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EL BUDADHARMA

Una enseñanza de Kyabje Dudjom Rinpoche a Sus Discípulos Occidentales

Fieles amigos en el Dharma aquí reunidos. Estoy muy contento de poder hablaros un
poco sobre las enseñanzas de Buda.
Todos los que estamos aquí, seres humanos de todas las razas y procedencias,
sentimos una devoción instintiva y genuina por el supremo Dharma. Hemos logrado una
gran confianza en él y hemos entrado por la puerta de las enseñanzas profundas ¡Somos
tan afortunados!
Lo que llamamos el sagrado Dharma es algo increíblemente precioso y difícil de
obtener. Nuestro deseo actual de comprometernos con él, y el hecho de que tenemos
todas las circunstancias favorables y la buena fortuna de ser capaces de practicar, se
deben a las enormes cantidades de mérito que hemos generado en el pasado.

Los Tres Vehículos


¿Cuál es el origen de esta enseñanza suprema? Ha llegado hasta nosotros desde el
perfecto Buda, el cuarto de los mil dos budas que tienen que aparecer en este kalpa
afortunado. Y nosotros estamos viviendo en un tiempo en que sus enseñanzas todavía
existen. Más aún, aunque todos los budas son parecidos en la exposición del Dharma de
los tres vehículos,1 solo Buda Sakyamuni reveló (en una época en que la vida del género
humano era de unos cien años) el vehículo diamantino del Mantra Secreto.
Según las doctrinas fundamentales de los shravakas y pratyekabudas nuestro maestro
Sakyamuni fue una persona con facultades muy agudas y superiores que acumuló
mérito durante tres inconmensurables kalpas, purificó sus oscurecimientos otros tres, y
finalmente alcanzó la perfección de la budeidad. Según este punto de vista fue un
hombre ordinario que logró la iluminación por la acumulación de mérito y la
purificación de los oscurecimientos. Sin embargo el punto de vista del Mantrayana
Secreto del Gran Vehículo es que el Buda realizó el dharmakaya, logrando así su propia
realización, hace innumerables kalpas. Y fue su rupakaya, su cuerpo de manifestación,
el que compasivamente descendió a este mundo, en la forma del Buda Sakyamuni, para
el beneficio de los demás. Una emanación de compasión, “que viene de arriba”,2 surge
especialmente para beneficiar a los habitantes de este mundo samsárico, y para poder
hacerlo se manifiesta en una forma adecuada a ese fin. Por eso el Buda realizó las doce
acciones de un ser iluminado, entre ellas descender del cielo de Tushita, nacer en este
mundo humano y alcanzar finalmente su iluminación.3
Después de ello el Buda giró la rueda del Dharma para el beneficio de los seres,
enseñándoles según sus diferentes puntos de vista y necesidades. Para aquellos con
capacidades mentales limitadas y poca acumulación de fortuna kármica estableció el
camino de los shravakas y los pratyekabudas, donde el énfasis principal está puesto en
evitar las palabras y acciones no virtuosas. Para aquellos con mayor capacidad y
excelente mérito dio las enseñanzas del Mahayana, donde el énfasis está en el
entrenamiento mental, mediante el cultivo de la bodichita. Aquí los votos y preceptos
relativos al cuerpo y la palabra son considerados como auxiliares. Finalmente, para

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aquellos con horizontes mentales y reservas de mérito aún mayores, y que están
preparados para recibirlas, el Buda estableció las enseñanzas del vehículo del resultado
del Mantra Secreto del Mahayana, que va más allá de las doctrinas de los vehículos de
la causa.4

Refugio y Bodichita
Para empezar ¿qué es lo que nos introduce en las enseñanzas de Buda? ¿Cuál es la
puerta a través de la que debemos entrar, el “terreno mental”, por decirlo así, en el que
hemos de plantar la semilla del Dharma? Es la toma de refugio. Eso es lo que marca la
diferencia entre un budista y un no budista, entre uno que está dentro de las enseñanzas
y uno que está fuera. Tomar refugio es reconocer las Tres Joyas, Buda, Dharma y
Sangha, como nuestros firmes protectores, y ponernos en sus manos con total confianza
y sinceridad. Esto abre las puertas del Dharma al principio.
Cuando hemos tomado refugio en las Tres Joyas ¿cuál debe ser nuestra actitud
fundamental? Hemos de entender que todo el espacio está lleno de seres vivos, y no hay
ninguno que no haya sido, en un momento u otro, nuestro padre o nuestra madre.
Debemos reconocer que han sido nuestros padres y sentir gratitud hacia ellos por el
amor y los cuidados que nos han dado. Debemos comprender también que esos seres,
nuestras madres alguna vez, están inmersos en el océano de sufrimiento del samsara.
Hemos de cultivar la actitud de la bodichita, tomando la decisión de practicar el
supremo Dharma para beneficiarlos. La bodhichita es, por tanto, la preparación
fundamental y la base de nuestra práctica en el camino.
Los que tienen la actitud de los shravakas y los pratyekabudas no son capaces de
darse cuenta de que todo el espacio está lleno de seres que han sido alguna vez sus
padres, y que es para beneficiarlos por lo que deben practicar el Dharma. Están
satisfechos simplemente con la idea de liberarse a sí mismos del océano de sufrimiento
samsárico. Y es para atenerse a ese ideal de liberación individual por lo que observan la
disciplina ética, absteniéndose de malas acciones de palabra y de obra. Emplean su vida
en practicar meditación y purificación, y alcanzan así el nivel de pratyekabuda. Eso
sucede, sin embargo, solo después de haber practicado durante un inconmensurable
kalpa, o por lo menos durante tres vidas, dieciséis vidas, etc.
Las personas que tienen la actitud del Mahayana piensan que es vergonzoso querer la
liberación solo para sí mismos, mientras que otros seres que alguna vez han sido sus
padres amorosos están hundidos en un océano de sufrimiento. No pueden imaginar algo
peor, y toman la resolución de practicar el Dharma para poder conducir a los seres, sus
padres, a la liberación. Están decididos a hacer eso sin pensar en las consecuencias, y
están dispuestos a permanecer en el samsara el tiempo que haga falta para realizar esa
tarea. Esa es la inmensa y generosa actitud que también debemos tener nosotros.
Nada de lo que hagamos, ni una simple postración, ni la recitación de un solo mani,
ni una simple meditación sobre las fases de creación y de conclusión, ni una práctica, ni
una sadhana, deben hacerse sin oraciones de refugio y bodichita al principio, ni
oraciones de dedicación y aspiración al final.
El sagrado Dharma, tal como hemos dicho, es enormemente vasto y profundo y
contiene innumerables enseñanzas. Se dice que para ajustarse a las diferentes
capacidades mentales de las personas el Buda estableció no menos de ochenta y cuatro
mil secciones doctrinales. Cuando practicamos, nuestro trabajo es condensar todas esas
enseñanzas en un punto único y esencial. Pero ¿cómo podemos hacer eso? De hecho,

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aunque el Buda dio innumerables enseñanzas el mensaje que lo resume todo está
contenido en una estrofa:

Abandona las malas acciones,


Practica bien la virtud,
Controla tu mente a la perfección:
Esta es la enseñanza de Buda.

El Buda dijo, en efecto, que no debemos hacer malas acciones sino practicar la virtud.
Pero ¿qué es una mala acción? Un acto del cuerpo, la palabra o la mente es malo cuando
hace daño a los demás. Y como dijo el Buda, debemos evitar hacer cualquier cosa que
lesione a otros. Inversamente, las acciones son positivas o virtuosas cuando producen
beneficios a los demás.
¿Cuál es la raíz de todo esto, la fuente del bien y del mal? La causante de toda virtud
es la mente, cuando hace un uso positivo del cuerpo y de la palabra, sus sirvientes. La
causante de todo lo malo también es la mente, cuando usa negativamente el cuerpo y la
palabra. La raíz y causa de lo bueno y lo malo está en la mente misma. Y sin embargo,
en cierto modo, esa mente nuestra es algo que aún no conocemos. Lo hace todo y no
hace nada, como un lunático corriendo de aquí para allá al menor impulso. Así es como
acumula karma.
La mente es la raíz de todas las imperfecciones. Es ahí donde nace la cólera, y de la
cólera toda clase de daños y perjuicios para los otros, peleas, guerras y demás. La mente
es el terreno en el que crece todo eso: malevolencia, envidia, deseo, estupidez,
arrogancia, etc. Por eso el Buda nos ha dicho que pongamos coto a nuestras mentes.
Sabiendo que la mente es la raíz de toda aflicción debemos estar atentos y tenerla bajo
control, moderando nuestros defectos tanto como sea posible. Tenemos que estar
completamente dedicados a ello y conservar el dominio ante cualquier situación que se
presente.
La mente también puede orientarse en una dirección positiva. Puede reconocer las
cualidades del Lama y de las Tres Joyas, y gracias a ello experimentar fe y así tomar
refugio. Mediante la práctica del Dharma la mente también puede acumular las causas
para su propia liberación y la de los otros. Por lo tanto, ya que la mente es la raíz tanto
de lo bueno como de lo malo, está claro que debe ser corregida y transformada. Por eso
el examen de nuestra propia mente es el objetivo principal de nuestra práctica. La mente
es el tema común a todos los vehículos del Dharma. Esto es especialmente cierto en las
enseñanzas del tantra. Es la mente, una vez más, la que entra en el mandala del Mantra
Secreto del Vajrayana y realiza todas las prácticas.

El Mantra Secreto del Vajrayana


Gracias al Lama, nuestro amigo espiritual, hemos franqueado el umbral de las profundas
enseñanzas del sagrado Dharma. No tuvimos la suerte, impuros y confundidos como
estábamos, de encontrar al Buda en persona cuando estaba vivo. Pero hemos tenido la
suerte de encontrar el Dharma, sus enseñanzas, y eso es mejor que haberlo encontrado a
él en persona. Estas instrucciones, que nos revelan lo que debemos hacer y a lo que
debemos renunciar, nos han sido dadas por nuestro maestro. Es crucial entender que
somos increíblemente afortunados de haber sido aceptados por un amigo espiritual. Es
el Lama el que nos abre los ojos sobre lo que debemos hacer y lo que debemos evitar. Él
es quien nos señala los oscurecimientos que debemos abandonar, y haciéndolo así

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desempeña la actividad del propio Buda. Si asimilamos verdaderamente y llevamos a
cabo todo lo que dice acerca de las acciones a realizar y las acciones a evitar,
alcanzaremos nuestro objetivo, es decir la liberación.
Es importante entender cómo practicar el Budadharma adecuadamente. Debemos
hacerlo bien, condensando los centenares de métodos en un solo punto. Si lo hacemos
así nuestra práctica se hará fácil y muy efectiva. Más aún, las enseñanzas del Mantra
Secreto, el Vajrayana, no han desaparecido todavía del mundo. Aún existen. Haber
entrado en ellas y vivir en ellas es nuestra suprema buena fortuna. Tenemos una suerte
extraordinaria.
Quizás os preguntaréis por qué las enseñanzas del Mantra deben mantenerse en
secreto. No es a causa de su profundidad, sino más bien para preservarlas de las
personas de visión limitada y estrecha. El camino del Mantra Secreto tiene
características poco comunes, como facilidad, rapidez, gran sutileza y técnicas hábiles.
En otras palabras, Hay en él muchos métodos, es sencillo, es para personas con
facultades mentales agudas, y su práctica es muy sutil. Todos los que de manera natural
encajan en el Mantra Secreto alcanzarán por medio de él, de manera rápida y fácil, el
fruto de la budeidad.
La diferencia entre la comprensión y práctica del Mantra Secreto y los otros caminos
se ilustra a menudo con la imagen de un campo en el que ha brotado una planta
venenosa. Las personas con poca valentía, escasa perspectiva y limitada iniciativa
piensan que si comen esa planta venenosa morirán con toda seguridad. Así que cortan la
planta y la arrojan muy lejos. Y temiendo que de sus raíces puedan crecer otros brotes
cavan y expurgan la tierra. Eso es lo que hacen las personas con poco coraje.
El veneno en esta imagen representa la ignorancia. Y puesto que hasta el más mínimo
fragmento de la raíz venenosa debe ser sacado del suelo y arrojado lejos, es evidente
que esas personas deben realizar un enorme trabajo. Eso es comparable al modo en que
el fruto de la liberación es alcanzado practicando según los puntos de vista de los
shravakas y los pratyekabudas.
Supongamos ahora que llega una persona ingeniosa, resuelta, y pregunta a la gente
qué están haciendo. Ellos le contestan que si permiten que la planta crezca resultará
muy peligroso. No solamente la tienen que cortar, también la han de arrancar de raíz
para que no quede ni rastro de ella en el terreno ¿Qué hace esa persona ingeniosa? Está
de acuerdo en que la planta debe ser eliminada, pero sabe que no hace falta tanto
esfuerzo para asegurarse de que la planta deje de ser un peligro. Y explica que la planta
puede destruirse fácilmente echando agua hirviendo sobre las raíces. Este planteamiento
es semejante a la manera en que se tratan los oscurecimientos en el camino del
Bodhisatva. Para eliminar los oscurecimientos no es necesario pasar por las mismas
dificultades que los shravakas a nivel de adoptar o evitar acciones. Sin embargo, en el
camino del Bodhisatva todavía es necesario utilizar antídotos. Meditar sobre el amor,
por ejemplo, es el remedio contra la ira. Los antídotos son adoptados con el
convencimiento de que son diferentes y están separados de los oscurecimientos que se
proponen curar.
¿Qué ocurre si llega un médico y pregunta a la gente qué están haciendo? Al enterarse
de que están eliminando la planta peligrosa dice: “Está bien, pero yo soy médico y sé
cómo hacer una medicina con esta planta. Puedo usarla para hacer un remedio excelente
contra el mismo veneno que contiene. Es más, hace tiempo que la estoy buscando.
Dádmela y yo me encargaré de ella”. Este médico es como un practicante del Mantra
Secreto. Puede fabricar medicinas poderosas a partir de venenos. Este practicante no

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necesita pasar por las dificultades de evitar los oscurecimientos considerándolos como
algo diferente de los remedios. Los oscurecimientos mismos pueden ser transformados
en sabiduría. Ese es el camino del Mantra Secreto.
Finalmente imaginad que llega hasta la planta un pavo real. Sin dudarlo ni un
momento se la come con rapidez y su plumaje se hace todavía más deslumbrante. Para
el pavo real, que representa a los practicantes de la Gran Perfección del Mantra Secreto,
las plantas venenosas no son en absoluto algo que haya que rehuir. Los practicantes de
la Gran Perfección saben que no existe tal cosa como un oscurecimiento real y sólido
que haya que abandonar. Así como el pavo real ingiere el veneno con el resultado de
que sus plumas se vuelven más bellas, el practicante del Mantra Secreto no rechaza los
oscurecimientos sino que lleva a la perfección las cualidades iluminadas de los kayas y
las sabidurías. Esto nos da una idea de las diferencias entre el gran vehículo y el
pequeño vehículo.
Solo un pavo real puede alimentarse con veneno. De la misma manera, las enseñanzas
de la Gran Perfección del Mantra Secreto no se encuentran en ninguna otra tradición
espiritual. Por otra parte las personas pertenecen, según su carácter, a un vehículo
diferente, ya sea grande o pequeño, y es esencial para ellas entrenarse de acuerdo a sus
capacidades, pues de lo contrario corren un gran riesgo. Para poder practicar la Gran
Perfección es esencial estar completamente convencido, tener una absoluta certeza en la
visión. Por eso voy a decir algunas palabras acerca de ello, la visión de la Gran
Perfección del Mantra Secreto del Mahayana.

La Gran Perfección
La manera en que nosotros, devotos yoguis y yoguinis, debemos practicar las
enseñanzas de la Gran Perfección ha sido explicada por Guru Rinpoche, el Precioso
Maestro. Él ha dicho que mientras que nuestra visión ha de ser la de la Gran Perfección,
nuestras acciones no deben perderse en la visión ¿Qué significa eso? Normalmente se
entiende por visión la certeza de que todos los fenómenos, tanto del samsara como del
nirvana, son vacíos. Esto, sin embargo, es algo de lo que nosotros, practicantes, no
podemos darnos cuenta directamente y, hasta que lo consigamos, lo cierto es que vamos
experimentando provecho y daño, virtud y no-virtud, y lo que se llama el proceso
kármico de causa y efecto. Todo eso existe para nosotros. Así que, si en nuestra presente
condición vamos diciendo “todo es vacuidad, todo es uno, no existe algo llamado
virtud, ni algo llamado pecado”, y si hacemos todas y cada una de las cosas que nos
apetecen, a eso lo llamamos “perder nuestras acciones en la visión”. Si nos sucede eso
nos ocurrirá lo que Guru Rinpoche dijo. Caeremos en la visión maléfica de los
demonios.
La visión se refiere, pues, a la gran vacuidad. Si tenemos una comprensión correcta de
la naturaleza última de los fenómenos, y somos capaces de mantenerla y asimilarla
mediante la meditación, encontraremos que, a su debido tiempo, la percepción dualista
se disolverá por sí misma. Llegará un momento en que ya no habrá más provecho o
daño, felicidad o tristeza. Será entonces, y solo entonces, cuando habremos alcanzado la
maestría en la visión. Guru Rinpoche dijo: “Mi visión es tan alta como el cielo, pero mi
atención a los actos y sus resultados es tan fina como la harina”. Puede que tengamos
una comprensión intelectual de la visión, el estado final de vacuidad, pero en lo que se
refiere a la práctica, es importante mantener ese estado final continuamente, hasta que
nuestras percepciones dualistas desaparezcan.

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Por otra parte, Guru Rinpoche también dijo que no debemos perder nuestra visión en
nuestras acciones ¿Qué significa eso? Simplemente comprender y decir que las cosas
son vacías no las hace vacías. Nuestros cuerpos y nuestras mentes, y todas las cosas que
estimulan nuestros pensamientos, seguirán estando exactamente donde estaban ¡no
desaparecerán! Como consecuencia de ello puede suceder que perdamos confianza en la
visión y nos concentremos exclusivamente en las actividades físicas y verbales,
desestimando la visión como algo poco importante. Si esto sucediera nunca llegaríamos
a obtener una clara realización de la visión. Por tanto, las enseñanzas nos dicen que
debemos evitar las actitudes sesgadas en la visión y en la acción. Como águilas
planeando en el espacio, debemos estar completamente convencidos de la visión, pero al
mismo tiempo debemos tener en cuenta el principio kármico de causa y efecto con la
misma fineza que emplearíamos para cribar harina.
Como budistas confiamos en las enseñanzas de Buda y por consiguiente debemos
tener una profunda fe en el Supremo Dharma. Donde quiera que estemos hemos de
tener un buen corazón, sincero y sin falsedad. En todo momento y en toda ocasión
hemos de mantener una actitud de firmeza inalterable en el sagrado Dharma, y nuestras
mentes deben ser estables y constantes. Estas tres cosas son nuestro sólido fundamento:
fe profunda, devoción sincera y constancia. Además, cualquier cosa que abarque el
Dharma forma parte de la enseñanza de Buda. Por lo tanto debemos tener una
percepción pura y una consideración hacia todas las tradiciones del Dharma, las de otros
tanto como la nuestra. Hemos de respetarlas todas. Finalmente, tenemos que alimentar
en nosotros un afecto constante e ininterrumpido hacia nuestros hermanos y hermanas
en el Dharma.

Los Tres Métodos Supremos


Cualquier práctica que hagamos, ya sean las generales de tomar refugio y hacer
postraciones, los diferentes entrenamientos en la bodichita, los métodos para purificar
los oscurecimientos del cuerpo y la palabra, o las prácticas especiales del Mantra
Secreto (visualización y recitación de Vajrasattva, guru yoga o meditación en la deidad
yidam), todo lo que hagamos, y esto es muy importante, debe estar acompañado por los
tres “métodos supremos”.
El primero de estos métodos es la actitud de la bodichita. Todos los seres poseen el
tathagatagarbha, la semilla de la budeidad, pero está velada y oscurecida. Como
consecuencia de ello deambulan por el samsara. El primer método, por tanto, consiste
en tomar la determinación de liberarlos de ese océano de sufrimiento. El segundo
método supremo es tener una mente libre de conceptualización, lo cual significa
practicar sin distracción. Aunque hagamos una simple postración no debemos realizar
los movimientos mecánicamente, con nuestros pensamientos y nuestras palabras en otro
lugar. Por el contrario, debemos practicar con una mente concentrada, sin dejarnos
llevar nunca por la distracción. El tercer método supremo es concluir con la dedicación.
Cualquier mérito que se haya generado debe ser dedicado para el beneficio de los seres,
infinitos como el vasto espacio. De hecho, si nos olvidamos de sellar nuestra práctica
con la excelente actitud de la bodichita dedicando el mérito a los demás, ese mérito
podría ser destruido en un momento de intensa cólera u oscurecimiento. Por eso todos
los actos positivos deber estar seguidos inmediatamente por un acto de dedicación para
el bienestar de todos los seres. Los beneficios de este método supremo son inmensos. La
dedicación convierte el mérito en inagotable y lo incrementa constantemente.
¿Cuál es el signo de que alguien ha recibido las enseñanzas del Dharma supremo y las
está practicando? Todo el que ha oído y asimilado las enseñanzas se vuelve sereno y

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dueño de sí mismo. La nuestra no es una tradición que nos inculque el odio y nos
exhorte a combatir. No nos anima a vernos envueltos en nuestras emociones
perturbadoras. Por el contrario, el Buda nos ha enseñado a mantener controlados
nuestros oscurecimientos tanto como sea posible. La cuestión es que, si hemos recibido
las enseñanzas del Dharma, deberíamos encontrar, cuando nos examinamos a nosotros
mismos, que aunque no hayamos sido capaces de erradicar totalmente nuestros
oscurecimientos, al menos nuestro enfado ha disminuido un poco. Deberíamos observar
que, incluso si montamos en cólera, estamos menos implicados y somos capaces de
controlarnos más. Esta es la señal que deberíamos buscar. La señal de que hemos
asimilado las enseñanzas es un aumento de la serenidad y el autocontrol. Se dice que si
los practicantes no se examinan a sí mismos con frecuencia y no practican
correctamente, el mismo Dharma los conducirá a los reinos inferiores. Hay personas que
dicen haber recibido las enseñanzas pero no las practican. Es evidentemente imposible
erradicar las emociones perturbadoras con solo oír las enseñanzas. Estamos en el
samsara desde tiempo sin principio e inmersos en los hábitos de la confusión. Estos no
pueden desaparecer por el mero hecho de escuchar algo. Así pues, mirad hacia adentro y
examinad vuestras mentes. Deberíais encontrar al menos algún destello de comprensión.
Además de esto, todos hemos entrado en el camino del Vajrayana. Hemos recibido
profundas iniciaciones e instrucciones del Mantrayana Secreto. Se dice que eso es muy
beneficioso pero también muy peligroso. Aunque no podamos avanzar en la práctica
hasta el final, si mantenemos nuestro samaya intacto, se dice que la liberación se podrá
lograr en siete vidas. Pero si después de cruzar el umbral del Mantra Secreto destruimos
nuestro samaya desagradando al Lama, sembrando la discrodia entre los compañeros
practicantes del Dharma, etc., nuestro único destino posible es el infierno vajra.5 Hay un
dicho: "Los practicantes del Mantra Secreto alcanzan la budeidad o van al infierno". No
hay otra alternativa. Es como una serpiente dentro de una caña: solo puede ir hacia
adelante o hacia atrás ¡No hay salidas a medio camino! Pensad cuidadosamente sobre
los beneficios y los riesgos del samaya, y conservadlo puro y perfecto. Para ello es
crucial mirar de cerca vuestra mente, una práctica en la que están condensados todos los
puntos esenciales de la práctica. Es vital examinar y vigilar vuestra mente. Todos habéis
recibido instrucciones gracias a la bondad de vuestros maestros. Así es como debe ser
vuestra práctica.

Samsara y apego al Ego


Y ahora tengo que deciros una o dos cosas. En la mente de cada uno, de cada ser vivo y
sintiente, existe una naturaleza fundamental o base, llamada sugatagarbha. Es la semilla
de Samantabhadra, la semilla de la budeidad. Aunque es algo que tenemos todos, no la
reconocemos. Esta base, que es nuestra conciencia espontánea, ha estado con nosotros
“desde el principio”. Es como un espejo. Cuando alguien de cara feliz mira en un
espejo, aparece el reflejo de una cara feliz. Cuando alguien con cara triste mira en él,
aparece una cara triste. La base primordial es exactamente como un espejo.
El reflejo de una persona de cara feliz que se mira en un espejo perfectamente claro,
la base primordial, es como Samantabhadra, que ha despertado a su naturaleza última.
Se dice que Samantabhadra “conquistó la ciudadela de la base primordial, despertó,
reconoció su propia naturaleza y se hizo libre”. Pero nosotros, seres ordinarios, no
alcanzamos a reconocer esa naturaleza, la base primordial igual a un espejo. En nuestro
caso es como si alguien de rostro alicaído se mirara en un espejo: ¡lo que aparecería
sería un reflejo triste! Esto es precisamente lo que ocurre cuando, por los hábitos del
samsara, la base primordial se transforma en lo que llamamos alaya.6 Surge una sutil

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conciencia de percepción del ego que se manifiesta en forma de sentimiento de un “Yo”
y de apego a ese “Yo”. Cuando esto sucede emerge otro estado mental, proyectado
hacia los objetos, que son percibidos como exteriores y separados de la mente.
El mecanismo primario de la “percepción del Yo” se puede comparar con una casa de
seis puertas, que corresponden a las seis conciencias. Funciona de la siguiente manera:
esa “percepción, ese pensamiento de un “Yo”, se expande en forma de otros estados
mentales. Entonces surge un segundo pensamiento que se proyecta (digamos que a
través de una de las puertas de la casa) hacia las parcelas de color que son los objetos
del sentido de la vista. Y a continuación un pensamiento de reconocimiento: el objeto es
identificado y etiquetado como esto o aquello. La aprehensión de las características de
los colores y demás, entendidas como pertenecientes a objetos exteriores, es lo que se
llama la conciencia visual. De manera semejante otra conciencia se proyecta sobre los
objetos de la audición, y escuchamos sonidos. Entonces se desarrollan otros
pensamientos, menos sutiles, que siguen a los sonidos, reconociéndolos como esto o
aquello, esta palabra, aquella palabra, percibiéndolos como agradables o desagradables.
Quien coordina esos pensamientos es la conciencia auditiva o de la escucha. También
hay una conciencia que se proyecta hacia los objetos del olor. Una vez distinguidos
claramente, son entendidos como realidades exteriores y experimentados como
agradables o desagradables. De esa manera se produce la conciencia olfativa. Otra
conciencia se expande hacia los objetos del gusto, percibidos como deliciosos o
repugnantes, dulces o agrios. Es la conciencia del gusto. Finalmente hay una conciencia
que se proyecta sobre el cuerpo, la conciencia del tacto, que percibe el contacto físico,
suave o áspero según el caso. Vemos por consiguiente que, basado en un estado mental
que piensa que el “Yo” es algo que habita en el cuerpo, que a su vez es considerado
como una entidad independiente, los cinco tipos de conciencia se proyectan hacia afuera
por medio de los cinco órganos de los sentidos. Hay seis conciencias juntas: las cinco
conciencias de los sentidos más la conciencia mental, y eso es lo que da origen al
despliegue del samsara.
Las actividades samsáricas se suceden con rapidez y nosotros permanecemos en el
engaño. La raíz del engaño es la ignorancia, y la raíz de la ignorancia es la percepción
de un Ego, la idea de un “Yo”. El samsara existe simplemente porque no reconocemos
nuestra verdadera naturaleza. Es a causa de ese “Yo”, de ese apego a la noción de uno
mismo, por lo que concebimos a los “otros”. El resultado es que entramos en las
relaciones sujeto-objeto, y eso nos impide escapar del samsara.
Debido a que tenemos el sentimiento de un “Yo”, y al apego a uno mismo, se
manifiesta el orgullo, y también la cólera y otros venenos emocionales. Si estamos
practicando según los vehículos inferiores tendremos que desembarazarnos de esas
emociones mediante la aplicación de antídotos que variarán de acuerdo a los venenos y
a los objetos de los sentidos en cuestión. Pero para nosotros, practicantes del Mantra
Secreto, solo hace falta una instrucción suprema, un único antídoto que lo libera todo.
Debemos adquirir una convicción profunda respecto a la verdadera naturaleza de los
fenómenos. De nuevo, la raíz del engaño es la ignorancia ¿Y qué es la ignorancia? Es el
apego a uno mismo.

¿Qué es la mente?
Bien, pero entonces ¿qué es el apego a uno mismo? Lo que se apega al “Yo” es la
mente. Lo que se apega a lo “otro” también es la mente. Así que la pregunta siguiente
es: ¿qué es la mente? Debe ser algo que está en el cuerpo, porque cuando la mente no
está presente solo queda un cadáver. Así que preguntémonos: ¿Está en la parte superior

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de la cabeza? ¿Qué tamaño tiene? ¿De qué color es? Si te arrancas un pelo de la cabeza,
duele ¿no es cierto? La mente y el cuerpo deben tener alguna relación ¿verdad? Es
como si la mente y el cuerpo estuvieran pegados uno al otro. Por otro lado, cuando
alguien muere en un accidente ¿adónde va la mente? ¿Cómo y por dónde abandona el
cuerpo? Solo cuando examinamos bien la mente descubrimos cuantas falsas
suposiciones tenemos y cómo nos pasan inadvertidas actualmente. Nos aferramos a las
cosas como si fueran permanentes y tuvieran que durar para siempre. Esa es la medida
de nuestro engaño, encadenados como estamos por nuestro llamado “Yo”, ese “Yo” en
beneficio del cual nuestra mente esclaviza nuestro cuerpo y nuestra palabra, y crea toda
clase de problemas y penalidades.
Cuando llegamos a una correcta comprensión de la mente podemos ver que nuestros
pensamientos son como las olas sobre el agua. Ahora surgen, después de disuelven. Y
eso es todo lo que hay: la mente no es más que pensamientos. La mente, que es vacía,
surge en forma de pensamiento, que también es vacío. La corriente de la conciencia, que
es vacía, es conducida por pensamientos igualmente vacíos. Es así como la mente cae y
permanece en los seis reinos del samsara. Es la mente misma la que fabrica el samsara,
y lo hace porque no logra reconocer su propia naturaleza.
Ahora que ya tenemos una idea de la naturaleza de la mente y de cómo funciona,
debemos ponerla bajo control y amaestrarla. Para lograrlo debemos mantener el cuerpo
completamente quieto. Además, si el cuerpo está recto los canales sutiles estarán rectos.
Si los canales sutiles están rectos la energía del viento sutil circulará sin obstáculos. Y si
la energía del viento sutil no encuentra obstáculos la mente fluirá en su estado natural e
inmutable.7 Así pues, mantened vuestro cuerpo inmóvil y reducid al mínimo vuestras
palabras. No penséis sobre lo que acabáis de hacer. No penséis sobre lo que vais a hacer
después. Sin preocuparos por el pasado o el futuro dejad reposar vuestra mente en su
estado natural. Ese estado, en el que se deja a la mente tal como es, natural y sin
manipular, se llama “reposo” o “quietud”. Esa “quietud” es en realidad la mente misma.
Se la puede llamar la “mente del momento presente”, o la “conciencia del momento
presente”. Pero se llame como se llame, es lo que, en este mismo instante, está
realmente conociendo y gozosamente consciente.
Una mente que no está agitada por pensamientos sobre el pasado, el presente o el
futuro, una mente libre de pensamientos, es como un espacio sorprendentemente vasto y
abierto. Está lleno de gozo. Incluso cuando la naturaleza de la mente es reconocida, es
imposible de describir. Es vacía. Reposa en la conciencia. Pero este reposo en la
luminosidad de la conciencia no dura mucho. No hay nada permanente en ese estado, y
sin duda los pensamientos surgirán, claros y fuertes.
Decimos que “surgen” porque los pensamientos aparecen, como relámpagos en el
cielo, o crecen, como las olas en el océano. Están en constante movimiento. Al principio
los pensamientos aparecen y desaparecen en un movimiento incesante. Por eso, cuando
los principiantes meditamos, debemos reconocer los pensamientos a medida que surgen.
Si no logramos reconocerlos, su movimiento continúa inadvertidamente bajo la
superficie, y somos arrastrados por ellos. Meditar de esa manera no es de ninguna
utilidad.
Si sois capaces de continuar meditando adecuadamente aparecerán algunos signos.
Por ejemplo, algunas personas experimentan una especie de bienestar físico. Otros,
debido a la especial constitución de sus canales y energías sutiles, experimentan una
intensa sensación de gozo. Para otros es más como un sueño profundo o una envolvente
oscuridad. Tanto si experimentáis gozo como claridad, evitad toda clase de expectativas.

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No penséis "¡Oh!, Mi meditación funciona. Estoy haciendo progresos. ¡Ojalá pueda
tener más experiencias como esta!" Por otra parte, si experimentáis una especie de
oscuridad, o si os quedáis en blanco y sin pensamientos, salid de ahí, una y otra vez. Si
no lo hacéis así vuestra meditación se irá estancando. Algunas personas tienen muchos
pensamientos cuando meditan, un torrente imparable. Si os sucede eso no os deprimáis
pensando que vuestra meditación es un fracaso. Precisamente es un signo de que os vais
haciendo conscientes de todos los pensamientos que normalmente pasan inadvertidos.
Así que no os preocupéis. No penséis que tenéis que eliminar o suprimir vuestros
pensamientos. Suceda lo que suceda se dice que debemos meditar sin miedo ni
esperanza, dudas o expectativas. Eso es lo más importante.
La realización acontece gracias a las bendiciones del Lama. Por lo tanto rogadle
fundiendo vuestra mente con la suya. Si lo hacéis así, llegará un momento en que veréis
que lo que se llama el Buda no es diferente de vuestra propia conciencia, y que no hay
nada que dominar o domesticar más que vuestros propios pensamientos. La señal de que
vuestra meditación está bien encaminada es que vuestra devoción por el Lama se hará
más profunda, y vuestra compasión por los seres cobrará fuerza. Lo comprobaréis por
vosotros mismos, y ganaréis gran confianza en la práctica.
Si ganáis control sobre vuestra mente, incluso en el momento de la muerte entenderéis
que solo se trata del pensamiento de que estáis teniendo la sensación de la muerte, pero
que la naturaleza de la mente está definitivamente más allá del nacimiento y de la
muerte. Sería estupendo que consiguierais tener esa confianza.
Guardad esta pequeña y esencial enseñanza en vuestros corazones. Esta convicción y
confianza es lo que llamamos el Dharma, las cualidades interiores que obtenéis. Si
vaciláis y pensáis que el Dharma es algo ajeno a vosotros, creado por alguna otra
persona, no os beneficiaréis de él.8 En lugar de ello ¡haceos un favor a vosotros mismos
y salid del samsara! Convenceos de que vuestra mente debe separarse del samsara, su
karma y sus oscurecimientos. Si lo hacéis así, todo irá bien. Por favor, practicad. Rogad
constantemente para no tener obstáculos en vuestro camino y para que podáis
conquistar, en esta misma vida, la ciudadela primordial. Y yo uniré mis plegarias a las
vuestras.

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NOTAS

1
Tres vehículos, theg pa sum, los vehículos de los shravakas, pratyekabudas y bodhisatvas. Según los
puntos de vista Hinayana y Chittamatra estos tres vehículos son caminos últimos que corresponden a
tres tipos fijos de seres. Por el contrario, la doctrina Madhyamika enseña que los tres vehículos son
únicamente guías temporales y que en última instancia solo uno de ellos lleva a la budeidad. Esto
significa que después de obtener el fruto de su camino, que no es un camino último como ellos creen,
los shravakas y pratyekabudas son impulsados a abandonar la paz de su nirvana y entran en el
Mahayana. Allí siguen el camino del bodhisatva y alcanzan la budeidad.
2
Una emanación "apareciendo compasivamente desde arriba" (thugs rjes yas sprul) es un tulku, o
manifestación de un ser totalmente iluminado que viene voluntariamente al mundo para ayudar a los
seres. Hay que distinguirlo del renacimiento de un lama o maestro que todavía está progresando en el
camino y que aún no ha alcanzado completamente la budeidad (lam rim gyis bgrod pa'i bla ma).
3
Todos los supremos budas nirmanakaya manifiestan doce acciones. (1) Descienden de Tushita, (2)
entran en el vientre de la madre, y (3) nacen. (4) Aprenden todas las ciencias y las artes, y cuando son
adultos (5) disfrutan de la compañía de sus consortes. (6) Renuncian a la vida mundana y (7) practican
el ascetismo. (8) Se sientan en Vajrasana bajo el Árbol de Boddhi, (9) vencen a las huestes de maras, y
(10) alcanzan la perfecta iluminación. (11) Giran la rueda del Dharma y (12) finalmente entran en el
nirvana.
4
El Hinayana y el Mahayana son llamados vehículos de las causas, o vehículos causales, porque aquellos
que los practican trabajan solo con las causas que producen directamente el resultado en su camino (el
estado de Arhat en el caso de los shravakas) e indirectamente el resultado final de la budeidad. El
vehículo del resultado (Vajrayana) es llamado así porque es el camino en el que los practicantes
trabajan con el resultado mismo, es decir con la naturaleza vacía y luminosa de la mente.
5
El más profundo de los infiernos ardientes, según las enseñanzas budistas, caracterizado por las formas
de sufrimiento más intensas y prolongadas.
6
Alaya (lit. la base de todas las cosas) es el nivel fundamental e indeterminado de la mente, en el cual se
almacenan las improntas kármicas.
7
La estructura sutil del cuerpo físico consiste en un sistema de canales en los cuales circula la energía de
los vientos sutiles que transportan las gotas esenciales y que son el soporte de la mente. La adopción de
una postura erguida tiene una influencia directa en el estado de nuestra mente.
8
Dudjom Rinpoche se está refiriendo al "Dharma de la realización", las cualidades espirituales que se
logran poniendo en práctica el "Dharma de la transmisión", las enseñanzas.

Traducido del libro de Dudjom Rinpoche "Counsels From My Heart", Ed. Shambhala, 2003.
Hay edición en español, "Consejos Esenciales", Ed. Dharma, 2007.

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