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La ingeniería del hierro de mitad de siglo tiene sus máximos exponentes

en invernaderos y pabellones de muestras, entre los que destaca el


(desaparecido en 1926) de la exposición de Londres de 1851, construido
por Paxton en nueve meses y de impactante efecto estético. Las
estructuras de hierro y cristal desarrollan el gusto megalómano que se
derivaba de la tendencia sublimista del primer Romanticismo, que
encuentra ahora una forma de realización que va a exaltar las
virtudes del progreso. Los resistentes elementos de hierro fundido
fabricados en serie y de fácil ensamblaje permitieron elevar y
prolongar de forma colosal la nave central, a base de módulos regulares,
y especialmente el crucero, formando tres niveles en altura.

EL SIGLO DE LA INDUSTRIALIZACIÓN
El siglo XIX es un tiempo de gestación. La nueva sociedad, la nueva
cultura industrial, necesitaba una respuesta arquitectónica a sus
necesidades y esta respuesta, que no será dada satisfactoriamente
hasta el sigo XX, se elabora durante el XIX. Es un período en el que se
entrecruzan diferentes tendencias, con una cierta confusión, pero sobre
todo está marcado por el enfrentamiento entre tradición
arquitectónica y las nuevas técnicas, materiales y necesidades
aportados por la revolución industrial. Esto provoca la existencia de dos
tendencias artísticas que se prolongan a lo largo de todo el
siglo: la arquitectura historicista y la arquitectura del hierro.

LA ARQUITECTURA DEL S. XIX


La evolución de la arquitectura durante la época contemporánea viene
marcada por la utilización de nuevos materiales y nuevas técnicas
constructivas, adaptadas a las necesidades de la nueva sociedad
industrial. Durante los primeros decenios de este siglo las formas
neoclásicas siguieron inundando las principales capitales europeas, en
un afán burgués de rememorar las glorias y virtudes de la época clásica.
El movimiento romántico hizo que los arquitectos, animados por un
espíritu que sentía nostalgia por el pasado, hicieron resurgir las formas
góticas o islámicas. Esta corriente arquitectónica recibe el nombre de
“Historicismo” y se caracteriza por el revival de distintos estilos
históricos o de procedencia exótica. Su desarrollo fue determinante para
la evolución de la arquitectura y de las artes decorativas. Nació como
oposición al arte oficial de las academias y bajo la influencia del
romanticismo. Quería recuperar las raíces genuinas de los pueblos,
presentes en la etapa medieval, y alejarse de la influencia italiana. Este
nuevo estilo estuvo de moda durante el período comprendido entre el
final del Neoclasicismo y la llegada del Art Nouveau. Los arquitectos
utilizaron las nuevas técnicas constructivas que permitían el empleo del
hierro y otros materiales, para levantar los nuevos edificios. Esta
corriente impuso, para la construcción de grandes edificios públicos, el
renacimiento de distintos estilos del pasado: griego, clásico, románico,
gótico y el interés por estilos exóticos como el mudéjar, hindú, chino,
etc., que se extendieron por toda Europa.

LA ARQUITECTURA EN HIERRO Y CRISTAL


Pero la arquitectura contemporánea surge realmente de las necesidades
planteadas por la creciente expansión de las ciudades que trajo consigo
la Revolución Industrial. El ferrocarril, que había sido un factor decisivo
en este crecimiento urbano, contribuyó a que la ciudad moderna se
saliera de sus límites y se proyectara sobre el territorio circundante.
Contribuyó a cambiar el aspecto de las ciudades y del campo con sus
estaciones, puentes y viaductos, que se acabaron convirtiendo en un
elemento más del paisaje. Fueron este tipo de construcciones,
esencialmente prácticas, las primeras que adoptaron los nuevos
materiales, el hierro y el cristal que, son sus infinitas posibilidades,
revolucionaron la arquitectura posterior. Ya a finales del s. XVIII se
construyen las primeras obras con hierro colado o fundido, hecho que en
buena parte supone que la labor del ingeniero desplace a la del
arquitecto, fundamentalmente en la arquitectura inglesa. La función d
soporte que anteriormente desempeñaba el muro, pasó a ser ejercida
por la estructura de hierro. El cristal, que se fabrica industrialmente,
permite, a su vez, incrementar la luminosidad del edificio, dado que
permite cubrir grandes espacios y eliminar los muros en las nuevas
construcciones, resolviéndose así el problema de la adecuada
iluminación de los interiores, al mismo tiempo que la electricidad
permitía la construcción de edificios de gran altura dotados de
ascensores y, paralelamente, solucionar los problemas de aireación. La
comunicación interior y exterior del edificio se veía favorecida por estos
nuevos materiales.
Las nuevas técnicas constructivas y los elementos prefabricados en
serie permitirán la construcción masiva de edificios públicos: galerías,
invernaderos estaciones de ferrocarril, bibliotecas, mercados, etc. ; y de
edificios privados: almacenes, fábricas, etc. Se había roto el monopolio
constructivo, en cuanto a clientela, de la Iglesia, la aristocracia y la
Corona. Los palacios y las iglesias dejaron de ser el prototipo
arquitectónico dominante. El resultado fue la creación de espacios libres,
luminosos y funcionales, perfectamente adaptados a las necesidades de
la sociedad industrial.
Todas estas posibilidades se revelaron en el Palacio de Cristal (1851)
de Joseph Paxton (1803-1865): un edificio de enorme capacidad
(70.000 m2 ) pero que pudo construirse en un tiempo récord y a buen
precio gracias a que toda su estructura estaba formada por elementos
normalizados y prefabricados, fáciles de montar, que además se podrían
volver a utilizar de nuevo si fuera necesario. El Palacio de Cristal, que en
esencia era un invernadero gigantesco, permitía la creación de un
espacio amplio y diáfano que se adaptaba perfectamente a su finalidad,
servir de marco a la Gran Exposición Universal de Londres; y fue con
motivo de otra, la de París, cuando Gustave Eiffel (1832-1923), un
ingeniero con amplia experiencia en este tipo de construcciones, levantó
el que se convertiría en símbolo de la nueva arquitectura: la Torre
Eiffel (1887-1889), que despertó una amplia polémica sobre la licitud
o no de este tipo de arquitectura. En el Palacio de Cristal del Retiro
madrileño, de Ricardo Velázquez Bosco, de 1887, encontramos la
primera obra española de esta nueva modalidad, así como en la estación
de Atocha, de 1894.
En cualquier caso, los ingenieros revolucionaron la arquitectura en dos
sentidos diferentes. Uno, porque la mayor resistencia del hierro (unido a
otros factores, como por ejemplo el invento del ascensor) permitió la
construcción de los primeros rascacielos en Estados Unidos antes
de que terminara el siglo XIX, en ciudades como Chicago y Nueva
York. Otro, porque la construcción en hierro y cristal se regía por unos
principios distintos a los de la construcción en piedra, e hicieron que, por
primera vez en cerca de quinientos años, los arquitectos se olvidaran de
los viejos órdenes clásicos, arrumbaran definitivamente la sucesión de
recuperaciones historicistas en que había consistido la arquitectura del
siglo XIX y, en vez de preocuparse sólo por la belleza, lo hicieran
también por la comodidad y el funcionalismo de los edificios que
construían. Algo que, por otra parte, resultaba muy lógico si tenemos en
cuenta que el principal cliente de los arquitectos era una burguesía
interesada en conseguir la mayor calidad posible de vida, aunque a
veces se buscara a través de caminos tan distintos como el
hiperdecorativismo de la arquitectura modernista o el mucho más
racional de hombres como Adolf Loos, que rechazaban cualquier tipo de
adorno superfluo en sus casas; Frank Lloyd Wright, que buscaba
integrarlas dentro de la naturaleza, o Le Corbusier, que las concebía
como máquinas para habitar.
Este tipo de construcciones fueron obra preferentemente de ingenieros
o de personas de otras profesiones, ya que los arquitectos nos las
consideraba arquitectura propiamente dicha. Entre estos últimos estalló
la polémica sobre los valores de los nuevos materiales. La discusión
giraba en torno a si la arquitectura de hierro reunía valores estéticos
además de los funcionales, reconocidos por todo el mundo. Las
divergencias surgieron también en el campo de la arquitectura,
preguntándose si en este arte debía predominar la estructura o la
decoración. Es importante constatar la gran influencia que ejerció la
arquitectura del hierro en las corrientes constructivas posteriores. La
Escuela de Chicago adoptó su sistema estructural de construcción y la
Bauhaus recogió su idea de prefabricación de elementos.
La llegada de nuevos materiales Arquitectura posmoderna. Es
fue una de las principales características de la ingeniería moderna que
según algunos expertos se extendió hasta la década del 60. Acero,
hormigón y vidrio. Se conoce como Arquitectura Moderna a una
corriente arquitectónica que se originó en Europa en las primeras
décadas del Siglo XX, y cuyos representantes más relevantes fueron los
arquitectos Charles-Edouard Jeanneret (también conocido como Le
Corbusier), Ludwig Mies van der Rohe, Adolf Loos y, más tardíamente, el
finlandés Alvar Aalto. Aunque muchos de sus preceptos continúan
siendo empleados, los teóricos de la arquitectura consideran que el
Movimiento Moderno vio su final alrededor de la década de los 60, sin
que surja una tendencia o corriente unánime que haya podido sucederla.

Orígenes. Algunos historiadores ven la evolución de la arquitectura


moderna como un asunto social, íntimamente ligado al proyecto de la
modernidad, y por lo tanto a la Ilustración, como resultado de
revoluciones políticas y sociales. Otros consideran a la arquitectura
Moderna como un movimiento impulsado principalmente por los
desarrollos tecnológicos e ingenieriles, ya que la disponibilidad de
nuevos materiales (como el acero, el hormigón y el vidrio en paneles)
llevaron a la invención de nuevas técnicas constructivas a partir de la
revolución industrial. El Palacio de Cristal de Joseph Paxton, presentado
en la Gran Exhibición de 1851, es un ejemplo temprano. Posiblemente el
mejor lo constituye el desarrollo del rascacielos de vidrio y acero por
parte de Louis Sullivan en Chicago, alrededor de 1890. Otros
historiadores se refieren a la modernidad como una cuestión de gusto,
una reacción en contra del eclecticismo y de los excesos estilísticos y
ornamentales de la era Victoriana y del Art Nouveau. Cualquiera que sea
la causa, alrededor de principios del Siglo XX un importante número de
arquitectos comenzó a desarrollar nuevas soluciones arquitectónicas
para integrar los precedentes tradicionales -como, por ejemplo, la
arquitectura gótica- con las nuevas posibilidades tecnológicas. El trabajo
de Louis Sullivan en Chicago, Víctor Horta en Bruselas, Antoni Gaudí en
Barcelona, Otto Wagner en Viena y Charles Rennie Mackintosh en
Glasgow, entre muchos otros, puede ser visto como una lucha, común a
todos ellos, entre lo antiguo y lo novedoso.

El movimiento. Para los años 20, las figuras más importantes en la


arquitectura moderna ya tenían reputaciones establecidas. Los más
reconocidos fueron Le Corbusier en Francia y Mies van der Rohe y
Walter Gropius, directores de la Bauhaus, en Alemania. La Bauhaus fue
una de las más importantes escuelas europeas, y su mayor
preocupación era la experimentación con las nuevas tecnologías
industriales. La carrera del arquitecto norteamericano Frank Lloyd
Wright se desarrolló de forma paralela a la de los “arquitectos
modernos” europeos; sin embargo, Wright se negó a ser categorizado
junto a ellos, desarrollando por su parte tanto la teoría como los
preceptos formales de una arquitectura orgánica. En 1932 se celebró la
Exhibición Internacional de Arquitectura Moderna, cuyo comisario fue
Philip Johnson. Junto a su colaborador, el crítico Henry-Russell Hitchcock,
Johnson logró aglutinar corrientes y tendencias muy disímiles,
identificando que eran estilísticamente similares y compartían un
propósito general, y las consolidó en lo que vino a llamarse el Estilo
Internacional. Este fue un hito importante. Con la Segunda Guerra
Mundial, las principales figuras de la Bauhaus se trasladaron a los
Estados Unidos, a Chicago, a la escuela de diseño de Harvard y al Black
Mountain College. Este Estilo Internacional se convirtió en la única
solución estilística aceptable desde los años 30 hasta los 60. Los
arquitectos que desarrollaron el Estilo Internacional querían romper con
la tradición arquitectónica, diseñando edificios funcionales y nunca
ornamentados. Comúnmente, utilizaron vidrio para la fachada, y acero y
hormigón para las losas y soportes estructurales. El estilo se volvió más
evidente en el diseño de los (rascacielos). Quizás sus más notorios
exponentes son el edificio de la Organización de Naciones Unidas, el
Edificio Seagram y la Casa Lever, todos ellos en Nueva York. Los
detractores del Estilo Internacional critican su geometría rígida y
rectangular por ser "deshumanizante". Le Corbusier describía a los
edificios como "máquinas para habitar", pero la gente reaccionaba
contra esta uniformidad y rigidez. Incluso el arquitecto -y amigo personal
de Mies van der Rohe- Philip Johnson admitió estar "aburrido de las
cajas". Desde principios de los 80, muchos arquitectos han buscado
deliberadamente alejarse de los diseños geométricos. Aunque hay
mucho debate en cuanto a la caída o muerte de la Arquitectura
Moderna, la crítica a la misma comenzó en los 60 con los argumentos de
que era universal, estéril, elitista y carente de significado. El surgimiento
de la postmodernidad se atribuye al desencanto generalizado con la
arquitectura moderna.

Características formales. Usualmente, la Arquitectura Moderna se


caracterizó por: - El rechazo de los estilos históricos o tradicionales como
fuente de inspiración de la forma arquitectónica o como un recurso
estilístico (historicismo). Sin embargo, la Arquitectura de la antigüedad,
especialmente la clásica, se encuentra a menudo reflejada tanto en los
esquemas funcionales como en las composiciones volumétricas
resultantes;

• La adopción del principio de que los materiales y requerimientos


funcionales determinan el resultado: la forma sigue a la función; -
La adopción de la estética de la máquina, como consecuencia de
lo anterior;
• El rechazo al ornamento como accesorio; la estética resulta de la
propia expresión del fin del edificio, de los materiales empleados y
sus características propias;
• Simplificación de la forma y eliminación del detalle innecesario,
llegando al extremo en las obras de Mies van der Rohe. En esta
etapa los edificios ya no debían su forma a los modelos heredados
del pasado.

Trasfondo histórico. A principios del siglo XX, los pioneros de la


arquitectura moderna abogaban por romper con la tradición y comenzar
de nuevo desde cero, despreciando muchas de las cualidades de la
arquitectura del pasado, sobre todo el ornamento y el tipo. El
movimiento postmoderno surge precisamente para rescatar esas
virtudes, incorporándolas a una manera de construir industrializada.
Podría entenderse como un retorno al pasado en las formas, no en la
técnica. Precisamente la forma era el caballo de batalla. Los defensores
del racionalismo afirmaban que los edificios ya no debían su forma a los
modelos heredados del pasado, sino que únicamente respondían al uso
al que estaban destinados: eran máquinas de habitar. Lo expresaban
con la famosa frase: la forma sigue a la función, a lo que Robert Venturi
respondía con cierta sorna que la forma sigue al fracaso, aludiendo a
que las creadas sin una tradición que las apoye conducen a la pérdida
de valor de la arquitectura. Por otra parte, las ideas urbanísticas del
movimiento moderno resultaron desastrosas para muchas ciudades, por
buscar únicamente resolver los problemas funcionales más básicos de la
ciudad, sin dar respuesta a problemas culturales, económicos o sociales.
El postmodernismo promueve el retorno a valores olvidados como una
manera de recuperar el terreno perdido.

Características formales.El Teatro Nacional de Cataluña, encarnado


en la forma de un templo griego, es todo un ejemplo de la época: en él
se ve la mezcla de formatos antiguos y técnicas constructivas de
vanguardia. El postmodernismo se refleja en arquitectura generalmente
en varios aspectos, que bien se pueden definir en:

• Los edificios adoptan a menudo tipologías heredadas del pasado; -


Se recupera el ornamento: columnas, pilastras y molduras. - Se
huye de las formas puras o limpias que dominaban en la
arquitectura racionalista, buscando la yuxtaposición y el
abigarramiento.
• Se busca en ocasiones la monumentalidad de formas combinada
con la más alta tecnología en la construcción;
• Se recurre a una especie de neo-eclecticismo, dado que se toman
prestadas formas de todos los períodos de la historia; Desde el
punto de vista urbano, se busca recuperar la calle, la edificación
de pequeña escala, la riqueza visual de formas... Ejemplos de
arquitectura postmoderna son el edificio de Portland en Portland
(Oregon), o el edificio de Sony en Nueva York (originalmente
edificio de AT&T). En Europa se destacan la ampliación de la
National Gallery de Londres, o las obras de Ricardo Bofill. El Strip
de Las Vegas fue convertido en un ícono del postmodernismo a
raíz de un libro de Robert Venturi, por su eclecticismo,
exuberancia formal y riqueza visual.

Arquitectura del Hierro. Arquitectura del Hierro es el nombre


genérico de un estilo de arquitectura y construcción del Siglo XIX,
originado en la disponibilidad de nuevos materiales que se produjo
durante la revolución industrial. Esta, que comenzó en Inglaterra hacia el
año 1760, acarreó numerosos cambios en todas las culturas del mundo.
El incremento de la capacidad productiva y la invención de nuevos
procesos industriales trajeron consigo la creación de nuevos materiales
de construcción, como el hierro colado, el acero laminado o el vidrio
plano en grandes dimensiones, y, con ellos, la posibilidad de construir
nuevas composiciones hasta entonces ni siquiera soñadas. Sin embargo,
los arquitectos siguieron utilizando los materiales tradicionales durante
mucho tiempo, mientras las academias de las Bellas Artes consideraban
"poco artísticas" las fantásticas estructuras diseñadas por ingenieros a lo
largo del siglo XIX. El primer edificio construido enteramente con hierro
y vidrio fue el Crystal Palace (1850-1851; reconstruido entre 1852 y
1854) en Londres, una gran nave preparada para acoger la primera
Exposición Universal de Londres de 1851, que fue proyectada por Joseph
Paxton, quien había aprendido el empleo de estos materiales en la
construcción de invernaderos. Este edificio fue el precursor de la
arquitectura prefabricada, y con él se demostró la posibilidad de hacer
edificios bellos en hierro. Entre los escasos ejemplos de utilización del
hierro en la arquitectura del siglo XIX, destaca un edificio de Henri
Labrouste: la biblioteca de Santa Genoveva (1843-1850) en París, un
edificio de estilo renacentista en su exterior pero que en su interior
dejaba ver la estructura metálica. Los edificios de hierro más
impresionantes del siglo se construyeron para la Exposición Universal de
París de 1889: la nave de Maquinaria y la célebre Torre Eiffel (1887) del
ingeniero Alexandre Gustave Eiffel.

La revolución industrial impulsa los principales cambios que sufre la


arquitectura en la segunda mitad del S. XIX. Trae consigo los nuevos
materiales de construcción, como son el hierro, el acero laminado, el
hormigón armado o el vidrio. Con éstos se construirán lugares
funcionales surgidos de las necesidades de la nueva sociedad capitalista
e industrial, lugares donde se necesiten grandes espacios diáfanos,
invernaderos, mercados, naves, fábricas, puentes, bibliotecas, etc.
Muchos arquitectos seguirán utilizando los materiales tradicionales, ya
que eran reticentes a que los nuevos materiales entraran a formar parte
de la arquitectura. Surge así la polémica y el debate entre arquitectos e
ingenieros, a los cuales en principio no se les consideró dignos para la
edificación arquitectónica.

La Biblioteca de Santa Genoveva

La Biblioteca de Santa Genoveva, en París (1843-1850), fue el primer


edificio público que utilizó una estructura metálica que iba desde los
cimientos hasta la cubierta. De planta longitudinal, la bóveda de cristal
era sostenida por arcos de hierro que descansaban sobre columnas de
hierro, lo que permitía abrir grandes ventanales laterales para conseguir
una iluminación natural. Mientras que su interior deja ver la estructura
metálica, su aspecto exterior se enmascaró. Es un edificio de estilo
renacentista.

Las Exposiciones Universales

El empleo de los nuevos materiales arquitectónicos se difundió a través


de las Exposiciones Universales, que eran eventos que organizaban los
distintos estados para mostrar los avances de la ciencia y la técnica
propios de su país. Para albergar las máquinas y los nuevos inventos se
requerían pabellones de grandes dimensiones, por eso se construyen
con los medios técnicos más avanzados y buscando la máxima
funcionalidad.

Es así como las xposiciones Universales ofrecen los mejores exponentes


de la arquitectura del hierro.

Los tres edificios más significativos son El Palacio de Cristal de


Patxon, La Galería de las Máquinas de Dutert y Contamin y La
Torre de Gustave Eiffel.

El Palacio de Cristal

La primera exposición de carácter internacional se realizó en Londres en


1851. Los promotores de la exposición querían que la feria tuviera gran
repercusión social y para ello decidieron construir un edificio singular
que diera cobijo a los stands de los distintos países con sus innovaciones
tecnológicas. Joseph Patxon gana el concurso con un edificio muy
emblemático y original, El Palacio de Cristal.

Su proyecto constituía una novedad absoluta en relación con la


arquitectura de la época, tanto por el aspecto exterior como por el
sistema de construcción empleado, que inició la tendencia de usar los
nuevos materiales para la arquitectura.

Diseñó un edificio que tenía clara influencia de la arquitectura de los


invernaderos, que ya había ensayado con anterioridad. Sobre una planta
de tipo tradicional, proyectó un envoltorio a base de tirantes de hierro y
placas de cristal. Una gran nave construida únicamente con hierro y
vidrio. Con la solución propuesta se conseguía un espacio diáfano, lleno
de luz natural y además, tenía la ventaja de que era prefabricado, con lo
que podía montarse y desmontarse sin destruirse.

La estructura del edificio se componía de piezas estandarizadas que


llegaban terminadas de fábrica y preparadas para ser ensambladas, con
lo cual el proceso de construcción del edificio consistió en el montaje de
la estructura general y en la colocación de los cristales.

Los elementos decorativos, arcos, ventanas circulares, pináculos y


celosías, unifican el aspecto estético del edificio y acentúan el ritmo de
los módulos estructurales.

El siguiente paso se dará en la Exposición de París de 1889, con La


Galería de Máquinas y La Torre Eiffel.

La Galería de Máquinas

La Galería de Máquinas sorprende por sus dimensiones, 420 metros de


largo por 115 de anchura. Su anchura se obtiene con un solo arco
construido por dos medias parábolas articuladas en su unión. Es la
mayor luz conseguida hasta entonces en un arco o bóveda. Su sistema
de elementos prefabricados, como los de Patxon, permitieron un
montaje y desmontaje rápido.

La Torre Eiffel

Su autor, Gustave Eiffel, era un ingeniero experto en la construcción de


puentes, estaciones de ferrocarril y otros edificios de hierro. La torre,
realizada en hierro, tenía 321 metros de altura, era la construcción más
elevada del mundo hasta que, en 1931, fue superada por el Empire
State en Nueva York.

Se tardó dos años en construirla y desde el principio fue una obra muy
polémica. Se aseguró que se desmantelaría y que era antiestética, ya
que parecía más una fábrica que un monumento.
Su base está formada por cuatro arcos gigantes que descansan sobre
cuatro pilares situados en los vértices de un rectángulo. A medida que la
torre se eleva, los pilares se giran hacia el interior hasta unirse en un
solo elemento articulado.

La Arquitectura del Hierro y los nuevos materiales en España

En España, las estructuras de hierro se empezaron a aplicar en primer


lugar en las estaciones de ferrocarril. La Estación de Atocha, obra de
Alberto Palacio, que era arquitecto e ingeniero, tiene una gran cubierta
de hierro y cristal.

Otro ejemplo es El Palacio de Cristal del Retiro, en Madrid, realizado


por Velázquez Bosco tomando como ejemplo los palacios que se
proyectaban para albergar las exposiciones universales.

Se utilizaron materiales como el hierro y el cristal para la cubierta, sobre


un espacio realizado en piedra y ladrillo. Fue la primera vez que se
usaron en España el hierro y el cristal en un edificio no industrial.

La Arquitectura del Hierro y el Racionalismo

El hierro permitirá la aparición del rascacielos. Los primeros se


construyen en Chicago, con carácter comercial, siendo su máximo
representante Sullivan. Las posibilidades arquitectónicas del hierro
anuncian el racionalismo, que será el estilo arquitectónico del siglo XX.

http://www.arteespana.com/arquitecturadelhierro.htm

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