Mariana tiene 22 años, vive con su pareja, y durante la entrevista no se
recavaron datos acerca de su situación laboral o académica actual; averiguamos durante el decurso de la entrevista que ha trabajado y que ha concurrido al colegio secundario, aunque no sabemos con certeza si lo ha concluido. Consultamos la ficha que se llena cuando el paciente se acerca a solicitar un turno en el hospital, y en “motivo de consulta” encontramos allí que “tiene miedo de salir a la calle” La paciente ingresa en el consultorio, y tras corroborar algunos datos básicos, el analista le pregunta qué es lo que la motivó a consultar. Mariana, entonces, nos explica que son dos los motivos: Acerca del primero, nos relata una escena acontecida hace poco tiempo: una cierta noche, al llegar a su casa de trabajar, observa un hombre dentro de un auto estacionado frente a su casa que la mira; Mariana, asustada, entra rápidamente a su casa. A la noche siguiente, se produce este mismo encuentro, pero esta vez el hombre atina a bajarse del auto, lo que lleva a la paciente a no querer volver a salir de su casa. Mariana explica que últimamente no puede “ni siquiera ir a dos cuadras de mi casa” sin experimentar este estado angustiante, y que le ha costado mucho venir hasta el hospital, de no ser por su pareja, quien la acompañó, ella no hubiera podido venir. Añade que también le ha costado tomar la decisión de consultar, nos dice “casi más me arrepiento de venir”. En este punto, desconocemos los motivos por los cuales se hubiera arrepentido y por qué finalmente tomó la decisión de consultar. Es interesante destacar que durante el transcurso del resto de la entrevista, Mariana no volvió a mencionar nada respecto de este incidente, sino que se dedicó exclusivamente a abordar su segundo motivo de consulta, que lo intentaremos reconstruir a continuación. Mariana nos dice, textualmente “no puedo separarme de mi pareja”. Luego prosigue: “Por eso quería que me ayuden, me enferma, se me cierra el estomago, no puedo comer, bajé diez kilos. Él me trata mal y me hace creer que yo soy la culpable. Estoy cansada de que me trate así.” Nos continúa diciendo que ella sabe que su pareja la engaña, pero que aún así no sabe por qué no puede dejarlo, y que a él no le dice nada, que “se traga toda la angustia”. Finalmente agrega: “Desde que falleció el padre cambió, antes él no era así conmigo. Ahora los sábados sale a bailar, yo le pido permiso para salir también, y él no me deja, piensa que lo voy a engañar.” Su actual pareja ha sido su primer y único novio. El analista en este momento, pregunta acerca de las circunstancias en las que se conocieron, a lo que Mariana contesta: “En la escuela, en ese momento yo tenía muchos problemas en casa. Él era único que se preocupaba por mi (en este punto se pone a llorar)” Cuando el analista le pregunta acerca de cuáles eran estos problemas, responde: “Mi mamá me trataba mal. Me ponía responsabilidades a mí que era más chica, cuando a mis hermanas no les exigía lo mismo. No me dejaba salir ni a la puerta. Yo digo que mi mamá me arruinó la vida, sino fuera por los problemas con mi mamá…no me hubiera juntado nunca con él. Nunca me abrazó, ni me dijo que me quería, ella me hizo sufrir mucho” En un momento, Mariana comenta que a su hermana siempre le dice que se quiere separar de su pareja, pero que no puede. Allí el analista hace una intervención y le puntúa que al principio dijo que no podía separarse, no que no quería. La paciente resuelve contestando “quiero y no quiero separarme. Me quiero separar porque me hace sentir como una basura, pero no agarro fuerzas para dejarlo.” Más adelante, el analista pregunta acerca de la separación de sus padres. Mariana cuenta que ya estaban separados mientras vivían en la misma casa, y nos dice que le padre es muy tranquilo y que la madre es muy agresiva. También nos cuenta que tiene 5 hermanas mujeres y 2 hermanos varones del mismo padre y la misma madre, pero que ambos tienen hijos de otras parejas, a quienes según Mariana, los prefieren frente a ella. Añade acerca de la relación con su padre, que siempre fue muy apegada a él, pero que actualmente “No lo abrazo como antes, no sé porque, me cuesta abrazarlo (…) como que siento rechazo”. Esto mismo le sucede con su hermana, y se pregunta por qué no siente el mismo rechazo con su pareja a pesar del maltrato que acusa por parte de él. De alguna manera, siente que debería rechazarlo, pero por algún motivo desconocido, no puede. El analista entonces vuelve a preguntar acerca de los primeros encuentros con su pareja. Mariana nos dice que al principio a ella le parecía feo, que lo quería como un amigo, pero que tras recibir varios mensajes de texto “sentía que a alguien le importaba”. En este momento, agrega que su madre dice que la mujer no debe buscar al hombre, que eso está mal. El analista allí interviene y pregunta “para quién está mal?”, a lo que Mariana responde “para mí está mal, porque a mí me da vergüenza, me hace sentir incomoda, mi mamá nos enseñó eso”. También comenta que tanto ella como sus hermanos le tienen miedo a la madre. El analista entonces retoma el comentario anterior de la paciente e interviene diciendo “seguís mucho lo que dice tu mamá.” Ante lo cual, Mariana responde “Sí, pero yo también pienso así, no me siento cómoda”. El analista entonces, pregunta “¿Qué es lo que incomoda, que uno muestre que puede gustarle a alguien?”. Ante esta pregunta, Mariana permanece en silencio y no responde. Tras esta pausa, continúa diciendo “él antes me decía que me busque a alguien, para que me aleje de él, pero yo no me animo a estar con otro. Es costumbre lo que me mantiene unida a él, pero si fuera costumbre no me tendría que doler. Yo no lo amo, lo quiero, ya amarlo no me sale decirlo, pero a veces me da miedo perderlo. Me quiero ir pero no puedo” Es allí donde el analista pregunta por qué no se puede ir. Mariana entonces responde “Siempre me pregunto porque no me puedo ir. No entiendo porque aguanto todo lo que me hace”. Hacia un posible análisis.
Tal como hemos inferido al principio de la exposición del caso, Mariana
expone dos motivos de consulta, que, al parecer, serían independientes el uno del otro, o al menos, ella no parece relacionarlos o conectarlos en ningún punto. Es curioso notar que el primer problema que expone en el comienzo de la entrevista (no poder salir a la calle) coincide con el motivo de consulta apuntado en la primera aproximación de Mariana al hospital. Sin embargo, con respecto a este impedimento de salir a la calle, la paciente le atribuye un significado, le supone un saber, o mejor dicho, supone que este impedimento es consecuencia de un hecho acontecido anteriormente, esto es, la aparición en dos ocasiones de un hombre en un auto, quien en un primer encuentro la mira, y en el segundo, atina a bajarse del auto hacia lo que (ella supone) un encuentro con ella, supone que algo “le quiere hacer”. Esto no está dicho explícitamente por Mariana, pero de todos modos podemos suponer que algo de este orden puede aparecer; tampoco disponemos del suficiente material para resolver esta cuestión. La escasez de material recavado en esta entrevista se corresponde con el dispositivo mismo de lo que implica una entrevista de admisión, esto es, el paso previo a la derivación con otro profesional, quien se encargará de indagar más profundamente en este tipo de cuestiones, que por el momento quedan inconclusas. De cualquier manera, es de nuestro interés destacar que Mariana concurre por primera vez al hospital por lo que, al parecer, serían características de una agorafobia; da comienzo a la entrevista de admisión por allí, para luego no abordar más este aspecto y priorizar otro: la imposibilidad de separarse de su pareja. Más adelante intentaremos conectar algunos puntos entre ambos aspectos, que si bien, no podremos hacerlos arribar a ninguna conclusión, tal vez sean elementos que sirvan en un examen ulterior. Una observación más con respecto a este primer motivo de consulta. En principio, no podríamos aventurarnos a hacer coincidir el impedimento de salir a la calle con un síntoma. Y esto fundamentalmente porque allí no podemos pesquisar un interrogante acerca de por qué le pasa lo que le pasa, es más, Mariana sabe por qué no puede salir a la calle, lo que no puede es solucionarlo. En todo caso, lo que hacia el final de la entrevista nos revela, es que no sabe por qué no puede separarse de su pareja (cosa que veremos más adelante cómo durante la entrevista el poder y el querer se ven modificados en el discurso), pero tampoco nos atreveríamos a ubicar allí al síntoma, ya que para identificarlo necesitaríamos construirlo en transferencia, y este no es el propósito de un dispositivo de admisión. Menos nos atreveríamos a asociar este hecho con un síntoma fóbico, ya que carecemos de un objeto de la fobia, es decir, Mariana no se angustia frente a los hombres en los autos, sino que es un hecho en particular lo que lleva a la sujeto a tener miedo a salir a la calle. Por lo tanto, podríamos identificar esta imposibilidad de salir con un punto de detención del sujeto, esto es, una inhibición. Lo tomamos de esta manera siguiendo a Freud, identificando la inhibición como una limitación de las funciones yoicas, en este caso, poder salir de su casa. Estableciendo un hilo de pensamiento, podríamos ubicar ciertos elementos coincidentes en el discurso de Mariana, a los cuales nos aventuraremos a hallar una relación. Podríamos, entonces, ubicar tres elementos de detención durante la entrevista, que al parecer, los suponemos como relacionados entre sí: el hombre en el auto, su pareja, y su madre. Es en un momento en el discurso donde su novio y su madre aparecen en conexión: Mariana dice “si no fuera por los problemas con mi mamá, nunca me hubiera juntado con él”, lo que indica una continuidad causal entre la madre y el novio; es decir, la paciente se junta con su pareja porque tiene problemas con la madre. En este punto, podríamos conjeturar que el novio funciona allí como sustituto de la madre, ya que Mariana ubica estos hechos como contiguos, causales. En este momento no hay una detención, sino que la sujeto continúa en movimiento: se va de la casa para irse a vivir con su pareja; su novio aparece como una continuación de la madre. Ubicamos ya el motivo de consulta, y lo hicimos coincidir con una inhibición de la función del yo: Mariana no puede salir de la casa. La prohibición a salir de la casa es un elemento que encontramos localizado en dos puntos de la entrevista: la madre no la dejaba salir “ni a la puerta”, y su novio le deniega el permiso para salir. Ambos parecen tener una fuerte incidencia en esta prohibición a salir y, por consiguiente, permanecer dentro de la casa. Existe un movimiento (o más bien, un no movimiento) entre poder y no poder salir, de hecho hacia el final de la entrevista la pregunta de Mariana se formula alrededor de esta cuestión: dice “siempre me pregunto por qué no me puedo ir”. Si continuamos el hilo de pensamiento que establecimos más arriba, podríamos terminar de armar la frase de la siguiente manera: “siempre me pregunto por qué me tengo que quedar (con mi madre)”. Separarse de su novio, entonces, implicaría separarse de su madre, pero hay algo que la mantiene unida a ella, y la inhibición es la prueba de ello. Sostenemos, también, siguiendo a Freud, que la inhibición denuncia algo del conflicto pulsional que la represión no puede resolver “El yo renuncia a estas funciones que le competen a fin de no verse precisado a emprender una nueva represión, a fin de evitar un conflicto con el ello.” Hay algo en la mirada de este hombre en el auto, algo que “le quiere hacer”, y al parecer hay algo perturbador en que otro la desee. Cuando el analista interviene y le pregunta si está mal gustarle a alguien, Mariana se detiene en su discurso y no puede elaborar ninguna respuesta. Aquí ubicamos el primer y único punto de detención en la entrevista, que denota algo en lo referente a la sexualidad en la inhibición de la paciente. Es decir, cuando algo de la sexualidad se toca en relación a “ser deseada por el Otro”, Mariana se detiene y no resuelve, tanto en el acto (no sale de la casa) como en el discurso (no contesta). Tampoco puede encontrarse en el deseo del Otro en el momento en el que nos cuenta que sus padres prefieren a sus otros hijos antes que a ella, quedando en un estado de indeterminación acerca de qué lugar puede encontrar para ubicarse allí en esa abertura. Vimos cómo la madre desea a otro hombre (que no es el padre) con quien se va a vivir a otro lugar, el padre prefiere a sus otros hijos, y su novio prefiere a otras mujeres. En estos puntos, Mariana queda detenida, queda en suspenso frente a su lugar en el deseo del Otro. Es así como la aparición de este hombre en el auto le suscita este interrogante nuevamente: “¿qué me quiere el Otro?”, pregunta que, al menos no hemos encontrado una respuesta fantasmática en el decurso de esta entrevista (aunque podríamos comenzar a buscarla por el maltrato que recibe por parte de la madre/pareja), pero que sí hemos visto que resuelve en un punto de detención. Cuando el analista le pregunta acerca de las circunstancias en las cuales conoció a su pareja, Mariana explica que él era el único que se preocupaba por ella en el momento en que tenía muchos problemas en su casa, y que ella sentía que a alguien le importaba. Podemos observar aquí que en ese momento, no importaba si a ella le gustaba este muchacho (de hecho, nos dice que a ella le parecía feo), si era bueno o malo, etc, sino que lo que interesaba era que ella podía ubicarse allí en el deseo del Otro, precisamente en el momento en el cual no hallaba lugar en el deseo de los padres. Esta posición aparentemente se ve conmovida en el momento en el cual su pareja desea a otras mujeres, quedando Mariana por fuera de esta abertura. Lo más llamativo es que en lugar de separarse y buscar este mismo lugar en otra persona, cuando aparece algo de este orden, ella opta por detenerse. Conforme con esto último, pudimos dilucidar cómo también la corriente tierna se ha erosionado, tanto con su hermana como con su padre, Mariana dice “ya no los abrazo como antes… como que siento rechazo”, y se pregunta por qué con su pareja no siente lo mismo, ya que según lo que le hace él ameritaría un rechazo afectivo por su parte. No hemos tenido oportunidad de averiguar si con su madre también experimenta este tipo de sensaciones, pero tal vez podríamos asociar este rechazo como una formación reactiva frente a algún conflicto pulsional, aunque no disponemos del suficiente material para continuar desarrollando esta línea.
A modo de conclusión.
Uno de los aspectos más importantes que podemos marcar durante la
entrevista es el nivel de implicación que Mariana maneja a lo largo de su discurso. Ella se responsabiliza por no poder separarse de su pareja; distinto sería si presentara el material bajo la forma de una queja acerca de lo que su pareja le hace o no le hace, en donde la sujeto no aparecería como agente de ninguna causa. Es interesante rescatar que al comienzo de la entrevista, Mariana dice que no quiere separarse, y hacia el final, tras la intervención del analista, se ubica desde el lado de la imposibilidad: no puede separarse. Como hemos visto, este nivel de posición en el discurso marca dos posiciones subjetivas que, creemos que son cruciales en el ulterior tratamiento de esta paciente: el no poder y el no querer. El no poder se corresponde con los dos motivos de consulta: no puede separarse de su pareja y no puede salir a la calle, que si reemplazáramos el querer por el poder en cualquiera de los dos niveles, los resultados nos arrojarían dos niveles de análisis completamente diferentes. De esta manera, como hemos visto más arriba, la inhibición de poder salir a la calle se corresponde con la imposibilidad de poder ubicarse en el deseo del Otro y así poder resolver su posición en este movimiento de alienación – separación del Otro, que se corresponde con este movimiento entre “irse” y “quedarse”. Es en este nivel, en el de la alienación – separación, en el que Mariana muestra un indicio de querer salir de esta posición de indeterminación. Por más que su novio la haya acompañado al servicio de admisión, en el espacio de la entrevista, ya se puede pesquisar un movimiento de separación, ya que no ingresaron juntos al consultorio (como a veces sucede con algunos pacientes). De manera que, tal como lo ha decidido el profesional, podemos concluir que la paciente puede ser admitida en un tratamiento psicoanalítico, ya que existe una indeterminación en los puntos de saber (“no sé por qué no me puedo separar”), como así también finalmente pudimos encontrar algo en lo referente a su voluntad (“quiero separarme”), que al comienzo de la entrevista se hallaba opacado por un “no querer”. Tal vez, la pregunta que conduzca el ulterior tratamiento gire en torno a cómo una mujer se separa de su madre, y en relación a estas respuestas se orientará la resolución del conflicto.