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clínica diaria

El momento de la
eutanasia

La eutanasia en animales de compañía

es una práctica común en nuestros días.
Se realiza como consecuencia de una
enfermedad o, simplemente, para evitar
sufrimientos innecesarios.

Aunque la comunicación del falleci-

miento del animal a sus dueños corres-
ponde principalmente al veterinario,
el auxiliar desempeñará una labor
fundamental en el proceso ayudando
a preparar al paciente y acompañando
al veterinario en la comunicación de la
noticia, escuchando y consolando a
los propietarios.

En la actualidad, un porcentaje muy elevado de nuestros pacientes
acaba sus días en la clínica, bien como consecuencia de una en-
fermedad o bien porque son eutanasiados para evitar un sufrimiento
innecesario.
De esta manera los veterinarios son los encargados de comunicar la
noticia y consolar a los dueños. Los veterinarios rara vez poseen for-
mación en habilidades de comunicación, y mucho menos en comuni-
cación de malas noticias. Se trata de materias que, por regla general,
no se enseñan en la Facultades, sino que, en el mejor de los casos,
se van adquiriendo con la práctica y con el tiempo. Los veterinarios lo
acaban haciendo un poco por intuición, según la experiencia y también
según la forma de ser de cada uno, pero entrevistar eficazmente, hablar
o comunicar es algo que puede ser enseñado y aprendido de forma
sistemática.
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Comunicar a los clientes que su animal de compañía ha muerto es algo
que siempre debe ser llevado a cabo por el veterinario. Delegar esto en
otra persona puede dar una sensación de desinterés, de que queremos
esconder algo o de una falta de empatía. Al fin y al cabo es el máximo
responsable de la clínica, ha seguido la enfermedad del animal y en
muchas ocasiones han acudido a él por la confianza que le tienen.
Hablar o comunicar es algo que
puede ser enseñado y aprendido
de forma sistemática aunque los
veterinarios lo hagan en la mayoría
de los casos por intuición
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En estos casos, el auxiliar realiza, como

siempre, una labor muy importante ya que
en muchos casos estará presente durante
todo el proceso. Ayudará a preparar al ani-
mal, colaborará con el veterinario y contri-
buirá a la hora de consolar a los dueños y
de escucharles.

no debemos olvidar
que hay dueños que
están dispuestos a
hacer más por su
animal de compañía
de lo que nosotros
haríamos por el
nuestro

Los veterinarios deben asesorar sobre la si-

tuación, emitir un pronóstico y plantear todas
las opciones terapéuticas que haya aunque
debe ser el propietario el que tome la decisión
final. Cada propietario está dispuesto a acep-
tar a su perro o gato con unas limitaciones
determinadas que no tienen porque coincidir
con las nuestras. Ahora bien si el animal está
sufriendo y no le podemos aliviar se lo debe-
mos dejar claro para que lo entienda y pueda
decidir hacer lo más lo mas adecuado. A la
hora de realizar la eutanasia de un animal es
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importante que todos los miembros de la fa-

milia estén de acuerdo. Si no es así debemos
dar el tiempo suficiente, esperar y repetir las
explicaciones tantas veces como sea nece-
sario.

Las malas noticias se deben dar en un sitio

tranquilo y donde no seamos molestados ni
interrumpidos. Se debe explicar la situación
de manera clara y concisa y debemos dar el
tiempo y las explicaciones necesarias para
que el dueño lo asimile y entienda la situación.
El profesional debe causar la impresión de
que es amable y que presta atención cuando
habla y cuando se le habla. Cuando escucha
debe hacer uso de expresiones faciales que
demuestren interés como realizar asentimien-
tos de cabeza, esto se llama escucha activa.

En el transcurso de todo el proceso debemos

intentar cumplir varios objetivos: asegurarnos
de que la familia comprende la situación, mi-
nimizar el impacto emocional y establecer una nasia y los costes que cada opción puede evitar problemas a posteriori y para que quede
relación de ayuda. tener: constancia escrita.

Debemos tener en cuenta y no olvidarnos de
que hay dueños que estarían dispuestos a ha-
cer por su animal de compañía más de lo que
nosotros estaríamos dispuestos a hacer por
el nuestro. Es por ello que siempre hay que
dar todas las opciones posibles aunque ello
implique la remisión a otro centro.
También es el momento ahora de hablar so-
bre que quieren hacer después de la euta-
• Recogida por el Ayuntamiento.
• Incineración individual, pudiendo recu-
perar las cenizas.
• Entierro en un cementerio para mas-
cotas.
Es muy importante también que el propietario
nos firme una autorización de eutanasia para
Debemos dar la opción pero nunca forzar que
el propietario esté presente durante la euta-
nasia. Conviene sedar primero al animal para
evitarle el mayor estrés posible y que la muerte
llegue sin que se dé cuenta. Hay que poner-
le una vía venosa para inyectar el producto
eutanásico a través de ella de manera que
disminuyamos al máximo el riesgo de que se
extravase con la consiguiente flebitis y dolor.
Además si no se administra correctamente la
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dosis completa se puede quedar mucho más
hipotenso impidiéndonos coger una vena más
adelante.
Hay que hace que todo transcurra de mane-
ra profesional, fluida y sin sufrimiento ni dolor.
Hay que realizar todo el proceso con tranquili-
dad y dejando que el dueño se tome el tiempo
necesario.
Si tenemos dudas a la hora de poner la vía ve-
nosa es preferible que el dueño permanezca
fuera y que entre cuando ya esté todo pre-
parado.
A veces no es sencillo coger una vena y hay
que realizar varios intentos. Hay que tener en
cuenta que muchas veces estos animales es-
tán ya muy deteriorados e hipotensos, no re-
sulta nada fácil hacerlo y da muy mala imagen
estar intentándolo una y otra vez delante de los
dueños. Ellos no van a entender las dificultades
que puede tener el procedimiento y sólo ven
que a su animal se le está sometiendo a un su-
frimiento que era lo que ellos pretendían evitar.
Comentar mientras transcurre todo que es
algo muy rápido pero que después puede
haber algunos temblores musculares a pesar
de que ya haya una parada cardiorrespirato-
ria. Es algo normal y no significa que el animal
esté sufriendo.
Tras la eutanasia debemos dar el tiempo ne-
cesario para que se despidan y esto se debe
ni la relación personal que había. Hay perso-
nas que es lo único que les queda de un fa-
miliar fallecido o que no tenían otra compañía
que su animal.
Una vez sacrificado debemos seguir tra-
tándolo con respeto y cariño. Lo normal es
quedarnos con el cadáver hasta su recogi-
da para lo cual lo meteremos en una bolsa
y lo guardaremos en un arcón congelador.
Esto se debe explicar pero es preferible ha-
cerlo una vez que el dueño se haya mar-
chado.
No debemos olvidar que si se quiere realizar
la necropsia es necesario un consentimiento
no hay que juzgar informado por parte del propietario.
el comportamiento
El duelo se ha estudiado mucho, sobre todo
del dueño en ese en lo que atañe al fallecimiento de personas.
momento, nosotros no Algunos autores describen que ante la no-
tenemos porque saber ticia del fallecimiento de un familiar se pasa
la relación personal por unas etapas y es algo que puede ser ex-
trapolado, con algunas consideraciones, al
que existía entre él y
fallecimiento de un ser querido como es el de
su mascota nuestro perro o gato:
• Fase I o de shock: Caracterizadaprin-
hace en un sitio tranquilo de manera que cipalmentepor insensibilidad y estu-
puedan exteriorizar sus sentimientos. pefacción. Nada parece real, el sujeto
está como en trance, no responde
No debemos juzgar su comportamiento en cuando le hablan, se siente como
ese momento. Para muchos es una tragedia espectador, no puede concentrarse,
y hay que entenderlo. Nosotros no tenemos no tiene energía. Está aturdido, para-
porqué saber lo que para cada uno significaba lizado. Esta situación responde a un
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el duelo está muy

estudiado en lo que
al fallecimiento de
personas se refiere.
este conocimieno
puede ser extrapolado,
con algunas
consideraciones, a la
muerte del animal de
compañía

mecanismo de protección ante la amenaza de un dolor psí-
quico y confusión intolerable. Es un escape natural y temporal
que amortigua el impacto inmediato y ayuda a ir asimilando la
terrible realidad.
• Fase II: El sentido de culpa relacionado con la pérdida apa-
rece como fenómeno de auto-castigo “cosas que no dijo o
no hizo”. Hay sentimiento de pérdida de la vida no vivida. En
esta fase se manifiesta con ira, resentimiento, rabia, enojo,
cólera, desolación, depresión y abandono. Esta fase puede
durar semanas.
• Fase III: Resistencia a volver a la vida normal. Se sienten débiles,
incapaces de afrontar nuevas situaciones ni de tomar decisio-
nes. En esta fase es importante las relaciones sociales para salir
y abrirse a los demás.
• Fase IV: Afirmación de la realidad y recuperación, gradualmente se va
abriendo paso a la esperanza. Se alternan temporadas buenas con
baches que casi siempre coinciden con fechas que les hacen recor-
dar. Se afronta la dura realidad. Repasar los recuerdos agradables y
desagradables, también ayuda. La dura experiencia de un duelo da
la oportunidad de ayudar a otros cuando sufren trances similares.
No existe una frase milagrosa de consuelo pero hay que tratar de en-
tender el comportamiento de cada uno sin juzgarlo e intentar demostrar
la profesionalidad y en muchas ocasiones el cariño, tanto en el trato de
las personas como de sus animales de compañía.