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Helio Fallas Venegas helio.fallas@gmail.com 20/4/2011
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La crisis financiera y económica mundial, cuyo origen germinó en países desarrollados,
dejó como resultado un reconocimiento generalizado que los cimientos de la economía
han sido profundamente removidos.
Ya desde hace varios lustros se venía insistiendo en que la teoría económica no brindaba
los elementos necesarios para comprender el mundo actual y especialmente para
encauzar la política económica de los países en desarrollo.
El conjunto de estos elementos tenía como trasfondo esencial dejar que las fuerzas del
mercado definieran la asignación de los recursos en la economía, la distribución del
ingreso y la sostenibilidad ambiental, al mismo tiempo que se inhibiera al Estado de
participar en la economía. Más bien, se pretendía que sus funciones básicas eran el
crecimiento de las actividades privadas en el contexto del paquete de medidas
económicas referidas. Por ello, se privilegió bajos niveles de déficit fiscal a costa de
objetivos sociales y de pocas inversiones en infraestructura. Esta sería impulsada por el
sector privado. Se expresaba que estas políticas llevarían a los países a un elevado
crecimiento y prosperidad.
Dos hechos recientes, en lo que concierne al FMI, fundamentan la visión que ahora se
tiene sobre el Consenso de Washington. En primer lugar, un seminario realizado en
Washington por el FMI, el Banco Mundial y académicos, denominado en español ³el futuro
de la macroeconomía´ (marzo 2011). Blanchard, economista del FMI, expresa que "La
crisis ha puesto de manifiesto tanto los límites de los mercados y los límites de la
intervención del gobierno. Es hora de hacer balance y elaborar una primera serie de
lecciones de política«. "
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En relación con las conclusiones del seminario, el economista del FMI resalta 9 puntos
pero me limitaré a los que considero más pertinentes. En primer lugar, ³En el secular
debate sobre el papel que deben cumplir los mercados y el Estado, el péndulo se ha
desplazado ²al menos un tanto² hacia el Estado´. En segundo lugar, ³La política
monetaria tiene que ampliar su cometido más allá de la estabilidad de la inflación,
sumando la estabilidad del producto y las finanzas a la lista de metas e incorporando
medidas macroprudenciales a la lista de instrumentos´. En tercer lugar, ³Podemos tener
muchos instrumentos de política, pero no sabemos muy bien cómo usarlos«´. En cuarto
lugar, ³Dado que no sabemos a ciencia cierta cómo usar las nuevas herramientas y estas
pueden utilizarse mal, ¿cómo deben proceder los responsables de formular las políticas?
«Tomemos el caso de las metas de inflación. No podemos, de un día para el otro, darnos
por vencidos y adoptar, por ejemplo, un sistema con cinco metas y siete instrumentos. No
sabemos cómo hacerlo y sería una actitud poco sensata´.
Por lo visto, en el caso de Costa Rica, donde nos comprometimos con las metas de
inflación y lo único que interesa es su control, lo referido del FMI parece un chiste de mal
gusto. Nos ³metimos´ en el logro de una política, donde el mismo FMI ahora reconoce que
la inflación no debe considerarse como el único objetivo, sino también la producción pero
con el gran inconveniente que ³no sabe qué instrumentos utilizar ni cómo´. Mientras el
BCCR está sujeto o inmovilizado en cuanto a la política de metas de inflación, el
crecimiento tiende a estabilizarse en una tasa baja y no hay mejoras en el empleo. ¿Hasta
cuándo esto es sostenible socialmente?
El segundo hecho relevante lo constituye una disertación del Director del Fondo, el señor
Dominique Strauss-Kan, hace dos semanas. En relación con la política monetaria
menciona que solo le incumbía la inflación y el crecimiento económico. Sin embargo,
destaca que bajo la fachada de una baja inflación y un crecimiento sólido acechaban
graves peligros: ³la escalada de los precios de los activos, el auge del crecimiento del
crédito, la inversión excesiva en vivienda, un crisol financiero de activos tóxicos y agudos
desequilibrios en cuenta corriente´. Por ello lamenta que la regulación y la supervisión
estaban enfocadas en instituciones y mercados individuales, sin considerar las
dimensiones más amplias de la estabilidad financiera y macroeconómica.
En cuanto a la política fiscal, reconoce que estaba en desuso, que su función estaba
limitada a la aplicación de los estabilizadores automáticos, según el ciclo económico, y
que no generaba confianza su aplicación. Su reaparición se presenta para salvar a la
economía mundial de una caída en picada, según sus propias palabras.
cuestiona su aplicación luego de la crisis 2008-2009. La razón es que nada impediría que
se vuelva a presentar una crisis semejante o con consecuencias aún más graves, si no se
reconstruye la teoría económica.
Otro tema que analiza es la cohesión social y reprocha que la globalización tiene una cara
oculta: ³un profundo y creciente abismo entre ricos y pobres. Si bien la globalización del
comercio estuvo asociada a una reducción de la desigualdad, la globalización financiera
ʊel aspecto más destacado de los últimos añosʊ la aumentó´. Adicionalmente, expresa
que ³La combinación mortífera de un alto y prolongado desempleo y una fuerte
desigualdad puede crear tensiones en la cohesión social y la estabilidad política, lo que a
su vez repercute en la estabilidad macroeconómica.´
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Hay otros economistas renombrados que incluso resultan más críticos que los antes
referidos y que están en actividades que los hace menos cuidadosos en sus juicios.
Rodrik en 2008 expresaba: ³Hoy la pregunta ya no es ¿Está en contra o a favor de la
globalización?, sino ¿Cuáles deberían ser las reglas de la globalización?... Para que la
globalización sobreviva, necesitará un consenso intelectual que le sirva de apoyo. La
económica mundial necesita con desesperación su nuevo Keynes´.
Tal parece que este autor resiente que no exista una nueva forma de valorar las
tendencias actuales en la economía, que serían aún más complejas por las cadenas de
valor global (éstas son procesos productivos fragmentados en etapas en varios países en
relación a los insumos, procesos productivos, distribución y venta de productos) y las
interacciones que esto implica entre países y empresas transnacionales.
Ahora en 2011 el mismo economista enumera 7 principios básicos que deberían regular a
la globalización. Algunos de esos son:
Por otra parte, es notorio que mientras no se controle o se modifiquen las reglas de la
globalización económica, seguiremos confrontando posiciones entre países ricos y
poderosos y países en desarrollo. Esto resulta aún más evidente con los problemas
climáticos y ambientales que exige una nueva configuración económica, a partir de los
nuevos procesos productivos que tienen que producirse.
Adicionalmente, también hay que resaltar las nuevas tendencias de la globalización que
apuntan a: 1. consolidar cadenas de valor global; 2. a acrecentar el rol de las
multinacionales en esas cadenas; 3. aumentar la proporción de las exportaciones e
importaciones intra-firma por parte de las transnacionales. Estas tendencias estarían
afectando las políticas de los países por fomentar cadenas de valor en cada uno de ellos.
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È Una política macroeconómica que tenga como objetivos el pleno empleo, una inflación
reducida, un crecimiento o una reactivación del proceso productivo, una menor
desigualdad social y políticas de desarrollo sostenible.
È Un programa de inversión pública a diez años, que asegure las inversiones que el país
requiera para cumplir con las funciones que les sean asignadas.
È Una búsqueda permanente de la equidad mediante un esquema tributario progresivo y
de umbrales mínimos en acceso y calidad en la educación, la salud, el empleo, la
vivienda y los servicios básicos. La pobreza extrema debe eliminarse.
È Un apoyo a la economía solidaria y al desarrollo regional con participación ciudadana.
È Una reconstrucción institucional en el contexto de la redefinición de las funciones del
Estado.
È Un redefinición de las funciones del BCCR en función del interés y bien común.
È Una mejora radical en la gestión del área social, eliminando el clientelismo de la
función pública. Para ello sería necesario emitir una ley de calidad de los servicios
públicos.
È Una mejora sustancial en los mecanismos de transparencia en todas las funciones
públicas.