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INDICE
Registro SafeCREATIVE
Código: 1007216890783
Fecha 21-jul-2010
editorial
Como centro iberoamericano del
pensamiento, la Revista Mandala Literaria a
través de los escritores que en esta ocasión
depositaron su pensamiento con enfoques
diferentes, nos obliga a unirnos de manera
fraterna a la celebración de los 200 años del
bicentenario de América.
Hombres y mujeres que participaron en este
acontecimiento tuvieron dos puntos en común:
nacieron en su mayoría (Salvo Brasil y algunos
países caribeños como Haití y las Guyanas) en
países bajo el dominio de la colonia española y
todos lucharon para lograr el sueño
latinoamericano: la independencia.
La historia es el recuerdo vivo de los
acontecimientos y nos aporta las claves para
entender la dimensión del hombre dentro de la
sociedad.
Asimismo, debemos considerar el año 2010
como el de la reflexión, del balance para debatir
y acordar políticas, emprender nuevos desafíos y
reconocer la verdadera fortaleza de cada país y
por sobre todas las cosas, comprender que el
bienestar de un país reside en abrigar un
sentimiento nacional que sea compartido por
todos sus habitantes.
Mandala Literaria desea que el año del
bicentenario no sea solo de evocaciones y
festejos sino que sea un canal de comunicación
que se extienda a lo largo de cada país para
concientizar y construir naciones más
soberanas...
Equipo Editor
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bicentenarioAmérica
BICENTENARIO DE LA PATRIA
Y DEL CONTINENTE SUDAMERICANO
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los que debemos recordar y venerar a la Coronela Juana Azurduy, valiente mujer que
condujo las Republiquetas, venciendo más de una vez a los aguerridos soldados que venían
de doblegar, en su patria, a las famosas tropas de Napoleón.
Esos generales españoles, Valdés, García Camba y otros tan buenos guerreros como
ellos, fueron dignos adversarios de los nuestros, y quienes relataron las hazañas que
protagonizaron los americanos, haciendo más valioso el testimonio. No fueron nuestros
historiadores, fueron ellos los que destacaron el valor y la hidalguía de los ocasionales
adversarios. ¡Claro! Entre héroes siempre se respetan, aunque las circunstancias los
enfrenten.
Decíamos en el párrafo anterior que fueron aquellos hidalgos españoles quienes
relataron muchas de las hazañas de nuestros héroes, los americanos. Debe tenerse en
cuenta que, en los momentos cruciales de la lucha emancipadora, llegaron a unirse los
adalides del sud con sus iguales del norte.
Luego de los triunfos de Chacabuco y Maipú, que contribuyeron a debilitar el poderío
español (hecho que posibilita a Bolívar y sus bravos vencer al león hispano en Carabobo y
Boyacá), San Martín envía un cuerpo de ejército para colaborar con las tropas bolivarianas,
comandadas por el joven general Don Antonio José de Sucre, a los efectos de arrojar de
Ecuador a las fuerzas españolas, las que comienzan a declinar en sus bríos, luego de la
Batalla de Pichincha librada el 24 de Mayo de 1822 en la cual, los ilustres guerreros del
norte combatieron junto a los bravos del sud. Sucre, Córdoba, Diego Ibarra (sobrino de
Bolívar) fueron algunos de los bizarros combatientes que compartieron, con los
sudamericanos, la gloria de liberar al Ecuador de la opresión. Las tropas de ambos
ejércitos se reunieron en Saraguro el 9 de febrero de 1822. El último de los nombrados, el
Coronel Ibarra, tuvo la honra de enviar al Teniente de Granaderos Don Manuel Latus en
patrulla con 25 Granaderos, y fueron esos valientes los que lograron el primer triunfo de
los aliados, desbaratando un escuadrón de 120 hombres el 28 de marzo de 1822. Esta
auspiciosa acción fue coronada el 21 de abril de 1822, con el resonante triunfo de Río
Bamba, obtenido por el bravo Mayor Juan Galo de Lavalle. El histórico triunfo, que
mereció los mayores elogios del Libertador Bolívar, fue logrado en el primer encuentro por
Lavalle. Rehechos los españoles, que tuvieron que retroceder ante el empuje de 96
Granaderos, volvieron a ofrecer combate (avergonzados por haber sido desbandados
siendo ellos 480 efectivos), En el segundo combate, cuando la terrible lucha ofrecía un
resultado dudoso para los nuestros, aún ante la serenidad de Lavalle y sus hombres, es
cuando el valiente Coronel Ibarra, al frente de 50 llaneros, acude en auxilio de aquellos
leones y es así como, nuevamente, vencen al regimiento que triplicaba en número a los
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americanos. Lavalle, "Guerrilla Colorada" según lo llamaban por el color de sus cabellos y
barbas, pasó desde entonces a llamarse el León de Río Bamba.
Estos valiosos triunfos fueron afirmados, el 24 de mayo de 1822, por la victoria de
Pichincha, batalla en la que, nuevamente, los hombres de Bolívar y San Martín,
hermanados en la lucha emancipadora, cubrieron de gloria los campos de Ecuador y de
Sudamérica. Y fueron los jóvenes Sucre, Córdoba, Ibarra, Félix de Olazábal con su
infantería, Lavalle, José Segundo Roca y tantos otros, quienes deslumbraron, incluso a los
valientes adversarios, con su arrojo y bizarría, logrando la liberación del hermano
Ecuador.
Sería finalmente el ilustre general Sucre, quién tendría la gloria de comandar el
ejército libertador en Ayacucho, el 9 de diciembre de 1824, batalla decisiva pero no la
última; ésta se libró en Tupiza entre las tropas del general español Olañeta, quién murió
en el combate, y las comandadas por el bravo General Álvarez de Arenales, secundado por
el ilustre General Juan Gualberto de Gregorio y Las Heras.
Nota del Autor: El General Juan Antonio Álvarez de Arenales era nacido en la Villa de Reinoso, provincia de Burgos,
Castilla La Vieja, España, el 13 de Junio de 1770. Abrazó la causa revolucionaria regando con su sangre el suelo de la
patria adoptiva. Fue vencedor, entre otras batallas, en la Florida y Pasco. Héroe entre héroes.
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bicentenarioAmérica
“La Aguada” era una finca adquirida por el ex triunviro Juan Martín de Pueyrredón,
en las cercanías de San Luis. Allí se instaló acompañado por su hermano José Cipriano y su
sobrino Manuel Alejandro. En realidad, disfrutaban de la serenidad y vida apacible de
aquellas comarcas puntanas, alejadas del nerviosismo político de Buenos Aires. Juan
Martín introdujo notables mejoras en la propiedad. Amplió la casa y preparó los campos
para la siembra de trigo y maíz, una verdadera innovación en aquellas tierras dedicadas a
producir alfalfa desde siempre.
Llegada la noche, Juan Martín daba un rodeo caminando lentamente por los
alrededores, contemplando el cielo que le regalaba el espléndido espectáculo de la Vía
Láctea, perdiéndose detrás de los cerros, en un marco imponente de belleza nocturna.
Después se sentaba en un viejo sillón, ubicado a la derecha de la puerta de entrada y
dejaba vagar la mente, retrocediendo en el tiempo y trayendo a la memoria los sucesos
que lo marcaron para siempre como protagonista en aquellos años de la mocedad.
Casi se adormecía con el aroma del poleo y otros yuyos de las sierras que inundaban el
aire puro y fresco de la serranía. Pero también le llegaban las inquietantes escenas del
fragor bélico de entonces. En esas remembranzas vio el pabellón británico flameando en
Buenos Aires y medio millar de soldados ingleses con sus uniformes impecables, sus armas
modernas y el apoyo implacable de la artillería, un cañón que no daba respiro y disparaba y
disparaba sin cesar, mientras la tropa avanzaba victoriosa al redoble de los tambores.
Vio a los catalanes agrupando sus fuerzas en la chacra de Perdriel cuando los
dominaba la fervorosa urgencia de recuperar a Buenos Aires. Vio la llegada del
Comandante Olavaria sumándose con los blandengues del Fuerte del Salto y se vio él
mismo montando un brioso alazán al frente de los chacareros reclutados en los campos de
Luján. Ese espacio donde se acantonaban pertenecía a los hijos del comerciante Domingo
Belgrano Peri, especialmente cedido para la “operación reconquista”.
Juan Martín cerraba los ojos y permitía que todo se reconstruyera, otra vez. Aquellos
hombres de buena voluntad, enrolados en una milicia tan improvisada, tan mal armados,
finalmente pudieron ver al enemigo que se acercaba con el propio jefe invasor, el Brigadier
William Carr Beresford al frente del compacto grupo de ataque. El Comandante Olavaria
observó el acercamiento de los quinientos hombres en perfecta formación y sintió pánico.
Todos los españoles que estaban con él, sintieron pánico. Enfrentar a esos hombres de
rojas casacas sería una masacre. Tomó la decisión de no hacerles frente y ordenó la
desbandada.
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¿Quiénes quedaron para frenar el avance de los invasores? Pueyrredón, con apenas
un centenar de hombres montados. Esa era toda la defensa. ¡Pu…cha con los hombres de
la Corona Española! Juan Martín desenvainó la espada y taloneó al alazán, le aflojó las
riendas y se lanzó al galope tendido contra el regimiento británico. ¡Amalaya con el jefe
criollo! Todos los lujanenses que lo acompañaban lo siguieron. Antes que aquellos
valerosos voluntarios se dispersaran, Pueyrredón cayó sobre la retaguardia enemiga. El
hombre que hacía funcionar el cañón era el objetivo.
Espada en mano, en una carrera desenfrenada pasó como una tromba entre los
hombres de las últimas escuadras inglesas. Los soldados miraron desconcertados al
jinete. Juan Martín se dirigió al artillero con la espada asida fuertemente con la derecha y
el brazo en alto. Cuando pasó cerca del soldado que recargaba el cañón, bajó el brazo y
dibujó una medialuna en el aire, rebanando con el filo de la espada el pescuezo del
invasor.
Caído el artillero, tomó de las riendas a un caballo que tiraba un carro de
municiones y le quitó el servicio de fuego al grupo de ataque. Había conseguido silenciar
el cañón y sus voluntarios se enfrentaron cuerpo a cuerpo con la retaguardia invasora.
Una bala mató al alazán que montaba y Juan Martín cayó al suelo. Dos soldados ingleses
con bayoneta calada se acercaron para ultimarlo. Pueyrredón nunca pensó que había
llegado su fin. Todavía podía dañar más a la fuerza invasora. Rápidamente se puso de pie y
recogió una tacuara del suelo. Un soldado avanzó para ensartarlo con su bayoneta. El
hombre de la reconquista dio un paso atrás esquivando la hoja de metal y frenó el ataque
del inglés hundiendo la tacuara en su vientre.
El otro soldado cayó abatido por un bravo lujanense y un jinete de los suyos, a todo
galope, lo levantó y se lo llevó en ancas salvándole la vida. Los criollos se desbandaron y
los ingleses fueron incapaces de perseguirlos porque carecían de la habilidad y destreza
ecuestre de los hombres de las pampas abiertas.
Recordaba Pueyrredón que la derrota de Perdriel no lo desanimó. Salió para
Colonia a informar a Liniers, a la misma vez se ponía a disposición y colaboraba para que
se llevara a feliz término el desembarco que el jefe francés estaba organizando. Y en la
memoria de Pueyrredón apareció el recuerdo de aquellos días en que se reinició la
reconquista de Buenos Aires, costeando con sus propios recursos, la logística consistente
en carretas, bueyes, carne, yerba, tabaco, aguardiente y la paga diaria de los reclutas.
Caía el sereno de la noche sanluiseña y pudo recordar el desembarco de Santiago de
Liniers el 4 de agosto de 1806. Revivió como un sueño aquellas escenas en que evitó la
acción de las fuerzas navales británicas y dispuso sus energías para avanzar con un
contingente sobre la ciudad. Con cierta pretensión sus jinetes fueron bautizados con el
nombre de “Húsares”, tal como se denominaba a la caballería de elite de los ejércitos
europeos. A punto de iniciar las acciones Liniers formó la tropa y le entregó a Pueyrredón
el grado de Comandante de Caballería en reconocimiento por su arrojo y valor en
Perdriel. Beresford acantonó las tropas en la ciudad y le envió un emisario a Pueyrredón
(seguramente creía que compartía el mando con Liniers) proponiéndole una entrevista en
campo neutral. Todo era una patraña. Los cuerpos criollos y españoles avanzaron en
dirección de la plaza mayor, donde los ingleses concentraron sus fuerzas.
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Juan Martín cargó con los Húsares sobre la infantería inglesa. Se trenzó en feroz
pelea cuerpo a cuerpo con tropas del célebre regimiento 71. Enfurecido le arrebató la
banderola al soldado inglés que la portaba y sería la misma, que días después, entregaría
como trofeo de guerra al Cabildo porteño. Se hizo más densa la nube de pólvora y más
intenso el fuego graneado. De pronto en el Fuerte ondeó la bandera blanca. Cesaron los
disparos. En medio de la doble fila de las tropas criollas y españolas, Beresford y sus
oficiales de la plana mayor, caminaron lentamente. Liniers los esperaba frente al Cabildo
y junto a él estaba Pueyrredón.
El silencio era sepulcral. A Juan Martín no le bastó la rendición de los jefes invasores.
En el río, varado por el Pampero, estaba el buque inglés “Justine”, el mismo que había
cañoneado sin tregua el Retiro. Pueyrredón pide permiso a Liniers para completar la
jornada. Envió un piquete de sus Húsares, que abordó la nave y tomó prisionera a la
tripulación. Ahora sí, el enemigo estaba totalmente derrotado.
Lentamente abrió los ojos. En el cielo, las estrellas parecían brillar con más
intensidad. Fue aquello que vino a su memoria lo que abrió el camino para construir la
Patria. Luego de las invasiones, la Revolución de Mayo fue un proceso que le demandó toda
su existencia. Pueyrredón fue triunviro y más tarde el Director Supremo de las Provincias
Unidas de América del Sud. Pero por sobre todo fue el patriota que infundió el respeto
moral de su administración honesta, consustanciado con el proyecto de José de San
Martín, brindó ejemplo de integridad física y espiritual, como legado insigne a las
generaciones que habrían de sucederle.
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social y económico, pero las instituciones por lo general no son estables, lo que impide el
despegue definitivo. En los últimos tiempos ha aparecido un caudillo mesiánico, que
repitiendo arcaicas recetas socialistas fracasadas pretende exportar su revolución y ya
cuenta con una serie de satélites entre los países más pobres y endeudados de la región.
El nuevo caudillo cuenta con ingentes recursos provenientes de la riqueza petrolera de su
territorio y está inyectando grandes cantidades de dinero a sus subordinados. Todo esto a
costa de una crisis sin precedentes en su propio país. Con este ejemplo y con la situación
en otros países gobernados por verdaderas dinastías cleptómanas a punto de explotar,
veo con preocupación el futuro inmediato en el subcontinente.
América llega a su bicentenario luego de vaivenes más o menos parejos y similares
entre democracia y tiranía. Todos los países tienen historias muy parecidas. Después de
haber alcanzado la independencia optaron por distintos grados de democracia
representativa, que mantienen hasta hoy, salpicada por etapas de dictaduras militares,
revoluciones y guerras internas con terrorismo incluido. Hubo lógicamente sangrientas
guerras, países que ganaron territorios a costa de otros y disputas territoriales que al
presente están casi todas solucionadas.
Voy a centrarme en el Perú, país de grandes contrastes y mayores contradicciones.
Muy probablemente los que lean encontrarán muchas similitudes con la realidad de sus
respectivos países.
Fue uno de los virreinatos más importantes de América y uno de los últimos en
obtener su independencia en 1821. En Lima estaba concentrado el poder del Imperio
dominante y su territorio era sumamente substancial por la riqueza de los minerales
preciosos en los que basaba España su poder. Las minas del Perú y el Alto Perú, hoy
Bolivia, fueron saqueadas ferozmente durante siglos, utilizando como mano de obra a
millones de esclavos. Es sabido que a la llegada de los conquistadores el imperio incaico
poseía una población cercana a los catorce millones de habitantes, que no pasaban de
cinco o seis millones al declararse la independencia. La merma en la población no se debió,
como en otros territorios, por exterminio sino a las enfermedades y las duras condiciones de
trabajo a las que eran obligados tanto en las minas como en los campos. Hoy los peruanos
somos casi treinta millones de una rica mezcla de razas pues el país recibió, como todo el
continente, gran cantidad de inmigrantes de diversas partes del mundo.
A pesar de acercarse el bicentenario de su independencia, el Perú aún no logra su
despegue económico y está lejano su desarrollo. Seguimos arrastrando muchos de los
problemas ancestrales que nos dejó el virreinato y después de revoluciones, golpes de
estado, guerras que disminuyeron en mucho la extensión territorial, dictadores,
demagogos y terrorismo, seguimos ocupando uno de los últimos lugares en educación, en
salud pública y en protección social.
Hemos tenido y derrochado muchas riquezas, el guano natural, el salitre, el caucho y
una larga lista de etcéteras y ahora las cosas no son muy diferentes. Tenemos ricas minas
de oro, plata y casi todos los minerales, tenemos petróleo y gas natural, pero tenemos
peruanos y ese creo yo es el principal problema: la idiosincrasia nacional.
El siguiente es un interesante artículo de Ricardo Vásquez Kunze que hace una semblanza
de la idiosincrasia inglesa y su diferencia con la peruana.
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Desarrollo político Ricardo Vásquez Kunze
El pasado 11 de mayo, vestida con un sobrio vestido blanco plata, collar de perlas de
tres vueltas y un prendedor de brillantes en forma de estrella de seis puntas, la reina
Isabel II recibió, en su palacio de Buckingham, al honorable David Cameron, líder del
Partido Conservador, para invitarlo a formar gobierno.
De inmediato, el líder de los Tories se dirigió al número 10 de Downinig Street,
residencia oficial del Primer Lord del Tesoro y, por tanto, del Primer Ministro, ya que
ambos cargos, los más importantes de la política británica, los ostenta la misma persona.
Para entrar por la famosa puerta negra, David Cameron tuvo que formar una coalición de
gobierno con el Partido Liberal del también honorable Nick Clegg, el tercer partido más
votado en la última elección general. El líder Whig devino entonces en viceprimer
ministro. Unas horas antes, Gordon Brown, líder del Partido Laborista, abandonó el
número 10, seguido por el camión de mudanzas.
La reina es la personificación de la institución monárquica, heredera de una tradición
que en 2066 cumplirá 1,000 años. El Partido Tory, hoy conservador, fue fundado para
apoyar a los Estuardo, en el último cuarto del siglo XVII.
Los Whig, con el tiempo liberales, contrarios a los Estuardo, aparecieron en la misma
época. Los laboristas, los más jóvenes de esta vieja institucionalidad política, acaban de
cumplir 110 años. El resultado es que el Reino Unido, dirigido por sus élites en una
tradición política casi milenaria, se desarrolló hasta convertirse en su momento en la
primera potencia de la tierra, ocupando hoy un lugar de privilegio entre los que rigen los
destinos del mundo.
Nada de eso pasa en el Perú donde el desarrollo es concebido simplemente como éxito
económico. Según la mentalidad dominante, que no es otra que la de la plebe, mientras
más plata tengamos en los bancos, mientras más cosas podamos comprar, mientras más
postes, agua y celulares tengamos y más comida traguemos, pues más desarrollados
seremos. Incluso algunos predicen ya que de seguir creciendo a un ritmo estable como lo
hemos venido haciendo hasta hace poco, en veinte años alcanzaremos el ansiado
desarrollo. ¡Bullshit!
Ningún país desarrollado es un indigente político. Al final, siempre la precariedad
política termina en la ruina económica. Cuando el liderazgo es azaroso y no institucional,
sobreviene el caos, haya o no haya dinero en los bolsillos. La bestial creencia de que los
partidos políticos son solo un “tecnicismo legal”, como piensan algunos, es la partida de
defunción del desarrollo económico. Será por eso que en el milenario reino de Isabel II el
liderazgo económico y el liderazgo político domicilian en el mismo número, desde hace
siglos. Con los mismos partidos de toda la vida gobernando al servicio de su Majestad.
Termino afirmando que el futuro inmediato es preocupante para América y que en estos
doscientos años de independencia no hemos logrado desarrollarnos ni despagar, salvo
honrosas promesas.
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bicentenarioAmérica
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Fuentes bibliográficas:
La mujer negra en Colombia
http://axe-cali.tripod.com/memorias12epa/mujer-negra-colombia.htm
La resistencia femenina esclava en la Nueva Granada 1750-1810
http://www.lablaa.org/blaavirtual/geografia/afro/cuerpo1.htm
Gustavo Arboleda. Historia de Cali, desde los orígenes de la ciudad hasta
la expansión del periodo colonial (Cali 1956). 14
bicentenarioAmérica
LA INSTITUCIÓN MATRIMONIAL Y DOS CASOS CURIOSOS
DE EXPEDIENTES MATRIMONIALES
EN EL SIGLO XIX
José Costamagna y
Nora Costamagna
Argentina
Los libros de la Iglesia son ricos en material histórico, han sido muy pocas veces
estudiados, y en ellos se encuentran no solo datos genealógicos que nos permiten filiar
unas personas con otras, sino que también nos informan características físicas, en
muchos casos edades, enfermedades, etc.
La institución del matrimonio fue en la sociedad hispanoamericana, uno de los pilares
de la familia y por ende una institución reconocida tanto por los españoles como por los
aborígenes.
El matrimonio como institución era practicado por las culturas originarias con las
diferencias culturales propias de cada civilización, con la llegada de los conquistadores
se produce la mezcla que fue la base de la sociedad hispanoamericana.
A la llegada del español, la mayoría de los grupos indígenas soportaron el destierro
como así también debieron observar como sus mujeres eran tomadas por el español. Las
primeras mujeres de la conquista y colonización española, no fueron precisamente
españolas, ya que mucho antes que éstas llegaran, los conquistadores se habían unido
con aborígenes; fue surgiendo de esta forma el grupo de los mestizos.
Desde los primeros tiempos se favoreció el matrimonio sacramental con indígenas,
pero la mayoría de los conquistadores prefirió, por una cuestión de “status” no legalizar
sus relaciones, sino más bien casarse con las españolas a medida que fueron llegando a
territorio americano.
Los matrimonios mixtos contraídos durante el siglo XVI en América representan un 15%
aproximadamente del total de matrimonios, por lo que se puede sostener que la mayoría
de los mestizos nacieron fuera del matrimonio oficial.
Entre los siglos XVII y XIX dentro de las clases “acomodadas” existía una autoridad
patriarcal mediante la cual se concertaban los matrimonios por interés sin tener en
cuenta la opinión de los contrayentes, esta situación se va a modificar con el avance de la
burguesía y el relajamiento de la autoridad patriarcal.
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Para contraer matrimonio por la Iglesia Católica se labraba y aún continua haciéndose,
un expediente, donde los novios solicitan autorización para casarse; el mismo no se podía
llevar a cabo si se daban determinados impedimentos, como parentesco o edad
insuficiente para contraer enlace.
Para solucionar inconvenientes de imposibilidad de matrimonio, existía la llamada
dispensa, que permitía poner en orden el matrimonio a celebrarse o en su defecto
revalidar el matrimonio.
Del análisis de expedientes matrimoniales contraídos en la Villa de Merlo, Provincia de
San Luis, República Argentina, podemos destacar como curiosidades dos casos, que
requirieron la dispensa matrimonial.
Corría el año 1813 cuando la pequeña Villa de Merlo se vio sacudida por un escándalo
doméstico que para aquella época afectaba la moral y las buenas costumbres.
Tuvo como protagonistas a dos habitantes de la Villa, Nicolás Cuello y María de los
Ángeles Godoy, quienes acababan de regresar, casados y con dos hijos.
Habían contraído matrimonio en Las Lagunas (Provincia de San Juan) el 9 de noviembre
de 1807 ante el cura Juan Domingo Barreda.
Vecinos de la localidad, entre los que se encontraba Pedro Ignacio Rovere y Anastacio
Cruceño, informaron al Pbro. Apolinario Parra, Cura Vicario de la Parroquia de Piedra
Blanca, que existían causas de nulidad de dicho matrimonio, por existir una serie de
impedimentos con que habían celebrado su matrimonio, entre los cuales se encontraban
los siguientes:
· Rapto de la mujer de la casa de sus padres, siendo conducida a otra jurisdicción por
parte del marido.
· Parentesco de consanguinidad entre ellos.
A los efectos de determinar la existencia de dichos impedimentos y decidir acerca de la
nulidad del vínculo matrimonial, el Pbro. Parra el 23 de noviembre de 1813 mandó a
comparecer a Nicolás Cuello y a María de los Ángeles Godoy, para tomarles la confesión y
resolver en consecuencia.
Nicolás Cuello reconoció haberse fugado con María de los Ángeles, ya que esta se hallaba
depositada en la casa de Anastacio Arias por el juez pedáneo de este partido por solicitud
de sus padres, que enterados del noviazgo entre Nicolás y María de los Ángeles, decidieron
confinarla allí para que cambiase su conducta.
Se trasladaron a San Juan donde contraen matrimonio, ocultando su grado de
parentesco, (Gabriela Cuello, abuela de Nicolás, era hermana de Feliciano Godoy, padre
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de María de los Ángeles, y Feliciano era tío de Roque Cuello, padre de Nicolás), persuadido
de que, si lo manifestaba, el cura no los casaría.
Luego de casado anduvo tres o cuatro años por diversos curatos de la jurisdicción de
Córdoba con su mujer, sin hacer manifestación a ningún juez ni eclesiástico, ni secular del
estado de su matrimonio y que habiendo regresado a Merlo en 1811 se presentó al vicario
Juan Ignacio Becerra para que los casase de nuevo, y este le ordenó que ella regresara a la
casa de sus padres, y él se fuese a trabajar para conseguir el dinero para la dispensa: ($ 4.)
Según sostienen ambos, abonaron al vicario dicha suma, no habiendo podido conseguir la
dispensa.
Del matrimonio nacieron dos hijos, siendo su situación económica bastante precaria,
reconociendo Cuello ante el sacerdote que se sostenía cosechando y sembrando, y no
poseía bienes algunos ni terreno en que vivir, y que lo mas amado era a su mujer, por
consiguiente quería casarse legítimamente con ella.
Por su parte, María de los Ángeles Godoy manifestó que se fue con Nicolás por propia
voluntad y no reconoce haber sido robada, y que ya había vivido durante un año con él y
que la justicia la sacó de la casa de sus padres y la llevó a la de Anastasio Arias; ella
ignoraba que su matrimonio quedaba nulo por no haber sacado las dispensas por el grado
de parentesco tan cercano. También manifiesta su deseo de seguir con su marido porque
lo quiere, por sus dos hijos y porque siempre estuvo bien atendida sin haber sido jamás
violentada.
Posteriormente se cita al Pbro. Juan Ignacio Becerra, quien manifiesta lo siguiente:
“Que sabiendo la situación por el mismo, no porque se lo pidiese Nicolás, escribió al Sr.
Vázquez para realizar la dispensa que nunca pudo conseguir; se ha despachado por escrito
al teniente de Voluntarios de este lugar, Pedro Ignacio Rovere, para que lo apresase y fuese
a la cárcel de San Luis, que no pudo conseguir.
Que fueron mandados por el Sr. Rodríguez, cuando fue visitador, a los curatos de la
provincia de Cuyo, a Renca, para revalidar su matrimonio y no obedecieron hasta la
fecha.”
Ante los testimonios obtenidos, el vicario Parras ordena separar al matrimonio entre
tanto se consigan las dispensas. El testimonio requerido para lograrlas fue dado por dos
vecinos caracterizados de la zona, que se encontraban entre los primeros pobladores de
la Villa de Merlo: el Sargento de Milicias Lorenzo Cuello, y el Teniente de Milicias retirado
Vicencio Muñoz.
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Finalmente se resuelve declarar la nulidad del matrimonio contraído en las Lagunas,
por existir impedimentos en razón de parentesco y por haberlo realizado en otra
feligresía, y se los autoriza “a contraer un nuevo matrimonio, imponiéndole como castigo
que ayunen todos los viernes del año y recen diariamente el Santo Rosario, y se confiesen
cada tres meses durante el primer año de casados”.
El sacerdote debió hacer entender al matrimonio, “que por haber incurrido en este
pecado cabe la excomunión, pero por sus hijos, condolidos de su eterna perdición por lo
que han manifestado, usando las facultades que le competen y de las que están
concedidas por la silla apostólica, dispensa por esta vez el impedimento de tercer grado
de consanguinidad, haciéndolos observar fielmente los preceptos de la iglesia”.
En diciembre de 1814 el Cura de la Parroquia de la Virgen del Rosario de Piedra Blanca,
José Elías del Carmen Pereyra otorga una dispensa matrimonial por parentesco,
solicitada por José Gregorio Cuello, quien argumenta que la novia Leonarda “era muy fea
y muy pobre, y que ante la escasez de hombres, dudaba que encontraría otra novio”,
además agrega “Que los móviles de un hombre para casarse son los intereses de los bienes
que traiga la mujer al matrimonio o el afecto o la hermosura, y uno y otro le faltan a esta
muchacha”; finalmente el sacerdote acepta dichos argumentos y otorga la dispensa para
celebrar el matrimonio.
FUENTES BIBLIOGRÁFICAS:
· Costamagna Nora, Costamagna José: “La Institución Matrimonial. Primeros matrimonios
en la Villa de Merlo”.
· Expedientes Matrimoniales. Archivo de la Iglesia de Santa Rosa del Conlara (San Luis)
· Gálvez, Lucía: “Mujeres de la Conquista” Editorial Planeta.
· Martínez Sarasola: “Nuestros paisanos los indios” Editorial Emecé.
· Videla Tello, Norma: “Mujeres enamoradas y hombres en soledad”. Editorial Dunken.
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FRAY CAYETANO RODRÍGUEZ:
Hijo de San Pedro, Prócer de la Patria
El día que surgió la idea de una edición especial con motivo del Bicentenario salí a
caminar rumbo a las barracas del Paraná y allí me detuve ante la estatua de nuestro
prócer: Fray Cayetano Rodríguez que desde el bronce pareció
decirme que sus ideales están presentes en cada uno de nosotros.
Don Diego Joseph Serapio Rodríguez y Suárez, que la naciente
República registró por su nombre eclesiástico Fray Cayetano José
Rodríguez nació en San Pedro, en fecha próxima al 13 de noviembre
de 1762 , en la Estancia “La Invernada”, propiedad que su padre
adquiriese en remate público.
Después de cursar estudios primarios en el Colegio de los Padres
Franciscanos, en San Pedro, ingresó en la Orden Franciscana
recibiendo las órdenes sacerdotales en Córdoba.
Fue un entusiasta promotor del avance cultural del país y
educador de trayectoria. En 1807 compuso un poema consagrado a www.todo-argentina.net/...
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la libertad de los esclavos que tomaron parte en la Defensa de
Buenos Aires. En aquellos tiempos de cambios se convirtió en un
decidido patriota, relacionándose estrechamente con el joven Mariano Moreno: fue su
maestro y protector, apoyándose políticamente durante su actuación pública.
En 1810 tomó parte activa en los sucesos independicistas. Por iniciativa de Moreno fue
nombrado Director de la Biblioteca Pública de Buenos Aires (actual Biblioteca Nacional).
En 1811 fue designado Ministro Provincial; en 1821 comenzó su actuación política, En
1813 fue elegido diputado por la Asamblea General Constituyente y se desempeñó como
redactor de su diario de sesiones.
Su participación más notable fue en el Congreso de Tucumán donde se declaró la
Independencia.
Escribió excelente poesía, siendo autor del Primer Himno Nacional de 1812. Bien
conocidas fueron sus Odas en honor de Alvear; del Cruce de los Andes, de la Victoria de
Chacabuco como también sus poemas patrióticos más extensos dedicados a Moreno y a
San Martín a los que les puso música. Famoso por su elocuencia, fue elegido para hacer el
panegírico en el funeral de San Martín.
Fundó el diario “Oficial de Día”, medio desde el cual sostuvo las ideas de la Iglesia
frente a las reformas eclesiásticas impulsadas por Rivadavia, con quien Fray Cayetano no
coincidió nunca.
Falleció en el Convento Franciscano de Buenos Aires en 1823.Actualmente la Escuela
Normal de nuestra ciudad lleva su nombre.
19 bicentenarioAmérica
bicentenarioAmérica
MISCELÁNEAS DE LA PATRIA
José Villegas
Argentina
El Cabildo puntano fue la primera institución del interior del país (Virreinato en ese
entonces) que adhiere a la causa revolucionaria, reconoce a la Junta y sus integrantes el
14 de junio de 1810, y se pone en un todo a disposición de la misma.
Son varios los participantes, pero es necesario rescatar a dos personajes
extraordinarios en sus condiciones de revolucionarios (entre 1810 y 1814), quienes,
lamentablemente (por aquello de adherir a una de las dos tendencias (Morenistas vs.
Saavedristas), condenados al olvido, casi han quedado afuera de la Historia Sanluiseña.
Claro, para muchos de los hacedores de nuestra Historiografía, estos señores eran
morenistas, por lo tanto jacobinos, ergo, para ellos un estigma, el silencio.
Son Marcelino Poblet y Agustín Donado. El primero, puntano* de pura cepa, alcalde
de primer voto del Cabildo y primer diputado a la Junta Grande, vinculado
posteriormente con la Sociedad Patriótica de Monteagudo y, en 1812 confinado al paraje
de El Tala por sus actividades “conspirativas”. Revolucionario de extraordinario coraje,
enfrentó en los primeros días del gobierno patrio, al Gobernador Intendente de Córdoba
(de quién dependíamos) Gutiérrez de la Concha bajo amenaza de una invasión a San Luis
por el mandatario español. Así el pueblo de San Luis, con una admirable dignidad, no cedió
ante la soberbia de los realistas, preparándose para resistir una intervención militar
desde Córdoba que, finalmente, gracias a la celeridad táctica de Mariano Moreno, no se
concretó. Mientras Marcelino Poblet y los puntanos “entretenían” al Gobernador
realista, las columnas avanzaban desde Buenos Aires para apresarlo y ajusticiarlo junto a
algunos de sus funcionarios.
El detalle: sólo dos de los diputados del interior tenían mandato y aceptación para
incorporarse de lleno a la Junta, el resto, solo podía integrar el Congreso paralelo. Ellos
fueron: el sanjuanino Maradona y el puntano Marcelino Poblet.
El otro personaje: Agustín Donado, porteño de nacimiento, puntano por admiración
y representación. Morenista de la primera época, director de la Imprenta de los Niños
Expósitos, debido a su oficio, fue el responsable de la impresión de “La Gaceta de Buenos
Aires”, primer diario patriota inspirado por el Secretario de la Junta.
Posteriormente, en la Asamblea del año XIII, como diputado representando a San Luis
junto a Nicolás Rodríguez Peña, expresó el ideario morenista de la lucha contra la
dominación extranjera y la esclavitud interna. De esta manera fue un activo participante
en la redacción del articulado sobre la prohibición de los tormentos, la abolición de los
títulos de nobleza, la supresión de los tributos que debían pagar los indios, la abolición de
la mita, la encomienda y el yanaconazgo.
*Puntano: natural de la ciudad de San Luís, Argentina originalmente llamada San Luis de la Punta de los
Venados de la Nueva Medina del Río Seco que comunmente se abreviaba como San Luís de la Punta.
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Fue Vicepresidente de la misma y es uno de los creadores y acuñadores, junto al
grabador cuzqueño Juan de Dios Rivera, del primer sello de la Asamblea, convertido
posteriormente en el Escudo Nacional. Donado también dejó su impronta en nuestro
escudo al tomar como modelo al escudo de la Francia revolucionaria de 1790, del que
adoptó el gorro frigio, la pica y los laureles.
Integró desde su fundación, junto a Monteagudo, Rodríguez Peña, Belgrano, Berutti,
French, Paso y Vieytes, la Sociedad Patriótica y, posteriormente al llamado de San Martín se
incorporó a la Logia Lautaro, lo que le valió ser perseguido y confinado, siguiendo la suerte
de su compañero de lucha, don Marcelino Poblet.
¡¿Por qué será que para esta gente no existe el bronce?!
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la provincia donde conoció al amor de su vida, que aparece lánguida y difusa
implorándole que no se muera. Sí, es ella, la dulce Margarita, la hermana del héroe de
Chancay.
Aparece San Luis de la Punta en los últimos instantes de su vida, se ven ya casi sin
formas sus amores, sus fusilados reclamándole clemencia, sus escritos polémicos, su
verbo vehemente y arrollador, su prisión, sus exilios, sus compañeros de quimera: French,
Berutti, Marcelino Poblet, Agustín Donado, Rodríguez Peña, Castelli y su maestro, el
maestro de todos: Mariano Moreno, también matado, como él ahora.
Recuerda Bernardo, mientras la sangre se le va enfriando en el pecho, sus obsesiones
por la Patria liberada, la Legión Infernal, los chisperos, la Sociedad Patriótica hermana de
la Lautaro y la Valeper de Juan Crisóstomo, el olor a pólvora, a sudor, a sangre, a lluvia, a
mar, a tierra polvorienta y, en este final ineludible, aún puede oler el dulce y reciente
perfume del jazmín mezclado con humedades de hembra que aún persiste en sus manos,
en su piel blanca, en su pelo negro y motoso, motoso como el de Candelario .
Mata Candelario, ¡mata a quien no debe!
Candelario mata sin saber que queda trunca la revolución, que uno de sus hombres
se extingue sin concluir la magna tarea, que muere de muerte canalla, no merecida.
Bernardo de Monteagudo, aquel del juicio sumarísimo que obligó (no sin placer) a
Vicente Dupuy a mandar al más allá a los españoles sediciosos en su querida San Luis;
recuerda Bernardo cuando salvaste del fusilamiento al joven español Juan Ruíz Ordóñez
por ser demasiado joven y por estar enamorado de Melchora, la hermana de tu amada.
El Dr. Monteagudo que seducía a Don Gabriel Pringles con sus clases de ideología en
aquellas noches cálidas de febrero de 1819, para luego, mas entrada la noche, seducir a
Margarita con sus encantos de caballero viril y transgresor; el que jugaba póquer con
Facundo Quiroga, Don Vicente y el joven alférez Juan Pascual, el único varón de los
Pringles y por lo tanto orgullo de Don Gabriel, Doña Andrea y de sus hermanas.
El tucumano, aquel que junto a su coterráneo, el ingeniero José Antonio Álvarez
Condarco hacían la “guerra de zapa” y el espionaje encomendados por el Gran Capitán,
previos al cruce de Los Andes; el “morocho” de piel blanca (como lo describe Francisco P.
Moreno) que fascinó a San Martín aquel diciembre de 1812 cuando, cruzando la plaza,
incólume ante la amenaza de los guardias fusileros del primer triunvirato, entregó el
petitorio que exigía la renuncia incondicional de los triunviros que no se habían animado a
declarar la Independencia ni a redactar una Constitución.
Pero ahora, en este 1825, en estas tierras tan lejanas que nunca te dieron paz, los
sicarios han matado a Antonio José de Sucre, ya Mariano hace rato que está ausente, ya
San Martín es una entelequia y, en tu patria lejana, Bernardo, se están matando entre
hermanos.
¡Yergue tu cuello Bernardo, intentando incorporarte, como para morir de pie! Pero
no puede ser, no puedes. Y tus ojos se van cerrando, y tu última visión será, entre la bruma
de la noche sin luna, aquellos pies descalzos de tu matador que se aleja como si nada, sin
culpa, sin saber.
En los primeros días de junio de aquel 1825 moría envenenado, Sánchez Carrión.
Tenía los mismos 39 años que Bernardo. Años más tarde, en 1840, moría apuñalado el
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Gral. Tomás Heres, el envenenador, el vengador de Monteagudo, y así, se cerraba el ciclo
siniestro de aquel crimen atroz.
Muchos años después, en 1878, el Gral. Mosquera, antiguo edecán de Bolívar, testigo
presencial de aquel asesinato vil, relatará en sus memorias el momento en que su jefe,
desfigurado de ira, golpeando desaforadamente con sus puños la mesa donde yacía el
cuerpo inerte del revolucionario recién matado, exclamó: “¡Monteagudo, Monteagudo!
¡Serás Vengado!”
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Dicen que el General Colombiano José de Córdoba, quien a la edad de 24 años junto
a Antonio José de Sucre, fue Comandante de las tropas en la batalla de Ayacucho.
Dicen que dijo “¡Ataque a discreción! Y cuando un oficial preguntó: “¿A qué paso mi
General?, este respondió: ¡¡“..A paso de vencedores”!! Dicen también que Juan Pascual,
que estaba a su lado dijo:
“-Al ataque, ¡¡¡carajo!!!”
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comentarios autorizados que fue un pedido expreso de la familia Pringles, pues el joven
noviaba con Melchora (con quien efectivamente luego se casará y residirán en España) y,
nuestro personaje, noviaba con Margarita, otra de las hermanas de Juan Pascual.
¿Decisiones del corazón, tal vez?
De Monteagudo y su escarnio se encargan muchos “historiadores” en todas partes.
Nosotros, en honor a la figura de este personaje probo, necesitamos reivindicar su ideario
y, sus temerarias y determinadas acciones en contra de los enemigos de la Patria.
Vale la pena aclarar dicha situación ya que sus detractores solo lo acusan de “asesino
implacable”.
Granaderos. 1812-1813
CALIDAD:
Jinete en la sierra y en la pampa, baqueano, rastreador (de bichos y hombres),
trenzador, experto en lazo y cuchillo, cuereador y carneador, reservado, sobrio, de pocas
y contundentes palabras, puntano renqueño y de otros pueblos y parajes, nunca
aflojando!. Y menos si el que manda es Don José de San Martín.
CANTIDAD:
Setiembre y un parte de San Martín: “El capitán don Tomás Baras ha entregado al
Regimiento de Granaderos a mi cargo, ciento once reclutas pertenecientes a la Punta de
San Luis”.
CALIDAD Y CANTIDAD:
Combate de San Lorenzo: 3 de febrero de 1813, según el parte son 14 los muertos
nuestros, y de los 14 bravos granaderos, 3 son los puntanos: Luna, Bustos y Franco. A Sosa
lo contamos también, por quedarse sin su brazo izquierdo. Y a Juan Bautista Baigorria,
aquel que no es nombrado en la Marcha de San Lorenzo, ese que a punta de lanza y coraje
defendió a su jefe caído cuando el soldado español se disponía a matarlo, luego de la
muerte del correntino Cabral!!
De los 14, los mártires puntanos, con amputado y herido incluidos, son 5. Ergo, San
Luis acá también fue mayoría, en arrojo, coraje gaucho y lealtad extraordinaria a la patria
naciente.
Martirologio. 1805-1824
No vamos a contar los puntanos muertos en la defensa de las fronteras, ni los de las
guerras fratricidas, ni los de la guerra del Paraguay, ni los de las montoneras federales ni
los del otro bando. Aún no contaremos los matados por el mitrismo y la “pacificación”,
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tampoco los de las grandes batallas intestinas ni los mutilados que fueron muriendo de
infecciones y penas. Solo haremos un catálogo de mártires, es decir, un martirologio de
los puntanos caídos por la causa de la Patria (sin dejar de decir que los otros también lo
fueron), de los que murieron lejos de su tierra, de los que a sangre y fuego fueron
arrebatándole al conquistador lo que era nuestro, lo que sería nuestro.
En enero de 1805, a las ordenes del oficial español radicado en San Luis, José
Ximénez Inguanzo, partieron desde la Punta doscientos (200) voluntarios para integrarse
muchos de ellos al Regimiento de Patricios que comandaba Cornelio Saavedra. El
objetivo: repeler al invasor británico que desembarcaba en las costas porteñas.
El 12 de junio de 1810, por orden del Cabildo Revolucionario de San Luis (aquel que
fuera el primero en todo el Virreinato en acatar las resoluciones de la Primera Junta), se
preparan ciento cincuenta (150) combatientes para marchar a Córdoba y ponerse bajo
las ordenes primero de Ortíz de Ocampo y luego de Juan José Castelli, para sofocar a los
sublevados Gutiérrez de la Concha, Liniers y otros opositores al primer gobierno patrio,
quienes pretendían que las provincias cuyanas siguieran bajo la sujeción colonial.
El 23 de setiembre de 1812, por pedido expreso de José de San Martín, partían los
primeros ciento doce (112) puntanos a incorporarse al recientemente creado Regimiento
de Granaderos a Caballo, conducidos por el Capitán de milicias Don Tomás Baras.
Luego se incorporarían más, y más… hasta su bautismo de fuego (ya vendrían otros
en tierras lejanas), en el Combate de San Lorenzo, en el que también hubo mártires
puntanos.
Pero volvamos a seguir contando. Desde julio de 1810 se van sumando los puntanos a
la causa de la Libertad. Castelli entregará a Balcarce y Guemes cincuenta (50) hombres
del San Luis de la Punta para combatir en Suipacha, primera victoria de la Revolución en
aquel glorioso 7 de noviembre de 1810. Luego, Blas de Videla conduce doscientos
veinticinco (225) hombres a Buenos Aires en diciembre de 1810. En noviembre de 1811,
parten cuatrocientos (400) más a engrosar las filas del Ejército del Norte conducidos por
el Capitán Buenaventura Martínez.
Los puntanos también morderán el polvo de la derrota en Huaqui aquel 20 de junio
de 1811, hincharán sus corazones en las glorias de Tucumán (setiembre de 1812), y Salta
(20 de febrero de 1813), para nuevamente ser derrotados en Vilcapugio aquel nefasto 1°
de octubre de 1813, y ser parte de aquellos 500 muertos que quedaron en los campos de
Ayohuma el 14 de noviembre del mismo año.
Así, unos meses después, Belgrano entrega el mando del Ejército del Norte al
entonces Coronel José de San Martín. No obstante, éste tenía otros planes: dejar a
Rondeau en el Norte y comenzar con la ejecución de su Plan Continental. Pero, para la
ejecución de ese plan, el Gran Capitán necesitaba a los puntanos, y así fue que el heroico
pueblo de San Luis acudió al llamado de la Patria naciente.
Entre 1814 y 1819, los hombres activos de entre 16 y 50 años de edad integraron el
Ejército de Los Andes acudiendo desde todos los rincones de la provincia para dar la
libertad a Chile. En los campos de Chacabuco, Cancha Rayada y Maipú (contando también
las escaramuzas), participaron dos mil ciento ochenta y cinco (2.185) heroicos hijos de
esta tierra. Y, como el Libertador conocía muy bien ese heroísmo y pensando en el Perú,
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mandó, en 1819 a sus oficiales a buscar quinientos (500) puntanos más para su embarque
en el puerto de Valparaíso hacia las costas peruanas.
Los que mientras llegaban y después de llegados pelearon fieramente, los que
murieron y los pocos que volvieron, merecen la reivindicación que hoy les hacemos, y
esta pretensión de hacerlos memoria presente en los corazones de los puntanos que
tanto les debemos.
Difícil es sumar exactamente, pues hay registros de levas desaparecidas, partes
extraviados, listados y actas extinguidos con sus portadores, hombres desaparecidos y
muertos por toda la geografía Sudamericana desde Chacabuco a Ayacucho. Solo decir
que, de una población total de 16.000 habitantes del San Luis de aquella época, los
puntanos que nuestros historiadores calculan en el martirologio, fueron más de cinco mil
(5.000).
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bicentenarioAmérica
MUJERES EN LA INDEPENDENCIA
DE COLOMBIA
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sino su vida misma. Después de un
corto juicio fue llevada al cadalso, días
antes del triunfo en la batalla del
Puente de Boyacá. Otras igualmente
fusiladas que no pueden quedarse
fuera de esta recordación y quienes
participaron no solamente en tertulias
literarias e intervinieron en la lucha
libertadora como correos utilizando
hasta naranjas, espías, divulgadoras
de ideas. Algunas entregaron sus hijos
por amor a la patria y muchas de ellas
acompañaron a los hombres en las
escenas de batalla:
bicentenarioAmérica 30
bicentenarioAmérica
Graciela Savickas
Argentina
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sufriendo necesidad. El terremoto que padeció a comienzos de este año Haití, fue una
oportunidad más para mostrar a todos las reales condiciones que a veces deben soportar.
Hoy no hay esclavitud pero es evidente que la generosidad de las clases dominantes no
llegó al punto de permitir más dignidad.
Se puede decir que a poco de llegar el bicentenario, se comenzó una suerte de
“reparación histórica” de diversas maneras. Artistas, políticos y gente en general va
reconociendo poco a poco y en forma creciente los derechos de estos dos grupos sociales.
Este es otro indicador que comenzamos una etapa más madura.
América Latina y el Caribe, ha hecho grandes esfuerzos, para superar la marginación,
cierto grado de pobreza y de falta de educación masiva (logrado en diferentes medidas).
Aún se encuentra en la lucha. Ha pasado por duras pruebas en cada una de sus naciones:
varias han soportado dictaduras militares con sus respectivas deudas de sangre, de dolor y
de humillación. Con esfuerzo intenta ponerse de pie de cada uno de ellos. Y en este
ponerse de pie cierra las heridas con madurez y mira adelante haciendo planes como un
adolescente que siente que todo está por delante. Sabe que aún el Pacífico y el Atlántico,
junto al Amazonas, Los Andes, y los Glaciares al sur, esconden muchos secretos y
maravillas. No puede explicar lo suyo con teorías plasmadas en el primer mundo porque
se está gestando una nueva, y aún solo ve puntas indicadoras que cada día son más claras.
Pero ha podido darse cuenta que en América Latina el modo de vivir es diferente: menos
competitivo, observando las cosas desde el corazón. Se respira una atmósfera de libertad
“donde todo puede ser posible”, porque está libre de anquilosados esquemas. Y la
palabra libertad es un emblema de oro que luce América.
Es evidente que con estas armas y todos los tesoros que el tiempo nos mostrará
cuando oportunamente nos abra sus baúles, América Latina manifestará una manera de
vivir al mundo diferente y capaz de dar respuesta a los grandes problemas que hoy nos
aquejan como planeta. Ya estamos comenzando a hacerlo.
El tomar conciencia del Bicentenario ha sido motivo de sentirnos más unidos, como
hace doscientos años lo sintieron San Martín, Bolívar, Sucre, Flores, O´Higgins y tantos
que trabajaron de la mano por la independencia. Nos ha dado fuerzas en este intento de ir
hacia adelante. Y así, será más fácil mostrar y mostrarnos como realmente somos.