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No tiene
25%
Tiene
75%
El PIB se estimó en base a los valores entregados por el Banco Central en base a
pesos de 1996, actualizados a pesos del 2003 por la Facultad de Administración y
Economía de la Universidad de Santiago (USACH. 2007)1 y las estimaciones de
crecimiento para el año 2007.
En cuanto a las estimaciones del PIB para la Región Metropolitana, nos basamos en
las estimaciones de la Secretaría Regional Ministerial de Planificación y Coordinación
de la RM de Santiago y Banco Central en la que el PIB de la RM corresponde al 47,7%
del PIB nacional. De esta manera, el PIB regional para el año 2007 corresponde a
$30.069.931.- millones en pesos del 2003.
Este valor, multiplicado por los 365 días del año, nos da un valor medio anual por
persona de $ 1.419.630.-
3
Remuneraciones y Costos Medios-INE 2006
Multiplicando, a su vez, este valor anual per cápita, por la población estimada por el
INE para la Región Metropolitana, tenemos que el valor total del Trabajo Doméstico
No Remunerado es de $ 7.741.617.- millones anuales.
De esta forma,
Sector Secundario
Industria Manufacturera 17,0% 5.111.888 151%
Electricidad, Gas, Agua 1,6% 481.119 1609%
Construcción 7,3% 2.195.105 353%
Total Sectores Secundarios 25,9% 7.788.112 99%
Sector Terciario
Comercio restaurantes y Hoteles 15,5% 4.660.839 166%
Transporte y Comunicaciones 9,6% 2.886.713 268%
Servicios Financieros y
Empresariales(1) 21,8% 6.555.245 118%
Propiedad de Vivienda 8,5% 2.555.944 303%
Servicios Personales (2) 12,7% 3.879.021 200%
Administración Pública 3,3% 992.308 780%
Total Sectores Terciarios 71,4% 21.530.070 36%
25.000.000
20.000.000
15.000.000
10.000.000
5.000.000
0
Sector I Sector II Sector III TDNR
Serie1 751.748 7.788.112 21.530.070 7.741.617
1) Que tendríamos un PIB en la Región Metropolitana un 26% mayor que el actual, con
una composición real de:
Sector
Trabajo No
Primario;
Remunerado;
2,0% Sector
20,5%
Secundario;
20,6%
Sector
Terciario;
56,9%
Esta realidad no debe quedar ausente en estudios que, como este, pretenden valorar
y evaluar el tiempo de las personas. Por razones metodológicas hemos de
conformarnos con cuantificaciones lineales y homogéneas que, si bien carecen de las
sutilezas y riquezas particulares, presentan una fotografía del uso del tiempo de
hombres y mujeres en diferentes actividades que engloban la vida cotidiana.
Este estudio nos muestra que la mayor parte del tiempo diario es dedicado a
actividades de tiempo necesario, vinculado principalmente con dormir y otras
actividades relacionadas con necesidades Fisiológicas.
Sin embargo, son las mujeres las que utilizan más tiempo en actividades de
educación y estudio.
A la inversa, en el trabajo doméstico no remunerado, son las mujeres las que dedican
mayor tiempo a estas actividades, dedicándole un 26% del día. Los hombres, en
cambio, dedican apenas un 11% del día a estas labores.
Ahora bien, en términos generales, son las mujeres las que más trabajan, dedicando
al trabajo total un 36% del día. En cambio, los hombres dedican al trabajo total, algo
menos del 30% del día. De esta forma, las mujeres trabajan un 23% más tiempo que
los hombres.
De este trabajo, las mujeres dedican el 71,6% del tiempo al trabajo doméstico no
remunerado. En cambio los hombres destinan solamente el 36% a este trabajo,
concentrando el resto en el trabajo remunerado.
Estas cifras, al igual que el resto de los datos que emanan de este estudio, viene a
reafirmar consideraciones tradicionalmente levantadas desde la mirada de género.
Entre ellas, el hecho de que la actividad familiar -a pesar de las transformaciones
observadas en el mercado de trabajo, de la diversificación de tipos de familia, de los
cuestionamientos y debates sobre las responsabilidades parentales, de la existencia
de políticas públicas, y las incipientes medidas del sector empresarial sobre la
conciliación entre vida familiar y vida laboral- sigue siendo principalmente femenina.
Con ello, si la mujer, además, quiere desempeñar algún empleo remunerado, tendrá
probablemente que reducir su “ocio”, ya que no podrá renunciar a aquellas tareas
que le son atribuidas en exclusiva responsabilidad.
Si bien se promueve el acceso de las mujeres al mercado del trabajo, esto no les
resta centralidad al tiempo que deben dedicar a la mantención de la existencia
fisiológica y emocional de las personas a su cargo.
En efecto, los resultados observados más bien parecen constatar que en el interior de
las familias se producen y reproducen las mismas lógicas de dominación y
discriminación de género que en otros espacios más visibles de la sociedad, como el
mercado del trabajo remunerado. Desde una óptica de género, la familia es también
–y principalmente- una unidad conformada en torno a estructuras jerárquicas y de
poder, que otorgan determinados roles y atribuciones a sus miembros, especialmente
en función de sus atributos sexuales, en cuanto institución patriarcal, pero también
en función de otras características como la edad, el parentesco, etc. El poder es un
componente central y estructurante de las relaciones al interior de la familia que
permea todos los otros tipos de relaciones posibles de constituir en este espacio y sin
cuya consideración y sin cuya consideración resulta imposible de explicar la
concentración de ciertas labores y responsabilidades en unos/as u otros/as de sus
miembros, como ocurre con aquellas propias del trabajo domestico y de reproducción
Ello obliga a una sociedad que quiere avanzar en la construcción de relaciones justas
y no discriminatorias, a la construcción de políticas públicas que tiendan a
permeabilizar las relaciones familiares de los valores democráticos, donde tanto
hombres como mujeres encuentren espacios de desarrollo igualitarios, ya mismo
tiempo permitan la visibilización y valoración del trabajo doméstico no remunerado y
su aporte a la producción y reproducción de nuestra sociedad.