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Perfil de la NUEVO DIARIO nació en 1991, como la extensión de un proyecto más


empresa amplio que surgió en 1970, con la creación de LV11. Esta emisora de
amplitud Modulada con 25 Kw de potencia y un radio de cobertura que
alcanza los 600 km., nos permitió llegar con nuestra voz a todos los hogares
santiagueños.

La pronta aceptación que tuvimos por parte de la comunidad posibilitó


ampliar nuestros horizontes y fue así como en el año 1973 incorporamos la
primera F.M de la provincia, en el 89.5 del dial.

Las preferencias y necesidades de nuestra creciente audiencia nos llevó a


incorporar cuatro emisoras más, cada una de ellas dirigida a distintos
segmentos de la sociedad.

De este modo, fue casi natural nuestra necesidad de llegar a los santiagueños
a través de un medio gráfico, sueño que se concretó a comienzos de la
década del 90. Tras años de esfuerzo empresarial y profesional del plantel
periodístico del Multimedio, NUEVO DIARIO es hoy el principal medio de
información grafico de nuestra provincia.

Hoy asumimos el desafío de llegar a todo el mundo a través de NUEVO


DIARIO WEB para superar las fronteras de un crecimiento sin límites, en
nuestra misión de garantizar el derecho a la información de todos los
santiagueños.
(ver menos)

NUEVO DIARIO nació en 1991, como la extensión de un proyecto más


amplio que surgió en 1970, con la creación de LV11. Esta emisora de
amplitud Modulada con 25 Kw de potencia y un radio de cobertura que
alcanza los 600 km., nos permitió llegar con nuestra voz a todos los hogares
santiagueños.
La pronta aceptación que tuvimos por parte de la comunidad posibilitó
ampliar nuestros horizontes y fue así como en el año 1973 incorporamos la
primera F.M de la provincia, en el 89.5 del dial.

Las... (ver más)

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Jueves 16 de Septiembre de 2010 | Felicitaciones y
buenos augurios para el futuro de Nuevo Diario
fueron una constante ayer.
Personalidades de distintos ámbitos y representantes
de instituciones no quisieron estar ausentes de la
celebración del 19º aniversario de Nuevo Diario e
hicieron llegar sus salutaciones a los directivos del
medio, alentándolos en la labor informativa que
realizan a diario. Entres los saludos recibidos se
encuentran el del defensor del Pueblo de la
Provincia, doctor Martín Díaz Achával; del
delegado provincial y técnicos de la Subsecretaría
de Agricultura Familiar de la Nación, ingeniero
Héctor Lipshitz; el diputado provincial por
Tucumán, Fernando Juri; la diputada nacional
licenciada Ana Luna de Marcos y la senadora
nacional Ana María Corradi de Beltrán.
También desearon buenos augurios el jefe de
Policía de Santiago del Estero, comisario general
David Marcelo Pato; el diputado provincial doctor
Francisco Alberto Cavallotti; el subsecretario de
Prensa y Difusión, Carlos Argañaraz; el presidente
interventor del Iosep, CPN Raúl Ayuch y el gerente
general del Iosep, doctor Carlos Olivera. También
hicieron llegar sus salutaciones Rubén Corvalán,
presidente del club Mitre, Adecse (Asociación de
Defensa del Consumidor de Santiago del Estero);
Mercedes de Jesús Diósquez, presidenta del
Concejo Deliberante de la ciudad de La Banda;
Asociación Enfermos de Artritis, Reumatoidea y
Familiares, Dr. Carlos Ramos Taboada; Roberto
Luis Ger, defensor del Pueblo de la ciudad, Centro
de Comercio e Industria de la ciudad de La Banda,
Tiro Federal Argentino de La Banda. Además
resaltaron el rol del medio en la sociedad
santiagueña el presbítero Mario Ramón Tenti, la
Colectividad Judía de Santiago del Estero, a través
de su presidenta Elena Bumaguín y el secretario
José Alperín, la secretaria de Gobierno de La Banda
y la referente de Renacer Capital, Graciela
Gramajo, entre otros.

Reconocimiento del Senado


En la última sesión celebrada en la Cámara alta, el
Senado de la Nación declaró por unanimidad su
beneplácito y reconocimiento al 19º aniversario de
la fundación de Nuevo Diario de Santiago del
Estero. El proyecto aprobado fue presentado por la
legisladora santiagueña Ana María Corradi de
Beltrán.
Al respecto, la senadora expresó: “Su creación
devino del ahínco y la mentalidad emprendedora y
comprometida en lo social, que supo captar las
expectativas de los santiagueños. Su trayectoria y la
probada capacidad profesional de su equipo
periodístico y técnico hacen posible la aceptación
del contenido publicado, entre los lectores de toda
nuestra provincia”.
María Ezcurra (1785-1856)
María Josefa Ezcurra, hermana de Encarnación Ezcurra de Rosas (esposa de Juan Manuel de
Rosas) y colaboradora politica federal. Nacida en Buenos Aires el 26 de noviembre de 1785, se
casó con un primo llegado de España, Juan Esteban Ezcurra, que regresó a su país natal
después de la revolución de Mayo, abandonando a su esposa. Allí murio años mas tarde,
dejando como única heredera a Josefa. En 1813 tiene un hijo ilegitimo llamado Pedro, cuyo
padre era nada menos que Manuel Belgrano, el creador de nuestra bandera. Belgrano no lo
reconocio, como tampoco su madre, al niño lo adopto y crió Juan Manuel de Rosas.
Fue acompañante de Manuelita Rosas (hija de Rosas) en muchos actos y fiestas y al mismo
tiempo se ocupó de atender a la gente del pueblo adicta al gobierno, manejando los hilos de
intrigas políticas como lo había hecho antes su hermana Encarnación. Falleció el 6 de
septiembre de 1856.

Una intensa vida privada

Investigaciones recientes iluminan las facetas más íntimas del


prócer.

Lucía Gálvez. HISTORIADORA

Uno de los rasgos del creador de nuestra Bandera era su indudable altruismo, que
él resumía con sencillez en el deseo de "ser útil a mis paisanos". Tanto en lo público
como en lo privado fue consecuente con los valores que inculcaba a sus
compatriotas: "Justicia, buena fe, decencia, beneficencia, espíritu..."

Hubo muchos sacerdotes en esta familia, próspera y trabajadora, de padre genovés


y madre porteña de origen santiagueño; lo curioso es que uno de ellos fue su propio
bisabuelo, quien entró en el seminario después de la muerte de su mujer. También
un tío abuelo, un tío materno y su propio hermano Estanislao Domingo
pertenecieron al clero. Domingo Belgrano y su mujer, Josefa González Casero,
tuvieron dieciséis hijos, de los cuales doce sobrevivieron.

La fe cristiana y la devoción a la Virgen María de Manuel Belgrano son tan conocidas


como casi ignorada su pertenencia a logias de tipo masónico, como la que dio
origen a la Sociedad de los Siete o la del Ejército del Norte. Como otros próceres,
utilizó ese tipo de organización para sus patrióticos objetivos.

La salud de Belgrano fue precaria desde que volvió de España, donde, al parecer,
había contraído sífilis. Su intensa sensibilidad acentuaba sus padecimientos. Mitre
afirmaba que sus enfermedades "eran del cuerpo y del espíritu". En vísperas de la
Batalla de Salta tuvo vómitos de sangre y de 1813 a 1815 sufrió de paludismo.

Al llegar de España, en 1802, conoció a María Josefa Ezcurra y ambos se


enamoraron. El padre de la niña tenía sin embargo otros planes, y María Josefa no
tuvo las agallas de Mariquita Sánchez para enfrentarlo. Después de nueve años de
casada con otro, sin haber tenido hijos, el marido, disconforme con la Revolución de
Mayo, volvió a su tierra. María Josefa, pues, era a los veintisiete años una casada
con la libertad de una viuda. "¡Hoy he conocido la casa chica de Manuel!", cuenta
en una carta a su hermana Encarnación. Cuando Belgrano partió con el Ejército del
Norte, María Josefa tuvo la valentía de seguirlo. Después de un agotador viaje en
galera, llegó a Jujuy, donde su amante estaba organizando el éxodo ordenado
desde Buenos Aires. Al llegar a Tucumán, Belgrano desobedeció al gobierno porteño
y se quedó a enfrentar al enemigo. La victoria del 24 de setiembre de 1812 fue
atribuida a la ayuda sobrenatural de la Generala, Virgen de la Merced, cuyo
escapulario llevaban al cuello sus soldados. Cuando en enero de 1813 el ejército
partió hacia Salta, muchas mozas llevaban en sus entrañas la promesa de nuevos
hijos. Uno de ellos sería el del General. María Josefa resolvió partir a la estancia de
unos amigos en Santa Fe, donde podría mantener en secreto el nacimiento. El parto
fue difícil y debieron dar al niño el "agua del socorro" el mismo 30 de julio de 1813,
día de su nacimiento, recibiendo el nombre de Pedro Pablo. Poco después, Juan
Manuel de Rosas y Encarnación Ezcurra, recién casados, adoptaron al pequeño, que
se crió en sus estancias con el nombre de Pedro Rosas y Belgrano, bajo la vigilante
supervisión de su "tía" María Josefa. Mientras tanto, el padre de su hijo, a quien no
sabemos si volvió a ver (aunque sus casas en Buenos Aires eran vecinas), asistía al
Congreso de Tucumán. El 9 de julio de 1816, un grupo de americanos tuvo la
audacia de proclamar su independencia a pesar del horizonte cargado de
amenazas. Por la noche, gran fiesta. La tradición dice que ese día brillaba como
nunca la belleza de María Dolores Helguero; que sus ojos negros, su pelo rubio, su
fragilidad y su juventud atrajeron a Belgrano como un imán. Dolores se enamoró del
vencedor.

Nadie discute la filiación de Manuela Mónica Belgrano, hija del general y María
Dolores. Belgrano había prometido casamiento a la niña, pero las obligaciones de la
guerra le impidieron llevarlo a cabo, y cuando volvió a Tucumán "se encontró con lo
irremediable: a su novia la habían hecho casar". Por esta razon el general no pudo
ni siquiera reconocer a su hija en su testamento ni visitar a la pequeña, a la que
llamaba su "palomita".

Los dos últimos años fueron amargos. En 1819, cerca de Córdoba, se le diagnosticó
una hidropesía y quisieron acercarlo a la ciudad, pero él se negó: "Aquí hay una
capilla donde se entierran los soldados y también se puede enterrar a un general".
A sus malestares físicos se sumaban los del alma: le dolía la ingratitud de un pueblo
por el cual había sacrificado su vida.

Belgrano vivía en forma muy espartana y su único lujo era, según su amigo Balbín,
una volanta inglesa de dos ruedas con un caballo. La casa que se mandó hacer en
la Ciudadela tenía techo de paja y por todo mobiliario dos bancos de madera, una
mesa ordinaria y un catre de campaña. Su fiel amigo le prestó unos pesos para que
pudiera volver a morir a Buenos Aires, cuidado por los suyos. Antes de irse —según
relatos familiares— quiso ver por última vez a su hijita: "La víspera de la partida,
postrado en cama como estaba, hizo que se la llevaran por la noche para acariciarla
por última vez." En un escrito citado por Mitre, Belgrano encomienda a su hermano
clérigo "que, pagadas todas sus deudas, aplicase todo el remanente de sus bienes a
favor de una hija natural llamada Manuela Mónica, de edad de poco más de un año,
que había dejado en Tucumán". La familia Belgrano cumplió con el encargo:
Manuelita vivió con su madre hasta 1825, en que fue llevada a Buenos Aires para
vivir con su tía Juana Belgrano de Chas, que la trató con cariño dándole una buena
educación. Se casó en 1853 con un pariente político, Manuel Vega Belgra no, y
tuvieron tres hijos. Pedro Rosas y Belgrano no necesitaba protección económica
pero su padre quiso que, a su mayoría de edad, le revelaran su identidad y le dieran
algunos objetos suyos. Desde entonces trabó relación con Manuela Mónica.
Convertido en un rico estanciero, se casó en octubre de 1851, a los 38 años, con
Juana Rodríguez. De este matrimonio nacieron nada menos que dieciséis hijos, de
los cuales sobrevivieron diez.

Manuel Belgrano murió el 20 de junio de 1820, el día más anárquico del anárquico
año 20. El patólogo Sullivan, a cargo de la autopsia, señaló que le sacó gran
cantidad de agua; encontró un tumor en el epigastrio derecho; el hígado y el bazo
aumentados; los riñones desorganizados, los pulmones colapsados, el corazón
hipertrofiado.

María Josefa Escurra. El amor prohibido de Belgrano,


de Carmen Verlichak
María Josefa Escurra. El amor prohibido de Belgrano, de Carmen Verlichak. Ed.
Krivodol Press, año 2007 (Cuarta Edición, las tres anteriores bajo el sello
Sudamericana). Tamaño 23 x 15 cm. Nuevo, 224 págs. Precio y stock a confirmar.
El libro intenta reconstruir el misterio apresado entre las paredes de la histórica casa que
albergó buena parte de la vida de Belgrano y que aún hoy permanece en pie en uno de
los barrios más antiguos del centro de Buenos Aires. María Josefa Ezcurra era la
hermana de Encarnación Ezcurra, la mujer de Juan Manuel de Rosas.
En la casa de María Josefa se desarrollaban frecuentes tertulias que incluían a las
mujeres y a los hombres más allegados al círculo íntimo del Restaurador. La descripción
que Carmen Verlichak ofrece de María Josefa es bastante diferente de la que nos brindó
José Mármol en Amalia, tal vez porque en uno y otro caso hubo que responder a la
manera en que ciertas pasiones humanas suscitaban rechazos mayores o menores en la
prejuiciosa Santa María de los Buenos Aires.
En el presente libro, la novela y la historia se han dado la mano con resultados
altamente positivos. Se narra la historia de un amor que desbordó todas las
convenciones de su época y que, a pesar de estar signado por la adversidad, tuvo sus
frutos. María Josefa Ezcurra y Manuel Belgrano compartieron la pasión en un tiempo de
desencuentros, y un amor desesperado en un clima de conspiración y de traiciones.
Ella, hermana de Encarnación, la futura esposa de Juan Manuel de Rosas, había sido
cedida en matrimonio a un primo hermano, Juan Esteban Ezcurra, quien la abandonó
para buscar ventura en España. Belgrano, que ya bordeaba los cuarenta años, había
encontrado en ella la juventud, la frescura y el sosiego que su trajín de servidor de la
Patria le negaba.
Ésta es también la historia de una casa, que albergó muchas voces y algunos misterios:
la Casa Ezcurra. Por las intrigas palaciegas que, generalmente en tomo a Rosas, tuvieron
lugar entre sus paredes, llegó a decirse que era una casa de gobierno paralela. María
Josefa y Manuel tuvieron el mismo sueño, quisieron la misma tierra. Vivieron un
romance intenso, entre alegres tertulias y furtivos encuentros a la hora de la siesta.
María Josefa selló su destino cuando decidió, desoyendo todos los mandatos sociales,
acompañar a Belgrano en su campaña al Norte al mando del Ejército Auxiliar. A poco
de regresar nació el hijo de su amado Manuel. Para evitar el escándalo de la pacata
Santa María de los Buenos Aires, Rosas decidió que él y su esposa criarían al niño
como propio. Pedro Pablo Rosas y Belgrano aún tiene descendencia.
En la Casa Ezcurra, enclavada en el corazón del barrio de San Telmo, todavía resuenan
las voces de una historia largo tiempo silenciada, que Carmen Verlichak recrea con
pasión y maestría en esta gran novela histórica.

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