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Los últimos años que pasé en el colegio fueron los que me marcaron más
en toda mi etapa escolar. Si bien los cursos eran prácticamente los mismos a los
que ya había llevado antes, las personas que conocí en esos años me motivaron a
emprender actividades que nunca había pensado, como asumir cargos en la
representación estudiantil, organizar actividades en favor de obras sociales o crear
grupos de estudiantes enfocados a temas determinados, no cubiertos en las horas
de clase por los profesores. Ese fue el punto de quiebre entre la actitud pasiva que
tenía hasta ese momento y el paso a una disposición proactiva, enfocada en el
trabajo en equipo, que he mantenido hasta ahora.
Del mismo modo, creo que en los últimos años la situación ha sido similar
para muchos jóvenes en Latinoamérica. Quizás las razones puedan ser el
fortalecimiento de la democracia y la participación (Perú), una respuesta hacia el
autoritarismo (Venezuela) o el firme pensamiento de que las cosas pueden estar
aún mejor (Chile). En todos los casos, los resultados se están sintiendo en toda la
región y la tendencia continuará en las próximas décadas, ahora que el mundo ha
pasado a ser un mundo post-americano, en donde el poder político y económico
está pasando de estar centrado en un solo país a ser compartido por naciones de
distintas latitudes.
Esto quiere decir que cada día se abren más oportunidades para que
cualquier persona pueda hacer sentir su voz en la sociedad en la que se
encuentra, tanto en temas políticos como sociales. Sin embargo, es claro también
que estas iniciativas adquieren una dimensión diferente cuando se presentan bajo
una organización o un grupo de personas detrás de aquella idea. Es así que
movimientos sociales como Un techo para mi País1, Enseña Perú2 u
1
Versión peruana de Un Techo Para Chile.
2
Versión peruana de Teach for America.
organizaciones juveniles como Convergencia3 o AIESEC4 han adquirido una
especial valía en estos últimos años para los jóvenes. Con ellas, su voz puede ser
escuchada.
Las posibilidades que nos dan las nuevas tecnologías hacen que se pueda
intercambiar ideas y comenzar proyectos con personas de todas partes del
mundo. El nuevo concepto de que el mundo es plano, que fue introducido por
Thomas Friedman en la década pasada, propone que las barreras de
comunicación han quedado en el pasado y que de esta manera podemos trabajar,
literalmente, con todo el mundo.
La necesidad de liderazgo
Bibliografía