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ENTREGUERRAS.
Los sistemas totalitarios han tenido un proceso muy dinámico y muy variado en su
configuración. Generalmente, han comenzado por la instalación de un grupo político en
el gobierno sin tener una concepción plenamente definida de la estructura orgánica del
sistema de autoridades.
Por lo común, estos regímenes han logrado alcanzar el poder aprovechando
circunstancias políticas, sociales y económicas; en las cuales las tensiones resultantes
han conducido a un desprestigio del sistema de autoridades existente, y a extendidos
descontentos y sentimientos de frustración de amplios sectores de la sociedad.
En cuanto al sustento ideológico, en algunos casos ha sido ampliamente elaborado en
forma previa a su establecimiento real - caso del marxismo - en otros ha consistido en
un conjunto de conceptos relativamente generales y fundamentalmente emocionales -
caso del nazismo alemán - y en otros ha sido casi totalmente elaborado luego de haberse
establecido en el gobierno, como el fascismo italiano.
La caracterización de un sistema de gobierno totalitario no se produce, generalmente,
en forma completa desde el comienzo de su instalación; sino que, respondiendo a una
concepción ideológica que presupone una gran alteración de importantes componentes
de la sociedad -que normalmente despierta importantes resistencias- va
desenvolviéndose con cierta gradualidad, por lo cual no siempre ha llegado a alcanzar
una evolución completa en sus rasgos finales.
Del mismo modo, no todas las ideologías totalitarias han contenido concepciones tan
extremas como aquellas que sustentaran el régimen nazi de Alemania; pero de todos
modos, un sistema de gobierno o una concepción política es totalitario en cuanto tenga
aquellos componentes típicos que lo definen.
Italia después de la 1ª Guerra Mundial estaba endeudada con los EE.UU. y Gran
Bretaña. Mientras se produce un reajuste en las fábricas, la producción se estanca lo que
produce un amplio paro laboral. La inflación crece lo que modela un ambiente de
malestar culpándose de ello al gobierno. Los extremos políticos crecen, el Partido
Socialista se escinde en socialistas revisionistas y los comunistas. Éstos crecieron
mucho provocando una fuerte agitación social y política. Por otro lado Italia estaba
resentida por los acuerdos finales de la I Guerra Mundial ya que no se les compensaba
tal y como había sido acordado aunque obtuvieron Tristia, Trentino y Trieste y algunos
puntos en el mar Adriático. Esta situación fue considerada como una traición al pueblo
italiano y de ello surgió en el nacionalismo el odio a los antiguos compañeros.
Los tratados de paz de 1919 no habían concedido a Italia todo lo que los aliados le
prometieron en 1915 para lograr que participara en la guerra. La sensación de
frustración por lo que los italianos consideraban una “victoria mutilada” despertó la
indignación de los nacionalistas. En este ambiente de exaltado nacionalismo, los
“arditti”, jóvenes excombatientes ultranacionalistas, dirigidos por el poeta Gabriele
D’Annunzio ocupan la ciudad de Fiume, en 1919. Pero tienen que abandonarla al
aplicar los aliados el principio wilsoniano de la autodeterminación (Tratado de Rapallo
de 1921).
Además del descontento por los tratados de paz, tres hechos sobresalen en la crítica
situación interna de Italia tras la guerra:
a. La grave crisis inflacionista que sume a la economía italiana, sobre todo, a raíz de la
crisis de reconversión de 1920-1921 en graves dificultades: cierre de industrias
improvisadas durante la guerra, alza del coste de la vida y elevado número de parados.
b. La crisis económica se complica por la agitación social que tiene su origen tanto en
la movilización y ocupación de fábricas por los obreros ante la angustia del paro y la
inflación.
c. La sucesión de crisis ministeriales.
Paralelamente, los partidos políticos preocupados por sus luchas internas no reparan
en la peligrosidad del naciente fascismo.
El fascismo en el poder.
Mussolini para asegurarse la mayoría, hace una nueva ley electoral por la que la lista
del partido que consiguiese una mayoría relativa del 25% de los sufragios se le atribuían
dos tercios de los escaños, así que Mussolini sacó el 65% de los escaños.
Pero la oposición debilitada era aún fuerte para dejar oír su voz y la libertad de prensa
pervivía. Mateotti, secretario del grupo parlamentario socialista, con una documentación
irreprochable, denuncia las graves violencias fascistas contra la libertad de voto en las
elecciones de 1924 y exige su anulación. A pesar de las sospechas, el Gobierno niega su
implicación. El affaire Mateotti pudo haber puesta fin a la dictadura fascista. La
oposición hace una llamada a la nación y reclama al Rey la aclaración de lo sucedido, la
vuelta a las normas constitucionales y la abolición de la milicia fascista. Una vez más
Víctor Manuel antepone sus temores al bolchevismo, al interés de la justicia y la
salvación del estado democrático.
El abandono de la Cámara por parte de la mayoría de los diputados de la oposición
-retirada del Aventino-, con la pretensión de que el Rey destituyera a Mussolini pone en
manos de los fascistas las instituciones. A partir de 1925, da comienzo ya la
institucionalización del Estado totalitario en su fase ascendente (1926-1936). Mussolini
anuncia su propósito de “fascistizar” Italia y recibe de una Cámara en manos de los
fascistas poderes muy concentrados.
Eliminada la oposición, suprimida la libertad de prensa y de reunión, comienza la
represión y persecución –con registros domiciliarios- de los políticos no fascistas. En
1926 los poderes legislativos del Duce son ampliados y legisla mediante decretos-leyes
al margen de la Cámara. El mismo año establece la Ley de defensa del Estado y crea un
Tribunal especial para juzgar delitos políticos y una nueva policía, la OVRA
(Organización para la Vigilancia y la Represión del Antifascismo).
El Partido Fascista, a pesar de que incrementa su influencia, es despojado de poder
político y reducido a mero órgano burocrático de propaganda y encuadramiento de
masas. El poder reside sólo en el Duce, asistido por el Gran Consejo Fascista que, desde
1928, es el órgano constitucional supremo y el que decide la composición de la Cámara
de diputados. El Gran Consejo Fascista recibe el derecho de nombrar sucesor al Duce y
aunque supeditado a él, en 1943 le derrocó.
1918: a la derrota en la 1ª Guerra Mundial se une la caída del poder imperial que abre
una nueva etapa, la cual debía ser la democracia. Ésta encuentra dos problemas:
1- Difícil situación económica en la postguerra.
2- Lucha interior contra el impulso revolucionario.
Elecciones y 1º gobierno.
La constitución de Weimar.