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El título del artículo, tanto en el temario del curso como en la bibliografía del examen extraordinario,
lleva el nombre de “Los conceptos de lugar y de jerarquía cultural en la construcción de la identidad del
chemaxeño”; el resto de la información es la misma. Supongo es el mismo artículo, cabría revisar la fe de
erratas por algún tipo de error en la edición de la revista num. 204.
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dzules. Hay un tercer grupo que no tienen la membresía chemaxeña, ni tampoco
pertenecen a los dzules, son los indios o salvajes llamados así por los chemaxeños. No
pertenecen al cah, por lo que no gozan de los privilegios de los adeptos. Aquí es
importante el concepto de jerarquía cultural ya que los chemaxeños se refieren
despectivamente a los llamados indios al decir que son inferiores estos a los que
pertenecen a la comunidad de Chemax. El indio no tiene los requisitos culturales para
formar parte de la comunidad chemaxeña, andan con tapa rabos, viven en la selva, no
poseen terrenos, y por lo tanto no tienen cah.
El segundo momento histórico se refiere al impacto económico de las nuevas
zonas convertidas en polos de atracción de capital extranjero: el caribe mexicano. En
este contexto se ha desmantelado las relaciones sociales construidas en base a la
referencia del lugar como construcción de la identidad. Las personas se han visto
obligadas a migrar a lugares como Cancún para trabajar en la construcción de la
infraestructura turística. La referencia al cah si bien no se ha perdido, sí ha sufrido
cambios considerables en términos identitarios. Chemax ha pasó a ser una zona
marginal regionalmente en la retórica oficial nacional, un lugar de paso hacia el caribe
mexicano. La participación de los habitantes a las festividades ha disminuido en su
forma “tradicional”, aunque ha tomado otros tintes de organización. La jerarquía
cultural como medio de definición ha perdido fuerza, aunque en el lenguaje cotidiano se
sigue utilizando términos como indio, dzul, o inclusive la gente chemaxeña vista por los
segundos como atrasada.
Ahora bien, la comunidad de Chemax continúa la definición identitaria por la
referencia del lugar: el eetcahal. Esto a pesar de no contar con los requisitos antes
mencionados. Chemax se pasa a formar parte de a minoría regional que se ubica en la
clase y en la etnia. Cabe mencionar que la autora no habla de una estrategia etnopolítica
o etnobotánica como en otros grupos humanos, más bien el “ser del pueblo” no parece
contradecir las políticas indigenistas nacionales. El recurso de lo étnico en el discurso
oficial no siempre toma en cuenta la referencia empírica que tales personas utilizan para
definir su identidad en relación a un lugar (cah).
La autora concluye argumentando la importancia del estudio del lugar como
herramienta procesual en la construcción de las identidades múltiples. Esto no es para
menos, el desplazamiento de grandes grupos humanos obliga a nuevas experiencias del
lugar de los afectados ubicados en claras desventajas respecto de otros, y además a re-
plantear argumentos teóricos para explicarla. La lógica de mercado marca las pautas y la
cadencia de tales movilizaciones. Guerras, conflictos, hambrunas, pandemias, y nuevos
miedos surgen cuando un grupo humano es arrancado de su lugar de origen. Sin
embargo, el problema no sólo debe ser de interés teórico como menciona la autora, sino
también de sentido ético. No se trata sólo de teorizar sobre modos culturales que surgen
constantemente, sino participar como investigadores en los procesos de forma política
in situ más que ex situ.2 Es por ello que la mercantilización del conocimiento científico
es la última frontera que el investigador debe romper.
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La objetividad como excusa de la apatía política del personal de investigación.