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NOCHE DEL JUEVES SANTO


ADORACIÓN AL SANTÍSIMO 1
Canto: OH BUEN JESUS, YO CREO FIRMEMENTE

INTRODUCCION

Guia: Hermanos: hoy, al anochecer, nos hemos reunido junto al altar del
Señor para celebrar la Eucaristía haciendo memoria, de manera singular, de
aquella última Cena, en la cual el Señor Jesús, en la noche en que iba a ser
entregado, habiendo amado hasta el extremo a los suyos que estaban en el
mundo, ofreció a Dios Padre su Cuerpo y su Sangre bajo las especies del pan y
del vino y los entregó a los Apóstoles para que los sumiesen como alimento de
vida eterna.
Ahora nos hemos reunido, en actitud de adoración, ante el sagrario donde
hemos depositado el sacramento admirable de la Eucaristía, por el cual Cristo ha
querido permanecer realmente presente entre nosotros. Que nuestra plegaria, esta
noche, junto al sacramento eucarístico nos ayude a comprender más y más el don
que el Señor nos ha hecho de su Cuerpo y de su Sangre, para que siempre que
participemos del convite pascual en el que comemos a Cristo seamos más
conscientes de la gracia que entonces se nos da.

Oración (todos)
Oh Dios,
que en este sacramento admirable
nos dejaste el memorial de tu pasión,
te pedimos nos concedas venerar de tal modo
los sagrados misterios de tu Cuerpo y de tu Sangre,
que experimentemos constantemente en nosotros
el fruto de tu redención.
Tú que vives y reinas con el Padre
en la unidad del Espíritu Santo y eres Dios
por los siglos de los siglos. Amén.

Canto: Perdón, Oh Dios Mío (1°, 2° y 3° estrofas)


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Lector 1: Sagrario del Altar el nido de tus más tiernos y regalados
amores. Amor me pides, Dios mío, y amor me das; tu amor es amor de cielo, y el
mío, amor mezclado de tierra y cielo; el tuyo es infinito y purísimo; el mío,
imperfecto y limitado. Sea yo, Jesús mío, desde hoy, todo para Ti, como Tú lo
eres para mi. Que te ame ya siempre, como te aman los apóstoles; y mis labios
besan tus benditos pies, como los besó la Magdalena convertida. Mira y escucha
los extravíos de mi corazón arrepentido, como escuchaste a Zaqueo y a la
Samaritana. Déjame reclinar mi cabeza en tu sagrado pecho como a tu discípulo
amado Juan. Deseo vivir contigo, porque eres vida y amor.
Por sólo tus amores, Jesús, mi bien amado, en Ti mi vida puse, mi gloria
y porvenir. Y ya que para el mundo soy flor marchita, no tengo más anhelo que,
amándote, morir. (Sta. Teresa de Lisieux, 1873-1897, siglo XIX)

MOMENTO DE ENTREGA Y PRESENCIA FRENTE A JESÚS


GUÍA: Hagamos nuestra la Adoración Eucarística de Juan Pablo II
Todos: Señor Jesús:
Nos presentamos ante ti sabiendo que nos llamas y que nos amas tal
como somos.
“Tú tienes palabras de vida eterna y nosotros hemos creído y conocido
que tú eres el Hijo de Dios” (Jn. 6,69).
Tu presencia en la Eucaristía ha comenzado con el sacrificio de la última cena y
continúa como comunión y donación de todo lo que eres.
Aumenta nuestra FE.
Por medio de ti y en el Espíritu Santo que nos comunicas, queremos
llegar al Padre para decirle nuestro SÍ unido al tuyo.
Contigo ya podemos decir: Padre nuestro.
Siguiéndote a ti, “camino, verdad y vida”, queremos penetrar en el
aparente “silencio” y “ausencia” de Dios, rasgando la nube del Tabor para
escuchar la voz del Padre que nos dice: “Este es mi Hijo amado, en quien tengo
mi complacencia: Escuchadlo” (Mt. 17,5).
Con esta FE, hecha de escucha contemplativa, sabremos iluminar
nuestras situaciones personales, así como los diversos sectores de la vida
familiar y social.
Tú eres nuestra ESPERANZA, nuestra paz, nuestro mediador, hermano y
amigo.
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Nuestro corazón se llena de gozo y de esperanza al saber que vives
“siempre intercediendo por nosotros” (Heb. 7,25).
Nuestra esperanza se traduce en confianza, gozo de Pascua y camino
apresurado contigo hacia el Padre.
Queremos sentir como tú y valorar las cosas como las valoras tú. Porque tú eres
el centro, el principio y el fin de todo.
Apoyados en esta ESPERANZA, queremos infundir en el mundo esta
escala de valores evangélicos por la que Dios y sus dones salvíficos ocupan el
primer lugar en el corazón y en las actitudes de la vida concreta.
Queremos AMAR COMO TÚ, que das la vida y te comunicas con todo lo que
eres.
Quisiéramos decir como San Pablo: “Mi vida es Cristo” (Flp. 1,21).
Guia: Nuestra vida no tiene sentido sin ti.
Queremos aprender a “estar con quien sabemos nos ama”, porque “con
tan buen amigo presente todo se puede sufrir”. En ti aprenderemos a unirnos a
la voluntad del Padre, porque en la oración “el amor es el que habla” (Sta.
Teresa).
Entrando en tu intimidad, queremos adoptar determinaciones y actitudes
básicas, decisiones duraderas, opciones fundamentales según nuestra propia
vocación cristiana.
CREYENDO, ESPERANDO Y AMANDO, TE ADORAMOS con una actitud
sencilla de presencia, silencio y espera, que quiere ser también reparación, como
respuesta a tus palabras: “Quedaos aquí y velad conmigo” (Mt. 26,38).
Tú superas la pobreza de nuestros pensamientos, sentimientos y
palabras; por eso queremos aprender a adorar admirando el misterio, amándolo
tal como es, y callando con un silencio de amigo y con una presencia de donación.
El Espíritu Santo que has infundido en nuestros corazones nos ayuda a
decir esos “gemidos inenarrables” (Rom. 8,26) que se traducen en actitud
agradecida y sencilla, y en el gesto filial de quien ya se contenta con sola tu
presencia, tu amor y tu palabra.
En nuestras noches físicas y morales, si tú estás presente, y nos amas, y
nos hablas, ya nos basta, aunque muchas veces no sentiremos la consolación.
Aprendiendo este más allá de la ADORACIÓN, estaremos en tu
intimidad o “misterio”.
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Entonces nuestra oración se convertirá en respeto hacia el “misterio” de
cada hermano y de cada acontecimiento para insertarnos en nuestro ambiente
familiar y social y construir la historia con este silencio activo y fecundo que
nace de la contemplación.
Gracias a ti, nuestra capacidad de silencio y de adoración se convertirá
en capacidad de AMAR y de SERVIR.
Nos has dado a tu Madre como nuestra para que nos enseñe a meditar y adorar
en el corazón. Ella, recibiendo la Palabra y poniéndola en práctica, se hizo la más
perfecta Madre.
Ayúdanos a ser tu Iglesia misionera, que sabe meditar adorando y
amando tu Palabra, para transformarla en vida y comunicarla a todos los
hermanos.
Amén.
CANTO: Salmo 122
MOMENTO DE ADORACION
TODOS: Eterno Padre, nosotros te agradecemos porque Tu infinito
Amor nos ha salvado, a través de tu Hijo Jesucristo. Gracias, Padre nuestro,
por tu inmensa paciencia que nos has esperado. Gracias, Dios nuestro, por tu
inconmensurable compasión que tuvo piedad de todos nosotros. La única
recompensa que podemos darte en retribución de todo lo que nos has dado es
nuestra debilidad, nuestro dolor y nuestra miseria.
Estamos delante Tuyo, Espíritu de Amor, que eres fuego inextinguible y
queremos permanecer en tu adorable presencia, queremos reparar nuestras
culpas, renovarnos en el fervor de nuestra consagración y entregarte este
nuestro homenaje de alabanza y adoración.
Jesús bendito, estamos frente a Ti y queremos arrancar a tu Divino
Corazón innumerables gracias para nosotros y para todas los hombres, para la
Santa Iglesia, tus sacerdotes y religiosos. Permite, oh Jesús, que estas horas
sean verdaderamente horas de intimidad, horas de amor en las cuales nos sea
dado recibir todas las Gracias que Tu Corazón divino nos tiene reservadas.
Virgen María, Madre de Dios y Madre nuestra, Madre Dolorosa, nos
unimos a Ti y te suplicamos nos hagas partícipes de los sentimientos de Tu
Corazón Inmaculado.
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¡Dios nuestro! Yo creo, adoro, espero y te amo. Te pedimos perdón por
los que no creen, no adoran, no esperan y no te aman.
Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, te adoramos
profundamente y te ofrecemos el preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad
de Nuestro Señor Jesucristo, presente en todos los Sagrarios del mundo, en
reparación de todos los ultrajes, sacrilegios e indiferencias con que El mismo es
ofendido. Y por los méritos infinitos de su Sacratísimo Corazón y del
Inmaculado Corazón de María, te pedimos la conversión de los pecadores, de
cada uno de nosotros, pobres pecadores.
CANCIÓN: Perdón, Oh Dios mío.(4º, 5º y 6º estrofas)
MOMENTO DE SÚPLICA DE PERDÓN
GUÍA: PEDIMOS PERDÓN por nuestros pecados y también nos
ofrecemos como el vino y el pan para ser exprimidos y pisoteados
como maduros racimos de uvas en el lagar y granos de trigo
triturados en el molar del molino, digámoslo cantando:
Canto: Señor, te ofrecemos el Vino y el Pan.
Todos: Con la confianza de haber obtenido de tu infinita Misericordia el
perdón por nuestras innumerables culpas, ofensas y negligencias nos
permitimos, oh Jesús, pedirte perdón también por nuestros hermanos.
Pensamos en los innumerables pecados que se cometen en el mundo día a día:
pecados de los individuos y de las naciones, pecados de los súbditos y de los
gobernantes; pecados de orgullo, de sensualidad y de codicia; pecados de
pensamiento, de palabra, de obras y de omisión.
Por todos estos pecados y por los pobres infelices que los cometen, nos
atrevemos a pedirte, oh Jesús, la efusión de Tu infinita Misericordia. Son los
pecados los que te hicieron agonizar en el Huerto de los Olivos y sumergieron tu
Alma santísima en un mar de tristeza.
No olvides, oh Jesús, que libremente quisiste cargar con ellos; que has
querido “hacerte pecado”, para borrar los nuestros; no olvides, oh Jesús, que te
ofreciste a la ira del Padre, para rescatar a tus hermanos culpables.
Oh Jesús, te rogamos renueves tu ofrecimiento al Padre, presentándole
nuevamente tus llagas;
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Muéstrale las espinas, los flagelos y los clavos que traspasaron tus
carnes; pero especialmente, hazle ver tu Corazón herido y rebosante de Amor
por Él y por nosotros, y pide su perdón.
Recuerda, oh Jesús, que mayor que todas nuestras culpas es tu
misericordia. Viértela, oh Jesús, sobre el mundo culpable. Busca las ovejas que
se alejaron de tu redil y muéstrales cuán grande es la potencia de tu Amor de
Salvador.
Y ya que tu Corazón está herido por las culpas de los más íntimos, para
los que renuevan el beso de Judas o la negación de Pedro, también para ellos, oh
Jesús, invocamos tu perdón. Que ninguno de ellos cumpla el gesto desesperado
de Judas, sino que tu Gracia los induzca, como a Pedro, a una reparación de
Amor.
Oh, Dios mío, que posees en una abundancia incomprensible todo cuanto
puede haber de perfecto y digno de Amor, extingue en nosotros todo amor
culpable, sensual y desordenado hacia las criaturas, y enciende en nuestro
corazón el fuego purísimo de tu amor, a fin de que te amemos solo a Ti, por Ti,
hasta el punto que, consumidos en tu santísimo amor, podamos ir a amarte
eternamente en el cielo, con los elegidos. Amén.

Letanía
Cordero de Dios, que amas hasta el fin a los hombres, ten piedad de
nosotros.
Cordero de Dios, que amas hasta el fin a los hombres, ten piedad de
nosotros.
Cordero de Dios, que amas hasta el fin a los hombres, danos la paz.

Lectura de Juan 14,1-12: Yo soy el camino, la verdad y la vida.


Guia: Del santo Evangelio según San Juan.

En aquel tiempo dijo Jesús a sus discípulos:


No perdáis la calma, creed en Dios y creed también en mí. En la casa de
mi Padre hay muchas estancias; si no fuera así, ¿os habría dicho que voy a
prepararos sitio? Cuando vaya y os prepare sitio volveré y os llevaré conmigo,
para que donde estoy yo estéis también vosotros. Y adonde yo voy, ya sabéis el
camino.
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Tomás le dice: —Señor, no sabemos adónde vas. ¿Cómo podemos saber
el camino? Jesús le responde: —Yo soy el camino y la verdad y la vida. Nadie
va al Padre sino por mí. Si me conocierais a mí, conoceríais también a mi Padre.
Ahora ya lo conocéis y lo habéis visto.
Felipe le dice: — Señor, muéstranos al Padre y nos basta. Jesús le replica:
— Hace tanto que estoy con vosotros, ¿y no me conoces, Felipe? Quien me ha
visto a mí ha visto al Padre. ¿Cómo dices tú: “Muéstranos al Padre?” ¿No crees
que yo estoy en el Padre y el Padre en mí? Lo que yo os digo no lo hablo por
cuenta propia. El Padre, que permanece en mí, él mismo hace las obras.
Creedme: yo estoy en el Padre y el Padre en mí. Si no, creed a las obras. Os lo
aseguro: el que cree en mí, también él hará las obras que yo hago, y aun
mayores. Porque yo me voy al Padre.

Todos: La bondad y la misericordia del Señor, gracias a Cristo, nos


acompañan todos los días de nuestra vida. El es el pastor de nuestras almas. El
nos conduce al Padre por el camino que es él mismo para cuantos creen en él y
de él se alimentan. Invoquémosle como pastor por quien nada nos
falta.

Letanía
(Puede cantarse con una de las músicas habituales del Cordero de Dios)

Cordero de Dios, que sacias nuestra sed con tu sangre, ten piedad de
nosotros.
Cordero de Dios, que sacias nuestra sed con tu sangre, ten piedad de
nosotros.
Cordero de Dios, que sacias nuestra sed con tu sangre, danos la paz.

Oración (Todos)
Señor Jesús, Pastor de tu Iglesia,
que preparas una mesa ante nosotros
y te nos das a ti mismo como alimento:
guíanos por los caminos de tu justicia,
para que arrancados de las tinieblas
y sin temer mal alguno
podamos gozar para siempre
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del descanso de la casa del Padre.
Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén.

Lectura de Juan 15,9-17: Nadie tiene amor más grande que el


que da la vida por sus amigos.
Lector : Del santo evangelio según san Juan.

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:


Como el Padre me ha amado, así os he amado yo; permaneced en mi
amor. Si guardáis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor; lo mismo que
yo he guardado los mandamientos de mi Padre y permanezco en su amor. Os he
hablado de esto para que mi alegría esté en vosotros y vuestra alegría llegue a
plenitud.
Este es mi mandamiento: que os améis unos a otros como yo os he
amado. Nadie tiene amor más grande que el que da la vida por sus amigos.
Vosotros sois mis amigos, si hacéis lo que yo os mando. Ya no os llamo siervos,
porque el siervo no sabe lo que hace su señor: a vosotros os llamo amigos,
porque todo lo que he oído a mi Padre os lo he dado a conocer. No sois vosotros
los que me habéis elegido, soy yo quien os he elegido y os he destinado para que
vayáis y deis fruto, y vuestro fruto dure. De modo que lo que pidáis el Padre en
mi nombre os lo dé. Esto os mando: que os améis unos a otros.
Guia: Jesús, con la ofrenda de su Cuerpo, nos ha redimido y nos ha
dado el mayor ejemplo de caridad. Es de él de quien hemos aprendido a llevar la
ley del Señor en las entrañas y a ponerla en práctica llenos de gozo. Unidos a
Cristo, y por el gran amor que él nos tiene, podemos decir:

R./ Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu.

Letanía
Cordero de Dios, que amas hasta el fin a los hombres, ten piedad de
nosotros.
Cordero de Dios, que amas hasta el fin a los hombres, ten piedad de
nosotros.
Cordero de Dios, que amas hasta el fin a los hombres, danos la paz.
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Oración (Todos)
Señor Jesús,
que te hiciste obediente hasta la muerte
muerte de cruz
antes de ser ensalzado
recibiendo el nombre que está sobre todo nombre:
enséñanos a cumplir siempre la voluntad de tu Padre y concede a tus
hermanos,
santificados de una vez para siempre
con la oblación de tu cuerpo,
de esperar, desde el destierro de este mundo,
las maravillas de tu amor.
Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén.

MOMENTO DE REPARACIÓN
GUÍA: Señor, ahora queremos hacer ante ti reparación. Oh Jesús,
víctima divina de nuestros altares, grande y único Reparador, también nos
unimos a Ti para cumplir, contigo y por medio tuyo, el oficio de pequeñas almas
reparadoras.
Y nos dirigimos también a Ti, oh Madre nuestra, para que así como en el
Calvario ofreciste al Padre a Tú Jesús, que se inmolaba por su Gloria y por la
salvación de las almas, así renueves en este momento el místico ofrecimiento en
nuestro lugar.
En el cáliz de tu corazón Inmaculado ofrece, oh Virgen dulce, los dolores
de Jesús junto a los tuyos, para invocar la Divina Misericordia sobre nosotros y
sobre el mundo entero. Después de haberte dado gracias por tus dones sin fin,
¿cómo podemos no confundirnos a la vista de nuestras culpas y de nuestras
infidelidades? ¡Con cuanta ingratitud y frialdad hemos respondido a tus
beneficios!
CANTO : Ven a mí, Dulce Pan de la Vida

Guia: Jesús nos ha dado a conocer a Dios y su amor. Nos ha dado a


conocer el amor de Dios que nos llama a vivir en la unidad de su vida. Y ha
orado por nosotros para que esta unidad sea total. Es la unidad en la que nos
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ayuda a ir penetrando gracias a la Eucaristía, que es signo de unidad y vínculo de
caridad. En la Eucaristía gustamos la bondad del Señor para cuantos a él se
acogen.

Lectura de Juan 17,20-26: Que sean completamente uno.


Lector: Del santo evangelio según San Juan

En aquel tiempo, levantando los ojos al cielo, Jesús dijo:


Padre Santo: no sólo por ellos ruego, sino también por los que crean en
mí por la palabra de ellos, para que todos sean uno, como tú, Padre, en mí y yo
en ti, que ellos también sean en nosotros, para que el mundo crea que tú me has
enviado.
También les di a ellos la gloria que me diste, para que sean uno, como
nosotros somos uno: yo en ellos y tú en mí, para que sean completamente uno,
de modo que el mundo sepa que tú me has enviado y los has amado como me
has amado a mí.
Padre, éste es mi deseo: que los que me confiaste estén conmigo, donde
yo estoy y contemplen mi gloria, la que me diste, porque me amabas antes de la
fundación del mundo.
Padre justo, si el mundo no te ha conocido, yo te he conocido, y éstos han
conocido que tú me enviaste. Les he dado a conocer y les daré a conocer tu
Nombre, para que el amor que me tenías esté en ellos, como también yo estoy en
ellos.
Canto: Altísimo Señor

Lector :
¡Oh, Santísimo Jesús, que aquí sois verdaderamente Dios escondido;
concédeme desear ardientemente, buscar prudentemente, conocer
verdaderamente y cumplir verdaderamente en alabanza, y gloria de vuestro
nombre todo lo que os agrada. Ordenad, ¡Oh Dios mío!, el estado de mi vida;
concédeme que conozca lo que de mí queréis y que lo cumpla como es menester
y convine a mi alma. Dadme, oh Señor Dios mío, que no desfallezca entre las
prosperidades y adversidades, para que ni en aquellas me ensalce, ni en éstas me
abata. De ninguna cosa tenga gozo ni pena, sino de lo que lleva a Vos o aparta de
Vos. A nadie desee agradar o tema desagradar sino a Vos. Séanme viles, Señor,
todas las cosa transitorias, y preciosas todas las eternas. Disgústeme, Señor, todo
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gozo sin Vos, y no ambicione cosa ninguna fuera de Vos. Séame deleitoso,
Señor, cualquier trabajo por Vos, y enojoso el descanso sin Vos. Dadme, oh Dios
mío, levantar a Vos mi corazón frecuente y fervorosamente, hacerlo todo con
amor, tener por muerto lo que no pertenece a vuestro servicio, hacer mis obras
no por rutina, sino refiriéndolas a Vos con devoción. Hacedme, oh Jesús, amor
mío y mi vida, obediente sin contradicción, pobre sin rebajamiento, casto sin
corrupción, paciente sin disipación, maduro sin pesadumbre, diligente sin
inconstancia, temeroso de Vos sin desesperación, veraz sin doblez; haced que
practique el bien sin presunción, que corrija al prójimo sin soberbia, que le
edifique con palabras y obras sin fingimientos. Dadme, oh Señor Dios mío, un
corazón vigilante que por ningún pensamiento curioso se aparte de Vos; dadme
un corazón noble que por ninguna intención siniestra se desvié; dame un corazón
firme que por ninguna tribulación se quebrante; dadme un corazón libre que
ninguna pasión violenta le domine. Otórgame, oh Señor Dios mío, entendimiento
que os conozca, diligencia que os busque, sabiduría que os halle,
comportamiento que os agrade, perseverancia que confiadamente os espere, y
esperanza que, finalmente, os abrace. Dadme que me aflija con vuestras penas
aquí por la penitencia, y en el camino de mi vida use de vuestros beneficios por
gracia, y en la patria goce de vuestras alegrías por gloria. Señor que vivís y
reináis, Dios por todos los siglos de los siglos. Amén.
(Sto. Tomás de Aquino, 1225-1274, siglo XIII)

Letanía
Cordero de Dios, que ruegas con amor por los tuyos, ten piedad de
nosotros.
Cordero de Dios, que ruegas con amor por los tuyos, ten piedad de
nosotros.
Cordero de Dios, que ruegas con amor por los tuyos, danos la paz.

Oración (Todos)
Señor Jesús,
tú eres el salvador de los humildes
y la felicidad de quienes en ti confían,
el alimento de los hambrientos
y la vida de tus fieles:
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dígnate escuchar la alabanza agradecida de tu Iglesia,
haz resplandecer en su rostro
el gozo de tu presencia
y haz que gustemos en este mundo tu bondad,
de la que seremos saciados el día de la felicidad eterna.
Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén.

CANTO: Tu Reinaras

Lector 1: De los sermones de san Agustín


(354-430, siglos IV y V)
Cristo el Señor, que nos oye juntamente con el Padre, se dignó orar por
nosotros al Padre. ¿Hay cosa más segura que nuestra felicidad, si ora por
nosotros quien concede lo que pide?
Escuchasteis lo que pidió para nosotros; más aún, expresó su voluntad.
Padre, quiero que los que me diste... Quiero, Padre; yo hago lo que tú quieres,
haz tú lo que yo deseo. Quiero. ¿Qué cosa? Que donde yo estoy, estén ellos
también conmigo. ¡Oh casa bienaventurada! ¡Oh patria sin peligro alguno, libre
de enemigos y epidemias! En ella vivimos en paz, sin ansias de emigrar, pues no
encontraremos lugar más seguro. Cuanto eliges en esta tierra, lo eliges sabiendo
que va a ser causa de temor, no de tranquilidad. Búscate para ti un lugar mientras
te halles en este mal lugar, es decir, en este mundo, en esta vida llena de
tentaciones, en esta mortalidad pletórica de gemidos y temores. Mientras te
hallas en este sitio malo, elígete un lugar a donde puedas emigrar. No podrás
emigrar del mal al bueno si no haces el bien mientras estás en el malo. ¿De qué
lugar se trata? De aquél donde nadie siente hambre. Por tanto, si quieres habitar
en aquel sitio bueno donde nadie siente hambre, reparte tu pan con el hambriento
en este mundo.
En aquel lugar dichoso nadie es peregrino, todos se encuentran en la
propia patria; por tanto, si quieres estar en aquel lugar bueno, recibe en tu casa,
mientras estás en el lugar malo, al peregrino, que no tiene a dónde entrar; dale
hospitalidad en el lugar malo, para llegar al lugar bueno donde no puedes ser
huésped.
En aquel lugar bueno nadie necesita vestido, pues no hay ni frío ni calor;
¿qué necesidad, pues, de techo o de ropa? Pero he aquí que donde no habrá
techo, sino protección, aun allí encontramos un techo: Me refugio a la sombra
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de tus alas. Así, pues, a quien no tiene techo en este lugar malo, otórgaselo tú,
para hallarte en aquel lugar bueno donde tu techo será tal que no tengas que
repararlo, pues allí donde está la fuente perenne de la verdad no Llovizna. Pero
esta lluvia alegra sin provocar humedad, lluvia que no es otra cosa que la fuente
de la vida. ¿Qué significa: Señor, en ti está la fuente viva? Y la Palabra estaba
junto a Dios.

Por tanto, hermanos, haced el bien en este lugar malo para llegar al lugar
bueno, del que dice quien nos lo está preparando: Quiero que donde estoy yo,
estén ellos también conmigo. El subió para prepararlo, para que nosotros
lleguemos tranquilos estando ya todo dispuesto. El se prepara; permaneced en él.
¿Es Cristo para ti pequeña casa? Ya no temes ni a su pasión: resucitó de los
muertos, y ya no muere, la muerte no tiene ya dominio sobre él. El lugar malo,
los días malos, no son otra cosa que este mundo; pero hagamos el bien en este
lugar malo y vivamos bien en medio de estos días malos.

Tanto el lugar malo como los días malos pasarán, y llegarán el lugar
bueno y los días buenos, uno y otros eternos. Los mismos días buenos no serán
más que un único día. ¿Por qué son aquí los días malos? Porque pasa uno para
que llegue el otro; pasa el hoy para que venga el mañana y pasó el ayer para que
llegara el hoy. Donde nada pasa no hay más que un único día, y ese día es Cristo.

Oración de los fieles


Guia: Oremos, diciendo: Santifica, Señor, al pueblo que redimiste con
tu sangre.

⇒ Adoremos a nuestro salvador, que en la última Cena, la noche misma


en la que iba a ser entregado, confió a su Iglesia la celebración
perenne del memorial de su muerte y resurrección. Oremos…

⇒ Cristo, Hijo de Dios vivo, que mandaste celebrar la cena eucarística en


memorial tuyo: enriquece a tu Iglesia con la constante celebración de
tus misterios. Oremos…
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⇒ Cristo, sacerdote único del Altísimo, que encomendaste a tus
sacerdotes ofrecer tu sacramento: haz que su vida sea fiel reflejo de lo
que celebran sacramentalmente. Oremos…

⇒ Cristo, maná del cielo, que haces que formemos un solo cuerpo todos
los que comemos del mismo pan: refuerza la paz y la armonía de todos
los que creemos en ti. Oremos…

⇒ Cristo, médico celestial, que por medio de tu pan nos das un remedio
de inmortalidad y una prenda de resurrección: devuelve la salud a los
enfermos y la esperanza viva a los pecadores. Oremos…

⇒ Cristo, rey venidero, que mandaste celebrar tus misterios para


proclamar tu muerte hasta que vuelvas: haz que participen de tu
resurrección todos los que han muerto en ti. Oremos…

⇒ Cristo, Pastor Eterno, que con tu Santo Sacrificio haz hecho participes
a una infinidad de almas que te han consagrado su existencia con su
vida y obras como Esteban, Pablo y Pedro, tus Santos Apóstoles, los
primeros Mártires Cristianos, los Santos Padres, Agustín de Hipona,
Tomás de Aquino, Fco. De Asís, Ignacio de Loyola, Juan de la Cruz,
Teresa de Avila, el Cura de Ars, Patricio, Catalina Lauvoree, Felipe de
Jesús, Antonio Abad, Clara de Asís, Pascual Bailón, Margarita María
Alacoque, Isidro Labrador, Rafael Guizar, Teresita del Niño Jesús,
Edith Stein, Maximiliano Kolbe, Agustín Calorca, Toribio Romo,
Ramón Adame, Domingo Sabio, Juan Bosco, Rosa de Lima, Daniel
Comboni, Salvador Lara, Manuel Morales, David Roldan, Martín de
Porres. Y tus Beatos Sebastián de Aparicio, Anacleto González,
Miguel Gómez, Salvador y Ezequiel Huerta, etc. Que nunca buscaron
su gloria ante los hombres y si darte todo el Honor y la Gloria que solo
te pertenece a Ti Señor. Oremos…

⇒ Cristo, Real y Verdaderamente Presente en el Santísimo Sacramento,


permite que volvamos a valorar los espacios Sagrados en donde estas
Tú presente. Oremos…
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Unidos fraternalmente, oremos al Padre de los cielos con la oración que
su Hijo y Redentor nuestro nos enseñó: Padre nuestro...

Oración (Todos)
Señor Dios todopoderoso,
que para gloria tuya y salvación de los hombres
constituiste a Cristo sumo y eterno sacerdote,
concede al pueblo cristiano,
adquirido para ti por la sangre preciosa de tu Hijo,
recibir en la eucaristía, memorial del Señor,
el fruto de la pasión y resurrección de Cristo.
Que vive y reina contigo por los siglos de los siglos. Amén.

MOMENTO DE ACCION DE GRACIAS


GUÍA: Señor, la Iglesia nos invita a darte Gracias por tu gran Gloria,
nos invita a agradecerte, glorificarte y alabarte por lo que Tú eres, Dios
nuestro. Por este motivo, nos es grato repetirte: Te damos gracias, porque eres
el Amor infinito.
Después de habernos postrado para adorarte, queremos agradecerte. Te
agradecemos, nuestro Dios, porque tú eres el Amor y te agradecemos por los
dones de tu Amor. Y ya que los dones más preciados, los de la vida sobrenatural,
nos los diste por Jesús, es también por Él, con Él y en Él que queremos elevar
hasta Ti el Himno de reconocimiento.
En unión con Jesús te agradecemos, Dios Padre, por todas las gracias
que nos has concedido. Tú nos diste la vida, sacándonos de la nada y nos la
conservaste día a día hasta este momento. Pero Tú nos has dado otra vida más
valiosa, la de la Gracia, que nos hace partícipes de tu misma vida divina y,
después de la primera Gracia con la que nos santificaste el día de nuestro
bautismo, ¡Cuántas Gracias nos han sido concedidas, que conservaron,
aumentaron y, tal vez, reconquistaron la vida sobrenatural!.
Pero no queremos y no podemos darte gracias solo por nosotros. Te doy
gracias también por todos los dones que tu Amor ha derramado en la Iglesia.
Por los beneficios otorgados a los Ángeles y a los Santos, alabanzas perennes de
tu amor. Y sobre todo por los beneficios innumerables que has hecho a María
Santísima, nuestra dulce Madre.
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Te damos gracias por haberla hecho tan grande, tan santa, tan hermosa.
Te damos gracias por los privilegios que le concediste, por el trono de
gloria sobre el cual la colocaste, por la misión que le confiaste. Te damos gracias
por haber hecho de esta criatura predilecta, una Madre en la que podemos y
debemos colocar todas nuestras esperanzas.
Para que nuestro reconocimiento sea más eficaz permite, oh Señor,
vivificarlo con el amor. Por eso te decimos y te repetimos: que te amamos con
todo nuestro corazón, con toda nuestra alma, con toda nuestra mente y con
todas nuestras fuerzas.

CANTO: DIOS ES AMOR

GUÍA: BENDITO SEA DIOS


Bendito sea Dios.
Bendito sea su Santo Nombre.
Bendito sea Jesucristo verdadero Dios y verdadero hombre.
Bendito sea el Nombre de Jesús.
Bendito sea su Sacratísimo Corazón.
Bendito sea su Preciosísima Sangre.
Bendito sea Jesús en el santísimo Sacramento del Altar.
Bendito sea el Espíritu Santo Consolador.
Bendita sea la Excelsa Madre de Dios, María santísima.
Bendita sea su santa e Inmaculada Concepción.
Bendita sea su gloriosa Asunción.
Bendito sea el Nombre de María, Virgen y Madre.
Bendito sea San José su castísimo esposo.
Bendito sea Dios en sus Ángeles y en sus Santos.

OREMOS (Todos):
Oh Dios, que en este Sacramento Admirable nos dejaste el memorial de tu Pasión;
te pedimos nos concedas venerar de tal modo Los sagrados misterios de tu cuerpo y de tu
sangre, que experimentemos constantemente en nosotros los frutos de la redención. Tú que
vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén.

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