Sei sulla pagina 1di 4

Mujeres del movimiento Chipko, en el Norte de India. FOTO: BBC.

Un repaso a las diversas corrientes del ecofeminismo

Feminismo y ecología
Alicia H. Puleo

Las aportaciones de dos pensamientos críticos –feminismo patriarcal sino también a una ideología y una estructura
y ecologismo– nos ofrecen la oportunidad de enfrentarnos de dominación de la Naturaleza ligada al paradigma
no sólo a la dominación de las mujeres en la sociedad patriarcal del varón amo y guerrero.

F
eminismo y ecologismo serán existente entre diversas catástrofes natu- so montaje escenográfico de la sociedad
dos movimientos sociales fun- rales que no son sino manifestaciones de de consumo. El ecologismo avanza lenta-
damentales en el siglo XXI. El un cambio climático global de conse- mente y tiene mayor implantación en los
primero porque, adquirida la cuencias insospechadas. países tempranamente industrializados,
autoconciencia como colectivo Vivimos lo que Ulrich Beck llamó “la en aquellos en que la población, o al
y la formación necesarias ya no es posible sociedad del riesgo”. Cuanta más infor- menos su juventud más ilustrada, se ha
detenernos (aunque se puede siempre mación poseemos sobre los alimentos cansado del espejismo hedonista con-
retrasar la llegada a las metas emancipa- que consumimos, el agua que bebemos, temporáneo que prometía la felicidad a
torias con diversas estrategias); el segun- el aire que respiramos y hasta el sol que través de la acumulación de un sinfín de
do por la cada vez más evidente insoste- tomamos, mayor inseguridad sentimos objetos materiales. Su avance es lento
nibilidad del modelo de desarrollo tecno- (contaminación, pesticidas, agujero de pero está asegurado por la evolución
económico. Estamos asistiendo al comien- ozono, conservantes... la lista es muy misma de las cosas, por la tozuda realidad
zo del fin de la Naturaleza. Ya no resulta larga). Sólo la ignorancia o la adopción que llamará cada vez más frecuente y
fácil a los medios de comunicación disi- de una actitud tecno-entusiasta ciega contundentemente a nuestras puertas.
mular, como hasta ahora, la conexión puede hoy en día hacer que miremos Ahora bien, de la futura coexistencia
hacia otro lado cuando los signos de triunfal de ambos movimientos –feminis-
peligro son tan claros. Y, sin embargo, mo y ecologismo– no se deduce, al me-
Alicia H. Puleo, Cátedra de Estudios hay una voluntad (inconsciente) genera- nos a primera vista, que deba existir entre
de Género de la Universidad lizada de mirar hacia otro lado, voluntad ellos una relación particular. Sin embar-
de Valladolid, Puleo@flfc.uva.es cultivada cuidadosamente por el inmen- go, una reflexión más detenida sobre la

36 El Ecologista, nº 31, verano 2002


cuestión muestra al menos dos grandes vida se extienda a toda la humanidad,
formas en que se plantea la necesidad del esta calidad debe cambiar y hacerse sus-
diálogo. La primera de estas formas es la tentable. Si la población china tuviera
más superficial, pragmática y fácil de com- acceso a los automóviles como la occi-
prender. Es, en realidad, una negocia- dental, la atmósfera de la Tierra sería
ción preventiva: ¿qué papel se reserva a irrespirable. Hay límites físicos, estudia-
las mujeres en la futura sociedad de desa- dos por la ciencia de la ecología, que
rrollo sustentable? Dado que gran parte imponen un rumbo ecologista a nuestro
de la emancipación femenina se ha apo- modelo civilizatorio.
yado en la industrialización (por ejemplo, El ecofeminismo atiende a ésta y a
en los artículos envasados o de usar y otras cuestiones. No hay un solo ecofemi-
tirar, nefastos para el medio ambiente), nismo sino varias tendencias diferentes
¿cómo organizaremos la infraestructura en polémica actualmente. Dada la nove-
cotidiana sin sacrificar los todavía incier- dad de sus planteamientos y por ser una
tos márgenes de libertad de las mujeres? de las formas más recientes del feminis-
La experiencia de las militantes en los mo, suele ser mal conocido y, a menudo,
Verdes (con la honorable excepción del rechazado injustamente en bloque bajo el
mantenimiento a rajatabla de la paridad) calificativo de esencialista. En este breve
y en diversas organizaciones ecologistas trabajo, intentaré distinguir esquemática- man estas feministas ra-
muestra que subsisten allí, como en el mente las corrientes principales, plantea- dicales que la Cultura
resto de los partidos, fuertes inercias pa- ré lo que considero sus problemas y ter- masculina, obsesionada por el poder,
triarcales. Los ecologistas no suelen ser minaré apuntando lo más prometedor de nos ha conducido a guerras suicidas y al
feministas. Y ya en lo que concierne par- un feminismo con conciencia ecológica. envenenamiento de la tierra, el agua y el
ticularmente al Estado español, por lo aire. La Mujer, más próxima a la Natura-
general, las feministas no tienen gran Surgimiento leza, es la esperanza de conservación de
sensibilidad ecologista. Aquí, son, por del ecofeminismo la Vida. La ética del cuidado femenina
ahora, dos mundos que viven de espal- El feminismo mostró desde temprano que (de la protección de los seres vivos) se
das pero que en el futuro están destinados uno de los mecanismos de legitimación opone, así, a la esencia agresiva de la
a tratarse y, probablemente, a realizar del patriarcado era la naturalización de la masculinidad.
pactos políticos. Mujer. En El Segundo Sexo, Simone de Este feminismo radical buscará una
Si lo anterior se refiere a las necesida- Beauvoir denuncia la exclusión de las ginecología alternativa frente a los trata-
des futuras, hay otras razones actuales mujeres del mundo de lo público realiza- mientos invasivos de médicos y grandes
para que el feminismo se interese por la da a través de la conceptualización de la laboratorios farmacéuticos. Un importante
ecología. Si el feminismo quiere mante- Mujer como Alteridad, como Naturaleza, resultado de su actividad en los grupos de
ner su vocación internacionalista, deberá como Vida Cíclica casi inconsciente, por autoayuda se refleja en una obra muy
pensar también en términos ecologistas parte del Hombre (varón) que se reserva- conocida entre nosotras y que aconsejo a
ya que las mujeres pobres del Tercer ba los beneficios de la civilización. El quienes aún no se hayan servido de ella:
Mundo son las primeras víctimas de la famoso “no se nace mujer, se llega a el manual de ginecología alternativa del
destrucción del medio natural llevada a serlo” beauvoireano es una denuncia del Colectivo de Mujeres de Boston: Nues-
cabo para producir objetos suntuarios carácter cultural, construido, de los este- tros Cuerpos, Nuestras Vidas. Ante la
que se venden en el Primer Mundo. El reotipos femeninos y, al mismo tiempo, manipulación creciente del cuerpo de las
nivel de vida de los países ricos no es un alegato en favor del reconocimiento mujeres, estas feministas denunciaron los
exportable a todo el mundo. Los recursos del derecho de las mujeres, en tanto seres efectos secundarios de unos anticoncep-
naturales son consumidos sin atender a la humanos portadores de un proyecto exis- tivos dirigidos a la satisfacción masculina
posibilidad o imposibilidad de su renova- tencial, a acceder al mundo de la Cultura de la androcéntrica liberación sexual. Más
ción. El expolio no tiene límites en aque- del que fuimos injustamente excluidas. recientemente, sus advertencias se han
llos países en los que la población carece Los feminismos liberal, socialista y radical dirigido a un fenómeno nuevo: la terapia
de poder político y económico para hacer de principios de los años setenta recoge- hormonal sustitutoria para la menopau-
frente a la destrucción de su medio natu- rán esta reivindicación consiguiendo rom- sia, nuevo filón de las multinacionales
ral. Así, por ejemplo, los elegantes mue- per, al menos en gran parte, la prisión farmacéuticas. Esta
bles de teca que proliferan hoy en las doméstica en la que se hallaban encerra- preocupación por la
tiendas de decoración españolas son, por das las mujeres de la época. salud y por recupe-
lo general, lo que queda de los bosques Hacia finales de los 70, y ya plena- rar el control del
indonesios, sistemáticamente arrasados. mente en los 80, algunas corrientes del propio cuerpo es un
Las mujeres rurales indias o africanas que feminismo radical recuperan la antigua elemento central de
viven en una economía de subsistencia identificación patriarcal de Mujer y Na- este primer ecofe-
han visto su calidad de vida disminuir turaleza para darle un nuevo significado. minismo y explica
trágicamente con la llegada de la explota- Invierten la valoración de este par con- el título de una de
ción racional dirigida al mercado interna- ceptual que en los pensadores tradicio- sus obras más re-
cional. Si antes disponían de leña junto al nales servía para afirmar la inferioridad levantes: Gyn/
pueblo, ahora deben caminar kilómetros de la Mujer (así, por ejemplo, en Hegel la Ecology (1978) de
para encontrarla. Ésa es la moderniza- Mujer es presentada como más próxima Mary Daly. De for-
ción que les llega. Si en nombre de la a formas de vida consideradas inferiores mación teológica,
justicia deseamos que nuestra calidad de –animales o vegetales– al Hombre). Afir- M. Daly se dedica

El Ecologista, nº 31, verano 2002 37


a analizar los mitos llegando a la certera conclu- adquirieron conciencia de grupo y posterior-
sión de que la única religión que prevalece en mente continuaron luchando contra la violen-
todas partes es el culto al patriarcado. Propone cia doméstica y por la participación política.
desarrollar una conciencia ginocéntrica y biofí- En América Latina, particularmente en Chi-
lica de resistencia frente a la civilización falotéc- le, Brasil, México, Uruguay, Bolivia, Argentina,
nica y necrofílica dominante. Perú y Venezuela, en el rastro dejado por la
Este ecofeminismo, llamado hoy en día clási- Teología de la Liberación, se está iniciando
co, es claramente un feminismo de la diferencia actualmente la elaboración de un pensamiento
que afirma que hombres y mujeres expresan teológico ecofeminista. Así, la teóloga brasileña
esencias opuestas: las mujeres se caracterizarían Yvone Gevara sostiene que hoy en día la justi-
por un erotismo no agresivo e igualitarista y por cia social implica ecojusticia. Este ecofeminis-
aptitudes maternales que las predispondrían al mo latinoamericano se caracteriza por su inte-
pacifismo y a la preservación de la Naturaleza. rés en las mujeres pobres y su defensa de los
En cambio, los varones se verían naturalmente indígenas, víctimas de la destrucción de la Na-
abocados a empresas competitivas y destructi- turaleza. Llama a abandonar la imagen patriar-
vas. Este biologicismo suscitó fuertes críticas cal de Dios como dominador y el dualismo de
dentro del feminismo, acusándosele de demoni- la antropología cristiana tradicional (cuerpo/
zar al varón. Su separatismo lesbiano y su inge- espíritu). La trascendencia ya no estará basada
nuidad epistemológica (esencialismo) hicieron en el desprecio de la materia sino que se definirá
Vandana Shiva de este primer ecofeminismo un blanco fácil de como inmersión en el misterio de la vida, perte-
las críticas de los sectores feministas mayoritarios nencia a un todo que nos trasciende. Será
carentes de sensibilidad ecológica. Actualmente, concebida como “experiencia de la belleza, de
todavía, se suele asociar el nombre de ecofemi- la grandiosidad de la naturaleza, de sus relacio-
nismo únicamente a esta primera forma del nes y de su interdependencia”. En esta teología
movimiento y de la teoría y se desconoce las latinoamericana, el ecofeminismo es una postu-
tendencias constructivistas más recientes. ra política crítica de la dominación, una lucha
antisexista, antirracista, antielitista y anti-antro-
Ecofeminismos espiritualistas pocéntrica (debemos respetar a las demás cria-
Vinculados a las tendencias místicas del primer turas vivas, no sólo al ser humano).
ecofeminismo pero alejándose de la demoniza-
ción del varón, hemos conocido en los últimos Ecofeminismos constructivistas
años un fenómeno nuevo: la teoría feminista Bajo este título unificador, dados los estrechos
que viene del Sur. Debo aquí citar un nombre límites de este trabajo, daré solamente dos
muy conocido, el de la física nuclear y filósofa ejemplos de las distintas teorías y movimientos
de la India Vandana Shiva. Combinando las ecofeministas que no comparten el esencialis-
aportaciones de historiadoras feministas de la mo de las clásicas ni se nutren en las fuentes
ciencia como Evelyn Fox Keller o Carolyn Mer- religiosas de las espiritualistas del Tercer Mun-
Evelyn Fox Keller chant con su propia tradición filosófico-religio- do, aunque compartan, según los casos, algu-
sa, V. Shiva realiza una seria crítica del desarro- nas de sus posiciones (antirracismo, antiantro-
llo técnico occidental que ha colonizado el pocentrismo, antielitismo...).
mundo entero. Afirma que “lo que recibe el El ambientalismo feminista de Bina Aga-
nombre de desarrollo es un proceso de mal rwal es una buena muestra de la posición
desarrollo, fuente de violencia contra la mujer y constructivista. Economista de formación, ori-
la naturaleza en todo el mundo (...) (el mal ginaria de la India como Vandana Shiva, criti-
desarrollo) tiene sus raíces en los postulados ca la teoría de ésta que atribuye la actividad
patriarcales de homogeneidad, dominación y protectora de la Naturaleza de las mujeres de
centralización que constituyen el fundamento su país al principio femenino de su cosmolo-
de los modelos de pensamiento y estrategias de gía. Para Agarwal, el lazo que ciertas mujeres
desarrollo dominantes”. sienten con la Naturaleza tiene su origen en sus
Por los libros de V. Shiva, hemos podido responsabilidades de género en la economía
saber lo que los medios de comunicación silen- familiar. Piensan holísticamente y en términos
cian: existen movimientos de resistencia al mal de interacción y prioridad comunitaria por la
desarrollo. Uno de ellos es el de las mujeres realidad material en la que se hallan. No son
Chipko, de las que Vandana Shiva se hace las características afectivas o cognitivas pro-
portavoz. Basándose en los principios de no- pias de su sexo sino su interacción con el
violencia creativa de Gandhi, las mujeres rura- medio ambiente (cuidado del huerto, recogida
les Chipko, en nombre del principio femenino de leña) lo que favorece su conciencia ecológi-
de la Naturaleza de la cosmología de la India, ca. La interacción con el medio ambiente y la
consiguieron detener la deforestación total del correspondiente sensibilidad o falta de sensibi-
Himalaya turnándose en la vigilancia de la zona lidad ecologista generada por ésta dependen
y atándose a los árboles cuando iban a talarlos. de la división sexual del trabajo y de la distri-
Enfrentándose a sus maridos, dispuestos a ven- bución del poder y de la propiedad según las
Carolyn Merchant der los bosques comunales, las mujeres Chipko divisiones de clase, género, raza y casta.

38 El Ecologista, nº 31, verano 2002


Desde otra perspectiva, una de las más des- la aportación de éste a la conciencia contempo-
tacadas teóricas actuales del feminismo ecolo- ránea: la imagen de un diálogo horizontal,
gista, Val Plumwood, constituye un buen ejem- democrático, empático con la Naturaleza. Al
plo de la crítica constructivista. Esta filósofa perder esta nueva sensibilidad, tales críticas
australiana ha insistido en el carácter histórico, vuelven a considerar a la Naturaleza como
construido, de la racionalidad dominadora mas- mero recurso a disposición de los humanos. El
culina. La superación de los dualismos jerarqui- mismo término medio ambiente expresa ese
zados Naturaleza/Cultura, Mujer/Hombre, Cuer- reduccionismo por el que la Naturaleza aparece
po/Mente, Afectividad/Racionalidad, Materia/ como simple escenario en el que los humanos
Espíritu exige un análisis deconstructivo. Utili- realizan sus proezas. Bina Agarwal
zando aportaciones muy diversas (reivindica- Finalmente, señalaré que la potencia teórica
ciones de igualdad de Simone de Beauvoir, de los feminismos ecologistas de tercera genera-
crítica al androcentrismo del ecofeminismo clá- ción, como el de Plumwood, constituye su debi-
sico, teoría de las relaciones objetales...) exami- lidad práctica. La complejidad de su análisis y el
na la historia de la filosofía occidental desde los rechazo de la mística de la feminidad natural
griegos como la construcción de un yo mascu- despojan de herramientas útiles a la hora de las
lino dominador, hiperseparado de su propio movilizaciones. De hecho, no se pueden extraer
cuerpo, de sus afectos, de las mujeres, de los indicaciones claras de lo que debería ser una
demás seres vivos y de la Tierra que lo sustenta. actividad ecofeminista derivada de su obra. Y sin
Esta visión fantasiosa de la propia identidad embargo...
humana, utilizada como legitimación del domi-
nio ha conducido a la civilización destructiva El feminismo ecologista como
actual. Pero no es una esencia sino un fenóme- nuevo proyecto ético y político
no histórico, una construcción. ...más allá de todos los problemas teóricos y
prácticos de un feminismo que se encuentra
El problema de la praxis actualmente en plena elaboración y discusión,
El ecofeminismo clásico espiritualista inspiró a creo en la validez de un feminismo ecologista
numerosos grupos feministas pacifistas como el crítico que planteara una alternativa a la crisis de
de Greenham Common. La mística diferencia- valores de la sociedad consumista e individualis- Val Plumwood
lista se manifestó apta para movilizaciones de ta actual. Las aportaciones de dos pensamientos
gran impacto en las que se utilizaron los ele- críticos –feminismo y ecologismo– nos ofrecen la
mentos del mundo tradicional femenino con oportunidad de enfrentarnos no sólo a la domi-
maestría política: por ejemplo, se tejieron redes nación de las mujeres en la sociedad patriarcal
en torno a los misiles de las bases militares. En sino también a una ideología y una estructura de
resumen, su debilidad teórica (esencialismo) es dominación de la Naturaleza ligada al paradig-
su fuerza práctica. Pero, podemos preguntar- ma patriarcal del varón amo y guerrero.
nos, ¿favorece al colectivo femenino la utiliza- Nuestra autoconciencia como especie hu-
ción de los estereotipos de género? mana ha de avanzar hacia la igualdad de muje-
Es comprensible que la naturalización de la res y hombres en tanto partícipes no sólo de la
Mujer, utilizada desde tiempos remotos para la Cultura sino también de la Naturaleza. Esto
exclusión de las mujeres del mundo de la cultu- incluye tanto la participación de las mujeres en
ra, suscite graves reparos en las filas feministas. el ámbito de la Cultura como la plena acepta-
¿Decir que las mujeres estamos más cerca de la ción en lo propiamente humano de aquellos
Naturaleza por nuestra capacidad materna no elementos despreciados y marginalizados
es volver a encerrarnos en los límites de las como femeninos (los lazos afectivos, la
funciones reproductivas? Y, por otro lado, ¿la compasión, la materia, la Naturaleza).
Mujeres en
exaltación de lo inferiorizado desde posiciones Obtener una visión más realista de
Greenham
de no poder es capaz de alterar los valores nuestra especie como parte de un Common
establecidos? ¿No estaríamos agregando un continuo de la Naturaleza y, conse-
trabajo más a las oprimidas, la de ser salvadoras cuentemente, tratar a los seres vi-
del ecosistema invocando su esencia? vos no humanos con el respeto que
Desde el constructivismo de posiciones de merecen. Superar el sexismo, el
corte economicista como las de Agarwal, todo androcentrismo, el racismo y el an-
se reduce a tomar medidas prácticas de conser- tropocentrismo son las metas de esta
vación del medio ambiente que se apoyen en el nueva forma de feminismo.
saber tradicional de las mujeres rurales, sustituir El feminismo no debe cerrarse a las nuevas
el monocultivo industrial por la diversidad de preocupaciones y sensibilidades de las mujeres.
semillas autóctonas, descentralizar y favorecer El ecologismo es una de ellas. Y si creemos que
la participación de los grupos desfavorecidos en el feminismo ha de plantear horizontes utópicos
la toma de decisiones. Esto es indudablemente en el sentido etimológico de utopía (ou-topos,
útil y necesario pero, como señala la ecofemi- aquello que todavía no ha tenido lugar pero
nista alemana Barbara Holland-Cunz, este tipo puede tenerlo), podemos ver que el feminismo
de críticas al ecofeminismo espiritualista ignora ecologista tiene mucho que aportar. Barbara Holland-Cunz

El Ecologista, nº 31, verano 2002 39

Potrebbero piacerti anche