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1.

- Al-Andalus

Entre los siglos VIII y XV la Península Ibérica estaba dividida en dos zonas con límites geográficos que
fueron variando y que representaban dos modelos sociales de diferentes características: por un lado se
encontraba el estado musulmán de Al-Andalus y por otro lado condados y reinos cristianos.

El territorio de Al-Andalus, siendo un Emirato dependiente de Damasco (714-756), sufría constantes


tensiones y fue una época caracterizada por la inestabilidad. Con la llegada de la dinastía Omeya surgió el
Emirato Independiente (756-929) iniciándose así una época de estabilidad bajo el mandato de Abd al-
Rahamán I. Más adelante, consolidada la fortaleza de Abd al-Rahamán III, éste declaro su independencia
religiosa proclamando el Califato de Córdoba (929-1031), periodo de máximo esplendor Andalusí tanto
económico como artístico. Los más de veinticinco Reinos de Taifas (1031-1492) fueron surgiendo tras la
descomposición del Califato, iniciada en el siglo XI, por la fuerza disgregadora de la aristocracia, el ejército
y las ciudades enriquecidas por el comercio. Finalmente, tras las victorias cristianas que tuvieron lugar
desde mediados del siglo XIII el reino musulmán de Al-Andalus quedó reducido a Granada, donde se
mantuvo la presencia islámica en la península hasta 1492.

El territorio de Al-Andalus comprendía tres provincias: la inferior, con centro en Badajoz; la media,
alrededor de Toledo y la superior, cuya capital era Zaragoza. El estado estaba centralizado bajo el poder
autocrático de los Califas. El califa era la máxima autoridad de los creyentes y además extendía su poder
judicial, económico, militar y en la política exterior. Para dirigir esta administración contaba con un hachib
(equivalente al primer ministro actual) y nombraba valíes (gobernadores de provincias) y cadíes (jueces).
Al-Andalus contaba también con un potente ejército para la expansión militar y el control de las fronteras,
cuyos mandos eran fundamentalmente árabes, soldados mercenarios, bereberes y eslavos en su mayoría.

Las ciudades de Al-Andalus, fueron el centro de la vida económica, social y cultural.


En el ámbito económico la puesta en circulación de los tesoros acaparados por los monarcas visigodos y la
iglesia junto con la entrada de la península ibérica en los circuitos comerciales islámicos marcará la
actividad económica andalusí. Además, un fructífero comercio de intercambio con el norte de África trajo a
la península oro. Los botines bélicos, los tributos cobrados a los reinos cristianos y la explotación de los
campesinos, constituyeron la base sustentadora de la administración, el ejército y la aristocracia. Con
respecto al sector primario, se introdujeron nuevos cultivos (agrios, arroz, algodón y azafrán) y la
intensificación de los regadíos rentabilizó el uso de los suelos. Los años de cosechas normales Al-Andalus
era autosuficiente, en años de sequía importaban trigo del Magreb y utilizaban el olivo como producto
exportable dado su excedente. Los cultivos industriales tuvieron gran difusión gracias a la demanda de la
industria urbana textil (lino y algodón). La ganadería se desarrolló a través de la trashumancia de los
bereberes y fue notable la producción de cabañas equinas y la de cerda. En la minería se extraía oro,
plata, hierro, estaño, mercurio, cobre y plomo. En cuanto a la actividad pesquera se centró en el alto
consumo de pescado fresco y en salazón. La transformación de materias primas (sector secundario) se
llevó a cabo en el ámbito urbano. Había diversos oficios y actividades agrupados en zocos que abarcaban
varias calles o plazas y cuyas tiendas eran a la vez talleres de fabricación. La actividad artesanal se
organizaba en un sistema gremial con escalafones (maestro, oficiales y aprendices). Los principales
sectores manufactureros eran el tejido, los cueros y las pieles. Además de productos de lujo como sedas y
orfebrería. En los zocos urbanos tienen salida los productos agrarios y es donde además el agricultor
adquiere lo que no puede producir en el campo. Este sistema comercial inspiró la aparición de alcaicerías
que eran propiedad del soberano y donde se vendían mercancías traídas de fuera de la ciudad. Otro
elemento urbanístico comercial era la alhondiga, edificio destinado al almacenamiento de mercancías. El
comercio a larga distancia era practicado por mercaderes con criterios capitalistas que hacían llegar de
oriente perfumes, telas preciosas, piedras y exportaba esclavos, pieles, sedas, drogas, etc. Los esclavos,
una vez castrados en Al-Andalus eran reenviados a los mercados de esclavos del Mediterráneo. Los
mercaderes gozaban de un alto poder económico. La circulación de moneda fue muy abundante por ser la
península el centro de confluencia de rutas comerciales asiáticas, africanas y europeas. Córdoba fue el
núcleo económico y cultural mas importante de Al-Andalus, llegando a superar los cien mil habitantes en el
siglo X y convirtiéndose en la mayor ciudad de Europa occidental.
La sociedad andalusí era plural, étnica y religiosamente. La mayoría islámica estaba dividida en diferentes
etnias (distintas posiciones sociales). Los baladíes eran el grupo privilegiado, tenían antepasados árabes y
se quedaron con las mayores propiedades territoriales. Por debajo estaban los bereberes y los muladíes

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(hispanos convertidos al Islam) y después los mozárabes (hispanos que conservaban la religión cristiana y
los judíos). Estas dos minorías soportaban la mayor carga fiscal.
El desarrollo cultural y científico de Al-Andalus fue elevado. Se creo una importante red de escuelas y
universidades y se desarrollaron las ciencias prácticas (medicina, matemáticas, agronomía y astronomía),
pero también la filosofía, la historia, la geografía, la música y la literatura. No hay mas que ver la herencia
que recibió la lengua actual por la influencia musulmana.
La huella más característica del Islam fue en la arquitectura. Surgió un arte hispano árabe que añadió
elementos específicos a los aportados por la tradición islámica: el arco de herradura, los arcos
policromados, los mosaicos y la ornamentación en relieves de yeserías. La mezquita de Córdova, la
Alhambra de Granada y la Aljafería de Zaragoza son algunas de las construcciones más notables.

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2.- La repoblación cristiana

La repoblación cristiana fue un arduo proceso de recuperación de las tierras peninsulares conquistadas por
los musulmanes que se llevó a cabo (con efectividad) entre los siglos XI y XV.
El territorio de Al-Andalus en el siglo X comprendía gran parte de la península a excepción de la zona norte
(de las actuales Galicia, Asturias, Cantabria, Euskadi, La Rioja, Navarra, la mitad superior de Castilla y
León, apenas unas comarcas de Aragón y varias provincias de Cataluña) que siguió siendo cristiana.
La zona cristiana, al principio de escasos recursos y fuerzas para luchar contra la invasión musulmana, con
el tiempo se convirtió en una zona poderosa donde se consolidaron diversos reinos y condados que, con la
crisis que sufrió el Califato de Córdoba, se consideraron con fuerzas suficientes para iniciar la reconquista.

Entre los siglos XI y XII la disgregación del Califato y la conversión de éste en diversos reinos Taifas
facilitará el avance de las fronteras cristianas. Para impedir este avance los musulmanes tomaron dos
medidas: en primer lugar, el pago de impuestos a los cristianos con el fin de paralizar su avance y, en
segundo lugar, se dieron las invasiones Almorávides y Almohades como ayuda al reino musulmán. A pesar
de estos intentos, el avance cristiano se produjo primero en la Meseta norte y el valle del Ebro, donde se
establecerían señoríos cristianos que explotarían la agricultura musulmana y, a continuación, entre el
Duero y el Tajo, donde la economía se sustentará en fueros.

Entre los siglos XII y XIV se producirá un gran avance por parte cristiana condicionada por la alianza entre
los reinos cristianos. En el siglo XIV tan solo Granada seguirá siendo musulmana. Sin embargo, las nuevas
zonas cristianas debieron enfrentarse a diversos problemas ya que conquistaron más tierra de la que su
economía podía soportar. En la zona sur (Murcia y Andalucía) la imposición de grandes señoríos y la
expulsión de las poblaciones autóctonas agrícolas y artesanas derivará en la decadencia económica del
territorio. En la actual Comunidad Valenciana, los señoríos cristianos, de menor extensión, se
superpondrán a una población musulmana que mantendrá la prosperidad económica, salvaguardando así
la economía del reino. En Aragón se produjo a partir de 1247 un proceso de unificación foral que dará lugar
a los “fueros de Aragón”, normas legales emanadas del rey con las cortes.

Finalmente, durante el siglo XV en la península tan solo permanecía Granada como reino musulmán,
debido a diversas causas: los pactos que había realizado con el reino cristiano, conviniendo así que sería
refugio para la población musulmana; su situación geográfica, ya que estaba sitiado entre montañas, lo
cual favorecía su protección; la homogeneidad de la población, tanto cultural como religiosamente, lo cual
provocó una fuerte cohesión.
La desaparición del estado musulmán viene condicionada por la inestabilidad de éste y la construcción del
estado moderno por parte de los Reyes Católicos, que basaron su política en la unificación territorial.

El estado cristiano se sustentaba, además de en los botines de guerra, en la producción agrícola y


ganadera. La agricultura era de subsistencia destinada al consumo propio y realizada mediante medios
tradicionales. La ganadería adquirió importancia al formarse las mestas, destinadas a regular la
trashumancia.
En el ámbito social, cabe destacar la ruralidad de la sociedad y los pequeños núcleos urbanos que la
caracterizaba. Predominaban las pequeñas aldeas cuya actividad artesanal se limitaba a intercambios
entre los campesinos de la zona en los mercados locales. En la corona de Aragón, sobretodo en Cataluña
se aceleró el paso hacia una economía monetaria por ser espacio de contacto entre el mundo hispánico y
el carolingio. La inicialmente sociedad agraria fue compaginándose a partir del siglo XI con el desarrollo
urbano a través de actividades artesanas y comerciales. Las ciudades se fueron convirtiendo en mercados
para atraer al campesinado que además iba aumentando su producción agraria para intercambiarla. A
finales del siglo XII algunas ciudades desarrollaron las manufacturas exportando sus productos elaborados
y aumentando la incipiente burguesía comercial.

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3.- Mudéjares y moriscos

Con la llegada de los árabes a la península, los habitantes de ésta (cuya religión era la musulmana)
adoptaron el nombre de andalusíes. La denominación de éstos fue variando según la situación con
respecto al reino cristiano.

Con el avance de los cristianos sobre el territorio de Al-Andalus se pasó a denominar mudéjares a los
andalusíes sometidos. Aunque algunos musulmanes decidieron abandonar estas tierras y continuar en Al-
Andalus, una gran parte permanecieron en los territorios reconquistados bajo el dominio cristiano
conservando su religión, costumbres, cultura y organizados en aljamas bajo protección real. En medios
rurales de ciertas regiones se constituían como el elemento predominante, y a veces exclusivo, debido a su
gran conocimiento de las técnicas agrícolas. Los mudéjares llegaron a crear una literatura propia
(aljamiada) y dieron origen a un arte, el mudéjar, que se extendería en el espacio y el tiempo, sobretodo en
la arquitectura cuyos ejemplos más sobresalientes en Aragón son la Seo de Zaragoza y las torres
Mudéjares de Teruel.

A lo largo de varios siglos hubo una coexistencia respetuosa entre cristianos y musulmanes, aunque los
mudéjares estaban segregados socialmente y soportaban cargas fiscales mayores que la población
cristiana. Con el tiempo la tolerancia religiosa fue a menos, sobretodo tras la toma de Granada y se llegó a
la unidad religiosa.

A comienzos del siglo XV los mudéjares fueron obligados a convertirse al cristianismo, siendo
denominados a partir de entonces cristianos nuevos o moriscos. A pesar de su conversión y progresiva
integración en algunas regiones, los moriscos o cristianos nuevos seguían estando en el punto de mira
debido a la presencia de turcos y piratas berberiscos, enemigos de la monarquía.

Felipe III decretó la expulsión de los moriscos a principios del siglo XVII, lo cual fue fatídico para la
economía del país ya que los moriscos llevaban prácticamente toda la agricultura de Levante y Aragón,
dejando además muchos pueblos vacíos. Sin embargo, a unos pocos moriscos le fue permitido quedarse
para enseñar a los cristianos las artes del regadío y otros conocimientos prácticos. Por último, también
hubo quienes compraron el certificado de buen cristiano y pudo regresar de forma clandestina.

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4.- El trabajo de los indígenas americanos tras la conquista: las encomiendas.

La conquista de América, iniciada por Cristóbal Colón en 1492 con el apoyo y subvención de Isabel la
Católica, se desarrolló a lo largo del siglo XVI y abarcó toda América, a excepción del actual Brasil, en
manos portuguesas. La conquista se desarrolló en dos grandes etapas. La primera de éstas fue
capitaneada por Hernán Cortés e iniciada en 1518 partiendo de la isla de Cuba y gobernando, tras su
entrada en tierras aztecas, a los habitantes de ésta. La segunda etapa de conquista fue dirigida por
Francisco Pizarro a partir de 1531, partiendo de Panamá e iniciando la conquista del impero Inca,
imponiéndose a éstos.
Las nuevas tierras conquistadas fueron adheridas a la Corona de Castilla, por lo que este nuevo territorio
copió la organización institucional castellana. Siguiendo este patrón, se fundaron dos virreinatos (el de
Nueva España y el de Perú) y dentro de éstos se crearon las gobernaciones.

La conquista de estos nuevos territorios supuso una gran fuente de ingresos para la Corona, por lo que se
buscaron formas de organización con el fin de lograr una mejor explotación de los recursos y mano de obra
indígena. Así surgieron las encomiendas, que procedían de una vieja institución medieval implantada por la
necesidad de protección de los pobladores en tiempos de la Reconquista.
La encomienda fue una institución característica de la colonización española de América y Filipinas,
establecida como un derecho otorgado por el Rey a favor de un súbdito español (encomendero) con el
objeto de que éste percibiera los tributos que los indígenas debían pagar a la corona, por ser súbditos de la
misma; a cambio, el encomendero debía ciudad el bienestar de los indígenas en lo espiritual y lo terrenal,
asegurando su mantenimiento y su protección, así como su adoctrinamiento cristiano. Los encomenderos
abusaron de la población indígena y el sistema derivó en formas de trabajo forzoso al reemplazarse en
muchos casos el pago en especie del tributo por trabajo a favor del encomendero. Los tributos indígenas
en especie podían ser metales, ropa o alimentos y eran recogidos por el cacique de la comunidad
indígena, quien era el encargado de llevarlo al encomendero. El encomendero estaba en contacto con la
encomienda, pero su lugar de residencia era la ciudad, donde se desarrollaba el sistema colonial español.

La encomienda también sirvió como centro de aculturación y de evangelización obligatoria. Los indígenas
eran reagrupados por los encomenderos en pueblos llamados “Doctrinas”, donde debían trabajar y recibir
la enseñanza de la doctrina cristiana a cargo de religiosos de las órdenes regulares. Los indígenas debían
encargarse de la manutención de estos religiosos.

En América esta institución planteó problemas por que aunque los españoles aceptaban en general que los
indígenas eran seres humanos, los definían como incapaces y pensaban que o eran responsables de sus
actos. La encomienda organizaba a la población indígena como mano de obra forzada para beneficiar a la
corona española. Se establecieron en diciembre de 1503 en una real Provisión. Era una manera de
recompensar a los españoles que se habían distinguido por sus servicios y una manera también de
asegurar el establecimiento de la población española en tierras recién descubiertas y conquistadas.
Inicialmente las encomiendas tuvieron un carácter hereditario, posteriormente se otorgaban por tiempo
limitado.

Las constantes denuncias frente al maltrato de los indígenas por parte de los encomenderos y la catástrofe
demográfica de la población indígena, provocaron que la encomienda entrara en crisis desde finales del
siglo XVII, aunque llegó a sobrevivir hasta el 18. La encomienda fue siendo reemplazada por un sistema de
esclavitud de personas secuestradas en África y llevadas forzadamente a América.

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5.- La inquisición

La Inquisición Española es una institución (tribunal eclesiástico encargado de la persecución de la herejía)


fundada en 1478 bajo el mando de los Reyes Católicos y previa autorización del Papa Sixto IV, cuyo fin
máximo era conseguir que en toda la extensión del territorio español se cumplieran los dogmas católicos.
Aunque no existía España como estado, la jurisdicción de la Inquisición se extendía a todos los cristianos
bautizados que vivían en el territorio de los Reyes. Su función consistía en perseguir a los herejes porque
procesaban otra religión en lugar del cristianismo, vigilar a los cristianos nuevos y mantener la ortodoxia
católica en sus reinos. Fue suprimida en 1834 en el reinado de Isabel II.

El proceso inquisitorial constaba de cinco fases:

-Acusación. Las acusaciones eran anónimas fomentando la desconfianza entre vecinos.

-Detención. Tras la denuncia el caso debía ser examinado por los calificadores y en caso de herejía se
procedía la detención. Eran frecuentes las detenciones preventivas de varios años y en algunos años el
reo llegaba a morir en los calabozos.

-Proceso. Había varias audiencias donde declaraban las dos partes. El abogado defensor que era un
miembro del tribunal tenía la función principal de animar al reo a decir la verdad. La Inquisición utilizaba la
tortura. Finalizado el proceso, los inquisidores se reunían con un representante del obispo y con los
consultores (consulta de fe). Se votaba el caso y se emitía la sentencia, que de no ser unánime se llevaba
a la Suprema.

-Sentencia: Los resultados del proceso podían ser la absolución (que muy pocas veces se produjo), la
suspensión del proceso (el reo quedaba libre pero bajo sospecha), la consideración de culpable del
acusado, que debía abjurar públicamente de sus delitos y ser condenado a un castigo (destierro, multa,
condena a galeras, etc.), el acusado podía ser reconciliado (ceremonia publica del condenado en la que se
reconciliaba con la Iglesia Católica) o penas mas severas, como largas condenas de cárcel, confiscación
de todos sus bienes o castigos físicos como los azotes. El castigo mas grave era la muerte en la hoguera,
pero si el condenado se arrepentía, se le estrangulaba previamente mediante el garrote vil.

-Autos de fe. Si la sentencia era condenatoria en esta ceremonia, que tenía lugar que tenía lugar en
espacios abiertos y grandes como las plazas de las ciudades, se solemnizaba el retorno al seno de la
iglesia o se le condenaba como hereje. Si el reo era condenado a pena de muerte se quemaba en
presencia del pueblo. El último acto de fe público tuvo lugar en 1691.

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6-. Fin de la hegemonía hispánica: la paz de Westfalia.

Con la paz de Westfalia, se pone fin a la guerra entre los estados beligerantes en Alemania,
príncipes protestantes por un lado y Sacro Imperio y católicos por otro, y se concluye también
el enfrentamiento que durante ochenta años enfrentaba a España con la República de los Siete
Países Bajos. Fue el tratado que puso fin a la Guerra de los Treinta Años, a través de dos
acuerdos alcanzados en las ciudades de Osnabrück y Münster en 1648, uno el 15 de mayo y el
otro el 24 de octubre.

Los representantes diplomáticos del Sacro Imperio Romano-Germánico, España, Francia,


Países Bajos, Suecia y una multitud de príncipes alemanes se reunieron en un acontecimiento
diplomático sin precedentes, después de un conflicto de dimensiones extraordinarias que había
arrasado por completo a Alemania, y que había supuesto la ruina de las pretensiones de la
casa de Austria, tanto la rama española como la imperial.

La principal consecuencia de la paz de Westfalia fue el debilitamiento de las posiciones de


Austria y España en centroeuropa. Paralelamente, salía muy fortalecida Francia, que
representada por el cardenal Mazarino ganaba numerosos territorios en su frontera más
oriental, entre otras plazas, Metz y Alsacia. Su guerra con España continuó hasta 1659, y
terminó con la anexión del Rosellón y su promoción a potencia hegemónica del continente, en
la paz de los Pirineos.

De aquel tratado, las Provincias Unidas lograron el reconocimiento definitivo de su


independencia, y Suecia se convirtió en la mayor potencia del norte de Europa, logrando
arrinconar a Dinamarca en su espacio continental, fuera de la península escandinava.

Las consecuencias de la paz de Westfalia fueron más allá de un simple reajuste territorial. En
primer lugar, rompió la idea defendida por España y Austria de la “universitas cristiana”, por la
cual el Emperador y el Papa podían mediar en los asuntos de toda la cristiandad por
considerarla una gran República de distintos Estados, sometidos en última instancia a los
poderes tradicionales. Triunfaba así la idea de Estado francesa, por la cual se rechazaba la
injerencia de poderes extraños en los asuntos internos del reino, y se afirmaba con una
legalidad independiente sobre un territorio determinado. De este modo, conflictos clave como la
religión del Estado quedaron inmediatamente solventados: cada soberano decidía su confesión
y las guerras de religión, que ensangrentaban Europa desde tiempos de Lutero,
desaparecerían en adelante.

Todo ello estaba encaminado a instaurar un orden que garantizase la estabilidad en Europa, al
margen de querellas religiosas, sostenido sobre la equidad legal de los Estados, sin importar su
tamaño o poder. Ello implicaba una reforma en el Derecho Internacional que tuvo vigencia
hasta que entraron en juego nuevas ideologías a principios del siglo XIX, como el liberalismo y
posteriormente el nacionalismo, con principios nuevos y completamente revolucionarios, que
harían mutar el mapa europeo.

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7.- Los decretos de nueva planta y el fin del foralismo

Los Decretos de Nueva Planta son un conjunto de decretos con los cuales cambió la organización
territorial de los reinos de la Corona de Aragón, que habían luchado contra Felipe V de España en la
Guerra de Sucesión Española.

Fueron promulgados por Felipe de Anjou pretendiente de la Casa de Borbón, tras su victoria en la
Guerra de Sucesión sobre el Archiduque Carlos de Austria, pretendiente de la Casa de Austria. La
Corona de Aragón había sido partidaria de este último y los reinos de Castilla y Navarra apoyaron al
pretendiente borbónico. Los Decretos de Nueva Planta, excepto en el Valle de Arán, Navarra y en las
Provincias Vascongadas, terminaron con la tradición confederalista que habían tenido los monarcas de la
Casa de Austria en España y tuvieron la finalidad y el efecto de castigar a los que se habían alineado en
contra del pretendiente borbónico, que pasó a reinar con el nombre de Felipe V. Abolieron los antiguos
fueros propios de los reinos y condados de la Corona de Aragón (excepto en el Valle de Arán) y
extendieron la organización administrativa del Reino de Castilla y el uso del castellano a estos territorios,
siguiendo el modelo centralista de los Borbones franceses.

Los decretos de Valencia y Aragón se publicaron el 29 de junio de 1707, teniendo como resultado la
abolición de una parte del derecho civil y privado particulares de los reinos de Valencia y de Aragón. .

El 13 de abril de 1711 se dictó un segundo decreto por el que se restablecía parte del derecho aragonés
otorgándose una nueva organización planta a la Audiencia de Zaragoza. En el caso de Aragón la
asimilación castellana fue más fácil, puesto que el idioma propio ya había sido absorbido por aquel
entonces por el castellano en la parte sur del territorio.

El tercero, el de Mallorca se publicó el 28 de noviembre de 1715, siendo más complaciente y fruto de una
actitud más negociadora.

El cuarto decreto que afectaba sólo a Cataluña se dictó el 16 de enero de 1716 y como fue el territorio que
mostró más resistencia fueron también los más duros. Abolían la Generalitat de Cataluña, las Cortes, el
Consejo de Ciento. Además se sustituía al virrey por un capitán general y se dividía Cataluña en
corregidurías, como Castilla y no en las tradicionales vegueries. Se estableció el catastro gravando
propiedades urbanas y rurales y los beneficios del trabajo, el comercio y la industria. Igualmente, el idioma
oficial dejó de ser el catalán y fue sustituido por el castellano, aplicándose desde entonces
obligatoriamente en las escuelas y juzgados. También se cerraron las universidades catalanas que
apoyaron al archiduque Carlos, trasladándose a Cervera, que se había mantenido fiel a Felipe V.
El decreto de 1716, que suprimió las instituciones políticas de Cataluña, no afectó al régimen político-
administrativo del Valle de Arán y, por eso, no fue éste incorporado a ninguno de los nuevos
corregimientos en que se dividió el Principado de Cataluña.

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8.- La Ilustración

La Ilustración política en España es el periodo que abarcó los reinados de la dinastía Borbón desde Felipe
V en 1700 hasta Carlos IV que finaliza su reinado abruptamente en 1808. este periodo es conocido
también como “siglo de las Luces” y destaca por la importancia ideológica que tuvo en toda Europa,
especialmente en Francia, dando pie a la Revolución Francesa.

La Ilustración en España fue lenta y tardía, aunque durante su desarrollo contó con importantes
personalidades como Feijóo, cuya obra se centro en la divulgación de la ciencia de Newton y en la crítica a
los prejuicios tradicionales y las supersticiones; Campomanes, Jovellanos, Capmany o Cabarrús quienes
muestran la asimilación de las teorías económicas de la fisiocracia y del liberalismo económico; Mutis y
Cavanilles en biología, Ulloa y Jorge Juan en Astronomía y Cartografía, Piquer en Medicina y el célebre
Moratín (autor de El sí de las niñas) en cuando a literatura y prensa.

Los Ilustrados eran conscientes de los problemas de la nación y por ello proponían una serie de cambios
que con su adaptación monárquica dieron lugar al Despotismo Ilustrado, el cual no triunfaría debido a la
incompatibilidad de las medidas que propugnaba con el apoyo que esperaban mantener por parte de la
nobleza y la iglesia.

Durante la época de la Ilustración se abarcaron diferentes temas, como por ejemplo, la educación. Éste era
un ámbito polémico, ya que al arrebatar a la Iglesia el monopolio que procesaba sobre la educación, se
enfrentaban a una falta de apoyo por parte de ésta en cuanto a futuras medidas. Durante este período se
crearon las principales Academias, instrumento de difusión de las luces, Se establecieron la Real
Academia de la Lengua, Medicina, Historia, Bellas Artes de San Fernando, y, junto a ellas, el Jardín
Botánico y Gabinete de Historia Natural. Además, el interés por la educación y el progreso científico se
concretó en la creación de nuevas instituciones de enseñanza secundaria (Reales Estudios de San Isidro),
de enseñanza superior (Colegio de Cirugía, Escuela de Mineralogía, Escuela de Ingenieros de Caminos) y
en la reforma de las Universidades y de los Colegios Mayores.

La economía también fue un ámbito de intervención para los Ilustrados ya que veían en los privilegios
desmesurados de los aristócratas y la Iglesia un tremendo handicap para el desarrollo del país. Sin
embargo, si se promulgaron algunas medidas, como la eliminación de las trabas comerciales en el interior
peninsular, la desaparición de los precios estables y controlados de muchos productos, fundamentalmente
el trigo y la desvinculación, aunque solo parcial, de las propiedades a los mayorazgos improductivos.
Además, la irrupción de un nuevo modo de comerciar fue el hecho económico de la época más significativo
y permitió la incorporación de los productos españoles a Europa (seda, lana, hierro, cobre, etc).
Valencia, Barcelona y Bilbao se convirtieron en grandes puertos comerciales. Además, se unió Madrid
con la red de puertos, y se crearon fábricas reales que introdujeron la elaboración de manufacturas a gran
escala en una Castilla que, desde sus orígenes, tenía problemas para acceder al mar.

Por último, cabe destacar el hecho de que los Ilustrados promoviesen el fin de la deshonra legal del
trabajo, según la cual, por ejemplo, un noble no podía trabajar a pesar de que lo necesitase una vez
perdida su riqueza familiar; así como no podía aspirar a un cargo nobiliario todo aquel que hubiese
realizado trabajos manuales.

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9-. Los señoríos

Es una institución propia de la Edad media y la Edad Moderna en España que desaparece en las Cortes de
Cádiz a inicios del siglo XIX y se basa en el dominio hereditario sobre las tierras y las personas que las
habitan. Eran otorgados por el Rey como pago a nobles o clérigos por el trabajo realizado.

Pueden distinguirse dos tipos de señoríos: el jurisdiccional y el territorial:

El señorío territorial es aquel en el que el señor está vinculado a una tierra que, o bien trabaja de manera
directa con sus siervos, bien cede a campesinos a cambio de unas rentas.

Por su parte, en el señorío jurisdiccional los señores nombraban a las autoridades locales, ejercían la
justicia y cobraban tributos, por lo que eran una fuente de poder político y económico.

El campesino sujeto a señorío territorial era un siervo sin libertad personal, mientras que
el que sólo lo está a un señorío jurisdiccional es un vasallo del señor.

También depende de quién es el señor, por lo que deben distinguirse entre señoríos
eclesiásticos y laicos.
Entre los primeros destacan los de abadengo (en manos de
monasterios y conventos) y los de las órdenes militares; entre los laicos, los de realengo
son del rey (incluyendo las ciudades con fueros, que a su vez son señores de grandes
zonas rurales) y los solariegos los de la nobleza.

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10.- Características del Antiguo Régimen

Como Antiguo Régimen se denomina a la situación previa a la Revolución Francesa, las revoluciones
liberales burguesas del siglo XIX y a la revolución industrial, las cuales marcaron un antes y un después en
todos los ámbitos (economía, sociedad y política) estableciendo una situación denominada Nuevo
Régimen.

En el ámbito económico el Antiguo Régimen se fundamentaba en una economía agraria de autoconsumo,


por lo que el comercio era escaso e ineficaz, debido en parte a la desastrosa red de transportes. Las
propiedades de la nobleza y la Iglesia estaban vinculadas, por lo que tampoco se desarrolló un comercio
de tierras y la mayoría de los campesinos vivían en los señoríos para los que trabajaban cobrando un
escaso sueldo y sin posibilidad de ascender en la escala social. Sin embargo, con la llegada del Nuevo
Régimen la economía se estimulará, dejando de fundamentarse en la producción de autoconsumo y
fomentándose los mercados, lo cual está, en parte, condicionado por la revolución en los transportes que
facilitaría hacer uso de ésta.

La sociedad que caracteriza al Antiguo Régimen es de carácter estamental, lo cual implica la imposibilidad
de ascender en la escala social. La sociedad se dividía en no privilegiados, clero y nobleza.
En cuanto a los no privilegiados, la mayoría de ellos eran campesinos y su situación se caracterizaba por
un bajo nivel de renta, pobreza generalizada, analfabetismo (de ahí su dependencia hacia la iglesia)… En
cuanto a los no privilegiados que constituían parte de la población urbana, se agrupaban en gremios y
eran, por lo general, de ideología conservadora y partidarios de un control absoluto del comercio, es decir,
enemigos de cualquier cambio del Antiguo Régimen. Pertenecían también al sector no privilegiado los
trabajadores fabriles, aun escasos, desorganizados, dispersos y sin una conciencia clara de su situación.
Cabe mencionar también a los trabajadores de servicios, presentes solo en las grandes ciudades y
apegados a los principios ideológicos conservadores. Finalmente, pertenecían a este estamento los
sectores marginales, objetos de caridad eclesiástica. Las desigualdades sociales entre estamentos y la
inseguridad económica acarrearon serios conflictos sociales, como el motín de Esquilache, de 1766.
Por su parte, los privilegiados gozaban de distintos estatutos jurídicos, tenían reservados diferentes
cargos y funciones, poseían privilegios formales y sociales, como la preferencia en actos públicos, el
derecho al honor, el trato de señor… En el ámbito económico destaca la exención total de impuestos, la
asignación de rentas, el poder jurisdiccional del que gozan… En cuanto al clero, destaca el enorme número
de religiosos que lo componían, lo que repercutía negativamente en la demografía. Principalmente, sus
privilegios consistían en la exención fiscal, la amortización de sus propiedades, el derecho de caza en
cualquier día del año…
Uno de los hechos que conllevó la tardía sustitución del Antiguo Régimen por el Nuevo Régimen se debe a
la dificultad de modificar la economía y organización de la sociedad sin perder el apoyo de los sectores
privilegiados.

En el ámbito político cabe destacar el hecho de que tanto el monarca, de carácter absoluto, como la iglesia
y cada uno de los señoríos jurisdiccionales actuaban de forma prácticamente independiente, sin que la
teórica supremacía de la corona influyera notablemente sobre las demás.
La monarquía es absoluta, por lo que todos los poderes residen en el rey, lo que hace que la participación
política derive de la necesidad del monarca de derivar en sus funciones. Destaca también el hecho de que
tan solo haya tres escalones en la administración (central, territorial y local), éstos sí, con abundantes
funcionarios.
En definitiva, el sistema político dejaba al margen a casi toda la población, convertida en simples súbditos
sin derecho político alguno.

Con el paso del Antiguo Régimen al Nuevo Régimen, las disposiciones políticas, sociales y económicas
irán cambiando periódicamente a medida que triunfen las revoluciones liberales que acabaran derrocando
a los monarcas absolutos.

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Bibliografía

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www.historiasiglo20.org

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Aróstegui Sánchez, García Sebastián, Gattel Arimont, Palafox Gamir, Risques Corbella: Historia de
España, ed. Vicens Vives, 2010

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