Documenti di Didattica
Documenti di Professioni
Documenti di Cultura
A LA MEDIANOCHE
La prueba de la paciencia, la fe y la fidelidad
Por el Pastor
Carlos E. Rivas
Para La Edificación Publicaciones
“El Espíritu y La Esposa”
© 2003 Carlos E. Rivas. Todos los derechos reservados.
Diseño de la portada: © 2003 Carlos E. Rivas. Todos los
derechos reservados.
Editado en El Salvador, Diciembre de 2003.
Salvo cuando se indica expresamente otra versión, las citas
bíblicas fueron tomadas de la versión Reina-Valera 1960.
© 1960 Sociedades Bíblicas Unidas de América Latina.
Publicado por el ministerio: Para La Edificación.
Prohibida la reproducción total
o parcial en cualquier forma,
escrita o electrónica, sin la debida
autorización.
El Espíritu y La Esposa, es texto de seminarios
de equipamiento y formación para pastores y líderes.
Es usado en estudios bíblicos para radio y televisión,
y en cursos intensivos.
Para La Edificación Publicaciones
Urb. Buenos Aires 1, Av. San Carlos #131, S. S. El Salvador. C. A.
Tel.: (503) 226- 8845; Fax.: (503) 235- 1135.
E-mail: c-rivas@salnet.net
ISBN # 156-2003
Impreso en El Salvador. C. A.
A LA MEDIANOCHE
Estas notas son una pequeña parte del estudio
El Espíritu y La Esposa
Contenido
Bosquejo
Mateo 25:1-13.
Mateo ––25: 1-13
Las diez vírgenes
1Entonces el reino de los cielos será semejante a diez vírgenes que
tomando sus lámparas, salieron a recibir al esposo. 2Cinco de ellas
eran prudentes y cinco insensatas. 3Las insensatas, tomando sus
lámparas, no tomaron consigo aceite; 4mas las prudentes tomaron
aceite en sus vasijas, juntamente con sus lámparas. 5Y tardándose el
esposo, cabecearon todas y se durmieron. 6Y a la medianoche se oyó
un clamor: ¡Aquí viene el esposo; salid a recibirle! 7Entonces todas
aquellas vírgenes se levantaron, y arreglaron sus lámparas. 8Y las
insensatas dijeron a las prudentes: Dadnos de vuestro aceite; porque
nuestras lámparas se apagan. 9Mas las prudentes respondieron
diciendo: Para que no nos falte a nosotras y a vosotras, id más bien a
los que venden, y comprad para vosotras mismas. 10Pero mientras
ellas iban a comprar, vino el esposo; y las que estaban preparadas
entraron con él a las bodas; y se cerró la puerta. 11Después vinieron
también las otras vírgenes, diciendo: ¡Señor, señor, ábrenos! 12Mas él,
respondiendo, dijo: De cierto os digo, que no os conozco. 13Velad,
pues, porque no sabéis el día ni la hora en que el Hijo del Hombre ha
de venir.
Apocalipsis ––3: 1-6
Sardis: La iglesia irresponsabilidad
1Escribe al ángel de la iglesia en Sardis: El que tiene los siete espíritus
de Dios, y las siete estrellas, dice esto: Yo conozco tus obras, que
tienes nombre de que vives, y estás muerto. 2Sé vigilante, y afirma las
otras cosas que están para morir; porque no he hallado tus obras
perfectas delante de Dios. 3Acuérdate, pues, de lo que has recibido y
oído; y guárdalo, y arrepiéntete. Pues si no velas, vendré sobre ti
como ladrón, y no sabrás a qué hora vendré sobre ti. 4Pero tienes unas
pocas personas en Sardis que no han manchado sus vestiduras; y
andarán conmigo en vestiduras blancas, porque son dignas. 5El que
venciere será vestido de vestiduras blancas; y no borraré su nombre
del libro de la vida, y confesaré su nombre delante de mi Padre, y
delante de sus ángeles. 6El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a
las iglesias.
Introducción:
En el reloj que marca el tiempo profético, la hora cero está cerca; la
noche con su telón negro ha cubierto toda la tierra; la noche profética
está llegando a su fin.
En los tiempos bíblicos, para los judíos, el día duraba doce horas y la
noche doce horas, de las seis de la tarde a las seis de la mañana era la
noche y de las seis de mañana a las seis de la tarde era el día. Cuando
el Señor Jesucristo estuvo aquí en la tierra, fue el día, cuando Él se
marcho, la noche comenzó. Y hay tres Escrituras que nos enseñan lo
avanzada que está la noche:
Esto quiere decir, que el Señor Jesucristo advierte a la Iglesia que vele
su venida en carácter de Esposo. Que busque La Palabra y La Unción
que la meterán en el avivamiento que le hagan pasar la noche y la
preparen para las bodas con Su Amado. Y para este fin le proponemos
las presentes notas.
Pág.
1
Carlos Rivas
A LA MEDIANOCHE
Mt 25: 1-13.
Este tiempo difícil de prueba bien concuerda con los consejos del
apóstol Pablo a la futura Esposa de Cristo en el Cp. 5 vrs. 11-18 de su
carta a los Efesios. Estos son los consejos apostólicos para pasar la
noche y permanecer hasta que el día esclarezca.
Vrs. 25-31. “25Maridos, amad a vuestras mujeres, así como Cristo amó a la
iglesia, y se entregó a sí mismo por ella, 26para santificarla, habiéndola
purificado en el lavamiento del agua por la palabra, 27a fin de presentársela a
sí mismo, una iglesia gloriosa, que no tuviese mancha ni arruga ni cosa
semejante, sino que fuese santa y sin mancha. 28Así también los maridos
deben amar a sus mujeres como a sus mismos cuerpos. El que ama a su
mujer, a sí mismo se ama. 29Porque nadie aborreció jamás a su propia carne,
sino que la sustenta y la cuida, como también Cristo a la iglesia, 30porque
somos miembros de su cuerpo, de su carne y de sus huesos. 31Por esto dejará
el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y los dos serán una
sola carne. 32Grande es este misterio; mas yo digo esto respecto de Cristo y
de la iglesia.”
Pág.
2
Carlos Rivas
Así que, es claro que el Señor ha tardado a propósito estos 2,000 Años
que han pasado. Él ha tardado para salvación de muchos, para
provecho y preparación de la Iglesia. En Eclesiastés 3:1 de la versión
de la Biblia de las Amétricas dice con relación al tiempo: “Hay un
tiempo señalado para todo, y hay un tiempo para cada suceso bajo el
cielo…”. Dios le ha dado a la Iglesia el tiempo suficiente para su
preparación, para que se prepare para bodas. Pues sólo entrarán a
bodas los que se hallen preparados: “…y las que estaban preparadas
entraron con él a las bodas…” Mt. 25:10. Por esto el bondadoso
Dios ha ordenado que a cada día del cristiano, no le falte el bien y la
misericordia para cumplir Su propósito satisfactoriamente. El Sal. 23:
6 dice: “Ciertamente el bien y la misericordia me seguirán todos los días de
mi vida…” Para que de esta forma, la Amada, pueda celebrar gozosas
bodas con el Cordero de Dios: “Gocémonos y alegrémonos y démosle
gloria; porque han llegado las bodas del Cordero, y su esposa se ha
preparado.” Por tanto, el tiempo que le es concedido a cada hijo de
Dios no es para ser vivido como insensato, sino como prudente.
Bueno, por hoy esto es real. Pero en el tiempo del fin no será
así. Los que se prepararon e hicieron provisión tendrán la
unción y entrarán a las bodas y los que no lo hicieron les
faltará, no les será transferido por otra persona y se quedarán
afuera de las bodas. “Y las insensatas dijeron a las prudentes:
Dadnos de vuestro aceite; porque nuestras lámparas se
apagan. Mas las prudentes respondieron diciendo: Para que no
Pág.
2
Carlos Rivas
Carlos Rivas Pág. 3
Mayor óleo. Las claves entonces para recibir una mayor unción
son:
Velar es vivir.
Velar es vivir en la fe, la esperanza y el amor. 1ª Co. 13: 13.
Velar es vivir gozosos en la esperanza; sufridos en la tribulación;
constantes en la oración. Ro. 12: 12.
Velar es vivir en el fruto de bondad, justicia y verdad. Ef. 5: 9.
Velar es vivir en el reino de Dios con justicia, paz y gozo. Ro.14: 17.
Velar es vivir siendo de él, por él y para él. Ro. 11: 36.
Velar es vivir en él, moverse en él, y ser en él. Hch. 17: 28
Velar es vivir en este siglo, sobria, justa y piadosamente. Ti. 2: 12.
Vivir todo lo contrario a estas triadas de la conducta piadosa, es
dormir o entretenimiento religioso, pero no vida.
Pág.
2
Carlos Rivas
de intimidad, así como la Amada. Cant. 1:16. “He aquí que tú eres
hermoso, amado mío, y dulce; Nuestro ‘lecho’ es de flores”. El “lecho” nos
habla de intimidad, de amor íntimo, así como conoció Adán a Eva y
fue engendrado Caín. Y note que la relación aquí, es entre el Amado y
la Amada, es –“Nuestro lecho”–, es decir, que no sólo Él la ama,
como comúnmente sucede, sino que también ella lo ama a Él. Aquí la
cama de pétalos de flores, no es un refugio de reposo para el alma
abatida, sino de un lugar de amores para el espíritu conquistado por
hermosura del Amado Señor. Todos debemos anhelar ser metidos en
las caras del Rey para tener amores con Él a puerta cerrada. “¡Oh, si
él me besara con besos de su boca! Porque mejores son tus amores
que el vino. A más del olor de tus suaves ungüentos, Tu nombre es
como ungüento derramado; Por eso las doncellas te aman. Atráeme;
en pos de ti correremos. El rey me ha metido en sus cámaras…” Cant.
1: 2-4; Mt. 6: 6. Con esto no estamos hablando de los tiempos de
oración e intercesión publica, que es la responsabilidad de una iglesia
que vela la venida del Señor y combate las obras de las tinieblas; sino
de los tiempos de amores y adoración intima, de recara cerrada.
Ahora bien, vale la pena recordar a quienes el Señor les dijo en Mt. 7:
23, «nunca os conocí». Se lo dijo a quienes habían manifestado los
dones proféticos, de liberación de endemoniados y de operación de
milagros; pero que pesar de esto, no tuvieron una relación de
intimidad con el Señor amado. Pues estos son como Rebeca, que
reciben dones sin antes estar comprometidos a bodas con el Señor.
Por lo tanto, cocientes de la responsabilidad, velemos como prudentes
la venida del Esposo, conociéndolo y siendo conocidos por Él.
En esta iglesia fueron pocas las personas que fueron halladas dignas,
es decir, fieles o comprometidos. Ap. 3:4. ––“Pero tienes unas pocas
personas en Sardis que no han manchado sus vestiduras; y andarán
Pág.
2
Carlos Rivas
Lc. 21: 36. “Velad, pues, en todo tiempo orando que seáis tenidos
por ‘dignos’ de escapar de todas estas cosas que vendrán, y de estar
en pie delante del Hijo del Hombre.” Digno de escapar, sugiere,
digno de permanecer y estar delante del Hijo de Dios.
Lc. 20:35. “Mas los que fueren tenidos por ‘dignos’ de alcanzar
aquel siglo y la resurrección de entre los muertos, ni se casan, ni se
dan en casamiento.” Digno de alcanzar aquel siglo, sugiere, digno de
participación.
Estar delante del Hijo del Eterno Dios en Su reino mediante su gracia
y la resurrección, es por haber sido juzgado digno y no por derechos
exigidos por los cristianos. Con un poco de humildad bien podríamos
decir como Juan el Bautista o el Centurión romano: “…no soy
digno…” “…yo no soy digno…” Lc. 7: 6; Mt. 3: 11. Pues no somos
dignos, ni tenemos derecho alguno.