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Centro de Documentación Judicial

Roj: SAP M 592/2011


Id Cendoj: 28079370282011100004
Órgano: Audiencia Provincial
Sede: Madrid
Sección: 28
Nº de Recurso: 188/2010
Nº de Resolución: 26/2011
Procedimiento: Recurso de apelación
Ponente: ALBERTO ARRIBAS HERNANDEZ
Tipo de Resolución: Sentencia

AUD.PROVINCIAL SECCION N. 28

MADRID

SENTENCIA: 00026/2011

AUDIENCIA PROVINCIAL DE MADRID

SECCIÓN 28

C/ General Martínez Campos nº 27.

Teléfono: 91 4931988/89

Fax: 91 4931996

ROLLO DE APELACIÓN Nº 188/10.

Procedimiento de origen: Juicio Ordinario nº 60/2.009.

Órgano de Procedencia: Juzgado de lo Mercantil nº 8 de Madrid.

Parte recurrente: "CALYCANTO OBRAS Y REFORMAS, S.L."

Procurador: Doña María Eugenia Fernández-Rico Fernández.

Letrado: Don Juan Pablo Feio Laorga.

Parte recurrida: DON Feliciano Y DON Íñigo

Procurador: Doña Pilar Rico Cadenas.

Letrado: D. José Felipe Masa Fernández.

ILMOS. SRES. MAGISTRADOS:

D. GREGORIO PLAZA GONZÁLEZ

D. ALBERTO ARRIBAS HERNÁNDEZ

D. PEDRO MARÍA GÓMEZ SÁNCHEZ

SENTENCIA Nº 26/2011

En Madrid, a cuatro de febrero de dos mil once.

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En nombre de S.M. el Rey, la Sección Vigésima Octava de la Audiencia Provincial de Madrid,


especializada en materia mercantil, integrada por los ilustrísimos señores magistrados antes relacionados,
ha visto el recurso de apelación, bajo el núm. de rollo 188/10, interpuesto contra la sentencia de fecha 29 de
octubre de 2009 dictada en el juicio ordinario núm. 60/2009 seguido ante el Juzgado de lo Mercantil nº 8 de
Madrid .

Han sido partes en el recurso, como apelante, la entidad "CALYCANTO OBRAS Y REFORMAS,
S.L."; y como apelados, DON Feliciano Y DON Íñigo , todos ellos defendidos y representados por los
profesionales antes relacionados.

ANTECEDENTES DE HECHO

PRIMERO.- Las actuaciones procesales se iniciaron mediante demanda presentada por la


representación de la entidad "CALYCANTO OBRAS Y REFORMAS, S.L." contra don Feliciano y don Íñigo ,
en la que, tras exponer los hechos que estimaba de interés y alegar los fundamentos jurídicos que
consideraba que apoyaban su pretensión, suplicaba la condena de los demandados a pagar solidariamente
a la actora la cantidad de 43.641,57 euros, más los intereses legales y moratorios, con expresa imposición
de las costas procesales a los demandados.

SEGUNDO.- Tras seguirse el juicio por los trámites correspondientes el Juzgado de lo Mercantil nº 8
de Madrid dictó sentencia con fecha 29 de octubre de 2009 , por la que se desestimaba la demanda,
absolviendo a los demandados de la pretensión de pago solidario de 43.641,57 euros contra ellos deducida,
con expresa imposición de las costas procesales a la parte actora.

TERCERO.- Publicada y notificada dicha resolución a las partes litigantes, por la representación de la
parte demandante se interpuso recurso de apelación al que se opuso la parte demandada. Admitido el
recurso por el mencionado juzgado y tramitado en forma legal, ha dado lugar a la formación del presente
rollo ante esta sección de la Audiencia Provincial de Madrid, que se ha seguido con arreglo a los de su
clase, señalándose para su deliberación, votación y fallo el día 3 de febrero de 2011.

CUARTO.- En la tramitación del presente recurso se han observado las prescripciones legales.

Es magistrado ponente don ALBERTO ARRIBAS HERNÁNDEZ, que expresa el parecer de la Sala.

FUNDAMENTOS DE DERECHO

PRIMERO.- La entidad "CALYCANTO OBRAS Y REFORMAS, S.L." formuló demanda contra don
Feliciano y don Íñigo en reclamación de 43.641,57 euros de principal, en concepto de daños derivado del
impago de la deuda que la mercantil "INSTALACIONES Y ASISTENCIA INTEGRAL, S.A., EN
LIQUIDACIÓN" mantiene con la entidad actora en virtud de diversos trabajos ejecutados por ésta por
encargo de aquélla entre diciembre de 2007 y mayo de 2008.

En la demanda se dice ejercitar la acción individual de responsabilidad prevista en el artículo 135 del
texto refundido de la Ley de Sociedades Anónimas -norma hoy derogada por el texto refundido de la Ley de
Sociedades de Capital aprobado por Real Decreto Legislativo de 1/2010, de 21 julio , pero aplicable al
supuesto de autos por razones temporales- contra don Feliciano en su calidad de liquidador único,
consejero y consejero delegado, y contra don Íñigo como administrador de hecho, consejero y apoderado.

Aunque la demanda carece de la exigible precisión fáctica y jurídica, en definitiva, técnica -hasta el
punto de que ocho años después de la derogación de la Ley de Enjuiciamiento Civil de 1881 todavía se
aluda en el suplico de la demanda, y se reitera en el escrito de interposición del recurso de apelación, a la
tramitación del proceso por el cauce del juicio de menor cuantía- sin que se deslinden con claridad las
acciones que se ejercitan ni los hechos que se imputan a cada uno de los demandados por cada una de las
condiciones que se les atribuye, lo cierto es que, en esencia, lo que se imputa a los demandados es que,
don Feliciano , como administrador y liquidador, y don Íñigo , como administrador de derecho y
administrador de hecho -antes y después de la disolución de la sociedad-, en representación de la entidad
deudora, subcontrataron a la demandante para la ejecución de diversos trabajos que aquélla estaba
realizando para la comunidad de propietarios sita en la Avenida del Mediterráneo nº 30 de Madrid y para el
restaurante "LA DORADA" sito en la calle Orense también de Madrid, con pleno conocimiento de las graves
dificultades económicas por las que aquélla atravesaba a finales del año 2007 y principios del año 2008, lo
que determinó que incurriera en causa de disolución por pérdidas cualificadas y que se adoptase el obligado
acuerdo de disolución el día 10 de abril de 2008, a pesar de lo cual continuaron encargando a la

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demandante la realización de algunos trabajos sin advertirla de ningún modo de que se encontraba ya en
liquidación tras la disolución de la sociedad y sin que se haya abonado ninguna de las facturas emitidas
para el cobro conforme a lo pactado.

Los demandados además de rechazar el importe de algunas de las facturas que originan la deuda de
la entidad "INSTALACIONES Y ASISTENCIA INTEGRAL, S.A., EN LIQUIDACIÓN", rechazan haber
incurrido en negligencia en la administración o liquidación de la sociedad, cumpliendo en plazo legal el
deber de promover la junta general de accionistas para que adoptara el acuerdo de disolución y una vez
disuelta la sociedad en virtud del oportuno acuerdo y constatado con posterioridad el estado de insolvencia,
se presentó el obligado concurso de acreedores que actualmente se tramita en el Juzgado de lo Mercantil nº
1 de Madrid, limitándose los demandados, tras la disolución, a terminar las obras en curso para poder así
cobrar del dueño de la obra los trabajos realizados, lo que ha favorecido a la sociedad deudora y a todos los
acreedores.

La sentencia dictada en primera instancia, tras estimar acreditado -con efectos meramente
prejudiciales- el importe de la deuda que mantiene la entidad "INSTALACIONES Y ASISTENCIA
INTEGRAL, S.A., EN LIQUIDACIÓN" con la demandante por importe de 43.641.57 euros, deslinda
-realizando un esfuerzo que no se aprecia en la demanda- los hechos que se imputan a cada uno de los
demandados y desestima la demanda respecto de don Íñigo , a quien considera administrador de hecho de
la entidad deudora a partir del 17 de enero de 2008 hasta el nombramiento del liquidador único el 10 de abril
de 2008, porque no se acredita la alegada despatrimonialización de la sociedad deudora al tiempo de
contratar a la demandante, habiendo sido disuelta la sociedad y nombrado liquidador cuando se constató la
concurrencia de la causa de disolución a finales de febrero de 2008, lo que determina el rechazo de la
acción individual de responsabilidad contra él ejercitada como administrador de hecho al amparo del artículo
135 de la Ley de Sociedades Anónimas y sin que le sea exigible responsabilidad alguna como tal a partir de
la disolución de la sociedad. Por otra parte, también se desestima la demanda respecto de don Feliciano ,
en su calidad de liquidador de la sociedad, porque la contratación de la demandante tras la disolución de la
sociedad se efectuó en interés de la deudora y de todos los acreedores para no dejar inacabada la obra y
así poder cobrar su importe a la comunidad de propietarios de la Avenida del Mediterráneo nº 20 de Madrid,
por lo que no cabe tachar su conducta de negligencia grave o dolosa como exige el artículo 279 de la Ley
de Sociedades Anónimas para el nacimiento de la responsabilidad del liquidador.

Frente a la sentencia se alza la parte demandante que interesa su revocación, interesando la íntegra
estimación de la demanda con fundamento en los motivos que serán analizados a continuación.

Dada la reciente entrada en vigor del texto refundido de la Ley de Sociedades de Capital, aprobado
Real Decreto Legislativo 1/2010, de 2 de julio , se precisa que las citas legales que se efectuarán en la
presente resolución vendrán referidas al hoy derogado Real Decreto Legislativo 1564/1989, de 22 de
diciembre , por el que se aprobó el texto refundido de la Ley de Sociedades Anónimas, al ser dicho texto,
como ya se ha apuntado, el aplicable al supuesto enjuiciado por razones temporales.

SEGUNDO.- Para la adecuada resolución del presente recurso de apelación resulta necesario tener
en cuenta los siguientes antecedes fácticos:

1.- La entidad "INSTALACIONES Y ASISTENCIA INTEGRAL, S.A." subcontrató a la demandante, la


mercantil, "CALYCANTO OBRAS Y REFORMAS, S.L." para la ejecución de diversos trabajos que aquélla
estaba realizando para la comunidad de propietarios sita en la Avenida del Mediterráneo nº 30 de Madrid y
para el restaurante "LA DORADA" sito en la calle Orense también de Madrid, que se ejecutaron entre los
meses de diciembre de 2007 y mayo de 2008, ascendiendo el importe de las obras ejecutadas a la suma de
43.641,57 euros.

Los demandados al contestar a la demanda sólo admiten la ejecución de obras por importe de
36.035,20 euros al negar la aceptación de los presupuestos identificados con los nº 19/08, 26/08 y 38/08 y,
por otro lado, sólo reconocen la ejecución parcial de los trabajos reflejados en la factura 36/08, sin embargo
la sentencia recaída en primera instancia acepta la íntegra ejecución de las obras facturadas por la entidad
demandante valorando las pruebas practicadas en primera instancia sin que los demandados al oponerse al
recurso de apelación hayan introducido argumento alguno que permita contradecir la valoración probatoria
efectuada en primera instancia hasta el punto de que se limitan a afirmar que: ". se discuten, por falta de
documentación y conclusión de los trabajos encargados a la actora, alrededor de 7.000 e .". En
consecuencia, no indicando la parte apelada error alguno en la valoración de la prueba efectuada por el juez
a quo, ni los medios de prueba que contradicen el hecho declarado probado en la sentencia o que en ésta
se hayan infringido las reglas de la carga de la prueba, no cabe sino mantener la valoración probatoria
efectuada que, además, se estima acertada con base en los razonamientos expuestos en la sentencia al no

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haberse desvirtuado la apariencia documental de la que deriva la existencia de la deuda (presupuestos y


facturas) junto con la testifical del Sr. Rosillo Gómez, trabajador autónomo que reconoce la ejecución de las
obras, sin que los demandados hayan desvirtuado la apariencia razonable de la existencia de la deuda en la
cuantía señalada por la parte demandante.

2.- La entidad "INSTALACIONES Y ASISTENCIA INTEGRAL, S.A." desde su constitución el día 2 de


enero de 2003 estuvo administrada por un consejo de administración siendo su presidente y consejero
delegado don Feliciano y consejero don Íñigo . En fecha no determinada pero, en todo caso, sobre el 18 de
enero de 2008, se cesó al consejo de administración nombrando nuevo consejo en el que se designó como
presidente y consejero delegado a don Feliciano y como consejero y secretario a don Íñigo , otorgando a su
favor el consejero delegado, el 18 de enero de 2008, un poder general con facultades representativas,
mercantiles, bancarias y de formalización (documentos nº 2 A, B y C de la demanda).

En consecuencia, en contra de lo afirmado en la sentencia, a partir del 18 de enero de 2008 don Íñigo
no era administrador de hecho sino que lo era de derecho -lo que admitió la parte demandada en la
audiencia previa (6¿ 15¿¿ y ss de la grabación audiovisual)-, no existiendo dato alguno en los autos que
permita afirmar que aquél era secretario no consejero pues de la certificación del Registro Mercantil en la
que consta el cese de los miembros del órgano de administración como consecuencia de la disolución
(documentos nº 2 A y B de la demanda) no se deduce que el secretario no fuera consejero, y en los datos
del informe ASEXOR (documento nº 2 C de la demanda) figura expresamente que don Íñigo fue designado
consejero y secretario del consejo de administración en virtud del acuerdo inscrito el 5 de marzo de 2008.
En todo caso, se acepta que don Íñigo actuaba ejerciendo funciones de administrador con verdadero poder
de decisión, permanencia y autonomía como expresa la sentencia y no ha sido combatido en el escrito de
oposición al recurso de apelación.

3.- La sociedad "INSTALACIONES Y ASISTENCIA INTEGRAL, S.A." presentaba a 31 de diciembre


de 2007 unos fondos propios positivos de 66.130,73 euros con un capital social de 63.361,20 euros
(documentos nº 3 y 4 de las contestaciones a la demanda), a pesar de lo cual el 10 de abril de 2008 se
adoptó el acuerdo de disolución de la sociedad por consecuencia de pérdidas que habían reducido su
patrimonio por debajo de la mitad de la cifra del capital social con base en el balance trimestral cerrado a 31
de marzo de 2008, habiéndose puesto de manifiesto la inviabilidad económica de la empresa al frustrarse
en el mes de marzo determinadas propuestas de contratos de ejecución de obras que estaba negociando la
citada entidad, según admitió don Feliciano en la prueba de interrogatorio de parte.

4.- Al disolverse la sociedad se designó liquidador único al demandado don Feliciano , hasta entonces
administrador y consejero delegado de la sociedad, revocándose todos los poderes que se hubieran
otorgado y, en consecuencia, el apoderamiento en favor de don Íñigo que hasta entonces había sido
miembro del consejo de administración y secretario del consejo además de apoderado general en virtud del
poder otorgado a su favor por el consejero delegado en ejercicio de la facultades delegadas por el consejo
de administración.

5.- Tras la disolución de la sociedad y, en consecuencia, abierto el período de liquidación, don Íñigo
continuó representando a la sociedad, sin ninguna facultad para ello, ejerciendo las mismas funciones que
antes realizaba como administrador y apoderado, con conocimiento y sin oposición del liquidador de
derecho, encargando a la entidad actora la ejecución de diversos trabajos por importe de 19.023,77 euros
más IVA, en total 22.067,57 euros (documentos nº 11, 12, 13, 15, 16, 17, 18 y 19 de la demanda), sin
comunicar a la demandante que la sociedad había quedado disuelta por pérdidas cualificas y que se
encontraba en período de liquidación.

6.- Manifestada la insolvencia de la sociedad, su liquidador presentó con fecha 6 de noviembre de


2008 la oportuna solicitud de concurso voluntario de la entidad "INSTALACIONES Y ASISTENCIA
INTEGRAL, S.A., EN LIQUIDACIÓN" que, tras ser declarado por auto de 16 de marzo de 2009, se tramita
en el Juzgado de lo Mercantil nº 1 de Madrid , lo que no es discutido por la parte actora.

TERCERO.- El apelante en un asistemático escrito de interposición del recurso de apelación imputa a


la sentencia dictada en primera instancia incongruencia y falta de motivación a la vez que una indebida
valoración de la prueba argumentando, en esencia, que "confunde y no considera lo pedio y objeto de
debate: la responsabilidad como Administrador de Derecho y de Hecho del Sr. Íñigo ", discrepando de que
se limite el examen de la responsabilidad del citado demandado hasta la fecha de la disolución, indicando,
en último término, la falta de motivación de la sentencia "al NO motivar, adecuadamente, lo que sostiene
esta parte, ni por qué solo debe extenderse la responsabilidad como Administrador del Sr. Íñigo solo hasta
un límite temporal y no a su actuación posterior a dicha fecha" y su incongruencia " por NO resolver

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conforme a nuestras pretensiones y alegaciones.", reiterando luego la supuesta falta de motivación y


congruencia de la sentencia porque el Sr. Feliciano "NUNCA fija como fecha de producción de los hechos la
de fines de febrero de 2008"

Dada la confusión conceptual que padece el recurrente conviene aclarar en qué consiste
jurídicamente la incongruencia y la falta de motivación que no cabe identificar con el acierto o desacierto del
juez en la valoración de la prueba. Así, conforme a reiterada jurisprudencia del Tribunal Supremo, el deber
de congruencia consiste en la exigencia derivada de la necesaria conformidad que ha de existir entre la
sentencia y las pretensiones que constituyen el objeto del proceso, y existe allí donde la relación entre estos
dos términos, fallo y pretensiones procesales, no está sustancialmente alterada, entendiéndose por
pretensiones procesales las deducidas en los suplicos de los escritos fundamentales rectores del proceso y
no en los razonamientos o argumentaciones que se hagan en los mismos; no exigiéndose tampoco, desde
otro punto de vista, que la mencionada relación responda a una conformidad literal y rígida sino más bien
racional y flexible ( sentencias de 15 de diciembre de 1995 , 4 de mayo de 1998 , 31 de mayo de 1999 , 31
de octubre de 2001 y 1 de marzo de 2.007 , entre otras muchas). De este modo, para determinar la
incongruencia se ha de acudir necesariamente al examen comparativo de lo postulado en el suplico de la
demanda y los términos en que se expresa el fallo combatido ( sentencias de 22 de abril de 1988 , 14 de
noviembre de 1990 y 25 de enero de 1994 ), estando autorizado el órgano jurisdiccional para hacer un
ajuste razonable y sustancial con los pedimentos de los que litigan, siempre que se respete la causa de
pedir, que no puede alterarse, ni cabe la sustitución de unas cuestiones por otras ( sentencias de 23 de
diciembre de 1993 y 5 de mayo de 1998 ), pero sin que su exigencia alcance a los razonamientos alegados
por las partes o por el Tribunal ( sentencias de 20 de junio de 1986 , 19 de marzo de 1990 , 25 de
septiembre de 2006 y 1 de marzo de 2007 ).

Por otra parte, como enseñan las sentencias del Tribunal Supremo de 11 y 24 de julio de 2007 , la
primera con cita de las sentencias del mismo tribunal de 26 de julio de 1994 , 25 de enero de 1995 , 24 de
enero de 2001 y 29 de septiembre de 2003 , las sentencias desestimatorias de la demanda y absolutorias
de la parte demandada, como lo que es la sentencia apelada, no pueden tacharse de incongruentes, toda
vez que resuelven todas las cuestiones propuestas y debatidas, salvo determinadas excepciones, como
cuando el demandado se hubiera conformado total o parcialmente con las pretensiones de la actora, se
dejaran de resolver peticiones oportunamente deducidazas por los litigantes, se alterase la causa petendi o
el supuesto fáctico de la cuestión debatida, o se transformase el problema litigioso, y cuando la absolución
se produjera por haberse apreciado una excepción no alegada ni susceptible de apreciación de oficio, o se
utilizasen argumentos distintos de los alegados por las partes en el caso de ocasionarse indefensión.

La aplicación de la anterior doctrina al supuesto de autos evidencia la escasa consistencia de la


alegación de incongruencia pues la sentencia desestima la pretensión deducida en el suplico de la
demanda, rechazando la responsabilidad de los demandados sin alterar la causa de pedir ni el supuesto
fáctico de la cuestión debatida, cuestión distinta es que el recurrente discrepe de la valoración probatoria
efectuada en la sentencia.

Por otro lado, la motivación de las sentencias, como señala la sentencia del Tribunal Constitucional
213/2003, de 1 de diciembre , además de un deber constitucional de los jueces, constituye un derecho de
quienes intervienen en el proceso. Al primer aspecto se refiere la sentencia del mismo Tribunal 35/2002, de
11 de febrero para poner de manifiesto que la exigencia de motivación está directamente relacionada con
los principios de un Estado de Derecho (artículo 1.1 de la Constitución Española) y con el carácter
vinculante que, para jueces y magistrados, tiene la Ley, a cuyo imperio están sometidos en el ejercicio de su
potestad jurisdiccional (artículo 117.1.3 de la Constitución Española), de modo que hay que dar razón del
derecho judicialmente interpretado y aplicado, con lo que se cumple tanto la finalidad de evidenciar que el
fallo es una decisión razonada en términos de derecho, como la de hacer posible el control jurisdiccional de
la resolución por medio del sistema de recursos previsto en el ordenamiento. El segundo aspecto es tratado
por la sentencia del Tribunal Constitucional 196/2003, de 27 de octubre , según la que el derecho a obtener
una resolución fundada en derecho, favorable o adversa, exige que aquélla contenga los elementos y
razones de juicio que permitan conocer cuáles han sido los criterios jurídicos en que se basa la decisión. Sin
embargo, como destaca la sentencia del Tribunal Constitucional 165/1999, de 27 de septiembre , el
mencionado derecho no faculta a las partes a exigir una argumentación jurídica exhaustiva y
pormenorizada, que alcance a todos los aspectos y perspectivas que pueda tener de la cuestión que se
decide ( sentencias del Tribunal Supremo de 20 de diciembre de 2000 y 12 de febrero 2001 ). Dicho deber
no debe llevarse hasta el punto de imponer la necesidad de dar respuesta a todas y cada una de las
cuestiones, de hecho y de derecho que se susciten, siendo suficiente que la resolución ofrezca los datos
indispensables para permitir conocer la ratio decidendi. Por el contrario, se consideran suficientemente
motivadas las resoluciones judiciales que vengan apoyadas en argumentos que permitan conocer los
criterios jurídicos esenciales de los que deriva la decisión.

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En definitiva, como indican las sentencias de la Sala 1ª del Tribunal Supremo de 2 de noviembre de
2001 , 1 de febrero de de 2002 , 8 de julio de 2002 y 3 de febrero de 2005 , con cita de las del Tribunal
Constitucional de 10 de julio y 18 de septiembre de 2000 , por motivación debe entenderse "la respuesta
razonada a la pretensión de la parte, sin necesidad de contestar a cada uno de los argumentos ni de dar
una desmesurada extensión a la ratio decisoria".

De la lectura de la resolución recurrida se llega a la evidente conclusión de que la sentencia apelada


cumple sobradamente el deber de motivación explicitando los hechos que estima probados y las
consecuencias que de los mismos deduce, negando la condición de administrador de derecho a don Íñigo a
partir del 18 de enero de 2008, calificándolo de administrador de hecho y entendiendo que tras la disolución
no se le puede exigir responsabilidad alguna como tal administrador de hecho, considerando, además, que
la situación de pérdidas que desembocó en la disolución de la sociedad sólo se hizo patente a finales del
mes de febrero de 2008. La parte podrá estar o no conforme con tales hechos y sus consecuencias pero, en
ningún caso, debe prosperar la alegación de falta de motivación porque la sentencia está adecuadamente
motivada atendiendo al canon ya señalado.

CUARTO.- La acción de responsabilidad individual presupone la concurrencia de los siguientes


requisitos: a) un comportamiento (activo u omisivo) del administrador, el cual debe ser antijurídico (o, como
establece el artículo 133 de la Ley de Sociedades Anónimas , contrario a la Ley, a los estatutos o con
omisión de la diligencia exigible conforme al artículo 127 de la Ley de Sociedades Anónimas , esto es, con
la que corresponde a un ordenado empresario y representante leal; b) que la acción u omisión se desarrolle
por el administrador o administradores precisamente en concepto de tales; c) un daño a los intereses del
socio o del tercero; y d) una relación causal que, como literalmente exige el artículo 135 de la Ley de
Sociedades Anónimas , debe ser directa entre aquel comportamiento y este resultado. En este sentido,
sentencias del Tribunal Supremo de 7 de marzo de 2006 , 28 de abril de 2006 , 14 de marzo de 2007 y 1 de
junio de 2010 .

Hasta la disolución de la sociedad no se aprecia que los demandados, ambos administradores de


derecho de la sociedad en tanto miembros del consejo de administración -con independencia de que don
Feliciano fuera presidente del consejo y consejero delegado y don Íñigo secretario del consejo y apoderado
general-, incurrieran en negligencia alguna por el hecho de contratar con la entidad actora la ejecución de
determinadas obras. Como indica la sentencia apelada, al cierre del ejercicio 2007 la sociedad presentaba
fondos propios positivos y sólo se patentiza la inviabilidad económica de la sociedad en el mes de marzo al
frustrarse determinados contratos que la deudora esperaba conseguir, todo ello enmarcado en la general
situación de crisis económica del sector de la construcción, lo que determinó a la vista del balance trimestral
cerrado a 31 de marzo de 2008 que los administradores, cumpliendo el deber que les impone el artículo 262
de la Ley de Sociedades Anónimas , convocasen junta general de accionistas para que adoptara, en su
caso, el acuerdo de disolución, siendo este adoptado en el día 10 de abril de 2008. En consecuencia, no
cabe imputar responsabilidad alguna a los demandados por los trabajos encargados con anterioridad a
adoptarse el acuerdo de disolución, sin que sea exigible a los administradores la paralización de la empresa
ante cualquier situación de dificultad económica y menos cuando se estaban ejecutando los contratos que
tenían concertados con terceros. Paralización que, de haberse llevado a cabo, hubiera podido determinar el
agravamiento de la situación económica y, en definitiva, el cierre de la empresa, con la consiguiente
responsabilidad de los administradores por su negligente gestión cuando ni siquiera resulta obligada la
disolución de la sociedad ante una situación de pérdidas cualificadas, situación que puede eludirse
adoptando los oportunos acuerdos de reestructuración del capital, siendo perfectamente posible, por
ejemplo, un acuerdo de ampliación de capital para inyectar así los recursos necesarios para la continuidad
empresarial.

Distinta valoración ha de efectuarse respecto de la deuda que tiene origen en los trabajos encargados
a la demandada tras la disolución de la sociedad y la apertura del período de liquidación.

Conviene destacara que a diferencia de la responsabilidad de los administradores, la de los


liquidadores de una sociedad anónima se restringe a aquellos supuesto de fraude o negligencia grave en el
desempeño del cargo (artículo 279 de la Ley de Sociedades Anónimas )

Dicho lo anterior, el tribunal considera que es una conducta gravemente negligente del liquidador de
derecho, don Feliciano , tolerar la contratación de la demandante para la ejecución de determinadas obras
tras acordarse su disolución, en tanto que sólo estaba facultado para realizar operaciones comerciales
pendientes pero no para contraer nuevas obligaciones salvo que sean necesarias para la liquidación de la
sociedad (artículo 272 de la Ley de Sociedades Anónimas ).

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Esto es, resulta comprensible que la deudora quisiera concluir las obras que estaba ejecutando pero
no que para concluirlas siguiera subcontratando a la demandante para realizar nuevos trabajos ocultándola
que se encontraba disuelta y en liquidación. Dichas obras no estaban amparadas en un previo contrato
entre la deudora y la demandante sino que se subcontrataban según surgía la necesidad de ejecutarlas,
contratándose unos trabajos antes y otros después de acordarse la disolución.

Encontrándose ya en liquidación la entidad deudora debió advertir a la demandante de que se


encontraba disuelta para que ésta valorara, ante ese nuevo escenario, si aceptaba la ejecución de los
trabajos y, en su caso, con qué garantías, y con mayor razón aún cuando la disolución obedecía a una
situación de pérdidas cualificadas, lo que hubiera hecho razonablemente intuir a la actora que corría el
evidente riesgo de no cobrar los trabajos que ejecutara, como efectivamente así ha ocurrido.

El daño sufrido por la parte actora está integrado por el importe de las obras contratadas desde la
fecha de adopción del acuerdo de disolución (10 de abril de 2008) que asciende a 22.067,57 euros, IVA
incluido, sin que los demandados hayan dado ninguna razón que justifique la exclusión de la partida del IVA,
salvo que se pretenda que la demandante eluda sus obligaciones fiscales efectuando una factura
rectificativa a pesar de cobrar el importe de las obras en la cuantía indicada.

Por otro lado, resulta patente el nexo causal entre el daño sufrido y el comportamiento del liquidador
al no haber informado a la demandante de la situación de liquidación en que se encontraba la deudora al
contratarla tras la disolución, imposibilitando con ello que la actora decidiera aceptar o no los nuevos
trabajos a la vista de la precaria situación económica y patrimonial de la deudora o, en su caso, exigiera el
pago al contado o las garantías que estimase oportunas, situación de liquidación que ni siquiera había sido
objeto de publicidad cuando se suscribe el último presupuesto en mayo de 2008, en tanto que no se dio la
oportuna publicidad en los diarios al acuerdo de disolución hasta el 9 de julio de 2008 y no se inscribió hasta
el 17 de julio de 2008 (folio 28).

La misma responsabilidad es exigible también a don Íñigo que, sin estar designado como liquidador y
tener revocados los poderes que en su día le habían sido otorgados, continuó efectuando las mismas
funciones que desarrollaba antes de la disolución, con igual independencia, autonomía y poder de decisión,
hasta el punto de contratar a la demandante, aceptando los correspondientes presupuestos, para la
ejecución de nuevas obras. Esto es, don Íñigo pasa sin solución de continuidad de ser administrador de
derecho a liquidador de hecho asumiendo funciones representativas de la sociedad en liquidación, lo que
permite atribuirle la responsabilidad no tanto como administrador de hecho o de derecho sino como
liquidador de hecho -figura admitida incluso en los artículos 164.1 y 172.3 de la Ley Concursal -, y sin que
ello implique variación en la causa de pedir que no es otra que la contratación de la demandante para la
ejecución de determinados trabajos actuando, de hecho, en representación de la sociedad como si fuera su
administrador, cuando ya había sido disuelta la sociedad y estaban revocados sus poderes, ocultándoselo a
la demandante.

Los razonamientos expuestos determinan la estimación parcial del recurso de apelación con
revocación también parcial de la sentencia y la consiguiente estimación parcial de la demanda formulada
por la entidad ahora apelante contra don Feliciano y don Íñigo .

QUINTO.- Conforme al artículo 576 de la Ley de Enjuiciamiento Civil la cantidad objeto de la presente
condena devengará el interés legal incrementado en dos puntos desde la fecha de esta sentencia, sin que
puedan concederse intereses moratorios a pesar de la modulación jurisprudencial del principio in iliquidis
non fit mora, dada la muy sustancial disminución de la indemnización solicitada. En este sentido la sentencia
del Tribunal Supremo de 14 de marzo de 2008 , con cita de la 6 de octubre de 2006 , indica que la primitiva
rigidez que se atribuía a la regla in illiquidis non fit mora, como recuerda la sentencia de 30 de noviembre
2005 , ha sido mitigada. Es cierto que la sentencia de 19 junio de 1995 inició un giro jurisprudencial , que la
de 13 de octubre de 1997 da por consolidado, consistente en reconocer el derecho del demandante a
obtener el pago de intereses moratorios aunque la sentencia conceda menos de lo pedido en la demanda; y
se justifica tal solución, seguida por otras sentencias posteriores como las de 25 de febrero de 2000 , 8 de
noviembre de 2000 y 10 de abril de 2001 , hasta las de 5 de abril de 2005 y 15 de abril de 2005, en los
principios de buena fe contractual y equivalencia de las prestaciones, así como la consideración de la
preexistencia del crédito reclamado aunque su cuantificación final no coincida exactamente con la estimada
por el demandante. Ahora bien, también se indica por la citada jurisprudencia que: "Sólo una considerable
distancia entre lo postulado y lo concedido, según esta nueva orientación, ha de llevar a no reconocer el
derecho al cobro de intereses legales moratorios ( SSTS de 7 de noviembre de 2001 y 20 de marzo de 2003
entre otras") -énfasis añadido-, situación que se aprecia en el supuesto de autos en que la petición
indemnizatoria se reduce sustancialmente, al margen de que en la demanda ni siquiera se especificaba ni

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se fundamentaba desde cuándo debían devengarse, siendo necesario el desarrollo del proceso para
determinar la responsabilidad y el daño indemnizable.

SEXTO.- De acuerdo con el artículo 394 de la Ley de Enjuiciamiento Civil , la estimación parcial de la
demanda determina que no proceda efectuar especial pronunciamiento respecto de las costas procesales.

SÉPTIMO.- Estimado el recurso de apelación no procede efectuar especial pronunciamiento respecto


de las costas causadas con el mismo, tal y como prevé el artículo 398.2 de la de la Ley de Enjuiciamiento
Civil .

Vistos los preceptos legales citados y demás de pertinente y general aplicación.

FALLO

En atención a lo expuesto, la Sala acuerda:

1.- Estimar parcialmente el recurso de apelación interpuesto por la Procuradora doña María Eugenia
Fernández-Rico Fernández en nombre y representación de la entidad "CALYCANTO OBRAS Y
REFORMAS, S.L." contra la sentencia dictada con fecha 29 de octubre de 2.009 por el Juzgado de lo
Mercantil nº 8 de Madrid en los autos de juicio ordinario número 60/2009, del que este rollo dimana.

2.- Revocar parcialmente dicha resolución para estimar parcialmente la demanda formulada por la
entidad CALYCANTO OBRAS Y REFORMAS, S.L." contra DON Feliciano Y DON Íñigo , representados por
la procuradora doña Pilar Rico Cadenas, condenado solidariamente a los demandados a pagar a la actora
la cantidad de 22.067,57 euros (VEITIDÓS MIL SESENTA Y SIETE EUROS CON CINCUENTA Y SIETE
CÉNTIMOS), suma que devengará un interés anual igual al del interés legal del dinero incrementado en dos
puntos desde la fecha de esta resolución, sin efectuar expresa imposición de las costas procesales
causadas en primera instancia.

3- No se efectúa especial imposición de las costas causadas con el recurso de apelación.

Así, por esta nuestra sentencia, lo pronunciamos, mandamos y firmamos los Ilustrísimos señores
magistrados integrantes de este Tribunal.

PUBLICACION.- Dada y pronunciada fué la anterior Sentencia por los Ilmos. Sres. Magistrados que la
firman y leída por el/la Ilmo. Magistrado Ponente en el mismo día de su fecha, de lo que yo el/la Secretario
certifico.

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