre.

Sab 14,3: El barco... fue. construido por la sabiduría del artífice. Pero es tu providencia, oh
Padre, quien lo guía; tú trazaste un camino sobre el mar, un sendero seguro entre las olas.

Eclo 23,1: Señor, Padre y dueño de mi vida, no me abandones.

Eclo 23,4; Oh Señor, padre y Dios de mi vida, no me entregues a su capricho.

Eclo 51,10: Invoqué al Señor, padre de mi señor, para que no me abandone en los días de la
desgrada.

Así, pues, se pueden distinguir tres clases de textos:

- Dios se designa como Padre: 2 Sm 7,14 (y par.); Jr 31, 9; Mal 1,6;

- Los hombres llaman a Dios Padre: Dt 32,6; Mal 2,10; Sal 68,6; Tob 13.4; Eclo 51,10;

- Los hombres invocan a Dios: "¡Padre!" Is 63,16; 64,7; Jr 3,4.19; Sal 89,27; Sab 14,3; Eclo
23,1.4.

ANOTACIONES DE INTERÉS

Abba es una de las pocas expresiones arameas que se conservan literalmente en la Biblia.
Existen otras como Talitha Kumi: niña, contigo hablo, levántate! (Mc5.41); Elí, Elí, lema
sabaktani?: Dios mío, Dios mío, por qué me has abandonado? (Mt 27,46); El hecho de que los
textos griegos neotestamentarios nos trasmitan estas expresiones literales en arameo, obedece,
sin duda, a que son especialmente importantes y sagradas para la iglesia primitiva.

Abba es toda un expresión indicativa de la íntima comunión de Jesús con Dios y de una
excepcional conciencia de filiación. Por eso Jesús hace de esta expresión todo un lenguaje para
hablar con Dios (no tanto de Dios).

Jesús se dirige a Dios con absoluta confianza y singular familiaridad, y en esta relación,
manifiesta bien la conciencia de vivir en una relación única con El, distinta de la que tuvieron los
demás judíos su época (Mt 11,27).

Esta calificación de Dios como Padre está relacionada con lo que es el núcleo de todo el anuncio
y toda la obra de Jesús, que es el Reino de Dios.
ANOTACIONES DE INTERÉS

Reino de Dios

Es una expresión, igualmente novedosa, de la que nos hablan los evangelios. Se trata, a grandes
rasgos, de una categoría con la que Jesús expresa el significado que tiene para el mundo la
designación de Dios como Abba. El Reino de Dios, que instaura y anuncia Jesús, y que se
convierte en el distintivo de su misión, implica una nueva forma de relaciones entre los hombres
y una nueva forma de ser de los hombres, que son consecuencia de lo que Dios es para ellos. El
Reino de Dios, por lo tanto, comporta una serie de actitudes humanas que no pierden
actualidad; justicia, fraternidad, libertad, paz, vida, dignidad, ... Abba y Reino, se encuentran
estrecha e intencionalmente unidos en la oración que Jesús nos enseñó, de modo que invocar a
Dios como Abba lleva intrínseca la aceptación y el compromiso con su Reino: el de la
fraternidad humana.

5.1.2. La oración en la vida de Jesús

Esta actitud de apertura de Jesús a un Dios-Padre, nos descubre también la experiencia filial de
Jesús. Jesús sé sabe hijo. «Mi Padre me lo ha enseñado todo; al Hijo lo conoce sólo el Padre y al
Padre lo conoce sólo el Hijo y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar» (Mt 11,27). El propio
Jesús, y sólo él, sintiéndose hijo nos descubre a Dios como Padre y nos enseña y faculta para
llamarlo «Padre Nuestro» (cf Mt 6,9). Esta manera como Jesús experimenta a Dios, marca
definitivamente su oración, que también se expresa como algo nuevo. Abba se convierte para
Jesús también en plegaria. La vida relacional de Jesús está marcada por su apertura a Dios-Padre
(dimensión vertical), que afecta, indudable y novedosamente, su apertura a los hombres, sus
hermanos.

Las dos formas del Padre Nuestro

Jesús enseña a orar a sus discípulos. Los evangelios de Mateo y Lucas nos ofrecen dos versiones
del Padre Nuestro que Jesús enseñó a sus discípulos y que se ha convertido en la Iglesia, en la
oración cristiana por excelencia

Versión de Mateo 6 Versión de Lucas 11


Padre nuestro Padre,
Que estás en los cielos,
Santificado sea tu Nombre, Santificado sea tu nombre.
Venga tu Reino. Sea hecha tu voluntad, como enVenga tu Reino,
el cielo, así en la tierra.
Nuestro pan cotidiano
Danos hoy, y perdónanos nuestras deudas ComoNuestro pan cotidiano
también nosotros hemos Danos cada día,
Perdonado a nuestros deudores, y perdónanos nuestros pecados,
y no nos introduzcas en tentación, Pues nosotros también perdonamos
Más líbranos del malo. A todo el que nos debe.

Y no nos introduzcas en la tentación.

Una visión reduccionista y demasiado horizontal de Jesús nos puede llevar a concebirlo, o
demasiado reencontrado consigo mismo, o exclusivamente dedicado y envuelto en la realidad
histórica o en la vida cotidiana de los hombres de su tiempo. Un estudio de cristología no puede
dejar a un lado esta constante actitud de encuentro y apertura de Jesús a Dios. La oración es algo
humano, profundamente humano, que responde a una necesidad antropológica fundamental. Pero
es también una realidad teológica y teologizante. Jesús se abre a Dios, su Padre, en la oración. Su
oración está caracterizada por algo que la hace auténtica y aterrizada; le abre sus preocupaciones
al Padre. Hace de la oración un estado de vida y hace de la vida un espacio de oración. No
dudaríamos en expresarlo con palabras de hoy: fue, apóstol en la oración y contemplativo en la
acción.

Jesús ora en momentos decisivos:

Jesús pertenece a un pueblo en el que la oración ocupa un lugar importante como práctica
religiosa (3). Cuando los evangelios nos cuentan algo acerca de la oración de Jesús, nos lo narra
como algo casi siempre circunstanciado, es decir, vinculado a un acto o a un episodio de su
vida y de su obra.

(3) Además de la oración, los judíos estaban obligados a la práctica de la limosna y del avuno.

ANOTACIONES DE INTERÉS

Abba. Padre!

Al invocar a Dios con este título, Jesús manifiesta la conciencia que tiene de la relación
personal y absolutamente única que mantiene con Dios, del vínculo tan estrecho que lo une a
Dios como Padre suyo. No se trata de una conciencia adquirida, sino de una conciencia que
tiene desde siempre como Hijo de Dios... El término Abba es el vehículo de esta revelación. Al
desvelar la atmósfera íntima de la oración de Jesús, Abba permite entrever lo que hay de más
profundo en la vida de Jesús, esto es, el secreto de su filiación divina: Dios es su Padre en
sentido propio. Tal es el secreto supremo de la obra y del ministerio de Jesús.
W. Marchel. Abba, Pere!. 167

Carlos Mesters, especialista en lectura popular de la Biblia en América Latina, «recogiendo los
datos que los evangelios nos ofrecen casi de forma indirecta», enumera los momentos decisivos
en los que Jesús hizo oración. Veamos:

1. A los 12 años de edad. Jesús pasó tres días en el templo ocupado en las cosas de su Padre (Lc
2,46-49). La edad de los 12 años es el momento en que el muchacho deja de ser niño y se
dispone a entrar en la edad adulta. Empieza a encauzar entonces el rumbo de su vida.
2. En el bautismo. Después de ser bautizado, Jesús se puso a rezar. Fue en aquel momento
cuando se abrió el cielo y el Espíritu Santo bajó sobre él (Lc 3,21-22). El bautismo es el
momento en que Jesús inicia una nueva etapa en su vida y empieza a recorrer el país, anunciando
el Reino de Dios.

3. En la tentación. Durante 40 días, ayunando en el desierto. Jesús se preparó para su misión. Fue
un tiempo de estar a solas con el Padre. Fue tentado, pero venció la tentación recurriendo a la
Palabra de Dios (Lc 4,1-13).

4. En la elección de los doce apóstoles: La noche anterior a la elección de los apóstoles, Jesús
pasó el tiempo orando (Lc 6,12-13). Los apóstoles habrían de continuar la obra de Jesús. Era
muy importante saber escoger las personas adecuadas para el cargo oportuno. Jesús se preparó
para ello rezando.

5. En la transfiguración: Jesús subió al monte a rezar, y mientras rezaba, cambió de aspecto. Se


aparecieron dos hombres, Moisés y Elias, y empezaron a hablar con él sobre la pasión (Lc 9,28-
31). Es uno de los momentos más importantes de la actividad apostólica de Jesús: la cruz aparece
ya abiertamente en el horizonte. Jesús se encamina hacia la cruz rezando al Padre.

6. En la despedida: El último acto de Jesús como hombre libre es una larga oración de despedida,
en la que reza al Padre encomendándole a los amigos que se quedaban en el mundo y
resumiendo todo el trabajo que había hecho. Es la oración que llamamos «oración sacerdotal»
(Jn 17,1-26).

7. En la agonía; Como cualquier persona, Jesús siente miedo ante la muerte, pero la afronta por
medio de la oración (Mc 14,32-36), Y allí, en la oscuridad del huerto de los olivos, es donde
traba el combate más duro de su vida, totalmente solo. Los únicos tres amigos que lo
acompañaban estaban dormidos.

8. En la cruz: Sufriendo horriblemente en la cruz, Jesús ora. Se acuerda de orar incluso por sus
propios asesinos (Lc 23,24). Su oración es una expresión de lo que pasa en su alma: una queja a
su Padre: «Por qué me has abandonado?» (Mc 15,34). Es el momento supremo de la vida. Y
Jesús aparece rezando.

9. En la muerte. Jesús muere rezando el salmo que decía: «Padre, en tus manos encomiendo mi
espíritu»
(Lc 23,46).

Jesús conversa con su Padre en la vida de cada día:

1. En medio de una gran alegría: Al ver cómo los pobres y los sencillos escuchaban su
mensaje, Jesús se llenó de gozo. Y este gozo se transformó casi espontáneamente en una
oración: «¡Padre, te doy gracias por ello!» (Mt 11,25-26).

2. En el momento de hacer un milagro: Antes de llevar a cabo la resurrección de Lázaro, Jesús


ora. No ora para pedir, sino para dar gracias anticipadamente (Jn 11,41-42).
3. A la hora de comer: Antes de distribuir el pan, Jesús rezaba y daba gracias al Padre (Jn 6,11).
También cantaba los salmos, tal como se prescribía para ciertas ocasiones más solemnes (Mt
26,30).

4. En los días de precepto: Jesús tenía la costumbre de asistir a la sinagoga el sábado (Lc 4,16).

5. En las grandes fiestas: Todos los judíos tenían que peregrinar a Jerusalén para el día de
pascua. Jesús lo hizo y en diversas ocasiones lo vemos peregrinando el templo (Jn 5,1; 7,14;
10,22-23).

6. En el silencio de la noche: Muchas veces, Jesús sabía sacar tiempo para poder estar a solas con
el Padre. Lo hacía perfectamente durante la noche, buscando lugares aislados, donde rezaba (Lc
6,12; 11,1; 22,30-40; Mc 1,35)

5.2. Guiado por la voluntad del Padre

Se ha visto hasta aquí cómo en sus actitudes de oración Jesús dice quién era Dios para él. Dando
un paso más veremos que lo hace también con su actitud de disponibilidad. Para hablar de la
voluntad del Padre que guía a Jesús en su obrar, conviene volver a insistir en las categorías que
se hallan unidas en la oración de Jesús. Abba, Padre, y Reino. Porque Dios es Abba es por lo que
el Reino llega. El Reino de Dios es el sueño de Dios que Jesús hace realidad.

«Abba, que venga tu Reino» es la síntesis del Padre Nuestro que enseñó Jesús; porque eres Abba,
ha de venir tu Reino. La paternidad de Dios que revela Jesús y que mueve a llamarle «Abba»,
implica para el hombre el compromiso con la venida del Reino, es decir, el compromiso con la
fraternidad, la Justicia, la libertad, la paz, la vida, la dignidad humanas (este es el sueño de Dios
que Jesús vino a hacer realidad y que compromete al hombre!).

Por eso el Reino implica aceptar la paternidad de Dios, viviendo la fraternidad humana; y vivir la
fraternidad humana aceptando la paternidad de Dios, De aquí se desprende la voluntad del Padre
que guió a Jesús, Jesús es consciente de que es enviado (cf Jn 8,42) a hacer presente el Reino:
«Tengo que anunciar el Reino de Dios, porque para esto he sido enviado» (Lc 4.43), De esta
conciencia de que es enviado surge en él la búsqueda de la voluntad del Padre. Predicar, anunciar
o hacer presente el Reino entre los hombres (su misión, su envío) le llevaba a sentirse siempre
guiado por la voluntad de su Padre, «Mi alimento consiste en hacer la voluntad del que ha
enviado hasta que lleve a término su obra de salvación» (Jn 4,34).

La voluntad del Padre la entendió Jesús como un hacer efectiva la misión que le encargó el Padre
(obediencia de Jesús). El «hágase tu voluntad», del Padre Nuestro que nos enseñó Jesús,
significa entrar —como El— en el horizonte de las cosas de Dios, Es abrirse y aceptar el
proyecto de Dios sobre el hombre.

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