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ALGUNAS CONSIDERACIONES SOBRE EL ENREJADO DE LA PLAZA DE LA LIBERTAD

EN GRANADA.

Michel Foulcault llamaba epistema al conjunto de creencias y métodos de indagación característicos


de una cultura y que definen lo que dicha cultura considera racional. En sus primeros trabajos
centrados en instituciones relacionadas con la locura y las enfermedades, sostuvo que que la idea de
lo que significa locura o enfermedad cambia con el tiempo. En este sentido señalaba que la cultura
hasta el S XVIII fue vista como un rechazo a las normas de conducta y la respuesta de la sociedad
de entonces era la exclusión de las personas afectadas, el posterior cambio que consideró a la locura
como una enfermedad llevó a la aparición de instituciones para el confinamiento de los enfermos.
El invento del manicomio es el resultado de este cambio conceptual.
Todos los temas de Foulcault tienen en común este asunto, una institución al restringir una libertad
da apoyo a un conjunto de ideas.De este modo las restricciones en lo que se permite hacer producen
restricciones en lo que se es capaz de pensar.
Granada es una ciudad paradigmática en cuanto a espacios públicos vallados, hay todo un catálogo
de soluciones, desde las más clásicas a las más atrevidas, jugando con los materiales, la
trasparencia, la línea, el color, la geometría, la modulación, el ritmo, la trama, la altura, densidad,
hasta casi agotar las posibilidades, pero todas, absolutamente todas son vallas, restringen espacios
públicos condicionando su visibilidad, acceso, circulación y horarios de uso. El último caso es el
enrejado de este espacio público y central, abierto por tres de sus lados con una valla de cerrajería
de forja, de excelente trabajo y sólido e inexpugnable diseño.
El cambio no se ha hecho esperar, la plaza antes habitada casi permanentemente se ha conver-
tido en un lugar de paso rápido e inhóspito. ¿ Que cambios han podido operarse para que esta
transformación haya ocurrido casi instantáneamente? .
Ya Juan Goitisolo apuntó en alguno de sus textos refiriéndose a la intención, (afortunadamente
no llevada a cabo, de las autoridades de Marraquech de transformar la plaza de Jema´a el Efna),
que es muy fácil eliminar una plaza de un plumazo, refiriéndose en este caso a plaza como
espacio público habitado, pero muy, muy dificil crearlo. Esto es una gran verdad. Todavía
los urbanistas no han dado con las claves, si es que existen, para configurar espacios que luego
ocupen las personas. Y no hay nada más que ver la galería de lugares públicos que exhiben
nuestras ciudades, de excelente diseño y presupuesto que los ciudadanos se empecinan en no
habitar, y tantos lugares residuales, sucios, destartalados, mal orientados etc , que nos son gratos
y que atraen como un imán. A veces los humanos nos comportamos como ese gato que después de
haberle comprado un excelente y precioso cestito para que duerma, lo hace en un rincón
y cojín roto que no conseguimos que desaloje. Si esto es así, ¿por que ese empeño en destruir
la amabilidad de un lugar con una costosa reja que para más dolor, además pagamos entre todos?
Volviendo a Foulcault, el estar rodeados de espacios restringidos, ¿acaso puede operar subliminar
o directamente en nuestro inconsciente volviéndonos ciudadanos menos tolerantes y cívicos?
El enrejado opera desde luego directamente de este modo, el ser humano huye del confinamien-
to instintivamente como del fuego.
Del mismo modo que apunta J. L. Fernández Ordoñez: “hay lugares en las ciudades adecuados
para registrar la temperatura cívica” podríamos decir en este caso: hay actuaciones en las ciudades
que registran la temperatura política. Y aquí es donde quisiera llegar, Jorge Oteiza le dijo una vez a
Txomin Badiola en su estudio: “que, ¿haciedo objetitos? ” - dejaos de tantas gilipoyeces y
dedicaros a la política. (a los artistas).
Ante el lamentable espectáculo político al que asistimos diariamente tenemos la opción de
apagar el televisor, pero no podemos apagar la plaza en este caso. Quizás en este momento fuera
necesario el replantear la universidad (universo) e introducir materias en todas las carreras, de
carácter humanista y cívico con la intención de formar una sensibilidad, sentido crítico y forma-
ción política para que exista la posibilidad de un relevo a medio plazo de la cleptocracia imperante
por generaciones más capaces, hemos desdeñado la cuestión política en aras de una formación
hiperespecializada en lo técnico o lo humanístico y así nos va. Es todo un símbolo que la plaza
enrejada a la que me refiero se llame Plaza de la Libertad.

Javier González Ampudia

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