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LA BATALLA ESPIRITUAL Y LA ARMADURA DEL CRISTIANO 4.

En nuestras meditaciones anteriores hemos establecido algunos principios necesarios para


enfrentar la batalla espiritual.
1. Nadie sale a la batalla sin conocer a su enemigo y sus estrategias.
2. Nadie sale a la batalla sin saber con qué armas cuenta y como usarlas.
Definimos nuestros enemigos: Satanás y sus demonios, los señores de este mundo que son
guiados por Satanás, nuestra propia naturaleza pecaminosa que está viciada.
En cuanto a Satanás, dijimos que su poder es limitado y no tiene poder más allá del que
Dios le permite tener, como también dijimos que no tiene poder en el cristiano más allá del
que este mismo le permite tener.
Hablamos de que es necesario hacer uso de toda la armadura de Dios para estar firmes y
constantes en el frente de batalla y no optar por huir o deponer las armas.
Dijimos que algunas de las partes de la armadura que necesitamos para enfrentar la batalla
espiritual son la verdad, la justicia, el evangelio de paz, la fe.
Hoy hablaremos de “el yelmo de salvación”.
“Y tomad el yelmo de salvación…” Efesios 6:17.
¿Qué es un yelmo? Muchos andan montando hoy día en moto con un yelmo puesto. El
yelmo es lo que hoy día llamamos un casco que tiene como propósito proteger el cerebro.
Antiguamente el yelmo tenía como propósito proteger la cabeza contra golpes mortales que
buscan destruir el centro de nuestros pensamientos, decisiones, sentimientos, lo esencial del
ser.
Satanás y los señores de este mundo saben muy bien que si logran que nuestra mente esté
dividida, permaneceremos divagando entre pensamientos y filosofías que impedirán que tu
llegues a la salvación que es en Cristo Jesús, como decía Pablo “llevados por doquiera de
todo viento de doctrina, por estratagemas (estrategias) de hombres que, para engañar,
emplean con astucia los artificios del error” (Efesios 4:14).
El deseo de obtener cosas materiales a cualquier precio, la ilusión de tener una mejor forma
de vida, la arrogancia de la vida hacen que tu mente este dividida.
Sin embargo, lo más peligroso de esto es cuando tu propia mente esta dividida entre la
nueva moral y los principios bíblicos.
Para esto es necesario que te coloques muy bien el yelmo o el casco de la salvación que
impide que la división llegue a tu mente.
Encontramos entonces a Jesús siendo tentado por el Diablo, sembrando la duda en la mente
de Jesús “Si en verdad eres hijo de Dios”, ¿de verdad eres hijo de Dios?. Satanás entonces
apela a deseos legítimos que no eran malos en si mismos pero que de hacerle caso habrían
demostrado una división de su mente, una duda incrédula de su propio llamado.
De igual manera Satanás y este mundo buscan que usted dude de su salvación, de su estado
como hijos de Dios para de esta manera poder ser vulnerables y sembrar la incredulidad en
la mente.
Este yelmo o casco de la certeza de nuestra salvación en muy necesario para ser victoriosos
en el momento de la prueba.
Pero ¿Cómo hacer uso de este yelmo? Lo que tenemos claro es que en esta batalla espiritual
se buscara arrancarte la cabeza, que conduce a la acción. Si tus pensamiento, tu mente es
afectada, todo tu cuerpo se verá afectado, las consecuencias y resultados se verán o
manifestarán en tus acciones. Efesios 4:17-24 “Esto pues digo, y requiero en el Señor, que
no andéis más como los otros Gentiles, que andan en la vanidad de su sentido. Teniendo el
entendimiento entenebrecido, ajenos de la vida de Dios por la ignorancia que en ellos hay,
por la dureza de su corazón. Los cuales después que perdieron el sentido de la conciencia,
se entregaron a la desvergüenza para cometer con avidez toda suerte de impureza. Mas
vosotros no habéis aprendido asi a Cristo: Si empero lo habéis oído, y habéis sido por él
enseñados, como la verdad está en Jesús, a que dejéis, cuanto a la pasada manera de vivir,
el viejo hombre que está viciado conforme a los deseos de error; y a renovaros en el
espíritu de vuestra mente, y a vestir el nuevo hombre que es criado conforme a Dios en
justicia y en santidad de verdad.
La única forma de hacer uso adecuado del yelmo de salvación es entonces evitando que nos
arranquen la cabeza, pensando, analizando nuestras decisiones, nuestras acciones.
Romanos 12:2 Pablo también nos dice “Y no os conforméis a este siglo; mas reformaos por
la renovación de vuestro entendimiento, para que experimentéis cual sea la buena
voluntad de Dios, agradable y perfecta”.
La exhortación es entonces a renovar nuestra mente, a reflexionar la vida mediante la guía
de su Espíritu Santo. A que todo lo que hagamos redunde para la gloria de Dios, porque
para esto fuimos creados. Pero Satanás y lo señores de este mundo, se encargarán de que tu
mente este muy ocupada en las distracciones de este mundo, en sus programas de T:V., en
sus películas y novelas, en sus competencias deportivas; ellos se encargarán de que tus
tiempos libres no tengas tiempo para reflexionar acerca de tu relación con Dios y tu
vivencia cotidiana que alaba y glorifica su Nombre, sino que tratarán por todos los medios
en mantenerte ocupado de tal forma que no guardes su reposo, estar quieto para reflexionar
bajo la dirección de su Espíritu; esto es lo que el salmista llamaba “la meditación”. Como
cristianos debemos reflexionar y trazarnos metas espirituales: Si soy una persona con un
carácter explosivo, mi meta podría ser que al cabo de tres años ser una persona paciente,
dócil y humilde de corazón, pero ¿cómo lo logro? podría decir: durante esta semana no voy
a contestar impulsivamente cuando me sienta agredido y el fin de semana, durante el
reposo, evaluar y reflexionar ¿cómo he avanzado? ¿cumplí el propósito esta semana? si lo
cumplí ¿cuál es el paso siguiente? si no lo cumplí, levantarme, limpiar mis rodillas y
volver a intentarlo. De esta manera, al concluir un año tendríamos testimonios fantásticos
que glorificarían el nombre del Señor y no testimonios vacios.
Ahora ¿cómo hemos de entender la salvación? ¿cómo un acontecimiento pasado? ¿Cómo
una obra presente? o ¿Cómo un acontecimiento futuro?
Podriamos decir que la salvación es un acto permanente de Dios, tanto pasado como
presente y futuro.

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